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viernes, 24 de julio de 2015

Las necesidades humanas y su satisfacción (Parte 2)

Las necesidades humanas y su satisfacción (Parte 2)


Escrito por Jesús Cuadra Pérez

El modelo de ser humano que utilizo para comprender las necesidades humanas es una adaptación del que propone Marge Reddington y del que proponen Muriel James y Louis Savary en su libro Una Nueva Personalidad.

ÁREAS DE NECESIDADES
Hay cuatro áreas de necesidades:
- Física y biológica.
- Emocional, psicológica, intelectual.
- Relacional.
- Espiritual.
Todas las necesidades son importantes y han de ser cubiertas al menos en cierto grado para mantener la salud y el bienestar personal, pero no todas tienen la misma urgencia para satisfacerlas. Dentro de cada área de necesidades haremos pues una jerarquía de necesidades por su urgencia, no por su importancia.
Debemos tener en cuenta que las necesidades físicas y biológicas tienen preferencia sobre las otras. Las necesidades emocionales, relacionales y espirituales adquieren más importancia con la edad y en determinados estadios del desarrollo y de la vida. Las necesidades de los distintos niveles de identidad existencial están relacionadas entre sí, algunas muy directamente, pero tienen su especificidad.
NECESIDADES FÍSICAS
Esta es una lista de las necesidades del yo físico - biológico :
- De oxígeno.
- De alimentos: líquidos (agua) y sólidos (comida).
- De actividad (ejercicio), descanso (relajación) y de placer
- De dormir
- De eliminación: desperdicios líquidos, sólidos y por la piel.
- De estimulación física: tocamiento y estimulación por la piel, y por los otros sentidos.
- De sexo: de liberar la energía sexual de alguna forma
- De equilibrio físico: térmico (abrigarse y desabrigarse), hormonal e inmunológico.
NECESIDADES PSICOLÓGICAS Y EMOCIONALES
1º Reconocimiento: a) por lo que somos, b) por nuestras cualidades c) por lo que hacemos. Se satisface por medio de CARICIAS en las relaciones sociales.
2º Ser amado: Que alguien se preocupe de mí, ser importante para otra persona. (Hay muchas clases de amor. Puedo desear de un amor concreto, pero la necesidad de ser amado es simplemente de ser amado en general.)
3º Amar: Tener necesidad de amar a otras personas. La manifestación de esta necesidad de amar es un deseo de estar y/o de construir con la persona amada.
4º Autoestima: sentirnos importantes, experimentarnos a nosotros mismos como personas significativas.
5º Pertenecer: experimentar que pertenecemos a alguien, una familia, un grupo, una comunidad, etc. Hay una forma de pertenencia interna (“ser de los...”), pero también hay una forma de pertenencia externa (“ser de los que no son de...”)
6º De estructura:
Interna: Tener respuesta a las preguntas básicas sobre sí mismo, los otros y el mundo.
Externa temporal: tener el tiempo estructurado, con la sensación de confort o seguridad que da, el saber lo que ocurrirá y lo que tengo que hacer
Externa espacial: tener el espacio estructurado de modo que pueda orientarme en él, saber dónde me encuentro y a dónde dirigirme en un momento dado.
El plan de vida proporciona estructura vital, que sea positivo o negativo depende del guión de vida de cada uno.
7º De seguridad: Estar a salvo de las amenazas de la satisfacción de las necesidades. Esta necesidad de seguridad tiene dos aspectos: Seguridad física y seguridad psicológica.
8º Contacto emocional: con uno mismo, con los otros.
9º Estímulo emocional e intelectual.
10º Sensación de logro, de que alcanzo en alguna medida los propósitos y las metas que me planteo.
NECESIDADES RELACIONALES
Las necesidades relacionales según Richard Erskine, son las necesidades específicas del contacto interpersonal. Su insatisfacción se experimenta fenomenológicamente como sentimientos de anhelo, de soledad persistente, o de intensa desazón con frecuencia acompañados de nerviosismo.
La satisfacción de las necesidades relacionales requiere de la presencia de contacto pleno de otro ser humano que sea sensible y sintonice con las necesidades relacionales y que también proporcione una contestación recíproca a cada necesidad.
Según Erskine, las ocho principales necesidades relacionales que se observan son las necesidades de:
1. Seguridad relacional: Es la experiencia visceral de tener, en la relación, nuestras vulnerabilidades físicas y emocionales protegidas. Se experimenta seguridad en la vivencia de ser simultáneamente vulnerable y estar en armonía con el otro en la relación. Incluye la ausencia, en la relación, de sustos o peligros tanto reales como anticipados.
2. Validación, afirmación, e importancia dentro de una relación: Es la necesidad de tener de la otra persona la validación de la importancia y la funcionalidad de nuestros procesos intrapsíquicos del afecto, la fantasía, y la construcción del significado y la validación de que nuestras emociones y sentimientos tienen el valor de una comunicación significativa intrapsíquica e interpersonal. Incluye la necesidad de tener todas nuestras necesidades relacionales afirmadas y aceptadas como naturales en la relación.
3. Aceptación por otra persona estable, confiable, y protectora: Esta necesidad comienza con la necesidad de admirar y confiar en los padres, superiores, maestros, y mentores. Es la necesidad relacional de aceptación por otra persona consecuente, fiable y fidedigna; Tiene relación con la búsqueda de protección y guía y puede manifestarse como una idealización del otro.
4. Confirmación de la experiencia personal: Es la necesidad de tener la experiencia confirmada por medio de la presencia de alguien que es similar, que comprende porque ha tenido una experiencia parecida, y cuya experiencia compartida es confirmada. Esto incluye las imágenes de la fantasía o los símbolos que tienen una función significativa intrapsíquica e interpersonal. Cuando la función de la fantasía se reconoce, aprecia, y valora, la persona se siente afirmada en su experiencia.
5. Autodefinición: Es la necesidad relacional de saber y expresar en la relación la propia singularidad y recibir reconocimiento y aceptación de ello por parte del otro. La autodefinición es la comunicación de la identidad propia auto elegida mediante la expresión de preferencias, intereses, e ideas sin humillación o rechazo.
6. La necesidad de tener un impacto en la otra persona: Impacto se refiere a tener una influencia que afecta al otro de una manera deseada. La sensación de competencia individual en una relación surge de la atracción activa y eficaz de la atención e interés del otro, influenciando lo que sería del interés de la otra persona, y produciendo un cambio del afecto o la conducta en el otro.
7. La necesidad de que el otro tome la iniciativa: Iniciativa se refiere al ímpetu de hacer contacto interpersonal con otra persona. Es el conseguir que el otro, de alguna manera, reconozca y valide la importancia de uno en la relación.
8. La necesidad de expresar amor: El amor a menudo se expresa por medio de gratitud sosegada, agradecimiento, dando afecto, o haciendo algo por la persona del otro. Cuando la expresión de amor es obstaculizada, se frustra la expresión de sí-mismo-en-relación.
La ausencia continuada de satisfacción de las necesidades relacionales se manifiesta como frustración, agresión, o enojo. Cuando las rupturas en la relación se prolongan, la falta de satisfacción de la necesidad se manifiesta como una pérdida de energía o de esperanza y se muestra en creencias de guión tales como "Nadie está por mí" o "¿Para qué?".
NECESIDADES ESPIRITUALES O DEL YO ÍNTIMO
Son las que alimentan la parte más profunda de nuestra personalidad que hemos llamado el YO INTIMO, el cuerpo espiritual o ALMA, el ser.
Estas necesidades son muy específicas para cada persona.
En todo caso el yo íntimo requiere:
Espacio y tiempo.
Nutrición: Para cada persona es importante identificar QUÉ es lo que alimenta su yo íntimo y CÓMO alimentarlo. Puede ser la belleza, la soledad, la música, el silencio, la naturaleza, el arte, etc.
Eliminación o producción: No basta con alimentar el yo íntimo, tiene que haber alguna forma mediante la cual las cosas salgan del alma hacia fuera:
Mediante la expresión artística.
Encontrando y realizando la finalidad de nuestra vida. Cada ser humano hacemos una contribución única al mundo. Descubrir cuál es la cosa especial que solo yo tengo, ”Lo que solo yo puedo dar al mundo”, eso es la finalidad de nuestra vida, el objetivo de nuestra vida. Cuando no lo descubrimos o cuando no lo realizamos es cuando perdemos la voluntad de vivir. Cuando lo descubrimos aumenta el amor a sí mismo, la autoestima, la integración personal y el servicio a la comunidad que da sentido, significado e importancia a nuestra vida. Esto tiene relación con la voluntad de vivir.
Crecimiento y desarrollo de las capacidades del yo íntimo (de la virtud):
Detectando el camino a seguir en la vida (trayecto o sendero vital).
Desarrollando las capacidades (virtudes) de fe, esperanza, amor, generosidad: encontrando el momento adecuado, la persona adecuada y el motivo adecuado.
Pasando por las distintas fases del desarrollo espiritual:
Fase del dolor: tomando conciencia de los propios límites y de los ajenos, de los límites de la realidad y de los límites de la vida.
Fase de la sabiduría: es fase de la aceptación de los límites propios, de los otros, de la realidad y de la vida.
Fase de la alegría: aceptando los placeres y las satisfacciones de la vida de manera realista dentro de los límites.
Estimulación mediante ejercicios orientados a la espiritualidad, la estimulación del yo íntimo y su apertura y la realización de tareas espirituales como relajación, contemplación, meditación, simbolización, oración, etc.
RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS Y ESTADOS DEL YO
Un problema es una situación en la que una necesidad no está siendo satisfecha y que puede ser resuelto. Cuando no hay solución no es un problema, es otra cosa que podemos llamar una desgracia. Por ejemplo cuando se muere un ser querido nos enfrentamos a una situación en la que una o más necesidades que se satisfacían con la relación con ese ser querido ya no pueden satisfacerse. Además esta es una situación que no tiene solución; es una desgracia.
Un problema no tiene por qué ser algo desagradable, aunque sí genera una incomodidad que pone en marcha el proceso de resolución de la necesidad insatisfecha, la creatividad, la utilización de los recursos y la actualización de las relaciones. Todos ellos posibles recursos necesarios para su resolución.
En la satisfacción de todas las necesidades y los deseos, en la resolución de los problemas, juegan un papel fundamental los estados del yo y nuestras relaciones con el entorno. Es decir el yo psicológico emocional y el yo relacional.
Todos tenemos un Padre, un Adulto y un Niño. Nuestro Niño tiene muchos hábitos, decididos e interiorizados en el curso de la experiencia de la vida y creencias ideadas, en relación con la satisfacción de las necesidades y los deseos al relacionarse con el entorno. Nuestro Padre tiene un conjunto de límites, permisos y proposiciones provocativas adquiridos de las personas significativas del entorno familiar y social, en relación con el cuidado de nuestras necesidades. Nuestro Adulto tiene los recursos del procesamiento de los datos e informaciones de la realidad interna y externa para pensar la mejor manera de satisfacer las necesidades individualmente o en relación con los otros, y elaborar planes autónomos al respecto.
En relación con los distintos tipos de necesidades podemos hablar de problemas arcaicos, que están relacionados con las necesidades arcaicas insatisfechas, problemas aprendidos, que guardan relación con las necesidades aprendidas, y problemas actuales, que tienen relación con las necesidades actuales no satisfechas.
Los problemas arcaicos se resuelven por medio del reparentamiento y la revivencia de las situaciones infantiles (Rechilding) que faciliten la aceptación de la frustración y la integración de los estados del yo Niño con exceso de energía desatada. Los problemas aprendidos, mediante la redecisión y el crecimiento personal que permite asumir el propio poder y establecer claros los límites diferenciadores. Los problemas actuales, con la percepción, el pensamiento, la creatividad, la acción efectiva y la aceptación de las consecuencias y resultados positivas o negativas de las acciones puestas en marcha.
Además puede haber problemas relacionados con el entorno por la escasez de recursos, los conflictos de necesidades y deseos y los juegos de poder. Estos problemas se resuelven con la comunicación, la creatividad, la negociación y la cooperación y en muchas ocasiones con la mediación y la ayuda exterior.
EL PROCESO DE SATISFACCIÓN DE LAS NECESIDADES
El proceso saludable de satisfacción de las necesidades y deseos suele ser cíclico como hemos visto antes y sigue el siguiente esquema para cada una de ellas:
Tomar conciencia de las necesidades y deseos insatisfechos:
- Sentir la incomodidad.
- Identificar la necesidad o el deseo insatisfecho asociado con la incomodidad.
- Planear una acción efectiva para su satisfacción:
- Tener en cuenta los recursos propios, de los otros implicados y de la situación.
- Elaborar una estrategia.
- Prever los posibles resultados o consecuencias.
- Decidir las mejores opciones.
Realizar la acción efectiva que nos ponga en condiciones de contacto y asimilación de lo que satisfará la necesidad y el deseo:
- Expresar la necesidad o el deseo.
- Pedir lo que se necesita o desea.
- Negociar con nosotros y
- Cooperar en la acción.
- Contactar con el objeto del deseo.
- Aceptar las consecuencias y/o los resultados de la acción.
- Tener contención para la frustración y el goce.
A continuación pasa a un primer plano otra necesidad o deseo y así sucesivamente en proceso cíclico y continuo en el que ocupan el primer plano las distintas necesidades y deseos.
Un proceso adecuado o saludable de satisfacción de las necesidades y deseos, de una manera equilibrada y ecológica, como este conduce a un crecimiento personal y a una armonía interna y externa, relacional y espiritual.
AUTOLIMITACIONES EN EL PROCESO DE SATISFACCIÓN DE LAS NECESIDADES
Algunas veces, en alguna medida, las personas bloqueamos el proceso de resolución de problemas y de satisfacción adecuada o saludable de las necesidades y los deseos por diversos motivos:
Por ciertas actitudes (de guión) decididas o interiorizadas en relación con las necesidades o su satisfacción:
“Yo no necesito nada”.
“Yo no necesito a nadie”.
Por tener límites interiorizados muy rígidos en relación con acercarse, pedir, pertenecer, etc.
Por falta de permisos para sentir, pensar, actuar, imaginar y crear, etc.
Por bajo nivel de autoestima y otras decisiones autolimitadoras.
Por falta de información sobre las necesidades o la forma de satisfacerlas en un momento dado.
Por conflictos o deficiencias internas entre los distintos estados del yo o entre los distintos niveles del yo:
Formas contrapuestas o contradictorias de resolver los problemas.
Falta de planes para satisfacerlas.
Dificultades para llevar los planes a la práctica.
Problemas de perspectiva en relación con el grado de satisfacción de las necesidades. Por ejemplo no ser consciente de que nadie cubre sus necesidades al cien por cien, de que no hay una sola forma de satisfacer las necesidades o de que cada persona necesita un nivel diferente de satisfacción de sus necesidades para sentirse bien.
Entonces el proceso menos saludable de satisfacción de las necesidades y de los deseos puede presentar estancamiento en los distintos pasos anteriores:
Anestesiarse o insensibilizarse en vez de tomar conciencia:
Negando las necesidades y deseos
Evitando o confundiendo las necesidades y deseos mediante adicciones: al tabaco, a la televisión, a sustancias diversas, a comidas, al sexo, etc.
Descontar en vez de planear:
Exagerando o minimizando, basándose en prejuicios y/o fantasías e ilusiones.
Desviando o acomodando el significado de los estímulos, de los problemas o de los recursos al propio marco de referencia, sin llegar a un plan efectivo.
Descontando, sin pensar opciones posibles, por acomodarse a " lo que hay que hacer es...", es decir, a criterios no efectivos, ni apropiados a la situación.
Comportarse de forma pasiva en vez de efectiva:
No hacer nada, descontándose, esperando que "otro haga por mí".
Sobreadaptarse y actuar bajo el criterio "los otros antes que yo siempre, para ser guay (OK)"
Agitarse actuando sin un objetivo o dirección apropiados para satisfacer la necesidad o el deseo en la situación.
Incapacitarse o descargar violentamente contra otros sin un objetivo o propósito que resuelva la situación de necesidad o deseo, sin medir las consecuencias y/o resultados.
Manipular en vez de negociar y cooperar de forma efectiva:
Usar la expresión afectiva de forma encubierta o desplazada con el fin de hacerse la Víctima para conseguir manipular posibles Salvadores.
Usar los sentimientos de los otros, compitiendo con su capacidad de cuidarse o, lo que es lo mismo, ponerse en una posición de Salvador manipulando a posibles Víctimas o competir con otras personas en posición de Salvación alternativas.
Escalar emocionalmente con el fin de manipular posibles Víctimas desde una posición de Perseguidor.
Actuar descontando recursos propios o límites ajenos, consiguiendo así manipular a posibles Perseguidores implicados en la situación, quedando en posición de Víctima perseguida.
No aceptar la realidad en vez de satisfacer la necesidad y el deseo dentro de lo posible.
No aceptar y disfrutar el placer y la satisfacción conseguida con la acción efectiva.
No aceptar los límites ajenos o propios después de la acción más efectiva posible, lo que dificulta la aceptación de la frustración en caso de satisfacción parcial o diferida de la necesidad o del deseo.
No aceptar los límites de la realidad que dificulta disfrutar lo posible de las situaciones de la vida.
EL CUIDADO DE SÍ MISMO
La persona que sabe cuidarse es una persona que:
Se conoce a sí misma, sabe donde están sus dificultades, sabe sus habilidades, sus debilidades y sus carencias.
Tiene una serie variada de intereses y muchas fuentes de satisfacción.
Tiene una variedad de respuestas y reacciones frente al estrés, no una sola como comer mucho, o dormir, o irritarse o molestarse, etc.
Reconoce y acepta las diferencias individuales y ve que no todo el mundo es igual y que para ella esto está bien.
Es creativa, activa y productiva (asertiva) y se plantea. “¿Qué se puede hacer para manejar este estrés?”.
Se programa adecuadamente para:
Hacer ejercicio físico adecuado.
Cuidar su alimentación y su estado nutritivo.
Controla el estrés emocional mediante: relajación, meditación, contemplación, simbolización, terminar y resolver las situaciones emotivas no resueltas del pasado, perdona y se perdona.
Es consciente de sí mismo, de sus necesidades, deseos, idiosincrasia, y peculiaridades propias. O bien se siente cómodo con sus características o las cambia. Es decir es congruente y asertivo.
Planifica de manera autónoma su vida, sus actividades, su tiempo, hace sus elecciones vitales positivas.
Crea y mantiene unos adecuados sistemas de apoyo.
PISTAS PARA EL CRECIMIENTO
Estas son algunas preguntas clave para propiciar el crecimiento personal en relación con las necesidades:
¿Estoy informado sobre las necesidades?
¿Tengo permiso para tener y para satisfacer las necesidades?
¿Tengo algún problema de actitud con respecto a la satisfacción de necesidades?
¿Qué necesidades tengo?
¿Qué posibilidades tengo para satisfacerlas?
¿Sé lo que voy a hacer en relación con las necesidades?
¿Lo pongo en práctica?
NOTAS Y REFERENCIAS:
Tomado de Richard Erskine. Métodos de una Psicoterapia Integrativa. T.A.J. 26, 4. Octubre 1996.
Schiff, J.L. y otros. (1975) Catexis Reader: Transactional Analysis Treatment of PsychosisNew York. Harper & Row
Clarkson, P. Y Fish, S. (1988) 'Rechilding: Creating a new past in the present as a support for the future', Transacctional Anlysis Journal 18 (1) 51-59.
Berne, E. (1966) Análisis Transaccional en psicoterapia. Buenos Aires. Ed Psique.
Goulding, M.M. y Goulding, R.L. (1977) Changin Lives Trough Redecision Therapy New York: Brunner Mazel Inc.
Steiner, C.M. (1992) Guiones que vivimos. Barcelona. Editorial Kairos.

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El autor

Jesús Cuadra Pérez

Psicólogo. Analista Transaccional Miembro Didáctico y Supervisor en el área clínica de la ITAA-EATA. Diplomado en Psicoterapia Integrativa IIPA. Profesor del Instituto Galene. Director del “Gabinete de Análisis Transaccional”. Zaragoza.

Las necesidades humanas y su satisfacción (Parte 1)

Las necesidades humanas y su satisfacción (Parte 1)


Escrito por Jesús Cuadra Pérez

El modelo de ser humano que utilizo para comprender las necesidades humanas es una adaptación del que propone Marge Reddington y del que proponen Muriel James y Louis Savary en su libro Una Nueva Personalidad.

EL MODELO DEL SER HUMANO
El modelo de ser humano que utilizo para comprender las necesidades humanas es una adaptación del que propone Marge Reddington y del que proponen Muriel James y Louis Savary en su libro Una Nueva Personalidad.
- El ser humano puede considerarse como un sistema abierto en interacción con su entorno social y su medio ambiente y que se experimenta en cuatro niveles de identidad:
- El yo físico - biológico que se expresa por medio de movimientos, reacciones fisiológicas, gestos, y respuestas sensoriales.
- El yo psicológico - emocional que se expresa por medio de los estados del yo (Padre, Adulto y Niño) sus pensares, sus sentires y sus manifestaciones conductuales.
- El yo relacional que se expresa por los roles relacionales que desempeñamos: familiares, profesionales, sociales, etc.
- El yo íntimo con su urgencia de vivir o “impulso de vivir” que se expresa como el impulso a ser libre, a vincularse con otros, a hacer nuevas experiencias, entenderlas y darles sentido y a tomar decisiones.
Cada uno de estos niveles tienen sus necesidades; están en constante evolución o desarrollo; se influyen mutuamente, están en constante interacción mutua; están en interacción con el entorno, siempre cambiante.
Mediante estas interacciones el sistema (el ser humano) tiende a mantenerse vivo, a desarrollarse y a reproducirse. Se mantiene y desarrolla en la medida que es capaz de poner en marcha los adecuados mecanismos homeostáticos de asimilación y adaptación con el entorno social y físico de modo que se cubran sus distintas necesidades.
La magnitud de los cambios a los que debe enfrentarse el ser humano (estresores) y su capacidad de asimilación y adaptación a los mismos (flexibilidad), es determinante para alcanzar el estado de crecimiento y bienestar (salud) o, por el contrario, de su desequilibrio y/o enfermedad.
El fortalecimiento del sistema con el fin de que pueda aumentar su eficacia en la satisfacción de las necesidades y su capacidad de afrontar los cambios en su interacción con el entorno físico y social, es el objetivo básico del desarrollo o crecimiento personal y de toda intervención (terapéutica) orientada a recuperar la salud y el bienestar de la persona.
En este artículo:
- aportaré algunas reflexiones sobre los procesos homeostáticos para cubrir las necesidades,
- aclararé algunos conceptos, comunes pero frecuentemente confusos, sobre necesidades, impulsos y deseos,
- distinguiré entre distintos tipos y áreas de necesidades,
- propondré una extensión a todos los niveles de identidad existencial de las etapas del ciclo de satisfacción de las necesidades y de las acciones que requiere cada etapa,
- aportaré algunas consideraciones sobre las consecuencias o resultados de la experiencia vivida en términos de atascos o desviaciones estereotipadas en cada una de las etapas y las consecuencias para la salud a todos los niveles de identidad en términos de daño y supervivencia.
NECESIDADES Y SALUD
El hombre es un ser de necesidades. Para mantener el equilibrio y el desarrollo, es decir la salud, el ser humano necesita intercambiar con el entorno materia, energía e información. Este proceso de intercambio es algo constante en el ser humano y funciona de manera continua y cíclica satisfaciendo sus necesidades. Cada uno de los niveles del ser humano tiene sus propias necesidades y conviene que tengamos claro a que nos referimos cuando hablamos de necesidad.
Para Marge Reddington, una necesidad es algo de lo que se precisa, es un requisito absoluto para la salud y la supervivencia. Todas las necesidades tienen la misma importancia para la existencia. No podemos vivir o existir de manera saludable, si no cubrimos mínimamente todas las necesidades. Las necesidades tienen que ver con la salud y la existencia misma.
En el ser humano, para satisfacer las necesidades se ponen en marcha una serie de procesos homeostáticos en los que intervienen todos los niveles de identidad existencial.
Lo primero que hay que entender es que las necesidades se satisfacen en interacción con el entorno físico, social y cultural en un proceso continuo de asimilación y adaptación en ese entorno.
El proceso de satisfacción de cada necesidad es cíclico en el tiempo y los periodos de esos ciclos son característicos de cada persona.
Podemos hablar de nivel de satisfacción de cada necesidad que guarda relación con la capacidad y la posibilidad de asimilación de los elementos del entorno necesarios para la satisfacción de esa necesidad. A su vez, estás dependen de la disponibilidad de esos elementos, de la propia estructura personal y de la acción propia y ajena pertinente para la asimilación.
El otro aspecto de este proceso es el periodo de satisfacción o tiempo que se repite entre dos puntos de igual nivel de satisfacción. Este guarda relación con la capacidad y posibilidad de adaptación de la persona a las cambiantes circunstancias del entorno en lo relativo a los elementos necesarios para la satisfacción de las necesidades.
Cuando el nivel de satisfacción de una necesidad baja por debajo de un cierto valor (nivel de incomodidad), la persona experimenta (siente) una incomodidad que es una señal que alerta a toda la persona para poner en marcha el correspondiente proceso de satisfacción.
Si por cualquier motivo no se pone en marcha un proceso eficaz de satisfacción de la necesidad, el nivel de satisfacción disminuye (nivel de síntomas), el ciclo se alarga y la incomodidad crece y adquiere el carácter de síntoma. Los síntomas que la persona experimenta (siente) son señales más intensas de la insatisfacción de las necesidades que urgen la puesta en marcha del proceso de su satisfacción. El tiempo de latencia hasta la aparición del síntoma depende de las capacidades de adaptación de la persona y del nivel de satisfacción de las necesidades.
Si la acción requerida para la satisfacción de las necesidades puesta en marcha tras la aparición de los síntomas no resulta eficaz eventualmente se entra en un periodo de enfermedad carencial, y si aún así no se toman las medidas de acción oportunas sobreviene el deterioro de la persona y la muerte (nivel de supervivencia).
Todo lo anterior se ilustra en la figura adjunta.
Cada necesidad tiene su señal de malestar. Es preciso dar satisfacción a las necesidades desde el momento en que se percibe la señal de malestar. Si no se tiene en cuenta (se descuenta) la necesidad, de la que nos da información la señal de malestar, y se prolonga el tiempo para cubrirla, los efectos sobre el ser humano son más perniciosos pasando de las señales a los síntomas y de éstos a las enfermedades y a la muerte en casos extremos de desatención.
Es importante descubrir y aprender a tomar conciencia de cualquier señal proveniente de los distintos niveles del yo, que esté relacionada con la insatisfacción de las distintas necesidades. En todo caso es importante que las señales lleguen a la conciencia.
Las señales más frecuentes de los distintos niveles del yo son:
- Del yo físico: las sensaciones, los síntomas y las enfermedades.
- Del yo psicológico: las emociones y los estados de ánimo.
- Del yo relacional: los sentimientos.
- Del yo íntimo o espiritual: los sueños, los signos y los símbolos.
NECESIDADES, IMPULSOS Y DESEOS
Una necesidad y un deseo son cosas distintas aunque están relacionados. Cuando una necesidad está insatisfecha la persona experimenta (siente) junto a la incomodidad o malestar, que es la señal de la insatisfacción, el impulso a satisfacerla de manera concreta y esto es lo que conforma el deseo.
El deseo se configura en la experiencia vivida, imaginada o referida de satisfacción de las necesidades en las distintas situaciones de la vida. Por lo tanto tiene que ver con lo aprendido, condicionado o adaptado de la persona bien por experiencia propia o por aprendizaje.
El deseo es pues el resultado de la interacción de la necesidad insatisfecha, del impulso a la acción y de la experiencia vivida, imaginada o referida.
Los impulsos, como las necesidades, tienen su raíz en la estructura de la persona y puede que cada uno de los niveles del ser humano tenga sus impulsos. Desde una perspectiva psicoanalítica los principales son los impulsos sexual, agresivo y narcisista. El impulso sexual nos estimula a acercarnos o a entregarnos a otros para satisfacer las necesidades, el impulso agresivo nos estimula a alejarnos o a destruir a otros para satisfacer nuestras necesidades, el impulso narcisista nos estimula a mantener nuestra propia imagen a través de las acciones y reacciones en las relaciones sociales para satisfacer nuestras necesidades. A estos podemos añadir el impulso a explorar que nos estimula a conocer el entorno y sus posibilidades para satisfacer nuestras necesidades, y el impulso a crecer y desarrollarnos que Berne llamaba Phisis.
Es importante no confundir una necesidad con un deseo, ya que la necesidad tiene que ver con la supervivencia y el deseo con la concepción personal de calidad de vida.
TIPOS DE NECESIDADES Y ESTADOS DEL YO
En las situaciones transaccionales de la vida nos encontramos con tres tipos distintos de necesidades personales:
- Necesidades ARCAICAS: Son las necesidades de nuestro estado del yo Niño que en la situación se catectiza y puede tomar el control en un momento dado.
- Necesidades APRENDIDAS: Son las necesidades adquiridas, aprehendidas del entorno familiar y socio cultural. Son las necesidades de nuestro estado del yo Padre que en la situación se catectiza y también puede tomar el control en un momento dado.
- Necesidades PROPIAS ACTUALES: Son las necesidades de nuestro estado del yo Adulto. Son nuestras PROPIAS necesidades aquí y ahora. Son las necesidades que necesito cubrir para VIVIR.
En la situación transaccional hay que tener también en cuenta las necesidades AJENAS ACTUALES del entorno en el que vivimos en relación.
Si las relaciones iniciales, en tiempos pasados en que dependíamos de forma absoluta de otras personas significativas (relaciones simbióticas), no se han resuelto de forma adecuada, puede ocurrir que:
- nuestras necesidades arcaicas no fueran adecuadamente satisfechas y/o
- las necesidades de los otros los hagamos propios como la mejor manera de sobrevivir.
Entonces, los deseos relacionados con esas necesidades se experimentan con frecuencia con una gran intensidad, unidos a los sentires asociados. Para el Niño (adaptado a esa situación arcaica) recién estimulado, cubrir esas necesidades adquiere un carácter de vida o muerte y pondrá en marcha todos los mecanismos de supervivencia decididos o adquiridos en la infancia en situaciones que se evocan como similares.
Las NECESIDADES ARCÁICAS INSATISFECHAS y la NECESIDADES APRENDIDAS están en la base de los RACKETS y los JUEGOS O ESTRATAGEMAS PSICOLÓGICAS.
SALUD Y SUPERVIVENCIA
Una cuestión esencial para el modelo de salud que aquí estoy proponiendo es, por tanto, esta distinción entre deseo y necesidad y entre los distintos tipos de necesidades.
Las necesidades tienen que ver con la salud y la existencia misma. Un deseo está relacionado con la calidad de vida, no con la existencia. Por ejemplo, no es lo mismo: NECESITO ALIMENTO que QUIERO COMER TARTA DE MANZANA.
Cuando una persona confunde un deseo con una necesidad se complica la vida y dificulta la satisfacción de sus necesidades. De la misma manera ignorar que detrás de un deseo hay una necesidad, minimiza la importancia de los deseos y menoscaba la calidad de vida y el desarrollo personal.
En muchas ocasiones descuidamos nuestras necesidades actuales en aras de conseguir satisfacer nuestras NECESIDADES ARCAICAS INSATISFECHAS o nuestras NECESIDADES APRENDIDAS. Cuando una persona juega, extorsiona caricias, o estructura su tiempo de cualquier manera improductiva o destructiva, es importante considerar que, dentro de su marco de referencia, está haciendo lo que le resulta más seguro o asequible para cubrir sus necesidades ARCAICAS o APRENDIDAS. En otras palabras está SOBREVIVIENDO.
Cada ser humano pues, utiliza sus propios mecanismos para satisfacer sus necesidades y cumplir los deseos. Algunas de ellas, podríamos decir que son más saludables en cuanto a que las secuelas de la acción de satisfacerlas son mínimas para el bienestar y el desarrollo personal. Otras son menos saludables en el sentido de que la acción de satisfacerlas produce secuelas mayores en el desarrollo personal. En este caso, en cierto sentido, se satisfacen las necesidades más urgentes o los deseos más específicos, pero el precio que se paga es mayor en insatisfacción de otras necesidades y en un estancamiento en el proceso de desarrollo.
Aunque no nos guste la forma como cubrimos las propias necesidades, lo importante es hacerlo. Todos podemos encontrar nuevos modos de satisfacer las necesidades de modo más satisfactorio para nosotros, de modo que haya una mayor coherencia y armonía interna y una relación ecológica con nuestro entorno incluido nuestro entorno social.
A veces hay incongruencia entre los distintos estados del yo y otros problemas estructurales y funcionales que dificultan la adecuada satisfacción de las necesidades. Por otra parte también hay una interacción entre los distintos niveles del ser humano y a veces hay conflictos de urgencias entre las distintas necesidades.
VIVIR NO ES SOBREVIVIR. La salud y el crecimiento tienen relación con la satisfacción de nuestras NECESIDADES ACTUALES y los deseos a ellas asociados aquí y ahora de la manera más adecuada posible y también, resolver los problemas y conflictos internos y externos que dificultan esa satisfacción adecuada.

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El autor

Jesús Cuadra Pérez

Psicólogo. Analista Transaccional Miembro Didáctico y Supervisor en el área clínica de la ITAA-EATA. Diplomado en Psicoterapia Integrativa IIPA. Profesor del Instituto Galene. Director del “Gabinete de Análisis Transaccional”. Zaragoza.

Una sociedad utilitarista

Una sociedad utilitarista
Según la RAE existen dos definiciones para el término Utilitarismo, pero la principal es:"Doctrina filosófica moderna que considera la utilidad como principio de la moral". Utilidad como principio de la moral, pero...¿Qué es eso de utilidad? Sin necesidad de consultar un diccionario otra vez, podemos definirla simple y sencillamente como la capacidad de algo para satisfacer las necesidades humanas. Entonces fácilmente podemos decir que el utilitarismo se basa en la satisfacción de las necesidades humanas como principio de la moral. Nótese el plural, ya que, en esencia, esto es lo que le diferencia del hedonismo, doctrina de la cual bebe bastante.

Esta doctrina moral, propone una ética cuyos parámetros para distinguir el bien del mal son el placer y el dolor. Sin embargo, no se trata del placer o dolor individual, sino colectivo: Es bueno lo que produzca mayor beneficio (lo que es más útil) para el mayor número de personas. Esto le otorga un carácter menos subjetivo, o al menos menos individualista, que al hedonismo, ya que la valoración de si un acto es bueno o malo no recae únicamente en una persona, sino en un gran número de ellas, lo cual también le otorga un carácter democrático.

Y es que es imposible hablar en profundidad acerca del utilitarismo sin entrar a valorar factores económicos o políticos, ya que se encuentra profundamente ligado a ambas cosas. Concretamente, el utilitarismo se encuentra estrictamente ligado a aquello que hoy en día conocemos como
democracia (en casi todas sus formas) y también a aquello que conocemos como liberalismo económico. Curiosamente, ambos términos nos suenan muy familiares porque se encuentran muy presentes en la sociedad occidental de hoy en día, y por ende, en nuestra misma sociedad.

¿Significa esto que vivimos en una sociedad donde el utilitarismo se encuentra profundamente arraigado? Probablemente sí. La mayoría de personas probablemente jamás ha escuchado el término, y si lo han hecho no se acuerdan, pero aún así tienen muchas ideas relacionadas a dicha corriente de pensamiento.Gran parte de la población en general ve con buenos ojos tanto la democracia como el "libre mercado", y fácilmente pueden pensar que todo beneficio puede ser cuantificado. Una forma simple de ejemplificar esto es la siguiente: Si a un gran número de personas les planteamos una situación hipótetica en que hay dos grandes grupos de personas, donde uno es de 50 personas y otro de 25, y les decimos que se acerca una catástrofe y debido a lo complicado de la situación sólo es posible salvar a uno de los dos grupos y todas las personas que no sean salvadas morirán; la mayoría de personas (sino todos) escogerán salvar al grupo de 50 personas porque consideran que salvando 25 vidas más que en el otro grupo se obtiene un beneficio mayor.

Así, es fácil concluir que vivimos en una sociedad regida en gran manera por el utilitarismo. Tal vez la mayoría de las personas no se identifique abiertamente con dicha forma de pensar, pero han adoptado varias de sus ideas. Probablemente esto no sea notorio en cuanto a acciones puntuales o individuales, pero es fácil ver como esta ideología ha calado en la población general cuando se valoran acciones o decisiones que involucran a un gran número de personas. Así, si un grupo de personas discute acerca de si es buena o no la infidelidad a la pareja veremos una gran disparidad de opiniones; pero si ese mismo grupo discute acerca de alguna reforma a una ley que se pretende aprobar en la Asamblea Legislativa, la mayoría estarán de acuerdo en que la mejor opción es aquella que beneficie a un mayor número de personas.
Pero, ¿Es esta doctrina filosófica la mejor para una sociedad tan compleja como en la que vivimos?, ¿Realmente su uso tan extendido  nos asegura más beneficio del dolor que produce?, ¿Y qué hay de las minorías, acaso no tienen derecho a que sus necesidades también sean satisfechas?...

LA ÉTICA UTILITARISTA de John Stuart Mill

LA ÉTICA UTILITARISTA de John Stuart Mill (Londres 1806- Avignon 1873).(por Simón Royo Hernández. Madrid, junio de 2000)
 
Su educación hasta la adolescencia estuvo a cargo de su padre, James Mill, quien le sometió a un rígido programa de estudio, ya que pensaba que todo lo que pudiera ser un hombre se debía a la educación. Se pasaban el día en el despacho paterno, el niño estudiando a su lado y con la licencia de preguntar cuantas cosas no comprendiese. John Stuart nos cuenta en su Autobiografía como se desarrolló su educación primaria y secundaria, bajo la supervisión y la dirección paterna: empezó a estudiar griego a los tres años “aprendiéndome de memoria lo que mi padre llamaba vocablos, que eran una lista de palabras griegas con su significado en inglés y las cuales él me escribía en tarjetas”. El estudio del latín no lo comenzó hasta los siete años, edad a la que leyó seis diálogos de Platón, aunque afirma que no comprendió bien el Teeteto; al mismo tiempo, aprendía aritmética y una gran cantidad de historia. Pocas veces se le consentía la lectura de libros de entretenimiento, como Robinson Crusoe, del que dice que le deleitó toda la infancia. Después de los ocho años John no solo tenía que aprender sino que enseñar también a sus hermanos menores. En esa época se dedicaba ya a la lectura de la Ilíada y la Odisea, de tragedias de Esquilo, Sófocles y Eurípides, de los mejores autores latinos, de una gran cantidad de historia y del estudio minucioso del gobierno romano. Antes de los doce años llegó a dominar el algebra, la geometría, el cálculo diferencial y algunas otras ramas de las matemáticas superiores. Su mayor entretenimiento por entonces era leer libros donde se relataban ejercicios de ciencia experimental. A los doce años comenzó a estudiar lógica. Leyó todo lo que Aristóteles había escrito sobre el tema, a varios escolásticos y a Hobbes. Todo ello con un único profesor, su padre, y en contacto con los eminentes amigos de éste, como era J.Bentham. En las horas de descanso paseaba con su padre y discutían. Al cumplir los catorce años se juzgó que el muchacho había llegado al momento de ver algo del mundo y se le envió al extranjero durante un año. A su regreso comenzaría sus estudios fuera de casa.
 
John Stuart Mill cursó estudios superiores, científicos en Francia y jurídicos en Inglaterra. Durante tres años (1865-68) fue miembro de la Cámara de los Comunes de Inglaterra, desde donde apoyó, entre otras cosas, la inclusión de las mujeres en el derecho al voto (el sufragismo femenino), escribiendo además un libro titulado: Sobre la esclavitud de las mujeres (1869), todo lo cual le ha hecho ganar un lugar de honor dentro del feminismo moderno. Representante filosófico-científico del empirismo inglés y del liberalismo político, escribió libros científicos, filosóficos y de economía que fueron decisivos en la evolución y desarrollo de todas esas disciplinas[i]. Expuso su teoría ética por primera vez en su libro Sistema de la Lógica (1834) cuyo libro VI, capítulo XII y último, se  titulaba Sobre la lógica de la práctica o del arte, incluyendo la moralidad y la prudencia, teoría desarrollada en su libro El utilitarismo, que sería publicado en 1863, antes de emprender su actividad política, que quedaría subordinada a los principios éticos expuestos en dicha obra. Como precedentes en el utilitarismo tuvo a su padre, James Mill y al también jurista, filósofo y político Jeremy Bentham[ii], de quien pronto superaría la estrecha concepción del liberalismo-mercantilista en la actualidad vigente como neoliberalismo, orientándose hacia un liberalismo-emancipatorio cercano al socialismo. Su intención como pensador, político y escritor era la de reformar el mundo y hacer mejor la Humanidad, en la línea progresista abierta por el positivismo de Augusto Comte.
 
En la ética sostuvo el criterio utilitarista de buscar el máximo bienestar del mayor número de individuos, la felicidad general (General Happiness) como criterio y fin de la moralidad, apelando al sentido común de los seres humanos para ser tenido como principio y guía de la acción. Esta doctrina ética sostiene que la felicidad de los individuos, de cada uno, depende de la de los demás. En la medida en que logro la felicidad de los demás consigo también la propia, de manera que para un individuo resulta útil lograr la felicidad del conjunto en el que se encuentra inmerso. Buscar lo útil consiste en ser práctico, valorar las cosas de manera distinta según el uso que se haga de ellas. Un cuchillo en sí mismo no es ni bueno ni malo, resultará bueno si le sirve al conjunto de los individuos para cortar pan o tallar madera y malo si lo utilizan para matarse. Por tanto, lo malo es lo inútil para conseguir la felicidad y lo bueno es lo útil para lograrla. No es correcto decir que un cuchillo puede ser útil para matar, ya que el utilitarista, reserva el calificativo de útil, tan sólo para aquello que, manejado de determinada manera, proporciona bienestar al mayor número.
 
El utilitarismo obliga a repetir constantemente los juicios éticos, que seran relativos al uso que se haga de las cosas, es decir, a las prácticas o conductas que se desarrollen con ellas. La religión o la energía atómica no son ni buenas ni malas, no puede establecerse para siempre la bondad o maldad de algo, sino que depende, en cada caso, de los resultados prácticos. Resultará, las más de las veces, que el utilitaristas calificará a las cosas, vinculadas siempre a conductas, de buenas si resultan beneficiosas y malas si resultan perjudiciales; resultando algunas de ellas buenas y malas a un mismo tiempo, al depender de la utilización que se haga de ellas. Así, la energía atómica es buena (útil, benéfica) en la medida en que proporciona iluminación a las grandes ciudades y mala (perjudicial) en la medida en que permite fabricar bómbas atómicas o desechar residuos radiactivos al mar. Esta consideración ética perdura en nuestros días con el nombre de pragmatismo el cual se caracteriza por hacer depender el juicio ético de los resultados prácticos y así medir la conducta bajo el criterio de su eficacia social.
 
Lo útil, lo bueno y lo placentero se identifican, estando el utilitarismo emparentado con el hedonismo antiguo, pero mientras que el hedonismo clásico busca el placer individual el utilitarismo persigue el bienestar colectivo, bajo la idea de que del bienestar colectivo es del que se puede derivar el individual. El utilitarista piensa que el individuo es fundamentalmente egoísta, pero intenta hacerle ver que la mejor dirección que puede tomar su búsqueda de lo que le es útil para alcanzar la felicidad, individualmente, pasa por alcanzar el bienestar de los que le rodean; supeditando el bienestar individual al logro del bienestar colectivo. Lo útil para el hombre, como ser social, es la mejora de la Sociedad. De ahí que la mejora de la Sociedad sea el camino que debe emprender quien sea egoísta y busque lo que le resulta más útil y placentero, es decir, lo que le pueda aportar la felicidad. La tesis de fondo es que yo no puedo ser realmente feliz si no lo son también todos los que me rodean. De todas formas, como lo bueno o malo no dependen de los motivos de la acción, sino de sus consecuencias, poco importa para los utilitaristas que se obre por egoísmo o altruísmo, siempre que el resultado sea socialmente beneficioso para la mayoría. Hay que distinguir entre lo que se desea y lo deseable, se desean muchas cosas que reportan dolor o más dolor que placer, todo lo cual quedaría fuera del ámbito de lo que Mill considera como esfera de lo deseable. En Mill la visión social no es un atomismo de los individuos sino un organicismo, si el hombre es un ser social para ser feliz tiene que lograr la felicidad de la Sociedad, porque mi brazo no puede ser feliz independientemente de la infelicidad de mis manos o del resto de mi organismo, ni una celula social con independencia de la Sociedad.
 
Para los utilitaristas el Todo es mayor que la suma de las partes, el resultado de las relaciones sociales, que forman la Sociedad, hacen de ésta algo superior y distinto a los elementos simples que la constituyen. De ahí que un elemento simple no podrá lograr sus propósitos con independencia del Todo y si sus propósitos son alcanzar la felicidad a través de lo útil, habrá de perseguir lo útil social como aquello de lo que puede derivarse su placer individual. Ningún otro sentido encuentra el utilitarismo a la vida en Sociedad que el relativo al beneficio que de ella pueda derivarse para todos sus integrantes. Considera que ese es el motivo por el cual los hombres comenzaron a convivir, la utilidad común, y que esa es la finalidad de este tipo de vida, sin la cual no tendría sentido mantenerla.
 
Según los utilitaristas no hay leyes eternas e inmutables, el mundo cambia y las leyes deben cambiar también para colaborar en promover la utilidad individual y colectiva. Los derechos derivan del mismo principio de la primacía de la Sociedad: los derechos de los individuos tienen que ser aquellos que contribuyan a la utilidad social.
 
Las ideas utilitaristas han sido malinterpretadas por el neoliberalismo que considera que del egoísmo particular se derivará el bienestar colectivo, porque se han olvidado de que sólo del egoísmo particular orientado hacia el bienestar general y sancionado por los resultados socialmente benéficos de sus acciones en la práctica, puede derivarse el bienestar colectivo que postula el utilitarismo.
 
Respecto a la religión en Mill pueden encontrarse a la vez un cierto deísmo positivista e ilustrado y también un cierto agnosticismo. Frente al dogmatismo de las verdades reveladas ofrece Mill una serie de inferencias acerca de lo deseable, una ética, obtenida mediante la introspección y la observación de hechos relativos a la conducta humana. Así, la ética utilitarista puede decirse que engloba a la religión de la humanidad cuyos principios de sentido común plantea.
 
De acuerdo con S.Mill, la razón está inextricablemente unida con el deseo, de manera que la razón sólo se justifica cuando los deseos coinciden con los preceptos. El deseo de ser feliz por encima de todos los demás deseos (eudemonismo) se presenta en todo ser humano, en coherencia con el deseo mayor surge la máxima racional del máximo bienestar para la mayoría. ¿Por qué para la mayoría? Ya dijimos que debido a que el hombre además de ser un ser racional y deseante, es un ser social. Razón, Deseo y Sociedad, han de encontrar su equlibrio para que pueda darse la Felicidad. El debe de Mill está ligado al es del hombre. La ética es el arte de vivir y de convivir conjuntamente. Mill rescata de la subjetividad relativista el mundo de los sentimientos, pasiones o deseos al ensartarlos dentro de un entrelazamiento con lo razonable del que se derive la felicidad. Buscar el hedonismo universal es lo mejor que puede hacer un ser dotado de racionalidad, sociabilidad y capacidad de desear, si quiere procurarse la felicidad profunda y duradera, más allá de la mera satisfacción momentánea de deseos particulares y superficiales; pues la felicidad sólo será duradera en un mundo donde sea mayoritaria. Los lemas de la Ilustración francesa resuenan contínuamente en la ética de Mill, libertad, igualdad y fraternidad, ninguno de esos conceptos sociales puede realizarse en solitario. Tanto la Ciencia como la Justicia adquieren sentido en la búsqueda de la felicidad general, no serían consideradas como algo imprescindible para la humanidad sin esa finalidad, sin esa respuesta a la pregunta ¿para qué?. La dignidad de las acciones humanas reside en su objetivo último, gozar, disfrutar de la vida, amar, ser libre...
 
En sus Consideraciones sobre el gobierno representativo Mill nos explicará la no utilidad del dictador benévolo, dispuesto a promover la felicidad de la mayoría, porque su cometido sería inalcanzable. No puede un hombre lograr la felicidad de los demás ya que la Felicidad es una conquista humana que requiere el concurso de, al menos, una mayoría de la humanidad; siendo asimismo un fruto del desarrollo de las capacidades de autogobierno y de participación en la vida pública. La Sociedad es tanto más feliz cuanto mayor es el número de individuos involucrados en el gobierno de sí mismos y orientados hacia el bienestar general, cuanto mayor es el número de sujetos activos que despliegan y desarrollan sus capacidades aportándose satisfacciones mútuamente, y viceversa, el hombre individdual será tanto más feliz cuanto mayor bienestar haya en la sociedad en la que vive. Huelga decir que el bienestar del utilitarismo stuartmilleano no se identifica con la cortedad de miras del neoliberalismo actual, que entiende por tal exclusivamente el bienestar material, considerando que los esclavos lobotomizados que produzcan en abundancia serán felices por el mero hecho de estar rodeados de riquezas.
 
La defensa de la libertad individual resulta indispensable para lograr una sociedad libre, no la supuesta ventaja personal o salvación individual. La libertad no entra aquí en contradicción con la solidaridad compartida, también el grado de la individual depende de la general y viceversa, equilibrándose y limitándose ambas. Los individuos al defender su libertad individual, cosa que no pueden hacer sin defender también la de los demás, participan en la creación de la libertad colectiva. Este utilitarismo es una doctrina intervencionista, no concibe la libertad exclusivamente de manera individual, atomística, autista, sino de forma organicista. El hombre sin medios, sin cultura, sin sanidad, nunca podrá ser libre y feliz, estará abocado a la infelicidad, incapacitado, imposibilitado, esclavizado, el bien social quedará en entredicho por el mero hecho de que se consienta su desgracia y los demás no podrán sentir verdadero goce mientras subsista la miserable condición de un semejante, que repercutirá en el malestar social y será finalmente experimentada como malestar propio. Rodeado de la peste, la pobreza, la violencia, la superstición y la intolerancia, del malestar de la mayoría, el príncipe de la Edad Media sólo podía ser falsamente feliz, tanto más falsamente feliz cuanto mayor fuese su inhumanidad, su ceguera, su embrutecimienton y su ignorancia.
 
La suerte de los otros no puede sernos indiferente, es más, en ella nos jugamos también la nuestra. Aquél que sólo piensa en su felicidad individual tira piedras contra su propio tejado, porque al obstaculizar o no promocionar la felicidad general limita y pervierte su felicidad particular. La obra de John Stuart Mill denuncia que la libertad individualista es un fraude no sólo a la comunidad, sino un fraude que comete también hacia sí mismo el propio individuo, que se condena al aislamiento y la incomunicación, condenando a la sociedad a la violencia.
 
La ética de Mill depende, desde luego, de su concepción antimaniquea de la naturaleza humana y de sus ideas respecto al tipo de relaciones que producen bienestar entre los hombres. Si tiene algún fallo quizá sea el de situarse tan sólo frente a lo mejor que hay en el ser humano, hablar de ello y de la forma de potenciarlo, omitiendo los rincones más oscuros de la naturaleza humana, su ansia de esclavitud, de infelicidad, su capacidad de degradación y de procurar violencia y daño a los demás, su egoísmo, pero es que para el filósofo del que hablamos eso no es un Hombre, con mayúsculas, sino un ser racional degradado y vejado hasta situaciones infrahumanas. Desde luego, la ética de Mill es optimista antropológicamente, piensa, como Rousseau, que el hombre es por naturaleza bueno, libre y social, que esas son las características fundamentales e inalienables que le caracterizan como ser humano, pudiendo degenerar estas capacidades humanas, degradándose hasta sus opuestas, o desarrollarse sin límite. Quienes piensan que la naturaleza humana es monstruosa y el homicidio, el incesto y el canibalismo son sus instintos básicos, como Freud, terminan desarrollando una ética de la represión en lugar de una ética del desarrollo vital. Quizá la naturaleza humana no sea tan monstruosa como la concibe Freud ni tan amable a como la concibe Rousseau y halla que ser más sutil y menos unilateral a la hora de calificar moralmente a la Naturaleza y a la Cultura. Desde una postura constructivista habría que corregir a todas estas posturas, el hombre nace como tabula rasa y se hace a sí mismo, dentro del  amplísimo márgen de maniobra que permite su constitución fisiológica, la naturaleza no es nada acabado, ni la cultura, sino que van siendo lo que nosotros construimos en cada momento. Hay un cierto constructivismo ya en el hedonismo de la antiguedad, como cuando Epicuro decía a Meneceo: Hay que rememorar que el porvenir ni es nuestro ni totalmente no nuestro para que no aguardemos que lo sea totalmente ni desesperemos de que totalmente no lo sea”. Un cierto constructivismo que puede percibirse también en Stuart Mill: Las ideas que tengamos acerca del hombre y la cultura incidirán en la constitución y transformación constantes de eso que es el ser humano y eso que es la sociedad o la cultura.
 
Sobre las relaciones genéticas entre el utilitarismo de S.Mill y el neoliberalismo es necesario matizar: “La crítica del utilitarismo... debe hacerse hoy, no pensando en su formulación histórico-filosófica sino fieles a su norma, por sus consecuencias, por sus frutos, que hoy tenemos a la vista en la concepción de la vida, en el ideal individual y colectivo de la llamada sociedad del bienestar. Es evidente que la promoción del bienestar, la elevación del nivel de vida de todos, la satisfacción completa de sus necesidades, etc, constituyen el fin primario de toda ética razonable. Pero el fin último prescrito por una ética, por muy intramundana que sea, ¿puede consistir en que cada ciudadano posea en propiedad, aunque adquiridos a plazos, una casa, un automóvil, un aparato de televisión, varios de radio, un frigorífico, una lavadora de ropa, otra de platos, etc; y junto a esto todos los derechos de seguridad social, accidentes, jubilación, vida y todas las pólizas de seguros imaginables?... Si los sobrios utilitaristas J.Bentham y J.S.Mill levantasen la cabeza y viesen en qué ha desembocado la prolongación práctica del utilitarismo, es seguro que denunciarían nuestra sociedad, con razón, como materialista... Si todos ellos, empeñados en la lucha política para la implantación de una auténtica democracia, viesen cómo nuestros contemporáneos, con tal de que se les garantice una confortable vida, aceptan de buen grado la total privación de su existencia, y se someten a cualquier dictadura, mejor o peor disfrazada de tecnocracia, es seguro que considerarían completamente traicionado su utilitarismo. Sin embargo, la actual moral vivida del bienestar como único bien intrínseco tiene derecho a considerarse heredera de la doctrina de aquellos austeros utilitaristas...”. (José Luis López Aranguren: Lo que sabemos de moral).
 
 


[i]  Otras obras importantes de J.S.Mill: Sobre la libertad (1859); Consideraciones sobre el gobierno representativo (1861); Comte y el positivismo (1865); La utilidad de la religión (1874). Y, sus Principios de economía-política (1848), donde por influencia de los sainsimonianos descubrió el muy limitado y pasajero valor de la vieja economía que acepta como hechos inevitables la propiedad privada y la herencia y la libertad de producción y cambio como el dernier mot de la mejora social; llegando a la conclusión de que la sustitución de la propiedad privada por la propiedad en común habría de ser algo que la experiencia tendría que decidir, pero dejando claro que, en cualquiera de las dos fórmulas, se tenía que llegar a garantizar fuese el sistema que fuese “la completa participación de todos los miembros de la sociedad en las ganancias que del mismo se deriven” (FCE, México 1978, p.206). Idea reafirmada en su obra póstuma Capítulos sobre el socialismo (1879), cuyo capítulo V se titulaba: La idea de propiedad privada no fija, sino variable. Al final de su vida Stuart Mill estuvo cada vez más cerca del llamado socialismo utópico. Ahora bien, comparado con su padre y con Bentham, con los economistas clásicos y con los modernos defensores del capitalismo S.Mill era un socialista, pero comparado con los socialistas contemporáneos suyos, esto es, con los marxistas clásicos, era un capitalista moderado; aunque él mismo terminó autocalificándose como socialista cualificado. Ya en su Autobiografía (1873) se pronunció con claridad en este punto, al referirse a los ideales que mantenían él y su esposa, Harriet Taylor, “Nuestro ideal del definitivo progreso iba mucho más allá de la democracia y nos clasificaba decididamente bajo la denominación general de socialistas... Considerábamos que el problema social del futuro sería como unir la mayor libertad de acción con la propiedad común de todas las materias primas del globo, y una igual participación en todos los beneficios producidos por el trabajo conjunto” (Alianza, Madrid 1986, pág.221- 222).
[ii] Aunque en capítulo primero de El utilitarismo, dira Stuart Mill que fue Sócrates el verdadero fundador de la Teoría del utilitarismo hace más de dos mil años, en su combate dialéctico contra el sofista Protágoras (Cfr. Platón Protágoras 351c-360a, y también,  Menón 87d-e ss).