CRISIS FINANCIERAS INTERNACIONALES Y MERCADOS EMERGENTES
Rodolfo López Nahuel Oddone (CV) Carolina Von Oertel
nahueloddone@speedy.com.ar
Este texto fue presentado originalmente en las VI JORNADAS DE
HISTORIA DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES 4, 5 y 6 de octubre de 2001
Santiago, Chile
Introducción
En la última década del siglo XX, se han producido serias crisis
financieras en los denominados países emergentes, que han repercutido en todo
el sistema financiero internacional. En muchos casos, las prósperas
economías no padecían de mayores desequilibrios macroeconómicos, y venían de
varios años con un alto crecimiento de su Producto Bruto Interno, pero
la volatilidad de los capitales financieros especulativos, “ruidos” políticos
internos y rumores sobre la capacidad de pago de los compromisos contraídos,
desencadenaron una salida masiva de éstos capitales, que provocaron severas
crisis en las economías de los países afectados, lo que llevó a que el Fondo
Monetario Internacional (FMI) y varios países desarrollados, tuvieran que salir
al rescate de las economías en crisis. Esta ayuda financiera tiene
varios nombres, para algunos se denomina ayuda económica, para otros es un
“blindaje”, pero más allá de los términos que se utilizan, lo concreto es que
el FMI como prestamista de última instancia, condicionó la ayuda financiera, a
cambio de que los estados se comprometieran a realizar cambios estructurales
hacia el interior de sus economías.
Ampliando el debate, lo importante es que, como en los años ’30, el capitalismo
esta entrando en un período de retroceso. Esto condice con lo sostenido por el
economista ruso Kondratiev y sus ciclos de crecimiento de entre 50 y 60 años.
Más aún, si traspolamos lo sostenido por Kondratiev a fines de los años ’20,
vemos claramente que estamos 60 años después en la misma situación. Podríamos
afirmar que el capitalismo mundial está entrando en una fase descendiente de la
cual no estamos seguros si será la última, pero la recesión como es lógico se
hace presente; sabiendo que todo declinación implica en si misma un cambio se
intentará analizar si se está o no en una fase de tipo descendente.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
López, Oddone y von Oertel: "Crisis financieras
internacionales y mercados emergentes" en Contribuciones a la Economía,
noviembre 2003 en http://www.eumed.net/ce/
Siempre antes de la consolidación de un nuevo fenómeno se da la crisis
del proceso anterior, que contiene la esencia de lo nuevo. Por tanto, la
ecuación crisis-igual-cambio, guiará la construcción de este trabajo,
utilizando para ello la lógica de Ricardo Ffrench-Davis[1], al sostener que las
crisis son generalmente el resultado de bonanzas mal manejadas, que implican la
necesidad de una mejor gestión en épocas de crecimiento de la economía mundial.
Otro destacado economista que sostiene la idea de “una vuelta a la
economía de la gran depresión”, es el norteamericano Paul Krugman. Desde esta
lógica se plantea que la clase de problemas que caracterizaron una buena parte de
la economía mundial en los años ’30 han hecho una reaparición sensacional. El
riesgo de repetir la historia económica de los años ’30 estaría reflejado en la
amenaza constante de recesión de la economía de EEUU, principalmente en la
crisis de los países asiáticos y su impacto en el mercado financiero
internacional, en el carácter volátil del mercado de capitales y en la falta de
una institución financiera internacional que regule, en tiempos de bonanza
económica y ayude a prevenir las crisis, entre otros.
En épocas de liberalismo económico, como la actual, la apertura de
cuenta de capitales[2] puede traer importantes beneficios para la economía
global, ya que permite una movilización más fluída de fondos desde los países
con abundancia de capitales (como los centrales, en términos presbiscianos)
hacia aquellos que presentan escasez (como los periféricos). Esto lo que hace
es mejorar la asignación de recursos dentro del sistema mundial, elevar la
productividad y permitir la vigencia del sistema capitalista. Dicha vigencia se
ve a veces amenazada por interrupciones abruptas en el flujo corriente de
capitales hacia los países emergentes; en otras palabras se produce lo que se
conoce con el nombre de “crisis financieras”.
Como sostiene Ffrench-Davis, las finanzas han estado en el centro de las
crisis económicas de alcance internacional. La dimensión financiera jugó un
papel central en la crisis de los años ’30 y en la crisis de la deuda de los
países en desarrollo de los años ’80. En la década del ‘90 la crisis le ha
correspondido a los países asiáticos, más específicamente a los cinco países
cuya expansión de las exportaciones se haya entre las diez más dinámicas del
mundo: Tailandia, Filipinas, Malasia, Indonesia y Corea del Sur.
En síntesis, la crisis asiática se ha sumado, en los años noventa,
al efecto tequila de 1994-1995 y a la crisis del sistema monetario europeo de
1992-1993 y, por supuesto, en la década anterior, a la crisis de la deuda
latinoamericana. La inestabilidad que caracteriza las corrientes internacionales
de capital y que se ha manifestado de esta manera en las últimas décadas es
inherente a su funcionamiento, como lo atestigua la historia económica y la ya
extensa literatura sobre fallas de mercado asociadas a problemas de
información. Como resultado, el mercado ha experimentado una sucesión de
oleadas de expansión excesivas y pánicos financieros, indicando que tiende a
crecer, primero, y a contraerse, después, más de lo que recomiendan los
factores fundamentales de las economías. En la coyuntura actual, se ha hecho
notorio otro fenómeno: el de las insuficiencias en la coordinación
macroeconómica entre las naciones más influyentes en los mercados y la ausencia
de instituciones internacionales apropiadas para manejar un mercado financiero
sofisticado pero inestable.
La cuestión clave para la globalización financiera, se resume en lo que
Benjamin J. Cohen ha llamado, “The Unholy Trinity” (“la trinidad profana”): la
intrínseca incompatibilidad entre la estabilidad del tipo de cambio, la
movilidad de capitales y la autonomía de las políticas nacionales[3]. La
integración de los mercados financieros facilita la opción de la fuga de
capitales, imponiéndole un rígido trade-off al gobierno. La autonomía de la
política nacional se preserva sólo si se abandona un cierto grado de
credibilidad del tipo de cambio, con todos los riesgos concomitantes de
volatilidad. Se puede mantener un objetivo independiente del tipo de cambio
sólo si se conserva confianza de los inversores internacionales, al costo de un
menor control sobre el desempeño económico doméstico[4]. Esta es la realidad.
Estas son las opciones. Ahora pasaremos a analizarlas.
El trabajo consiste en una investigación sobre el período de
crisis financiera por el que estamos atravesando, y cómo se han visto afectada
las diferentes zonas de “países emergentes”[5]. Tratamos de analizar por qué
estas crisis generaron la necesidad de “salvar determinadas economías”,
“blindarlas” si se quiere.
De la crisis como forma de vida en la sociedad
humana actual
No se puede analizar la crisis financiera internacional sin tener en
cuenta ciertos elementos: Primero, es una crisis financiera
internacional. Segundo, las crisis financieras se han convertido en
estructurales. Se podría sostener, si se quiere, también, que la inestabilidad
es un factor estructural del sistema capitalista actual.
Los mercados son de por sí inestables[6]; o bien los hombres no dejamos que
funcione correctamente en su distribución la mano invisible de Adam Smith. Pero
quien puede dudar que el grado de inestabilidad en el mercado financiero es
mayor. Nos referimos específicamente a la franja de países emergentes. Pero
tampoco, a veces las grandes potencias pueden con él. Soros nos dice que a los
mercados les molesta cualquier tipo de injerencia gubernamental pero mantienen
una profunda creencia en que si la situación se pone realmente crítica las
autoridades intervendrán.
El capitalismo financiero, por otro lado surgido junto al comercial,
también tenía dimensión internacional, pero nosotros nos preguntamos por qué
ese capitalismo hoy es más inestable.
Teniendo en cuenta que la mundialización del comercio pareciera ser la
forma más avanzada de la internalización del capital, es la movilidad del
capital financiero la que ha alcanzado un mayor y un más amplio desarrollo,
bajo la forma de Inversión Extranjera Directa (IED) y recientemente, a través
de la negociación de mayores liberalizaciones, a través del Acuerdo
Multilateral de Inversiones (AMI).[7] El último eslabón de la internalización
del capital financiero -y el más reciente- ha sido la interconexión entre las
distintas bolsas de valores, con su respectiva apertura a la inversión internacional,
tanto de países desarrollados como de economías en desarrollo[8].
Quizás la característica que más ha favorecido la globalización del
capital financiero ha sido el proceso de desregulación del sector, que se ha
profundizado de manera extraordinaria durante las últimas décadas, cuyo más
reciente paso, de carácter multilateral, que han asumido los gobiernos, es la
negociación del AMI. Sin embargo, este proceso de desregulación financiera “es
sólo un emergente de un proceso histórico que incluye tres hitos fundamentales:
la crisis del sistema monetario y financiero internacional basado en el patrón
oro-dólar, su forma de salida a través de un sistema de cambio flotante regido
en última instancia por acuerdos entre los países desarrollados, y un incremento
formidable de la liquidez internacional, que instituyó una economía de
endeudamiento con una enorme elasticidad de la oferta de fondos prestables[9].
La especulación y la transformación de la economía financiera en una “
burbuja”, que se explica por las diferencias entre el volumen de las
operaciones financieras y la masa real de divisas que participa efectivamente
de esas transacciones, ha generado una inestabilidad financiera de carácter
global, de la cual no han podido escapar ni las grandes economías como las del
este-sudeste asiático, pero que se ha transformado en un grave riesgo para las
economías más débiles, como quedó evidenciado en las crisis recientes de México
y Brasil.
El predominio alcanzado por el capital financiero sobre el capital
productivo, y la especulación contra las monedas y Bolsas, ha permitido
sostener ciertas visiones fundamentalistas de la globalización, aunque ha sido
la coincidencia y la funcionalidad de la expansión y el desarrollo de las
tecnologías de la información y las comunicaciones las que han brindado la base
material para que ello ocurriera[10].
Estamos adaptados al Capitalismo comercial e industrial y no al
financiero. O la cuestión se debe básicamente al grado de estabilidad o no que
proporciona cada uno. Quizá esa inestabilidad se debe a que según algunos
autores lo único que está verdaderamente globalizado es el capitalismo
financiero. Varios analistas sostienen que estamos en una etapa de
Globalización financiera, en realidad lo único que está verdaderamente
globalizado son las finanzas.
Como sostiene Bernal-Meza, puede concluirse que en el proceso de
globalización/mundialización de la economía ha sido el capital financiero el
segmento que pareciera ya haberse impuesto sobre el capital productivo. Los agentes
principales de este triunfo han sido las corporaciones multinacionales (fuente
sustancial de IED) y la banca internacional.
Sin duda hay una línea de trasfondo, un proceso histórico que permitió
la adaptación del género humano a esos tipos de capitalismo, tal el comercial
cuanto el industrial. Aún no estamos acostumbrados a la inestabilidad del
capitalismo financiero. Quizá sea intrínsecamente funcional a éste. Quizá en la
propia naturaleza del capital financiero está la inestabilidad. Comerciamos,
por la no existencia del trabajo social, y porque en algún momento se tiene que
dar la distribución de esa producción. Nos industrializamos, porque fue
necesario aumentar el nivel de productividad del género humano[11]. ¿Y el
capitalismo financiero?. Aún no tenemos la respuesta. ¿Ayudará a aumentar
nuestra productividad? ¿Ayudará al comercio para una mejor distribución?. Lo
cierto es que como muy bien sostiene Julio Sevares[12], la consecuencia es la
de un estado de crisis permanentes. Debemos reconocer que quizá los “otros
capitalismos” también hayan causado en un primer momento esa concepción de
crisis permanente. Sin duda creemos, que el mismo proceso de adaptación es lo
que produce la percepción de crisis. La cuestión a determinar está en si los
otros capitalismos son inestables por naturaleza o no.
Sevares sostiene, que la inestabilidad del mercado financiero internacional
ya no es episódica sino estructural. El mercado es intrínsecamente volátil y
riesgoso, sometiendo a las economías nacionales y específicamente a los
sectores más débiles de ellas a una presión permanente matizada con frecuentes
picos de crisis. Esta extrema volatilidad financiera lleva en las economías
nacionales a la aplicación de políticas dirigidas a la “administración de la
crisis”. Lo que significa una clara adaptación a la concepción (en cierto modo
decadentista) que vivimos en una “crisis constante” en este mundo postmoderno,
o desde la óptica de Francis Fukuyama, en esta era poshumana[13].
Si la inestabilidad del mercado financiero es estructural necesitamos
una voluntad política para remediarla. La voluntad política es aquella que nos
permite remediar los defectos estructurales. Para superar la inestabilidad
Soros nos propone la imposición de una disciplina de mercado. “Se habla de
imponer disciplina de mercado, pero si imponer disciplina de mercado significa
imponer inestabilidad, ¿cuánta inestabilidad puede asumir la sociedad? La
disciplina de mercado debe ser complementada por otra disciplina: el
mantenimiento de la estabilidad de los mercados financieros debería ser el
objetivo de la política pública”[14]. Entonces para Soros la estabilidad es
parte de un objetivo de política pública y como el equilibrio es una tendencia
inalcanzable en los mercados financieros[15], se debe establecer una tendencia
que nos acerque a él lo más posible, y esta tendencia sin duda es parte de una
política nacional de desarrollo y de control financiero nacional.
Analizando desde la perspectiva del cambio, debemos más que investigar
la cuestión del mercado financiero en sí, focalizarnos en los cambios que este
comenzó a experimentar a inicios de la década del ’70.
Los principales cambios están dados por el pasaje de un sistema de tipo
de cambio fijo (acordado entre las máximas potencias del sistema) a un tipo de
cambio fluctuante[16] que da lugar a una mayor especulación cambiaria, la
progresiva apertura de las economías centrales a los flujos de capital a corto
plazo y la desregulación de sus sistemas fiscales. La liberalización del
sistema financiero aumentó la competencia, lo que indujo a los bancos a hacer
préstamos menos seguros pero más rentables y a buscar beneficios en operaciones
no tradicionales. “La consecuencia más evidente de la liberalización y
desregulación es la crisis permanente”[17]. Todos los episodios de aumento de
flujos de capitales hacia mercados de países emergentes terminaron en crisis
internacionales, en tanto que las crisis financieras y el sobreendeudamiento
eran relativamente poco comunes durante la época de Bretton Woods, cuando los
países industriales tenían tipo de cambio fijo[18].
Es importante destacar que la liberalización financiera y el
desarrollo de mercados de bonos aumentó la importancia de las clasificaciones
del riesgo país. Como sostiene Sevares, en el mercado competitivo, la calidad
de la calificación de riesgo es un elemento decisivo para una adecuada
distribución de los recursos financieros y la prevención de crisis.
Debemos tener en cuenta que el cálculo de riesgo país lo realizan
consultoras que tienen origen microeconómico, pero que el cálculo en sí es uno
del tipo macroeconómico, que está dado por la sobretasa que deben pagar los
bonos por encima de los títulos similares de EEUU. Las agencias calificadoras
de riesgo (una de las fuentes más influyentes de generación de información de
los mercados), cumplen un papel microeconómico muy funcional para el desarrollo.
Sin embargo, y quizás sin quererlo, juegan un rol macroeconómico. Las
calificadoras de las agencias y sus expectativas, comunicadas profundamente en
la prensa económica, contribuyen a reforzar el flujo financiero hacia los
países “exitosos”[19], contribuyendo a sostener un proceso que parece muy
eficiente y sostenible, pero que en realidad está generando burbujas[20] que
tarde o temprano explotan
México, la necesidad de un punto de partida
Las conmociones financieras son tan viejas como el propio capitalismo, y
como tales ponen en peligro los respectivos sistemas.
México ha sido un país clave en la última década en el ámbito
financiero, por lo que se cree conveniente analizar su crisis, como marco de
funcionamiento de las crisis financieras[21].
Se puede sostener que, la crisis del “tequila” fue la primer crisis de
liquidez en los años noventa que fragmentó el sistema financiero extendiéndose
a la mayoría de los países emergentes y generando en el mercado, un lógico
temor al efecto dominó.
Lester Thurow, sostiene que si se analizan las crisis financieras, la
cuestión no es: ¿por qué los mercados quiebran?. Sino, ¿cómo los precios del
mercado han alcanzado esos niveles insostenibles?. Básicamente, ¿cómo no pueden
advertir los seres humanos inteligentes que los activos están sobrevaluados?.
La respuesta para Thurow está en la codicia humana. La gente sabe lo que va
ocurrir pero no puede resistirse. A medida que los precios suben en una
burbuja, hay una cantidad de dinero para hacer en el corto plazo de manera más
rápida, aún cuando todos sepan que los precios son demasiado altos y que
finalmente deben caer. Todos se lanzan a los mercados pensando que serán
suficientemente astutos de salir antes de que llegue el fin. Si alguien sale
demasiado pronto se pierde una cantidad posible de ganancias.
La crisis financiera mexicana ilustra correctamente, como ejemplo
paradigmático, la inestabilidad financiera internacional. Thurow nos aclara que
en el sistema financiero internacional, en cualquier momento puede aparecer un
eslabón más débil. Sostenemos que de hecho se da la existencia de estos
eslabones más débiles en el sistema. En 1994-1995 este eslabón fue México. La
revista Fortune publicó de otras siete naciones (Filipinas, Indonesia, Malasia,
Tailandia, Brasil, Argentina y Chile) que se consideraban tan propensas como
México a sufrir una debacle[22]. Nótese que seis de estas siete economías han
caído en la necesidad de ser rescatadas o de blindar sus economías en los años
subsiguientes. Todas, menos Chile, fueron socorridas internacionalmente.
La economía mexicana se había manejado bien[23], su presupuesto estaba
equilibrado pero el peso estaba sobrevaluado y el déficit de la balanza de
pagos tenía que ser financiado con flujos de capital a corto plazo antes que
por inversión directa a corto plazo. Para diciembre de 1994, las reservas de
moneda extranjera habían caído a niveles tan bajos que México tuvo que devaluar
para corregir la sobrevaluación de su moneda. Como consecuencia, el capital
extranjero huye del país por miedo a futuras devaluaciones. El FMI y EEUU
comenzaron a dictar de qué manera México debía manejar sus políticas
monetarias[24].
Thurow nos propone para descubrir las causas fundamentales de la
crisis mexicana, echar un vistazo sobre los EEUU. “Debido a las bajas tasas de
interés bancario destinadas a combatir la recesión 1990-91, cientos de millones
de dólares pasaron de las cuentas de ahorro norteamericanas a los fondos
mutuales de más alto rendimiento. Pero para obtener mayor rendimiento, los gerentes
de los fondos mutuales tenían que obtener más altas ganancias y con esa
finalidad enviaban su dinero a México. Cuando las tasas de interés de los EEUU
volvieron a subir, los mismos gerentes comenzaron a repatriar el dinero. Con el
dinero que salía en grandes cantidades del país y manejando un déficit en la
cuenta corriente, era sólo una cuestión de tiempo hasta que México agotara sus
reservas de divisas. En febrero de 1994 tenía 30.000 millones de dólares en
reserva de divisas. En diciembre esa cifra había bajado a 6.000 millones de
dólares[25]. Enterados de lo que estaba sucediendo con sus menguantes reservas
de divisas, los ciudadanos mexicanos comenzaron una estampida en pos del éxito
financiero[26]. Una vez que los extranjeros se percataron de lo que estaba
sucediendo, ellos también corrieron tras el éxito”[27].
Destaquemos las interesantes conclusiones de
Thurow:
“Si México simplemente se hubiera rebelado y negado a adoptar las
medidas de austeridad impuestas por el FMI y los EEUU, sin duda habría sufrido
una reducción de sus ingresos reales, habría sido incapaz de financiar un
déficit de importación y los productos importados habrían disminuidos,
reduciendo los ingresos reales. Pero esto también sucedió con el plan del
FMI-EEUU.
Es cierto que si México se hubiera rebelado le habría resultado
más difícil conseguir préstamos en el futuro, pero de todos modos no muchos de
esos préstamos [se van a acordar] en el original.
Incluso puede ser cierto que los costos a largo plazo superaron a
los beneficios a largo plazo. Los beneficios a largo plazo son un acceso más
próximo a los mercados crediticios internacionales. Pero los prestamistas
internacionales tienen una notable mala memoria y comienzan a prestar otra vez
con una asombrosa rapidez.
Este análisis del costo-beneficio en el corto y el largo plazo lleva a
una conclusión simple. Más tarde o más temprano alguna nación se negará a
adoptar la austeridad interna prescripta para satisfacer a los prestamistas
internacionales de último recurso. Esta nación dejará simplemente que los
inversores internacionales asuman sus pérdidas (...) y estará dispuesta a pagar
el precio de volver a los mercados internacionales de capital en una fecha
posterior. Simplemente antepondrá el bienestar de sus ciudadanos a la
estabilidad del sistema financiero mundial.
(...) negar la ayuda a México causaría una pérdida de confianza y pánico
en los mercados financieros del mundo que incluso podrían derrumbarse.
(...). Si los mercados financieros del mundo quebraran, los perdedores,
por supuesto, no serían los mexicanos sino los grandes operadores en los
mercados financieros internacionales: los británicos, los alemanes, los
japoneses y, los norteamericanos”[28].
En este caso les tocó a los ciudadanos mexicanos pagar el costo de lo
que básicamente es una póliza de seguro para estabilizar el sistema financiero
mundial. Si se nos permite diríamos que no sólo a México, sino a la franja de
“países emergentes”, dado que un aumentó de la tasa de interés impuesto a México
condujo directamente a tasas de interés más altas en todo el Tercer Mundo. En
lugar de concentrarse en tasas de interés más bajas para lograr pleno empleo y
un alto y rápido crecimiento, los gobiernos nacionales deben concentrarse en
controlar el tránsito de flujos de capitales.
La crisis asiática y la necesidad de salvar
determinadas economías de la región
Lo que hoy es conocido como “blindaje” o ayuda financiera internacional
comenzó en 1997 y específicamente en la región del Sudeste Asiático, cuando fue
necesario salvar a las economías de esa región. El blindaje llegó después que
Tailandia, en julio, de 1997 devaluó su moneda y arrastró a Corea, Malasia,
Filipinas e Indonesia. Las ayudas se sucedieron una tras otra en la región.
Un mes después de que Tailandia dejara flotar su moneda, el FMI anunció
un paquete de 16.000 millones de dólares para apoyar sus audaces “medidas de
ajuste”. En ese momento ya Malasia y Singapur habían devaluado también sus
monedas. Cuarenta días después sería el turno de Corea que también fue
socorrido por la acción financiera internacional.
La crisis asiática, objeto de interpretaciones muy diversas, puede
ciertamente verse, entre otras cosas, como el resultado de liberalizaciones
incompletas y mal controladas, y en cierto modo, por sus implicancias mundiales
aún poco claras, como un verdadero giro en la historia de la globalización
(Sukup, 2000).
Para entender la crisis que estalló en 1997, cabe recordar primero los
diferentes enfoques teóricos e ideológicos que pretenden explicar los logros
pasados.
La visión neoclásica y liberal adjudica los logros pasados a la apertura
exterior, al papel de los mecanismos de mercado y a las intervenciones
estatales favorables al mercado, o sea, tendientes a asegurar simplemente un
mejor funcionamiento del mercado. Las interpretaciones más o menos heterodoxos
enfatizan, por otro lado, el papel activo y “guía” del Estado, los factores
culturales (valores asiáticos), el aprendizaje tecnológico y la situación
geoestratégica de los tigres en la Guerra Fría.
El primer enfoque tiende a explicar la crisis por los excesos de
intervensionismo estatal que habrían generado ineficiencia y aquel corrupto
crony capitalism de tipo indonesio; el segundo subraya las contradicciones
internas y también internacionales de los modelos asiáticos, en particular su
reciente apertura financiera que los expuso a las fluctuaciones de la
especulación mundial, así como la pérdida de importancia estratégica de
aquellos países en tiempos de posguerra fría y el surgimiento de un gran numero
de países competidores, como China, que amenazan las posiciones por ellos
logradas. En estas circunstancias, el papel del FMI y del Banco Mundial (BM) es
visto, en general, como el de un corresponsable, o incluso responsable
principal, de la crisis[29]. Más que los fenómenos indudables de corrupción y
de nepotismo, la causa fundamental de la crisis fue la liberalización
financiera excesiva y precipitada de los países de la región, aconsejada e
impuesta por el FMI: como consecuencia de ésta, y apoyado en altas tasas de
interés y unas monedas pegadas al dólar, un enorme flujo de capitales
predominantemente especulativos se volcó desde comienzos de los años ’90 hacia
estos países y generó una verdadera “economía de burbuja” con sobrevaluaciones
de bienes inmobiliarios y de títulos negociados en las bolsas de la región,
mientras que se multiplicaban los déficits de cuenta corriente ante las
insuficiencias del sector productivo real. Para Goerge Soros, “el auge asiático
podría haberse reducido si los inversores y los prestamistas hubieran caído en
la cuenta de que aunque las entradas de capital y los déficits de cuenta
corriente de la región financiaban inversiones productivas, estas inversiones
sólo habrían seguido siendo productivas en la medida en que las entradas de
capital podían sostenerse”[30].
Para el pensamiento liberal, la crisis se debió al “Capitalismo
dirigido”[31], la intervención perversa de los gobiernos de la región en la
economía, marginando al mercado como asignador de recursos. Como cualquier
fracaso del mercado es imposible para esta escuela, pues implicaría poner en
duda todo su andamiaje analítico, no considera la posibilidad que los mercados
no observaron que estaban proliferando inversiones justamente allí donde no
había condiciones para sustentarlas[32].
La crisis se desata a partir de la salida de capitales, que
comenzó cuando los inversores percibieron los déficit en la cuenta corriente
que se venían acumulando desde 1994. El debate sobre los desequilibrios fue si
se debían a causas endógenas o, si bien, se debían a fuerzas exógenas sobre las
que los países carecían de control, por ejemplo las fallas de los mercados
financieros internacionales.
Los principales indicadores económicos que ayudan a explicar la crisis
tienen que ver con que estas economías registraron un altísimo crecimiento sin
inflación, superávit fiscales y elevadas tasas de ahorro que no fueron
suficientes para financiar las aún mayores necesidades de inversión privada de
los últimos años. Todo esto redundó en un elevado endeudamiento externo del
sector privado, en forma de préstamos o inversiones de cartera. El irrestricto
ingreso masivo de capitales fue posible por la gran liquidez internacional de
la década de los noventa y el mayor inversor fue el vecino Japón. También es
importante destacar que una parte sustancial de los créditos, que llegaron a la
región atraídos por el diferencial en las tasas de interés, financió
actividades relacionadas con la producción de bienes y servicios no transables,
especialmente en el sector inmobiliario y financiero. Es decir que se
endeudaron en dólares en actividades que no generaban capacidad de devolución
de divisas. Se dio también, la sobreinversión en algunos sectores, electrónica
de consumo, automotores, petroquímicas, acero. En 1996, el exceso de capacidad
productiva provocó la caída de los precios de estos productos, principales
rubros de exportación[33]. Los déficit de cuenta corriente continuaron hasta
que los capitales se fugaron, cuando los prestamistas perdieron la confianza en
la capacidad de pago de estos países.
Coincidiendo con la visión anterior, Soros sostiene que la causa
más inmediata de los problemas fue una alineación incorrecta de las monedas de
la región. Una alineación bastante rígida que puede ser identificada con un
tipo de cambio fijo, los desplomes suelen ser catastróficos. “La crisis
asiática es un ejemplo en este sentido”[34]. Las economías del S.E. Asiático
mantenían un acuerdo informal por el cual vinculaban sus monedas al dólar
norteamericano. La aparente estabilidad de la vinculación con el dólar alentó a
los bancos y negocios locales a endeudarse en dólares y convertir los dólares
en las monedas locales sin cobertura; después los bancos prestaron a proyectos
locales o invirtieron en ellos, sobre todo bienes raíces. Esa parecía una forma
sin riesgo de ganar dinero en tanto y en cuanto el asidero local se mantuviera.
Pero este acuerdo tácito se vio sometido a diferentes presiones, entre ellas la
infravaloración de la moneda china en 1996 y del dólar norteamericano con respecto
del yen japonés. La balanza comercial de los países afectados se deterioró,
aunque los déficits comerciales fueron contrapesados al inicio por la
continuación de importantes entradas en las cuentas de capitales. Soros enfatiza
las debilidades estructurales de las economías de la región.
La retracción de los mercados exteriores, a partir de 1996, obedeció a
diferentes factores como el renovado proteccionismo comercial de los mercados
tradicionales (EEUU; U.E., Japón). La competencia con China, la depreciación de
las monedas de la región, consecuencia de la gran entrada de capitales externos
y del sistema cambiario adoptado. Todo esto provocó el descalabro financiero
que sumado a la fragilidad de los bancos de la región llevó a la necesidad de
salvar las economías.
Según Víktor Sukup, la crisis del S.E Asiático es más financiera que de
competitividad industrial y tecnológica. Entre los factores que llevaron a la
crisis, para Sukup, se pueden citar: liberalización financiera, tasas altas y
tipo de cambio estable, muy atractivo a la llegada de capitales especulativos y
causa de la deuda externa cada vez más astronómica.
Para el autor antes mencionado, sería ciertamente erróneo no ver el lado
financiero de la crisis. Dado que detrás de éste está, el clásico problema de
la sobreproducción y el subconsumo, que enfatizan autores de tendencia marxista
como Francois Chesnais o Greider. La cada vez más desigual distribución del
ingreso, a escala mundial y al nivel de prácticamente todos los países,
resultado inevitable y también deseado de las políticas de Reagan o Tatcher,
cobra por fin su precio lógico: El desajuste entre producción y demanda
solvente crea problemas crecientes, como lo preveían en sus tiempos Malthus,
Marx, Keynes y Schumpeter.
Paul Krugman llama a los tigres asiáticos, tigres de papel, porque el
desarrollo asiático parece estar impulsado por un desarrollo extraordinario de
inputs (trabajo y capital) en lugar de ganancias en la eficiencia. Y recordemos
que el crecimiento sostenido en la renta per cápita de la nación solo puede
ocurrir si hay un aumento de output por unidad de input, dado que el
crecimiento a través de los inputs es inevitablemente limitado. Recordemos que
inputs es el crecimiento en empleo, en nivel de educación de los trabajadores y
en el stock de capital físico (maquinarias, edificios, carreteras,
infraestructura en general, etc.); y los incrementos de output por unidad de
input pueden ser el resultado de una mejor gestión económica, pero a largo
plazo se debe a un incremento en el conocimiento[35].
Algunos analistas sitúan la crisis de la región en el marco de la
pérdida de estos países al cesar la Guerra Fría. Según de la Balze, mientras el
70% de las exportaciones coreanas a los EEUU gozaba de los beneficios del
Sistema Generalizado de Preferencias del GATT, sólo el 20% de las argentinas o
brasileñas tenían igual ventaja. Esto nos indica la falta de cumplimiento del
principio de la “nación más favorecida” dentro del sistema general de aranceles
y tarifas. Pero esta preferencia estratégica de EEUU se debió a razones
geopolíticas. En el marco internacional de la Guerra Fría, este país necesitaba
asegurarse el éxito de estas economías. Los tigres asiáticos supieron
aprovechar esta relación preferencial para desarrollar un modelo de crecimiento
económico orientado a la exportación. No cualquier país podía transformarse en
exportador de bienes manufacturados a partir únicamente de la ayuda de EEUU,
como lo demuestran los casos específicos de Egipto y Panamá. Según este autor
es necesario analizar también los factores endógenos para explicar los logros
de este grupo de países, por ejemplo: “políticas macroeconómicas ortodoxas, una
alta tasa de ahorro, una ética de trabajo estricta y un estado que planificaba
las inversiones”[36].
in duda sostenemos que los factores endógenos son influyentes, pero en
este mundo globalizado no son hoy en día determinantes. Los factores exógenos
fueron muy importantes, en este caso, nos situábamos en el contexto de Guerra
Fría, dos bloques pujando, un mundo equilibrado y estable para Waltz, pero sin
duda una época en la cual el juego de suma cero estaba presente, lo que uno
ganaba el otro lo perdía necesariamente. Y EEUU, favoreció el desarrollo de la
estructura económica de esta región porque quizá creía, que este mismo
desarrollo económico iba a determinar la superestructura política, jurídica y
por sobre todo ideológica. En parte logró su objetivo y en parte no. Logró su
objetivo porque el S.E Asiático, en su gran mayoría y extensión; y exceptuando
a la República Popular China, no fue comunista (no cayó bajo los influjos de la
teoría del “dominó” a pesar de tener tan cerca a la URSS), pero no logró hacer
un estado extremadamente liberal, dado que existe una idiosincrasia oriental muy
determinada y diferenciadora de la de Occidente. Logró impulsar el liberalismo
en la región pero no logró acabar con el Estado interventor en la economía de
la sociedad oriental.
No se pueden analizar los factores endógenos sin tener en cuenta el
papel del pensamiento confuciano y de los valores asiáticos, y con relación a
los mismos, las tendencias de éstas sociedades industriales sui géneris en
cuanto a la organización social y laboral, y las diversas variedades de
organización “flexibles y paternalistas”.
A éstos factores internos ya indicados, convenimos en destacar,
algunos más que encontramos indistintamente en éstos países orientales:
- reformas sociales importantes, como la abolición del latifundismo en
Taiwán y Corea, y una generalización del sistema educativo;
- una distribución del ingreso relativamente igualitaria, mucho más que
en los países latinoamericanos, sin ir más lejos Taiwán es uno de los países
que tiene menor desigualdad en todo el mundo periférico, mientras que Brasil
está en el otro extremo de la escala;
- el ya mencionado énfasis en la educación, ligado a la influencia
del confucianismo, llevó a la aplicación de tecnologías modernas permitiendo el
paso de la exportación de productos industriales sencillos como textiles a otros,
de mayor complejidad tecnológica como componentes electrónicos, computadoras y
televisores, y más aún acero, automóviles y construcción naval;
- el papel del Estado propiamente dicho como en el caso de Japón, no
sólo en el gran esfuerzo educativo como en las reformas sociales, sino también
en la orientación del desarrollo económico e industrial.
Quizás en este último punto se convierta en el más importante para
confirmar que los elementos de intervención estatal, fueron absolutamente
esenciales, constantes aunque cambiantes, eficientes y multifacéticos, de
manera que hubo mucho más algo como un “Estado gobernando al mercado”, que una
“economía de mercado” propiamente dicha[37].
Breve cronología de las ayudas financieras. Esa modalidad tan común a
fines del siglo XX
Como fue mencionado anteriormente, al creciente endeudamiento
internacional de los tigres asiáticos, su falta de capacidad de devolución de
divisas, la sobreinversión en algunos sectores, en síntesis la perdida de
confianza en la capacidad de pago llevaron al blindaje. Esta sucesión de
préstamos que se dio desde julio de 1997 a las economías de la región, llevaron
al FMI en diciembre de ese mismo año a aprobar un nuevo tipo de préstamos
“Servicio Complementario de Reserva (SCR)”, Corea fue el primer país en recibir
este tipo de préstamo. El SCR, según las propias explicaciones del fondo, es
una ayuda para países con necesidades financieras de “gran escala”, resultante
de la pérdida súbita y perturbadora de la confianza de los mercados.
En 1998, cayó Indonesia en la necesidad de blindar su economía. El 21 de
mayo fue derrotado el dictador Suharto tras 32 años en el poder, esta crisis
política, provocó que creciera la desconfianza de los inversores. Esta
situación de emergencia en Indonesia afectó y provocó un retroceso económico en
la región, cayó Corea, Malasia y Hong Kong.
En julio de 1998, el FMI anunció una “asistencia financiera a
favor de Rusia para respaldar su programa económico, que se ha desarrollado
satisfactoriamente, aunque no se ha restablecido la confianza en su mercado”.
Rusia[38] se vio obligada a devaluar su moneda, la economía rusa se desplomó en
un 7,3% y desde entonces la fuga de capitales no se ha detenido.[39]
En 1998 con el retroceso económico del S.E asiático y el default
(cesación de pagos) ruso, las tasas de interés habían trepado para los países
emergentes y en especial para Brasil que entró en recesión. Y así comenzó una
persistente salida de capital, lo que se reflejó en las pérdidas de reservas
internacionales. Brasil fue ayudado con 41.600 millones de dólares del FMI, BM
y el tesoro de varios países. A pesar de la ayuda y el expreso anuncio de que
era para sostener el valor del real, 40 días después el gobierno tuvo que dejar
flotar su moneda. Recordemos que con la devaluación siempre es más fácil
exportar y más difícil importar.
En 1999, Turquía solicitó ayuda del FMI y del BM para impulsar un “plan
de Austeridad”, aportaron 4000 millones de dólares cada uno, pero en dos
semanas, un banco de porte medio entró en dificultades y cundió el pánico, se
fueron así 7000 millones de dólares, la tercera parte de las Reservas del Banco
Central turco. El FMI tuvo que anunciar un préstamo adicional de 7500 millones.
La crisis financiera de Brasil
Para entender la crisis brasilera tenemos que retroceder a la década del
’80, cuando Brasil y otros países latinoamericanos fueron afectados por el
estancamiento, la inflación elevada, monedas débiles y la crisis de la deuda.
Los programas de estabilización del FMI, concebidos desde una perspectiva
monetarista ortodoxa y que daban prioridad a la solvencia de la deuda a través
de la austeridad fiscal, no lograron detener la inflación ni generar
crecimiento; por el contrario, causaron grandes penurias en varios países de la
región. Posteriores prescripciones, que evolucionaron en lo que se dio en
llamar el “consenso de Washington” sobre cómo administrar una economía,
combinaron las políticas antiinflacionarias más sofisticadas con una estrategia
de crecimiento basada en la liberalización del mercado, es decir,
privatización, liberalización comercial, apertura al capital financiero
internacional y la eufemísticamente llamada “flexibilización laboral”. -
Brasil adhirió al “consenso”, aunque en 1990 el presidente Collor de
Mello había hecho un vano intento de detener la inflación congelando las
cuentas bancarias, también redujo a escala los aranceles en torno a la economía
e intentó recortar el gasto público. En 1994, Fernando Henrique Cardoso,
ministro de economía del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) de la
administración siguiente, introdujo el Plan Real, con pleno respaldo de los
circuitos financieros internacionales. Detuvo la hiperinflación fijando la
moneda al dólar y conservando las tasas de interés elevadas y el tipo de cambio
sobrevaluado. Sacó el peso del “impuesto a la inflación” de los hombros de las familias
de menores ingresos, generando un incremento importante en los niveles de vida
y un auge del consumo. Este éxito aseguró la elección de Fernando Henrique Cardoso
a la presidencia en octubre de 1994, en alianza con el Partido del Frente
Liberal (PFL) conservador.
Las elevadas tasas de interés y una moneda sobrevaluada, medidas
necesarias en un principio para detener la inflación, fueron mantenidas durante
demasiado tiempo, con graves consecuencias para el comercio. Con la revaluación
de 1994, la competitividad de las exportaciones se deterioró drásticamente y
las importaciones inundaron la plaza. La liberalización arancelaria de los ’90
y el deterioro de los precios de los productos básicos contribuyó al creciente
déficit de cuenta corriente, que en 1998 alcanzó el 4,5% del PBI. Ese déficit
sólo pudo ser mantenido por el flujo de capital extranjero, que efectivamente
entró en Brasil en la década del ’90, llevando las reservas a un máximo de
73.000 millones de dólares. Parte del capital que ingresó era inversión
extranjera directa -en cierta medida estimulada por el gran programa de
privatización- pero en su mayoría se trató de inversiones de cartera más
volátiles -una mezcla de compras de capital y bonos, junto con depósitos
bancarios y préstamos comerciales-. Estos últimos, en su mayoría de corto
plazo, aumentaron la deuda externa total de Brasil a 230.000 millones de
dólares para fines de 1998. El gobierno creyó que la única forma de atraer y
retener capital extranjero en la escala requerida era mantener las tasas de
interés entre las más elevadas del mundo y conservar la confianza de los
inversionistas en la estabilidad del tipo cambiario.
Las altas tasas de interés mantuvieron constreñido el crecimiento, pero
el mayor problema fue el efecto de las tasas de interés en la deuda pública
interna, que para 1998 había escalado a los 265.000 millones de dólares. A lo
largo de los ’90, el gasto del Estado en bienes y servicios superó
sustancialmente los ingresos fiscales. La diferencia fue cubierta en las
facturas de las privatizaciones y préstamos. Debe destacarse que una de las
razones para la emisión de bonos fue la necesidad de neutralizar los efectos
inflacionarios de los enormes ingresos de capital. En 1998, el gasto en
concepto de pago del servicio de la deuda pública se acercaba a los 60.000
millones de dólares, más del 7% del PBI. Para ese entonces, cada aumento del 1%
en las tasas de interés recomendado por el FMI le costaba al gobierno 2.500
millones de dólares más. De esta forma los inversionistas, podían dejar su
dinero en el banco y esperar que se duplicara en pocos años. Tanto el gobierno
como los centros financieros internacionales pasaban por alto que el aumento de
la deuda pública ha sido un mecanismo de transferencia de fabulosas sumas de dineros
públicos hacia los sectores más poderosos.
En 1997, el gobierno, con el asesoramiento y aprobación de las
instituciones financieras multilaterales y los gobiernos del Grupo de los 7,
había construido una efectiva política antiinflacionaria, estaba privatizando
los servicios, la industria y la minería, y liberalizando de manera sostenida
el comercio y la cuenta de capital. Las tasas de interés elevadas, una moneda
sobrevaluada y grandes ingresos de capital eran partes integrales de la
estrategia, pero había espacio en 1996 y 1997 para acelerar el ritmo de
devaluación y bajar las tasas de interés -medidas todas que podrían haber
precipitado una crisis monetaria, pero en menor escala que la producida-. Las
acciones colaterales de la crisis asiática de 1997, sin embargo empujaron al
nuevo gobierno a volver a comprometerse con una profundización de las
políticas, aún cuando esto supondría aminorar el crecimiento la economía hasta
llevarla a un estancamiento a mediados de 1998.
La verdadera sacudida vino con la crisis de Rusia en agosto de 1998.
Esta vez, algunas políticas macroeconómicas parecían estar mal, los potenciales
inversionistas y prestamistas se abstuvieron y el rebaño comenzó a moverse. Las
reservas se redujeron unos 30.000 millones de dólares en los dos meses
siguientes, mientras el gobierno luchaba por contener el real y se pagaban los
préstamos. Consecuentemente comenzó a circular discretamente el temor de una
mora en el pago de los préstamos. El FMI se movió rápidamente y en octubre ya
habían dispuesto un programa de préstamos de 41.600millones de dólares.
La carta de intención firmada en noviembre por Brasil lo comprometía a
una serie de objetivos, entre ellos la reducción del déficit fiscal del 8% del
PBI al 4,5%, lo cual se lograría por el lado de los ingresos, elevando el
impuesto a las transacciones financieras, aumentando los aportes sociales de
los empleados del sector público, y aumentando la contribución de los
empleadores a la seguridad social. Del lado del gasto, el objetivo fue una
reducción de poco más de 7.000 millones de dólares; pero según algunos
observadores, la medida del FMI y la orientación política, en especial sobre el
tipo de cambio, aseguraron el pago de las obligaciones con los bancos e
inversionistas de los países desarrollados sin pérdida alguna para los
inversionistas. Mientras tanto, la economía profundizaba su recesión
Contando con la mitad de las reservas y enfrentando a un mayor déficit
de cuenta corriente, en enero el gobierno optó por aplicar una devaluación del
8%. El aliviado mercado accionario de San Pablo inmediatamente aumentó un 34%,
pero los mercados del exterior bajaron, revelando las distintas percepciones de
lo que se entiende como algo bueno para los negocios. El gobierno, presionado
por el FMI elevó aún más las tasas de interés, pero no hizo nada para
tranquilizar a los inversionistas internacionales, quienes decidieron que el
real se estaba desmoronando. El aumento del interés pudo haber confirmado a
muchos de ellos que Brasil se encaminaba a una moratoria y a una recesión más
profunda, por lo que era hora de retirarse del mercado. El gobierno decidió que
no valía la pena gastar dinero en mantener el tipo de cambio, por lo que éste
se hundió más.
Análisis del blindaje argentino
Después de la breve historia cronológica y descriptiva de los blindajes
pasemos analizar específicamente el caso argentino y las últimas sucesos en el
ámbito de la economía financiera internacional, que en un mundo globalizado e
interdependiente por supuesto han afectado a la Argentina.
La pregunta es si el blindaje argentino tendrá un destino
diferente al de sus antecesores y si ayudará a salir de la difícil coyuntura en
la que se encuentra nuestro país. O servirá apenas para postergar el default.
Los que apuestan a la primera alternativa dicen que ese crédito extraordinario
despejará el horizonte financiero por un año, lapso en que la Argentina podría
retomar el crecimiento. El blindaje no resuelve el estancamiento argentino,
alertan otros que, si no se toman medidas que impulsen la inversión y el
empleo, la ayuda extraordinaria podría apenas servir para renovar las deudas
del 2001 y evaporarse a través de una fuga de capitales. El socorro financiero
llega a la Argentina porque este año vencen deudas públicas y privadas por unos
23.000 millones de dólares y hay que financiar un déficit fiscal de 7.000
millones. Todo esto en el contexto de crecimiento de las tasas de interés para
los llamados países emergentes.
Básicamente, entonces, el blindaje en este contexto de deuda externa,
serviría como reaseguro de que la Argentina pagará en el 2001 los servicios de
la deuda. La clave es que la Argentina no tenga que recurrir a ese préstamo
especial porque hacia fines del 2001, la historia volverá a repetirse en
condiciones agravadas. Desde esta óptica el papel del blindaje es un papel más
vale pasivo, de reaseguro y de respaldo.
A escala interna, la operación financiera servirá para ratificar la
vigencia del plan de convertibilidad y permitirá que bajen las tasas de interés
para la economía, esto si no hay nuevos ruidos políticos tendría que acelerar
el crecimiento económico. Según el presidente del FMI, Horst Köhler, servirá
para recrear un mejor clima de inversión en la Argentina, se debe esperar solo
la reacción de los mercados.
Hagámonos dos preguntas básicas sobre la relación de Argentina y el
blindaje. ¿Por qué lo pidió la Argentina? y ¿El blindaje aumenta la deuda
externa?.
Argentina pidió el blindaje porque había dudas entre los acreedores
sobre la capacidad del gobierno argentino de cumplir con los pagos de la deuda
externa, por eso bancos y fondos internacionales y locales le estaban cobrando
al gobierno una tasa de interés muy alta -que llegó al 16% anual- para renovar
los vencimientos de la deuda. Con el blindaje si los acreedores insisten en
querer cobrar una tasa de interés alta, el gobierno puede usar el crédito del
FMI, que tiene una tasa de interés más baja (8% promedio) y con eso cancelar
los vencimientos de la deuda.
Hubo también hechos de política interna relacionados. La suba de
los impuestos a principios del año 2000 y el recorte de sueldo de los empleados
públicos, que se anunciaron en mayo de ese mismo año, sólo generaron una
retracción mayor del consumo y profundizaron la recesión. Otro factor
importante fue la crisis política que generó la renuncia de Carlos Alvarez a la
vicepresidencia. Y a partir de allí, creció entre los inversores la sensación
de que la Argentina, sin crecimiento económico, no estaba en condiciones de
generar los recursos que se necesitaban para poder pagar los vencimientos de la
deuda pública. Repetimos entonces que el objetivo del blindaje no es usar todos
los fondos sino que los acreedores le vuelvan a prestar a la Argentina a tasas
más bajas porque ahora existe el reaseguro de ese crédito extraordinario.
Con respecto al segundo interrogante, diremos que efectivamente sí, la
deuda externa de la Argentina aumentará. Pero no por el blindaje en sí mismo,
sino porque una parte de los créditos se usa para financiar un déficit fiscal
de unos 7.000 millones y por los nuevos intereses que se generan. Se estima que
en el 2001 la deuda crecerá en unos 10.000 millones.
Soros sostiene que aunque los paquetes de salvataje se ocuparán de la
refinanciación de la deuda, no garantizaría que los tipos de interés internos
se redujesen significativamente sin reavivar la evasión de capitales. Lo que
hace la situación tan compleja es que el programa de garantía de préstamos no
pretende ser utilizado para la refinanciación de la deuda interna. El hecho de
que estuviera disponible para el endeudamiento internacional tendría una
repercusión directa sobre los tipos de interés internos y podría marcar la
diferencia entre el fracaso y el éxito.
La verdadera importancia del blindaje se verá con el paso del tiempo. Si
el gobierno mantiene una posición pasiva, creyendo que lo que hacía estaba
bien, y sólo enfrenta la incomprensión de los mercados -ahora reemplazada por
el blindaje-, en pocos meses se verá que este respaldo no fue un punto de
inflexión. Se dirá que el país sólo cambió de acreedor y el blindaje sólo habrá
servido para postergar el fantasma de la cesación de pagos que apareció en
noviembre de 2000. El gobierno necesita algo que hasta ahora no ha tenido: una
estrategia de crecimiento diferenciada. Pero repetimos, sólo el paso del tiempo
dirá si el blindaje ha servido o no.
La crisis turca y sus “vientos” sobre Argentina
En los años ’90, Turquía vivió un gran crecimiento de la industria
manufacturera de productos de cuero. Pero la particularidad de este mercado
hizo que Turquía se volviera muy dependiente, por lo cual sufrió profundamente
con la crisis Rusa. En 1999 el sector sufrió bajas en su producción y ganancia
debido a los efectos del derrumbe económico que afectó a Asia y a Rusia. Esta
situación empeoró a causa de un terremoto que devastó la zona cercana a las
curtiembres. En febrero de 2001, la disputa entre el presidente de Turquía,
Ahmet Sezer, y su primer ministro, Bulent Ecevit, provocó que su mercado se
derrumbara[40] afectando a la Argentina, básicamente porque comparten la
volatilidad financiera que caracteriza al grupo de los “mercados emergentes”.
La demanda de dólares trepó después de una declaración de Ecevit sobre
corrupción en el gobierno, esto nos indica claramente que la estabilidad
política es considerada un factor clave para el éxito de los ambiciosos
programas antiinflacionarios. Lo que sucedió es que la crisis de los mercados
del 21 de febrero de 2001 hicieron subir el riesgo país. La sobretasa que deben
pagar los bonos argentinos por encima de los títulos similares de EEUU llegó al
7,26% anual y se alejó del piso “post blindaje” de 6,45% que se había
conseguido el 29 de enero de 2001.
Según analistas internacionales, Turquía no tiene capacidad para
generar un desastre en los mercados globales como ocurrió con Rusia o con las
economías del S.E. Asiático, pero como sostiene Oscar Raúl Cardoso en su
artículo “Turquía no queda tan lejos”[41], la crisis turca está afectando a la
Argentina por asociación (fecha en que se pidió el blindaje, gobierno de
alianza, denuncias de corrupción). La crisis afectó porque reabre el tema del
ruido político, relacionado también con la denuncia por lavado de dinero y la
acusación a Pedro Pou. Uno de los efectos que puede traer Turquía es que baje
el apetito de riesgo en general, los inversores dejan posiciones en países como
Argentina o Brasil, para irse a refugios seguros. Lo que ha sucedido es que los
factores que jugaban a favor desde diciembre de 2000 de la economía local:
recuperación del Euro, precio de los comodities, y la baja de tasas en EEUU,
han cambiado. Primordialmente lo que más afectó a Argentina, fueron los
avatares políticos locales y a la crisis turca se sumó la posibilidad de que en
EEUU no haya otra baja en las tasas; hoy en día, los precios de los comodities
están en vaivén, si bien el Euro parece que no se recupera respecto de la
divisa estadounidense en la actualidad dicha tendencia se fue revirtiendo y la
moneda brasileña sigue devaluándose frente al dólar (efecto intra-Mercosur).
De más esta decir que desde la oficialidad salieron a marcar las
grandes diferencias con Turquía y el encargado fue Daniel Marx, Secretario de
Finanzas. Sostuvo que hay diferencias fiscales, monetarias, financieras e
institucionales; y que las desventajas de Turquía son: desvíos importantes
respecto del programa acordado con el FMI, hay retrasos en las reformas estructurales,
si bien es un gobierno de coalición como la Alianza, la coalición es entre tres
partidos, el sistema financiero turco es débil y el de la Argentina es sólido,
el tipo de cambio fijo turco está por naufragar mientras que su par argentino
no parece estar en peligro, el tipo de cambio argentino es más controlado, y
sostuvo que el índice del riesgo país perjudicó más a la Argentina que a
Turquía porque la deuda turca está mayormente en manos de tenedores locales.
El 21 de febrero de 2001, el Primer Ministro Bulent Ecevit informó que
el país abandonaba el sistema de “crawling peg” (tabla de conversión) que había
acordado con el FMI para bajar la inflación y dejar flotar libremente su moneda
local.
Si se avanza un poco de la dimensión económica y de la anécdota política
circunstancial, el caso turco tiene componentes que suponen un tesoro de
interés para cualquiera de las democracias más jóvenes del planeta, entre ellas
las de América Latina. El de Turquía es un caso claro de “gobernabilidad en crisis”en
el que se pueden reflejar como en un espejo las “democracias emergentes”[42].
---------------- Similitudes con Argentina y con países latinoamericanos:
Disputa dentro del Poder Ejecutivo de una coalición gobernante. Lucha
contra la corrupción.
- Programa de estabilización dictado por el FMI.
- Programa de privatizaciones en marcha.
- Cuestión de la integración presente. Turquía sufre las demandas
propias de calidad de miembro de la OTAN, pero hace más de una década que puja
sin suerte por ingresar a la Unión Europea, todavía no consigue reunir los
requisitos que ella le demanda.
- Turquía no es una democracia más que en las formas. En su constitución
se penalizan los delitos de pensamiento. La violación de derechos humanos es
parte de la vida cotidiana, la estructura de poder presuntamente civil en
realidad es dependiente, por medio de Consejo de Seguridad Nacional, de los
militares que son la verdadera fuerza del país desde 1923.
- Crecientes escenarios de violencia social.
- Turquía tiene características propias como el problema de la minoría
kurda en su territorio, o la importancia geoestratégica y/o geopolítica de ser
un puente territorial entre el Este y el Oeste.
- Blindaje, competitividad y convertibilidad
- El trienio 97-99 -con los estallidos en el S.E Asiático, en Rusia y en
Brasil- dejó a los economistas suficientemente escaldados como para sufrir ante
la más ligera mención del problema en los países emergentes. Hay aún a escala
internacional, un debate teórico que no puede decidir si la crisis que se
inició con el bat tailandés se agotó en las playas brasileñas o si se reencarnó
en la acosada lira turca[43]. Hoy ninguno de los países emergentes puede
declararse a salvo de las consecuencias potenciales de las o la “crisis financiera
internacional”.
El blindaje en sí mismo está relacionado directamente con la
especulación financiera, llamada comúnmente bicicleta financiera, porque ayuda
en la refinanciación de la financiación de la deuda externa, es decir, que
sería un elemento más para incrementar nuestra dependencia. ¿Por qué se lleva a
cabo el blindaje de una economía? Principalmente por el miedo de los propios
centros a un efecto dominó. Desde el centro existe un importante temor a que el
efecto dominó de la quiebra de cualquier economía nacional se traslade al resto
de los países emergentes, esto sería que el default se traslade al interior del
grupo.
La opinión de los organismos multilaterales de crédito es que
revitalizando la economía, básicamente intentando que los acreedores vuelvan a
prestar a tasas bajas en el mercado de los países recientemente salvados, el
blindaje es un elemento que otorga competitividad[44] al país. El crear un
mejor clima de inversión para la Argentina, le da a ésta competitividad. El
propio presidente del FMI, Horst Köhler, dijo que todos los créditos otorgados tienen
como destino ayudar a mejorar su competitividad en el mercado internacional.
Para Paul Krugman la competitividad es un concepto engañoso, que
en realidad no es en términos económicos sino políticos. Para este autor pensar
en términos de competitividad conduce a malas políticas económicas, explica que
las preocupaciones por la competitividad son casi totalmente infundadas,
sosteniendo que definir el problema económico en términos de competitividad
resulta atractivo para muchos y que esa misma obsesión por el término no soló
es equivocada sino peligrosa, porque sesga las políticas nacionales y amenaza
el sistema económico internacional. La definición de la competitividad provoca
que el crecimiento interno esté sobrevalorado por una relación de intercambio
cada vez más deteriorada. Por lo tanto la competitividad tendría algo que ver
con generar una mayor y atroz competencia internacional, competencia que se
podría trasladar más allá de los términos económicos. En realidad el término
competitividad oculta el verdadero problema de los países emergentes, que es el
de productividad. No se debe confundir competitividad con productividad
interna[45].
Después de analizar este mundo en constante competencia, es momento de
analizar una de las medidas desarrollada para obtener esa “necesaria”
competitividad internacional, para las economías nacionales resulta necesario
mantener el tipo de cambio compatible con la competitividad y, a la par,
mantener esa paridad con la moneda divisa, nos referimos específicamente a las
medidas de convertibilidad. Sin dejar de mencionar uno de los temas más
controvertidos de finales de los años 90 y que, si se nos permite, se ha
convertido casi en una constante histórica. A través de la corta historia del
“salvataje de las economías”, a pesar de los blindajes que han hecho, a largo
plazo los “países blindados” han devaluado su moneda. Tailandia, Corea,
Indonesia y Hong Kong tarde o temprano devaluaron su moneda. También lo han
hecho Rusia y Brasil, y últimamente Turquía. ¿Qué pasará con Argentina?,
¿tendrá que devaluar?, ¿y la ley de Convertibilidad, que Hong Kong[46] y
Turquía también tenían?. Hasta el momento parece que Argentina no va a
devaluar. Nuestra ley de Convertibilidad implica un tipo de cambio fijo[47].
George Soros, anticipándose a los acontecimientos que luego sucederían,
antes de 1999, señalaba que el régimen de caja de conversión funcionó en
Argentina durante la crisis del Tequila de 1995, pero no es infalible;
específicamente, podría haber quedado sobrevalorada permanentemente si su
principal socio comercial, Brasil devalúa, y la caja de conversión no ofrecería
salida alguna (Soros, 1999).
La mayor dificultad de las cajas de conversión[48] es cómo ponerles fin
cuando han dejado de funcionar. Para darles credibilidad, las cajas de
conversión suelen ser aprobadas por ley, y para cambiar las leyes se requiere
un determinado tiempo. Soros plantea, ¿qué sucede durante el tiempo en que el
cambio se halla en fase de estudio? Es una invitación a un movimiento
especulativo contra la moneda. Naturalmente, hay una solución: abrogar la caja de
conversión de un día para otro infringiendo la ley. De este modo, sin embargo,
es probable que se haga perder credibilidad a todas las cajas de conversión.
Debemos prever que en algún momento dejará de funcionar nuestra
caja de conversión, fijada por ley, y al esperar el necesario tiempo para la
sanción de una nueva ley que la deje sin efecto, dado que toda ley posterior
deroga la anterior, es probable que se genere un movimiento especulativo contra
nuestra moneda, seremos capaces de soportar este movimiento, o se infringirá la
ley.
Un pequeño cambio en la ley de convertibilidad es la canasta de monedas,
a tal punto que algunos analistas la han llamado “devaluación encubierta”. La
canasta de monedas es simplemente una política monetaria diferente de la
convertibilidad. Es una combinación de monedas extranjeras, y la suma de ellas
vale un peso. Así, un peso podría equivaler en distintas proporciones a un yen,
un euro, y un dólar estadounidense. Esto permitirá que la relación del peso con
el dólar varíe, ya no en función del peso con el dólar sino en función de las
variaciones del dólar con el euro, y del dólar con el yen. De ponerse en
marcha, el país no dependerá de un tipo de cambio fijo (uno a uno), sino de un
sistema flexible en que nadie pierda ni gane. Se trata de mantener el promedio.
Chile recurrió a este tipo de cambio durante la década última, y luego de
equilibrar sus cuentas volvió a su moneda original. Actualmente, según datos de
la Cepal, hay trece países con este tipo de cambio: Bangladesh, Botswana, Fiji,
Islas Salomón, Kuwait, Letonia, Malta, Marruecos, Myanmar, Samoa, Seychelles,
Tonga y Vanuatu. Para la Argentina es una medida a futuro dado que hasta que no
se equilibren el dólar y el euro, es decir hasta que no tengan una paridad uno
a uno, la canasta de monedas no comenzará a regir.
La necesidad de Reformar el Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial
Muchos analistas internacionales, muchos gobiernos nacionales han planteado
la reforma del FMI. Institución surgida con los acuerdos de Bretton Woods, que
a pesar de la finalización de estos ha persistido. Los gobiernos de países en
vías de desarrollo plantean la necesidad de la reforma del FMI, pero incluso
EEUU consciente de la interconexión de las economías a nivel mundial, se
plantea como objetivo el aumento de los recursos para dicha institución.
Riordan Roett, nos cuenta que, a principios de 1998, cediendo ante el
peso de los sucesos mundiales, la Casa Blanca tomó la decisión de sacrificar el
fast track o la “vía rápida” para iniciar la integración regional manifiesta en
el ALCA, a cambio de obtener apoyo para el FMI. Con este gesto quedó claro que
para la Administración Clinton, frente a las turbulencias de los mercados
financieros de Asia, la prioridad residía en obtener el apoyo del Congreso para
aumentar los recursos del FMI[49].
Soros en su libro, “La crisis del Capitalismo Global”, dice que uno de
los factores que favorecen la desintegración del sistema capitalista es la
evidente incapacidad de las autoridades monetarias internacionales para
mantenerlo unido. Para dicho inversionista, los programas del FMI no parecen
funcionar, y el FMI se ha quedado sin recursos.
En las crisis financieras internacionales del último decenio del pasado
siglo, el FMI se enfrentó a problemas que nunca antes había tenido que abordar.
La crisis asiática era una crisis compleja, con un componente monetario y uno
crediticio. Lo que hacía que la crisis asiática fuera diferente de cualquiera
de las crisis a las que el FMI se había enfrentado antes era que se había
originado en el sector privado; el sector público estaba en una forma
relativamente buena. Por eso Soros pensó que la crisis asiática serviría para
poner fin a ese modelo de capitalismo, llamado “crony capitalism”, o “capitalismo
de amigotes” para el autor, que antes se ensalzaba con el nombre de capitalismo
confuciano o capitalismo asiático.
En la visión de un economista liberal “converso al keynesianismo” como
Paul Krugman[50], el FMI es “un prestamista de última instancia para los
gobiernos nacionales”. Y los prestamistas de última instancia se supone que
practican un amor doloroso: darle lo que usted necesita en vez de lo que usted
quiere y en el proceso obligarlo a poner la casa en orden. Un FMI cálido y
abrazador no estaría cumpliendo con su deber, argumento éste bastante rebatible
desde una posición de subdesarrollo como la nuestra. En este sentido podríamos
sostener que lo que el FMI quiere no implica en la mayoría de los casos, lo que
las economías nacionales con mercados emergentes necesitan. “Poner la casa en
orden” generalmente trae aparejado una serie de conflictos internos tanto en lo
político como en lo social[51], que dejan de manifiesto la vulnerabilidad
política para dar respuesta a los problemas planteados. Esto sumado a la
corrupción y a las actuales concepciones sobre quienes hacen la política en el
Tercer Mundo pone en peligro la gobernabilidad y por lo tanto la democracia en
sí misma.
Krugman considera dos cuestiones en donde el FMI mostró su ineficiencia
con respecto a la crisis asiática. La primera, está relacionada con el exigir
la práctica de austeridad fiscal, elevar los impuestos y reducir el gasto con
el fin de evitar déficits presupuestarios más grandes, requisitos similares a
los impuestos por dicho organismo internacional en las recesiones de las
economías de Brasil (1998) y Argentina (2000). Esto se materializó cuando se le
solicitó al FMI que entrara en Tailandia, Indonesia y Corea. La segunda consistió
en exigir la “reforma estructural” (cambios que van más allá de la política
monetaria y fiscal) como condición para la obtención de mayores prestamos.
Por tanto, el FMI impuso a la crisis asiática su medicina tradicional:
elevar los tipos de interés y reducir el gasto público para estabilizar la
moneda y reestablecer la confianza de los inversores internacionales. Si bien
se cree que este último punto es la razón de ser de la lógica de funcionamiento
del FMI. Reconoció los defectos estructurales concretos pero los programas del
FMI no funcionaron porque solo se ocupaban de algunos aspectos de la crisis no
de todos. Específicamente, las monedas no se podían estabilizar hasta que se
atajaran los problemas de la deuda, porque los deudores se precipitaron a
cubrir su exposición cuando la moneda cayó y la debilidad monetaria sirvió para
aumentar su exposición en un círculo vicioso. Soros se pregunta, “¿Por qué el
FMI no se dio cuenta de esto? Quizá porque había desarrollado su metodología
para tratar desequilibrios en el sector público, su conocimiento del
funcionamiento de los mercados financieros dejaba mucho que desear”[52].
Para Steve Forbes, el FMI obra como un médico que termina matando a sus
pacientes. Su perspectiva de corto plazo sobre las economías de los países que
monitorea lo lleva a recomendar dos políticas: devaluar la moneda y aumentar
los impuestos. Recomendó devaluar la moneda en México en 1995, a Tailandia en
1997, a Rusia en 1998 y a Brasil en 1999. No mide las consecuencias de lo que
acarrea una devaluación, como la inflación y la destrucción del valor de la
moneda para los ahorristas, devaluar siempre hace mal al país. La segunda
recomendación es dañina porque el FMI no reconoce que los impuestos son parte
de los precios, y que una suba termina hiriendo el nivel de actividad. El FMI
cree que recomendando una suba de impuestos a un país garantizará el pago de la
deuda externa. Esto es un error, por lo que recomienda desoír los consejos del
FMI y bajar los impuestos. Krugman sostiene que en caso de una depresión todos
piensan que lo que se necesita es más gasto y que la recuperación depende de la
capacidad de persuadir al público de que empiece a gastar otra vez. “ No era
verdad cuando lo dijo Richard Nixon, pero hoy sí: ahora somos todos keynesianos
-por lo menos cuando analizamos nuestra propia economía- sólo le damos consejos
antikeynesianos a los otros países”.
El economista de la Universidad de Princeton sostiene que habría que
buscar mucho para encontrara alguien que piense que el gobierno estadounidense
debería recortar el gasto y aumentar los impuestos para recompensar el impacto
presupuestario de la desaceleración de la economía norteamericana, o que piense
que la Reserva Federal se equivoca al recortar las tasas de interés frente a una
depresión económica. Norteamérica prescribe para otros países el tipo de
economía radical que nunca se toleraría en los Estados Unidos. Nos aconseja
dejar de hacer lo que aconseja y dice Estados Unidos y hacer lo que ellos hacen.
Desde la visión oficial, Stanley Fischer (Primer Subdirector Gerente del
FMI) se pregunta, ¿por qué resultan a menudo tan impopulares los programas que
respalda el FMI? El motivo principal es que los países recurren a la
institución en casos de crisis que, en la mayoría de estos, se deben imputar a
la falta de voluntad de la autoridades para adoptar las medidas necesarias en
una etapa anterior. “Si el remedio necesario para resolver los problemas
económicos fuera tan agradable al paladar, el país lo hubiera tomado mucho
antes. Por el contrario, en la mayoría de los casos la medicina es bastante
amarga y exige al país vivir con arreglo a sus medios o llevar a cabo cambios
que entrañan un cambio político a corto plazo”.[53]
El FMI ha sido criticado por establecer demasiadas condiciones e
interferir demasiado en los asuntos internos de los países que recurren a él.
La pregunta es ¿para qué sirve el FMI? La respuesta esta en que este sirve
básicamente para contener las crisis de liquidez; de los problemas
estructurales es mejor que se ocupe el país afectado. Para George Soros es
justamente lo contrario. Dado que las crisis de liquidez están indisolublemente
interrelacionadas con los problemas estructurales; no es posible corregir
prestando solo más dinero a un país. Cuando una entidad se sobreendeuda, sea
esta privada o pública, su forma de corrección es mediante la inyección de
activos. La única solución es la conversión de la deuda en activo neto. Los
programas del FMI en Asia y otras regiones del mundo han fracasado porque no
insistieron en la conversión de la deuda en activo neto.
“Es evidente que existe un problema sistémico, y el FMI forma parte del
problema y no de la solución”[54]. Lo que también es necesario destacar es que
la finalidad del FMI es la gestión de la crisis y no su prevención. Una vez que
la crisis ha estallado el FMI sólo puede encararla restableciendo la confianza
del mercado. Quizá se debería pensar en la necesidad de crear organismos que
sirvan para prevenir la crisis. O reformular los organismos existentes. La
prevención es tan importante como la gestión de la crisis una vez declarada.
Prevenir también es curar, es evitar futuros colapsos, que desestructurarían
más el sistema. Prevenir las crisis financieras es mantener el sistema
capitalista y la misión primordial del FMI es mantener el sistema financiero
internacional. Pero para lograr esto, ¿deben el FMI y el Banco Mundial optar
por una postura keynesiana?, ¿debe el FMI y el Banco Mundial dejar mayor margen
de participación de los gobiernos nacionales en el manejo de las crisis?
Haciendo un poco de historia, podemos llegar a la conclusión que las
políticas de dichos organismos internacionales están en correspondencia con las
gestiones de los presidentes de los Estados Unidos. Debemos recordar que hasta
los años ochenta, y básicamente con las gestiones de los presidentes demócratas
de Estados Unidos John Kennedy y Lyndon Jonson, el Banco Mundial fue un
santuario del keynesianismo, con pretensiones científicas asimiladas a la neutralidad.
A partir de la “Era Reagan” y el apogeo del neoliberalismo, dicho organismo
adquirirá un carácter militante y desmedida y agresivamente economicista.
Desde el Consenso de Washington, el FMI y el Banco Mundial se hallan
bajo la estrecha tutela del Departamento del Tesoro estadounidense. Formalmente
multilaterales, las dos organizaciones financieras defienden intereses
unilaterales. De allí la grave crisis de legitimidad que las afecta, la cual
surgió a consecuencia de la crisis financiera del sudeste asiático y del
consecutivo reconocimiento del fracaso de sus políticas que estalló dentro de
la misma dirigencia. El liberalismo económico más ortodoxo ha llegado a un
punto insuperable y las protestas de sus disidentes nos indican que el ciclo
vital de estas instituciones se ha agotado.
Los acuerdos de Bretton Woods instauraron un sistema de paridad
fija de monedas y cada estado signatario tenía la obligación de garantizar la
convertibilidad de su divisa y de defender su paridad (expresada en oro o en
dólares estadounidenses ). Aun se estaba en el tiempo del patrón oro, cuyo
sistema descansaba en la paridad fija entre el dólar y el oro, la misión del
FMI era controlar ese sistema, fundamento del desarrollo del comercio
internacional (visto este como motor del crecimiento) y por lo tanto la ya
existente preocupación de Estados Unidos por la posibilidad de la instauración
de barreras proteccionistas. La otra función del FMI consistía en brindar
financiamiento a corto plazo a los estados miembros que padecieran déficits
temporarios en sus balanzas de pagos. El Banco Mundial tenía una visión
complementaria, reconstruir las economías de posguerra con préstamos para
financiar proyectos de desarrollo[55].
Dos decisiones estadounidenses provocaron un cambio en los fines
originales de dichos organismos. Uno ocurrió en 1948, el otro en 1971. El
primero consiste en el Plan Marshall que sustituirá al Banco Mundial en la
reconstrucción de Europa. El segundo es la decisión individual del entonces
presidente Richard Nixon de poner fin a la convertibilidad dólar- oro, que en
el corto plazo culminaría con la flotación generalizada de las monedas.
Sin su tarea prioritaria, el FMI se concentró en su segunda tarea: el
financiamiento de los déficits de las balanzas de pagos. Función que en los
años ochenta (después de ocurrida la crisis de la deuda en 1982) se convertiría
en la reestructuración de las economías más endeudadas por medio de programas
de ajuste estructural. Básicamente la única finalidad de estos programas era
garantizar el reembolso de la deuda.
Por lo que nos dicta la historia debemos sostener que las estructuras
del FMI y el Banco Mundial fueron creadas por y para los países desarrollados y
por lo tanto reflejan la hegemonía de los mismos y dentro de esta la de su
cabeza Estados Unidos. Cuestión que se ve materializada en los derechos de
votos. Estos son fijados por el prorrateo de las contribuciones financieras,
una especie de “arancel” para el FMI, o la fracción de capital suscripto en el
Banco Mundial. De más esta destacar que el mayor porcentaje de votos lo tiene
Estados Unidos, “poder” que nunca fue realmente cuestionado por los europeos.
Además porque existe un mandato de la tradición que dice que el director
general del FMI es generalmente europeo y el presidente del Banco Mundial,
norteamericano.
Para un alto ejecutivo del FMI los fines de esta institución no han
variado, la cuestión es que deben asesorar y prestar asistencia a una gama cada
vez más amplia de países que tienen múltiples y variados problemas y se
encuentran en circunstancias diferentes. Desde economías industriales con
problemas en balanzas de pagos, países en desarrollo de bajos ingresos, países
con economías en transición y también países con mercados emergentes que
intentan obtener en el sistema internacional los flujos de capital privado
necesarios para poder mantener e intensificar sus tasas de desarrollo.
Para Stanley Fischer el FMI sigue centrando la atención y sus
intereses en las políticas monetarias acertadas, las políticas fiscales
prudentes y la apertura de los mercados como requisito previo para estabilidad
económica y el crecimiento. Pero también conjuntamente con el Banco Mundial
está presionando por la solidez de los sistemas financieros nacionales y la
mejora en la calidad del gasto público. La reacción ante esta ampliación del
ámbito de aplicación de las políticas seguidas por el FMI ha sido desigual.
Para algunos es una mayor preocupación por el abordaje de los problemas
estructurales y de los factores que hacen al buen gobierno, para otros es simplemente
inmiscuirse o interferir en mayor grado en asuntos privados de naciones
soberanas.
De más esta decir que, por supuesto, hay reacciones. Estas se ven
materializadas en los ahora mentados “globalifóbicos”, término si se nos
permita aun en discusión y en formación. Dado que dudamos que se pueda estar en
contra de la globalización si se la mira desde una perspectiva histórica, no es
nueva ni es sólo la occidentalización, es simplemente parte de una herencia
mundial de una larga serie de procesos de interacción; y porque además estos
movimientos antiglobalización también hacen uso de elementos de tecnología y
tipos de medio de comunicación que no hubiera sido posible su desarrollo y su
difusión sin la globalización. Una nueva construcción global es la respuesta
necesaria a las dudas globales: las protestas antiglobalización en si misma son
parte del proceso general de globalización, del cual no hay escapatoria ni
grandes razones para escapar.
La nueva estructura de poder que debe ser creada para sostener la
arquitectura institucional misma debe ser revisada a la luz de la nueva
realidad política, de la cual el crecimiento de la protesta globalizada es sólo
una expresión débilmente relacionada.
Conclusiones y perspectivas
El trienio 1997-2000, con las crisis financieras ocurridas en el S.E
Asiático, Rusia y Brasil dejaron la sensación de que ninguno de los países
emergentes puede declarase a salvo de las consecuencias potenciales de la
inestabilidad que caracteriza a las corrientes internacionales de capital
financiero y de sus efectos en los eslabones más débiles del sistema. Estos
países tendrán que dirigir sus políticas a reducir su vulnerabilidad frente a
la crisis. En la medida que uno tras otro, los mercados emergentes opten por
encontrar soluciones de manera unilateral, no se podrá lograr un cambio en el
sistema financiero internacional.
No todos los países que están bajo presión financiera internacional
enfrentan una única y misma tipología de crisis, por lo tanto, las soluciones
no son inequívocamente las mismas, pero esto no implica que no puedan ser
conjuntas con el fin de mejorar el sistema en su totalidad. Inclusive en
algunos casos, ni siquiera existen las condiciones económicas objetivas que
sirvan para justificar dicha presión internacional (salvo por la cuestión de
tratarse de economías emergentes que han recibido importantes ingresos de
capital, con diferentes formas de inversión, y que por ende están sujetas a los
cambios en el sentimiento del mercado, si intentamos personificar una abstracción).
Los mercados financieros son intrínsecamente inestables dado que los
mismos son pragmáticos, por lo tanto, necesitan supervisión y regulación. El
carácter estructural de esta inestabilidad plantea la necesidad de una voluntad
política para remediarlo.
Reconociendo que las relaciones económicas internacionales tienen
su correlato en la política, tanto en el ámbito nacional como internacional, la
respuesta a los períodos de crisis debe darse desde los dos planos.
Al tener presente esta realidad internacional, es que se plantea como
necesidad desde lo financiero que estas economías nacionales den la respuesta
interna para poder superar los períodos de crisis. Una respuesta sensata es
poner fin a este liberalismo exacerbado, ahora bien, esto es algo casi
imposible a nivel del estado-nación individual, para tal fin es necesario la
coordinación de las políticas macroeconómicas de los países emergentes.
Nosotros como miembro de este grupo debemos lograr el consenso necesario para
poder desarrollar las políticas que consideremos justas para paliar la
situación de crisis. Estamos cansados de dar respuesta a la recesión con más
neoliberalismo, que sumado a la “derechización” en política, y la falta de
respuesta al llamado “caos desde abajo” pone en peligro la gobernabilidad.
El debate sobre “regulación y control” versus “liberalización y desregulación”,
originado por los interrogantes que se han abierto a propósito de la
convenciencia o no de la flexiblización de los mercados financieros nacionales,
ha llegado a los más importantes organismos multilaterales de las finanzas
internacionales, en el caso del FMI y especialmente en el Banco Mundial. Para
un experto de Harvard, Dani Rodrik, hay pocas evidencias sobre los beneficios
de la libre movilidad de capitales y demasiados signos de los costos que la
política de apertura conlleva[56].
Bernal-Meza sostiene que, “si bien ésta no es aún una posición dominante
en el seno del FMI, es una señal de alerta, que se agrega a otras advertencias,
en el sentido de que es necesaria una regulación internacional para los
capitales de corto plazo, habida cuenta de su capacidad desestabilizadora.
Frente a esto –y como los países en desarrollo no tienen capacidad política ni
económica de presión para imponer su voluntad al FMI, con el fin de acercar su
posición a la del Banco Mundial- la única alternativa que tienen nuestras
economías para evitar la exposición al riesgo del crack financiero es
establecer regulaciones al capital financiero de corto plazo”[57].
Los estados deben empezar a intervenir en la economía, dado que dicho
rol ha sido históricamente fuente de desarrollo, siendo funcional, a su vez, al
sistema capitalista. Se sostiene que el sistema debe ser regulado y en
ocasiones, espera ser regulado por la respuesta del Estado. Una opción es que
los estados actúen como válvulas, es decir, que permitan la entrada, pero que
restrinjan la salida de los capitales. Si es necesario, se deben imponer
controles sobre la circulación del capital financiero especulativo. Defender los
intereses de los países subdesarrollados no pone en peligro el sistema, ni la
circulación de capitales, por el contrario hace al sistema más estable.
Debemos plantearnos una pregunta, ¿con las ayudas extraordinarias a los
países que tienen dificultades para cumplir con el pago de sus deudas, los
organismos financieros internacionales rescatan a los deudores o a los
acreedores?[58]. Porque si bien el propósito del préstamo sería “ayudar” al
país deudor no falta quienes opinan lo contrario, los rescatados serían los
acreedores (bancos, fondos de inversión) que no asumen ningún riesgo cada vez
que prestan porque saben que si el deudor no puede pagar, los organismos
internacionales saldrán en su socorro y le prestarán los fondos para que puedan
cumplir con el pago de la deuda. Se dice que estas ayudas tienen un “riesgo
moral”, lo que potencia la crisis que se quiere prevenir o desactivar. Esos
rescates incentivan la especulación contra el deudor más insolvente y eso les
permite obtener ganancias extraordinarias a los grandes grupos financieros.
Así, deudores y acreedores tienen incentivos para especular, y de esta manera
aumenta la posibilidad de una crisis que termina pagada por los habitantes de
los países endeudados. Cuando un país se endeuda internacionalmente su
población siempre es la codeudora. Además los rescates no son gratuitos, y para
recuperar lo que prestaron, los organismos financieros pasan a exigir más
austeridad en lo que parece ser una carrera interminable.
La otra respuesta es a escala internacional. Algunos autores han acuñado
el concepto de que existe una economía global, y que para mantener la
estabilidad de la misma, debería crearse un sistema político de igual magnitud.
Por una parte hay que analizar, si verdaderamente existe una economía
global, o bajo ese rótulo se intenta moldear las ideas de los funcionarios
económicos y políticos de los países subdesarrollados para que adopten las
decisiones que sean funcionales a los intereses de los países desarrollados. Lo
que están globalizados son los flujos de capital financiero, apoyados por la
revolución en las telecomunicaciones, que le brindan el soporte para realizar
transacciones financieras en cualquier parte del mundo que le asegure una alta
tasa de rentabilidad en el menor tiempo posible.
Si bien a partir de la década del ’70, con la formulación de la
teoría de la interdependencia compleja, se puso en discusión al Estado como
actor central de las relaciones internacionales, al incorporar a otras
instituciones –corporaciones transnacionales, instituciones
intergubernamentales, organizaciones no gubernamentales, etc.- que influyen
sobre las acciones y toma de decisiones estatales, sigue siendo el Estado el
principal actor dentro del sistema internacional. Pero evidentemente, a pesar
de las críticas que se le realizan al Estado en este mundo “globalizado”, como
el culpable de muchos de los males que aquejan a las economías nacionales
–consenso de Washington-, sigue siendo el Estado el que formula las políticas,
sociales, de desarrollo y exteriores para su sociedad, y es quien da las
respuestas ante los ciudadanos que reclaman día a día por las consecuencias de
la aplicación de políticas económicas impuestas desde los foros internacionales,
cuyo impacto en el ámbito social demostraron ser profundamente inequitativas y
excluyentes.
Evidentemente, las causas de las recurrentes crisis financieras de las
denominadas economías emergentes, no tienen una unívoca causa, pero a su vez,
como correlato de las mismas, se han formulado nuevas políticas desde los
centros de decisión mundial para dar una respuesta que sea funcional a los
principales actores del sistema financiero internacional, sin considerar las
implicancias políticas, sociales y económicas que conllevan dichas acciones
sobre las sociedades de los países emergentes.
Es indudable que se deben replantear muchas de las medidas que se
formulan desde los países centrales a los efectos de crear un sistema
financiero internacional mucho más estable y transparente, que regule el flujo
de capitales especulativos de corto plazo para que los países subdesarrollados
puedan prever una política económica que brinde las mayores garantías para el
bienestar de sus ciudadanos, sin tener que recurrir a los constantes ajustes
impuestos desde los organismos multilaterales de crédito, que no es otra cosa,
que una enorme transferencia de recursos de la población hacia los acreedores
de los países emergentes, que condiciona cualquier política redistributiva en
la sociedad de los recursos del Estado, y condiciona un desarrollo económico
equitativo.
Bibliografía
Aizen, Marina. “Riesgo país o timba en Wall Street” en Suplemento
Zona. Diario Clarín. Buenos Aires, 22 de julio de 2001.
“Turquía no es Rusia” Diario Clarín. Buenos Aires, 22 de febrero de
2001.
Bazzan, Gustavo. “Como se armó el canje de bonos”. Diario Clarín. Buenos
Aires, 20 de Mayo de 2001.
“El fisco espera plata fresca a tasa más baja” Diario Clarín. Buenos
Aires, 10 de Diciembre de 2000.
Beinstein, Jorge. “Crisis de régimen en Argentina” en Le Monde
Diplomatique. Buenos Aires, abril 2001. Belcore, Guillermo. “La
globaldependencia” en Suplemento Económico. Diario La Capital, 7 de noviembre
de 1999.
------ Belcore, Guillermo y otros. “El euro cruza el Atlántico” en
Suplemento Económico. Diario La Capital, 22 de abril de 2001.
Bermúdez, Ismael y otros. “FMI: como negociar y no morir en el
intento” en Suplemento Zona. Diario Clarín. Buenos Aires, 21 de mayo de 2000.
Bermúdez, Ismael. “Historias blindadas” en Suplemento Zona. Diario
Clarín. Buenos Aires, 17 de diciembre de 2000.
Bernal-Meza, Raúl. “América Latina en la economía política mundial”. Ed.
Grupo Editor Latinoamericano. Buenos Aires, 1994.
“Sistema mundial y Mercosur. Globalización, Regionalismo y Políticas
Exteriores Comparadas” Nuevohacer-Grupo Editor Latinoamericano-Universidad
nacional del Centro. Buenos Aires, 2000.
Bonelli, Marcelo. “Foco en la gobernabilidad. El acuerdo con el Fondo”.
Diario Clarín. Buenos Aires, 20 de Mayo de 2001.
“Salió el blindaje: son US$ 39.700 millones”. Diario Clarín. Buenos
Aires, 10 de Diciembre de 2000.
Bouzas, Roberto y Russell, Roberto. “Globalización y regionalismo
en las relaciones internacionales de Estados Unidos”. Ed. Nuevohacer-Grupo
Editor Latinoamericano. Buenos Aires, 1996.
Calamitsis, Evangelos y otros. “Efectos de la crisis de Asia en otras
regiones” en Revista Finanzas y Desarrollo. Ed. Fondo Monetario Internacional.
Vol. 35. N 3 Septiembre de 1998.
Calcagno, Alfredo. “El régimen de convertibilidad y el sistema
bancario en la Argentina” en Revista de la CEPAL N 61. Ed. Naciones Unidas –
CEPAL. Abril de 1997.
Calcagno, Alfredo Eric y Calcagno, Eric “Un proyecto regional que
reclama grandeza de miras” en Le Monde Diplomatique. Buenos Aires, abril 2000.
“Cuanto tiempo le queda al modelo-de Martinez de Hoz al blindaje” en Le
Monde Diplomatique. Buenos Aires, enero 2000.
“El precio de la convertibilidad” en Le Monde Diplomatique. Buenos
Aires, febrero 2000.
Calcagno, Alfredo Eric y otros. “Neoliberalismo y democracia-genialogía
e ilegalidad del modelo argentino” en Le Monde Diplomatique. Buenos Aires,
junio 2000.
Cardoso, Raúl Oscar. “Turquía no queda tan lejos”. Diario Clarín 24 de
febrero de 2001.
“Nueva forma de hacer política”. No sólo protestan, piensan. Diario
Clarín 26 de julio de 2001
“Washington no cree en rescates” Diario Clarín 28 de julio de 2001
“La globalización es autoritaria?”. Diario Clarín 21 de julio de 2001
---------------------------------- Casas, Juan Carlos y otros. “Acreedores y
deudores: divide al mundo el Ecuador” en Suplemento Económico. Diario La
Capital, 3 de octubre de 1999.
Cassen, Bernard. “Las instituciones de Bretton Woods en crisis” en Le
Monde Diplomatique. Buenos Aires, septiembre 2000
Clairmont, Frédéric. “La resaca después de la fiesta: grave situación
económica en Estados Unidos” en Le Monde Diplomatique. Buenos Aires, mayo 2001.
Crooks, Ed y Beattie, Alan. “En el Fondo no hay consenso”
www.clarin.com/suplementos/economico/2000-05-21/i-01801e.htm
De la Dehesa, Guillermo. “Hay que romper el maleficio del riesgo país”
en Suplemento Enfoques del Diario La Nación. Buenos Aires, 10 de junio de 2001.
Del Carril, Mario. “Los economistas hablan de más” Diario La Nación.
Buenos Aires, 31 de julio de 2001.
Ferrer, Aldo. “Hechos y ficciones de la globalización. Argentina y
el Mercosur en el sistema internacional”. Ed. Fondo de Cultura Económica.
Buenos Aires, 1997.
Ffrench-Davis, Ricardo. “Enfrentando y previniendo las crisis
financieras” en Revista Estudios Internacionales. Año XXXI Julio-Diciembre
1998. N 123-124. Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de
Chile. Chile.
“La dependencia externa. El contagio turco”. En Diario La Nación. Buenos
aires, 16 de julio de 2000.
Figueroa, Adolfo. “Equidad, inversión extranjera y competitividad
internacional”. en Revista de la CEPAL N 65. Ed. Naciones Unidas – CEPAL.
Agosto de 1998
Fischer, Stanley. “El FMI y la reforma rusa” en Suplemento Económico.
Diario Clarín 17 de octubre de 1999.
“La crisis de Asia y la función que cumple el FMI” en Revista Finanzas y
Desarrollo. Ed. Fondo Monetario Internacional. Vol. 35. N 2 Junio de 1998.
Fernández-Muro, Clara García y Olivié Aldasoro, Liliana. “Modelos
teóricos de crisis de tipo de cambio y su aplicación a las crisis de Asia
Oriental”
www.ucm.es/BUCM/cee/doc/9900/9910.htm
Fondo Monetario Internacional. “Solución y prevención de las
crisis financieras: El papel del sector privado” Marzo de 2001.
www.imf.org.external/np/exr/ib/2001/esl/032601s.htm
Forbes, Steve. “El FMI es el gran problema” en Suplemento Económico.
Diario La Capital, 12 de agosto de 2001.
Fukuyama, Francis. “La historia sigue terminando” en Suplemento Zona.
Diario Clarín. Buenos Aires, 27 de junio de 1999.
Gabetta, Carlos. “La impotencia de Argentina” en Le Monde
Diplomatique. Buenos Aires, abril 2000. -----“Cavallo al timón de un país a la
deriva” en Le Monde Diplomatique. Buenos Aires, mayo 2001.
“Jaque a la República” en Le Monde Diplomatique. Buenos Aires, abril
2001.
Gambier, Mario. “Diccionario para leer la crisis”. Revista Diario La
Nación. 29 de abril de2001.
Gambina, Julio y otros. “La deuda externa y la constitución de ATTAC”
Revista Realidad Económica N 165. Instituto Argentino para el Desarrollo
Económico. Buenos Aires.
Gardels, Nathan. “Sobre la historia poshumana, entrevista a Francis
Fukuyama” en Suplemento Zona. Diario Clarín. Buenos Aires, 27 de junio de 1999.
González, Felipe. Seminario “Movimientos internacionales de capitales,
crisis financieras, gobernabilidad democrática”. Bruselas, 7-8 de mayo de 1998.
www.globalprogress.org/castella/seminarios/sintesis-movimiento-capitales.htm
Gosman, Eleonora. “Quieren controlar el movimiento de los capitales
especulativos” en Economía. Diario Clarín. Buenos Aires 30 de junio de 1999.
Guilhot, Nicolás. “De los economistas a los politólogos. Evolución del
Banco Mundial” en Le Monde Diplomatique. Buenos Aires, septiembre 2000.
Guitián, Manuel. “Como lograr una buena gestión de los flujos
mundiales de capital” en Revista Finanzas y Desarrollo. Ed. Fondo Monetario
Internacional. Vol. 35. N 2 Junio de 1998.
Gupta, Sanjeev y otros. “Cómo mitigar el costo social de la crisis de
Asia” en Revista Finanzas y Desarrollo. Ed. Fondo Monetario Internacional. Vol.
35. N 3 Septiembre de 1998.
Heymann, Daniel. “Grandes perturbaciones macroeconómicas, expectativas y
respuestas políticas” en Revista de la CEPAL N 70. Ed. Naciones Unidas – CEPAL.
Abril de 2000.
Kohut, John y otros. “James Tobin: el tributo de la justicia”
www.unesco.org/courier/1999_02/sp/dires/txt1.htm
Lozano, Claudio. “El blindaje financiero”. Revista Realidad Económica N
146. Instituto Argentino para el Desarrollo Económico. Buenos Aires.
Krugman, Paul. “De vuelta a la economía de la Gran Depresión”. Ed. Grupo
Editorial Norma. Buenos Aires, 1999.
“El internacionalismo moderno. La economía internacional y la mentiras
de la competitividad”. Ed. Crítica-Grijalbo-Mondadori. Barcelona, 1997.
“Castigo gratuito a la Argentina” Diario Clarín 19 de julio de 2001.
Lacoste, Pedro. “Estimular la actividad”. Diario Clarín. Buenos Aires,
10 de Diciembre de 2000.
Lafontaine, Oskar. “Wall Street no puede diseñar nuestro futuro” Diario
Clarín. Buenos Aires, 18 de julio de 2001.
Lane, Timothy. “La crisis financiera de Asia: que hemos aprendido?” en
Revista Finanzas y Desarrollo. Ed. Fondo Monetario Internacional. Vol. 36. N 3
Septiembre de 1999.
Lipsky, Jhon. “Crisis de Asia: una perspectiva de mercado” en Revista
Finanzas y Desarrollo. Ed. Fondo Monetario Internacional. Vol. 35. N 2 Junio de
1998.
Naciones Unidas. “Hacia la creación de un sistema financiero
internacional estable que responda a los desafíos del desarrollo, especialmente
en los países en desarrollo” A/RES/54/197 18 de enero de 2000. ---
http://www.un.org/spanish/documents/ga/res/54/54r197s.pdf
Ocampo, José Antonio. “La reforma financiera internacional: una agenda
ampliada” en Revista de la CEPAL N 69. Ed. Naciones Unidas – CEPAL. Diciembre
de 1999.
Ocampo, José Antonio. “Más allá del consenso de Washington: una visión
desde la CEPAL” en Revista de la CEPAL N 66. Ed. Naciones Unidas – CEPAL.
Diciembre de 1998.
O’ Donnell, María. “Las empresas deben tener un compromiso social” en
Suplemento Enfoques. Diario La Nación. Buenos Aires, 21 de noviembre de 1999.
--------------------------- Oña, Alcadio y otros. “Candidatos a la deuda” en
Suplemento Zona. Diario Clarín. Buenos Aires, 18 de julio de 1999. ------------
Ortíz Martínez, Guillermo. “Que enseñanzas nos ofrece la crisis de México para
la recuperación de Asia?” en Revista Finanzas y Desarrollo. Ed. Fondo Monetario
Internacional. Vol. 35. N 2 Junio de 1998. -------- Oxfam. “Remedios ortodoxos
sólo agravan la crisis”
www.tercermundoeconomico.org.uy/TME-102/analisis01.htm
Perry, Guillermo. “deuda y sostenibilidad fiscal: se repite la historia?
en Revista de la CEPAL N 62. Ed. Naciones Unidas – CEPAL. Agosto de 1997.
Rivas. Armando. “Al rescate” en Suplemento Económico. Diario La Capital,
5 de agosto de 2001.
Roett, Riordan. “Mercosur: integración regional y mercados mundiales” Ed
Nuevohacer-Grupo Editor Latinoamericano. Buenos Aires, 1999.
Samuelson, Paul. “El crecimiento, en duda” en Suplemento Económico.
Diario Clarín 25 de febrero de 2001.
Sanchez, Matilde. “Confesiones de un capitalista, la crisis según
Soros” en Suplemento Zona. Diario Clarín. Buenos Aires, 28 de febrero de 1999.
SELA. “Comparación de la integración regional en la Asociación de
Naciones del Sudeste Asiático y Asia Pacífico con América Latina y el Caribe”
http://www.lanic.utexas.edu/~sela/docs/dsd1106.htm
Sen, Amartya. “Desigualdad versus globalización” Diario Clarín. Buenos
Aires, 24 de julio de 2001.
Sevares, Julio. “Crisis: riesgo sin control en el mercado financiero
internacional” Revista Realidad Económica N 146. Instituto Argentino para el
Desarrollo Económico. Buenos Aires.
- Sorman, Guy. “El capitalismo y sus enemigos”. Ed. EMECE. Buenos Aires,
1994.
- Soros, George. “La crisis del capitalismo global. La sociedad abierta
en peligro”. Ed. Sudamericana. Buenos Aires, 1998.
- Stepanek, Marcia. “Hay demasiado capitalismo?” en Suplemento
Económico. Diario La Capital, 2 de agosto de 1998.
Sukup, Viktor. “Asia frente al siglo XXI. De los “milagros” a las
“debacles”?. Ed. Corregidor-Universidad Nacional del Centro-Centro Alexander
Von Humboldt. Buenos Aires, 2000.
Thurow, Lester. “El futuro del capitalismo. Como la economía de hoy
determina el mundo del mañana”. Ed. Javier Vergara. 1996.
Thurow, Lester. “la recesión no es lo peor que puede pasar” en
Suplemento Económico. Diario La Capital, 28 de enero de 2001.
Viglieca, Olga y Avignolo, María Laura. “Los rebeldes de la
globalización” en Suplemento Zona. Diario Clarín. Buenos Aires, 7 de mayo de
2000.
Vilas, Carlos. “Gobernar la globalización?. La regulación de los
movimientos internacionales de capital”. Revista Realidad Económica N 165.
Instituto Argentino para el Desarrollo Económico. Buenos Aires.
Zahler, Roberto. “Política monetaria con apertura de la cuenta de
capitales”. en Revista de la CEPAL N 48. Ed. Naciones Unidas – CEPAL. Diciembre
de 1992
[1] Ffrench- Davis, Ricardo: “ Enfrentando y previniendo las
crisis financieras”, en Revista Estudios Internacionales. Año XXXI, julio-
diciembre 1998. N° 123-124.
[2] Para más información Cfr,: Roberto Zalher “Política monetaria
con apertura de capitales” Revista de la CEPAL Nro.48, Diciembre de 1992,
Santiago de Chile.
[3] Benjamin J. Cohen, “The Triad and The Unholy Trinity: Lessons for
the Pacific Region” en Richard Higgot, Richard Leaver y John Rovenhill (eds.),
“Pacific Economic Relations in the 1990s: Cooperation or Conflict? (Boulder,
Colo.: Lynee Reiner, 1993), cap.7. Si se agrega el libre comercio a esta
ecuación se produce lo que Tommaso Padoa-Schioppa llama el “Cuarteto
Inconsistente”, en “Globalización y Regionalismo en las Relaciones
Internacionales de Estados Unidos” Roberto J. Bouzas / Roberto Russell (org.).
Nuevo Hacer, Grupo Editor Latinoamericano, 1996. p.46.
[4] “¿Gulliver o Lilliputienses? Los Estados Unidos en la economía
mundial de hoy”, Benjamin J. Cohen en “Globalización y Regionalismo...” Roberto
J. Bouzas / Roberto Russell (org.), Ibid. p. 46
[5]A comienzo de los años noventa, las tasas de interés en los países
avanzados eran excepcionalmente bajas porque los bancos centrales estaban
tratando de sacar a sus economías de una recesión leve y muchos inversionistas
salieron al exterior en busca de mayor rentabilidad. Quizá lo crucial fue que
los fondos de inversión acuñaron un nombre nuevo para lo que antes se llamaba
Tercer Mundo, o países en desarrollo: ahora eran “ mercados emergentes”, la
nueva frontera de la oportunidad financiera.
“Mercados emergentes” es la nueva categoría o conjunto de países
que venden su deuda en los mercados financieros y de comercio, y que tienen
capacidad para crecer, siempre que hagan las reformas exigidas por los
inversionistas. Dentro de este conjunto encontramos a países tales como:
Polonia, Rusia, Turquía, Corea, Brasil, Venezuela, México, Ecuador; Perú y
Argentina, entre otros.
[6] Soros nos dice: “se supone que los mercados se autocorrigen
pero eso es una ilusión” en “La crisis del Capitalismo Global- La Sociedad Abierta
en peligro” George Soros Ed. Sudamericana 1999. p.222.
[7] El Acuerdo Multilateral de Inversiones comenzó a ser negociado en
1997, en Ginebra. Este acuerdo, que abarcará cerca del 95 % del comercio financiero,
está siendo negociado por 102 países que podrían abrir así sus sectores
bancarios , de seguros y otras instituciones financieras, a las inversiones
internacionales. En Raúl Bernal- Meza, “Sistema Mundial y Mercosur-
globalización, regionalismo y políticas exteriores comparadas”. Nuevo hacer Grupo
Editor Latinoamericano y Universidad Nacional del Centro de la Provincia de
Buenos aires p.105.
[8] “La mundialización de la economía ha requerido,
históricamente, de la movilidad internacional del capital. La primera de sus
formas fue la de préstamos a países, más tarde la inversión extranjera, que
abarcó desde la segunda mitad del siglo XIX y cuya transferencia contemporánea
se hace vía la IED. De las grandes empresas y corporaciones internacionales. La
segunda de las formas ha sido la participación de capitales de origen
nacionales distintos en la constitución de empresas y sociedades tanto nacionales
como transnacionales. El tercer mecanismo fue el establecimiento de un mercado
mundial de divisas , propósito de los Acuerdos de Bretton Woods en la segunda
post-guerra, pero cuya base la constituyó la implementación del patrón oro, por
parte de Gran Bretaña en el siglo XIX, como una de las políticas esenciales de
su hegemonía económica” en Raúl Bernal- Meza, Ibid. p. 105.
[9] Mario Rapoport, “la globalización económica: ideologías,
realidad historia” en Ciclos, Universidad de Buenos Aires, volumen VII, número
12, año 1997, p. 19. Íbid. p 106.
[10] Raúl Bernal-Meza. op. cit. p. 107.
[11] En cierto sentido para que no se cumplieran las predicciones
malthusianas. ---------------------
[12] Julio Sevares “Crisis: Riesgo sin control en el mercado financiero
internacional”-Realidad económica Nro. 146.
[13] Entrevista a Francis Fukuyama:- “La expresión “historia
poshumana” tiene que ver con la problemática de la naturaleza humana”-(...)-
“La época que va de la Revolución Francesa hasta el fin de la Guerra Fría vio
la aparición de diferentes doctrinas que esperaban superar los límites de la
naturaleza humana a través de la creación de un nuevo tipo de ser humano. La
caída de esos experimentos a fines del siglo xx demostró los límites de la
ingeniería social y avaló, en mi opinión, un orden liberal con base en el
mercado, fundado en la naturaleza humana. A eso me referí al hablar del “fin de
la historia” en el sentido hegeliano-marxista de la evolución progresiva de las
instituciones humanas políticas y económicos”. Si el motor que hacía avanzar la
historia según Hegel y Marx era, la contradicción entre la libertad y las
necesidades humanas, cree que tal vez el motor de la historia poshumana sea el
conflicto entre la libertad y las tecnologías. “Sobre la historia “poshumana”,
entrevista a Fukuyama de Nathan Gardels. Los Angeles Times Sindícate y Clarín,
Zona, domingo 7 de mayo de 2000. p.9.
[14] Soros, George “La crisis del ...” ibid. p.18.
[15] Ibid... p.88.
[16] Los tipos monetarios de libre fluctuación son intrínsecamente
inestables debido a la especulación seguidista, que además da a la
inestabilidad un carácter acumulativo porque la especulación seguidista tiende
a crecer en importancia con el tiempo.
[17] Julio Sevares, Ibid...
[18] Durante las tres primeras décadas después e la Segunda Guerra
Mundial, las instituciones que se crearon en respuesta a la crisis de los años
’30 impidieron la repetición de la crisis del jueves negro y sus consecuencias.
A tal punto que se creyó posible que la inestabilidad financiera no era parte
inherente del Capitalismo. Por esto, hacia 1971, comenzó un movimiento
económico por una menor regulación de los mercados financieros, que provocó el
pasaje del mundo de un tipo de cambio fijo a uno flexible.
Lester Thurow, sostiene que en 1971 fue posible creer, de hecho casi
todos los economistas lo hicieron, incluyéndose en el grupo, que una tendencia
a la flexibilización de los tipos de cambio conduciría a una gran estabilidad
económica y financiera. Nos dice que el economista Charles Kindleberger es el
único que puede decir con franqueza “lo vaticiné”. Los valores de la moneda no
se pueden mantener constantes a menos que los fundamentos (básicamente la
diferencia entre la tasa de inflación y el porcentaje de crecimiento de la
productividad) sean equivalentes entre dos naciones cualesquiera. Como los
fundamentos casi nunca son equivalentes, se requiere un ajuste periódico de los
mismos. En un sistema de tipo de cambios fijos, estos tienden a ampliarse, ya
que las naciones se resisten a cambiar los valores de sus monedas hasta que los
fundamentos se han desviado de la línea y han agotado todos los esfuerzos para
detener los flujos de capital. Cuando llega ese momento, los valores de la
moneda tienden a cambiar de una manera muy previsible. Mientras los gobiernos
vacilan, los fondos abandonan esos países con monedas débiles y se dirigen hacia
aquellos con monedas fuertes.
Según Thurow, en teoría los tipos de cambio flexibles deberían haber
conducido a modificaciones más frecuentes y mucho más pequeñas en los tipos de
cambio, modificaciones que serían menos perjudiciales para el comercio internacional
y la inversión extranjera directa que las amplias modificaciones infrecuentes e
impredecibles en los tipos de cambios que son combatidas por el gobierno. Los
movimientos especulativos de capital tenderían a ser más reducidos, porque
teóricamente las monedas pueden no alejarse mucho de sus valores reales
equilibrados y con varios cambios pequeños hacia arriba o hacia abajo sería más
difícil predecir hacia dónde irán los valores de la moneda en el corto plazo.
Para Lester Thurow, el desplazamiento a los tipos de cambio
flexible no funcionó como se habría predicho. Nos cuenta que las fluctuaciones
llegaron a ser más grandes, y las diferencias entre lo que habían vaticinado
las teorías de la paridad del poder adquisitivo sobre el valor de la moneda y
los valores reales en los mercados de cambio llegaron a ser más amplias. Los
especuladores, que se suponía que estaban atentos a los valores en el largo
plazo, compensando los efectos de los especuladores a corto plazo, no existían.
Una vez que se iniciaba la estampida, todos saltaban por encima de las
tendencias sin importarles los fundamentos. Las monedas subían y bajaban
estrepitosamente. Las grandes y rápidas oscilaciones en los valores de la
moneda llegó a ser un hecho casi cotidiano. (En Lester Thurow “El futuro del
Capitalismo”
–cómo la economía de hoy determina el mundo del mañana- Javier Vergara
Editor, 1996. pp.239-240).
[19] Entendido en términos de países, con economías dinámicas, que en
épocas de bonanza económica siguen los lineamientos del FMI. Ejemplo: países
del Sudeste Asiático.
[20] “Burbuja”, concepto que se relaciona directamente con la crisis de
empapelamiento y que nos retrotrae también a los tiempos de la “Gran
Depresión”.
[21] La crisis financiera de México se convirtió en un llamado de
atención no sólo para México sino para todos los países de la región de América
Latina y el Caribe (ALC). Y a la vez puso de manifiesto a los líderes de la
región que la reforma es un proceso continuo que nunca se detiene y que ellos
deben estar en permanente alerta a los cambios en el entorno en el cual operan.
Ratificó la urgencia de comenzar la segunda fase de reformas y de clarificar su
agenda. La reconstrucción del Estado y la reducción de la pobreza y las
desigualdades son aspectos críticos para la consolidación de las reformas que
ya se han implantado así como también para lograr un mayor crecimiento
económico hacia el futuro, Cfr. Shahid Javed Burki y Sebastián Edwards “América
Latina y la Crisis Mexicana: Nuevos desafíos”, junio de 1995, Banco Mundial,
Washigton, D.C.
[22] “After Mexico who’s next?, Fortune, 6 de marzo de 1995, p.14 en
Lester Thurow “el futuro del Capitalismo...” p.240.
[23] “Seis meses antes de la crisis, México era ampliamente citado
como la nación que estaba en el rumbo correcto. Había eliminado los grandes
déficit presupuestarios de comienzo de los ochenta y había logrado un
equilibrio fiscal. Estaba desregulando y privatizando (se habían vendido más de
mil empresas públicas). La desregulación se había ampliado. Desechando las
viejas recomendaciones de proteccionismo, se había incorporado al NAFTA y había
reducido severamente los aranceles y las cuotas”en Lester Thurow, ibid p.241
[24] Anthony DePalma, “Turnmoil Grips Mexico over Shock Plan for
Economy”, International Herald Tribune, 13 de marzo de 1995, p.1 en Lester
Thurow, ibid... p.240
Para más información se recomienda el capítulo nro. 8: “Desafiar el
saber Convencional”(presentado en una conferencia en Ciudad de México en marzo
de1993) del “Internacionalismo Moderno –La economía internacional y las
mentiras de la competitividad”, Paul Krugman, Ed. Crítica- Grijalbo- Mondadori,
1997.
25] “Sorry, Gringos”, The Economist, 26 de agosto de 1995. p.65 en
Lester Thurow, ibid..., p.242.
[26] ibid...
[27] Lester Thurow, “el futro del Capitalismo…” ibid... p.242.
[28] Lester Thurow, ibid... p.243-244.
[29] Entre los críticos de las instituciones de Bretton Woods
encontramos al liberal Jeffry Sachs, que confirma que la mala gestión del FMI,
tuvo mucho que ver con el estallido de la crisis y con la expansión del pánico
financiero.
[30] Soros, George, obra citada, p.91
[31] Como buscaban un desarrollo confiable y duradero, sostenible
y eficaz, no dejaron la posibilidad de lograr el desarrollo solo bajo las
fuerzas del mercado. Trataron de controlar estas fuerzas mediante el rol del
estado. Capacitación y formación no pueden estar libradas a las fuerzas del
mercado.
[32] Por otra parte, Henry Kissinger, George Soros y otros encumbrados
del establishment mundial, multiplican las advertencias sobre los peligros de
un “capitalismo descontrolado”. El Banco mundial plantea ahora, entre otras
cosas, que el estado debe ayudar a los grupos sociales más vulnerables y
ocuparse de la infraestructura y el medio ambiente (Golbert); y hasta Michael
Camdessus, mandamás del FMI y por ende tal vez el máximo responsable individual
de lo que pasa en estos años en la economía mundial, se dio cuenta, de repente,
cuando ya casi iba a renunciar -¡más vale tarde que nunca!- de que “se ha permitido
el desarrollo de capitales en la anarquía más absoluta a escala mundial...” en
“Asia frente al siglo XXI -¿de los “milagros” a las “debacles”?-Ed. Corregidor,
2000. p.246.
[33] Es importante destacar y diferenciar la modalidad de
inserción en la economía mundial y la estrategia de industrialización adoptada
por los países asiáticos y los latinoamericanos. Mientras que a partir de la
década de los ’60, los países del S.E Asiático adoptaron el modelo llamado
“Industrialización orientada por las exportaciones” (IOE), por su parte América
Latina adoptó el modelo de “industrialización por sustitución de importaciones”
(ISI), vía clásica de la industrialización en la región desde 1930.
[34] Soros, George, obra citada, p.216.
[35] Los asiáticos para Krugman, crecieron a base de input por eso
los compara con la Rusia stalinista de los años ‘50.
[36] De la Balze, F. “Asia deberá aceptar ahora jugar con las
reglas de todos. -Los chinos son muchos-“. Diario Página 12, 14 de diciembre de
1997.
[37] Víctor Sukup. op. cit. pp. 56-57.
[38] Para Soros es en Rusia donde se observó claramente la acción
del “Capitalismo Salvaje”, una vez caída la URSS, la manera más eficaz de acumular
capital privado desde un punto de partida cercano a cero es apropiándose de los
activos del Estado por diferentes medios poco justos o corruptos y por
mecanismos que más de una vez actuaron sobre la anarquía.
[39] Según “The Economist” por la fuga de capitales en la última década
salieron de Rusia 100 mil millones de dólares.
[40] En menos de una semana, se produjo una retirada masiva de
divisas (5.000 millones de dólares en un solo día), un vaciamiento de depósitos
bancarios, la Bolsa de Estambul se desplomó, los tipos de interés llegaron a
alcanzar un 7.000% y el abandono del cambio fijo de la lira turca la empujó
hasta un 36% a la baja. En la práctica, la economía se dolarizó abruptamente.
Aprovechándose del caos, los grandes capitalistas especularon contra la lira y
obtuvieron excelentes beneficios, demostrando una vez más cuál es el contenido
real que para ellos tienen los equivocamente llamados “intereses nacionales”
que no es otro que el aumento de su riqueza privada.
[41] Clarín, sábado 24 de febrero de 2001. Opinión-Panorama
internacional pp/27
[42] Ibíd..
[43] Ibíd..
[44] La competitividad de un país se puede definir como su
capacidad de ganar posiciones en los mercados internacionales. La teoría nos
dice que, en el largo plazo, esa capacidad depende de la productividad relativa
del país.
[45] Para un mejor análisis de la competitividad y las implicancia s
internas se recomienda el artículo de Adolfo Figueroa, “Equidad, Inversión
extranjera y Competitividad”- Revista de la CEPAL Nro.65. Agosto de 1998.
[46] Vale la aclaración de que la convertibilidad argentina se
asemeja a la caja de conversión de Hong Kong.
[47] Krugman sostiene que en un sistema mundial de tipos de cambio
fijos, en el que los países vinculan el precio de su moneda a una divisa
reserva, implica una sorprendente asimetría. El país emisor de la moneda
reserva, que no tiene que fijar ningún tipo de cambio, puede influir en la
actividad económica, tanto interna como externa, mediante su política
monetaria. Todos los demás países no pueden influir en su nivel de
productividad, o en el producto externo mediante políticas monetarias. Esta
asimetría de la política económica refleja el hecho de que el país emisor de la
divisa no contribuye a la financiación de la balanza de pagos. Nuestra
dependencia se ve entonces manifiesta en la Convertibilidad, trae dificultades
para nuestras exportaciones generando, o intensificando el carácter deficitario
de nuestra balanza de pagos.
[48] Caja de conversión, es un régimen de tipo de cambio fijo, que
actúa mediante un mecanismo automático que emite y retira moneda local si la
cantidad equivalente de moneda de reserva se deposita en la caja de conversión
o se retira de ella.
[49]Robert Rubin, secretario del Tesoro de Estados Unidos, durante
la administración Clinton, nos dice que “en la medida que el contagio se expanda
a Latinoamérica, corremos el riesgo de sufrir un impacto adicional sobre
nuestra economía” ( por lo que reclamó en varias oportunidades una rápida
aprobación del aumento de la cuota para el FMI).
[50] Krugman, Paul “De vuelta ala economía de la Gran Depresión”
Ed. Norma 1999. pag183
[51] Básicamente problemas de desempleo y subempleo.
[52] Soros, George, obra citada, p.178.
[53] Fischer, Stanley “ La crisis de Asia y la función que cumple el
FMI” en Finanzas & Desarrollo, publicación trimestral del FMI junio 1998
volumen 35, número 2. pag 4
[54] Soros, George, obra citada, p.179.
[55] Debemos destacar que en sus inicios los fondos del FMI y los
préstamos del Banco Mundial estaban dirigidos casi exclusivamente para los
países de Europa Occidental y la reconstrucción de sus economías de posguerra.
[56] El propio vicepresidente del Banco Mundial, Joseph Stiglitz,
había advertido que “si Tailanda hubiera mantenido las regulaciones a la
entrada de capital que tuvo durante el milagro asiático y no les hubiera hecho
caso a quienes la convencieron de que estaba alterando la disposición eficiente
de recursos, tal vez hoy no estaría sufriendo esta crisis, su primera caída en
más de tres décadas” Cfr. Clarín, “FMI-Banco Mundial: la lucha por la agenda”,
Buenos Aires, 5 de julio de 1998, Económico, p. 2, en Bernal-Meza, op. cit. p.
107.
[57] Bernal-Meza, op. cit. pp. 107-108.
[58] Ismael Bermúdez, “Historias Blindadas”-La inquietante teoría del
riesgo moral-Clarín, Zona, Domingo 17 de diciembre de 2000, pp/6 y 7.-.
Publicado por Cortez Honorio, José
David en 16:39
Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con FacebookCompartir en Pinterest
Etiquetas: CRISIS FINANCIERAS INTERNACIONALES Y MERCADOS
EMERGENTES