Núcleo economía de lo público
La globalización para los países como el nuestro ha impuesto nuevas reglas
en la eficiencia, en la producción y en la asignación de recursos. Así, la búsqueda
por hacer compatible el interés individual y el colectivo, el incremento de la
competitividad, la satisfacción de las demandas ciudadanas y la posibilidad de
―escogencia social‖, se debate con una economía que debe garantizar las
condiciones básicas sociales, de producción y de acumulación de las micro y mezo
economías.1
La economía de lo público es una disciplina que se encuentra en un proceso
de transición y se refiere, según Fernando Rojas (1996)2
, generalmente a la manera
como se priorizan y se satisfacen, con recursos escasos, los bienes y servicios de
interés colectivo. Así ante la dicotomía entre lo público y lo privado de la economía,
el estado y sus aparatos deben velar por ofrecer marcos regulatorios que garanticen
los derechos y deberes entre la sociedad civil, sus intereses particulares y los del
colectivo. En el campo de la administración pública, se trata de combinar los
recursos institucionales de una sociedad no solamente los del aparato público que
se caracterizan por funciones de producción y cambios constantes3
.
Por ello este núcleo busca que el estudiante pueda comprender desde la
perspectiva de las relaciones humanas y de éstas con el medio, las teorías
económicas, las implicaciones de las políticas públicas y los procesos económicos
regionales y territoriales, mediante la fundamentación de las ciencias económicas y
el abordaje del pensamiento económico que históricamente ha evolucionado a las
nuevas concepciones de los procesos de producción, distribución e intercambio4
.
Dentro del plan de estudios se cuenta con ocho (8) asignaturas de las cuales
se hace a continuación, una breve presentación.
1
Tomado del Programa Curricular de Ciencias Políticas y Administrativas. Escuela Superior de
Administración Pública. 1998.
2
ROJAS, Fernando. Economía Pública Contemporánea. Escuela Superior de Administración Pública. Taller
de Publicaciones de la ESAP. 1996.
3 Ibid.13.
4 Tomado del Documento de Condiciones Iniciales, Factor No 4 Estructura Curricular. Escuela Superior de
Administración Pública. Programa a Distancia. 2004.
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Tema de reflexión: El mundo antiguo
El mundo antiguo, de acuerdo con la particular visión europea de la historia,
abarca desde la prehistoria de los pueblos de Asia Menor y Norte de África hasta la
edad media de Europa.
Los pueblos del Asía Menor y del Norte de África se
caracterizaban por el control del Estado sobre la producción agrícola y minera, el
comercio entre pueblos vecinos y lejanos a cargo de comerciantes independientes,
la producción de bienes manufacturados por artesanos libres, y las grandes
construcciones por iniciativa gubernamental y mediante la contratación de mano de
obra.
Este sistema de intercambios requirió de la evolución de la legislación que
regulaba los contratos comerciales y de mano de obra; también requirió de un
sistema monetario basado -luego de una larga evolución- en metales preciosos y la
acuñación a cargo del Estado. Dentro de las monedas más antiguas que se
conocen está el electro, una moneda en forma de riñón compuesta por una
aleación natural de oro y plata acuñada en Lidia (600 a.c.). Todas estas
característica fueron compartidas también por los egipcios, griegos, fenicios y
cartagineses, hasta llegar a un alto grado de madurez en el Roma.
Los filósofos griegos, fértiles en las ideas sobre todo tipo de hechos sociales,
fueron muy activos y perspicaces pensadores económicos y se acercaron a los
problemas económicos de una forma que se puede reconocer como muy moderna
pues abocaron muchos de los temas económicos de una forma que hoy se
reconoce como parte de la actual ciencia económica.
No obstante que el significativo avance del pensamiento económico del
mundo antiguo fue interrumpido por la caída del Imperio Romano de Occidente,
dentro de Roma, antes y durante Imperio, iniciaron su evolución instituciones
económicas que después caracterizaron la economía de la edad media y el
feudalismo.
De acuerdo con Beer (1966), ya desde antes del imperio, en Roma
coexistieron los pequeños propietarios campesinos junto a grandes terratenientes
que concentraron la propiedad de la tierra de forma progresiva a través de la
apropiación de las tierras públicas; los campesinos por su parte debían sufrir leyes
Pensamiento económico
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muy duras sobre el crédito y elevadas tasas de interés.
En el año 367 con las leyes
licíneas se trató de reducir el proceso de concentración al establecer 500 yugas5
como el límite de la cantidad de tierra comunal que una persona podía apropiarse.
Ya en la época del imperio, Tiberio Graco (163 – 133 a.c.) propuso de nuevo
limitar el tamaño máximo de la apropiación individual de las tierras comunales y
que el excedente liberado por esa medida se entregara a las familias campesinas
con capacidad de heredarlas.
La agitación popular liderada por Tiberio logró que
estas medidas fueran aprobadas por el Senado y que se establecieran 80 mil granjas,
pero luego este líder popular fue asesinado.
Cayo Graco, hermano del anterior y
elegido también como Tribuno, con el propósito de ocupar los sin trabajo logró
impulsar un amplio programa conjunto de construcción de carreteras y
colonización.
Por la época de Augusto (63 a.C.-14 d.C.) se hizo evidente que el campo
carecía de suficiente mano de obra debido a la urbanización de las costumbres;
Augusto intentó resolver el problema con la regulación del matrimonio volviéndolo
obligatorio con la intención de promover el crecimiento de la población e incluso se
dice que promovió el regreso recurriendo a la literatura.
Esto explicaría porqué
Virgilio, entre los años 36 y 29 a.C. escribió las Geórgicas, un poema en cuatro
volúmenes sobre la vida campesina y que lo elevó como el mejor poeta de su
tiempo. La realidad es que Las Georgias es un tratado técnico sobre la agricultura, y
una notable defensa del retorno al campo y de restablecer la vida agrícola
tradicional en Italia.
Entonces parte de la solución se encontró con la entrega de parcelas para
que los campesinos las trabajaran y vivieran en ellas.
Posteriormente, al final del
siglo III, mediante un edicto imperial se obligó a los campesinos agricultores y sus
herederos a que permanecieran en sus tierras a cambio de la garantía de la
permanencia de la propiedad, aún si eran esclavos.
Con este tipo de arreglo los
grandes terratenientes lograron el poder de un pater familias sobre los colonos de
sus tierras. Incluso los pequeños campesinos independientes pasaron a depender
cada vez más de los señores de la tierra.
Más tarde cuando conquistaron el Imperio Romano de Occidente los
pueblos germanos dejaron intacto el sistema de señoríos y campesinos
dependientes; la Iglesia y los príncipes se encargaron de difundirlo por el resto de
Europa, es decir, por Inglaterra, el centro de Europa y Escandinavia.
Los pequeños
propietarios que aún existían no encontraron otra opción que incorporarse a los
5 señoríos. Más aún, a través de la legislación se fortaleció el sistema señorial; este
fue el caso de Inglaterra donde en el siglo IX Alfredo el Grande decretó que todo
hombre debía tener un señor.
Finalmente, la caída del Imperio Carolingio en el
siglo IX eliminó la única alternativa, aseguró el régimen señorial como la unidad de
autoridad política local predominante y estrechó la relación entre el campesino y el
señor, relación que a partir del siglo X empezó a conocerse como servidumbre.
Sobre el régimen señorial se estableció además una estructura política que
se conoció como feudalismo, basado en un sistema de relaciones militares y
políticas de índole personal entre los señores. Con la ausencia de un poder central
también se perdió el comercio y la economía se redujo a la producción de
autoconsumo dentro de los señoríos.
La consecuencia fue la conversión de Europa
en un archipiélago de pequeños feudos con un régimen económico señorial y casi
totalmente autárquicos, con escasa manufactura y formas legales rudimentarias.
Dado que el cristianismo se impuso antes de la caída del Imperio Romano de
Occidente y que el régimen señorial se extendió por Europa por la acción de la
Iglesia y de los príncipes, el cristianismo se estableció como el pensamiento
predominante. Por esta razón no es de extrañar el hecho de que la mayor parte del
pensamiento económico de la época fuera producto de sacerdotes o de
pensadores fuertemente influenciados por la religión cristiana, pensamiento este
que hoy se conoce como la escolástica.
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5 Para tener una idea de la extensión de una yuga en la época romana se puede decir que en una
yuga se sembraban 32 árboles de olivo.
Otros autores
Al igual que Santo Tomás, Enrique de Frimaria (1245-1340) se interesó por el tema de la necesidad, pero a diferencia de Aquino lo analizó como la necesidad común de algo que es escaso, es decir, de forma agregada tal como lo vemos hoy en las teorías macro.
Concluyó que si la necesidad determina el valor de algo que es escaso (teoría subjetiva del valor), no hay razón para que el precio de ese bien se eleve cuando hay abundancia.
Jean Buridan (1300-1358), francés alumno de Guillermo de Ockham (1285- 1349) y rector de la Universidad de París, hizo un importante avance en el concepto de demanda efectiva al relacionar las necesidades y el poder adquisitivo, afirmando que ―la conjunción de cierto número de consumidores y su capacidad de pago contribuyen a la formación de un estado de los negocios justo y normal en el mercado‖ (Eekelund y Herbert, 1992, pág 32).
Los aportes de Buridan se encaminaron al estudio por separado de la oferta y la demanda. Al igual que Aquino, consideró una doble regla en la teoría medieval del precio. Nicolás de Oresme (1323-1382), un francés alumno de Jean Buridan, fue probablemente el pensador más original del siglo XIV y uno de los principales fundadores y divulgadores de las ciencias modernas.
En contraposición del tomismo aristotélico le reconoció al dinero un valor no convencional sino real, dado el hecho de que se componía de metales preciosos y avanzó en la idea de que la moneda mala desplazaba la moneda buena (se conoce hoy como la ley de Gresham). Antonio de Florencia (1389-1459), arzobispo de Florencia, y Bernardino de Siena (1380-1444) sintetizaron el pensamiento escolástico y avanzaron hacia un concepto subjetivo del valor, argumentando que el precio de un bien no depende sólo de la utilidad o de su capacidad de satisfacer necesidades sino también de su escasez y del deseo de las personas de satisfacer una necesidad.
Escuela de Salamanca
La Escuela de Salamanca fue un grupo de juristas españoles del siglo XVI alumnos de Francisco de Vitoria (1486-1546), y formados en la Universidad de Salamanca que se dedicaron al pensamiento económico motivados por la notable inflación generada por la llegada de metales preciosos desde las colonias en América.
Dado que en su mayoría eran clérigos, su inquietud tenía un interés doctrinal; su punto de partida fue la explicación que sobre la usura hizo Santo Tomás de Aquino en la Summa Theologiae; entendieron que la misma moneda tiene un valor que depende del contexto económico, hecho que justificaba los tipos de cambio en particular en los préstamos a interés.
La mayoría aceptaba el cobro de Escuela Superior de Administración Pública 34 intereses en condiciones lícitas desde el punto de vista católico; otros como Domingo de Soto (1494-1570) estaban en desacuerdo. Martín de Azpilcueta (1493-1586) controvirtió la tesis aristotélica sobre la esterilidad del dinero y expuso la teoría cuantitativa del dinero una década antes de que lo hiciera Jean Bodino (1530-1596).
Con Diego de Covarrubias (1512-1577), alumno de Azpilcueta y redactor de los decretos del Concilio de Trento, las teorías de la Escuela de Salamanca se convirtieron en una doctrina oficial de la Iglesia y parte del derecho canónico
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