ESCRIBA LO QUE DESEA LEER EN ESTE BLOG

jueves, 29 de septiembre de 2022

¿Qué pasa si hablamos de marxismo en psicología? Matar al padre

 

¿Qué pasa si hablamos de marxismo en psicología? Matar al padre

Esta pequeña aportación al marxismo dentro de la psicología —o introducción velada— tenía un título interesante que me parece importante mencionar en los desvíos y los puntos ciegos de la psicología actual: ¿Que pasa si hablamos de Marx en psicología? Como introducción a Klaus Holzkamp, recuerdo constantemente una conversación que oí ‘’Algunos psicólogos parece que pretenden cargarse la psicología’’, a lo que otro psicólogo de corte marxista respondió severamente ‘’Sí’’. Extrapolar la retórica de Marx y una de sus citas a la propia psicología se hace cada vez más necesario: Solo aliándose con la política, la psicología puede ser verdadera. Marx y el marxismo no son solo un complemento que agregar a la psicología, son la condición necesaria para la superación de la disciplina por la propia disciplina: esa es la necesidad de Holzkamp, del psicólogo marxista.

Hablar de la psicología de Holzkamp —Ciencia marxista del sujeto o psicología crítica— supone entrar a exponer algunos puntos que se correlacionan constantemente y que vamos a aderezar con otros autores marxistas a fin de explicar algunos  de los puntos importantes de su crítica basándonos en los puntos básicos que él mismo da para hablar, precisamente, de psicología con Marx. Klaus Holzkamp nos muestra, llevándonos de la mano por un camino que de primeras resulta sorprendente: cómo el ser humano es un ser social, un ser profundamente dialéctico, desvela figuras alienantes en nuestra propia sociedad y la importancia de la acción, del obrar en el humano mismo. Hemos hablado del primer título de este texto pero el título en su totalidad nos muestra profusamente los objetivos de este texto. Obviamente no pretendo matar al padre ni a la psicología más clásica pero sí advertir que hay un camino que realizar en ese sentido. Ver como Holzkamp construye sus conceptos superando los conceptos dados.

Quizá el ser social -que en realidad no es un término de Holzkamp, pero se expone mucho más explicativo- supone el más extendido y el que nos puede servir de ejemplo: la ontología marxista que se introduce de esta manera en psicología rompe con aquello que le oí a José María Ripalda en una presentación de su libro y que parafrasearé aquí: supone romper con la ostentosa victoria de la burguesía en la que ha conseguido que el sentido común de la humanidad sea el sentido común de la burguesía. Victoria que en muchas ocasiones se muestra sin ningún pudor y que debería ser objetivo de todo marxista enterrarla en lo más profundo de la historia. Holzkamp se propone superar ese momento a través de la propia disciplina, caminando, como decía Politzer que debía hacer cualquier ciencia, sobre las esquirlas de sus propias ruinas (Politzer, 2017). La figuración del humano que construye rompe con la tradición psicológica pero no se construye sobre el vacío, abraza toda una tradición Marxista que es absolutamente necesaria. Es hora de entrar en los porqués.

Romper con quién habita el capitalismo
La construcción de la mente, de la conciencia, puede derivarse de Marx en sus fragmentos más cercanos a la ontología, o al menos de lo que hay repartido de ello  entre sus fragmentos sobre crítica de la economía política y sus manuscritos de juventud —o manuscritos económico-filosóficos—. Marx comprende algo que hoy podría sonar marciano para cualquier psicólogo que use asiduamente el DSM o para psiquiatras que siguen teniendo una concepción biologicista de nuestro comportamiento. A fin de cuentas, Marx entiende de sus derivaciones ontológicas que la sustancia de la mente y la conciencia humanas provienen específicamente de la actividad de la vida; es inútil explicar lo que a la mente corresponde a través del cerebro y su química, de la misma forma que es inútil comprender la forma-valor del dinero a través del material del que está hecho: plata, oro, papel (Ilienkov, 2022).

Tomarnos nuestro tiempo para explicar qué somos es un paso previo para explicar qué hacer. Décadas de un ascenso fulgurante de la psicología han creado en el ser que habita esta jungla una caricatura divorciada del mundo que habita: si tienes una mente depresiva, a la luz de algunas teorías psicológicas será concebida como un fenómeno abstracto, determinado exclusivamente por un desajuste neuroquímico, quizás por cogniciones distorsionadas, o por las pocas estrategias de afrontamiento que un individuo posea. Las otras condiciones de posibilidad de la depresión se pulverizan y se reducen a la simplicidad y unilateralidad de una especie de  idealismo psicológico (Lopez-Ríos, 2022) que ignora un mundo abiertamente desolador y coloca las ideas como el motor de la construcción del mundo y no estas como verdaderas inversiones de la realidad y los objetos reales.

Para esto es importante conocer qué piensa la tradición marxista de la conciencia, cómo se construye aquello que se ha dado en llamar —tramposamente incluso diría yo— nuestro mundo interior. A través de un ejemplo que parece peregrino, pero que ayuda a la comprensión, Evald V. Ilienkov nos habla de cómo todo ello pertenece a la actividad: Si estuviera asfixiándose en una sala cerrada nuestra primera reacción, casi inmediata, no sería intentar respirar constantemente, sino que nuestra acción consciente consistiría en encender la ventilación de la sala. De aquí Ilienkov saca una conclusión crucial que nos sirve de introducción al propio Marx que aduce Lukács: la sustancia de los fenómenos mentales es la actividad humana, la actividad entendida como el movimiento de un organismo vivo en un espacio lleno de objetos y condiciones externas. Es decir, su conclusión es que la mente es una función derivada de principio a fin de la relación dinámica constante con ese espacio (Ilienkov, 2022) pero no nos apresuremos, esto es solo una guía que desemboca en el viejo Marx.

Para hablar de Marx en psicología estaría bien tener presente la fórmula del materialismo, esto es, el ser precede a la conciencia con lo que podemos asumir que se puede ser sin conciencia pero toda conciencia necesita de forma inexorable algo que es (Lukács, 2018). Por esto, la conciencia parece ser solo posible en un momento elevado de la materia. Aparecen constantemente más significativas formas de conciencia, que pueden tener sin duda su cumplimiento en el ser social. Lo mismo ocurre con la prioridad de la producción y reproducción del ser humano respecto a otras funciones. Cuando Engels en su elogio a Marx menciona ‘’que los hombres deben ante todo primero comer, beber, alojarse, vestirse antes de poder ocuparse de política, de ciencia, de arte, de religión, etc.’’, refiere a una prioridad ontológica. Esto lo dice claramente Marx en  uno de los prefacios a la Crítica de la economía política. Además es importante que en Marx ''el conjunto de las relaciones de producción'' lo considere como la base real, desde la que se despliega el conjunto de las formas de conciencia, por las que ellas están condicionadas en tanto que proceso de vida social, política y espiritual. En resumen: ''no es la conciencia de los hombres la que determina su ser, sino al contrario, su ser lo que determina su conciencia" (Marx, 2013).

Marx pone conjuntamente el mundo de las formas y contenidos de conciencia, no en la relación inmediata de un ser directamente producido por la estructura económica, sino con la totalidad del ser social. La determinación de la conciencia por el ser social se mantiene. Sólo el marxismo vulgar ha convertido esto en una relación causal unívoca entre la economía, o algunos de sus momentos singulares, y la ideología, mientras que Marx mismo, inmediatamente antes del pasaje citado, habla por un lado de que a la superestructura, corresponden "determinadas formas de conciencia social’’, y más lejos, que ‘’el modo de producción de la vida material es el que determina en general el proceso de la vida social, política y espiritual".  (Lukács, 2018)

La concepción de que la conciencia del ser social no es algo así como un constructor del mundo, algo independiente de los objetos reales que construyen nuestro mundo y de las relaciones motrices que se dan en nuestro día a día,  rompe de pleno con la concepción de la psicología en la época neoliberal sobre que debemos hacer de nosotros constantemente un proyecto libre, asumir que en gran medida nuestra conciencia y su construcción se derivan de la producción y la reproducción de la vida, es decir, que es este proceso en buena medida el que nos determina nos debería hacer comprender que esa conciencia depresiva, esa depresión de la que hablábamos antes, no solo no es una producción artificialmente separada del mundo real y totalmente abstracta —lo que incluso puede devenir en pensar que es una desgracia  individual—, sino que nos llevará a pensar que es producto del mundo real, de lo que hoy podríamos llamar los condicionantes sociales e incluso, hablando de que esa base es la producción y la reproducción de la vida, nos llevaría a pensar de forma imparable que es también, sin duda, una cuestión de clase. Llevando incluso a reconocer aquello que ya advertían psicólogos en la Unión Soviética: la falsedad de que cuanto más desclasada está nuestra esencia más nos acercamos a nosotros mismos (Voloshinov, 2017), cuando es la propia producción y reproducción de nuestra vida, proceso profusamente marcado por la clase, lo que nos construye de forma constante y profunda.

Vamos a expresarlo de una forma más contundente y de la mano de Lenin, ¿Por qué es importante combatir la psicología idealista hablando de Marx? ¿Por qué es de imperante necesidad el avance de la propia disciplina en la superación de sus conceptos por la propia psicología —si se la puede llamar así—?  En una conferencia de Bogdánov Lenin pregunta constantemente ‘’¿Admite el conferenciante que la filosofía del marxismo es el materialismo dialéctico?’’ y esto tiene un sentido: sólo el materialismo dialéctico ha sabido dar una visión necesaria y en conjunto tanto del humano, como de lo real y las relaciones que mantienen, es decir, una visión incluso dinámica (Ilienkov, 2022).

Lenin tuvo clara su actitud hacia el idealismo y que nos sirve hoy para determinar nuestra posición para esa psicología idealista que divorcia artificialmente a la persona y los determinantes que condicionan su actividad, aquella que pide a gritos la creación de lo que René Crevel llamaría una psicología dialéctica, aunque no sea necesariamente su ‘’psico-dialéctica’’ (Crevel, 2017). La actitud de Lenin nos explica que el idealismo es un enemigo mortal de la revolución y el progreso científico. Incluso llega a advertir que se hace mucho más peligroso cuanto más insidiosamente amable es esta posición, ya tenga que ver con el espíritu absoluto o con el ‘’conjunto de sentimientos y emociones’’. Tras ese simpático idealismo que aparenta buenas intenciones se esconde la muda opresión de la humanidad, son ideas que fortalecen esa opresión y adormecen la lucha de clases. (Lenin, Cisterna, 2015). Lenin siempre colocó  cualquier tipo de idealismo en el mismo estercolero repugnante fundado en la opresión y la explotación de los seres humanos por otros seres humanos. La poética forma de llamarlo —’’el opio del pueblo’’ o ‘’el aguardiente del espíritu’’— nos muestra una vívida y palpable realidad: como el opio y el aguardiente corrientes y montantes, es decir, materiales, son sustancias que adormecen y enturbian la sobria claridad, provocando que el ser humano se adapte a cualquier situación, incluso a las más inhumanas (Ilienkov, 2022).

Es por eso que hay una muda y desapercibida necesidad —quizá por la amabilidad con la que se presenta en los ‘’a priori’’— en el desarrollo de lo que Holzkamp comenzó: una psicología que dedique su tiempo a desvelar las estructuras de alienación que se dan en nuestro día a día, una psicología que se base en el materialismo, pero no simplemente en el materialismo porque este sin dialéctica es más que vencedor, vencido (Ilienkov, 2022), esa debería ser, según  Klaus Holzkamp, la función de una verdadera psicología marxista dentro de las amplias redes del capitalismo: el desvelamiento de las estructuras de alienación que comporta nuestra sociedad, la construcción de ‘’un sujeto’’ para ‘’un marxismo’’, sus modificaciones y su estudio, no hablamos tanto de liberar de las cadenas a la gente que habita la ciudad neoliberal, como de mostrarles esas mismas cadenas.

Klaus Holzkamp: ¿Qué hacer?
Solemos considerar esta una disciplina vencida más que vencedora, es decir, materialista pero no dialéctica. El marxismo habla del trabajo como la esencia del ser humano, es decir, el trabajo entendido como el proceso de transformación de la  naturaleza. Es a través de un proceso teleológico en el que el sujeto se transforma a sí mismo, cambia la naturaleza y cambia la suya misma. Es el proceso a través del cual se desarrollan las potencias que duermen en la naturaleza y las someten a su poder (Lukács, 2018). A través de esta esencia se marca el proceso en el cual el humano interactúa con su entorno. Si volvemos a prestar atención a la psicología y al sujeto que construye para habitar nuestra era, resultaría imposible no darse cuenta de un detalle: Si el humano fuera algo parecido al sujeto que plantea la psicología se habría extinguido mucho antes de siquiera ingresar a la historia natural. La psicología actual cree que el humano es productor de sus condiciones de vida pero a la vez se encuentra impotente ante ellas —en el mejor de los casos diría yo—. Sin embargo, defiende Holzkamp, el ser humano produce sus condiciones de vida, a la vez que dispone de las mismas para afrontar la propia vida, esto es, al producir las condiciones en las cuales vivimos de alguna manera también somos partícipes en su transformación, producción, reproducción y aprobación. (Holzkamp, 2015).

La psicología, tal y como decía Lenin, aborda al sujeto e interviene en él haciendo que se adapte a las condiciones sociales como si fuera algo dado. Esta disciplina toma decididamente partido por las instancias dominantes en el momento en el que trata de solucionar nuestros problemas en el campo absolutamente psíquico (Sánchez-Crespo, 2022). No solo Holzkamp es consciente de esto, es una historia que se susurra en los movimientos sociales como el de vivienda: aún me acuerdo de acudir a un acto de un sindicato de barrio en el que comprendí que había un rumor sobre que los problemas no se arreglan en el terreno psíquico, sino que hay una serie de contradicciones que no se resuelven sino en el tablero del mundo real. El sujeto no solo necesita, sino que también puede luchar por unas condiciones de vida digna donde se resuelven los conflictos diarios que asfixian su paso por la vida diaria. Quizá la mejor explicación que a esto se le puede dar ya la da Holzkamp en La ciencia marxista del sujeto:


‘En la psicología tradicional las contradicciones existen solo en el pensar y se hace como si también fueran solucionables tan solo en el pensar, a través de procesos exclusivamente psíquicos, nosotros mostramos que el pensar es en realidad la posibilidad de una representación no-contradictoria de las contradicciones reales, con lo cual es posible reconocerlas como aspectos de la realidad misma y superarlas en la práctica.’(Holzkamp, 2015)

Asumimos que tenemos cierta influencia sobre nuestras condiciones de vida, pero asumir que en nuestro actual sistema es posible escapar de la injusticia y el sufrimiento no es otra cosa que esa deformación capitalista que se da en la psicología tradicional en la cual lo psíquico se soluciona en lo psíquico, es decir, caeríamos en las anteriores contradicciones. ‘’Aunque no sea posible escapar de las relaciones existentes, sí que es posible luchar por otras relaciones bajo las que conducir conjuntamente y de forma humanamente digna la existencia. Esta lucha no es otra que la lucha organizada de la clase obrera por superar la explotación capitalista.’’ (Sanchez-Crespo, 2022).

En una entrevista a tenor de esto, el psicólogo marxista dice ante la pregunta o, más bien, la negativa de que es imposible articular una respuesta que mejore las relaciones capitalistas: ‘’Hay límites de clase pero el capitalismo no es algo tan hermético. El capitalismo no es una jaula’’, a lo que más tarde añade que ellos —los psicólogos marxistas— no pueden forzar los cambios en la vida de la gente pero pueden ayudar a esclarecer su situación (Holzkamp, 2022). Se trata, a fin de cuentas, de la posibilidad de organizar la rabia y el descontento a través de la posibilidad de hacer que la gente tome conciencia de que esto de ceder, callarse y adaptarse es contradictorio a la larga. ‘’La experiencia de la insatisfacción es lo que hay que articular, pero si no hay experiencia de insatisfacción no hay nada que articular’’ (Holzkamp, 2022).

A modo de conclusión y para organizar la munición
Recuerdo cuando empecé a elucubrar un artículo sobre el que empezar a escribir, aquel se llamaba ‘’Municiones marxistas en caso de consulta’’. Aquel artículo era lo que hoy es este, es decir, tenía las mismas pretensiones. ¿Por qué ‘’Municiones marxistas’’? Una especie de ‘bolchevización’ del lenguaje con el que uno se refiere a la psicología es importante para desarrollar las potencialidades que tiene el marxismo dentro de la psicología o la psicología marxista. Las tensiones que se desarrollan entre este tipo de artículos y la disciplina que engarza sus garras en la vida diaria, o incluso entre la ciencia marxista del sujeto de Holzkamp y cualquier otro sector dentro de la disciplina, no es simplemente una cuestión metodológica; como en todo, bajo su forma se soterra un profundo proceso de lucha de clases. La superación de la propia disciplina tiene que ver con ese proceso de lucha de clases y con la estrategia que el capitalismo le tiene reservada y la que nosotros proyectamos.

Me refiero, precisamente, a que este tipo de construcciones no son una simple elucubración de mundos posibles; la psicología que tenemos determina en gran parte nuestro proyecto a nivel estratégico porque, obviamente, la forma en la que la insatisfacción, el dolor y el descontento se tratan generalmente en la consulta confronta de manera casi directa con nuestros proyectos y acciones sobre las desigualdades, la injusticia, el sometimiento, la explotación y la opresión. La psicología dominante, a fin de cuentas y como cualquier otra disciplina en realidad, intercede de forma directa en esa lucha de clases, toma partido.

Ese es el objetivo de nuestra munición, de esta munición: tomar partido, defender la trinchera.

Alberto Cordero, militante de Anticapitalistas

Referencias

Holzkamp, Klaus & Vollmer, Santiago (2015) Ciencia Marxista del Sujeto: una introducción a la psicología crítica. Editorial La Oveja Roja.

Ilienkov, Evald (2022) Obras escogidas Tomo III. Editorial Dos Cuadrados.

Lopez-Ríos, Luis Pablo (2022, junio). Ser marxista en psicología: Cuatro Contradicciones. Universidad Michioacana de San Nicolás. Critique of psychologyhttps://www.researchgate.net/publication/362289773_Ser_marxista_en_psicologia_cuatro_contradicciones

Gyorgy, Lukács. & Ballestero, Manolo. (2020,. Marx, ontología del ser social. Madrid:  Akal.

Marx, Karl & Llorente, Rubio Francisco (2013). Manuscritos de economía y filosofía. Madrid: Alianza.

VVAA (2017) Marxismo, psicología y psicoanálisis, Paradiso Editores.

Sanchez-Crespo, Pablo (2022, 16 septiembre). La Psicología Burguesa y la Ciencia Marxista del Sujeto. Contracultura. Recuperado 16 de septiembre de 2022, de https://contracultura.cc/2022/09/16/la-psicologia-burguesa-y-la-ciencia-marxista-del-sujeto/

Lenin, Vladimir. & Cisterna, Rodrigo. (2015). Materialismo y Empirio-criticismo. Marxist.org:  https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1908/mye/index.htm

VER MÁS AQUÍ

Cuando la "descolonización" crea más problemas de los que supuestamente resuelve

 

Cuando la "descolonización" crea más problemas de los que supuestamente resuelve

ETIQUETAS Historia Mundial

16/09/2022 
Escuche la versión Audio Mises Wire de este artículo.

Personas de todo el mundo exigen que los gobiernos repudien los legados del colonialismo . Algunos piensan que la verdadera independencia requiere la liberación de las instituciones coloniales , mientras que para muchos, preservar las leyes coloniales es indicativo de esclavitud mental. Tales argumentos son emocionalmente atractivos pero intelectualmente poco sólidos. Si bien no se puede culpar a los políticos por revocar las leyes coloniales engendradas por el racismo, el origen legal es una justificación insuficiente para el despido.

Las leyes deben aplicarse por su utilidad. Como tal, es irrelevante que algunas leyes e instituciones sean un remanente del colonialismo. Pero el colonialismo evoca desprecio, y esto ha dado lugar a una obsesión por la cultura local, lo que hace que las críticas al colonialismo sean problemáticas. Si el movimiento de descolonización hubiera estado proponiendo alternativas sensatas a los fracasos coloniales, habría sido elogiado con razón como un movimiento progresista.

Sin embargo, los activistas están más dedicados a usurpar los legados coloniales que a construir reemplazos adecuados. Quizás cambiar el nombre de las calles locales sea terapéutico, pero hacerlo no puede mejorar el nivel de vida en los países pobres . Los estados soberanos son libres de derogar las leyes contra la sodomía y los actos de vagancia promulgados para vigilar las actividades de la clase trabajadora si así lo desean. Los críticos de la descolonización se oponen a su ethos antioccidental más que al principio del movimiento.

No podemos evitar que los países soberanos cambien sus leyes, pero cuando tales cambios están contaminados por la política, es probable que los resultados sean infructuosos. La hostilidad hacia Occidente dificulta que los activistas aprecien que uno puede aprender de un enemigo. La mayoría de los países en algún momento de la historia estuvieron bajo el dominio imperial o proporcionaron tributo a las potencias hegemónicas. Aunque los imperios suelen tener mala reputación, los estudiosos argumentan que, en varios casos, los imperios fueron de hecho precursores de la modernidad.

La razón para decir esto no es para defender la moralidad del imperialismo, sino para mostrar que incluso los arreglos sin escrúpulos pueden producir beneficios positivos que pueden aprovecharse. Por ejemplo, los estudios del imperialismo romano argumentan que los antiguos dominios del Imperio Romano se beneficiaron de una mayor densidad de carreteras modernas y una mayor actividad económica en 2010 debido al legado de las carreteras romanas. Por lo tanto, los activistas deberían condicionar la cultura como un proceso evolutivo que puede enriquecerse cuando se combina con ideas extranjeras, en lugar de proteger la cultura local de las influencias occidentales.

La historia registra numerosos ejemplos de personas que adoptaron culturas extranjeras más avanzadas para mejorar sus perspectivas. El historiador Albert van Dantzig señala que el imperio precolonial de África Occidental de Dahomey fue receptivo a la importación de costumbres extranjeras, y gran parte de su civilización provino de Whydah. Curiosamente, aunque los japoneses son conocidos por preservar una civilización antigua, copiaron las instituciones de estilo occidental durante la Restauración Meiji sobre la base de que esto conduciría a la prosperidad económica, ya que los países occidentales tuvieron éxito.

Naturalmente, las personas socialmente ambiciosas adoptarían prácticas extranjeras cuando al hacerlo condujeran a una mejora material y al acceso a una mejor educación, como demuestra Nicolette D. Manglos-Weber en su perfil de las élites africanas :

La pertenencia compartida a una clase mercantil globalmente conectada se convirtió para este grupo en una base de confianza más poderosa que la pertenencia a agrupaciones etnolingüísticas o basadas en clanes. Juntos asistieron a escuelas misioneras administradas por europeos, aprendieron a hablar inglés entre ellos en lugar de los idiomas tradicionales twi, ewe o ga, vivieron en vecindarios costeros cosmopolitas y comieron y bebieron con sus compañeros comerciantes ricos de Europa, América del Norte. , y otros centros urbanos de África.

Como animales sociales, los humanos se imitan unos a otros, por lo que los casos de copia institucional en la historia no sorprenden. Sin embargo, el espíritu del movimiento de descolonización desalienta nuestra tendencia natural a la cooperación y el aprendizaje cultural. A menos que el movimiento de descolonización desarrolle un proyecto positivo para elevar a las personas en el mundo en desarrollo, seguirá siendo un viaje de placer para los intelectuales nihilistas de clase media.

Autor:

Póngase en contacto con Lipton Matthews

Lipton Matthews es investigador, analista de negocios y colaborador de Merion West , The Federalist , American Thinker , Intellectual Takeout, mises.org e Imaginative Conservative . Visite su canal de YouTube, con numerosas entrevistas con una variedad de académicos, aquí . Se le puede contactar en  lo_matthews@yahoo.com  o en Twitter (@matthewslipton).


VER MÁS AQUÍ