ASPECTOS DE LA ECONOMÍA DE SRAFFA Y EXTENSIONES A PARTIR DE SU LIBRO PRODUCCIÓN DE MERCANCÍAS POR MEDIO DE MERCANCÍAS
Antonio Mora Plaza Economista, Madrid
Resumen.-
Este trabajo versa sobre el libro “Producción de mercancías por medio de mercancías” de uno de los economistas más importantes y menos conocidos que han existido. Su obra entraña la mayor revolución en el campo del análisis económico y no se limita a la obra citada. “Producción de mercancías…” es el mejor y más fundamentado ataque que ha recibido la teoría neoclásica y marginalista del “capital” y la consiguiente y supuesta retribución de los factores de acuerdo con sus productividades marginales. Para la economía de Sraffa no existen bienes de “capital” que sean distintas del resto, sino mercancías –hoy diríamos bienes y servicios- que son consumidas directamente o utilizadas para producir otras mercancías. En economía los significativo es lo que se produce y cómo se produce y no cómo se consume. A partir de su descubrimiento de la “razón-patrón”, el modelo sraffiano relaciona precios, salarios y ganancias en economías con y sin producción con excedente, con “el capital” reducido a trabajo fechado, con rendimientos constantes o no, con producción conjunta o no, con capital fijo o no, con y sin desplazamientos de métodos de producción. A diferencia de la economía neoclásica y marginalista que hace supuestos optimizadores, valoraciones marginales y equilibrios únicos que determinan soluciones sin margen para la confrontación social, la economías de Sraffa no es determinística, no nos dice cuanto y a qué precios tenemos que producir, como distribuir y cuanto consumir, pero si establece relaciones, condiciones y límites entre variables que recogen aspectos de la realidad económica.
Palabras clave.- mercancía-patrón, razón-patrón, neoclásico, marginalista, capital, mercancías, trabajo fechado, Sraffa Clasificación - JEL: B-24
Abstract.-
This work attend on the book “Production commodities by means commodities” of one of the most important economists and less known than they have existed. Its work involves the greater revolution on the economic analysis and it is not limited the mentioned work. “Production commodities by means commodities” he is the best one and more justified attack than it has received the neoclassical and marginal theory of the “capital” and the consequence and supposed payment of the factors by with his marginal productivity. For the Sraffa economics the goods of “capital” are not different from the rest, but commodities -today we would say to goods and services- that are consumed directly or used to produce other commodities. In economy the significant one is what it is produced and how it is produced and not how it is consumed. From its discovery of the standard ratio, the Sraffa model relates prices, wages and profits in economies with surplus or without , “the capital” as dated work reduced, with constant returns to scale or not, joint production or not, fixed capital or not, and without displacements of production methods. Unlike the neoclassic and marginalistic economy that make supposed optimizers, marginal valuations and unique equilibrium that determine solutions without margin for the social confrontation, the economy of Sraffa are not deterministic, do not say to us how many and with what prices we must produce, like distributing and like to consume, but it establishes relations, conditions and limits between variables that gather aspects of the economic reality.
Key words.- standard commodity, standard ratio, neoclassical, capital, commodities, dated work, Sraffa Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas | 23 (2009.3) Publicación Electrónica de la Universidad Complutense | ISSN 1578-6730
A modo de introducción
Pocos autores –y no me refiero sólo a los economistas- han conseguido en tan pocas páginas revolucionar un corpus de conocimiento como lo hace Piero Sraffa en “Producción de mercancías por medio de mercancías”. Salvando las distancias de genialidad y oportunidad, es comparable al Galileo del “Diálogo para las dos ciencias” o al Einstein de su “Electrodinámica de los cuerpos en movimientos”1 . Su mérito e importancia es también comparable -aunque no su reconocimiento ni social ni de aceptación del nuevo paradigma por el gremio- al cambio de otros paradigmas, como al mencionado de Galileo con su ley de la inercia, al de Copérnico con su heliocentrismo, al Darwin de la evolución y la diversidad de las especies, al Newton de la dinámica de las fuerzas, al Freud de la teoría de la líbido y del inconsciente, al Cantor con sus transfinitos, al Einstein destructor del paradigma de la simultaneidad de los movimientos, o al Picasso cambiando la historia de la pintura del siglo XX y venideros, y también, aunque ya más en el terreno de lo económico, al Adam Smith de la mercantil mano invisible, al Ricardo de los costes comparativos, al Marx de la teoría de la plusvalía o al Keynes de la demanda efectiva. Con suma modestia, casi exasperante, con apenas reconocimiento en el gremio y menos fuera de el, Sraffa declara sus intenciones en el prefacio de su libro diciendo “la investigación se ocupa exclusivamente de aquellas propiedades de un sistema económico que no dependen de variaciones en la escala de producción o en la proporción de los factores”. E inmediatamente señala la diana sobre la que lanza la flecha de “Producción de … “: el marginalismo, porque su “advenimiento” ha sumergido el punto de vista que acaba de anunciar en los párrafos anteriores, que es el “punto de vista de los antiguos economistas clásicos, desde Adam Smith a Ricardo” y añade: “El enfoque marginalista exige que la atención se centre en la variación, porque sin variación, bien en la escala de producción, bien en las proporciones de los factores de producción, no puede haber producto marginal ni coste marginal”. No se puede decir más con menos. El propio título del libro y su musical subtítulo –“preludio a una crítica de la Teoría Económica”- son un torpedo a la línea de flotación de la teoría… del capital y de la producción, corazón y nudo gordiano del paradigma neoclásico y marginalista. Sraffa no se pregunta -como su amiga y compañera en el Cambridge inglés Joan Robinson2 - qué es el capital o cómo se agrega, sino que contesta a una pregunta que no acaba de hacer explícita en el libro, y eso hace de él algo enigmático, como una novela de misterio donde preguntas y respuestas se entrecruzan. Para los neoclásicos y marginalistas el “capital” era –y lo es para sus herederos neoliberales actuales- algo que entraba en pie de igualdad, con el trabajo y la tierra –una trinidad ¿laica?-, en la producción, para así explicar, justificar y bendecir su retribución por separado; llamándoles además factores, como si tuvieran vida propia que demandaran justicia humana –incluso divina- en el reparto de la tarta de la renta (del producto neto). Pero como quiera que para neoclásicos y marginalistas no era de recibo quedarse en lo meramente ideológico porque, en este terreno, es imposible distinguir la realidad del deseo, los neoclásicos y marginalistas de antaño -y los neoliberales de hogaño- han desarrollado un poderoso instrumento analítico que comienza con la mano invisible de Adam Smith -y de aquello de que buscando cada uno el interés particular se consigue el general- hasta las teorías del equilibrio general de Walras, Debreu, Arrow, pasando por Pigou y Pareto. Y a fe que lo han conseguido, porque los 2 teoremas de la Teoría del Bienestar nos dicen que en una economía en la que se diera -¿pero se da realmente o no?- competencia perfecta en todos los mercados para todos los bienes y servicios obtendríamos un óptimo de Pareto y viceversa, que es lo mismo que decir que estaríamos en el mejor de los mundos posibles, aunque la distribución de la renta y la riqueza fuera la más injusta imaginable. Claro está- se señala como de pasada- que existen algunos “fallos de mercado” que lo pueden dificultar: competencia imperfecta, monopolios, oligopolios, bienes públicos, información asimétrica, deficiente e insuficiente, existencia de efectos externos, rendimientos crecientes, indivisibilidades, sindicatos, Sector Público, etc. ¡Casi nada!. En definitiva, el mundo real, el de los 6.500 millones de seres humanos que pueblan el planeta, donde el hambre, la enfermedad, la incultura y la terrible, injusta e inmerecida distribución de la renta y riqueza es la moneda más común, la más compartida, mucha más que el declinante billete verde o el barbilampiño euro. Pero neoclásicos y marginalistas3 han construido una teoría que, si no explica por más que lo intentan el mundo real, permite justificar unas retribuciones de los factores –tierra, capital y trabajo- por el mérito del valor de sus “productividades marginales” obtenidas a partir de unas “funciones de producción” dotadas de propiedades maravillosas, donde capital y trabajo confraternizan, se complementan, se sustituyen marginalmente, suavemente, dulcemente mecidos por la angelical y omnipresente mano invisible del Sr. Smith; por una teoría determinista4 donde los factores son retribuidos de acuerdo con sus merecidas y bien ganadas productividades marginales, fruto de comportamientos optimizadores, unas veces propios y otros ajenos a los propios factores. La mano invisible de este escocés, extraordinariamente observador, andarín y moralista, nos dice: para hacer el bien has de ser egoísta, por más que eso te repugne; no es pecado y, en todo caso, el catecismo de la riqueza de las naciones y yo mismo te absuelven. No es en sí mismo el marginalismo desechable; pienso que la idea de que los procesos de optimización basados en la valoración marginal, tanto para análisis parcial o como instrumento de política económica o social, como instrumento de planificación o de gestión, son una conquista intelectual de primera magnitud. El problema ha sido y aún es querer llevar las aguas fuera de su cauce, sustituir la realidad por el deseo. El mundo real nada tiene que ver con las construcciones axiológicas –por más deseables que nos parezcan- del equilibrio general y de los óptimos paretianos. Y por si fuera poco, ambas construcciones intelectuales son conformistas con la distribución de la renta por desigualitaria e injusta que sea.
Pero sigamos con Sraffa. Su libro, “Producción de mercancías por medio de mercancías”5 , da para mucho y mucho se ha escrito ya sobre él6 . Vamos a explicar y desarrollar modestamente algunos temas por si pudieran interesar. Comienza Sraffa con un sueño que persiguieron los clásicos, especialmente A. Smith, D. Ricardo y C. Marx: conseguir medir las variaciones reales de la economía, eliminar la influencia de los precios para así poder valorar su evolución y hacer comparaciones. No lo consiguieron. Vamos a ver como lo resuelve Sraffa, pero no hay que despistarse, porque, aun cuando su solución es lo que más aparece en los libros de la historia del análisis del pensamiento económico, no es este el objetivo del libro de Sraffa: sólo es su preludio. Su objetivo es esa cosa llamada “capital” y lo que de el se deriva: la función de producción neoclásica, la supuesta retribución de los factores de acuerdo con sus productividades marginales y, por ende, la distribución de la renta marginalista. La sociedad, las clases sociales, la confrontación social y, menos aún, la lucha de clases marxiana, no aparecen en el libro. Sin embargo la formación de los precios y el reparto de la tarta de la renta (el producto neto) que se deduce del libro, a diferencia de la concepción neoclásica marginalista, no es determinista, aunque tampoco arbitraria. Si la realidad económica –y por tanto social- se puede resumir, abstraer, en unas pocas variables económicas, Sraffa nos dice que tenemos más de un grado de libertad, que podemos operar sobre una o varias de estas variables, pero entonces dejan de tener libertad las otras. Para Sraffa la economía no son procesos de optimización de comportamientos individuales –o al menos no son significativos- donde todo queda determinado; estamos ante una libertad condicionada: nuestros comportamientos económicos que afectan a la renta, al reparto de la renta (salarios y ganancias), a la productividad, a la formación de los precios, a la producción, al consumo, son libres, pero sus consecuencias acotan y agotan los efectos sobre las realidades que recogen el resto de las variables. Empezamos.
1. La mercancía patrón7
Ya hemos visto el interés de Sraffa en encontrar una unidad de medida que pudiera valorar el estado de la economía, sus variaciones, independientemente de los precios. El lo cuenta en el capítulo IV del libro con la sencillez y precisión que le caracterizan: “La necesidad de tener que expresar el precio de una mercancía en términos de otra que es elegida arbitrariamente como patrón complica el estudio de los movimientos de precios que acompañan a una variación en la distribución. Resulta imposible decir, ante cualquier fluctuación particular de precios, si surge como consecuencia de las peculariedades de la mercancía que está siendo medida o si surge de las peculariedades de la mercancía adoptada como patrón de medida”8 . David Ricardo – entre otros- ya había planteado el problema en su “Principios… “cuando dice: “Cuando los bienes variasen en su valor relativo, sería deseable averiguar con certeza cuáles de ellos bajaron y cuáles aumentaron en su valor real, y ello sólo podría lograrse comparándolos sucesivamente con cierta medida estándar invariable de valor, que no debe estar sujeta a ninguna de las fluctuaciones a las cuales están expuestos los demás bienes”9 . Pues bien, Sraffa soluciona el problema de esta unidad de medida que fuera inmune a la variación de los precios componiendo una mercancía –o como dice él, “una fracción de la industria”- tal que en todos los sectores (o industrias), lo que aporte cada sector (o industria) al producto final esté en la misma proporción que lo que entra como medio de producción. Ello tiene la enorme ventaja de que esta inmunidad a los precios del producto final respecto a los medios no sólo afecta a la producción final de un sector, sino también a los medios de producción con que son producidos a su vez los medios directos, los más inmediatos. Y así se puede trasladar atrás en el tiempo, de tal manera que tengamos la confianza de que los productos finales de un período se van a convertir en medios de producción del siguiente, sin que por ello cambien sus proporciones, y con ello nos aseguramos de no dejar afectados la valoración final del producto cuando introduzcamos los precios. Sea “ xij ” la cantidad de la mercancía “i” que entra en la producción del sector “j” e “ yi ” el producto final del......
......
1 Más conocido con el desgraciado nombre de teoría de la relatividad.
2 “Ensayos críticos”.
3 Un artículo largo sobre la vida y aspectos de la teoría de Sraffa puede verse en Internet: “La implosión de la economía neoclásica”, de Alejandro Fiorito. (www.geocities.com/aportexxi/sraffa12.pdf)
4 “La libre interacción de los individuos no produce el caos, sino un modelo metódico que está lógicamente determinado”, en “La Historia del Análisis Económico” de J. A. Schumpeter; la inspiración, en la teoría de los gases.
5 Es este un trabajo centrado en este libro, por lo que se renuncia a un juicio global sobre todos los escritos de Sraffa, en especial sus artículos de los años 20 “On the relations between cost and quantity produced” y “The laws returns under competitive conditions”. Ambos son importantes por sí mismos, para una valoración global del lugar que ocupa el italiano en la historia del análisis económico, y para los historiadores en aras de valorar la influencia de Sraffa en la controversia de los “Cambridge” sobre “el capital” y en el surgimiento de las teorías de la competencia imperfecta/monopolística de Robinson y Chamberlin.
6 Garegnani, Spaventa, Hicks, Brown, Morishima, Dobb, Harcourt, Meek, Rocanglia, Quandt, Steedman, Vegara, Newman, Harrod, Dobb, Burmeister, Fiorito, Samuelson, Pasinetti, Monza, etc.
7 “standard commodity”.
8 Pág. 37 de “Producción de … “
9 “Principios de Economía Política y Tributación“, cáp. I, sección VI, de D. Ricardo.