A lo largo de nuestra historia republicana, el Perú ha tenido periodos de expansión económica muy importantes pero que nunca pudieron perdurar en el tiempo. ¿Qué hacer para que el crecimiento económico sea más inclusivo y sostenible?
Piero Ghezzi y José Gallardo presentan el libro “Qué se puede hacer con el Perú”, publicación que expone algunas ideas para sostener nuestra economía a largo plazo, para así no repetir momentos de nuestra historia económica donde la carencia de políticas adecuadas impidió que se sostuviera ese crecimiento.
“Existen lecturas aparentemente excluyentes de lo que ocurre en el Perú. Por un lado, a la macroeconomía le va espectacular, con crecimientos que han sido muy altos en los últimos años. Por otro lado existen otro grupo de indicadores como la productividad, el empleo y la desigualdad en el que nuestro país no está tan bien”, indica Ghezzi, ex director ejecutivo de Economía Global y Mercados Emergentes del Barclays Capital.
Asimismo, señala que el Perú aparece como poco diversificado. En los últimos años, productivamente no se ha transformado y ante ello algunos analistas internacionales son muy pesimistas respecto al Perú, basados en el hecho de cómo un país con institucionalidad extractiva no tenga aún un desarrollo sostenible consolidado.
“Nuestra idea es que el crecimiento actual no contiene la semilla que nos va a llevar al desarrollo económico sostenible. Los factores externos que nos han venido apoyando, posiblemente van a ser menos favorables en un futuro. Para que un país logre el desarrollo económico, primero debe tener un fuerte desarrollo institucional, y ese proceso no se está dando en el Perú. Todo lo contrario, se está debilitando”, advirtió.
José Gallardo, catedrático y director del programa de Maestría en Economía de la Universidad Católica, señala que el libro analiza e indaga en los errores del sistema político y que no permiten afianzar la institucionalidad en el país.
“Muchas de las diferencias que observamos en los indicadores económicos se origina en la ausencia de respaldo a algunas políticas de estado, como son la educación, desarrollo moral, seguridad, etc. En estos casos necesitamos burocracias altamente especializadas que permitan resolver los problemas de fondo en estos sectores”.
ANTECEDENTES DE CRECIMIENTO
En palabras de Ghezzi, observando los antecedentes de la economía peruana, hubo tres importantes episodios de crecimiento en la economía peruana: “El boom del Guano entre 1841 y 1875; entre 1894 y 1929 hubo un proceso de crecimiento interrumpido por la primera guerra mundial; y finalmente el periodo que se forjó entre la segunda guerra mundial y el comienzo del ‘Velascato’ (1948-1968).
“Todos estos periodos no fueron muy distintos unos de otros, fueron procesos de aproximadamente 30 años de crecimiento, y sus niveles de crecimiento fueron muy similares al crecimiento actual”, sostiene.
Es por ello que para el economista uno de los objetivos del libro es aceptar que el crecimiento económico actual no es tan inusual en términos históricos, ni de estándares internacionales. Esto demuestra que la debilidad institucional, presente en todos esos periodos de expansión económica, dificulta el manejo de los “booms” de los recursos naturales.
GASTO PÚBLICO
Por otro lado, Gallardo destaca que en los temas de gasto público existe una posición fiscal muy sólida, un manejo macroeconómico responsable por parte del Ministerio de Economía. A pesar de ello, aún está en deuda trabajar de manera frontal el tema de eficiencia en el gasto y articularlo a las políticas fiscales, para que así permita al estado ser más eficiente.
“El crecimiento peruano en la última década, así como ha traído muchas cosas positivas, nos ha dejado también en una situación de competitividad que no es la mejor. Debido a la expansión de los ingresos medios de la población, hemos observado que la productividad no ha crecido tanto como este último. Entonces, hay que actuar para generar, nuevamente, ventajas en competitividad en la economía nacional”, dice.
Para ello, destaca Gallardo, se debe acabar con la relación antagónica entre el Estado y la empresa privada. De acuerdo con el economista, el Estado tiene que ser un socio efectivo del sector privado y asegurar condiciones de funcionamiento adecuados en las regiones, donde hay un gran potencial de crecimiento, pero al mismo tiempo riesgo de actividades delictivas.