En el caso de la libre competencia, el equilibrio del mercado se conseguía en el punto en el que el coste marginal coincidía con el ingreso medio, es decir, con el precio. En el monopolio el punto de equilibrio está en donde se igualan el coste marginal y el ingreso marginal. No se producirá ni una unidad más ya que requeriría un coste superior al aumento en el ingreso, pero si se busca maximizar beneficios tampoco se producirá ni una unidad menos. Como la curva de ingreso marginal está por debajo de la de ingreso medio (de la de demanda) esa producción de equilibrio será inferior a la que se hubiera conseguido con libre competencia y será vendida a un precio superior.
El monopolio, por tanto, provoca una pérdida de eficacia global para el sistema ya que al producir menos y venderlo más caro se están distorsionando todos los restantes mercados. Pero puede existir también otra pérdida de eficiencia cuando la empresa monopolística tiene que dedicar recursos a mantener su posición de poder, a desalentar a los posibles competidores, a conseguir la franquicia legal, a sobornar algún funcionario.
El monopolista podrá aumentar aún más sus beneficios extraordinarios mediante la discriminación de precios. Puede hacerlo de dos formas.
• La segmentación del mercado consiste en cobrar diferentes precios a los consumidores según su posición geográfica o social. Para poder llevarla a cabo tiene que estar garantizada la imposibilidad de los mercados secundarios, es decir, que el consumidor que adquiere el producto a un precio bajo no podrá revenderlo en otra región o a otros consumidores.
• La fijación de precios múltiples consiste en fijar precios altos para las primeras unidades adquiridas y precios inferiores cuando la cantidad demandada sea mayor. Si el precio medio de la llamada telefónica es menor cuanto mayor sea el número de llamadas que realicemos es por que la Cía. Telefónica está practicando la fijación de precios múltiples. Si el precio de las llamadas es más bajo para los jubilados o a las horas nocturnas, cuando las llamadas son de tipo familiar, es por que se está practicando la segmentación del mercado. Ambas prácticas sólo pueden ser realizadas por empresas monopolistas y, aunque parezcan ser debidas a la bondad y generosidad de sus gerentes, tienen como único fin el aumento de los beneficios.
¿Pero existe algún monopolio puro? Todos los productos tienen algún sustitutivo más o menos bueno. Si alguna empresa llegase a monopolizar el mercado del trigo, seguiría sufriendo la competencia de los productores de centeno, de los de cebada, etc. Si hemos afirmado que no existe ningún mercado de libre competencia, hay que afirmar igualmente que no existe ningún monopolio puro. En realidad es más correcto hablar de poder de mercado para referirse al grado mayor o menor en que una empresa puede influir sobre el precio de su producto. El poder de mercado depende de la diferencia que haya entre el precio del producto y el coste marginal. Cuando el precio y el coste marginal son iguales el mercado es de libre competencia y el poder de mercado es cero. El poder de mercado es máximo cuando el coste marginal es cero: en ese momento la empresa está fijando un precio positivo por un bien que si hubiera libre competencia sería gratuito. Otro factor que influye en el poder del monopolio es la elasticidad de la demanda: a menor elasticidad, mayor poder. En el caso de monopolizar un bien cuya demanda fuese totalmente rígida, la empresa podría fijar cualquier precio. La existencia de buenos sustitutos hace a la demanda más elástica y disminuye el poder del monopolio.
Las empresas pueden por tanto aumentar su poder de mercado disminuyendo la sustituibilidad de su producto o, en otras palabras, diferenciándolo de los de la competencia. La diferenciación del producto se consigue mediante pequeñas modificaciones en el diseño, los complementos, el envase, la financiación y sobre todo mediante técnicas publicitarias. El resultado es un tipo de mercado que se llama Competencia Monopolista.
Veamos sus efectos mediante un ejemplo real. La empresa General Motors tiene el monopolio de los automóviles Opel. Su producto tiene que competir con otros vehículos que a su vez están monopolizados por otras empresas. En el año 1988 una hábil publicidad había conseguido crear una imagen de marca tal que muchos españoles consideraban que los Opel eran mejores que otros vehículos de la misma línea. Su demanda era tan alta que la empresa pudo aplicar discriminación de precios en nuestro país en comparación con el resto de Europa. En concreto, un modelo Kadett se estaba vendiendo en Francia en 1,2 millones de Pts. mientras que en España costaba 1,8 millones. A pesar de ello el Opel Kadett fue el coche más vendido en España ese año.
La pérdida de eficacia social provocada por los monopolios impulsó a los Estados, ya en el siglo pasado, a establecer reglamentaciones comerciales para la represión de las prácticas restrictivas de la libre competencia. Ese tipo de normativa no cesa de aumentar incorporándose incluso a los tratados internacionales de integración económica tipo CEE. Sin embargo la práctica de los gobiernos parece contradecir el espíritu de esa normativa. Algunos monopolios ofrecen también una serie de ventajas, difunden ciertos efectos sociales beneficiosos, por lo que son consentidos e incluso promocionados y protegidos por los gobiernos.
La protección legal de la monopolización de patentes industriales es una forma de estimular la investigación y el progreso tecnológico. El gobierno puede estar interesado en controlar algunos productos, armas, por ejemplo, lo que resultará mucho más fácil si están sometidos a monopolio legal. En otras ocasiones el interés es simplemente fiscal, en cierto tipo de loterías el monopolista concesionario actúa de hecho como recaudador de impuestos. En algunas industrias los costes medios son decrecientes pero podría estar manteniéndose la fragmentación del mercado por costes de integración; en ese caso puede haber una intervención a favor de la fusión de empresas. No se debe olvidar tampoco que lo que bajo el punto de vista local es un mercado monopolista puede ser en realidad altamente competitivo a nivel internacional.
El Estado, por tanto, más que prohibir la existencia de monopolios, tratará de intervenir mediante reglamentaciones que promuevan sus efectos beneficiosos y contrarresten los perjudiciales. Se podrá en algunos casos, a cambio de una concesión, obligar a producir en mayor cantidad, con determinadas características de calidad o imponiendo un techo límite a los precios. En otras ocasiones bastará establecer una tributación especial para que los beneficios extraordinarios generados por la actividad monopolista se difundan a través del Estado a toda la sociedad.