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martes, 9 de julio de 2013

Destrucción Creativa

RESUMEN EJECUTIVO

Luchar por la excelencia o ser construida para durar es una cosa; mantener un desempeño superior a largo plazo es otra completamente distinta. Una de las ideas fundamentales de los negocios, según la cual las empresas deben diseñarse para soportar el paso del tiempo, está equivocada.

Basándose en un concepto originado en los años 30 por Joseph Schumpeter, Kaplan y Foster proponen que las corporaciones pueden desemp eñarse mejor que los mercados, y mantener su liderazgo, sólo si se reconstruyen a sí misma de forma continua y creativa. En otras palabras, en lugar de buscar la “continuidad”, deben buscar la “discontinuidad”, destruyendo y creando según sea necesario.

Para lograr que la “destrucción creativa” se convierta en parte integral de la corporación, recomiendan aumentar el ritmo del cambio, abrir el proceso de toma de decisiones, flexibilizar las nociones tradicionales de control, e incluso re-definir el éxito a largo plazo.

Supervivencia y desempeño

Durante el siglo XX las compañías construidas para durar en el tiempo tendían a desempeñarse por debajo del mercado, mientras que las empresas nuevas lo superaban. Los principios de funcionamiento de los mercados difieren de los de las corporaciones. Los mercados están construidos bajo la premisa de “discontinuidad”, que permite, administra y controla la destrucción creativa, al estimular la entrada de nuevas empresas y la salida de los menos productivos. Este proceso, que está en el corazón del capitalismo, está acelerando el paso; según Peter Drucker, estamos en la era de la discontinuidad. Las empresas, en su mayoría, operan bajo el paradigma de la continuidad, buscando la perpetuidad. Este paradigma evita que ellas se mantengan actualizadas con las dinámicas del mercado. Se caracterizan por una ciega fijación con los modelos mentales que pueden impedir, o incluso prevenir la creatividad. A medida que las empresas crecen y se tornan más complejas, se van cargando de reglas y procedimientos que desalientan la innovación. Para poder mantener el ritmo con los mercados, las corporaciones deben ser rediseñadas a todo nivel.

Las empresas deben apegarse al modelo de discontinuidad, generando o adquiriendo nuevos negocios y rechazando los marginales, mientras mantienen control sobre las operaciones. Las organizaciones, en su búsqueda por el éxito, no sólo deben sobrevivir, sino que deben aprender a actuar como el mercado, adoptando políticas que les faciliten cambiar su ritmo y escala. Las empresas deben enfocarse en hacer las preguntas correctas, y no en conseguir las respuestas adecuadas. Deben equipar y motivar a los empleados claves, no controlarlos.

Cómo funciona la destrucción creativa 

 East River Savings Bank Fundado en 1848, se convirtió en una institución innovadora y aparentemente invencible que, a pesar de la depresión de la época, continuaba prosperando y ofreciendo buenos resultados, en parte gracias a sus adquisiciones estratégicas. Sin embargo, para la década de los setenta, East River intentó diversificarse adquiriendo agresivamente otras instituciones , e invirtiendo en bienes raíces. Para 1997 la compañía cayó víctima de malos préstamos y nuevos dueños. Este es un ejemplo de la destrucción creativa reflejada por la cambiante composición de los índices del mercado, como el S&P 500. Desde su creación, decenas de empresas han sido añadidas y eliminadas de esta lista, pero el ritmo se ha acelerado durante los últimos 70 años, debido a que las nuevas empresas generan mayores retornos para los accionistas. Un análisis de los cambios y del desempeño a largo plazo en industrias, empresas y en la economía en general, revelan que ninguna empresa, ni siquiera las empresas supervivientes a largo plazo, han sido capaces de mantener un mejor desempeño que sus industrias por largos períodos de tiempo. Las compañías que sí lo logran, generalmente son nuevos competidores que disfrutan de un desempeño superior sólo por un tiempo limitado - sorprenden a analistas, cuyos modelos históricos no pueden predecir adecuadamente su desempeño. Inicialmente generan un alto retorno para los inversionistas; sin embargo, inevitablemente caen en patrones más normales de conducta organizacional. Un buen desempeño a largo plazo solo puede ser logrado con un continuo dominio del cambio.

Encierro cultural 

Los modelos mentales reflejan las creencias medulares de la corporación. Generalmente son utilizados para “editar” el mundo, facilitar las operaciones, simplificar las situaciones com plejas y permitir que se tomen decisiones distribuidas. Aunque los modelos mentales pueden ofrecer una ventaja competitiva, a menudo presentan una gran barrera para cualquier cambio: son sobre-simplificados, utilizados en forma errónea o imprecisa, y raramente están sujetos a control o evaluación de ningún tipo. Los modelos mentales no pueden ni deben evitarse, si deben examinarse periódicamente y adaptarse, para que reflejen la discontinuidad y las nuevas oportunidades. Los modelos mentales tienen un gran impacto sobre la arquitectura corporativa: los sistemas de información, la toma de decisiones, las capacidades de ejecución y los procesos de control (también conocido como MIDAS: Modelos, Información, Decisiones, Acciones y Sistemas). Esta arquitectura evoluciona a medida que la corporación madura, y de no ser bien manejada, progresará hacia un encierro cultural, paralizando a la corporación con un miedo de canibalizar sus propios productos, competir con sus clientes y diluir sus ganancias. Esta es la fase final en la evolución de una industria, que comienza con la fase de ataque (en la que los modelos mentales aún son fluidos, las organizaciones están orientadas a la pasión y el compromiso, y el énfasis están en las operaciones diarias). A pesar de que la excelencia operacional siempre será un componente clave en la competencia, no es el único factor. Las corporaciones ya no pueden confiarse en los modelos mentales basados en suposiciones tradicionales. Deben aprender a superar la negación natural y la confirmación de los prejuicios, para poder prosperar, y no sucumbir ante miedos que no afectan el mercado.

Operación vs. Creación 

Storage Technology Corporation

Fue creada por empleados de IBM convencidos de que podían producir unidades de disco y cinta más económicos. La compa- ñía se estableció rápidamente, vendiendo productos de calidad a un precio mucho más barato. Este éxito condujo a una expansión hacia los “mainframes”, en un intento de competir cabeza a cabeza con IBM, que trajo como resultado una perdí- da de control en las operaciones. Luego de esto, la compañía intento a toda costa recuperar su reputación, mientras que IBM capturaba nuevamente la participación del mercado. Con un inmenso inventario de unidades en sus depósitos, la empresa entró en bancarrota y sustituyó a su CEO. Bajo el nuevo liderazgo, la compañía hizo reducciones y se reenfocó; a pesar de que se recuperó por un período, siempre tuvo un desequilibrio entre sus operaciones e innovaciones; entre otras fallas, no detectó el cambio del mercado hacia las computadoras personales. Para evitar un destino como el de Storage Technology, las empresas deben mantener su excelencia operacional, al tiempo que emprenden una búsqueda por estrategias innovadoras. Las empresas, con el deseo de iniciar el cambio, primero deben evaluar cómo su propia arquitectura corporativa define su respuesta a los eventos discontinuos, y luego evaluar con precisión y manejar eficientemente el nivel de innovación: - Innovaciones incrementales: están más cerca de la excelencia operacional que de la destrucción creativa. Generalmente no son particularmente nuevas , tienen un impacto mínimo, afectan sólo la estrategia actual y son fácilmente implantadas (a menudo por personal de primera línea). - Innovaciones transformacionales: son innovaciones sumamente nuevas, que crean una enorme riqueza y destruyen la competencia. Como transgreden los conceptos corporativos y los sistemas operacionales tradicionales, raramente son iniciados por las compañías existentes. Estos cambios deben ser instituidos y liderados por la alta gerencia.

Las innovaciones substanciales: a menudo son cambios de segunda generación, que continúan el ataque originado por las innovaciones transformacionales. Son más extensas y completas que las incrementales, pero menos fuertes que las transformacionales. Pueden ofrecer una ventaja competitiva significativa y a menudo conllevan a innovaciones subsecuentes, o a retornos positivos. La implantación puede requerir de experticia externa, así como también la experticia de la alta gerencia, aunque probablemente desempeñando un rol de asesoría.

Sin importar el tipo, toda innovación se basa en la creatividad, que requiere de ambas formas de pensamiento: - Pensamiento divergente: raramente practicado en los ambientes empresariales, se caracteriza por 3 fases: 1.- Búsqueda: se buscan inconsistencias y anomalías, a menudo pasadas por alto por la gerencia. 2.- Incubación: los datos se cocinan hasta que las respuestas se aclaran. 3.- Colisión: es el fin de la incubación, cuando las buenas ideas se generan.

Pensamiento convergente: es más racional y deductivo, con personas enfocadas en los detalles de la situación actual y utilizando un proceso de dos pasos (decisión y ensayo) para prever las soluciones potenciales. Mientras que el pensamiento divergente deconstruye un problema en pequeños pedazos, el pensamiento convergente lo reagrupa y lo reduce a su esencia.

La creatividad es difícil de gerenciar. Muchos gerentes la evitan, porque no encaja dentro de las disciplinas operativas tradicionales (toma de decisiones, mediciones y control). Aunque las personalidades creativas y operativas difieren entre sí, las empresas deben buscar individuos que posean una mezcla de ambas cualidades, ya que son personas con capacidad para liderar esfuerzos de destrucción creativa, al tiempo que pueden mantener la excelencia operacional.

Los vendavales de la destrucción 

La destrucción es el medio por el cual los mercados mantienen su frescura, eliminando aquellos elementos que ya no son útiles. Las corporaciones nuevas y eficientes ponen presión en las compañías existentes, que a menudo no son capaces de cambiar lo suficientemente rápido para competir exitosamente. Aunque la destrucción significa el fin de la vida económicamente útil, no necesariamente significa la muerte; puede resoltar en un spin-off, una empresa independiente derivada. Al igual que la innovación, la destrucción viene en tres niveles: incremental (una parte normal de las operaciones que no impacta los modelos mentales corporativos y pueda ser ejecutado por la línea principal de la organización), sustancial (es necesario cuando las funciones claves necesitan ser reempla zadas y requieren de una intervención a nivel de la alta gerencia) y transformacional (cambia irreversiblemente el curso de la corporación y a menudo es conducido por los eventos del mercado). Los tres tipos de destrucción son necesarios para mantener una corporación fresca.

Balance de destrucción y creación

Para poder mantenerse al día con el mercado, las compañías deben simultáneamente crear y destruir a la escala y ritmo del mercado. La destrucción es tan esencial como lo es la innovación para mantener la frescura y continuar la prosperidad, aunque es mucho más compleja porque requiere la superación los prejuicios construidos dentro de la estructura corporativa. Del mismo modo, requiere que la gerencia demuestre confianza en la visión corporativa, con habilidades ejecutorias avanzadas, dispuesta a destruir el negocio actual y determinada a construir las destrezas necesarias para producir nuevas fuentes de ingresos.

El balance entre creación y destrucción es delicado y extraordinariamente difícil de mantener, pero necesario para evitar que una corporación sea víctima de la limpieza del mercado.

Diseñada para cambiar

Toda entidad que busque triunfar en un ambiente de discontinuidad, debe ser más que un operador eficiente: tiene que imitar al mercado, convirtiéndose en un creador, operador y comercializador de activos. Para ello se requiere de: - Una nueva arquitectura corporativa que brinde apoyo a los múltiples modelos mentales, similares a los que ya se encuentran presentes en el mercado. - Una tasa incremental de cambio. - Una toma de decisiones abierta. - Controles relajados.

En un ambiente de creatividad, donde existe menos información definida y hay más necesidad de flexibilidad, pensar correctamente es tan importante como hacer las cosas bien. Todo debe orientarse a obtener los resultados deseados, no a lograr elcontrol.

Las empresas de inversión privada 

Son el mejor ejemplo de arquitecturas que promueven la creación, operación y comercio. Estas empresas (por ejemplo, las de capital de riesgo) tienen características que les facilita em prender los caminos de la destrucción creativa: - Hacen inversiones intermedias de vida limitada - Nunca invierten a menos que tengan un plan claro sobre cuándo y como deshacerse de sus inversiones. - A diferencia de las corporaciones, mantienen su personal corporativo mínimo y utilizan contratos e incentivos como medios de control (en lugar de sistemas de control rígidos). - No participan en el día a día de las empresas de su portafolio. - Utilizan la descentralización extrema: cada compañía se mantiene como entidad separada

Liderando la destrucción creativa

En las corporaciones que funcionan bajo la perspectiva de continuidad, los equipos de alta gerencia ven como su rol primordial es asegurar la excelencia operacional. Como consecuencia, gastan mucho tiempo en reuniones de rutina con presentaciones, tomando decisiones de acuerdo a las opciones designadas, con poco diálogo o pensamiento transformacional. Los comités de gerencia también deberían preocuparse por el cambio gerencial y sólo pueden ser eficientes si comprenden el ambiente lo suficiente como para detectar oportunidades y problemas potenciales. Como las empresas de inversión privada, las corporaciones deben reevaluar constantemente su visión del mundo de los negocios y las consecuencias, así como aprender a evaluar las futuras oportunidades y negocios.

El primer paso para lograrlo es comprender la diferencia entre trabajo técnico (trabajo experto, realizado en base a una autoridad) y trabajo de adaptación (tareas de exploración, a menudo creativas). La alta gerencia debe ofrecer, más que una dirección, protección y orden en el trabajo; debe proporcionar liderazgo para el trabajo de adaptación, para el cual no hay aún precedentes dentro de la organización.

La alta gerencia debe aprender a hacer preguntas expertas, en vez de caer en el patrón tradicional de ofrecer respuestas expertas. Esta es una tarea difícil, porque la mayoría de los altos gerentes han alcanzado su posición gracias a un excelente desempeño en alguna fase de las operaciones.

 Sin embargo, la alta gerencia debe aprender a cambiar su mentalidad y dividir el trabajo de adaptación en módulos manejables, así como a convertir las ideas en planes de acción, reduciendo las complejidades del trabajo de adaptación a un territorio más familiar de trabajo técnico.

 La primera prueba que enfrentan los comités gerenciales es el cambio de una mentalidad autoritaria a una de liderazgo. La gerencia debe supervisar la implementación de este curso, para asegurar que alcance todo su potencial, sin poner en peligro el control o crear stress y conflicto en la organización.

Incrementando la creación 

Los mercados generan innovaciones y transformaciones sustanciales diez veces más que las corporaciones establecidas; esto se debe a que los procesos de innovación tradicional que utilizan las corporaciones (tales como planificación estratégica, investigación y desarrollo, y desarrollo corporativo), no dan los resultados necesarios.

Esto no implica que los procesos tradicionales tengan que ser puestos a un lado, pero es necesario actualizarlos para incorporarlos a la discontinuidad, al pensamiento divergente y a la destrucción creativa. El primer paso es aceptar que los cambios provienen de afuera de la corporación, específicamente de la periferia de la industria, en donde se desarrollan nuevas ideas. La planificación estratégica debe provenir de un diálogo continuo, y las corporaciones deben promover el pensamiento divergente seleccionando al personal correcto, permitiendo un tiempo de preparación (incubación), estableciendo aspiraciones altas, suministrando los recursos adecuados, permitiendo la fle - xibilidad dentro de las fechas límites y ofreciendo un liderazgo de alto nivel.

Control, permiso y riesgo

Para lograr el equilibrio entre la continuidad y la discontinuidad, así como entre el pensamiento divergente y convergente, es necesario balancear el control y el permiso.

El control es una consecuencia del pensamiento convergente, puesto en manifiesto por sistemas formales e informales a lo largo de toda la organización. Estos sistemas pueden tener conflictos entre sí, y son sujetos a manipulaciones, distorsiones y cuestionamientos, desalentando la creatividad y generando un falso sentido de seguridad.

 El control debe ser sustituido por el permiso, para que así los gerentes puedan explorar, lograr sus metas, tomar riesgos y buscar recursos externos para proyectos que no han sido emprendidos aún. Esto no implica falta de responsabilidad. Para que el permiso sea eficiente, debe estar acompañado de recursos adecuados.
Indivisiblemente ligado al tema del control está el balance entre riesgo y recompensa. Las personas que toman decisiones utilizan el valor esperado para poder evaluar el riesgo. Como la decisión final será la más cercana y relacionada con el beneficio objetivo de la persona encargada de tomar la decisión, los gerentes pueden influir en las decisiones ajustando los parámetros de riego/recompensa para satisfacer las expectativas. Los gerentes deben cambiar el sistema de incentivo, ajustando las recompensas y expandiendo el límite aceptado de riesgo y tolerancia al fracaso. Igualmente, deben asegurar un apoyo continuo de, y una interacción con, la alta gerencia, con el fin de fomentar la creatividad, la toma de riesgos y el pensamiento divergente en sus rangos más bajos.

La omnipresencia de la destrucción creativa 

El concepto de destrucción creativa fue originado en los años 30, pero no se adaptaba a la depresión de la época. Hoy se ha convertido en uno de los principales motores del crecimiento económico, y su significado seguirá en aumento. 

La destrucción creativa ofrece múltiples beneficios, incluyendo el potencial para una baja inflación, bajo desempleo y superavit presupuestario; su principal desventaja es el costo social experimentado por las personas que quedan al margen.

Si no se proveen los canales suficientes para el cambio, es seguro el fracaso de estos esfuerzos, no sólo de las economías nacionales, mercados y organizaciones, sino también de los individuos. Existen sólo dos opciones: participar en el juego (y hacerlo bien) o ser eliminado.

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La economía de la innovación

Schumpeter y el Paradigma del emprendedor

Las últimas noticias recogidas en los medios de comunicación sobre la crisis económica nos han dejado un sabor agridulce, y es que aunque la Comisión Europea (CE) cree que las perspectivas de recuperación económica de la zona euro siguen "por el buen camino" ésta se ve asociadas con un crecimiento comparativamente débil y desigual del Producto Interior Bruto (PIB).
Muchos gurús de la innovación opinan  que estamos ante una crisis económica distinta a las ya vividas, y es que, a su juicio, el modelo actual basado en la producción en masa y el consumo en masa se ha agotado, ya que la capacidad innovadora ha superado a la producción.
Ante este contexto de incertidumbre económica, muchos economistas y expertos en I+D han comenzado a vislumbrar la posibilidad de adoptar las teorías del economista austriaco Joseph Alois Schumpeter para convertir la recesión en una oportunidad para cambiar el modelo económico actual o al menos readaptarlo a los nuevos tiempos.
Schumpeter es conocido por sus teorías sobre la importancia vital del empresario en los negocios, éste entiendo como un emprendedor – entrepreneur-; una figura de vital importancia dentro del sistema económico, ya que su papel es el de estimular la innovación y la inversión que determina el aumento y la disminución del éxito empresarial.
Para Schumpeter el capitalismo estable es una ficción ya que sin los emprendedores el sistema capitalista no puede funcionar. Para él, lo más importante es crear bases de crecimiento económico alrededor de los entrepreneursporque únicamente constituyendo esos pilares se podrá paliar la crisis.

Destrucción creativa

Schumpeter, que llegó a ser ministro de Finanzas austríaco entre 1919 y 1920, afirma que debemos adaptarnos  a lo que necesitan los consumidores. Para ello necesitamos la figura del emprendedor. Bajo esta afirmación nace el concepto de “destrucción creativa”, planteada por el austriaco como respuesta a la visión neoclásica de la “competencia perfecta”.
La “destrucción creativa” viene dada por los emprendedores porque, según teoriza Schumpeter, los entrepreneurs son los agentes que alteran los equilibrios en las economías basadas en la oferta y la demanda. Debido a su constante empeño por innovar y buscar nuevas necesidades para los consumidores, consiguen modificar las condiciones que rigen la economía de mercado.
El concepto de “destrucción creativa”, parece tener una connotación negativa pero resulta que es todo lo contrario. Se entiende por destrucción creativa al acto de remplazar lo obsoleto por formas más avanzadas o más eficientes de producir y entender las necesidades de una sociedad abocada al hiperconsumo. Así pues, cuanta más destrucción mayor eficiencia y mayor empeño por entender y asistir a los consumidores. Schumpeter se muestra rotundo: “Los intentos por detener la destrucción creativa del emprendedor, frustra el progreso económico”.

¿Qué deberíamos hacer?

Hasta este punto se cuestionan dos posturas y surge una gran duda: ¿Confiamos en el Estado para contrarrestar la crisis, o por el contrario confiamos en el mercado? Si decidimos confiar únicamente en la teoría Keynesiana de crear proyectos a corto plazo nos estaremos decantando por el Estado; en cambio si consideramos qué nuevas necesidades podemos aportarle al consumidor le estaremos dando la razón a Schumpeter y a todos esos expertos en I+D que confían ciegamente en el talento emprendedor de las personas.
A día de hoy las medidas adoptadas para paliar la crisis parecen estar encaminadas hacia la fórmula de capitalismo de Estado en el que prima producir y vender, pero lo cierto es que, a priori, la alternativa más eficiente es la de la confiar en ambas dudas, es decir, conjuntar las medidas estatales con las necesidades del mercado. Uno de los grandes gurús de la innovación en España, Alfons Cornella, Fundador y presidente de Infonomía – la red de innovadores de referencia en lengua española- aboga por esta medida, por esta mezcla entre Keynes y Schumpeter, entre el Estado y el mercado, o como el llama entre el Government motor y el Google motor.

Oportunidades para los emprendedores

Debemos conseguir que el motor de la innovación no se pare ya que de ese modo saldremos fortalecidos frente a la crisis. Se podría pensar que ante la situación actual es muy difícil emprender y confiar en la  I+D, pero lo cierto es que apostar por esta cultura empresaria supone un gran abanico de posibilidades y oportunidades.
Las administraciones públicas españolas son conscientes del valor del emprendedor, y de todas esas empresas que apuestan por la Innovación, el Desarrollo y la Investigación. Sin ir más lejos, el Ministerio de Ciencia e Innovación (MICINN) dispone para el próximo 2011 de una cartera de 5.354 millones de euros, un 1,2% adicional frente al proyecto de ley presentado inicialmente para este año.
El MICINN mantiene su intención de preservar los fondos dedicados a financiar proyectos de I+D, así como las becas y contratos en las universidades y centros de investigación, las transferencias a los Organismos Públicos de Investigación (OPIs) y los créditos a empresas para innovación, “lo que supone mantener los niveles de inversión actuales vinculados al Plan Nacional de I+D y a la Estrategia Estatal de Innovación (e2i).
El nuevo presupuesto del MICINN supone un gran esfuerzo, y más teniendo en cuenta la actual crisis pero lo cierto es que las medidas permitirán a todos los emprendedores reforzar su papel, incrementando así la eficiencia de PYMES y grandes empresas.
El sabor agridulce de las noticias publicadas sobre la economía española en las últimas semanas, debe hacernos comprender que tenemos capacidad para emprender y sortear los obstáculos. Debemos considerar la recesión como un estimulo para seguir apostando por nuevos proyectos, nuevas ideas y nuevas necesidades para los consumidores. Debemos fomentar la Innovación, el Desarrollo y la Investigación, y para ello contamos con un marco excepcional de ayudas e incentivos públicos en los que nos podemos apoyar, como el que nos ofrece el Ministerio de Ciencia e Innovación para 2011.
Carlos Lopezosa García
Dir. Comunicación Grupo Evalue

EL CONCEPTO ECONÓMICO DE LA EFICIENCIA DINÁMICA

La eficiencia dinámica y la función empresarial

El criterio de eficiencia dinámica está indisolublemente unido al concepto de función empresarial y, de hecho, la plena comprensión del concepto económico de eficiencia dinámica que vamos a presentar exige que, con carácter previo, repasemos, siquiera sea brevemente, cuáles son el concepto y las características básicas de la función empresarial, entendida como la principal impulsora de la creatividad y de la coordinación que surgen espontáneamente en el mercado.

El término “función empresarial” o “empresarialidad” etimológicamente procede del latín in prehendo, que significa “descubrir”, “ver”, “darse cuenta” de algo. En este sentido podemos definir la función empresarial como la capacidad típicamente humana para darse cuenta de las oportunidades de ganancia que surgen en el entorno actuando en consecuencia para aprovecharse de las mismas. La función empresarial implica, por tanto, una especial perspicacia, que el Diccionario de nuestra Real Academia define como la “vista o mirada muy aguda y que alcanza mucho”. También es plenamente aplicable a la idea de empresarialidad que estamos explicando el término especular, que etimológicamente también procede del latín, en este caso del término specula, que se utilizaba para designar a las torres desde las que los vigías podían ver a distancia lo que iba a venir (23).

Las características más importantes del concepto de función empresarial que acabamos de introducir, cara al criterio de eficiencia dinámica que estamos estudiando, son las siguientes:

En primer lugar, la función empresarial siempre genera nueva información, es decir, todo acto empresarial supone el descubrimiento de una información nueva que antes no tenía el actor (una oportunidad de ganancia que previamente había pasado desapercibida). Esta información que constantemente crean los empresarios cuando actúan es subjetiva, práctica (en el sentido de que sólo se crea mediante el ejercicio de la acción empresarial en sus correspondientes contextos), dispersa (pues está diseminada en la mente de todos los seres humanos) y tácita (en el sentido de que es muy difícilmente articulable de manera formalizada).

En segundo lugar, la función empresarial, por su propia naturaleza, es esencialmente creativa. Significa ello que todo desajuste social se plasma en una oportunidad de ganancia que queda latente para ser descubierta por los empresarios. Así, por ejemplo, si B utiliza mal un recurso R que es altamente necesitado por A, es obvio que ello implica la existencia de un desajuste social que da lugar a una oportunidad de ganancia: basta que un empresario C se dé cuenta de ese desajuste, para que compre barato el recurso a B y se lo venda caro a A, obteniendo de esta manera un “beneficio empresarial puro”. Por tanto, cuando un empresario se da cuenta de una oportunidad de ganancia que previamente había pasado desapercibida crea una información en su mente que antes no existía, que resulta, una vez se lleva a cabo el acto empresarial, en la obtención de un beneficio empresarial puro.

En tercer lugar, la función empresarial transmite información. En efecto, si un empresario C compra barato a B un recurso R que tiene en abundancia y mal utiliza, para vendérselo caro a A que lo necesita con urgencia, transmite a A y B la información de que el recurso R está disponible y debe guardarse, y a todo el mercado, en oleadas sucesivas, que alguien está dispuesto a pagar por R un buen precio de mercado (los precios de mercado son señales muy potentes en el sentido de que transmiten mucha información a un coste muy reducido).

En cuarto lugar, la función empresarial es coordinadora. Como consecuencia del acto empresarial que venimos describiendo A y B aprenden a disciplinar o coordinar su comportamiento en función de las necesidades ajenas del otro: en efecto, una vez el desajuste social se ha descubierto y es eliminado, B guarda el recurso R que antes no utilizaba y lo guarda para entregárselo a A que lo necesita con urgencia.

En quinto lugar, la función empresarial es competitiva. 

El término competencia procede del latín cum petitio que significa concurrencia múltiple de peticiones sobre la misma cosa a la que hay que adjudicar un dueño. La empresarialidad es competitiva precisamente en el sentido de que una vez descubierta o creada la oportunidad de ganancia por un determinado empresario, esa misma oportunidad de ganancia con sus coordenadas específicas de tiempo y lugar ya no puede ser creada, descubierta y aprovechada por otro empresario. Esto hace que el proceso empresarial sea, ante todo, un proceso de rivalidad, netamente competitivo, en el que los empresarios rivalizan unos con otros por descubrir antes que nadie y aprovecharse antes que los demás, de las oportunidades de ganancia que se van generando en su entorno. De ahí que sea muy precisa la definición de competencia dada en el Diccionario de nuestra Real Academia cuando se refiere a la misma como “la rivalidad entre dos o más que aspiran a obtener la misma cosa”. El concepto de competencia que hemos presentado obviamente nada tiene que ver con el denominado “modelo de competencia perfecta”, en el que múltiples oferentes hacen lo mismo y venden el mismo bien al mismo precio, es decir, en el que, paradójicamente, no puede considerarse que nadie compite.

Por último, en sexto lugar, el proceso empresarial jamás se detiene ni agota. Aunque podría pensarse que el proceso social impulsado por la empresarialidad podría llegar a una situación de equilibrio, es decir, a detenerse o agotarse una vez que se descubrieran y aprovecharan por los empresarios todas las oportunidades de ganancia en las que se plasman los desajustes sociales (y, de hecho, tal “estado final de reposo” es el que con carácter prioritario se considera como único objeto de estudio que merece la pena investigar por parte de la mayoría de los miembros de nuestra profesión), no cabe considerar que el proceso empresarial de coordinación jamás se detenga o agote. Y es que el acto empresarial, a la vez que coordina, crea nueva información que a su vez modifica en el mercado la percepción general de fines y medios de los actores implicados, lo cual da lugar a la aparición de nuevos desajustes, que a su vez tienden a ser descubiertos y coordinados empresarialmente, y así sucesivamente a lo largo de un proceso que jamás se detiene, de expansión sin límite del conocimiento y los recursos, apoyado sobre un volumen de población siempre creciente, y que tiende a ser tan coordinado como sea humanamente posible en cada circunstancia histórica (“Big Bang social coordinado”).

Explicadas las características esenciales del proceso empresarial nos encontramos ya en disposición de poder entender mejor el concepto económico de eficiencia dinámica que vamos a presentar, así como la posición de los diferentes autores que en la historia del pensamiento económico han venido aproximándose al mismo.

El concepto económico de eficiencia dinámica: creatividad y coordinación

En un sentido dinámico, puede afirmarse que, por ejemplo, un ser humano, una empresa, una institución, o todo un sistema económico, serán tanto más eficientes conforme más y mejor impulsen la creatividad y la coordinación empresarial, tal y como las acabamos de explicar.

En esta perspectiva dinámica, lo verdaderamente importante no es tanto el evitar el despilfarro de unos medios que se consideran conocidos y “dados” (objetivo que, recordemos, era el prioritario en la perspectiva de la eficiencia estática) como el descubrir y crear continuamente nuevos fines y medios, impulsando la coordinación y asumiendo que en todo proceso empresarial siempre surgirán nuevos desajustes por lo que un cierto despilfarro es inevitable y consustancial a toda economía de mercado.

En este sentido, puede considerarse que la dimensión dinámica de la eficiencia es la más relevante pues, de hecho, aunque un sistema económico no se encuentre en la frontera de posibilidades máximas de producción, es posible que todos sus agentes salgan ganando si es que la creatividad empresarial mueve constantemente la curva hacia fuera aumentando, así, las posibilidades de todos gracias a un flujo continuo de creatividad de nuevos fines y medios que, hasta su descubrimiento empresarial, previamente ni siquiera habían podido ser concebidos por nadie.

Por otro lado, y esto es muy relevante, puede considerarse que la dimensión dinámica engloba a la dimensión estática de la eficiencia económica, pues precisamente es la misma fuerza de la función empresarial que induce la eficiencia dinámica cuando crea y descubre nuevas oportunidades de ganancia, la que logra el máximo grado de eficiencia estática que sea humanamente posible en cada momento, al coordinar los desajustes preexistentes (aunque dado el flujo inacabable de nuevos desajustes nunca pueda concebirse, como ya hemos indicado, que sea posible alcanzar el óptimo paretiano en una economía real de mercado y que, por tanto, se elimine totalmente el posible despilfarro de los recursos existentes).

A continuación vamos a comentar las aportaciones de diversos autores que se han aproximado en una u otra perspectiva al concepto de eficiencia dinámica que acabamos de exponer. No es de extrañar que muchos de estos autores estén muy influidos por la tradición de la Escuela Austriaca de Economía que, si por algo se caracteriza, es precisamente por el acento que pone en la concepción dinámica del mercado y en el papel protagonista que en sus procesos tiene la función empresarial. En este sentido, deberían de darse por reproducidos aquí los trabajos más importantes de Mises y Hayek sobre el mercado entendido como un proceso dinámico impulsado por la empresarialidad (Mises) y sobre la competencia entendida como un proceso de descubrimiento (Hayek)(24) .

Israel M. Kirzner y el concepto de eficiencia dinámica

Kirzner es el gran pensador contemporáneo sobre la función empresarial cuyo análisis ha desarrollado in extenso siguiendo el liderazgo iniciado por Mises y Hayek. Ha de considerársele también como uno de los teóricos más relevantes que ha estudiado el concepto económico de eficiencia dinámica que define como “la capacidad para impulsar la perspicacia y el descubrimiento empresarial de un conocimiento que previamente no se concebía que se podía adquirir”. Según Kirzner, el acto empresarial es eminentemente coordinador, entendiendo la coordinación social no en su sentido estático o paretiano, sino en su sentido dinámico, es decir, “como un proceso en el que los participantes del mercado se dan cuenta de oportunidades de ganancia mutuamente beneficiosas que, una vez aprovechadas, ajustan múltiples errores previos”(25) .

Además, Kirzner se ha cuidado de señalar que el criterio de eficiencia dinámica que propone, basado en la creatividad y en la coordinación empresarial, está libre de todo juicio de valor, por lo que es plenamente wertfrei: en efecto, quien desee impulsar la coordinación sabe que ha de favorecer y fomentar la función empresarial libre; quien, por el contrario, valore más los desajustes y conflictos sociales, deberá poner todo tipo de trabas a la función empresarial(26) . La teoría económica, por sí sola, no puede calificar como bueno o malo uno u otro fin, si bien indudablemente ayuda a que los seres humanos vean más claramente las alternativas éticas y puedan tomar más fácilmente una posición moral coherente.

La eficiencia dinámica tal y como Kirzner la concibe, es inmune al resto de las críticas que acabamos de exponer en relación con los diferentes criterios de eficiencia estática que hasta ahora han preponderado. Finalmente, Kirzner señala cómo, desde el punto de vista analítico, la dimensión dinámica es especialmente útil para efectuar análisis comparativos de las distintas instituciones y de las diferentes alternativas de legislación. Y es que el análisis de la eficiencia dinámica permite efectuar una evaluación y llevar a cabo una toma de posición mucho más clara y en múltiples ocasiones muy distinta de la que habitualmente se deduce del simple análisis efectuado exclusivamente en términos de eficiencia estática (27) 

Murray N. Rothbard y el mito de la eficiencia estática. 
El intento de síntesis de Roy E. Cordato

Las aportaciones de Rothbard en el campo del análisis de la eficiencia dinámica son también importantes. Por un lado este autor ha insistido en que el ideal de “eficiencia estática”, estudiado con carácter dominante por los teóricos de la economía del bienestar, no es sino un mito pues exige para su manejo operativo un marco dado de fines y medios que nunca puede llegar a existir, ni mucho menos a conocerse, en una realidad social 
constantemente cambiante. Además, Rothbard es quizás el autor que más claramente ha expuesto la conexión que existe entre la concepción dinámica de la eficiencia económica y el ámbito de la ética. Rothbard considera imprescindible, dado el desconocimiento respecto de los fines, medios y funciones de utilidad que existen en la realidad, establecer con carácter previo el marco ético adecuado que impulse la eficiencia dinámica. Este marco está constituido por el conjunto de normas que regulan el derecho de propiedad y hacen posible el intercambio voluntario en el que los diferentes agentes económicos siempre demuestran cuáles son sus preferencias verdaderas. Para Rothbard sólo los principios éticos pueden servir como criterio de eficiencia a la hora de tomar decisiones (28) .

Roy E. Cordato, en un libro interesante, ha analizado desde el punto de vista de la economía del bienestar las principales aportaciones de los economistas austriacos en general y las de Mises, Rothbard, Hayek y Kirzner, en particular, llegando a la conclusión de que lo importante en el mercado, más que lograr resultados “óptimos” (objetivo de la dimensión estática de la eficiencia), es que prepondere un marco institucional adecuado que favorezca el descubrimiento empresarial y la coordinación. La política económica ha de orientarse a identificar y remover las trabas artificiales que dificultan los intercambios voluntarios y el proceso empresarial (29). El intento de Cordato es especialmente meritorio en la medida en que tiene por objetivo abrir las ventanas de la ya rancia economía del bienestar, hasta ahora anclada en presupuestos exclusivamente estáticos, a la concepción subjetivista y dinámica del mercado que, con carácter prioritario, ha sido hasta ahora desarrollada casi exclusivamente bajo el liderazgo de los teóricos de la Escuela Austriaca.

Joseph Alois Schumpeter y el “proceso de destrucción creadora”

Quizás uno de los autores popularmente más conocidos a la hora de aplicar una peculiar concepción de la dimensión dinámica al análisis de la eficiencia económica sea Joseph Alois Schumpeter. Schumpeter inicia su programa de investigación en este ámbito ya en 1911 cuando publica la primera edición alemana de su Teoría del desenvolvimiento económico (30) . En este libro Schumpeter ya se refiere, siguiendo una línea de investigación netamente austriaca, al empresario innovador, que para Schumpeter es aquel que concibe y descubre nuevos bienes, combinaciones de bienes, fuentes de aprovisionamiento, introduce innovaciones tecnológicas y continuamente crea nuevos mercados y amplía los ya existentes. Treinta años después, en 1942, Schumpeter continúa esta misma línea de investigación en su libro Capitalismo, socialismo y democracia, especialmente en sus capítulos 7 y 8. Este último capítulo incluso se titula por el autor “El proceso de destrucción creadora”, y en él se explica el proceso de evolución económica que ha dado lugar al desarrollo del capitalismo, introduciéndose ya la tensión inherente a las dos dimensiones del concepto de eficiencia, la dinámica y la estática. Schumpeter es muy crítico con el concepto tradicional de eficiencia estática utilizado por la economía neoclásica y concluye que “la competencia perfecta no sólo es imposible, sino inferior, y carece de todo título para ser presentada como modelo de eficiencia ideal ”(31).

Nuestra principal crítica a Schumpeter es que siga considerando que el punto básico de referencia del análisis económico debe ser el modelo de equilibrio pues cree que el mundo económico, si no fuera por los empresarios, se encontraría “normalmente” en una situación de flujo rutinario. Schumpeter concibe, pues, que el empresario no es sino un elemento exclusivamente distorsionador o desequilibrador. Es decir, tan solo se fija en una de las facetas del proceso empresarial, en aquella que ha denominado con la expresión ya consagrada de “proceso de destrucción creadora”. Schumpeter ignora que, según ya hemos expuesto en apartados anteriores, el centro focal de investigación del análisis económico ha de ser el proceso dinámico empresarial y no el modelo de equilibrio. Y es que el proceso de mercado real impulsado por la empresarialidad posee, con carácter simultáneo, no sólo una capacidad de “destrucción creadora”, que es a la que con carácter exclusivo se refiere Schumpeter, sino también una capacidad eminentemente coordinadora, que tiende a llevar el proceso social hacia un equilibrio que, sin embargo, nunca se alcanza puesto que en su camino de coordinación surgen continuamente nuevos desajustes. Para Schumpeter el proceso empresarial es una especie de fuerza explosiva que como resultado de la creatividad empresarial distorsiona el orden preexistente, sin darse cuenta de que la misma fuerza que impulsa la destrucción creadora tiende a coordinar el sistema haciendo que el “big bang” social sea tan armonioso como sea posible en cada circunstancia histórica. Por tanto, frente a Schumpeter, que considera al empresario como un elemento exclusivamente desequilibrador, el enfoque de eficiencia dinámica que estamos proponiendo parte de considerar a la empresarialidad como una fuerza impulsora, simultáneamente creativa y coordinadora, que continuamente hace avanzar el mercado y la civilización.

El concepto de Eficiencia-X de Harvey Leibenstein

Harvey Leibenstein introdujo por primera vez el concepto de eficiencia-X en su artículo “Allocative efficiency vs. X-efficiency” publicado en 1966 (32) . En este trabajo Leibenstein concibe la ineficiencia-X como el grado de ineficiencia que surge en el mercado como consecuencia del carácter incompleto que tienen muchos de los contratos que regulan las relaciones empresariales, sobre todo porque no precisan bien las tareas que cada uno debe realizar. También señala como fuentes de ineficiencia la presión psicológica a que se ven sometidos los diferentes agentes económicos, y el peso de los hábitos, inercias y rutinas que hacen que muchas labores cuyo resultado podría mejorarse permanezcan indefinidamente en una situación de ineficiencia.

Es de resaltar, ante todo, el carácter bastante equívoco del concepto de ineficiencia-X que propuso Leibenstein, al menos en sus primeras formulaciones. Parece como si Leibenstein hubiera intuido una idea importante (que existe una ineficiencia que pasa desapercibida en los modelos de equilibrio) que, sin embargo, no es capaz de articular con total claridad. Ello dio pie a que, diez años después Stigler (1976), en un artículo irónicamente titulado “The Existence of X-Efficiency ”(33), contestara a Leibenstein que, en todo caso, la cantidad de ignorancia e inercia que pueda existir en el mercado será siempre óptima, pues el esfuerzo destinado a tratar de superarlas se detendrá justo cuando el coste marginal derivado de las mismas empiece a superar al ingreso marginal esperado. Kirzner salió posteriormente en apoyo de Leibenstein argumentando que, al menos, siempre existirá una importante fuente de ineficiencia-X: aquella consistente en el error empresarial genuino, que surge precisamente cuando a alguien le pasa desapercibida una oportunidad de ganancia en el mercado, que queda así latente para ser descubierta y aprovechada en el futuro por otros empresarios (34) .

Es decir, el argumento básico de Kirzner en relación con la eficiencia-X es el de que, reconociendo que ésta no existe, por definición, en un entorno de equilibrio y plena información (éste, y no otro, era el argumento claramente irrelevante de Stigler), la única posibilidad de que el concepto de eficiencia-X pueda mantenerse con un sentido analítico y operativo, consiste en identificarlo con el concepto de eficiencia dinámica que hemos expuesto, idea ésta que, en última instancia, parece que ha terminado siendo aceptada por el propio Leibenstein. Y es curioso constatar cómo “el padre de la criatura”, Harvey Leibenstein, se ha visto forzado a admitir que su concepto de eficiencia-X, tan confusa y vagamente definido en un principio, sólo mantiene un (elevado) grado de relevancia, depurándose de sus vaguedades y equívocos iniciales, si es que tiende a identificarse con el concepto de eficiencia dinámica tal y como ya lo hemos definido en el presente trabajo(35) .

El concepto de “eficiencia adaptativa” de Douglas C. North

El Premio Nobel de Economía Douglas C. North ha criticado el concepto paretiano de eficiencia meramente asignativa que utilizan con carácter predominante los economistas neoclásicos, ofreciendo como alternativa el concepto de eficiencia adaptativa que define como “la capacidad de la sociedad para adquirir conocimiento, aprender, inducir la innovación, fomentar la creatividad y la asunción de riesgos, y resolver cuellos de botella a lo largo del tiempo”(36).

Como se ve, North menciona en esta definición una serie de características que son plenamente coincidentes con las que ya se han analizado como propias del concepto de eficiencia dinámica: la adquisición de conocimiento, la creatividad, la innovación, etc. Además, y esto quizás sea lo más característico de North, este autor se fija especialmente en el marco institucional de normas que fomentan la creatividad y la capacidad de adaptarse de las diferentes sociedades, poniendo como modelos históricos de flexibilidad y capacidad de adaptación a las sociedades europea y norteamericana.

Nuestra principal crítica a Douglas C. North es que no menciona expresamente a la función empresarial como la fuerza protagonista que impulsa todos los procesos de mercado. Es decir, North se centra casi exclusivamente en analizar la capacidad de las sociedades en general para adaptarse a los cambios y shocks “externos” que les afectan y supuestamente siempre proceden de fuera y, precisamente por ello, propone utilizar el término de “eficiencia adaptativa”. El enfoque de North es, por tanto, mucho más reactivo que proactivo. En efecto, North parece no darse cuenta que es precisamente el impulso empresarial que caracteriza a la eficiencia dinámica y a su capacidad coordinadora el que, también y simultáneamente, induce los cambios o shocks (por tanto no externos sino endógenos) que generan los problemas ante los que deben de adaptarse las diferentes sociedades.

Es evidente, por tanto, que North cae en el extremo contrario al de Schumpeter. Es decir, mientras Schumpeter se fijaba con carácter exclusivo en la dimensión de la creatividad empresarial y en su capacidad destructora (proceso de “destrucción creadora”), North se fija en la otra dimensión, es decir, en la capacidad adaptativa o coordinadora de la función empresarial, olvidándose, por completo, de la faceta simultáneamente creadora que siempre tiene la misma. En este sentido puede considerarse que la teoría de la eficiencia dinámica impulsada por la empresarialidad que se ha presentado en este trabajo combina adecuadamente las dos dimensiones (la creativa y la coordinadora), que de forma separada, excluyente y reduccionista han estudiado parcialmente Schumpeter y North.

El concepto de eficiencia dinámica y la teoría de los costes de transacción de Ronald H. Coase

Parece ahora pertinente efectuar algunos comentarios sobre las relaciones que puedan existir entre el concepto de eficiencia dinámica que hemos explicado y la teoría de los costes de transacción que tiene su origen en Ronald H. Coase, y que tanto predicamento ha alcanzado en muchos ámbitos del análisis económico, especialmente del derecho y de las instituciones (37) .

Quizás la diferencia esencial entre ambos enfoques sea la señalada por Israel Kirzner. Para este autor, el obstáculo básico que dificulta la eficiencia dinámica no lo plantean los costes de transacción, sino lo que él denomina el “error empresarial puro o genuino”, que es aquel que surge en el mercado cuando falta la suficiente perspicacia empresarial(38) . O expresado de otra forma, aunque pudiéramos concebir un hipotético nirvana(39) o “mundo ideal con costes de transacción cero”, tal sistema no lograría el ideal de eficiencia dinámica si, por culpa de errores empresariales puros o genuinos, quedaran múltiples oportunidades de ganancia sin descubrir, crear y aprovechar. Y es que, en última instancia, y a pesar de las apariencias, el enfoque de los costes de transacción sigue adoleciendo de muchas de las carencias que ya analizamos en relación con la dimensión estática de la eficiencia. En concreto, efectuar un análisis de comparativa institucional centrándose en los diferentes costes de transacción de cada institución, implica el suponer que éstos están dados y son conocidos, y que es incluso posible efectuar un rediseño institucional que permita modificar los costes de transacción de cada situación dada. Sin embargo, todo el marco de costes de transacción que se tome como referencia en el análisis puede cambiar de forma radical e imprevista si, como consecuencia de un acto de pura creatividad empresarial, se descubren nuevas alternativas, posibilidades de producción y, en general, nuevas soluciones a los problemas que, hasta ese momento, previamente habían pasado completamente desapercibidas a los empresarios.
Por eso, y en la óptica de la eficiencia dinámica, tal y como veremos con detalle más adelante, al basarse ésta en la creatividad y en la coordinación empresarial, nunca puede ser irrelevante la distribución inicial de derechos de propiedad (incluso, como erróneamente supone el Teorema de Coase, en el caso extremo de que los costes de transacción sean nulos). Y es que la distribución de derechos de propiedad, enmarcada en el esquema ético que hace posible la eficiencia dinámica y que analizaremos después, es precisamente la que determina, en cada circunstancia específica de tiempo y lugar, quién sentirá los incentivos concretos que son necesarios para despertar el acto empresarial, con su doble dimensión creativa y coordinadora. O expresado de otra manera, en la óptica de la eficiencia dinámica basada en la función empresarial el denominado Teorema de Coase, con independencia de cuál sea la interpretación concreta que al mismo se dé, es científicamente falso pues ni siquiera en un supuesto esquema institucional con costes de transacción cero la distribución de derechos de propiedad será irrelevante cara a alcanzar el objetivo de la eficiencia dinámica(40) .

El concepto de eficiencia dinámica en los libros de texto de Economía

La dimensión dinámica del concepto de eficiencia económica es prácticamente ignorada por la mayoría de los libros de texto de nuestra disciplina. Esto, a su vez, es una ilustración más de la obsesión que por la estática comparativa y el modelo de equilibrio hasta ahora ha preponderado en la Ciencia Económica y, por tanto, de la urgencia de impulsar un cambio de paradigma que dé entrada al análisis dinámico de los mercados y al concepto de eficiencia dinámica.

En una muestra de veinte manuales, seleccionados de entre los más conocidos en lengua inglesa y española en el ámbito de la economía, tan sólo en cuatro de ellos se menciona explícitamente al concepto de eficiencia dinámica. Y en la mayoría de estas honrosas excepciones el tratamiento del concepto es muy limitado y no se integra de una manera coherente en un análisis global que permita evaluar en términos de eficiencia dinámica las diferentes instituciones y alternativas que se estudian en los capítulos correspondientes a cada libro de texto. A continuación mencionaremos los tratamientos de la eficiencia dinámica que hemos encontrado más interesantes(41) .

El libro de texto de Gwartney y Stroup, Economics: Private and Public Choice(42) , aunque no incorpora explícitamente el término de “eficiencia dinámica”, sí que explica que el mundo está en constante cambio como resultado de la creatividad empresarial y del proceso de rivalidad competitiva que desarrollan los empresarios, todo lo cual, según sus autores, obliga a que los economistas revisen las nociones tradicionales de eficiencia estática.
Mucho más explícitos en su análisis de la eficiencia dinámica son Dolan y Lindsay especialmente a la hora de diferenciar entre la eficiencia estática y la eficiencia dinámica que definen como “la capacidad de un sistema económico para trasladar hacia la derecha la curva de posibilidades máximas de producción”. Por contra, la eficiencia estática sería “la capacidad de un sistema económico para estar o situarse sobre la curva de posibilidades máximas de producción”. Además Dolan y Lindsay (43), se refieren a las aportaciones pioneras de Schumpeter en el ámbito de la eficiencia dinámica y consideran que la innovación y los descubrimientos tecnológicos son los principales impulsores de la misma, aun cuando no dejan de mencionar a la capacidad creativa de la función empresarial como aportación esencial de los teóricos procedentes de la Escuela Austriaca. Es más, los autores de este manual llegan a estimar cuáles han podido ser, desde la Segunda Guerra Mundial hasta hoy, las eventuales pérdidas de eficiencia estática que hayan podido afectar a la economía norteamericana y que cifran en una media del 2,5 por ciento del producto interior bruto norteamericano, manifestando que, en su opinión, estas pérdidas han sido más que sobradamente compensadas por las ganancias de eficiencia dinámica que se han experimentado durante ese mismo período como resultado de la creatividad y la fuerza coordinadora de los empresarios norteamericanos.

En 1998 Wolfgang Kasper y Manfred E. Streit publicaron un importante manual dedicado al estudio del análisis económico institucional. En este libro, sus autores definen la eficiencia dinámica como “la capacidad para adaptarse, responder y generar nuevo conocimiento ”(44). Como se ve, el manual de Kasper y Streit se aproxima mucho a la teoría de la eficiencia dinámica que hemos expuesto más arriba. Además, y siguiendo a Demsetz, estos autores critican el “enfoque del nirvana” propio de la metodología neoclásica y que consiste en comparar la realidad con la utopía de la eficiencia estática. Kasper y Streit concluyen que gran parte de los denominados “fallos del mercado” no son tales desde el punto de vista dinámico porque, o bien sirven para impulsar la creatividad y la introducción de nuevas tecnologías (tal sería el caso de los “monopolios”), o bien constituyen la más íntima característica de los mercados reales (como ocurriría en los casos de “información asimétrica”, moral hazard no asegurable inherente a todo acto empresarial, etc.). Por eso, según estos autores, el analista ha de comparar la realidad institucional no con modelos ideales irrealizables (como hasta ahora han hecho los teóricos de la economía del bienestar) sino con alternativas institucionales que sean factibles y sirvan para impulsar la creatividad y capacidad coordinadora de la empresarialidad. Vemos, por tanto, como Kasper y Streit, completan las intuiciones de Demsetz con la teoría hayekiana sobre el surgimiento y creación del conocimiento que continuamente descubren los empresarios en los procesos de mercado.

O’ Driscoll y Rizzo, en la misma línea, explican en su libro The Economics of Time and Ignorance, que no se debe criticar, como a menudo hacen los economistas neoclásicos, el proceso real de mercado por no estar sobre el límite de la curva de posibilidades máximas de producción, es decir, por no ser estáticamente eficiente debido a la existencia de supuestos “fallos” de mercado. Y es que, según estos autores, tal crítica supone que pueda llegar a conocerse una información que sólo genera el propio proceso real de mercado y que, por tanto, si se conociera a priori haría tal proceso innecesario y redundante. Es decir, nadie puede conocer la curva de posibilidades máximas de producción porque ni siquiera está dada, sino que continuamente está trastocándose y moviéndose hacia la derecha como resultado de la creatividad empresarial. Criticar al mercado por no encontrarse sobre un límite que nadie conoce y que continuamente está cambiando no sólo es un grave error desde el punto de vista metodológico, sino que además puede llevar al desatino de justificar determinadas políticas de intervencionismo económico que terminen por dificultar el proceso real de mercado que, precisamente, es el principal impulsor del continuo aumento cuantitativo y cualitativo de las posibilidades de la frontera de producción(45) .

Finalmente, no querríamos terminar esta revisión de los manuales que han tratado, si bien sea someramente, el concepto de eficiencia dinámica, sin referirnos al curioso caso del libro de texto de Wonacott y Wonacott, que se empeña en definir el concepto de “eficiencia dinámica”, en términos estrictamente “estáticos”, es decir, como “el ritmo óptimo de los cambios”. Cuál sea el ritmo de referencia que se utilice para considerar si un sistema económico se está aproximando o no al “óptimo” es algo que queda sin explicitar. Según estos autores, es el modelo de competencia perfecta el que promueve la eficiencia dinámica, en la medida en que fuerza a las empresas a adoptar rápidamente nuevas tecnologías, señalando que existe un cierto debate respecto de si es la competencia o el monopolio el sistema que más impulsa la creación y descubrimiento de nuevas tecnologías. En todo caso el tratamiento que Wonacott y Wonacott dan a la eficiencia dinámica no sólo se encuentra totalmente condicionado por su visión estática de la economía, sino que además es muy confuso (y desconcertante) pues parece como si el párrafo correspondiente se incorporase en el libro de texto para cubrir un tema que se considera de relevancia, pero sin fundamentarlo en ningún análisis dinámico sobre los procesos reales de mercado impulsados por la empresarialidad que se dan en la vida real (46) .

Como conclusión de este breve repaso por la literatura científica de más difusión didáctica puede afirmarse que, al margen de las aisladas excepciones ya citadas, queda aún un camino muy largo por recorrer para que los economistas acepten con carácter general y empiecen a utilizar sistemáticamente el concepto y las implicaciones de la dimensión dinámica de la eficiencia económica. Cuando esto ocurra, y en todo análisis de economía aplicada no dejen de incluirse las consideraciones sobre la eficiencia dinámica, el análisis de la concepción dinámica de la eficiencia económica terminará filtrándose a los libros de texto, y su estudio pasará a ser considerado como un contenido estándar de tratamiento imprescindible en todos los manuales que estudien los alumnos de economía de todo el mundo.

Jesús Huerta de Soto
Catedrático de Economía Política
Universidad Rey Juan Carlos de Madrid

"Sólo podrá reproducirse total o parcialmente el contenido de este trabajo citando expresamente a su autor y al medio en donde fue originalmente publicado (indicado, en su caso, en la sección de bibliografía del Curriculum vitae). A quienes incumplan esta condición les serán aplicados las leyes civiles y penales que correspondan, a parte de las procedentes indemnizaciones por daños y perjuicios".
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(23) Sobre la teoría de la función empresarial y sus más importantes elementos y características puede consultarse Huerta de Soto (2001) (b), capítulo 2.

(24)Huerta de Soto (2001) (a), capítulos 5 y 6
.
(25)Kirzner (1997), p. 67.
(26)Kirzner, (1998), pp. 187-200.

(27)Israel M. Kirzner (1997), p. 64.

(28)Rothbard (1979), p. 95; y Rothbard (1997), pp. 211-254.
(29)Cordato (1992).

(30)Schumpeter (1944), especialmente p. 135 y ss.

(31)Schumpeter (1971), capítulo 8, p. 149. La cita en inglés de Schumpeter es la siguiente: “Perfect competition is not only impossible but inferior and has no title to being set up us a model of ideal efficiency”, Capitalism, Socialism and Democracy, Harper Perennial, Nueva York, 1976, pág. 106 (primera edición publicada por Harper and Brothers en 1942). Blaug (1998), p. 7 ha utilizado expresamente el término “eficiencia dinámica” para referirse al punto de vista de Schumpeter.
(32)Leibenstein (1966), pp. 392 a 415.
(33)Stigler (1976), pp. 213-216.

(34)Kirzner (1979), pp. 120-136.

(35)Sobre la eficiencia-X puede consultarse además el libro de Frantz (1988).

(36)North (1990), pp. 80-82, 99 y 136; y North (1999), pp. 17-18. La mejor evaluación crítica de North, desde el punto de vista austriaco, ha sido escrita por Stromberg, (2002), pp. 101-137.

(37)Véase, por ejemplo, entre los tratamientos más recientes el de Zerbe (2001).
(38)Kirzner (1973) pp. 225-234. Existe una traducción española publicada en su segunda edición por Unión Editorial en 1998 con el título de Competencia y empresarialidad, Madrid 1998, pp. 237-246.

(39)Harold Demsetz ha criticado el Nirwana approach de muchos economistas neoclásicos (Arrow, etc.) que se empeñan en comparar instituciones reales con instituciones ideales que jamás pueden darse en la realidad, pues los costes de transacción que implicaría el llevar el sistema real al “nirvana” serían imposibles de superar. El esquema de Demsetz, aunque nos parezca un meritorio paso adelante en el realismo del análisis, no es sin embargo completamente adecuado pues sigue ignorando que el problema esencial, más que de costes de transacción, es de naturaleza netamente empresarial. Véase Demsetz (1989), capítulo 1, pp. 3-24.

(40)La tesis coaseana sobre la irrelevancia de la distribución de los derechos de propiedad (con costes de transacción cero) ha sido calificada por Gary North como de “Don Corleone theory of property rights” y es radicalmente contradictoria con el enfoque de las relaciones entre la ética y la eficiencia dinámica que exponemos en este trabajo. Véase North (2002), pp. 75-100.

(41)La muestra utilizada de manuales incluye libros de texto tan conocidos como los de Samuelson, Lipsey, Friedman (Milton), Fridman (David), Stiglitz, Kreps, Fisher-Dornbusch-Schmalense, Mankiw, Wonacott y Wonacott, Alchian y Allen, Sloman, Boulding, Bresciani-Turroni, Gwartney y Stroup, Dolan y Lindsay, Barre, Kasper y Streit, Hardwick-Khal-Langmead, Gimeno y Guirola, González Paz, Mochón y O’ Driscoll y Rizzo.

(42)Gwartney y Stroup (1983), especialmente pp. 416-419.

(43)Dolan y Lindsay (1988), pp. 489-692.
(44)Kasper y Streit (1998), p. 58.
(45)O’ Driscoll y Rizzo (1998), especialmente pp. 88 y ss.

(46)Wonacott y Wonacott (1986), p. 492.

Joseph Schumpeter, Profeta de la Innovación


Por   Alvaro Sylleros
Jjoseph schumpeter 

Joseph schumpeter (1883-1950), economista austriaco, profesor universitario, dedica su obra al estudio del capitalismo y es pionero en la introducción del concepto de economía dinámica, propulsada por la innovación.
síntesis sobre los principales aspectos de la correlación economía-innovación, basada en la obra de joseph schumpeter que utiliza como fuente el contundente libro dethomas k. mccraw, “prophet of innovation”, 2007, the belknap press of harvard university press, usa
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Capitalismo, innovación, destrucción creativa, economía dinámica

Chile no eleva su nivel de competitividad, en comparación con otras economías emergentes como la irlandesa, debido a su pobre progreso en educación e innovación. ambas problemáticas se entrecruzan en la escena cultural y socioeconómica del país provocando una situación de estanco, que a pesar de los esfuerzos de diversos agentes estatales y privados no demuestra mucho avance. aunque asistimos a un estado de efervescencia que hoy pone de “moda” el tema de la innovación y que según algunos amenaza con agotarlo, no son muchas las visiones proactivas que ofrece la economía, en tanto ciencia fundante de la vida contemporánea, que permitan innovar en innovación.
 definitivamente, el acercamiento más anticipado e iluminado sigue siendo el del economista joseph schumpeter (1883-1950), nacido en austria, cristaliza su carrera en estados unidos, enseñando en harvard y yale, autor de libros aun vigentes en la academia, destacan: business cycles, history of economic analysis, capitalism,socialism and democracy como los más recurridos. schumpeter fue un orador con dotes histriónicas excepcionales y se diferencio ampliamente del mundo académico de la economía de su época por alimentar su teoría con profundos conocimientos en ciencias políticas, historia, sociología, psicología, filosofía  y más que nada pensar la economía desde un gran sentido de lo humano y de lo emocional, además de exhibir un gusto refinado por la ropa, la arquitectura, el arte y la buena vida.

Schumpeter nace el mismo año que su máximo oponente intelectual, john maynard keynes, el economista de mayor influencia durante la primera mitad del siglo xx, quien gana renombre a partir de ayudar a establecer una serie de regulaciones desde el aparato estatal hacia el sistema capitalista para prevenir situaciones traumáticas como la creada por la recesión de los años 30. keynes, el economista austero, basado prácticamente solo en números, enfoco su visión en mantener el sistema siempre en equilibrio, en alejar la economía del fantasma de la crisis y el desbalance. y eso genera, según schumpeter, un capitalismo en estado de estancamiento, demasiado regulado y constreñido por una visión que tiende a congelar un sistema de por si dinamico. en efecto, la discrepancia de base entre estos dos economistas residía en la tendencia keynesiana hacia una economía estática, versus la visión de schumpeter quien siempre tendió a ver el sistema inmerso en un proceso de continuo cambio y contingencia, entre fases de decadencia y resurgimiento que según el eran naturales no solo en el capitalismo sino también en la democracia. “el estado natural del capitalismo es el desequilibrio” frase que espanto al mundo académico y político de la época, mayormente keynesiano, que buscaba desesperadamente la estabilización del sistema económico luego del trauma de la gran depresión. para el austriaco estos términos eran contradictorios desde su perspectiva de analista obsesionado con el fenómeno capitalista, no solo desde lo estadístico sino más que nada desde la observación de las acciones y pasiones de individuos y compañías particulares, de hecho business cycles es un compendio histórico sobre casos de surgimiento, éxito, decadencia y resurgimiento de los negocios emprendidos por las compañías exitosas de la época como westinghuosegeneral electric, ford motors, bell telephone, etc.

A mediados de los años cuarenta schumpeter ya es el adalid del concepto de “economía dinámica” e inusitadamente se enfrasca en hallar claves científicas para lograr una “economía exacta” a manera de ciencia predictiva, en realidad según mccraw (2007) esta nueva tarea es fruto de un enamoramiento tardío del economista con las matemáticas y el calculo que lo llevan a un titánico esfuerzo sin lograr el resultado esperado, pero que sin embargo, finalmente consigue una comprensión mas abarcativa y eficaz. en su diario personal escribe sobre la necesidad de una “matemática evolutiva” inexistente hasta hoy, que pueda anticipar los comportamientos dinámicos. por otra parte, su conocimiento sobre historia le hacía patente una apabullante cantidad de cambios imposibles de ser predichos matemáticamente. de esta forma redirige su foco hacia la sociología económica y a la historia con más ímpetu que antes, llegando conclusivamente a establecer el principio de indeterminación, el cual básicamente señala que son las acciones individuales y el caos los grandes generadores del cambio.

en uno de sus ensayos llamado “comments” desarrolla una distinción crucial entre lo que él denomina respuestas “adaptativas” y “creativas” en el comportamiento de los negocios. si una economía, industria o empresa, frente a un cambio significativo del entorno, reacciona solo con un ajuste de las prácticas existentes, estamos hablando de una respuesta adaptativa. si la reacción queda fuera del rango de las prácticas existentes, entonces podemos hablar de respuesta creativa. así se entiende que una respuesta creativa nunca podrá ser predicha y por lo tanto es indeterminada. también este tipo de respuesta es capaz de generar resultados de largo alcance ya sea en un país, industria o compañía, a menudo depende del liderazgo de individuos específicos y además cambia para bien las situaciones sociales y económicas, creando nuevas condiciones que jamás se podrían haber desarrollado sin ella. “por esta razón, las respuestas creativas son un elemento esencial en el proceso histórico”, concluye schumpeter.
creatividad, el elemento humano excepcional, sumado al elemento de la chance dan lugar al principio de indeterminación. y esto pone nerviosa a la economía en cualquiera de sus escalas, la mantiene en alerta, mucho más ahora que en la época de schumpeter, de aquí que la competitividad sea de un tiempo a esta parte una guerra que requiere de estrategias porque se trata de un proceso un tanto descarnado, que en 1942, schumpeter se atreve a acuñarlo como de “destrucción creativa”

El economista usa este concepto para describir cómo es que los productos y métodos innovadores desplazan lo que ya se hace “viejo” y sus ejemplos son obvios: la fábrica desplaza al taller, el auto al carruaje, el motor de explosión al de vapor, etc. hoy, podríamos decir que ni siquiera los adelantos alcanzan a hacerse viejos cuando ya son obsoletos. la industria de las tecnologías de información sufre y a la vez profita de la destrucción creativa a una velocidad que dejaría perplejo al mismo schumpeter.

Destruir y crear son acciones opuestas no simples de alojar simultáneamente en el pensamiento, generan una inestabilidad incomoda que amenaza el sentido de continuidad personal y colectivo. sin embargo, cuando consideramos estas acciones como una visión crítica que intenta mejorar las cosas mediante el cambio, entendemos lo necesaria que es la innovación. según schumpeter, el verdadero motor de la economía no es precisamente el capital, como se podría observar a simple vista, es el emprendimiento de los innovadores siempre en proceso de destrucción y creación, a veces para mejorar las cosas otras no tanto…

 y si la innovación es tan necesaria, ¿por qué es tan difícil de asumir? leyendo el excelente texto de thomas k mccraw (belknap harvard, 2007) sobre las ideas y biografía de schumpeter es comprensible que su existencia, marcada de cambios dramáticos en su vida afectiva caracterizada por la perdida y su trayectoria profesional que lo hace vivir en diferentes países ocupando plazas de trabajo que van desde ministro de finanzas hasta profesor universitario, este marcada por quiebres y adaptaciones que lo hicieron encarnar la destrucción creativa con parsimonia y finalmente siempre con éxito.

La innovación conlleva una serie de actitudes frente a la vida que son difíciles de asumir por lo contradictorias que estas son con el sentido de estabilidad, se trata del desapego con el mundo cotidiano, del valor para el riesgo, la resilencia al fracaso, el atreverse a problematizar antes de resolver, la capacidad de dejar de ser siempre el mismo y ver desde otra perspectiva, un optimismo a toda prueba y básicamente unas tremendas ganas de crear, de ser autor, de dejar huella.

Bibliografia

Mccraw thomas, 2007, “prophet of innovation”, the belknap press of harvard university press, usa

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