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sábado, 22 de abril de 2023

LA ECONOMÍA COMO CIENCIA PRÁCTICA

 

LA ECONOMÍA COMO CIENCIA PRÁCTICA 

El fin de este artículo es transmitir de un modo sintético y ordenado las conclusiones de una serie de estudios que nos ocupan desde hace varios años. Las mismas han sido expresadas previamente en otros trabajos que han enfocado aspectos particulares del análisis filosófico de la realidad económica. Acá trataremos de hacer una exposición del estado actual de la cuestión. 

Ante todo, debemos aclarar que el concepto de ciencia práctica al que nos referimos aquí es el aristotélico, en interpretaciones como las de Wilhelm Hennis, Enrico Berti, Otto Brunner, Werner Conze, Helmut Kuhn, Joachim Ritter o Leo Strauss. No adherimos a las posturas que, aun perteneciendo al llamado movimiento de «rehabilitación de la ciencia práctica», son de corte kantiano o consensualista, como en los casos de Karl-Heinz Ilting, Manfred Riedel, Annemarie Pieper, Oswald Schwemmer y Paul Lorenzen. Tampoco entendemos por conocimiento práctico «el saber acumulado o incorporado a hábitos, formas de ser, capacidades o costumbres», según la idea de John Rawls, Michael Oakeshott o Michael Polanyi, expresada por John Gray: un concepto más bien de tipo sociológico'. Pensamos que dentro de lo todo positivo del movimiento de rehabilitación de la ciencia práctica, los pensadores aristotélicos son los máximamente rescatables y destacables, porque, al haber superado la sospecha respecto a la metafísica, la ética racional y los valores, aportan una solución real a la cuestión de la fundación valorativa racional de la ciencia de las cosas humanas, es decir, realizan una verdadera rehabilitación de la ciencia práctica'. Aunque quizás pueda chocar, la expresión «la economía como ciencia práctica» no es una originalidad. Kenneth Boulding, bien conocido para los economistas, tituló «Economics as a Moral Science» un famoso artículo que escribió hace algunos arios'. También Albert Hirschman, berlinés que pasó por la Sorbona, la London School of Economics, Trieste y Columbia y que ahora es profesor en Princeton, agrupó y publicó dos ensayos suyos bajo el título de L'économie comme science morale et politiqueo. Pero no se trata sólo de una cuestión de título. La economía ha sido una ciencia moral desde su nacimiento con Aristóteles, continuó siéndolo con su fundador oficial, Adam Smith, y lo es hoy día según la opinión de muchos economistas. Para comprobarlo, basta leer un reciente artículo aparecido en el Journal of Economic Literature,.en el que Daniel Hausman y Michael McPherson hacen un resumen actualizado de la gran variedad de posturas que sugiere la refundición más o menos parcial de ambas disciplinas. La neutralidad valorativa de la economía es un viejo dogma positivista que se está derrumbando completamente, aunque sin hacer mucho estrépito. Quienes aún lo sostienen prueban que desconocen no sólo la vieja tradición de la economía política sino también la literatura de los últimos veinte año5, de la nueva Economics. 

' Cfr. J. GRAY, Liberalismo, Alianza, Madrid 1994, p. 101. 

2 Cfr. E. BERTI, «La razionalitá pratica tra scienza e filosofia», en ID., Le vie della ragione, Il Mulino, Bologna 1987, pp. 55-76; y R. CRESPO, «Nota acerca de las precisiones tomistas al concepto aristotélico de ciencia práctica y la noción contemporánea de ciencias sociales»: Sapientia XLIX (1994); «El concepto amplio de ciencia en Aristóteles y las ciencias sociales contemporáneas», en II Simposio de Epistemologíay Metodología en Ciencias Humanas y Sociales, Facultad de Filosofía y Letraas de la Universidad Nacional de Cuyo-SIC, Mendoza 1995, t. 1, pp. 93-111; y «El acto humano: Aristóteles y Tomás de Aquino»: Sapientia u (1996) 7-28. 

3 Cfr. K. E. BOULDING, «Economics as a Moral Science»: American Economic Review LIX (1969) 1-

Ahora bien, ¿qué entienden los economistas por «ciencia moral»? Para Boulding. por ejemplo, una proposición es moral si encierra un valor compartido, y una ciencia es moral porque es un proceso de conocimiento humano que surge en una cultura, es decir, en un grupo de hombres que comparten unos valores. Más que de una definición filosófica, Boulding está hablando de una noción sociológica de ciencia moral: una ciencia es moral porque supone unos valores sociales implícitos. Aunque a muchos economistas les interesa la ética y perciben que su ciencia tiene un fuerte contenido ético, cometen en este campo las imprecisiones propias de cualquiera que opina sobre un tema que no es el de su especialidad. Es verdad que, como dijo una vez el economista James Tobin, «no hay nada más peligroso que un filósofo que aprendió un poco de economía». Pero también es cierto lo que le respondió Robert Nozick: «No es menos peligroso un economista que no haya aprendido filosofía»5. De hecho, ninguno de los autores mencionados en el extenso informe recién citado profesan una ética que corresponda al concepto aristotélico de ciencia práctica: predominan los utilitaristas, contractualistas y consecuencialistas. Por eso se hace necesario hacer distinciones, precisiones y replanteos a las posturas éticas de los economistas6 . 

En nuestros escritos sobre el tema hemos sugerido la recuperación de la noción aristotélica de oikonomiké. Como es sabido, la económica aristotélica es la administración de la casa. Pero si no le añadiéramos otras notas, nos quedaríamos con un concepto pobre de la misma. La económica es la actividad por la que el hombre hace un uso adecuado de los bienes necesarios para la vida buena. Por ello la económica es una actividad que para ser propiamente tal, debe ser moralmente buena. 

4 Cfr. A. O. HIRSCHMAN, L'économie comme science morale et politique, Gallimard-Ed. du Seuil, Paris 1984. 

5 R. NOZICK, «Social Justice in the Reagan Era»: The New York Times, 3 de enero de 1982, p. E5. 

6 Sin embargo, la concepción ética de Hirschman es satisfactoria. Para este pensador que camina por los caminos de la economía y la sociología, la economía es ciencia moral y política porque el buen funcionamiento de la economía requiere la vigencia de las virtudes personales y de la justicia. Sugiere entonces la elaboración de «una ciencia moral-social en la que las consideraciones morales no serán ni evitadas ni puestas entre paréntesis, sino entrelazadas sistemáticamente con el pensamiento analítico» (A. HIRSCHMAN, op. cit., pp. 109-110).

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Carl Menger, 2006, El Método de las Ciencias Sociales

 

Carl Menger, 2006, El Método de las Ciencias Sociales

 Carl Menger, 2006, El Método de las Ciencias Sociales, Unión Editorial, Madrid, 425pp. 

Miguel Duranti, Dpto. de Humanidades, Universidad CAECE miguelduranti@hotmail.com

El presente volumen reúne bajo este título tres obras originalmente publicadas en alemán en 1883, 1884 y 1889 por el economista austríaco Carl Menger. Si bien los lectores de habla hispana disponían desde hace mucho de una traducción de sus Principios de Economía Política [1871], sus obras metodológicas han permanecido sin traducción al español hasta muy recientemente.Contar finalmentecon un ejemplar en castellano que reúna estas obras comporta ventajas indiscutibles. Se trata además de las últimas obras importantes publicadas por Menger, quien en lo sucesivo y como bien destaca el excelente estudio introductorio a este volumen escrito por Darío Antiseri sólo habrá de publicar unos pocos artículos y reseñas. Al parecer desde 1890 hasta su muerte en 1921, Menger estuvo consumido por una revisión permanente de la primer obra reunida en este volumen, así como por el estudio de la filosofía y la etnografía lo que terminó por aplazar indefinidamente su proyecto de redactar un tratado general sobre la naturaleza y metodología de las ciencias sociales en general. 

La primera obra titulada Investigaciones Sobre el Método de las Ciencias Sociales [1883], constituye el núcleo principal del volumen, tanto en su importancia teórica como en extensión, por lo cual la mayor parte de esta reseña estará centrada en esta obra, mientras que sólo se hará una breve referencia a las otras dos. Sin embargo es preciso destacar que el hilo que une a estas tres obras es en parte la percepción de Menger del estado crítico en que se encuentra la ciencia económica fundamentalmente en su aspecto teórico, pero sobre todo la convicción de que aquello que obstaculiza su progreso es la metodología excesivamente inductivista adoptada por la Escuela Histórica Alemana, dominante en ese momento en el mundo germano tanto académica como políticamente, llegando a negar la posibilidad misma de una teoría económica independiente de la historia económica y de la estadística. Contra esto habrá de reaccionar Menger y su propuesta positiva tenderá en consecuencia a reivindicar la validez y autonomía de la teoría económica abstracta. 

En esta primera obra pues Menger plantea el núcleo de sus tesis metodológicas en relación con la economía y la división de las ciencias económicas que servirán de base para las posteriores discusiones con la Escuela Histórica. El punto de partida de Menger es el reconocimiento de que el mundo fenoménico, incluido el mundo de los fenómenos sociales, se presta a una doble orientación epistemológica. Por un lado se puede aspirar al conocimiento de los fenómenos concretos, lo que incluye naturalmente su ubicación en el tiempo y en el espacio y por el otro se puede aspirar a conocer el carácter formal que parecen presentar muchos fenómenosy cómo éstos se repiten y suceden. Empleando una distinción tradicional Menger llama a lo primero conocimiento individual y a lo segundo conocimiento general. La consecuencia para la economía es que tendremos ciencias del aspecto individual de los fenómenos, que según Menger son la historia económica y la estadística económica, y una ciencia de lo general, la economía teórica. Esta última tiene por misión indagar las formas empíricas de los fenómenos (tipos o formas típicas), así como las leyes (o relaciones típicas) que unen entre sí a estas formas típicas regularmente. 

Los fenómenos de la compraventa, del dinero, de la oferta y la demanda, del precio, del capital, del tipo de interés son ejemplos de formas típicas de fenómenos económicos. Por otra parte, la constante bajada del precio de una mercancía como consecuencia del aumento de la oferta, la subida del precio de las mercancías en razón del aumento de dinero circulante, el descenso del tipo de interés por la notable acumulación de capital, etc. se nos presentan como relaciones típicas entre fenómenos económicos (Menger, 2006, p. 104). 

A esta distinción entre ciencias históricas y teóricas, Menger añade una tercera distinción: la de las ciencias prácticas. En el ámbito de la economía se trata aquí de la política económica y la ciencia de las finanzas. La función de estas cienciasno es ocuparse de lo que es o no es el caso, sino de indicarnos cuales son los medios adecuados para alcanzar ciertos fines, siempre partiendo de específicas situaciones concretas. A su vez la economía teórica, junto con las recién mencionadas ciencias prácticas Menger las agrupa bajo el conocido término de economía política, dejando expresamente fuera de la misma a las ciencias históricas. 

Sumada a esta clasificación general de las ciencias sociales, Menger, concentrándose específicamente en la economía teórica, distingue dos formas de investigación posibles de los fenómenos económicos: la orientación exacta y laorientación empírico-realista. La primera se encargaría de formular tipos rigurosos y leyes exactas, mientras que la segunda formularía tipos y leyes empíricos. Así pues la diferencia entre ambos tipos de orientaciones consiste en una diferencia de grado de rigor acerca de los postulados que formulan. En otras palabras las leyes exactas son formulaciones sobre la regularidad en la sucesión de los fenómenos económicos que no admiten excepciones, mientras que las leyes empíricas de la orientación realista si las admiten.

Para Menger es de especial importancia, sin olvidar el rol que cumple la orientación realista, defender la validez y autonomía de la orientación exacta en economía teórica. La metodología que este tipo de indagación debe adoptar para formular leyes exactas no puede consistir, naturalmente, en la inducción dado que esta no puede garantizar que las leyes obtenidas a partir de la observación de casos concretos no admitan excepciones: 

La conclusión de que el fenómeno C generalmente, o sea en todos los casos, incluidos los no observados, sucede a los fenómenos Ay B, o que estos fenómenos son generalmente coexistentes, trasciende la experiencia, el conocimiento empírico; desde un tal punto de vista, esa conclusión no es rigurosamente válida. Ya lo reconoció Aristóteles cuando negó a la inducción cualquier rigor científico (Menger, 2006, p. 126). 

Por eso sólo queda adoptar un método deductivo dentro de esta orientación. De este modo en el campo de los precios, sabemos que bajo ciertos presupuestos el aumento de la demanda de una mercancía, llevará a una subida de los precios, la cual puede ser medida con exactitud. Algunos de estos presupuestos, como que los sujetos económicos no ignoran la situación económica o que estos no sufren coacción externa alguna, pueden darse raramente en la realidad de manera plena y la medición real nunca puede ser del todo precisa, pero eso no alcanza a ojos de Menger para impugnar la validez y la utilidad empírica innegable de las leyes exactas de la teoría económica. Esto es así dado que la ley empírica que se puede establecer tendrá un parecido muy fuerte con la ley exacta: ¨La ley empírica... afirma que a un aumento de la necesidad sigue, por lo general, un aumento de los precios reales, aumento que normalmente mantiene cierta relación con el aumento de la necesidad, aunque no exactamente determinable¨ (Menger, 2006, p. 143). 

De esta obra hay que destacar además su teoría ¨orgánica¨ de ciertos fenómenos sociales. Por este término, Menger entiende aquellas formaciones sociales que no son fruto en su origen ni de la legislación positiva ni de la convención explícita, sino que son el resultado no intencionado de acciones intencionales de los hombres en aras a perseguir su propio beneficio individual. Ejemplos de este tipo de interacciones son el lenguaje, el derecho, la división del trabajo, el dinero y el Estado, entre otras. A efectos clarificatorios mencionemos la concepción de Menger acerca del origen del dinero, teniendo en cuenta además el efecto que esta teoría tendrá en economistas austríacos posteriores, en particular en Ludwig von Mises. 

Dentro de una economía de trueque los individuos persiguen el objetivo de intercambiar bienes que no necesitan por bienes que necesitan de manera inmediata. Esto pone un límite natural a la extensión del intercambio y la civilización, dado principalmente el problema de la doble coincidencia de necesidades. Para que se realice un intercambio una persona debe poseer exactamente aquello que otro necesite y ese otro debe a su vez poseer lo que el primero necesite y ambos deben hacerlo en medidas sino exactas, ciertamente muy aproximadas. Pero he ahí que en estas circunstancias muchos podían observar que para ciertas mercancías existe una demanda muy extendida respecto de las demás, por lo que incrementaban sus chances de obtener aquello que quisiesen si llevasen al mercado este tipo de bienes, o si intercambiasen por esas mercancías más demandadas aquello de lo cual quisiesen deshacerse. Se trata justamente de estas mercancías más vendibles las que han alcanzado el status de dinero en las distintas civilizaciones. Primero han sido dinero cosas como las cabezas de ganado, las pieles o las semillas y después los metales no acuñados y luego los acuñados. Al intercambiar sus bienes por dinero-mercancía los sujetos no satisfacían directamente sus necesidades pero se acercaban notablemente, sabiendo con mucha mayor certeza que en un paso adicional podrán intercambiar su dinero-mercancía por aquello que necesitan. 

El interés de los individuos que actúan con criterio económico les lleva por tanto, con un conocimiento mayor del propio interés individual, y sin ninguna convención o acuerdo, constricción legislativa e incluso sin consideración alguna del interés público, a ceder sus propias mercancías por otras más vendibles... Así bajo la poderosa influencia de la costumbre, aparece el fenómeno... por el que un cierto número de bienes, es decir los más solicitados, los más transportables duraderos y fácilmente divisibles... son aceptados por todos en el intercambio (2006, p. 231) 

De carácter mucho más ameno es la segunda obra Los Errores del Historicismo en la Economía Alemana [1884], la cual constituye una respuesta a la violenta reseña que Gustav Schmoller realizó de las Investigaciones, en una prestigiosa revista académica alemana de la cual él mismo era director. A pesar del tono incisivamente burlón e irónico, por momentos excesivo, que Menger adopta para discutir contra un adversario al que no considera más que un diletante, para nada idóneo en cuestiones de economía teórica, la obra, escrita en formato de 16 cartas a un amigo, consigueresponder eficazmentea las críticas que la Escuela Histórica destina a la economía teórica por ¨abstracta¨. 

La crítica principal de Menger al enfoque de la Escuela Histórica es a su inductivismo ingenuo. Schmoller, y por extensión el resto de la Escuela Histórica, parece creer que el recabamiento exhaustivo de datos históricos y estadísticos debe servir como momento preparatorio para la elaboración de los postulados de la teoría económica. Pero esta tarea se revela pronto como imposible ya que ¨sólo eones podrían bastar¨ para abarcar siquiera aproximativamente los períodos ¨necesarios para construir una base histórico-estadística completa y adecuada a la investigación teórica según los....


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