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domingo, 20 de febrero de 2022

The Economist hoy

 The Economist hoy

Una edición dominical de nuestro boletín diario

Hola desde Londres,

Seguimos con nuestra lectura de las hojas de té, viendo lo que esperamos que mantenga ocupada a la redacción en los próximos días. Envíe sus comentarios a través del correo electrónico que aparece a continuación. Hojas en el platillo de esta semana: té verde matcha.

Cuando los periodistas hablamos de la niebla de la guerra, solemos referirnos a la confusión que se extiende cuando estallan los combates. Estos días, una niebla de guisantes ha precedido a una posible guerra. Rusia mantiene su amplia y amenazante presencia en las fronteras de Ucrania, mientras afirma que no la invadirá. El presidente Joe Biden está seguro de que lo hará. Los separatistas dentro de Ucrania han estado lanzando más proyectiles de lo habitual contra la población civil, y los funcionarios ucranianos se están preparando para los feroces ciberataques. Pase lo que pase, y la guerra parece cada vez más probable, creemos que Vladimir Putin ha cometido un error al amenazar con una invasión, y que Rusia pagará un alto precio a largo plazo. Reunimos toda nuestra cobertura de Ucrania en nuestro centro online.

La incertidumbre extiende los costes económicos más allá de Europa Central y Oriental. Incluso antes de que se vislumbrara la posibilidad de una guerra, los mercados mundiales estaban agitados. La preocupación persistente es la inflación. Una espiral de precios y salarios amenaza en muchas economías, y los aumentos de los tipos de interés parecen seguros. Los trabajadores son los más perjudicados. Hay que estar atentos a que los precios del petróleo oscilen tanto como los mercados. El barril de petróleo superó los 100 dólares la semana pasada. Puede que Putin se alegre de los altos precios de las principales exportaciones de petróleo y gas de su país, pero los consumidores sufren. Razón de más para reducir antes la dependencia de los combustibles fósiles.

En Gran Bretaña, las últimas restricciones del covid-19 desaparecerán en breve. A los adultos se les ha ofrecido al menos tres dosis de la vacuna, y es poco probable que los hospitales se vean desbordados. Los pubs, teatros y restaurantes de Londres vuelven a bullir (lo comprobamos regularmente). La experiencia británica pronto será compartida por la mayor parte del mundo rico. Sin embargo, Hong Kong se enfrenta a una perspectiva más sombría, ya que el covid se está extendiendo con rapidez, a pesar de que las autoridades intentan imponer un enfoque de covid-cero similar al de la China continental.

Mientras tanto, los estadounidenses pueden saber más sobre el destino de Donald Trump. A él y a los miembros de su familia se les ha pedido que presten declaración en una investigación en Nueva York sobre un posible fraude en las empresas familiares. Sus contables han dejado de trabajar con él. (Él niega haber actuado mal). La CPAC -reunión anual de conservadores influyentes- se celebrará a finales de esta semana. En años anteriores, la lealtad al Sr. Trump era abrumadora en estos eventos. Ahora hay señales de que la estrella de Trump está en declive, incluso entre los republicanos.

Más allá de eso, hay que estar atentos a una historia perenne. Revisé nuestro archivo histórico y encontré que mencionamos a Argentina en 1844, y que escribimos por primera vez sobre el FMI en Argentina en 1965. El país ha ofrecido durante mucho tiempo una lamentable historia de mala gestión económica. Ahora el presidente, Alberto Fernández, espera convencer a los legisladores para que acepten el último acuerdo del FMI para reestructurar unos 44.500 millones de dólares de deuda. Una predicción segura: seguiremos escribiendo sobre estos problemas en Argentina durante décadas.

Gracias de nuevo por sus atentos correos electrónicos. Muchos de ustedes me escribieron para decirme, a menudo con gran confianza, que no hay posibilidad de una nueva guerra en Ucrania. El Sr. Putin, decís, no tiene intención de enviar sus tropas a la frontera. Espero que tengan razón. El embajador Georgios Poukamissas, de Grecia, dice que Ucrania "no es apta" para entrar en la OTAN y que, de todos modos, no ha aplicado los acuerdos de Minsk de 2015. Mi respuesta: nada de eso, en todo caso, justificaría una guerra.

Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator

Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general, Richard Cantillon

 Ensayo sobre la naturaleza del comercio engeneral,

 Richard Cantillon 

La Biblioteca de la Libertad busca poner a disposición del público de habla hispana, de manera gratuita, libros clásicos relacionados a la filosofía liberal. Este es un proyecto elaborado en conjunto por ElCato.org y Liberty Fund, Inc., que coinciden en su misión de promover las ideas sobre las que se fundamenta una sociedad libre. Los libros que se encuentran en la Biblioteca comprenden una amplia gama de disciplinas, incluyendo economía, derecho, historia, filosofía y teoría política. 

Los libros están presentados en una variedad de formatos: facsímile o PDF de imágenes escaneadas del libro original, HTML y HTML por capítulo y PDF de libro electrónico. 

 Sobre el autor Richard Cantillon (c. 1680 – 1734) fue un economista irlandés-francés cuya obra Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general ha sido catalogada como “la cuna de la economía política”. Nació en Irlanda pero desde joven se fue a vivir a París donde adquirió la nacionalidad francesa. Poco se sabe sobre la vida de Cantillon, excepto que se dedicó con éxito a la banca y al comercio desde temprana edad. Sin embargo, sus negocios le valieron múltiples enemigos que lo persiguieron hasta su trágica muerte en el incendio de su casa en Londres, el cual se cree que fue deliberado. 

Cantillon realizó importantes contribuciones en prácticamente todos los campos del análisis económico moderno: epistemología de la economía, microeconomía, macroeconomía y teoría monetaria, y economía internacional Essai Sur La Nature Du Commerce En General fue escrito en 1730 pero no se publicó hasta 1755 debido a la fuerte censura del gobierno francés. El libro tuvo gran influencia en la teoría económica de Adam Smith y de algunos fisiócratas franceses. Sin embargo cayó en el olvido durante gran parte del siglo XIX.

Prefacio 

 Fuerte contraste el existente entre la serenidad del Ensayo de Richard Cantillon, cuya versión castellana ofrece ahora el Fondo de Cultura Económica, y la enigmática personalidad de su autor, en cuyos interesantes perfiles trabajaron con ahinco Sir Stanley Jevons, verdadero descubridor de esta importante obra, y Henry Higgs, quien presentó con un admirable artículo la edición bilingüe —en francés e inglés— por encargo de la Royal Economic Society, de Londres, en 1931. 

 Leyendo el Ensayo podría decirse que Cantillon había sido uno de esos afortunados pensadores a los cuales Thorstein Veblen distinguía con la preciada posesión de largos períodos de "ocio ostensible". Las ideas aparecen en este libro meditadas, saboreadas, dichas con esa calma, ignorada por nuestros economistas actuales, acosados siempre por la presión de acontecimientos nuevos y rectificaciones constantes. Richard Cantillon, el escritor, definía con rigor filosófico, ejemplificaba con tino y prudencia, insistía una y otra vez, con tenacidad de predicador religioso, hasta fijar los conceptos con un académico rigor. 

 En poco más de veinte años el mundo económico asistió a la aparición del Ensayo, conoció la rica actividad de Turgot y la fisiocracia, y puso la clave a la primera y gloriosa etapa de la Economía con la aparición de la Riqueza de las Naciones, de Adam Smith. Pocos años fueron precisos para dar a esta última obra y a las de Turgot y su grupo la circulación más amplia, no sólo en la Europa continental y el Imperio bri tánico, sino en los países hispanoamericanos, agitados ya por los primeros anhelos libertadores e independentistas. 

 Más de un siglo hubo de transcurrir en cambio hasta que Jevons —en un estudio que como epílogo reproducimos— llamó la atención sobre el Essai, en 1881, y un decenio más tarde el Prof. Henry Higgs derramó nuevas luces sobre el autor y su obra en un luminoso artículo publicado en el Harvard Quarterly Journal of Economics (año de 1892), en el que quedaron esclarecidas, hasta donde era posible hacerlo, las vicisitudes, inspiraciones y trascendencia de la obra de Cantillon. 

 Para el economista tiene este libro el poderoso atractivo de su incomparable solidez —sólo puesta en duda por Marshall, quien luego lo atribuía a la ligereza con que efectuó su lectura. Hoy ya nadie pone en entredicho la razón de quienes consideran al Essai como "la cuna de la Economía política. La valoración justa de los tres factores de la producción, luego clásicos en la obra de Jean Baptiste Say; el planteamiento de los problemas de la moneda, con una concisión y seguridad nunca más superados, ni siquiera por Ricardo; la función capital de la tierra como principalísima fuente de la producción y la riqueza, una idea cara a la fisiocracia naciente ; el planteamiento luminoso de la ecuación producto-tierra; la explicación exhaustiva del problema de los cambios interiores y exteriores, y otros muchos razonamientos que colman el ámbito entero de la Economía, con la única excepción de los impuestos, convierten a la obra de Cantillon en "un producto cultural tan valioso como el descubrimiento de la circulación de la sangre, por Harvey", según la feliz frase de Henry Higgs. 

 Admirará el lector de esta obra la justeza de muchas afirmaciones hechas por Cantillon hace dos siglos, pero adaptable precisamente a las circunstancias tan nuevas —y tan viejas- de la actualidad. Ante el espectáculo deprimente de doctrinas y pronósticos que en la era contemporánea recorren en pocos lustros el trecho que va de la gloria al descrédito o al olvido, el Essai comunicará inmediatamente a quien lo lea la sensación de validez eterna, y nos confortará a todos con la convicción de que la Economía se apoya sobre muy sólidos cimientos. 

 Detrás de la obra está el hombre, Richard Cantillon, lleno de rasgos interesantísimos y curiosas antinomias. Jevons y Higgs han aplicado a la personalidad de este autor la más se vera y paciente de las investigaciones críticas, donde entran por mucho la heráldica y la jurisprudencia, la contabilidad y la literatura. Perplejos quedamos entre la opinión de Mira beau, para quien Cantillon era una admirable figura, independiente, liberal, dotado de un deslumbrador talento, y el juicio de George Veron, quien fué por algún tiempo su cajero, y nos lo presenta como un hombre frío, calculador y despiadado. Caso bien frecuente, por otra parte, el de este hombre hecho para la vida regalada y suntuosa, donde destaca por el uso parsimonioso de sus variadas y brillantes dotes persona les, pero que trata con dureza a sus criados, con crueldad a sus deudores, con doblez a sus socios, con artería y desprecio —evidenciados en su testamento— a la propia esposa. En pocas palabras, un personaje que podría figurar dignamente en las galerías de Madame de Sevigné o del Conde de Saint-Simon. 

 Sabía mucho Cantillon del dinero y sus secretos, y vivió en una época donde toda especulación tuvo su asiento. John Law, el astuto y desaprensivo escocés, cuyas acciones del Mar del Sur subían y bajaban como "burbujas", distinguió con su encono al autor del Essai y le amenazó con encerrarlo en la Bastilla; pero Cantillon, avisado negociante de divisas, supo ganarle el juego, colaborando con él en los períodos de prosperidad; desprendiéndose del desinflado globo, en los de infortunio ; mandando por delante sus ganancias a Amsterdam y Londres; huyendo luego tras ellas, sin visitar más que por unas horas las prisiones del Chatelet; colocando sus disponibilidades en distantes y seguros parajes —Bruselas, Viena, Cádiz, los Países Bajos, la Metrópoli inglesa— acordándose del dicho de Shakespeare: "No poner todos los huevos en la misma cesta." Una lección que han seguido por instinto, sin leerla, con la misma sagacidad desaprensiva, muchos nuevos ricos de nuestro tiempo que no dejarán tras de sí un Ensayo como el de Richard Cantillon.

 Sabía hacer suyo y personal un negocio, cuando ganaba, y acogerse a la solidaridad mercantil, cuando perdía. De esa táctica no escapó ni su mujer siquiera, la bella Marie Anne Mahony, pintada por el elegante Largilliere, y que contó a Montesquieu entre sus numerosos admiradores. Con razón o sin ella Cantillon la desheredó en su testamento de 12 de julio de 1732. 

 ¡Qué extraño o será que hoy ignoremos su nacionalidad verdadera, si él mismo se titulaba irlandés cuando la justicia le alcanzaba y londinense en su testamento, y era francés de Dunkerque a juicio de ciertos amigos o de Provenza según otros! Lo cierto es que siendo un gran economista vivió con suntuosidad, murió violentamente —por cierto, a manos de un criado— y dejó una cuantiosa fortuna, muchas joyas y obras de arte, una casa en París y otra en los arrabales de Asnieres. 

 En nuestra era actual de crisis, cuando las ideas —como los hechos económicos — no ofrecen sino inseguros fundamentos para seguir edificando, la lectura del Ensayo, de Cantillon, nos comunica una grata sensación de solidez y claridad. En esa obra vemos anticipados muchos de nuestros presentes problemas monetarios, y en ella encontramos el hilo luminoso para salir con gracia de los peores laberintos ideológicos y reales en Economía. M. S. S [Ir a tabla de contenidos] 

Primera Parte [Ir a tabla de contenidos] 

Capítulo I 

De la riqueza 

 LA TIERRA es la fuente o materia de donde se extrae la riqueza, y el trabajo del hombre es la forma de producirla. En sí misma, la riqueza no es otra cosa que los alimentos, las comodidades y las cosas superfluas que hacen agradable la vida. 

 La tierra produce hierbas, raíces, granos, lino, algodón, cáñamo, arbustos y maderas de variadas especies, con frutos, cortezas y hojas de diversas clases, como las de las moreras, con las cuales se crían los gusanos de seda; también ofrece minas y minerales. El trabajo del hombre da a todo ello forma de riqueza. Los ríos y los mares nos procuran peces que sirven de alimento al hombre, y otras muchas cosas para su satisfacción y regalo. Pero estos mares y ríos pertenecen a las tierras adyacentes, o son comunes a todos, y el trabajo del hombre obtiene de ellos el pescado y otras ventajas. [Ir a tabla de contenidos]

Capítulo II 

De las sociedades humanas 

 Sea cualquiera la manera de formarse una sociedad humana, la propiedad de las tierras donde se asienta pertenecerá necesariamente a un pequeño número de personas. 

 En las sociedades errantes, como en las hordas tártaras y los campamentos de indios, que se trasladan de un lugar a otro con sus ganados y familias, precisa que el caudillo o rey que los guía establezca límites a cada jefe de familia, y dé aposentamiento a cada uno alrededor del campo. De otro modo siempre habría disputas respecto a parcelas y productos, maderas, hierbas, agua, etc.; pero una vez distribuídos los cuarteles y límites de cada uno, tal regulación será valedera, como una propiedad, durante el tiempo que allí permanezcan. 

 He aquí lo que ocurre en las sociedades más estables: cuando un príncipe, a la cabeza de un ejército, ha conquistado un país, distribuye las tierras entre sus oficiales o favoritos, de acuerdo con los méritos respectivos o siguiendo un arbitrario designio (en este caso se halló originariamente Francia); establece leyes para asegurar la propiedad de esas tierras para ellos o sus descendientes; o bien se reserva la propiedad de las tierras, empleando a sus oficiales o favoritos en el empeño de hacerlas producir; o las cede a condición de que le paguen sobre ellas todos los años un cierto censo o canon; o las entrega reservándose la libertad de gravarlas todos los años, según sus necesidades propias y la capacidad de sus vasallos. En cualquiera de estos casos, los oficiales o favoritos, ya sean propietarios absolutos o dependientes, ya sean intendentes o inspectores del producto de las tierras, no representarán sino un pequeño número, en comparación con el total de los habitantes. 

 Aun si el príncipe distribuye las tierras por lotes iguales entre todos los moradores, en definitiva irán a parar a manos de un pequeño número. Un habitante tendrá varios hijos, y no podrá dejar a cada uno de ellos una porción de tierra igual a la suya; otro morirá sin descendencia, y legará su porción a quien ya tiene alguna, mejor que a otro desprovisto de ella; un tercero será holgazán, pródigo o enfermizo, y se verá obligado a vender su porción a otro que sea frugal y laborioso, quien irá aumentando continuamente sus tierras mediante nuevas compras, empleando para explotarlas el trabajo de quienes, careciendo de tierras propias, se verán obligados a ofrecer su trabajo para subsistir. 

 En el primer establecimiento de Roma se dió a cada habitante dos yugadas de tierra: esto no impidió que muy pronto surgiera en los patrimonios una desigualdad tan grande como la que hoy advertimos en todos los Estados de Europa. Y así las tierras pasaron a ser patrimonio de un pequeño número de propietarios.


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EL CONCEPTO DE EMPRENDEDOR: ORIGEN, EVOLUCIÓN E INTERPRETACIÓN

 EL CONCEPTO DE EMPRENDEDOR: ORIGEN, EVOLUCIÓN E INTERPRETACIÓN 

Azqueta Díaz de Alda, Arantxa 

Universidad de Navarra, Campus Universitario, 31009, Pamplona, España 

Resumen: 

La necesidad de incentivar una educación emprendedora ha adquirido gran fuerza por su contribución al desarrollo económico. Aunque es un fenómeno consolidado, falta consenso acerca del concepto de emprender. Esta aportación analiza las bases conceptuales que fundamentan la noción de emprendedor: su génesis, origen etimológico y evolución histórica. Sobre esta base, ha sido posible esbozar un estado de la cuestión. Se ha elegido una metodología de revisión bibliográfica, que parte de autores que, desde el siglo XVIII, han contribuido a la configuración del fenómeno del emprendimiento. Se sigue una presentación, por orden cronológico, de las principales teorías que recoge el concepto, lo cual permite comprender su lógica actual y aportar elementos para un debate sobre su correcta aplicación en el ámbito educativo. 

El análisis evidencia dos cuestiones: la limitación del concepto emprendedor a un significado puramente económico, que oculta el sentido más extenso del término. Y la influencia del racionalismo, el subjetivismo y el individualismo metodológico que han contribuido a asentar el capitalismo, absolutizando al homo oeconomicus. De estos resultados se concluye la necesidad de reforzar el valor antropológico de esta materia, puesto que se trata de un fenómeno que posee una fuerte identidad económica. 

Abstract: 

Due to its contribution to the economic development, entrepreneurial education has acquired increasing strength in our societies. Being a consolidated phenomenon, though, there is still a lack of consensus about the meaning of “entrepreneurship”. This contribution analyses the conceptual foundations for a concept of entrepreneur: genesis, etymological origins and historical development. On these foundations, it has been possible to sketch out a status of the question, following a methodology of bibliographical review of authors who, from the XVIIIth Century on, have contributed to the shaping of the entrepreneurial phenomenon. Then, a presentation of the main theories about the issue follows, presenting them by chronological order. This opens to a comprehension of its logic and to share some elements for a discussion about its best application in an educational environment.

The analysis brings to the light two issues: first, a delimitation of the idea of “entrepreneur” to a strictly economic significance, that hides the broader sense of the term; and, second, an influence of rationalist, subjectivist and individualistic methodologies that lead to the settlement of capitalism, given an absolute value to the homo oeconomicus. As a conclusion from these results, there is a need to reinforce the anthropological value of this subject, in order to enrich its strongly economical approach. Palabras clave: entrepreneur; emprendimiento; homo oeconomicus; antropología; utilitarismo. 

Keywords: entrepreneur; entrepreneurial education; enterprise education; homo oeconomicus ; utilitarianism. 

Introducción: 

El estudio de la figura y del fenómeno emprendedor se ha abordado desde muy diferentes ámbitos y perspectivas. La investigación académica señala de manera generalizada que falta consenso acerca del término y el concepto de emprender (Bull y Willard, 1993; Toro, 1999; Shane y Venkataraman, 2000; Pfeilstetter, 2011; Draycott y Rae, 2011; Villamor y Prieto, 2014; Peña Calvo, Cárdenas, Rodríguez Martín y Sánchez–Lissen, 2015; Láckeus, 2016 y 2017; Bridge, 2015 y 2017). Para entender el fenómeno del emprendimiento y el interés por una cultura y mentalidad emprendedora y analizar la necesidad de propiciar una educación que la fomente, resulta clave conocer las bases conceptuales sobre las que se asienta y que han posibilitado su desarrollo. Se trata, en definitiva, del intento de conocer las ideas contenidas en el concepto de emprendedor.

Origen etimológico, significado y primeros usos del concepto emprendedor 

Es tal la solicitud por el estudio de la iniciativa emprendedora que precisar el origen y evolución del término se plantea como una tarea indispensable a la hora de profundizar y aportar una explicación del término emprendedor. La lengua expresa el pensamiento y en el lenguaje influyen tanto el contexto como el marco de uso. Con el paso del tiempo, los términos se enriquecen y adquieren acepciones diversas. 

Etimológicamente, los términos emprendedor, empresa y el verbo emprender provienen del francés, entrepreneur, entreprise y entreprendre respectivamente. A su vez, estos términos proceden de la misma raíz del latín vulgar (in, en, y prendĕre) cuyo significado es coger, atrapar, tomar. 

El primer uso del verbo emprender documentado en castellano corresponde a escritos aragoneses de los años 1030 y 1095 con el sentido de “tomó” (Coromines, 1981). En el siglo XIII, Gonzalo de Berceo introduce este término en dos pasajes con significados diferentes. En el primer caso como engendrar, “la cepa es buena, emprendió buen sarmiento” y en el segundo caso, como tomar “Sennor, bien te conseio que nada emprendas” (S. Domingo 9 y 141 respectivamente). 

En el siglo XVI se da el nombre emprendedor a los que dirigen expediciones militares, capitanes de fortuna que reclutan tropas mercenarias para ponerse al servicio de príncipes, ligas o ciudades (Toro, 1999; Verin, 2011; Pérez–Sánchez, 2011). Se resalta la característica propia del emprendedor que aborda una conquista, valiente, con iniciativa y arrojo (Verin, 2011). Se propicia que, por extensión, se empiece a aplicar para referirse a todo tipo de aventureros. 

Durante los siglos XVI y XVII, el término entrepreneur viene a significar pionero y se refiere a los aventureros que viajan al Nuevo Mundo buscando una nueva oportunidad sin tener en cuenta lo que les espera en esas nuevas tierras. 

El vocablo entrepreneur se incluye por primera vez en un diccionario: en el Dictionnaire universel, contenant généralement tous les mots François, tant vieux que modernes & les termes des sciences et des arts de Antoine de Furetière (1609-1688). El término tiene varias acepciones: arquitecto, contratista que abastece al ejército de alimentos y municiones y “empresario” marítimo o de otros mercados que trabaja con un precio establecido (1708, II). 

A comienzos del siglo XVIII, se amplía su significado en francés con dos variantes. En primer lugar, se refiere a los constructores y arquitectos de obras públicas, carreteras, puertos, fortificaciones y posteriormente, a los arquitectos que asumen el encargo de construcción mediante contrato. Se asimilan a actividades empresariales, que se retribuyen económicamente y en las que se hace especial énfasis en el conocimiento y no en el capital para realizar la iniciativa. La segunda acepción describe al terrateniente noble, que explota las tierras de su propiedad para obtener beneficios con la venta de los productos (Hoselitz, 1951; Toro, 1999; Verin, 2011; Peña Calvo et al., 2015).

El término francés entrepreneur se identifica con el alemán untrnehmer y el inglés undertaker y hacen referencia al que toma sobre sí la responsabilidad de llevar a cabo una obra que requiere el trabajo de varias personas (Pérez–Sánchez, 2011). En la actualidad el término alemán se conserva. Sin embargo, el inglés sustituye el término undertaker por el vocablo francés entrepreneur y mantiene la voz undertaker para referirse al empresario de pompas fúnebres. 

La primera vez que se vincula el vocablo entrepreneur a actividades económicas es en 1724 en el Dictionnaire universel du commerce de Savary des Brûlons. Los hermanos Savary preparan, para su uso personal, una lista alfabética de palabras relacionadas con el comercio y la industria, junto con ordenanzas e impuestos en Francia y en el extranjero. Explican quién es el entrepreneur, “aquel que emprende una obra. Se dice: un empresario de manufactura, un empresario de la construcción; por decir, un fabricante, un maestro (Savary, 1748, tomo II, p. 1050). Esta iniciativa permite que el término se divulgue y facilita que se enriquezca a lo largo del tiempo con aportaciones y acepciones diversas. El término no se generaliza en obras de economía hasta la segunda mitad del siglo XVIII. 

El sentido del vocablo francés describe lo que en España se denomina “maestro de obra” o “contratista”. Esta voz se refiere a la persona que recibe por encargo real, la producción de un bien o a la que se le confían contratos reales. Esta actividad se desarrolla prioritariamente con las Indias Occidentales a través de la Casa de Contratación de las Indias. Los contratistas reales financiaban sus actividades comerciales con la seguridad de que sus gastos estaban respaldados por los contratos previos. Este mismo concepto para designar al contratista del gobierno tiene su homólogo inglés en la palabra undertaker. 

Por tanto, el término emprendedor reúne ambas apreciaciones, la referencia al Nuevo Mundo y la relación con los contratos de producción carentes, en estos primeros momentos, de posibilidad o elementos de riesgo. Su uso se hace extensivo también en Inglaterra, donde el término merchant adventurer del siglo XVI, se sustituye por el entrepreneur procedente del francés. 

Cuervo (1998) destaca tres significados del término emprender en español, diferenciados según el momento histórico y las circunstancias que lo acompañan: 

a) Significado de “acometer”, con dos variaciones: 

a. Como verbo transitivo: acometer una tarea de manera resuelta y decidida. Este significado incluye implícitamente la idea de riesgo o arrojo. b. Como verbo intransitivo: acometer, resolver y determinarse a poner por obra, dar comienzo, empezar, intentar.

b) Un segundo uso es el de “arrojarse” sobre alguna plaza u objetivo militar para atacarlo (verbo transitivo). También se usa para arrojarse con presteza sobre personas con intención de atacar o arremeter. En algunas ocasiones, el verbo significa entrar en una tierra o introducirse en el sitio atacado. 

c) El tercer uso se refiere a “encender el fuego”. 

En castellano se incluye por primera vez en 1732 en el Diccionario de Autoridades con el significado de aventurero: “la persona que emprende y se determina a hacer y executar, con resolución y empéño, alguna operación considerable y àrdua” (Real Academia Española, 1732, tomo III). 

El primero en introducir el vocablo entrepreneur en el discurso económico es Richard Cantillon (1680–1734). Su obra Essai sur la Nature du Commerce en Général (1730) ostenta el mérito de ser el primer escrito de la llamada “economía política” y Cantillon "el padre de la economía de empresa” (Aspromourgos, 1997; Seamus, 2013). La época histórica de Cantillon se caracteriza por el crecimiento de las ciudades, el desarrollo de las actividades comerciales y que en consecuencia se fijen los roles propios de una economía de mercado (Pressman, 2013). 

En su trabajo, Cantillon reflexiona acerca del entrepreneur, define su perfil y delimita las características del modelo económico que le asiste y que se puede considerar próximo al capitalismo en sus primeras etapas de desarrollo. Se caracteriza por su capacidad de generar riqueza, producción y consumo y no se identifica necesariamente con la posesión de dinero. El principal rasgo que caracteriza al entrepreneur es su capacidad para asumir riesgos en condiciones de incertidumbre (Hamilton y Haper, 1994; Van Praag, 1999). 

A partir del siglo XVIII la noción de emprendedor corre paralela a la teoría económica y recibe una considerable influencia de la ciencia sociológica en algunas de sus etapas. 

Principales aportaciones al concepto de emprendedor desde el pensamiento económico y la sociología 

Distintas tradiciones o escuelas de pensamiento económico han contribuido a la forja del concepto y le han aportado sus rasgos definitorios.  

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