Adam Smith es considerado el "padre del capitalismo", pero ¿qué pensaría de esta crisis financiera?
En vísperas de la conferencia en la Universidad de Glasgow para marcar el 250º aniversario de la publicación de su libro "La teoría de los sentimientos morales", un renombrado académico alega que Smith se habría desilusionado al ver cómo funciona el capitalismo moderno.
El profesor Christopher Berry es el vicedecano de la facultad de Derecho, Comercio y Ciencias Sociales de la Universidad de Glasgow.
"Adam Smith es uno de esos pensadores cuyo trabajo es más conocido que leído; (Sigmund) Freud, (Carlos) Marx y (Charles) Darwin son otros que se me ocurren.
De una manera aparentemente perversa, el actual clima financiero, que ha generado cierto renovado interés en Marx, también está llamando nuevamente la atención al legado de Smith.
El Adam Smith de renombre popular es 'el padre del capitalismo', el abogado de las 'fuerzas del mercado', el enemigo de la regulación gubernamental y el creyente de algo llamado 'la mano invisible' que produce resultados económicos óptimos.
No obstante, si nos ponemos a leer a Smith, esas atribuciones pueden parecer simplificaciones flagrantes.
Si preguntan que habría pensado Smith de los 'paquetes de préstamos asegurados' o de las 'deudas tóxicas' y lo demás, su respuesta habría sido, seguramente, que estas prácticas iban en contravía con todo lo que trató de enseñar.
Smith era antes que nada un maestro. Era profesor de lógica y luego, un año más tarde, en 1752, fue profesor de filosofía moral en la Universidad de Glasgow, donde había estudiado.
Mantuvo su cargo hasta que cambió su vida académica, en 1764, por la de tutor personal, un arreglo que le ofrecía la seguridad financiera necesaria para convertirse en un experto independiente.
Todo su trabajo está permeado de filosofía moral y es esa inquietud que lo impregna todo la que lo haría criticar la manera en la que se maneja la economía contemporánea.
Si el es 'el padre del capitalismo', sería un padre decepcionado.
Escribió dos grandes libros y las semillas de ambos fueron sembradas en sus años de profesor en Glasgow.
Posición moral
La 'Teoría de los sentimientos morales' apareció en 1759 y sus conferencias la alimentaron.
Fue revisada seis veces durante su vida y una edición final, que contenía extensivas revisiones, apareció en el año de su muerte (1790).
Lo que el simple hecho de esta cronología nos dice es que el compromiso de Smith con la visión moral se mantuvo durante y después de la publicación de su segundo gran libro, 'Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones' (o simplemente 'La riqueza de las naciones'), publicado en 1776.
A pesar de que para esa fecha Smith ya se había ido de Glasgow, sabemos, por las notas que aún existen tomadas por estudiantes, que ya había estado estudiando muchos de los principales temas en los salones de clase de Glasgow.
En los 'Sentimientos morales', Smith trata la filosofía moral no como la delineación de unas recetas racionales o divinas sino como la forma de capturar la interacción de los sentimientos, emociones u opiniones humanas en los escenarios reales de la vida.
En muchos sentidos, es un libro de psicología social y moral y de sociología. Eso significa que debemos entender cómo las sociedades y los individuos funcionan no como compartimentos separados sino como parte de un todo complejo.
Ciertamente, uno de los temas clave del libro es la oposición a la visión de que toda la moralidad o virtud se puede reducir al interés personal, como si los individuos operaran aislados preocupados solamente de su propio bienestar.
Su primera frase declara que la experiencia humana cotidiana prueba que eso es falso.
Escribe: 'Por más egoísta que se pueda suponer al hombre, existen evidentemente en su naturaleza algunos principios que le hacen interesarse por la suerte de otros, y hacen que la felicidad de estos le resulte necesaria, aunque no derive de ella nada más que el placer de contemplarla'.
Nuestra moralidad esta basada en ciertas verdades sobre la naturaleza humana. Todo el mundo es capaz de sentir compasión, o simpatías, y esa habilidad nos permite imaginar lo que sentiríamos si estuviéramos en una u otra situación y, una vez hemos dado ese salto imaginario, podemos juzgar si esos sentimientos son apropiados.
Cuando Smith escribió la 'Riqueza de las Naciones' dejó claro que la 'riqueza' dependía del bienestar de la población.
'Virtudes mentales'
Eso cubría no sólo su prosperidad material sino también su bienestar moral.
Bajo esos parámetros, pensaba que vivir en la pobreza era tanto estar en una condición miserable como vivir condenado a hacer tareas repetitivas y limitadas (como afilar clavos varios miles de veces al día), algo que perjudicaba nuestras 'virtudes mentales' y 'morales'.
Smith nunca separó lo que llamamos la conducta económica del contexto moral en el que ocurre.
Su vigilancia del marco moral general significa que está lejos de excluir al gobierno de interferir en el 'mercado'.
Así, esos afiladores de clavos merecen intervención pública (vía la educación) para compensar el daño causado por su empleo.
Y habló mucho sobre los bancos, cuya conducta evaluó no en particular sino en general.
Con asombroso acierto escribió, en 'La riqueza de las naciones', que aunque las regulaciones podían limitar la libertad de los banqueros para hacer lo que querían, eran totalmente justificadas, de la misma manera en que la obligación de instalar paredes para evitar que se extienda un incendio limita la libertad de los arquitectos.
Smith, obviamente, no es Marx -él sí piensa que un sistema libre es preferible-, pero la famosa crítica de Marx al capitalismo porque aliena a los empleados de una vida satisfactoria es un eco de la crítica que Smith -el defensor del capitalismo- ya había hecho.
Si la crisis del capitalismo provoca un retorno a Marx como su mejor crítico entonces debe impulsarnos a hacer más que conocer el nombre del pensador más asociado con la celebración del capitalismo.
Para Smith, la actual crisis demuestra no las fallas intrínsecas del sistema sino lo que pasa cuando su dimensión moral es extraída o descuidada."