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martes, 22 de noviembre de 2016

Mandeville y Smith : elementos de una herencia no reconocida

Mandeville y Smith : elementos de una herencia no reconocida


RESUMEN

Cuando a mediados del siglo XVIII Adam Smith coloca a Bernard Mandeville entre los «sistemas licenciosos» en su Teoría de los Sentimientos M o r a l e s , no hace sino recoger el juicio que sus contemporáneos habían dedicado al autor de L a Fábula de las Abejas. El subtítulo de la obra, « Vicios privados, beneficios públicos» es una muestra del tono deliberadamente provocador de un texto que granjeó a su autor la reputación de abogado del vicio. 

No obstante, Smith vio mucho más que eso en Mandeville y llega a reconocer que su pensamiento «bordea la verdad». 

A comienzos del siglo Mandeville había planteado una defensa de la sociedad comercial basada en que creaba prosperidad material, y en que cualquier alternativa era inviable. 

Partía de una concepción de la naturaleza humana como naturaleza caída, aquejada de un fuerte déficit cognoscitivo y moral que reducía al individuo a un ser movido por sus pasiones egoístas. A partir de un material tan defectuoso, la labor de la educación, sea la educación infantil, sea la obra más amplia de «políticos y moralistas», consistía en propiciar la sustitución de los síntomas más evidentes y agresivos de las pasiones por otros más aceptables, en hacer que el individuo renunciara a las formas más directas y conflictivas de satisfacción en aras de otras mediatas pero más seguras. 

Esto se consigue haciendo jugar una pasión contra otra (el miedo a la muerte en combate se vence con la ayuda de la cólera) y fundamentalmente mediante la excitación del orgullo frente a cualquier otra pasión. El resultado, que no supone la conquista de las pasiones sino únicamente la transformación de sus síntomas, es la virtud simulada o buenas maneras, los beneficios públicos. 

El paso de Mandeville a Smith recoge las vicisitudes de una explicación del orden social como orden del mercado que surge a partir de individuos aislados. 

Los aspectos paradójicos de Mandeville se borran en Smith, y lo que era impostura, vicio transformado o virtud simulada, reaparecerá en Smith como virtud real. 

La explicación de Smith del vínculo social, a partir de individuos aislados, descansa sobre dos mecanismos: el «espectador imparcial» y la «mano invisible». 

Título del artículo 91 Esther Pascual López. Política y Sociedad, 37 (2001), Madrid (pp. 91-96)




Mandeville y Smith : elementos de una herencia no reconocida Esther Pascual López

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