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lunes, 26 de octubre de 2020

La corriente objetiva y la corriente subjetiva:Un debate entre economíapolítica y simplementeeconomía.

 La corriente objetiva y la corriente subjetiva:Un debate entre economíapolítica y simplementeeconomía.

Una perspectiva críticaÁlvaro Albán MorenoJorge Alberto Rendón V.

Universidad de Buenos Aires E-mail: etorterola@yahoo.com.ar 

Dirección estable: https://www.aacademica.org/000-096/511

V Jornadas de Sociología de la UNLP. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Departamento de Sociología, La Plata, 2008.

Torterola, Emiliano. 

Cita: 

Torterola, Emiliano (2008). 

Racionalización y comunización en la esfera económica. 

Los límites del individualismo en la teoría de la modernidad weberiana.

  

Resumen 

En este ensayo, los autores buscan como telón de fondo, fomentar la discusión en torno a los principios esenciales de la disciplina económica. Esta es una discusión no exenta de matices políticos e ideológicos. La economía, como campo disciplinar social, es campo de batalla de las pasiones e intereses humanos y del pensamiento que consciente o inconscientemente da cuenta de ello. Quienes presentan este trabajo, encuentran necesario, oportuno y prudente para el programa de economía de la Universidad Libre y comunidad académica en general, proponer e insistir en este debate en un contexto en el que las ideas económicas y sus principios subyacente, son determinantes de las decisiones sociales, políticas y económicas; y cuyos resultados dejan en duda que se esté avanzando hacia la superación de las carencias humanas fundamentales. En consecuencia, se abordan en el trabajo, desde una perspectiva crítica y con la advertencia de lo inacabado de esta discusión, cinco preguntas sobre la disciplina, relacionadas con su objeto de estudio; su método; y los sustentos filosóficos, epistemológicos y teóricos con los que se edifican dos de sus enfoques principales: las teorías subjetiva y objetiva del valor. Además, se expone una reflexión respecto a la evolución futura de este campo cientíífico. Este trabajo pretende también, aportarle a quien se inicia en el estudio de la ciencia económica, un referente de análisis, estudio y confrontación conceptual. 

This article pretends to discuss basic principles of economics. As discussion it might include certain political and ideological aspects. As social discipline, economy is based on human passions and interests and deals with the thought that consciously or unconsciously refers to those subjects. The authors of this article think it is necessary –for the School of Economics of the Universidad Libre and its whole academic community- not only to propose but to insist on the argument according to which economic ideas and their related principles determine social decisions, both economic and political ones, whose effects and results make clear that no clear response is given to basic human needs. Consequently, five questions are to be tackled critically in this essay, stating discussion is not over yet, concerning to the object of study of economic science, its methods, its theoretical, philosophical and epistemological supports, all of which have contributed to build the two main economic approaches: subjective and objective theories of vale. Besides there is an explanation regarding to the future evolution of this scientific subject. This article also looks forward to guide all those who have decided to study economics in an analytical and conceptual sense. 

Palabras clave Teoría objetiva de valor; teoría subjetiva del valor; método; epistemología; filosofía; teoría; economía política, objeto de estudio.

La importancia de una decisión puede medirse por el número de personas afectadas por la decisión y por los recursos materiales y financieros involucrados. (Blank,1990,76)

Introducción 

Una de las mayores dificultades del iniciado en Economía se relaciona con la discusión sobre los aspectos filosóficos, epistemológicos y de orden metodológico concernientes a la disciplina. En realidad, los elementos curriculares y formativos relativos a estos temas no tienen presencia significativa en la educación media y por lo tanto los estudiantes al llegar a la universidad carecen, en general, de nociones que faciliten adentrarse en este terreno. 

Las presentes notas tienen como finalidad propiciar, a nivel introductorio y de manera crítica, la comprensión de los aspectos y elementos metodológicos, filosóficos y epistemológicos que diferencian las corrientes objetiva y subjetiva de la teoría económica. 

Pero, ¿Qué se entiende por filosofía, epistemología, y metodología? Es importante hacer una breve aproximación al significado de estos términos con el fin de abordar, con mayor claridad, la discusión que será planteada posteriormente. 

Dentro del alcance de este trabajo, lo filosófico identifica la esencia y el origen de la explicación en que se sustentan los objetos de estudio, la explicación de la realidad misma que interesa a la disciplina y su razón de ser. La filosofía como actividad del pensamiento y del conocimiento ha dado origen, a lo largo de la historia, a un debate importante, agrupado en escuelas filosóficas, sobre diversos aspectos tales como el origen del ser, su significado y la razón de su existencia; el significado del conocimiento y su relación con la realidad; las explicaciones sobre la existencia de la realidad misma, la materia y el universo; los conceptos de eternidad, movimiento, inmutabilidad, etc. Las respuestas a estos aspectos se traducen en generalidades sobre las cuales se edifican y apoyan las particularidades y especificidades de las diferentes ciencias. En otras palabras, mientras las matemáticas, la física, la biología, la sicología y demás ciencias estudian un área determinada de la realidad o exploran el mundo de las ideas (lo fáctico y lo formal), la filosofía estudia la realidad haciendo abstracción de las ideas en su totalidad y aborda el significado y el sentido de la realidad misma (Vélez, 1981). Por lo tanto, la filosofía puede imponer criterios a todas las ciencias sin que éstas puedan imponer criterios al saber filosófico. 

Respecto a lo epistemológico, sus raíces etimológicas conducen al griego episteme, que significa conocimiento, y logía que traduce estudio: la epistemología estudia la naturaleza y validez del conocimiento. También ha sido llamada teoría del conocimiento, o gnoseología y en las últimas décadas es conocida como filosofía de la ciencia. Por lo tanto, lo epistemológico reconoce la forma como se produce el conocimiento y los referentes conceptuales específicos mediante los cuales éste se valida y se expresa en teorías. El propósito de la epistemología es distinguir la ciencia auténtica de la seudociencia; la investigación profunda de lo superficial, la búsqueda de la verdad de sólo un modus vivendi. También debe ser capaz de criticar programas y aun resultados erróneos, así como de sugerir nuevos enfoques promisorios. 

El problema fundamental que ocupa a la epistemología es el de la relación sujeto-objeto. En esta teoría se le llama “sujeto” al ser cognoscente y “objeto” a todo proceso o fenómeno sobre el cual el sujeto desarrolla su actividad cognitiva. De este modo, el problema se presenta en la relación de quien conoce y lo que es cognoscible. En esencia, se trata de la naturaleza, carácter y las propiedades específicas de la relación cognoscitiva, así como de las particularidades de los elementos que intervienen en esta relación. 

Lo metodológico plantea el punto de partida para la determinación de los diferentes objetos de estudio en discusión en este artículo. El método se refiere al procedimiento ordenado y coherente que se sigue para establecer los aspectos significativos de los hechos y fenómenos estudiados, cuyo fin es hallar y enseñar lo que en materia de ciencia es la “verdad”. El primer paso relacionado con el método en cada ciencia es establecer el “¿qué se va a estudiar?”, es decir, es necesario definir previamente un objeto de estudio. La definición del objeto de estudio permite determinar el alcance del conocimiento abordado por cada disciplina científica. En segunda instancia se debe indagar por otro aspecto, el “cómo”. Todo esto en conjunto provoca los siguientes interrogantes: ¿cómo se pueden acceder al conocimiento del objeto estudiado? ¿Cómo se pueden descubrir sus propiedades y develar las relaciones que lo determinan? ¿Qué procesos del pensamiento y cuáles acciones o actividades cognitivas se deben desarrollar para contestar las preguntas anteriores? ¿Cuáles instrumentos o herramientas serían adecuados para ser utilizados con miras a abordar este proceso? Las tres últimas preguntas, estrechamente relacionadas con la primera, plantean claramente el sentido y el significado del método, y su respuesta para cada ciencia puede dar origen a diversos puntos de vista, tales como lo son aquellos que serán abordados con respecto a la ciencia económica en el presente trabajo, que en este aspecto específico, centra su interés en reconocer el punto de partida u objeto de estudio de las dos posiciones sobre las que se reflexiona.

Una vez expuestos los aspectos anteriores, es pertinente señalar que la clasificación de objetivistas y subjetivistas en la ciencia económica ha sido realizada con base en la existencia o no de determinados aspectos que forman parte del “método” particular con el cual se pretende acceder al objeto de conocimiento (los hechos económicos), proceso que está orientado y nutrido adicionalmente por una concepción filosófica determinada. Lo expuesto, a su vez, se concreta en una orientación epistemológica específica, temas sobre los cuales se ha generado una discusión bastante amplia en el tiempo. 

Estas notas no pretenden vislumbrar respuestas definitivas a las inquietudes que suelen estar relacionadas con los temas abordados, sino identificar y reconocer diversos elementos para facilitar y ampliar la comprensión de los ejes diferenciadores y orientar de forma organizada la discusión. Entre las preguntas que serán abordadas en este ensayo, están: ¿Cuáles son los elementos metodológicos que diferencian la corriente objetiva de la corriente subjetiva en economía? ¿Qué aspectos filosóficos se relacionan con estas orientaciones? ¿Cuáles son los principales fundamentos epistemológicos que subyacen en estas? ¿Cuáles son las principales implicaciones y consecuencias que se derivan de estos dos puntos de vista? ¿Qué significado tienen sus cuerpos teóricos en la explicación de los hechos económicos y la evolución futura de la disciplina? 

El objeto de estudio de la economía 

Toda ciencia tiene un objeto de estudio, es decir, un “algo” que hay que conocer, comprender y explicar. La identificación y definición de ese “algo” genera el espacio de trabajo de cada disciplina científica y señala los límites de su campo de conocimiento. De esta manera, la biología como ciencia trata de comprender y explicar aspectos de la realidad diferentes a los que pretende explicar otra disciplina científica como la física o la geología. Por ejemplo, podría plantearse que la biología estudia la dinámica de la vida así como los procesos que permiten su generación, desarrollo, funcionamiento, conservación y reproducción. La anterior definición automáticamente identifica el objeto de estudio de la biología, delimitando su espacio de acción, conocimiento e investigación, de tal manera que si alguien quisiera indagar sobre cómo se formó la cordillera de los Andes, tendría claro que esta pregunta no se relaciona con el objeto de estudio de la biología, por lo menos directamente. 

Resulta claro que la economía ha sido clasificada como una ciencia social, dado que su finalidad es estudiar ciertos aspectos relacionados con actividades, decisiones y conductas, individuales y colectivas, que tienen que ver con el funcionamiento económico de una sociedad. Si se identifican esos aspectos y actividades, se habrá determinado el objeto del estudio de la ciencia económica. Como se sabe, la estructura social es compleja y por tanto tiene otras facetas además de la económica, como la social, la individual, la histórica, la política, la cultural o la ambiental. Por lo tanto, existe una específica que delimita el campo de interés y acción de la ciencia económica. De este modo la sicología, la antropología, la sociología y las ciencias políticas tienen su propio espacio de estudio. Entonces, ¿qué tipo particular de actividades sociales conciernen a la economía? ¿Qué se entiende por lo económico? 

Fue a través de la búsqueda de respuesta a estas preguntas que fueron desarrolladas y construidas dos corrientes básicas, o dos puntos de vista del pensamiento económico: la corriente objetiva y la corriente subjetiva. En otras palabras, como toda ciencia, la economía también tiene un objeto de estudio, pero este puede estar definido de forma diferente, de acuerdo con la corriente que lo explique. Resulta claro que la intención fundamental es estudiar los aspectos económicos de la vida social, pero… ¿de dónde partir para explicarlos?: ¿del individuo, sus necesidades y comportamiento en las actividades económicas? o, ¿de la manera cómo socialmente se establecen relaciones en la sociedad para la producción de bienes y riqueza, es decir, desde las relaciones sociales de producción, para luego explicar cómo éstas determinan al individuo? 

Las dos opciones señaladas anteriormente constituyeron entonces, dos enfoques para responder las preguntas planteadas en este trabajo.

Sobre el método 

La economía y 

la corriente objetiva 

Los seguidores de la corriente objetiva plantean que: La economía es la ciencia que estudia las leyes que rigen la producción, la distribución, cambio y consumo de los bienes materiales que satisfacen las necesidades humanas. (Engels, 1978: 123) 

La economía es la ciencia que estudia el desarrollo de las relaciones sociales de producción; es decir, de las relaciones económicas entre los hombres. Estudia la producción y distribución de los bienes materiales de la sociedad humana a lo largo de la historia”(Nikittin, 1977: 14) 

De estas definiciones es posible derivar algunas consecuencias importantes que permiten distinguir, con respecto al método, las concepciones denominadas objetivas de las denominadas subjetivas en la teoría económica. 

a) El individuo como sujeto económico no constituye el punto de partida para definir el foco de estudio o atención. Lo fundamental para definir el objeto es el conjunto de relaciones económico-sociales que se establecen entre las personas para resolver los problemas económicos. Estas relaciones sociales de producción constituyen el punto principal de atención de la corriente objetiva y desde esta concepción la economía se propone explicar sus causas, sus efectos e implicaciones en la distribución del producto y en el nivel de vida material de los hombres; y, adicionalmente, explicar la evolución de los modos de producción (comunismo primitivo, esclavismo, feudalismo, capitalismo, socialismo y comunismo) a través de la historia; es decir, la evolución de la organización económica de la sociedad y sus efectos políticos. 

b) Como los modos de producción corresponden con diferentes épocas del desarrollo de la sociedad, el estudio de las leyes que rigen la producción adquiere un carácter histórico y por lo tanto el sistema económico es cambiante y tiene un origen dado por las condiciones políticas, culturales y sociales de cada sociedad; es decir, por las características sociales objetivas. Las relaciones de producción entre las personas se van transformando y modificando en este proceso de cambio, también el medio en que éstas se desarrollan, lo cual a su vez genera cambios en las personas y la sociedad misma. 

c) El sistema económico no es algo dado, si no que es causado objetivamente por el tipo particular de relaciones de producción subyacentes y características de un estadio histórico y por el nivel de desarrollo particular de las fuerzas productivas. Como el sistema económico cambia y evoluciona, se plantea que la ciencia y el conocimiento debe propender permanentemente a la transformación del mundo y su evolución hacia un estado mejor. El conocimiento científico adquiere un papel dinámico, político y definitivo en el logro de las grandes transformaciones sociales, en las cuales el hombre es el actor principal. La búsqueda del bienestar material y los conflictos generados en la producción y la distribución de bienes materiales constituyen la causa de la transformación de la sociedad y no las ideas generadas por el ser humano como individuo omnipotente.

La economía y la corriente subjetiva 

Los seguidores de la corriente subjetiva plantean que “la economía es la ciencia que se encarga del estudio de la satisfacción de las necesidades humanas, mediante bienes que siendo escasos tienen usos alternativos (costo de oportunidad), por los cuales hay que optar” (Robbins, 1978: 18). 

Es muy conocida la definición de Alfred Marshall: “La economía es la ciencia que examina la parte de la actividad individual y social consagrada a alcanzar y a utilizar las condiciones materiales del bienestar” (Rossetti, 1994: 26). 

De estas definiciones también es posible derivar ciertas consecuencias: 

a) El punto de partida es el sujeto, el individuo con poder de decisión absoluto sin tener en cuenta las características del sistema económico. Este escoge entre alternativas con el objetivo racional de maximizar la satisfacción como consumidor; o la ganancia como productor. Su posibilidad de decidir no se ve afectada por la materia, o sea lo objetivo, representado por el sistema en su conjunto. Lo que prevalece es la mente humana, es decir, las ideas cuyo punto de partida es el hombre mismo. Como se ampliará más adelante, esto implica que la corriente subjetiva basa su orientación filosófica en el idealismo, en contravía a la corriente objetiva que se inspira en el materialismo. También conlleva la consideración del individuo como un homo económicus dadas sus características de comportamiento racional 

b) El sistema económico está dado, no se estudian los cambios generados por el desarrollo de las fuerzas productivas y se pierde la posibilidad de cualquier análisis histórico. 

Sobre lo filosófico

Antecedentes de la corriente subjetiva 

La corriente subjetiva de la economía, como ya se expuso, obtiene sus bases filosóficas del idealismo que plantea que la esencia del mundo es la idea de la cual se desarrolla la materia y esta esencia se hace realidad a través de la relación idea–sujeto. 

Fue Leibniz quien empleó el término “idealismo” al referirse a Platón y a otros autores para quienes la realidad es la forma o la idea. Estos autores idealistas o formalistas, sostienen doctrinas diferentes de las ya propuestas por otros autores, como por ejemplo, Epicuro, calificado de materialista. La filosofía idealista de la época moderna se funda igualmente en las “ideas”, aunque el significado moderno de la idea no siempre es igual al del platonismo, pero no se puede escindir de su sentido antiguo. 

Algunos autores consideran que es un error atribuir a Platón la paternidad del idealismo, ya que aunque en Platón hay una teoría de las ideas, es un idealismo exageradamente realista. El idealismo como doctrina se contrapone al realismo y reduce el conocimiento a lo que podemos percibir por medio de los sentidos y que es accesible al mero pensamiento, ya que para esta corriente lo que aún no puede verse, puede ser comprendido. “El idealismo pretende reducir el mundo a una actividad del espíritu... pretende identificar lo real con lo racional, el objeto con el sujeto o conciencia” (Uribe, 1981:26) 

El idealismo como doctrina se contrapone al realismo y reduce el conocimiento a lo que podemos percibir por medio de los sentidos y que es accesible al mero pensamiento.

Juan Teófilo Fitche (1762 – 1814), representante alemán del idealismo, sostiene que el principio de la realidad es el “yo”, el cual construye la parte formal y material de conocimiento. Todo lo que se le oponga al yo es creado por el yo. La realidad es deducible del “yo”. Para Fichte, “lo real” es el producto de la actividad subjetiva y el ser está fundado en la inteligencia: “el primer principio de la filosofía es precisamente este yo puro o trascendental” (Fitche, 1795: 204) De lo anterior se desprende la relación del idealismo con la denominada corriente subjetiva del pensamiento económico ya que los objetos se presentan simplemente como el producto de la actividad subjetiva del pensamiento humano, la realidad es un producto de las ideas y por lo tanto éstas constituyen lo único realmente concreto en el universo. El “homo económicus”, representa en la teoría económica el papel de ese “yo trascendental”, inmutable y eterno, que se compensa con las ideas, también inmutables y eternas, que requieren los conceptos universales. De esta manera es posible explicar la conceptualización que representa para la economía los deseos del hombre a nivel individual y la concreción de sus sueños e intereses, para materializar la llamada “libertad económica”1 . El papel de este sujeto “trascendental” alcanza su nivel protagónico a nivel conceptual en la teoría subjetiva del valor, mediante la cual la determinación del valor de los bienes, problema fundamental de la economía, se deriva de aspectos subjetivos, del “yo” y sus preferencias, del “yo” y su idea.

Antecedentes de la corriente objetiva 

La corriente objetiva se centra en el materialismo, que en términos generales plantea que la base del cambio en el mundo es la materia de la cual se desarrollan las ideas. Como lo único que existe es la materia, si algo más, como los eventos mentales, existe, entonces son reducibles a materia y se origina en ella. 

Para el materialismo no sólo lo real es material, sino que lo material es la causa de todas las cosas de la naturaleza y del “alma” humana; y éstas se explican exclusivamente a partir de la materia y los movimientos de esa materia en el espacio. Así es como el término materialismo designa a toda aquella doctrina que trata de explicar el mundo y la totalidad de lo real fundamentándose en la idea de materia. El primero que utilizó este concepto fue Roberto Boyle en un escrito titulado “La superioridad y los fundamentos de la filosofía mecánica.” (Boyle, 1674); también fue mencionado por Leibniz, que la opuso al idealismo de Platón, para el cual la realidad que fundamenta y es origen causal de todo lo real es la idea. 

El materialismo, sin embargo, no agrupa todas aquellas tesis que admiten únicamente la existencia de los entes materiales o de los cuerpos. Por lo tanto, para precisar aún más el término materialismo,se propone la definición dada por Nicola Abbagnano en su Diccionario de filosofía, materialista “es toda aquella doctrina que afirma que toda causalidad ha de ser remitida exclusivamente a un principio o entidad material, es decir, que la única causa de las cosas es la materia” (Abbagnano, 1998: 87) 

Hobbes utilizó el materialismo como método genético para explicar la realidad, es decir, para analizar cómo se genera algo a partir de sus componentes materiales (corpóreos). En su tratado De corpore2 (Hobbes, 1655), que era una parte de una trilogía filosófica, Hobbes afirma que el único objeto de conocimiento es lo corporal, pues sólo lo que actúa (movimiento) o sufre la acción de otro puede denominarse real. Ni siquiera el alma o el espíritu se sustrae a esta concepción materialista y mecanicista del universo: todo se reduce a cuerpos en movimiento y el conocimiento deriva de la sensación: encuentro de dos cuerpos (el percipiente y lo percibido) que se hallan en movimiento. Por esta razón se suele plantear que, en el terreno doctrinal, el materialismo, como corriente filosófica formal se venía fraguando desde Hobbes (1588-1679) en Inglaterra, y Descartes (1596-1650) en Francia 

Como producto de la concepción general filosófica del materialismo, la teoría objetiva del valor se basa muy particularmente en el materialismo dialéctico que plantea que la materia en constante cambio es lo que explica el desarrollo del pensamiento, de las ideas y por lo tanto, de la realidad socioeconómica. Para Marx y Engels, sólo existe una realidad material que posee un carácter dialéctico. De este modo la causa de los cambios y movimientos sociales tiene lugar por la lucha de contrarios inherente a la propia materia, por su continua contradicción. Ahora bien, los cambios que se producen en ese universo material obedecen a tres leyes universales: 

1) La ley de la unidad y lucha de contrarios, a partir de la cual se produce todo movimiento y cambio (evolución) en la naturaleza, así como su diversificación en multiplicidad de seres. 

2) La Ley de transición de la cantidad y la calidad y viceversa. 

3) La ley de la negación de la negación, que es una síntesis en la que se selecciona lo mejor y más útil, a la par que se produce un desarrollo hacia una nueva manera de ser. 

El materialismo dialéctico de Marx y Engels es una teoría evolucionista que, tomando elementos de la dialéctica hegeliana, deduce resultados orientados hacia lo mejor: un verdadero progreso, cuyo motor es la contradicción y cuyos cambios cuantitativos surgen de cambios cualitativos. En otros términos: tesis, antítesis y síntesis.

El materialismo histórico, término elaborado por Engels para denominar el pensamiento de Karl Marx, es una ciencia social de carácter científico que afirma que la causa determinante de toda realidad histórica y social se fundamenta en su estructura económica. En palabras de Engels, Marx ha probado que …

hasta el presente toda la historia ha sido la historia de la lucha de clases; que estas clases sociales en lucha las unas con las otras son siempre el producto de las relaciones de producción y, en una palabra, de las relaciones económicas de su época, y que así, en cada momento, la estructura económica de la sociedad constituye el fundamento real por el cual deben explicarse en última instancia toda la superestructura de las instituciones jurídicas y políticas, así como de las concepciones religiosas, filosóficas y de otra naturaleza de todo período histórico. Con ello el idealismo ha sido expulsado de su último refugio, la concepción de la historia, y se ha dado una concepción materialista de la historia. (Engels, 1978: 27) 

Consecuentemente, el materialismo histórico plantea que en el desarrollo de las fuerzas productivas (tesis) se llega a una fase en la que éstas, bajo las relaciones existentes, terminan siendo fuentes de males, que no son ya tales fuerzas productivas sino más bien fuerzas destructivas (antítesis). Esta situación genera contradicciones (dialéctica) bajo las cuales la sociedad no puede avanzar en su desarrollo, generándose conflictos entre las clases sociales (lucha de contrarios) de tal manera que finalmente requiere la acción consciente de los hombres (el proletariado) para derribar las viejas estructuras y propiciar el advenimiento de una situación superior (síntesis). 

En resumen, la concepción materialista de la historia 

… consiste pues, en exponer el proceso real de producción partiendo para ello de la producción material de la vida inmediata, y engendrada por él, es decir, la sociedad civil en sus diferentes fases, como el fundamento de toda la historia, presentándola en su acción en cuanto Estado y explicando a base de él todos los diversos productos teóricos y formas de conciencia, la religión, la filosofía, la moral, etc, así como estudiando a partir de esas premisas su proceso de nacimiento, lo que naturalmente permitirá exponer las cosas en su totalidad y también por ello mismo, la interdependencia entre estos diversos aspectos. (Abagnano, 1998:782) 

La corriente materialista, a diferencia de la idealista, no busca una categoría en cada período, sino que se mantiene siempre sobre el terreno histórico real; no explica la práctica partiendo de la idea sino que explica las formaciones ideológicas sobre la base de la práctica material por lo cual llega, consecuentemente, a la conclusión de que todas las personas y todos los productos de la conciencia no pueden ser destruidos por obra de la crítica espiritual, mediante la reducción a la “autoconciencia” o la transformación en “fantasmas”, “espectros”, “visiones”, etc., sino que solo pueden disolverse por el derrocamiento práctico de las relaciones sociales reales, de las que emanan estas “quimeras idealistas”; de que la fuerza propulsora de la historia; incluso de la religión, la filosofía y toda teoría, no es la crítica sino la revolución3. 

Esta concepción revela que la historia no termina disolviéndose en la “autoconciencia”, sino que en cada una de sus fases se encuentra un resultado material, una suma de fuerzas productivas, una actitud históricamente creada de los hombres hacia la naturaleza y de los unos hacia los otros, que cada generación transfiere a la que sigue una masa de fuerzas productivas, capitales y circunstancias. 

Aunque, de una parte, estos aspectos transferidos sean modificados por la nueva generación, dictan a ésta, de otra parte, sus propias condiciones de vida y le imprimen un determinado desarrollo, un carácter especial, así por tanto las circunstancias hacen al hombre en la misma medida en que éste hace las circunstancias. 

Como se puede ver, el materialismo desecha a la idea y, por lo tanto, al sujeto o individuo como generador de ésta, como motor del cambio y evolución del sistema social. Por lo tanto, no es el sujeto como actor de las ideas quien determina las relaciones y fenómenos económicos, sino las relaciones sociales y las condiciones materiales que subyacen en los diferentes estadios del desarrollo de las fuerzas productivas en una sociedad: las ideas trascienden la esfera del sujeto ya que son el resultado de las determinaciones materiales expresadas en las relaciones sociales de producción en un estadio histórico dado y de la superestructura (valores, modo de vida, conciencia, estructura política, normatividad jurídica) que dichas relaciones engendran como ideología. 

La estructura teórica de la corriente objetiva se fundamenta en la teoría objetiva del valor, o teoría del valor–trabajo, que será presentada más adelante, la cual, en coherencia con el materialismo, encuentra una explicación material y física al problema fundamental de la economía: la determinación del valor de las mercancías.

 Sobre lo epistemológico 

La corriente objetiva de la economía se diferencia de su contraparte, la corriente subjetiva, en que la primera aborda el proceso de conocimiento de acuerdo con la lógica dialéctica, mientras que la segunda utiliza la lógica formal. 

La lógica formal 

La lógica formal se fundamenta en tres leyes o principios básicos4 : 

a) El principio de identidad se refiere al estudio de los hechos y fenómenos tal como son, sin cambios, inmutables, sin variación, estáticos (ejemplo: “A” es igual a “A”) 

b) El principio de no contradicción plantea que los hechos no pueden tener elementos que los contradigan. Cada cosa tiene características determinadas, pero no pueden poseer aspectos contradictorios (ejemplo: “A” no es igual a “no A”). c) El principio del tercero excluido resume los dos principios anteriores, ya que explica los hechos tal y como se dan, sin cambios, conociendo que dos negaciones de hecho están afirmando algo. (“A” no es igual a “B”).

En primer lugar hay que tener en cuenta que la apariencia de una cadena de razonamiento necesario en el que un paso sigue al otro es totalmente ilusoria. La ley de la contradicción simplemente plantea la ley de la identidad de manera negativa y ocurre lo mismo en relación con la ley del medio excluido. Lo que tenemos aquí es una repetición de la primera línea de diferentes maneras, la cual se mantiene sobre la ley de la identidad (“A” = “A”) que, a primera vista, es incontrovertible y por lo tanto fuente de todo pensamiento racional: es la “vaca sagrada” de la lógica y no se puede poner en duda. Todo lo que la ley de la identidad nos dice sobre algo es que “es.” No se avanza un solo paso más allá y todo se queda en el nivel de la abstracción general. No se aprende nada de la realidad concreta del objeto a estudiar, sus propiedades, sus relaciones: un gato es un gato; yo soy yo mismo; tú eres tú; la naturaleza humana es la naturaleza humana,… las cosas son como son. Es evidente que estas expresiones son totalmente vacías. Son la expresión consumada del pensamiento formal, unilateral y dogmático. 

Entonces, ¿la ley de la identidad no es válida? No del todo. Tiene sus aplicaciones, pero de un alcance mucho más limitado de lo que se podría pensar. Las leyes de la lógica formal pueden ser útiles para clarificar, analizar, etiquetar, catalogar, definir ciertos conceptos. Para los fenómenos normales y simples de cada día es válida; pero cuando tratamos con fenómenos más complejos, que implican movimiento, saltos bruscos, cambios cualitativos, se hace totalmente inadecuada5 . 

La mayoría de la gente da por supuestas las reglas elementales de pensamiento. Son una parte familiar de la vida, y se reflejan en muchos proverbios, como “no se puede hacer una tortilla sin romper los huevos” ¡una lección bastante importante! Llegados a cierto punto se escribieron y sistematizaron estas leyes. Este es el origen de la lógica formal, que hay que atribuir a Aristóteles, como tantas otras cosas. Esto tuvo un enorme valor, ya que sin el conocimiento de las normas elementales de la lógica, el pensamiento corre el riesgo de hacerse incoherente. Es necesario distinguir blanco de negro, y conocer la diferencia entre una afirmación que es cierta y una que es falsa. Por lo tanto, el valor de la lógica formal no está en discusión. El problema es que las categorías de la lógica formal, deducidas de una cantidad de observaciones y experiencias bastante limitadas, realmente sólo son válidas dentro de estos límites. De hecho, cubren una gran cantidad de fenómenos de la vida diaria, pero constituyen un proceso lineal razón por la cual son bastante inadecuadas para tratar con fenómenos más complejos que impliquen movimiento, turbulencia, contradicción, y cambio de cantidad en calidad. De este modo, la lógica formal queda expuesta a sus límites en la comprensión de la realidad, sin que ello niegue su importancia para el desarrollo del pensamiento.

La corriente objetiva de la economía se diferencia de su contraparte, la corriente subjetiva, en que la primera aborda el proceso de conocimiento de acuerdo con la lógica dialéctica, mientras que la segunda utiliza la lógica formal.  [...]