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viernes, 3 de marzo de 2023

SCHUMPETER, INNOVACIÓN Y DETERMINISMO TECNOLÓGICO

 

SCHUMPETER, INNOVACIÓN Y DETERMINISMO TECNOLÓGICO 

RESUMEN 

En el siguiente artículo se muestran, de una parte, los aportes de Schumpeter en la construcción de una teoría del Desarrollo económico fundamentada en los procesos de innovación y desarrollos Tecnológicos y en el cambio socio-cultural. En segunda lugar, se plantea cómo los posteriores desarrollos (específicamente de corte Neoclásico) cayeron en un determinismo tecnológico al aislar del Desarrollo económico el elemento socio-cultural. 

PALABRAS CLAVES: Desarrollo económico, Innovación, Desarrollo Tecnológico. 

ABSTRACT In the following article they are shown, of a part, the contributions of Schumpeter in the construction of a theory of the economic Development based in the innovation processes and Technological developments and in the socio-cultural change. In second place, he/she thinks about how the later developments (specifically of court Neoclassicist) they fell in a technological determinismo when isolating of the economic Development the socio-cultural element. 

OMAR MONTOYA SUÁREZ 

Economista Industrial 

Especialista en Gerencia de Tecnología 

Profesor Asistente Universidad Tecnológica de Pereira 

omarm@utp.edu.co

1. INTRODUCCIÓN 

Joseph Schumpeter (1883-1950) fue un economista que, aunque formado en la tradición austriaca1 , reabrió una línea clásica de investigación económica trabajada ya, principalmente, por Adams Smith, David Ricardo y Marx: el tema del desarrollo económico. Para desarrollar su propuesta sobre este tema, combinó ideas de Marx, Walras y el historiador y sociólogo alemán Max Weber, así como de sus predecesores austríacos, Karl Menger, Wieser y su maestro BöhmBawerk.

1 Para los teóricos austríacos la Ciencia Económica se concibe como una teoría de la acción más que de la decisión, y ésta es una de las características que más les diferencian de sus colegas neoclásicos. En efecto, el concepto de acción humana engloba y supera con mucho al concepto de decisión individual. En primer lugar, para los austríacos el concepto relevante de acción incluye, no sólo el hipotético proceso de decisión en un entorno de conocimiento “dado” sobre los fines y los medios, sino, sobre todo y esto es lo más importante, “la percepción misma del sistema de fines y medios” en el seno del cual tiene lugar la asignación económica que con carácter excluyente estudian los neoclásicos. Además, lo importante para los austríacos no es que se tome una decisión, sino que la misma se lleve a cabo en forma de una acción humana a lo largo de cuyo proceso (que eventualmente puede llegar o no a culminarse) se producen una serie de interacciones y procesos de coordinación cuyo estudio precisamente constituye para los austríacos el objeto de investigación de la Economía. Ésta, lejos de ser una teoría sobre la elección o decisión, es una teoría sobre los procesos de interacción social, que podrán ser más o menos coordinados según cuál sea la perspicacia mostrada en el ejercicio de la acción empresarial por parte de los diversos actores implicados. (HUERTA DE SOTO, Jesús. La Escuela Austríaca moderna frente a la neoclásica”. Documento electrónico). 2003.

Compartía la opinión de Marx de que los procesos económicos son orgánicos y que el cambio surge desde dentro del sistema (proceso endógeno) y no desde fuera. De Warlas tomó la noción de empresario, pero en lugar de su figura pasiva del sistema de equilibrio general, Schumpeter la sustituyó por un agente activo del progreso económico. 

Introdujo, en su propuesta de Desarrollo económico, dos conceptos que han tenido un enorme impacto en los desarrollos posteriores de este tema: la innovación como causa del Desarrollo y el empresario innovador como propiciador de los procesos de innovación. En este trabajo se expone, en primer lugar, el modelo de desarrollo económico propuesto por Schumpeter mostrando la importancia que éste le atribuye a la innovación y, en segundo lugar, se discute la tendencia existente en la actualidad, tanto en los círculos académicos como en los encargados de la ejecución de la política tecnológica, de establecer un determinismo tecnológico al considerar que la innovación y los desarrollos tecnológicos son el motor fundamental del desarrollo económico y del bienestar social. 

2. LA CONCEPCIÓN DEL DESARROLLO ECONÓMICO DE SCHUMPETER 

En primer lugar, Schumpeter considera el proceso de producción como una combinación de fuerzas productivas, las que, a su vez, están compuestas por fuerzas materiales y fuerzas inmateriales. Las fuerzas materiales las componen los llamados factores originales de la producción (Factor trabajo, Factor tierra y Factor capital –“ medios de producción producidos”). Las fuerzas inmateriales las componen los “hechos técnicos” y los “hechos de organización social”2 , que, al igual que los factores materiales, también condicionan la naturaleza y el nivel del desarrollo económico. 

En este sentido, la función de producción de Schumpeter es la siguiente: 

PIB = F ( K, RN, W, T, ASC) 

Donde: 

PIB: Producto Interno Bruto (Volumen de producción de un país determinado). 

K : Factor denominado por Schumpeter “medios de producción producidos” (Maquinaria, equipo, materias primas e insumos, infraestructura física, infraestructura de transporte y comunicaciones), que es distinto al concepto de capital que éste tenía. RN: Recursos naturales (la tierra y su fertilidad, los recursos naturales vírgenes). W: Trabajo (fuerza física y conocimientos rutinarios). T: Tecnología e innovación. ASC: Aspectos Socio- culturales. 

A K, RN y W se les suele denominar Factores productivos y entre estos, RN es considerado por Schumpeter un factor constante (poco variable en el tiempo). 

De aquí que la ecuación de producción de Schumpeter se puede escribir de la siguiente manera: 

PIB = F ( FP, T, ASC) 

Donde FP son los Factores productivos antes señalados, denominados por Schumpeter Factores materiales del proceso de producción, mientrs que los dos restantes, T y ASC, son denominados por el mismo autor Fuerzas inmateriales del proceso de producción. 

De esta manera, para Schumpeter, “el aumento de la producción depende de la tasa de cambio de los factores productivos, la tasa de cambio de la tecnología y la tasa de cambio del ambiente socio-cultural”3 .

Sin embargo, no todos estos elementos tienen la misma importancia en cuanto contribuyen a la tasa de crecimiento de la producción. Para Schumpeter, estos elementos se pueden agrupar de acuerdo al impacto que ejercen sobre la evolución de la dinámica de una economía, así: 

a. Los efectos en los cambios en la disponibilidad de los factores productivos (fuerzas materiales), provocan un cambio gradual, lento, en el sistema económico; por tal razón, estos factores fueron denominados por este autor los “componentes del crecimiento económico”. 

b. Los efectos de los cambios tecnológicos y sociales (tecnología, innovación y ambiente socio-cultural), ejercen un impacto más decisivo y más dinámico; por esta razón, estos factores inmateriales fueron denominados por Schumpeter “fuerzas o factores del desenvolvimiento económico o evolución económica4 . 

Existe, pues, en Schumpeter, una diferenciación clara entre los conceptos “crecimiento económico” y “Desenvolvimiento o desarrollo económico”. El primero se refiere a un aumento de los “medios de producción producidos” y al incremento de la población que es la abastecedora de la fuerza de trabajo necesaria para el proceso de producción. Pero este proceso, por sí mismo, es lento y no genera transformaciones socio-culturales importantes. Su única manifestación es el crecimiento de la producción. Su impacto en la sociedad es, pues cuantitativo y no cualitativo. 

Se trata de un proceso que tiene como medio de operación la rutina, la fuerza física y los volúmenes (no las nuevas calidades) de los factores de producción. 

En este espacio de actuación, “la vida económica alcanzaría un equilibrio estático y su flujo circular seguiría en lo esencial los mismos canales año tras año. Desaparecería el beneficio y el interés y se interrumpiría la acumulación de riqueza”5 . Es decir, sin innovación la economía no sería posible.

2 SCHUMPETER, Joseph. Teoría del desenvolvimiento económico. Quinta Reimpresión, Fondo de Cultura Económica, México, 1978, p.25. 

3 ADELMAN, Irma. Teorías del desarrollo económico. Tercera reimpresión, Fondo de Cultura Económica, México, 1978, p.113.

4 Aquí se presenta una ruptura importante entre el pensamiento de Schumpeter y la Escuela Neoclásica la cual consideraba que los únicos factores causantes de la actividad económica eran los factores materiales, desechando los factores inmateriales por considerarlos no impactantes o de poco impacto. Para Schumpeter sucede todo lo contrario: los factores inmateriales son los decisivos en el desarrollo económico, mientras que los factores materiales asumen una función pasiva, no decisiva en éste proceso. 

5 OSER, Jacob y BLANCHFIELD, William C. Historia del pensamiento económico. Primera edición, Editorial Aguilar S.A. de ediciones, Madrid, 1980, p.491.

El segundo concepto es el de desarrollo económico. “El desenvolvimiento en nuestro sentido, es un fenómeno característico, totalmente extraño a lo que puede ser observado en la corriente circular, o en la tendencia al equilibrio [crecimiento económico]. Es un cambio espontáneo y discontinuo en los cauces de la corriente, alteraciones del equilibrio, que desplazan siempre el estado de equilibrio existente con anterioridad”6 . El Desarrollo económico es, pues, un fenómeno dinámico y no estático, implica, contrario al crecimiento económico que es únicamente “alteración de datos”, un procesos de transformación cualitativa de la sociedad y de la economía. 

A pesar de que el desarrollo económico está determinado por la Tecnología y las fuerzas socio-culturales, las dos no lo determinan con la misma intensidad. En efecto, “este carácter evolutivo del proceso capitalista no se debe simplemente al hecho de que la vida económica transcurra en un medio social y natural que se transforma incesantemente y que, a causa de su transformación, altera los datos de la acción económica; este hecho es importante y estas transformaciones (guerras, revoluciones, etc) condicionan a menudo el cambio industrial, pero no constituyen su móvil primordial. Tampoco se debe este carácter evolutivo al crecimiento casi automático de la población y el capital ni a las veleidades del sistema monetario, de todo lo cual puede decirse exactamente lo mismo que de las transformaciones del proceso capitalista. El impulso fundamental que pone y mantiene en movimiento a la máquina capitalista procede de los nuevos bienes de consumo, de los nuevos métodos de producción y transporte, de los nuevos mercados, de las nuevas formas de organización industrial que crea la empresa capitalista”7 . 

Para Schumpeter, la fuerza fundamental, que mueve la producción capitalista, y al sistema como un todo, la causante de sus procesos de transformación constante, en una palabra, de su desarrollo económico, es el fenómeno tecnológico y con él, el proceso de innovación tecnológica8 . Pero no las innovaciones incrementales de las cuales, asegura, “caen bajo el análisis estático”9 , y no explican las transformaciones sociales. Para Schumpeter, lo importante son las innovaciones radicales, aquellas capaces de provocar cambios “revolucionarios”10 , transformaciones decisivas en la sociedad y en la economía. Por innovaciones radicales entiende:

a. La introducción de una nuevos bienes de consumo en el mercado. 

b. El surgimiento de un nuevo método de producción y transporte. 

c. Consecución de la apertura de un nuevo mercado. 

d. La generación de una nueva fuente de oferta de materias primas. 

e. Cambio en la organización de cualquier organización o en su proceso de gestión. 

Todas estas fuerzas, en conjunto, son la causa primogénita del “proceso de mutación industrial... que revoluciona incesantemente la estructura económica desde dentro, destruyendo interrumpidamente lo antiguo y creando continuamente elementos nuevos. Este proceso de destrucción creadora constituye el dato de hecho esencial del capitalismo. En ella consiste en definitiva el capitalismo y toda empresa capitalista tiene que amoldarse a ella para vivir”11 . 

3. EL CONCEPTO DE EMPRESA Y DE EMPRESARIO INNOVADOR 

A pesar de que la innovación radical es el elemento fundamental que explica el desarrollo económico, éste no se da espontáneamente sino que es promovido activamente, dentro del sistema capitalista, por el llamado empresario innovador. Este empresario, para Schumpeter, no es cualquier empresario que monta una empresa, ni es el capitalista dueño del dinero, ni un técnico, etc. El empresario es aquella persona que tiene capacidad e iniciativa para proponer y realizar nuevas combinaciones de medios de producción12; es decir, la persona (cualquiera, con negocio o sin negocio) que sea capaz de generar y gestionar innovaciones radicales dentro de las organizaciones o fuera de ellas. 

En este sentido, “no todos los hombres de empresa, directores o industriales son empresarios, porque pueden desempeñar una actividad económica sin intentar nuevas ideas o nuevos modos de hacer las cosas. Los empresarios tampoco asumen los riesgos; esa función queda para los accionistas, que son típicamente capitalistas, pero no empresarios. Los empresarios pueden tener solo una temporal relación con determinadas empresas como financieros o promotores. Pero son siempre pioneros en la introducción de nuevos productos, nuevos procesos y nuevas formas de organización o en introducirse en nuevos mercados. Son hombres con facultades excepcionales que aprovechan oportunidades que otros no perciben o que crean oportunidades gracias a su propio arrojo e imaginación13 .

6 SCHUMPETER, Joseph. Op. Cit., P.75. 

7 SCHUMPETER, Joseph. Capitalismo, socialismo y democracia. T.I, Ediciones Folio, Barcelona, 1996, p. 120. 

8 Por innovación, Schumpeter entiende una invención que se introduce en el mercado, es decir, con potencial de industrialización, con potencial de mercado. 

9 SCHUMPETER, Joseph. Teoría del desenvolvimiento económico. Op. cit., p.72. 

10 Ibid., p.74.

11SCHUMPETER, Joseph. Capitalismo, socialismo y democracia. Ob. Cit., p.120. 

12 SCHUMPETER, Joseph. Teoría del desenvolvimiento económico. Op. cit., p.84.

 13 OSER, Jacob y BLANCHFIELD, William C. Historia del pensamiento económico. Op. Cit., p.491.

La función básica del empresario casi siempre se encuentra mezclada con otras funciones. La condición de empresario “puro” es difícil de aislar de las demás actividades económica. Pero solamente se le puede llamar empresario a la persona que realiza o introduce innovaciones. Por supuesto, con el transcurso del tiempo, la fuerza de estas innovaciones se desvanece a medida que adquieren popularidad y pasan a formar parte de la rutina de la economía. Según Schumpeter, la gente solo adquiere el carácter de empresario cuando genera o introduce innovaciones radicales y pierde tal carácter tan pronto como su innovación se masifica, se vuelve rutinaria, es decir, tan pronto como “pasa de moda”. Se deduce, entonces, que para poseer el carácter permanente de empresario, debe ser un innovador constante, permanente. 

De igual manera, “empresa” no se le puede llamar a cualquier negocio, por el hecho de estar funcionando. Empresa es “la realización de nuevas combinaciones”14; es decir, empresa es el proceso de innovación radical en sí mismo. 

Por tanto, un negocio que funcione a través de la rutina, es decir, en donde no exista proceso de innovación (empresas de base abierta) no se les puede dar el calificativo de empresas. De igual manera, la persona o personas que las administre o las maneje, no se les podrá llamar nunca empresarios. 

Siguiendo este razonamiento, para Schumpeter los únicos negocios a los que se les podría llamar empresas, son a las llamadas empresas de Base Tecnológica y la persona que las gestione, recibirían el carácter de empresario. 

3. EL PAPEL DE LA INNOVACIÓN EN EL DESARROLLO ECONÓMICO Y EL DETERMINISMO TECNOLÓGICO. 

Como ha quedado establecido a lo largo de este trabajo, para Schumpeter las causas del Desarrollo económico, el cual entiende como un proceso de transformación económica, social y cultural, son la innovación y las fuerzas socio-culturales. Sin embargo, este autor hace mayor énfasis en la innovación asegurando que los factores socio-culturas, aunque importantes, no determinan decisivamente este Desarrollo. Por tal motivo todo su análisis se centra fundamentalmente en el fenómeno de la innovación relegando a un segundo plano dichos factores socio-culturales. 

En la actualidad, sus predecesores llevaron este planteamiento hasta el extremo interpretándolo como si los factores socio-culturales no ejercieran influencia alguna en el proceso de Desarrollo económico y que, por lo tanto, el único factor determinante sería la innovación. 

Se abre, pues, todo un período de determinismo tecnológico en donde se piensa que ésta es la causante de todo lo malo y lo bueno que existe en nuestra sociedad en los momentos actuales. 

En efecto, muchos piensan, los más optimistas, que la ciencia y la tecnología son el instrumento que puede hacer que el crecimiento y el desarrollo económico de los países subdesarrollados pueda acelerarse; es más, estos mismos autores llegan a afirmar que esta ciencia y tecnología serían los elementos capaces de sacar del subdesarrollo a estos países. 

Otros, los más pesimistas, han pensado que, por el contrario, la ciencia y la tecnología se han constituido en la causa más importante de las enormes desigualdades sociales y económicas que existen actualmente en el mundo. 

Veamos, al respecto, el siguiente planteamiento de Sagasti: “Se ha encontrado que la ciencia y la tecnología modernas están estrechamente vinculadas al surgimiento de una injusta distribución internacional del trabajo entre los países altamente industrializados y los países subdesarrollados, y que en vez de proporcionar atajos hacia las metas de desarrollo han contribuido a acentuar las diferencias entre ellos. La aceleración del ritmo de cambio técnico después de la segunda Guerra Mundial ha proporcionado a las naciones industrializadas nuevos medios para mantener su dominación sobre el Tercer Mundo, y se hace difícil para los países subdesarrollados aprovechar los nuevos avances tecnológicos, particularmente si la autonomía y la autodeterminación se postulan como características deseadas del proceso de desarrollo”15 . 

Lo cierto es que ni los optimistas ni los pesimistas tienen razón, pues ambos profesan, desde esquinas diferentes, el mismo problema del determinismo tecnológico. 

Es indudable que la ciencia y la tecnología juegan un papel importante en el desarrollo de las fuerzas productivas, pero no podemos perder de vista que éstas no son autónomas, que, por el contrario, su papel en el desarrollo lo ejerce en y desde determinadas condiciones socio-económicas que determinan su carácter, funcionamiento e impactos.  

14 SCHUMPETER, Joseph. Teoría del desenvolvimiento económico. Op. cit., p.84.

15 SAGASTI, Francisco R. Ciencia, Tecnología y desarrollo latinoamericano. Primera edición, Editorial fondo de Cultura Económica, México, 1981, p.7.

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EL IMPERIO SOCIALISTA DE LOS INKAS

 

Reflexiones Sobre el Imperio Socialista de los Incas 

Ludwig von Mises 

La desigualdad innata de los diversos individuos de la especie humana plantea el problema más difícil en todas las relaciones interhumanas. El problema principal de cualquier sistema social es, en efecto, el modo de promover la cooperación pacífica entre gentes marcadamente diferentes entre sí, no solamente en cuanto a características físicas, sino también en cuanto a capacidad mental, fuerza de voluntad y fortaleza moral. 

Durante miles de años la gente conoció sólo un método de afrontar el problema de la desigualdad innata: hacer prevalecer la superioridad del más fuerte sobre el más débil. El más fuerte sometió al más débil. Se estableció un orden jerárquico de castas hereditarias, bajo las cuales los Reyes y aristócratas administraron los asuntos para sus propios fines, mientras los estratos más bajos de la población no tenían otra función que la de trabajar laboriosamente para sus amos y hacerles la vida lo más grata posible. 

El sistema moderno de la economía de mercado el capitalismo difiere radicalmente del sistema de estamentos del «antiguo régimen». En el mercado el poder supremo corresponde a los consumidores, o sea, a todos los miembros de la sociedad. Al comprar o abstenerse de comprar, determinan lo que debe producirse, en qué cantidad y de qué calidad. Mediante el instrumento del beneficio y de la pérdida los empresarios y capitalistas se ven forzados a atender los deseos de los consumidores. Existe sólo un método para la adquisición y conservación de la riqueza, a saber, suministrar a los consumidores de la manera mejor y más barata posible aquellos artículos y servicios que ellos exigen con mayor urgencia Así, se induce a los miembros mejor dotados de la sociedad a servir los intereses de todos, incluyendo a las multitudes menos eficientes y peor dotadas. En la sociedad de «estamentos» la propiedad privada sirvió exclusivamente a sus dueños la sociedad capitalista, la propiedad privada de los medios de producción sirve virtualmente a todos aquellos que consumen los bienes producidos. El plebiscito diario de los consumidores en el mercado determina quién ha de poseer y dirigir las fábricas y las haciendas. De esta manera la propiedad privada de los bienes de producción se convierte, por decirlo así, en un mandato público que es revocado en cuanto los propietarios los mandatarios dejan de emplearla para la mayor satisfacción posible de las necesidades de público. 

La característica principal del sistema capitalista es precisamente que deja a los individuos más calificados un solo camino abierto para lograr las mayores ventajas de su superioridad intelectual y moral, el de atender lo mejor que permitan sus capacidades al bienestar de las masas menos dotadas de sus semejantes Los capitanes de industria compiten entre sí en sus esfuerzos para suministrar al tan discutido hombre común con bienes cada vez menores y más baratos. Una empresa puede hacerse grande solamente sirviendo a muchos. 

El capitalismo es esencialmente producción en masa para la satisfacción de los deseos de las masas. En la esfera política el corolario de la economía de mercado es el gobierno por el pueblo. El gobierno representativo asigna al ciudadano el mismo papel en la conducta de los asuntos públicos que el capitalismo le asigna en los asuntos de la producción. La economía de mercado y el gobierno popular están inseparablemente ligados entre sí Son producto de la misma evolución intelectual y moral y se condicionan mutuamente El capitalismo puede prosperar solamente donde existe libertad política y la libertad política puede conservarse solamente donde existe capitalismo Los intentos encaminados a la abolición del capitalismo contribuyen a la abolición de las instituciones democráticas y viceversa. 

II 

El capitalismo y su contrapartida política trajo a las masas libertades civiles y un bienestar sin precedentes Dio prácticamente a todo el mundo la oportunidad de adquirir conocimientos y cultivar su talento Más no pudo eliminar la inercia y letargia intelectual de las muchedumbres de gente común En las oficinas y en las fábricas ellas están entregadas al desempeño de trabajos rutinarios, sin que lleguen a comprender qué es lo que hace girar la rueda, cuál es la magia que premia la ejecución invariable de algunas simples manipulaciones con el producto de los logros más refinados de la tecnología científica. Su ignorancia, aunada a su resentimiento contra todo lo que les eclipsa en cualquier respecto, hace de ellos una presa fácil a la propaganda inflamatoria de los profetas de un paraíso terrenal que ha de realizarse mediante el establecimiento de un Estado Totalitario. 

Es verdaderamente paradójico que el orden económico que obliga a los individuos más calificados a servir al bienestar de las masas sea vituperado como el sistema en el cual el hombre común es «explotado» y «empeora cada vez más». Mientras que el trabajador manual común goza en los países capitalistas de satisfacciones que las personas acomodadas de otras épocas ni siquiera soñaron, la ideología que ha tenido más éxito y es más popular en nuestra época, el marxismo, está basado en la doctrina de que las masas trabajadoras están siendo empobrecidas más y más Las masas, que en su capacidad de clientes « tienen siempre razón» y en su capacidad de electores determinan todas las cuestiones políticas, abogan apasionadamente por un sistema en el cual deben contentarse con lo que el dictador se digne darles y toda oposición es una ofensa capital. 

III 

La teoría económica ha refutado todo lo que los precursores del socialismo han dicho para desacreditar la economía de mercado y ha demostrado claramente por qué el sistema socialista. al ser incapaz de establecer un sistema de cálculo económico, no puede funcionar adecuadamente. Sin embargo, la popularidad de los gritos de combate anticapitalistas y de los slogans prosocialistas no han cesado. 

La reciente propaganda socialista no conoce ningún otro método de contestar la devastadora critica que sus planes encuentran por parte de la economía, que recurrir al vacío subterfugio de que son «meramente teóricos» Pretenden que la experiencia prueba la excelencia del método socialista. 

Para hacer frente a estas objeciones veamos las enseñanzas de la experiencia. Es un hecho indiscutible que el nivel de vida medio del hombre común es incomparablemente más elevado en el sector capitalista del mundo que en el sector socialista o comunista. Todos los socialistas reconocen implícitamente este hecho en sus esfuerzos para «explicarlo». Se refieren a varios hechos que, según declaran, son las razones por las cuales el programa socialista no ha traído ni a Rusia ni a los países satélites aquellos beneficios que, según la doctrina socialista, se esperaba que trajeran. En vista de que el estado insatisfactorio de cosas en Rusia debe ser atribuido a estos meros hechos accidentales, es plenamente justificable suponer que el experimento soviético ha probado la solidez de la doctrina socialista. 

Esta manera de argumentar está en sí misma, completamente basada en «teorías» y significa en la realidad el rechazo radical del experimentalismo. El método experimental dice: Ya que A ha sido probado y resultó B, inferimos que A produce a B. Pero nunca debe decir: a pesar de que A ha sido probado y ha resultado C, nosotros todavía inferimos que A produce B porque creemos que el resultado C fue causado por la interferencia de algunos factores que impidieron la aparición de B. 

Los preconizadores de este pretendido método empírico de razonamiento no se dan cuenta que cualquier experiencia en el campo de los hechos sociales es una experiencia de fenómenos complejos, esto es, de los efectos conjuntos de una multiplicidad de vínculos de causalidad. Es una experiencia específicamente histórica, en contraste con la experiencia de los ensayos de laboratorio, en los cuales estamos en posición de observar los efectos de los cambios operados en un sólo factor, mientras que todos los demás factores que pudieran influir el resultado permanecen sin alterarse. La experiencia histórica no puede por consiguiente ni verificar ni refutar ningún teorema en el sentido en el cual la verificación o refutación de una hipótesis pueda lograrse mediante los procedimientos experimentales de las ciencias naturales. Para poder aprender algo de la historia necesitamos una base teórica. Podemos comprender los acontecimientos del pasado solamente si los estudiamos equipados con conocimiento doctrinales adquiridos en fuentes diferentes al estudio de la historia. 

Ningún defensor del socialismo con capacidad de discernir debe poner en duda lo correcto de estas afirmaciones, por cuanto el propio programa socialista no se deriva de la experiencia histórica. Lo que la historia nos muestra es la mejoría sin precedentes del nivel medio de vida bajo un sistema económico basado en la propiedad privada de los medios de producción, en la iniciativa privada y en la libre actividad empresarial. Contra esta indiscutible realidad los socialistas doctrinarios han propuesto el programa de una sociedad autoritaria en la cual todos los asuntos económicos son administrados por un poder supremo que despoja a todos los individuos de su autonomía y autodeterminación, y cuyo plan maestro impide todo planeamiento por parte de cualquier otra persona que no sea este poder supremo. El diseño de esta utopía es ciertamente una construcción a priori. Sus proponentes no deben indignarse si sus críticos también recurren a un razonamiento a priori. 

Es necesario señalar incidentalmente el hecho de que la doctrina marxista, según la interpretan sus más distinguidos adeptos, afirma que los supuestos resultados benéficos de la administración socialista, que se supone transformarán la tierra en un país de Jauja, se lograrán solamente cuando el mundo entero esté bajo la dominación del socialismo. El socialismo en uno o en unos pocos países no es todavía ante sus ojos verdadero socialismo. Este dogma trata de resguardar la concepción socialista contra cualquier crítica adversa basada en los efectos satisfactorios de los diversos «experimentos» socialistas. Los socialistas y comunistas contestan a todos aquellos que se refieren a los fracasos de estos experimentos: Esperen a que toda la humanidad esté bajo el dominio socialista; nada de lo que suceda antes de que esta gloriosa meta haya sido lograda puede desmentir nuestra afirmación de que el socialismo es el mejor de todos los métodos concebibles de organización social y ha de establecer un paraíso terrenal. 

IV 

Es muy importante tener presente estos hechos epistemológicos para poder apreciar adecuadamente el libro del profesor Baudin «El Imperio Socialista de los Incas» que, muy tardíamente por cierto, está disponible por primera vez en una traducción en lengua inglesa. No es el objetivo del autor probar o desaprobar tesis alguna. Participa totalmente del famoso principio de Ranke y relata las cosas tal como en realidad fueron. 

El señor Louis Baudin, Profesor de la Facultad de Derecho de Paris y miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas es el representante más eminente de la ciencia económica francesa contemporánea. Ha hecho en sus escritos una brillante labor al analizar los problemas fundamentales de la economía de mercado y al refutar los errores básicos de muchas doctrinas muy generalizadas. Su libro «Le mécanisme des prix» es, en efecto, una de las mejores descripciones del proceso del mercado. En otro libro, «L’Aube d’un nouveau libéralisme», desarrolló las ideas que inspiran los intentos de preservar la iniciativa y libertad del individuo y detener la marea del totalitarismo. El Profesor Baudín no es solamente un gran estudioso y maestro, sino también uno de los más destacados dirigentes intelectuales de nuestro tiempo. 

El análisis que hace el Profesor Baudin de los conocimientos desgraciadamente escasos sobre los asuntos sociales y las condiciones del régimen incaico en el Perú es un clásico de la Historia, así como de la Etnología, Economía, Sociología y Psicología Social. El autor no se enfrenta al tema de sus estudios con ideas preconcebidas, sino que procede, como los grandes historiadores han tratado siempre de hacer, sine ira et studio. Sus estudios nos ponen en contacto con un mundo extraño. Citemos su propio resumen: Se puede ver cuán difícil es caracterizar las condiciones sociales en el Imperio de los Incas. Extremadamente atrasados en algunos aspectos, muy avanzados en otros, los peruanos eluden cualquier clasificación. Su tecnología fue a la vez primitiva y altamente perfeccionada; trataron al hombre como ganado, pero supieron recompensar el mérito, hicieron tambores con la piel de los que se sublevaron contra ellos, pero cargaron con regalos a los jefes de sus enemigos conquistados y les permitieron retener su posición; desconocieron la rueda, pero representaron piezas de teatro; no supieron escribir, pero llevaron perfectas estadísticas. ¿Cómo puede decirse que el espíritu humano sigue en todas partes el mismo curso de desarrollo y debe inevitablemente evolucionar en la misma forma? El Imperio de los Incas no puede compararse con ninguna de las grandes civilizaciones del mundo antiguo. 

No hay duda alguna de que este libro, El Imperio Socialista de los Incas, es de la mayor importancia para el historiador, para el etnólogo y para el economista. Pero al establecer este hecho uno todavía no aprecia completamente el valor de esta obra maestra única. 

Los libros innumerables que tratan el tema principal de nuestro tiempo, el conflicto entre el individualismo y el colectivismo, nos suministran una descripción y análisis de los problemas económicos, políticos, legales y constitucionales implicados en él. Los mejores de ellos nos han dado todo lo que necesitamos para formarnos una opinión bien documentada sobre la posibilidad o imposibilidad del socialismo como sistema de cooperación social y de civilización humana. Han tratado sus temas exhaustivamente desde el punto de vista científico y en este sentido puede decirse que han cumplido su deber. 

Pero la obra del Profesor Baudin proporciona al lector reflexivo algo que esos volúmenes praxeológicos e históricos no incluyeron y no pudieron incluir. De las páginas de su tratado emergen los sombríos contornos de la vida bajo un régimen colectivista, el espectro del animal humano privado de la cualidad esencialmente humana, el poder de elegir y de actuar Los pupilos de los Incas eran solamente en un sentido zoológico seres humanos. Eran efectivamente mantenidos como el ganado en el corral Al igual que el ganado, no tenían preocupación alguna porque su destino personal no dependía de su propia conducta, sino que era determinado por el aparato del sistema En este sentido podría llamárseles felices. Pero su felicidad era de un tipo particular «Un rebaño de animales humanos felices», es el título del capítulo en el cual el Profesor Baudin analiza las condiciones de este extraño mundo de uniformidad y rigidez. 

El brillante examen del aspecto humano del sistema incaico es el mérito principal de este magnífico libro. Marx y sus discípulos deliran sobre la libertad que el socialismo debe traer a la Humanidad y los comunistas nos dicen una y otra vez que la verdadera libertad se encuentra solamente en el sistema soviético. El Profesor Baudin muestra en qué consiste realmente esta libertad: es la libertad que el pastor otorga a su rebaño. 

LUDWIG VON MISES 

New York, abril, 1960 

Introducción 

"Ellos (los indios) eran soberbios. 

[leales y francos, 

ceñidas las cabezas de raras plumas, 

¡ojalá hubieran sido los hombres 

[blancos 

como los Atahualpas y Moctezumas !" 

(Rubén Darío, A Colón.)

La conquista del Perú por los españoles no es solamente uno de los dramas más impresionantes que el historiador pueda evocar; es también el más extraño es- pectáculo que se haya ofrecido jamás al economista. Dos civilizaciones, dos sistemas sociales, dos concepciones de vida chocaron entre si, y ese choque determinó el derrumbamiento de un impertió. 

Ese imperio es el de los incas. 

Varios autores, tales como Lorente, Martens y Reclus, lo califican de socialista, porque la tierra en el Perú era objeto de un derecho de propiedad colectivo de los habitantes; otros, por el contrario, como Payne, Cunow y Latcham, consideran erróneo ese epiteto, porque estiman que los soberanos peruunos se habian limitado a mantener esas comunidades agrarias que se encuentran en la aurora de todas las civilizaciones y que forman las células de las sociedades primitivas . 

La palabra socialismo se presta, en verdad, a confusión; hemos abusado de ella de tal manera en nuestros dias, que se ha hecho para muchos una etiqueta muy vaga, aplicable a teorías sumamente diferentes unas de otras. Precisaremos, pues, colocándonos estrictamente en el punto de vista económico, que el socialismo, opuesto al individualismo, comporta la sustitución de un plan racional de organización al equilibrio espontáneo obtenido por la acción del interés personal y el libre juego de la concurrencia, instituyendo este plan misnio una cierta comunidad de bienes . SISTEMA PLANIFICADO Y AUTORITARIO QUE ANULA LA PROPIEDAD INDIVIDUAL, tal es la definición del socialismo que rogamos al lector admitir como un postulado. La justificación de esto podrá encontrarla en nuestro "Manual de Economía Politica", 5°' edición, páginas 104 y siguientes. 

Veremos que el Perú de los incas no es, en manera al- guna, un Estado socialista puro, conforme a esta definición, sino que recuerda, por ciertos aspectos, a otros Estados de la antigüedad, especialmente al Egipto. De hecho, no existe socialismo puro, como no existe individualismo perfecto. Lo absoluto es un caso-limite que encuadra la vida económica y que merece ser estudiado, en razón de su simplicidad, como primera aproximación a la realidad. 

La realidad misma es mucho más compleja, y diremos, anticipándonos a nuestras propias conclusiones, que ha habido en el Perú, a la ,vez, colectivismo' agrario y socialismo de Estado, el uno muy anterior *-- los incas, el otro establecido por estos conquistadores; el uno resultado de una larga evolución, el otro creación del genio humano. 

Esta superposición de las comunidades agrarias y del socialismo de Estado permite resolver las contradicciones que encontramos en un gran número de obras, y el verdadero problema tal como se presenta a nuestros ojos es invesigar cómo esa superposición ha podido realizarse en la práctica. No debemos perder de vista ti hecho fundamental de que la dominación incaica se había extendido progresivamente a las diferentes tribus sudamericanas sólo poco tiempo antes de la llegada de los españoles; en consecuencia, varias regiones formaron parte del imperio durante muy corto número de años . Además, los soberanos incas tenían por regla respetar en la más amplia medida las costumbres de los pueblos conquistados. El sistema que establecían era, pues, aplicado de diferentes maneras, según el tiempo y el lugar. Para comprenderlo, hay que representarse a las tribus indígenas como constituyendo una serie de comunidades sobre las cuales los incas echan el marco de una organización socialista, pero este marco no es, en manera alguna, rígido, como se lo han imaginado la mayor parte de los autores; es, por el contrario, extremadamente flexible y se adapta más o menos a las organizaciones preexistentes. Es esta desigual adaptación lo que ha inducido a ciertos escritores a negar la unidad del imperio. El marco es flexible, y solamente a la larga, para las tribus de la región central del Perú, conquistadas desde hacia mucho tiempo, termina por encajar exactamente en el substrato antiguo. 

Tres consideraciones hacen particularmente interesante el estudio de este imperio: en primer lugar, su aislamiento. Si una influencia cualquiera venida del Viejo Mundo se hizo sentir en América antes de la llegada de Colón, ella remonta a tiempos tan lejanos, que puede ser considerada como de escasa importancia. Las grandes civilizaciones mediterráneas se han condicionado unas a otras, pero los pueblos de los Andes no han recibido de nadie la llama sagrada y han debido hacer brotar la luz por sí mismos. Se comprende fácilmente el estupor de los españoles al descubrir, más allá de los mares, ciudades, templos, palacios, caminos, almacenes públicos llenos de riquezas, todo un pueblo admirablemente administrado y que, sin embargo, no conocía ni la rueda, ni el hierro, ni el vidrio, ni la mayor parte de los útiles usados por entonces en Europa; que no te- nía o tenía apenas animales domésticos y que ignoraba la escritura. 

En segundo lugar, el estudio de la América del Sur en tiempos de los incas no nos remonta a las épocas brumosas de la prehistoria, y ni siquiera tendría por qué ser comparado con el de Egipto o de Asiría. Fué en el momento del descubrimiento del Nuevo Mundo cuando el imperio incaico alcanzó su apogeo, es decir: a fines del siglo XV y comienzos del siglo XVI. Si este Estado nos parece tan antiguo que debemos hacer esfuerzos para recordar la elemental verdad que acaba de enunciarse, es en razón de su mismo aislamiento. El alejamiento en el espacio equivale a un retroceso en el tiempo. 

En fin, aunque de época reciente, la última gran civilización andina precolombina permanece todavía en el misterio. Numerosos son ya los que han investigado en el pasado para arrancarle sus secretos, pero más con la preocupación de reconstituir la cadena de los hechos que de profundizar en el carácter de las instituciones. El historiador ha cumplido su obra; ha abierto nuestro camino, pero no utilizaremos el fruto de su^ investigaciones sino en una medida restringida. Recordaremos en dos palabras la sucesión de los acontecimientos para situar nuestro tema, sin tratar en modo alguno de tomar posición en las controversias que se han suscitado con respecto a las genealogías reales o a las fechas exactas de las conquistas. 

Numerosas dificultades nos esperan ya en el umbral de este trabajo. No es que se carezca de documentación, co- mo se pudiera creer a primera vista; por el contrario, la documentación es superabundante, pero su análisis deja en el espíritu un conjunto de nociones confusas. Los antiguos cronistas relatan hechos contradictorios con la más perfecta inconsciencia, y los escritores modernos los re- producen sin comentarios con la mayor desaprensión. Uno declara que el comercio no existe, y, más adelante, describe ferias y mercados; otro nos representa a las tribus andinas anteriores a la conquista incaica como sumidas en la barbarie, y habla en seguida de sus métodos de cultivo y de su organización. Y asi otras tantas pruebas de las incertidumbres que subsisten en el espiritu de los autores. Por eso, decepciona el resultado de las lecturas y de las i7i- vestigaciones. El imperio de los incas nos es representado, alternativamente, como el desarrollo normal de una sociedad anterior o la realización del plan concebido por un soberano; como el régimen tiránico más atroz que el mundo haya conocido jamás o una organización ideal cuya ruina debe arrancarnos lágrimas; como un sistema perfeccionado de esclavitud o una morada idilica. Cada escritor, antiguo o moderno, según sus guatos, sus aspiraciones, sus ideas, sus pasiones, ha presentado un Perú a su manera, y el critico imparcial se pregunta con sorpresa qué extraño imperio es ese que algunos han podido considerar como un infierno mientras otros lo consideran como un paraíso. 

Verídica en exceso es la melancólica frase que Menéndez pone a la cabeza de su "Manual de Geografía y Esta-

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