“La teoría general del empleo según J.M. Keynes”
Pablo E. Pérez/Julio C. Neffa
La existencia de equilibrio a menos del pleno empleo de la mano de obra (con desocupación) es adjudicada por los economistas neoclásicos anteriores a Keynes a la ausencia de flexibilidad de los salarios nominales. La solución para este problema, según dicha escuela, pasa por la reducción de los salarios reales, que sólo es posible si se reducen los salarios nominales.
Para Keynes la situación normal no es la de pleno empleo, sino que existe un nivel de actividad y de empleo fluctuante. El empleo fluctúa porque fluctúa la inversión. Si esta variable puede someterse a intervención del Estado, también lo será el nivel de ocupación, que puede entonces ser controlado.
La noción de “desempleo involuntario” fue introducida por Keynes, no era objeto de atención por la escuela neoclásica.
Keynes no considera la existencia de un mercado de trabajo en el sentido de que exista una oferta y una demanda de trabajo, lo que no tiene sentido en su sistema teórico. Cuestionamientos de Keynes a la idea de ajuste automático del mercado
Esta idea de ajuste automático del mercado de trabajo fue sostenida principalmente por AC Pigou, exponente de “la teoría neoclásica de la ocupación”: los salarios tienden a relacionarse con la demanda de manera que todos encuentran finalmente empleo; una fluctuación de la demanda sólo puede producir un cambio en la ocupación si es que los salarios no son lo suficientemente flexibles. Crítica de K a los postulados neoclásicos
K acepta que los un aumento de la ocupación es sólo posible con el descenso de la tasa de salarios reales (a lo largo del la curva de PMg del trabajo). Acepta que el salario real es igual al PMg del trabajo.
Si esto es así pareciera que la desocupación solo puede provenir de que los asalariados se resisten a aceptar una rebaja del salario real para que éste se corresponda con su producto Cualquiera sea el estado de la demanda siempre habría, vía ajuste de salarios, una tendencia hacia la ocupación plena. Entonces, un estado de la demanda es tan bueno como otro, de manera que las políticas gubernamentales que inciden en la demanda de mano de obra no son ni causa ni remedio de la desocupación. Si hay desocupación se debe a que resistencias friccionales impiden que el ajuste de salarios se haga instantáneamente. Ficha bibliográfica. Cátedra de Economía II, 2010. marginal. Para K, es la demanda global de bienes y servicios (mercado de bienes y s.) la que determina el nivel de ocupación y ésta el salario real y el PMg del trabajo, pero no a la inversa. Esto es:
En cuanto a la decisión de ofrecer trabajo, lo que los obreros reclaman no es un mínimo de salario real, sino un mínimo de salario nominal, por eso se resisten tanto a la reducción del poder adquisitivo (salario real) a través de una disminución de salarios nominales y no tanto cuando se produce por un aumento del nivel de precios. Algunos autores hablan de “ilusión monetaria” al no distinguir entre salario nominal o real, pero esto es hacer recaer la responsabilidad del desempleo en la oferta: éste surge no de que no se acepten salarios reales menores sino de que confunden salarios reales con nominales.
Para K, la lucha de los obreros por mantener los salarios reales tiene una finalidad diferente a la de los salarios nominales; buscan proteger relativamente su salario real frente a otros trabajadores, pero les es virtualmente imposible oponerse a una reducción del salario real para todos los trabajadores.
También cuestiona K la idea de que los salarios reales de los trabajadores estén determinados por los contratos que éstos celebran con los empleadores, de manera que tengan la posibilidad de reducir los salarios reales reduciendo su salario nominal, haciéndolo coincidir con la desutilidad del trabajo: los trabajadores no tienen ninguna posibilidad de disponer de un medio que les permita hacer coincidir el salario real con la desutilidad del volumen de ocupación existente. El desempleo involuntario
Para los neoclásicos, el único desempleo posible es el “friccional”, por intermitencias de la demanda, tiempo de búsqueda entre un empleo y otro, etc.., y también es compatible con la “desocupación voluntaria”, que se produce cuando un trabajador no acepta que su salario sea igual al valor de su producto marginal por razones debidas a la legislación, a las prácticas sociales, a la lentitud para adaptarse a los cambios económicos, o, simplemente a la “obstinación humana”.
Según K, esta teoría no permite la posibilidad de “desempleo involuntario”, esto es, que al nivel de salarios vigente, y aún con reducción de salario real, hay personas que no Para K la teoría neoclásica es adecuada para la determinación del salario real pero no la de la ocupación consiguen empleo. Hay desempleo cuando al nivel de empleo fijado por la demanda, la PMg y el salario real es mayor que la desutilidad marginal del trabajo (Gráfico de pg 113 del texto).
El desempleo no es la consecuencia del mal funcionamiento del mercado de trabajo, sino que resulta de un desequilibrio propio del sistema económico que no consigue elevar la producción de tal manera que todos los recursos queden plenamente empleados. Existe una mano de obra deseosa de trabajar incluso por una tasa de salarios inferior a la vigente. Síntesis:
Para la teoría neoclásica es en el mercado de trabajo donde se determinan el nivel de salario real y de empleo. Para K, la situación del mercado de trabajo depende de lo que sucede en el mercado de bienes y en el de dinero, básicamente del nivel de demanda efectiva. Las variables que inciden en el gasto de consumo y de inversión determinan conjuntamente el volumen de empleo, y éste el salario real. La cuestión salarial en la obra de Keynes
Por qué el salario real debe caer cuando se reducen los salarios nominales?
Respuesta neoclásica: al caer el salario nominal se reducen los precios y esto aumenta el poder adquisitivo del ingreso disponible (demanda efectiva en términos reales).
Para K, esta reducción de los salarios nominales producirá para una empresa o una industria, un aumento en la producción y en la ocupación siempre que no se afecte la demanda de sus productos.
Pero si se reducen los salarios nominales en toda la economía, puede ocurrir que se reduzca la demanda efectiva o global en la misma medida en que se redujeron los salarios (y los precios) dejando la situación inalterada.
Transferir lo que ocurre en una empresa o industria a toda la economía, es para K, una falacia (falso, equivocado).
Para K, el volumen de ocupación sólo cambiará si es que cambia la demanda efectiva real y las variables que la determinan (tanto al gasto en consumo como en inversión).
Para analizar el efecto de una rebaja de los salarios nominales, K considera lo siguiente: El desempleo involuntario estaría generado por una demanda efectiva insuficiente para requerir el volumen de producción que exige el pleno empleo de la mano de obra disponible
1. Una baja de salarios nominales, disminuye los precios y produce una redistribución de los ingresos:
a) Desde los que reciben salarios hacia otros factores cuya retribución no haya sido disminuida.
b) Desde los empresarios hacia los rentistas (terratenientes, etc.). Esta redistribución tiende a disminuir la propensión a consumir de la comunidad en su conjunto y a disminuir la demanda global en una cierta proporción.
Un efecto favorable de la baja salarial sobre la ocupación, sólo puede provenir de una aumento de la productividad de la inversión (llamada eficacia marginal de la inversión) o de una baja en la tasa de interés que aliente la inversión
Una disminución de los salarios nominales puede no disminuir los salarios reales, sino incluso puede aumentarlos (si los precios bajan en una mayor proporción) y su principal efecto sería la inestabilidad de precios con el consecuente aumento de la incertidumbre (y esto perjudica la inversión).
El mantenimiento de un nivel estable de salarios nominales es lo aconsejable para K. Mercado de trabajo o teoría del empleo?
Los neoclásicos hablan de oferta y demanda de trabajo. El salario real sería lo que equilibra este mercado y equivale a un precio.
Para K no existe verdaderamente este mercado. Los empleadores son los que crean los empleos, ellos tienen la iniciativa en cuanto al número de empleos. El trabajo no es una mercancía para K, por lo tanto tampoco el salario es su precio. Éste (el salario) es fijado exógenamente (fuera de toda consideración de mercado) por los convenios colectivos de trabajo, y no es un salario real sino uno monetario. Además, es un adelanto que hacen los empleadores atendiendo al volumen de producción esperado en función de la demanda que prevén. Este salario se fija independientemente del volumen de empleo (para K), porque al firmarse los convenios no se lo tiene en cuenta.
Si bajan los salarios, los empleadores no tomarán por esa razón más personal cuando ya se tienen los trabajadores necesarios para el volumen de producción establecido por la demanda efectiva. Los salarios, según K, no son fijados por el mercado sino por los convenios colectivos, sujetos a la capacidad de presión de los sindicatos: están fijados y codificados socialmente.
A diferencia de los bienes, los trabajadores no son fácilmente desplazables entre regiones y ramas de actividad. A menudo los empleadores son los que determinan el nivel de oferta de trabajo, alterando así el principio de independencia entre oferta y demanda (que es fundamental para los neoclásicos)
Los empleadores crean los puestos de trabajo según el volumen de producción que esperan llevar a cabo y anticipan la masa salarial de acuerdo con el salario fijado por los convenios desde fuera del mercado y a esa cantidad de trabajadores que determinan.
Para K, el mercado de trabajo es una ficción teórica. El salario real no puede determinar el nivel de empleo, que depende de la producción, a su vez sujeta a la demanda efectiva.
Para K, el trabajo no es un bien producido por una empresa o unidad productiva (sino en la familia) cuyo volumen se pueda regular instantáneamente y a voluntad para aumentar o disminuir la cantidad que se vende en el mercado.
https://fhu.unse.edu.ar/asignaturas/economia2/keynes.pdf