Luego de recuperarse rápidamente de la crisis del COVID-19, el producto bruto interno (PBI) de Perú creció 2,7 % en 2022, apoyándose en el dinamismo del consumo privado y las exportaciones. El consumo estuvo estimulado por las transferencias monetarias del gobierno y los retiros extraordinarios del sistema privado de pensiones. Las exportaciones tuvieron el soporte de la eliminación de las restricciones sanitarias y el inicio de la etapa de producción del proyecto minero Quellaveco.
En 2023, se proyecta que el PBI crezca un 2,4 %, impulsado por los sectores primarios y los servicios. Además, el crecimiento se aceleraría ligeramente en los siguientes años, a alrededor de 2,8%, asumiendo una paulatina mejora en la confianza empresarial y la reanudación de la inversión de proyectos mineros de envergadura.
La inflación se aceleró desde 2021, debido al aumento mundial de los precios de los productos de alimentos y energía, al estímulo a la demanda interna para apoyar la recuperación posterior a la crisis del COVID-19 y, más recientemente, a la interrupción temporal de las cadenas de distribución locales. Para reducirla, el Banco Central endureció su política monetaria, elevando la tasa de referencia, hasta llegar a 7,75 % en enero de 2023, el nivel más alto en más de dos décadas. Por su lado, el Gobierno puso en marcha un esquema de transferencias monetarias por única vez (Bono Alimentario) que se distribuyó entre fines de 2022 e inicios de 2023.
Aún con ello, la mejora de la pobreza ha sido lenta. La tasa de pobreza de 2022 se habría mantenido 3 puntos porcentuales por encima de los niveles de 2019. La inflación más alta y la lenta recuperación del mercado laboral habrían afectado también a los vulnerables y a la clase media. Cerca de 700 mil peruanos habrían pasado de la clase media a la situación de vulnerables y otros 700 mil habrían pasado de la vulnerabilidad a la pobreza.
La política fiscal se estabilizó rápidamente después del importante estímulo relacionado con la crisis del COVID-19. En 2022, el déficit fiscal continuó su tendencia a la baja y se situó en 1,6 % del PBI, en comparación con el 2,5 % registrado en 2021. Esta reducción se basó principalmente en el aumento de la recaudación tributaria, en un contexto de recuperación de la actividad económica y elevados precios de los minerales. En el período 2023-25, se prevé que el déficit fiscal se ubique por debajo de 2 % y que la deuda pública permanezca estable en torno al 34 % del PBI.
El déficit externo aumentó a 4,3 % del PBI en el 2022, debido principalmente a un mayor flujo de utilidades de las empresas mineras. En los siguientes años, se espera una reducción paulatina de la brecha externa, en un contexto de aumento de las exportaciones y reducción en el costo de los servicios de transporte. Se proyecta que esta brecha seguirá siendo financiada con el ingreso de capitales de largo plazo, principalmente de inversión extranjera directa, como ha venido sucediendo en años previos.
En general, los fundamentos macroeconómicos de Perú continúan siendo sólidos. La deuda pública como porcentaje del PBI es baja, las reservas internacionales son considerables y el banco central es confiable. Al mismo tiempo, la economía peruana se enfrenta a importantes desafíos estructurales. Un objetivo de elevada importancia es reducir el tamaño relativo del sector informal, que brinda empleo de baja productividad a tres cuartas partes de los trabajadores. Otro, es mejorar la calidad de los servicios gubernamentales, como la educación, la salud y el abastecimiento de agua. Superar estos desafíos es fundamental para impulsar el crecimiento a largo plazo y la reducción de la pobreza en el país.
Última actualización: Abr 04, 2023