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sábado, 17 de diciembre de 2016

El determinismo científico en la ciencia newtoniana


El determinismo científico en la ciencia newtoniana


La ciencia que surgió en el siglo XVII se ha clasificado como determinista porque descubrió unas leyes precisas que gobernaban el movimiento de los cuerpos en la Tierra y los movimientos planetarios. Más precisamente, encontró unas leyes matemáticas que describían el movimiento de los cuerpos terrestre y de los planetas  creando dos disciplinas matemáticas que se conocieron como Mecánica Analítica o Racional y Mecánica Celeste.
La ciencia moderna fue elaborada por una serie de científicos creyentes, por lo que se podría pensar que la mano Dios intervenía en las cosas naturales. Descartes creía en un Dios creador, infinito, eterno, inmutable, omnisciente y omnipotente, causa primera de todas las cosas. Ese Dios había creado la materia y la había dotado de una cantidad de movimiento. El Dios Creador cartesiano fue una de las inspiraciones para que Descartes formulara la ley de conservación del movimiento. El Dios cartesiano era la causa primera de su universo mecanicista. El mundo creado por Dios funcionaba como una máquina y las consecuencias de los procesos estaban condicionados por esa causa que actuaba de motor primero
Igualmente Newton manifiesta su creencia en un Dios creador en el Escolio General  de sus Principia (1687) cuando dice:

“Este elegantísimo sistema del Sol, los planetas y los cometas sólo pudo originase en el consejo y dominio de un ser y poderoso e inteligente… Este rige las cosas,  no como alma del mundo, sino como dueño de los universos…El Dios supremo es un ente eterno, infinito y absolutamente perfecto… Es eterno e infinito, omnipotente y omnisciente, esto es, existe desde la eternidad a la eternidad y está presente desde lo infinito hasta lo infinito. Rige todo y conoce todo cuanto es o  puede ser hecho…”

Newton cree en una inteligencia divina, que existía desde siempre y que está extendida por todo el universo. Esta inteligencia conocería el presente, el pasado y el futuro con todo lo que ha sucedido o pueda suceder. Pero se debe hacer notar que Newton hace estas manifestaciones en uno de los Escolios, que eran consideraciones filosóficas y opiniones plausibles que estaban fuera del corpus científico de los Principia, que, con esta excepción, tenían un tratamiento puramente matemático. No obstante, Newton creyó necesario hacer estas concesiones a consideraciones no matemáticas tanto por ser una persona extremadamente creyente, como por poner de manifiesto que sus innovadores resultados estaban dentro de los principios filosóficos de su tiempo.
Newton pensaba que con sus métodos matemáticos se había aproximado a las leyes del movimiento con las que Dios había dotado a la materia. El mundo newtoniano era un universo gobernado por unas leyes fijas, las leyes del pensamiento divino, que permitían hacer predicciones sobre el movimiento de los cuerpos.
El pensamiento había cambiado algo cien años después de la publicación de la obra de Newton. Cuando Pierre S. Laplace (1749-1827) presentó a Napoleón el segundo tomo de su obra Traité de Méchanique céleste (1799-1825), Napoleón le señaló que le habían comentado la extrañeza de que en un libro, tan importante como el suyo, escrito sobre el sistema del universo no mencionara ni una sola vez a su Creador. A lo que Laplace contestó Señor, no he necesitado esa hipótesis.
Poco tiempo después Napoleón le comentó la respuesta que le había dado de Laplace al matemático J.L. Lagrange (1732-1813), quien exclamó Dios es una bella hipótesis que explica muchas cosas. Y cuando la respuesta de Lagrange llegó a oídos Laplace, este exclamó: Aunque Dios es una hipótesis que puede explicarlo todo, no permite predecir nada.
Lagrange era uno de los matemáticos más importantes del Imperio Napoleónico, que años antes, en su monumental Mecánica Analítica (1772-1788),  había reformulado la mecánica de Newton a partir del cálculo infinitesimal y del principio de mínima acción creando lo que se conoce como Mecánica Lagrangiana y a la que Laplace debe mucho del aparato matemático de su obra.
Debemos señalar que Newton no fue capaz de explicar ciertas irregularidades en las órbitas de algunos planetas que afectaban a la estabilidad del sistema solar y Newton hacía intervenir entonces a Dios para que con su mediación el sistema siguiese funcionando. La respuesta de Laplace a Napoleón quizás se apoya en el hecho de que su Mecánica celeste explicaba el funcionamiento del sistema solar y su estabilidad por procedimientos matemáticos, sin la necesidad de apoyarse en la mediación divina. Creyente o no Laplace pensaba que había completado unas leyes que permitían hacer predicciones sin la ayuda divina, sólo con la ayuda de las matemáticas
Laplace, en el prefacio de su obra Théorie analytique des probabilités (1812),  expresó la forma más conocida de la imagen determinista de la naturaleza derivada del sistema newtoniano. Aseguraba que conociendo perfectamente las condiciones iniciales del presente, mediante el cálculo matemático, podemos conocer las situaciones del pasado y del futuro. A esa inteligencia calculadora capaz de aplicar las fórmulas se le ha conocido como el demonio de Laplace. Laplace decía:

“Es nuestro deber considerar el estado actual del universo como un efecto de su anterior estado y como la causa de uno que lo sucederá. Si fuera posible tener por un instante una inteligencia que pudiera abarcar todas las fuerzas que animan a la Naturaleza y la situación respectiva de los seres que la componen – una inteligencia lo suficientemente enorme como para someter al análisis estos datos – comprendería en la misma fórmula el movimiento de los cuerpos más grandes del universo y el del átomo más liviano; para ella nada sería incierto y el futuro, así como el pasado, se presentaría ante sus ojos”. 

Esta situación era excesivamente optimista y con las matemáticas no se había conseguido eso, por una parte es imposible que la inteligencia pudiera llegar a conocer todas las fuerzas de la naturaleza y, por otra, las ecuaciones serían tan enormes que sólo las podría plantear y resolver ese demonio calculador en el que pensaba Laplace. Además, aun conociendo el tipo de ecuación que se debe plantear y las condiciones iniciales no siempre el demonio de Laplace podría resolver, porque, por ejemplo, en el problema de los tres cuerpos, que consiste en calcular las posiciones y las velocidades de tres cuerpos de cualquier masa en un instante dado, no es soluble por cuadraturas por ser un problema sensible a las condiciones iniciales. Lo que quiere decir que pequeñas variaciones en las condiciones iniciales conducen a soluciones totalmente diferentes, produciendo una situación caótica y por tanto no determinista.
La idea de que todo estaba determinado, que podía deducirse de unos principios o que se conocía la forma en que evolucionaban las cosas, es una creencia extracientífica. La idea determinista surge de una extrapolación a toda la ciencia de los éxitos logrados por la mecánica y en la astronomía. Suponiendo que si en astronomía y mecánica las cosas son previsibles, la previsión puede hacerse sobre todos los fenómenos físicos que sucedan desde lo más grande a lo más pequeño.
En la idea determinista no es ajena la idea de un Dios inteligente que creó la materia y la dotó de unas leyes. El hombre, al estudiar la naturaleza, está profundizando en la comprensión de las leyes con las que Dios la dotó. El optimismo determinista de la ciencia moderna consideró que Newton había descubierto las leyes de movimiento de la materia y que era cuestión de tiempo completar el conocimiento de las otras leyes divinas que gobernaban el resto de los fenómenos.
Los métodos de la mecánica clásica se aplicaron a diversos campos de la física, como la hidrostática, la electricidad, o el magnetismo y funcionaron bien durante más de dos siglos. Pero, a finales del siglo XIX, su generalidad se empezó a cuestionar con la mecánica estadística y aunque en esta salvó el determinismo evitando el azar a nivel de los átomos considerando comportamientos globales, promedios y funciones de estado se descubrieron áreas que no se podían estudiar adecuadamente con sus métodos deterministas como es el caso de la física cuántica. Una partícula cuántica aparecerá  en un lugar u otro y se moverá a una cierta velocidad solamente con cierto grado de probabilidad. La física cuántica, por lo tanto, no sigue las leyes de la mecánica clásica, lo que tiene como consecuencia que los métodos de la mecánica clásica describen sólo una parte de la naturaleza.  
En la actualidad, físicos de renombre, como David Bohm (1917-1992), abogan por un mundo con un sustrato caótico del que surgen procesos estructurados que funcionan de acuerdo a una ley. Bohm en su libro Casualidad y causalidad en la física moderna dice que hay que reconsiderar las ideas que plantearon Heráclito y Parménides. Porque la casualidad, en las infinitas combinaciones que puede generar, puede ser que, en un momento dado genere procesos que dejen de ser casuales, y sigan una ley precisa. Es decir, que un proceso determinista surja a través de los accidentes de un mundo azaroso. Bohm dice:
 “…Vemos, por lo tanto, el importante papel de la casualidad. Si le damos suficiente tiempo, hace posible, y de hecho incluso inevitable, todo tipo de combinaciones de cosas. Con toda seguridad, llegará un momento en que ocurrirá una de esas combinaciones que ponen en marcha procesos irreversibles o líneas de desarrollo que sustraen el sistema de la influencia de fluctuaciones casuales. Así uno de los efectos de la casualidad es ayudar a agitar las cosas de tal manera que permita el inicio de líneas de desarrollo cualitativamente nuevas”

¿Es necesario un giro ontológico para ‘Reorientar la Economía’?


¿Es necesario un giro ontológico para ‘Reorientar la Economía’?
Eugenia Perona (Universidad Nacional de Córdoba)

Resumen 
En su último libro, Reorienting Economics (2003), Tony Lawson intenta explicar la naturaleza de los problemas que afectan a la economía moderna, así como proponer una salida a los mismos. Su tesis central es que la economía debe reorientarse en el sentido de un mayor compromiso con la ontología. Este libro no es sólo una contribución notable, sino que ha estimulado el debate metodológico dentro de la comunidad académica en una medida no conocida hasta ahora. Además de presentar las principales ideas de la obra de Lawson, en esta nota se lleva a cabo una reseña sobre las principales reacciones a Reorienting Economics.
Palabras clave: Reorienting Economics, ontología, realismo crítico, economía heterodoxa

Abstract 
In his last book, Reorienting Economics (2003), Tony Lawson endeavours to explain the nature of the problems pervading modern economics, as well as to outline a possible way out. His central thesis is that a reorientation of economics should be carried out, in the direction of a greater concern with ontology. Not only is this book a truly remarkable contribution, but it has also stimulated methodological debate within the academic community to an extent unknown before. In addition to presenting the main ideas of Lawson’s work, this note offers an overview of the main reactions to Reorienting Economics.
Key words: Reorienting Economics, ontology, critical realism, heterodox economics

1. Introducción 

El último libro de Tony Lawson, Reorienting Economics, ha tenido una gran repercusión entre los investigadores en metodología de la economía y economía heterodoxa, y es entendible por qué. Tony Lawson es hoy en día una figura líder entre los economistas que se oponen al enfoque tradicional (o mainstream) de la economía, cuya supremacía se ha extendido a lo largo del último siglo. Sus numerosos trabajos y conferencias; su idea pionera de aplicar a la economía los preceptos del enfoque filosófico sistematizado como realismo crítico; su fuerte compromiso con promover un cambio en la forma de hacer economía, que haga de la misma una verdadera ciencia social y no meramente un ejercicio en modelística; su análisis minucioso y coherente de las causas que explican los diversos problemas que afligen a la economía moderna; su visión provocativa pero a la vez de un gran rigor científico; su carisma personal, reflejado tanto en el entusiasmo con que defiende las tradiciones heterodoxas, como en la organización de innumerables eventos destinados a promoverlas – entre los que se destaca el famoso Workshop on Realism and Economics que lleva más de diez años de sesiones ininterrumpidas en la Universidad de Cambridge; han hecho del autor inglés un referente ineludible en el largamente postergado, pero en los últimos años floreciente, campo de la metodología de la economía. En efecto, el nuevo libro de Lawson, publicado por Routledge en 2003, fue recibido con avidez por la comunidad científica relevante, que no tardó en hacer oír sus reacciones. La conferencia de la International Network for Economic Method llevada a cabo en Leeds (UK) en septiembre de 2003, incluyó una mesa redonda sobre el libro en cuestión, dando lugar a comentarios por parte de Sheila Dow, Mark Peacock y Julian Reiss, así como a una réplica por parte del mismo Tony Lawson, que fueron luego publicados en una edición reciente del Journal of Economic Methodology. También el Post-Autistic Economics Review (PAER) – una revista electrónica cuyo número de adherentes crece día a día desde su creación en 2000 – se sumó al debate con un simposio sobre Reorienting Economics. En el número 28 (octubre de 2004), los editores comunican que ésta y las próximas ediciones de la revista estarán destinadas en parte a la discusión de la obra de Lawson “con la intención de que su libro sirva como foco para una discusión general acerca de la reforma de la economía”. Así, los números 28, 29 y 30 (estos últimos de diciembre de 2004 y marzo de 2005, respectivamente), incluyen comentarios de: Geoff Hodgson, Irene Van Staveren y Bruce Caldwell (No.28); Bernard Guerrien, Jack Vromen y Andrew Sayer (No.29); y Jeroen Van Bouwel y Bruce McFarling (No.30). 


† Publicado originalmente como: Perona E (2005) “Reseña sobre el debate acerca de Reorienting Economics”, Revista Empresa y Humanismo, Vol. VIII, Nº2/05, Universidad de Navarra, España (http://www.unav.es/empresayhumanismo/4publi/revista.html)