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sábado, 8 de octubre de 2022

Factores Cíclicos y Estructurales en la Evolución de la Tasa de Desempleo

 

Nikita Céspedes Reynaga 

1. Introducción 

El estudio de la relación entre los agregados económicos tiene una importancia vital para quienes administran la política económica. El conocimiento de estas relaciones permite determinar la magnitud del efecto de las diversas políticas implementadas sobre cada uno de los agregados económicos, tanto por los efectos directos que las políticas causan sobre las variables de interés como por los efectos indirectos inducidos sobre otras variables relacionadas (o aparentemente no relacionadas). 

Históricamente, la tasa de desempleo sólo ha superado marginalmente el 10 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) (para Lima Metropolitana (LM)), y desde una perspectiva de la región latinoamericana, es una tasa moderada frente a los países de la región. Esta última observación ha permitido sugerir (Verdera (1995), Lora y Pagés (1999), etc.) que el problema principal del mercado laboral peruano no está representado por los desempleados, sino más bien las diversas políticas deberían apuntar hacia la mejora en la calidad del empleo o complementariamente hacia reducir las tasas de subempleo. 

Sin embargo, gracias a la elaboración de estadísticas de desempleo anual a partir de 1971 (LM) y de estadísticas trimestrales a partir de 1995 se muestra que la tasa de desempleo en los últimos años muestra una tendencia creciente. Esto agrava el problema del mercado laboral y pone en consideración el estudio de los elementos que influyen sobre la dinámica temporal de la tasa de desempleo en Lima Metropolitana. Adicionalmente, dado que el mercado laboral peruano no posee un sistema de seguro de desempleo, las tasas de desempleo abierto son altas. 

El trabajo considera que la tasa de desempleo esta influenciado por los denominados factores cíclicos y por los factores estructurales. Cuando los desequilibrios provienen principalmente por el lado de la demanda de trabajo se hablará de los factores cíclicos que influyen sobre la evolución de la tasa de desempleo; mientras que si los desequilibrios provienen principalmente por el lado de la oferta de trabajo se hablará de los factores estructurales. El trabajo tiene por finalidad mostrar la importancia de los factores cíclicos y estructurales sobre la evolución de la tasa de desempleo en Lima Metropolitana. Entre los factores cíclicos considerados se señalan a la tasa de inflación y al nivel de actividad; y entre los factores estructurales se identifican: la tasa de participación laboral, el crecimiento demográfico, la migración rural-urbana, etc. 

El trabajo se organiza en 4 secciones a parte de esta introducción; en la segunda sección se muestra las principales características del mercado laboral peruano; la tercera sección estudia, a través de diversas metodologías, la relación entre la tasa de desempleo y los factores cíclicos y estructurales. La cuarta sección muestra las conclusiones. 

 * Las opiniones vertidas en este artículo son de entera responsabilidad del autor y no coinciden necesariamente con las opiniones del Banco Central de Reserva del Perú

2. Consideraciones Previas 

Las características propias de las curvas de oferta y demanda de trabajo definen conjuntamente situaciones de equilibrio entre precios y cantidades transadas al interior del mercado laboral. En el caso de la economía peruana no existen estimados cuantitativos que permitan analizar las características de estas curvas, principalmente por las limitaciones de las estadísticas laborales. 

 En una situación de exceso de oferta de trabajo, la oferta de trabajo, medida como el número de personas que trabajan (PEA ocupada) más las personas desempleadas, se ve principalmente influenciada por variables demográficas y de largo plazo; mientras que la demanda de trabajo, medida como el número de personas que están efectivamente trabajando, se relaciona mayormente con el corto plazo y por lo tanto con el ciclo económico. 

La demanda de trabajo está representada por las personas que efectivamente trabajan en alguna actividad, ya sea del sector público o privado, y está determinada principalmente por el desenvolvimiento del mercado de bienes y servicios, la que a su vez se ve influenciada por el comportamiento de la producción y de los factores de producción implícitos en el proceso productivo. 

 Desde la perspectiva de las diversas escuelas de pensamiento económico, el equilibrio en el mercado laboral, con precios y cantidades que limpian el mercado, no necesariamente existe. Se plantea que en cada período existen excesos de oferta laboral que hacen que una fracción de la fuerza laboral permanezca desempleada. Las razones de la existencia del desempleo varían entre las diversas escuelas y algunas, como la escuela keynesiana, enfatizan la importancia del desempleo producto de la falta de demanda efectiva. Sin embargo, en términos generales las escuelas económicas aceptan la existencia de algún tipo de desempleo. 

En el caso de la economía peruana, el mercado laboral tiene características particulares las mismas que, desde una perspectiva cronológica, ha presentado diversos cambios. A partir de la década del 60, se identifican dos períodos marcadamente diferentes y definidos por la legislación laboral presente en cada uno de los períodos. El primer período corresponde a partir de la década de los 60 y abarca, con ligeras modificaciones, hasta los primeros años de la década del 90; este período se caracteriza por una legislación laboral restrictiva, proteccionista y una alta regulación del mercado laboral. El segundo período se inicia en los primeros años de la década del 90 y se caracteriza por ser un período de alta flexibilización y desregulación del mercado laboral. 

Saavedra-Maruyama (2000), Saavedra-Torero (2000) señalan al código laboral peruano de la década de los sesentas y setentas como uno de los códigos más restrictivos, proteccionistas y engorrosos de América Latina. Mencionan que durante el gobierno del presidente Velasco la legislación laboral otorgaba al trabajador la estabilidad laboral absoluta solamente luego de un corto período de prueba. Durante la década de los ochentas la legislación laboral fue, en términos generales, similar a la legislación de las dos décadas anteriores; sin embargo, a finales de la década de los ochentas las medidas de política laboral buscaron ampliar la demanda de trabajo mediante diversas medidas de política que desembocaron, por el lado laboral, en reducidas tasas de desempleo. Durante los cinco últimos años de la década de los ochentas las tasas de desempleo fueron las más bajas a las tasas anteriormente registradas. 

En 1991, se inició un proceso de reformas en la legislación laboral que ha hecho que el Perú sea catalogado como uno de los países que más ha flexibilizado su mercado de trabajo durante los noventa (Lora y Pagés (1999), Saavedra-Maruyama (2000), Saavedra-Torero (2000)), enviándola al otro extremo, desde un mercado altamente rígido y regulado a uno donde la profundidad de las reformas le ha permitido ser catalogada como uno de los países que más ha avanzado en materia de liberalización del mercado laboral. 

Las reformas del mercado laboral se dieron en el contexto de uno de los procesos de apertura comercial más rápidos de la región, de fomento a la inversión directa extranjera y de reducción del tamaño del sector público. El conjunto de las reformas implementadas conjuntamente con la débil capacidad de generación de empleos de calidad de la economía definió las características actuales del mercado laboral peruano: un mercado con alta inestabilidad laboral, reducidos salarios, con empleos mayormente precarios (altas tasas de subempleo) y moderadas tasas de desempleo.  

A los elementos señalados, que caracterizan al mercado laboral peruano principalmente desde el punto de vista de las reformas realizadas, se adicionan otros elementos de carácter estructural que afectan al mercado principalmente por el lado de la oferta laboral, entre estos elementos se señalan: al crecimiento demográfico, la tasa de participación laboral, la migración rural-urbana. Así por ejemplo, el Perú se caracteriza por tener una transición demográfica tardía donde las tasas de crecimiento poblacional se mantienen altas (1,7 en el 2000), con una fuerte presión sobre la capacidad de generación de empleo de la economía ya que anualmente aproximadamente entre 300 y 400 mil nuevos jóvenes se incorporan al mercado laboral. 

Dentro de este contexto, la tasa de desempleo es un indicador importante de las condiciones del mercado laboral. Históricamente esta variable sólo ha superado marginalmente el 10 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) (para Lima Metropolitana), y desde una perspectiva de la región latinoamericana, es una tasa moderada frente a la tasa de desempleo de los países de la región. Esta última observación ha permitido sugerir (Verdera (1995), Lora y Pagés (1999), etc.) que el problema principal del mercado laboral peruano no son los desempleados, sino más bien las diversas políticas deberían estar dirigidas hacia la mejora en la calidad del empleo y/o la hacia la reducción de las tasas de subempleo

1 . Gráfico 1 

Tasa de desempleo en Lima Metropolitana

 (% de la PEA) 4,0 5,0 6,0 7,0 8,0 9,0 10,0 11,0 12,0 1970 1972 1974 1976 1978 1980 1982 1984 1986 1988 1990 1992 1994 1996 1998 2000 Tasa de desempleo Linea de tendencia Fuente: Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo 

Gracias a las estadísticas de desempleo anual estimados a partir de 1971 (LM) y de estadísticas trimestrales a partir de 1995 se muestra que la tasa de desempleo en los últimos años muestra una tendencia creciente, como se muestra en el Gráfico 1. Esto agrava el problema del mercado laboral y pone en consideración el estudio de los elementos que influyen sobre la dinámica temporal de la tasa de desempleo2 en Lima Metropolitana. Adicionalmente, dado que el mercado laboral peruano no posee un sistema de seguro de desempleo3 , las tasas de desempleo abierto reportadas se muestran altas diagnóstico de los trabajos anteriormente señalados, el presente trabajo pretende mostrar la importancia de los factores cíclicos y factores estructurales en la dinámica de la tasa de desempleo de Lima Metropolitana.

  1 Por su magnitud el subempleo debería ser la principal preocupación de las políticas destinadas a la mejora del mercado laboral peruano. El presente trabajo no discute el tema de la calidad del empleo y está enfocado al estudio de la evolución de la tasa de desempleo. Con esta perspectiva, este documento tiene una orientación parcial del mercado laboral peruano. 

2 La dinámica de la tasa de desempleo a la que se hace referencia en este trabajo se refiere a la variación de la tasa de desempleo en el tiempo. Existe otro tipo de dinámica de los desempleados que no se considera en este trabajo; este último tipo de dinámica está asociado con el paso o cambio de algunos miembros de la población desempleada hacia la PEA ocupada o hacia la población en edad de trabajar que se mantiene inactiva y viceversa. 

3 En economías donde existen esquemas de seguro de desempleo, las tasas de desempleo son altas comparadas con países donde no existen dichos esquemas. La razón de esto se debe, entre otras, a los incentivos monetarios que ofrece el esquema de seguro de desempleo y que genera una mayor participación de la Población en Edad de Trabajar, que de no existir el esquema se mantendrían fuera de la Población Económicamente Activa.

3. Factores cíclicos y estructurales 

Los elementos que influyen sobre la dinámica de la tasa de desempleo se ordenan en dos categorías: factores cíclicos y factores estructurales. Los factores cíclicos se relacionan con la evolución coyuntural de la actividad económica y por lo tanto estarían relacionadas con el ciclo económico y con la demanda de trabajo; en esta categoría se encuentran el crecimiento económico, la tasa de inflación, tipo de cambio, etc. 

 Los factores estructurales están asociados a elementos cuyo efecto sobre la tasa de desempleo es de más larga duración comparado con los efectos de los factores cíclicos; en esta categoría se encontrarían principalmente las variables demográficas tales como: a) la tasa de crecimiento poblacional, que define el estado de transición demográfica de un país; b) la tasa de participación (o un componente de ésta) definida como la proporción de personas en edad de trabajar que trabajan o buscan trabajo; c) la migración rural-urbana; d) el carácter segmentado del mercado laboral, etc. 

3.1 Factores Cíclicos 

 Perú no tiene una buena historia en la elaboración de estadísticas laborales, los datos históricos de desempleo se encuentran disponibles a partir de tres fuentes de información. 

 a) La primera fuente corresponde a los datos de niveles de empleo anual estimados por la Encuesta del Ministerio de Trabajo (MTPE) realizados en el tercer trimestre de cada año durante el período 1970 y 1994. 

b) A partir de 1995 se realizaron encuestas de hogares con periodicidad trimestral y para el ámbito urbano con algunas discontinuidades en algunos trimestres. Utilizando estas dos fuentes de información se dispone de datos de la tasa de desempleo anual para Lima Metropolitana a partir de 1970 y tasas con periodicidad trimestral para el período 1995-2000. 

c) La tercera fuente de información estima la tasa de desempleo (en promedios trimestrales móviles) en Lima Metropolitana mediante la Encuesta Permanente de Empleo (EPE). Cabe señalar que los estimados trimestrales de la tasa de desempleo del período 1995-2000 (MTPE) y los estimados de la tasa de desempleo en trimestres móviles a partir de la EPE no son exactamente comparables, en este trabajo se utiliza un método de empalme de series y de estimación de valores perdidos con la finalidad de estimar una serie de desempleo trimestral para el período 1995:1-2002:2 (30 datos). 

3.1.1 Inflación y desempleo 

Existen diversos diagnósticos de mercado laboral peruano en los que la tasa de desempleo se considera una variable endógena (Chacaltana, 2001; Pagés, 1999; MTPS, 1996; Garavito, 1998; etc.). Por otro lado, los estudios que analizan la tasa de inflación consideran que esta variable se ve principalmente influenciada por las medidas de política monetaria y por los programas de estabilización por las que atravesó la economía peruana durante la década de los noventa. (Armas, A., Grippa, F, Quispe Z. y Valdivia, L. (2001), Corbo (2000), Mishkin y Savastano (2000)

El Gráfico 1 muestra la dispersión de la tasa de inflación y la tasa de desempleo anual para Lima Metropolitana4 5 . Una primera inspección de los datos permite sostener la hipótesis de que a partir de 1971 y hasta el año 2001 (datos anuales) la tasa de inflación y la tasa de desempleo han estado inversamente relacionadas. En la mayoría de casos, en los períodos de altas tasas de inflación han estado presentes bajas tasas de desempleo, mientras que en períodos en los cuales las tasas de inflación han sido menores, las tasas de desempleo fueron mayores. Sin considerar un grado de causalidad previo entre estas dos variables, ya que las dos variables en términos agregados pueden ser consideradas como variables endógenas y resultado de la administración de la política económica, se encuentra una línea de tendencia con pendiente negativa. El primer indicador de la aparente débil relación entre la tasa de inflación y la tasa de desempleo sería la línea de tendencia casi horizontal mostrada en el Gráfico 1. 

El coeficiente de correlación entre la tasa de inflación y desempleo de Lima Metropolitana reportados a partir de 1971 es de –0,18; si bien éste es un indicador global del grado y dirección de la relación entre estos dos indicadores, también indica que en términos generales existe un grado de correlación débil entre estos dos agregados económicos. 

Gráfico 2 

Tasa de inflación y tasa de desempleo

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La falacia de la ventana rota, los bares y el coronavirus

 Hay quién dice que con el coronavirus están apareciendo sectores emergentes. Pero, por otro lado, estamos destruyendo uno que lleva décadas generando riqueza y empleo, el hostelero o restaurador. Quizá la solución pase por salvarlo para que nos ayude cuando esto acabe. La falacia de la ventana rota está de actualidad.

En 1850 Frederic Bastiat escribió un ensayo en el que explicó la falacia de la ventana rota. En ella puso de manifiesto que, en economía, lo más dañino es lo que no se ve. Hoy, con este COVID-19 deberíamos recordarla. El sector hostelero saldrá perjudicado de esta situación y es muy importante en gran parte del mundo. España e Italia son claros ejemplos. Por estos motivos se deben realizar estudios serios que permitan que se recupere lo antes posible. Es urgente.

Este legislador y economista francés ponía el ejemplo de ese sastre al que el comerciante no podría comprar un traje nuevo. El dinero, que es un bien muy escaso, debía usarlo para arreglar la ventana. Esto era más urgente. Sin embargo, el efecto positivo sobre ese sastre pudo haber sido muy superior al del cristalero, ya que no partía de una destrucción previa. En definitiva, lo más probable es que la sociedad (en conjunto) hubiera tenido una pérdida, en concreto el valor de una ventana rota. La destrucción inútil nunca es un beneficio.

Los nuevos sectores emergentes, el cristalero

Al albor de esta epidemia del coronavirus, sectores como el tecnológico están experimentando un crecimiento sin precedentes. Las relaciones virtuales han crecido en importancia, superando las previsiones que existían antes de esta crisis. A nivel personal, las videoconferencias se utilizan frecuentemente debido a la cuarentena. En la relación laboral se habla del teletrabajo o la telemedicina como sistemas que han llegado para quedarse.

Por tanto, estas empresas parece que acabarán beneficiándose de esta situación. Por supuesto, las que permiten compras online o gestionan servicios de comida a domicilio también estarían incluidas. No pueden faltar las grandes de la distribución alimentaria. Entre otras tenemos a Amazon, Uber Eats, Alibaba, Carrefour… Curiosamente, vemos que prácticamente todas son grandes corporaciones multinacionales.

Siguiendo con la falacia explicada por Bastiat, estos serían los cristaleros. Esta parte de sus ventas, proviene de un accidente. Un virus (COVID-19) ha roto una ventana y hay que arreglarla, porque en este caso son vidas humanas y eso es lo primero. Estos grandes beneficiados, por supuesto, están generando hoy mucho empleo y riqueza. No parece tan malo ¿verdad?. No lo sería si hubiera dinero para todos y no es el caso.

El sector hostelero, el sastre

El sector hostelero supone algo más del 7% del PIB y ese mismo porcentaje del empleo en España . En México aporta el 2% del PIB y genera más de 800.000 puestos de trabajo. En Colombia llegan al millón de personas empleadas. No solo es ocio, es sobre todo y ante todo riqueza y empleo. Además, una parte importante de ese empleo es no cualificado, lo que implica que sería muy difícil buscar alternativas a quien quede en situación de paro.

Mostramos el gasto medio anual en restaurantes y hoteles por hogar en España. Recordemos que un dólar son 0,91 euros. Vemos que incluso en recesión (2008-2013), donde las tasas de variación eran negativas, su mínimo se situó en algo más de 2000 euros al año. Su máximo fue de más de 3.000 euros. La tendencia, eso sí, es decreciente y eso pone de manifiesto la situación delicada del sector. También incluimos el valor añadido que generan este sector en Argentina. En este caso, la tendencia parece ser creciente, si bien se estabiliza a partir de 2016. Ambos son dos claros ejemplos de la importancia de los bares.

Coronavirus Y El Sector Hostelero. La Falacia De La Ventana Rota España Y Argentina

Además, en México, Francisco Fernández Alonso considera que los establecimientos de restauración han perdido hasta el 90% de sus ganancias y peligran 50 mil locales y 280 mil trabajadores. Este señor es presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac). Sabe de qué habla.

Incluso una empresa emblemática en México, el grupo Modelo y su cerveza Corona, está sufriendo las consecuencias de este virus. Además, este líquido dorado es una bebida muy consumida en todo el mundo y es un indicador muy fiable de la evolución del sector de restauración. En España, la asociación de las empresas que la elaboran ha avisado que el 67% de la demanda viene de los bares. Podemos extrapolarlo a otros países y tendremos una idea global del problema.

Todo esto se agrava porque estos establecimientos se relacionan de forma intensa con el turismo. Este es otro motor en la economía de los países mencionados. Este último gráfico muestra el gasto total de los visitantes internacionales en México. Se puede comprobar que, aunque en el período estudiado tiene una ligera pendiente decreciente, es más que significativo. Además, muy necesario en la economía de este país.

Coronavirus Y El Sector Hostelero. La Falacia De La Ventana Rota México

Pero hay más, el turismo gastronómico o el enológico (España, Italia, Francia e incluso Chile) estaban viendo llegar años de esperanza. Por fin parecía que la crisis de 2008 se había dejado atrás. Por eso hay que buscarles alternativas que le permitan sobrevivir en una situación que los está destruyendo. Porque pueden ser los que nos acaben ayudando a los demás. De hecho, llevan décadas haciéndolo y no solo por los buenos ratos que pasamos en ellos.

La ciencia económica puede ayudar a ver lo que no se ve

La economía es la gran olvidada en el sistema educativo. De hecho, es una de las razones de ser de Economipedia. Muchos siguen creyendo que el Estado pueda darle de forma ilimitada a la «máquina de hacer dinero» y que antes estamos nosotros. Sin embargo, esa deuda se acaba pagando con más paro, menos prestaciones. más pobreza y esto no ayudará a salir adelante. Además, las crisis generan dramas humanos, no lo olvidemos. No nos conviene otra.

Este coronavirus (porque ha habido otros), llamado COVID-19, nos ha puesto en una tesitura. ¿Debemos invertir en tecnología e «Internet» para todos» o dedicar los esfuerzos a ayudar a los establecimientos hosteleros? ¿Debemos aprovechar la ocasión para lanzar ese «Green Deal» o pacto verde que propone Europa y así aprovechar para «parar» este turismo masivo que tanto daño está haciendo al medio ambiente?

Hay sectores que están ganando dinero por una epidemia que pasará. Pero no sabemos si esa riqueza ha venido para quedarse o es una burbuja que se desinflará más tarde. El sector de la restauración puede suponer de nuevo riqueza y empleo. Como en la falacia de la ventana rota, el otro, el cristalero obtiene su ganancia de una destrucción previa, pero no así el sastre. ¿No deberíamos preocuparnos también de este último?.

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Espiral inflacionaria

 

Espiral inflacionaria

La espiral inflacionaria o espiral inflacionista es un fenómeno económico que provoca una serie de concatenaciones de incrementos en los precios de los factores productivos que afectan a los índices de precios y a los salarios, generando una espiral de la que es muy difícil salir.Su proceso sería parecido a este. Por un lado, se produce un fenómeno económico que provoca subidas en los precios de las materias primas.

Esto afecta a los precios de venta de dichos bienes, que aumentan. A su vez, los salarios también se incrementan al estar indexados con los precios a través de indicadores como el indice de precios al consumo (IPC). Estas subidas de sueldos provocan incrementos de costes y volvemos al principio. La figura muestra el proceso.

Espiral Inflacionaria 1

Características de la espiral inflacionaria

Las tensiones inflacionistas afectan a las expectativas futuras de precios. Por ejemplo, el banco central anuncia una serie de medidas y se prevé que se incrementen los precios.

Entonces los agentes económicos actúan en consecuencia. Al pensar que los precios subiran en el futuro, lo que hacen es consumir todo lo que pueden para evitar comprar después más caro. Al ser la renta disponible limitada, la capacidad de ahorro se ve mermada.Esta espiral tiene un problema añadido, y es que no es fácil conseguir que pare. Las decisiones de política económica siempre acaban afectando a alguien. Si el Estado interviene en los salarios y no permite que estos se indexen, el trabajador pierde poder adquisitivo. Si interviene en el mercado, para evitar las proyecciones de la inflación en los precios, es el empresario el que acaba afectado por la medida. Por tanto, hay que meditar muy bien antes de tomar una decisión.

Todos los excesos son malos y en economía es diferente. Cierto nivel de inflación es, puede ser, consecuencia del crecimiento económico, por tanto, no es preocupante. El problema viene cuando esta se dispara y además, acaba afectando a otras variables que, a su vez, vuelven a provocar subidas de precios. Una espiral de la que es difícil salir y que, como en la falacia de la ventana rota, puede provocar esos problemas económicos que no se ven.

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Desempleo estructural

 

Desempleo estructural

El desempleo estructural es la tasa de desempleo compatible con una inflación de salarios constante (tasa de paro no aceleradora de los salarios, NAWRU en su acrónimo en inglés) o con una inflación de precios constante (tasa de desempleo no aceleradora de la inflación, NAIRU en su acrónimo inglés), dadas unas condiciones económicas normales.[1]​ Es un tipo de desempleo involuntario de carácter a largo plazo que no disminuye ni desaparece mediante medidas de demanda agregada expansiva. El desempleo estructural suele ir asociado a rigideces en los mercados laborales y de bienes, y a la histéresis del desempleo derivado de los ciclos económicos (desempleo cíclico).

El desempleo estructural no es considerado en la economía clásica (Adam SmithDavid RicardoJohn Stuart Mill) ya que entendía que la competencia y el Laissez faire garantizaban el pleno empleo. Muy distinta es la posición de Thomas Malthus y de Karl Marx; este último consideraba el desempleo estructural como un rasgo permanente y estructural del sistema capitalista hasta el punto de crear el concepto de Ejército industrial de reserva para explicar que el capitalismo necesitaba una reserva de mano de obra suficiente para garantizar unos costes salariales bajos y unos condiciones laborales deficientes.[2]​ En la actualidad, el desempleo estructural se suele identificar con el concepto de "tasa natural de desempleo" o "tasa de desempleo no aceleradora de la inflación" (NAIRU en su acrónimo inglés).

Desde el ámbito académico, y en concreto desde la Nueva Economía Keynesiana, se achaca la persistencia del desempleo a la existencia de rigideces en los mercados de factores y de bienes que impiden que estos alcancen el equilibrio de pleno empleo sin tensiones inflacionistas.

Estas rigideces dan lugar a que las políticas de demanda expansivas tengan efectos sobre la inflación y no sobre el empleo, no siendo efectivas en el largo plazo.

La idea es solucionar las rigideces en los mercados a fin de que las políticas de demanda expansivas sean compatibles con una creación de empleo no aceleradora de la inflación. Destaca en este sentido medidas tales como:

Una visión económica más heterodoxa, considera que tanto en las crisis cíclicas como en los periodos de crecimiento económico, la causa del desempleo estructural es la desigualdad en la distribución de la renta que provoca una sobreproducción (desajuste entre oferta y demanda) por subconsumo y un aumento del desempleo que incrementa, en un círculo vicioso, la superproducción, de nuevo el subconsumo y el despido masivo de empleados para ajustar la producción a la crisis de demanda.[3][4]


Marcha de desempleados durante la Gran Depresión en TorontoCanadá1930. Las leyendas de las pancartas dicen: Queremos ser ciudadanos, no vagabundos y Empleo y futuro.

Ley de say

 

Ley de say

En la economía clásica , la ley de Say , o ley de los mercados , es la afirmación de que la producción de un producto crea demanda de otro producto al proporcionar algo de valor que se puede intercambiar por ese otro producto. Entonces, la producción es la fuente de la demanda. [1] En su obra principal, Tratado de economía política ( Traité d'économie politique , 1803), Jean-Baptiste Say escribió: "Tan pronto como se crea un producto, en ese instante abre un mercado para otros productos en toda la extensión de su propio valor ". [2]Y también, "Como cada uno de nosotros sólo puede comprar las producciones de otros con sus propias producciones, dado que el valor que podemos comprar es igual al valor que podemos producir, cuanto más produzcan los hombres, más comprarán". [3]

Algunos dicen que Di argumentó, además, que esta ley de los mercados implica que una saturación general no puede ocurrir (un exceso generalizado de la oferta sobre la demanda). Si hay un excedente de un bien , debe haber demanda insatisfecha de otro: "Si ciertos bienes quedan sin vender, es porque no se producen otros bienes". [3] Sin embargo, según Petur Jonsson, Say no afirma que no pueda ocurrir un exceso generalizado y, de hecho, reconoce que puede ocurrir. [4] La ley de Say ha sido una de las principales doctrinas utilizadas para respaldar la creencia del laissez-faire de que una economía capitalista tenderá naturalmente hacia el pleno empleo y la prosperidad sin la intervención del gobierno. [5] [6]

A lo largo de los años, se han planteado al menos dos objeciones a la ley de Say:

  • Se producen excesos generales, especialmente durante las recesiones y depresiones.
  • Los agentes económicos pueden optar colectivamente por aumentar la cantidad de dinero que poseen, reduciendo así la demanda pero no la oferta.

La ley de Say fue generalmente aceptada durante todo el siglo XIX, aunque modificada para incorporar la idea de un ciclo de " auge y caída ". Durante la Gran Depresión mundial de la década de 1930, las teorías de la economía keynesiana cuestionaron las conclusiones de Say.

Los académicos no están de acuerdo sobre la cuestión de si fue Say quien primero enunció el principio, [7] [8] pero por convención, la ley de Say ha sido otro nombre para la ley de los mercados desde que John Maynard Keynes usó el término en la década de 1930.

Historia 

Formulación de Say

Say argumentó que los agentes económicos ofrecen bienes y servicios a la venta para que puedan gastar el dinero que esperan obtener. Por lo tanto, el hecho de que una cantidad de bienes y servicios se ofrezca a la venta es evidencia de una cantidad igual de demanda. Básicamente, el argumento de Say fue que el dinero es solo un medio, la gente paga por bienes y servicios con otros bienes y servicios. [9] Esta afirmación a menudo se resume como "la oferta crea su propia demanda ", aunque esa frase no aparece en los escritos de Say.

Explicando su punto en profundidad, escribió:

Vale la pena señalar que apenas se crea un producto, a partir de ese instante, abre un mercado para otros productos en toda la extensión de su propio valor. Cuando el productor ha acabado con su producto, está más ansioso por venderlo inmediatamente, no sea que su valor disminuya en sus manos. Tampoco está menos ansioso por disponer del dinero que pueda obtener por ello; porque el valor del dinero también es perecedero. Pero la única forma de deshacerse del dinero es comprando un producto u otro. Por lo tanto, la mera circunstancia de la creación de un producto abre inmediatamente un conducto para otros productos. [10]

Say argumentó además que debido a que la producción necesariamente crea demanda, es imposible un "exceso generalizado" de bienes no vendidos de todo tipo. Si hay un exceso de oferta de un bien, debe haber escasez de otro: "La sobreabundancia de bienes de una descripción surge de la deficiencia de bienes de otra descripción". [11]

Para aclarar más, escribió: "No se puede decir que las ventas sean aburridas porque el dinero escasea, sino porque otros productos lo son ... Para usar una frase más trillada, la gente ha comprado menos, porque ha obtenido menos ganancias".

Por lo tanto, la ley de Say debería formularse como: La oferta de X crea demanda de Y, sujeto a que las personas estén interesadas en comprar X. El productor de X puede comprar Y, si sus productos son demandados.

Say rechazó la posibilidad de que el dinero obtenido de la venta de bienes no se gaste, reduciendo así la demanda por debajo de la oferta. Veía el dinero solo como un medio temporal de intercambio.

El dinero cumple sólo una función momentánea en este doble intercambio; y cuando finalmente se cierra la transacción, siempre se encontrará que un tipo de mercancía ha sido intercambiada por otra. [12]

Primeras opiniones

Los primeros escritores sobre economía política tenían una variedad de opiniones sobre lo que ahora llamamos la ley de Say. James Mill y David Ricardo apoyaron la ley en su totalidad. Thomas Malthus y John Stuart Mill cuestionaron la doctrina de que no se pueden producir excesos generales.

James Mill y David Ricardo reformularon y desarrollaron la ley de Say. Mill escribió: "La producción de mercancías crea, y es la causa única y universal que crea, un mercado para las mercancías producidas". [13] Ricardo escribió: "La demanda depende sólo de la oferta". [14]

Thomas Malthus, por otro lado, rechazó la ley de Say porque vio evidencia de excesos generales.

Oímos hablar de mercados saturados, caída de precios y productos de algodón que se venden en Kamschatka por debajo de los costos de producción. Puede decirse, quizás, que el comercio del algodón está saturado; y es un principio de la nueva doctrina sobre las ganancias y la demanda, que si un comercio tiene exceso de capital, es una señal cierta de que hay otro comercio insuficiente. Pero, yo preguntaría, ¿dónde hay un comercio considerable que, según se confiesa, está insuficientemente abastecido, y donde las altas ganancias han estado pidiendo en vano capital adicional durante mucho tiempo? [15]

John Stuart Mill también reconoció los excesos generales. Argumentó que durante un exceso generalizado, hay una demanda insuficiente de todos los productos básicos no monetarios y un exceso de demanda de dinero.

Cuando hay una ansiedad generalizada por vender y una aversión generalizada a comprar, los productos básicos de todo tipo permanecen durante mucho tiempo sin vender, y los que encuentran un mercado inmediato, lo hacen a un precio muy bajo ... En períodos como el nuestro He descrito ... a las personas en general ... les gustaba más poseer dinero que cualquier otra mercancía. En consecuencia, se pedía dinero, y todas las demás mercancías estaban en relativa desprestigio ... Así como puede haber un exceso temporal de cualquier artículo considerado por separado, también puede haber mercancías en general, no como consecuencia de la sobreproducción, sino de una falta de confianza comercial. [dieciséis]

Mill rescató la afirmación de que no puede haber un exceso simultáneo de todas las mercancías al incluir el dinero como una de las mercancías.

Para que el argumento de la imposibilidad de un exceso de todas las mercancías sea aplicable ... el dinero debe considerarse en sí mismo como una mercancía. Indudablemente, debe admitirse que no puede haber un exceso de todas las demás mercancías y un exceso de dinero al mismo tiempo. [17]

El economista contemporáneo Brad DeLong cree que el argumento de Mill refuta las afirmaciones de que no se puede producir un exceso generalizado y que una economía de mercado tiende naturalmente hacia un equilibrio en el que no se produce un exceso generalizado. [18] [19] Lo que queda de la ley de Say, después de la modificación de Mill, son algunas afirmaciones menos controvertidas:

  • A largo plazo, la capacidad de producir no supera el deseo de consumir.
  • En una economía de trueque , no puede ocurrir un exceso generalizado.
  • En una economía monetaria, se produce un exceso generalizado no porque los vendedores produzcan más mercancías de todo tipo de las que los compradores desean comprar, sino porque los compradores aumentan su deseo de tener dinero. [20]

El mismo Say nunca usó muchas de las últimas y breves definiciones de la ley de Say y, por lo tanto, la ley se desarrolló realmente a través del trabajo de muchos de sus contemporáneos y sucesores. El trabajo de James Mill, David Ricardo , John Stuart Mill y otros convirtió la ley de Say en lo que a veces se llama ley de los mercados , que fue un elemento clave del marco de la macroeconomía desde mediados del siglo XIX hasta la década de 1930.

La Gran Depresión

La Gran Depresión supuso un desafío a la ley de Say. En Estados Unidos, el desempleo se elevó al 25%. [21] La cuarta parte de la fuerza laboral que estaba desempleada constituía una oferta de trabajo para la cual no existía la demanda prevista por la ley de Say.

John Maynard Keynes argumentó en 1936 que la ley de Say simplemente no es cierta y que la demanda, más que la oferta, es la variable clave que determina el nivel general de actividad económica. Según Keynes, la demanda depende de la propensión de los individuos a consumir y de la propensión de las empresas a invertir, las cuales varían a lo largo del ciclo económico. No hay razón para esperar suficiente demanda agregada para producir pleno empleo. [22]

Hoy

Steven Kates, aunque propone la Ley de Say, escribe:

Antes de la Revolución Keynesiana, [la] negación de la validez de la Ley de Say colocaba a un economista entre los chiflados, gente que no tenía ni idea de cómo funciona una economía. Que la gran mayoría de la profesión económica actual hubiera sido clasificada como chiflada en la década de 1930 y antes, es así. [23]

Los economistas keynesianos, como Paul Krugman , enfatizan el papel del dinero en la negación de la ley de Say: el dinero que se atesora (como efectivo o instrumentos financieros análogos) no se gasta en productos. [24]Para aumentar las tenencias monetarias, alguien puede vender productos o mano de obra sin gastar inmediatamente las ganancias. Esto puede ser un fenómeno general: de vez en cuando, en respuesta a circunstancias económicas cambiantes, los hogares y las empresas en conjunto buscan aumentar el ahorro neto y, por lo tanto, disminuir la deuda neta. Incrementar el ahorro neto requiere ganar más de lo que se gasta, contrariamente a la ley de Say, que postula que la oferta (ventas, obtener ingresos) es igual a la demanda (compras, requerir gastos). Los economistas keynesianos sostienen que la falla de la ley de Say, a través de una mayor demanda de tenencias monetarias, puede resultar en un exceso general debido a la caída de la demanda de bienes y servicios.

Muchos economistas sostienen hoy que la oferta no crea su propia demanda, sino que, especialmente durante las recesiones, la demanda crea su propia oferta. Paul Krugman escribe:

La oferta no solo no crea su propia demanda; La experiencia desde 2008 sugiere, en todo caso, que lo contrario es en gran parte cierto, específicamente, que la demanda inadecuada destruye la oferta. Las economías con una demanda persistentemente débil parecen sufrir grandes caídas tanto en la producción potencial como en la real. [25]

Olivier Blanchard y Larry Summers, que observaron tasas de desempleo persistentemente altas y en aumento en Europa en los años setenta y ochenta, argumentaron que los choques adversos de la demanda pueden conducir a un desempleo persistentemente alto y, por lo tanto, reducir de manera persistente la oferta de bienes y servicios. [26] Antonio Fatás y Larry Summers argumentaron que los déficits en la demanda, resultantes tanto de la recesión económica mundial de 2008 y 2009 como de los intentos posteriores de los gobiernos de reducir el gasto público, han tenido grandes efectos negativos en la producción económica mundial real y potencial. [27]

Una minoría de economistas todavía apoya la Ley de Say. Algunos defensores de la heterodoxa escuela de economía austriaca sostienen que la economía tiende al equilibrio de pleno empleo y que las recesiones y depresiones son el resultado de la intervención del gobierno en la economía. [28] Algunos defensores de la teoría del ciclo económico real sostienen que el alto desempleo se debe a una oferta laboral reducida más que a una demanda reducida. En otras palabras, la gente elige trabajar menos cuando las condiciones económicas son malas, por lo que el desempleo involuntario no existe realmente. [29]

Si bien los economistas han abandonado la ley de Say como una ley verdadera que siempre debe mantenerse, la mayoría todavía considera que la ley de Say es una regla práctica a la que tenderá la economía a largo plazo, siempre que se le permita ajustarse a shocks como crisis financieras sin estar expuesto a más perturbaciones de este tipo. [30] La aplicabilidad de la ley de Say en condiciones teóricas de largo plazo es una de las motivaciones detrás del estudio de la teoría del equilibrio general en economía, que estudia las economías en el contexto donde la ley de Say es verdadera.

Consecuencias 

Se han extraído varias consecuencias del laissez-faire de las interpretaciones de la ley de Say. Sin embargo, el propio Say abogó por las obras públicas para remediar el desempleo y criticó a Ricardo por descuidar la posibilidad de acaparamiento si faltaban oportunidades de inversión. [31]

Recesión y desempleo

Say argumentó en contra de las afirmaciones de que las empresas sufren porque la gente no tiene suficiente dinero. Argumentó que el poder de compra solo puede aumentarse mediante una mayor producción.

James Mill usó la ley de Say contra aquellos que buscaban impulsar la economía a través del consumo improductivo. En su opinión, el consumo destruye la riqueza, a diferencia de la producción, que es la fuente del crecimiento económico. La demanda de un producto determina el precio del producto.

Según Keynes (ver más abajo), si la ley de Say es correcta, no puede ocurrir un desempleo involuntario generalizado (causado por una demanda inadecuada). Los economistas clásicos en el contexto de la ley de Say explican que el desempleo surge de una demanda insuficiente de mano de obra especializada, es decir, la oferta de mano de obra viable supera la demanda en algunos segmentos de la economía.

Cuando las empresas producen más bienes de los que se demandan en ciertos sectores, los proveedores de esos sectores pierden ingresos como resultado. Esta pérdida de ingresos, que a su vez se habría utilizado para comprar otros bienes de otras empresas, reduce la demanda de los productos de las empresas de otros sectores, lo que provoca una reducción generalizada de la producción y, por lo tanto, reduce la demanda de mano de obra. Esto da como resultado lo que la macroeconomía contemporánea llama desempleo estructural , el presunto desajuste entre la demanda general de trabajo en los trabajos ofrecidos y las habilidades laborales individuales y la ubicación del trabajo. Esto difiere del concepto keynesiano de desempleo cíclico , que se presume que surge debido a una demanda agregada inadecuada.

Algunos economistas, como Marx y el propio Keynes , consideraban estas pérdidas económicas y el desempleo como una propiedad intrínseca del sistema capitalista. La división del trabajo conduce a una situación en la que uno siempre tiene que anticipar lo que otros estarán dispuestos a comprar, y esto conduce a errores de cálculo.

Supuestos y críticas

La ley de Say no postuló que (según la formulación keynesiana) "la oferta crea su propia demanda ". [32] Tampoco se basó en la idea de que todo lo que se salve será intercambiado. Más bien, Say buscó refutar la idea de que la producción y el empleo estaban limitados por el bajo consumo. [32]

Así, la ley de Say, en su concepto original, no estaba intrínsecamente ligada ni dependía lógicamente de la neutralidad del dinero (como han alegado aquellos que desean estar en desacuerdo con ella [33] ), porque la proposición clave de la ley es que no importa cuánto ahorra la gente, la producción sigue siendo una posibilidad, ya que es el requisito previo para la consecución de cualquier bien de consumo adicional. La ley de Say establece que en una economía de mercado, los bienes y servicios se producen para intercambiar con otros bienes y servicios; por lo tanto, los "multiplicadores de empleo" surgen de la producción y no solo del intercambio, y que en el proceso se crea un nivel suficiente de ingreso real para comprar. la producción total de la economía, debido a la obviedad de que los medios de consumo son limitados ex vi terminipor el nivel de producción. Es decir, con respecto al intercambio de productos dentro de una división del trabajo, la oferta total de bienes y servicios en una economía de mercado será igual a la demanda total derivada del consumo durante un período de tiempo dado. En términos modernos, " no puede existir un exceso generalizado ", [34] aunque puede haber desequilibrios locales, con un exceso en algunos mercados compensado por la escasez en otros.

Sin embargo, para algunos economistas neoclásicos, [35] la ley de Say implica que la economía está siempre en su nivel de pleno empleo. Esto no es necesariamente lo que propuso Say.

En la interpretación keynesiana, [35] los supuestos de la ley de Say son:

  • un modelo de trueque de dinero ("los productos se pagan con productos");
  • precios flexibles, es decir, todos los precios pueden ajustarse rápidamente hacia arriba o hacia abajo; y
  • sin intervención del gobierno.

Bajo estos supuestos, la ley de Say implica que no puede haber un exceso generalizado, de modo que no puede existir un estado persistente en el que la demanda sea generalmente menor que la capacidad productiva y se produzca un alto desempleo. Por lo tanto, los keynesianos argumentaron ¿quién? cuando? ] que la Gran Depresión demostró que la ley de Say es incorrecta. Keynes, en su Teoría general , argumentó que un país podría entrar en recesión debido a la "falta de demanda agregada". cita requerida ]

Debido a que históricamente ha habido muchas crisis económicas persistentes , uno puede rechazar uno o más de los supuestos de la ley de Say, su razonamiento o sus conclusiones. Tomando los supuestos a su vez:

  • Los circuiteristas y algunos poskeynesianos cuestionan el modelo de trueque del dinero, argumentando que el dinero es fundamentalmente diferente de las mercancías y que las burbujas crediticias pueden causar y causan depresiones. En particular, la deuda adeuda no cambia porque la economía ha cambiado.
  • Keynes argumentó que los precios no son flexibles; por ejemplo, es posible que los trabajadores no acepten recortes salariales si el resultado es el hambre. cita requerida ]
  • Economistas del laissez-faire ¿quién? ] argumentan que la intervención del gobierno es la causa de las crisis económicas y que, si se deja a su suerte, el mercado se ajustará de manera eficiente.

En cuanto a la implicación de que las dislocaciones no pueden causar un desempleo persistente, algunas teorías de los ciclos económicos aceptan la ley de Say y buscan explicar el alto desempleo de otras formas, considerando la demanda deprimida de mano de obra como una forma de dislocación local. Por ejemplo, los defensores de la teoría del ciclo económico real cita requerida ] argumentan que los shocks reales provocan recesiones y que el mercado responde de manera eficiente a estos shocks económicos reales.

Paul Krugman descarta la ley de Say como, "en el mejor de los casos, una tautología inútil cuando los individuos tienen la opción de acumular dinero en lugar de comprar bienes y servicios reales". [36]

Papel del dinero

No es fácil decir qué dice exactamente la ley de Say sobre el papel del dinero, aparte de la afirmación de que la recesión no es causada por la falta de dinero. La frase "los productos se pagan con productos" significa que Say tiene un modelo monetario de trueque ; contraste con la teoría monetaria circuitista y poskeynesiana .

Se puede leer a Say diciendo simplemente que el dinero es completamente neutral , aunque no lo dijo explícitamente y, de hecho, no se preocupó por este tema. La noción central de Say sobre el dinero era que si uno tiene dinero, es irracional acumularlo. cita requerida ]

La suposición de que el acaparamiento es irracional fue atacada por economistas subconsumistas , como John M. Robertson , en su libro de 1892, La falacia del ahorro , [37] [38] donde llamó la ley de Say:

una falacia tenaz, consecuencia de la evasión inveterada del simple hecho de que los hombres quieren para sus bienes, no simplemente algunos otros bienes para consumir, sino además, algún crédito o reclamo abstracto de riqueza, bienes o servicios futuros. Todo esto quiere como un excedente o un bono, y este excedente no se puede representar para todos en los bienes presentes.

-  John M. Robertson, La falacia del ahorro , p. 98

Aquí Robertson identifica su crítica como basada en la teoría del dinero de Say: la gente desea acumular un "derecho a la riqueza futura", no simplemente bienes presentes y, por lo tanto, la acumulación de riqueza puede ser racional.

Para Say, como para otros economistas clásicos, es posible que haya un exceso (exceso de oferta, excedente de mercado) de un producto junto con una escasez (exceso de demanda) de otros. Pero no hay un " exceso generalizado " en opinión de Say, ya que el exceso y la escasez cancelan la economía en su conjunto. Pero, ¿qué pasa si el exceso de demanda es por dinero , porque la gente lo está atesorando? Esto crea un exceso de oferta para todos los productos, un exceso generalizado. La respuesta de Say es simple: no hay razón para dedicarse a acumular dinero. Según Say, la única razón para tener dinero es comprar productos. En su opinión, no sería un error tratar la economía como si fuera una economía de trueque . Para citar Diga:

Tampoco [un individuo] está menos ansioso por disponer del dinero que puede obtener ... Pero la única forma de deshacerse del dinero es comprando un producto u otro. [39]

En términos keynesianos, los seguidores de la ley de Say argumentarían que, a nivel agregado, solo existe una demanda de dinero por transacciones . Es decir, no existe una demanda de dinero precautoria, financiera o especulativa . El dinero se reserva para gastar y el aumento de la oferta monetaria conduce a un aumento del gasto.

Algunos economistas clásicos vieron que una pérdida de confianza en los negocios o un colapso del crédito aumentará la demanda de dinero, lo que disminuirá la demanda de bienes. Esta opinión fue expresada tanto por Robert Torrens cita requerida ] como por John Stuart Mill. cita requerida ] Esto haría que la demanda y la oferta se desfasen y conduzcan a una recesión económica de la misma manera que lo haría un error de cálculo en las producciones, como lo describió William H. Beveridge en 1909.

Sin embargo, en la economía clásica , no había ninguna razón para que persistiera tal colapso. Desde este punto de vista, las depresiones persistentes, como la de la década de 1930 , son imposibles en un mercado libre organizado según los principios del laissez-faire. La flexibilidad de los mercados bajo el laissez faire permite que los precios, los salarios y las tasas de interés se ajusten para eliminar todo exceso de oferta y demanda; sin embargo, dado que todas las economías son una mezcla de regulación y elementos de libre mercado, los principios del laissez-faire (que requieren un entorno de libre mercado) no pueden ajustarse eficazmente al exceso de oferta y demanda.

Como punto de partida teórico 

Todo el análisis del equilibrio neoclásico implica que la ley de Say en primer lugar funcionó para llevar un mercado a este estado: es decir, la ley de Say es el mecanismo a través del cual los mercados se equilibran de manera única. El análisis de equilibrio y sus derivados de optimización y eficiencia a cambio viven o mueren con la ley de Say. Este es uno de los puntos de contención más importantes y fundamentales entre la tradición neoclásica, Keynes y los marxistas. En última instancia, de la ley de Say dedujeron conclusiones muy diferentes sobre el funcionamiento de la producción capitalista.

El primero, que no debe confundirse con el "nuevo keynesiano" y las muchas derivaciones y síntesis de la Teoría General , toman el hecho de que una economía mercancía-mercancía se altera sustancialmente una vez que se convierte en una economía mercancía-dinero-mercancía, o una vez que el dinero se convierte en no sólo un facilitador del intercambio (su única función en la teoría marginalista) sino también un depósito de valor y un medio de pago. Lo que esto significa es que el dinero puede (y debe ser) atesorado: puede que no vuelva a entrar en el proceso circulatorio durante algún tiempo y, por lo tanto, no solo es posible un exceso generalizado, sino que, en la medida en que el dinero no se entregue rápidamente, probable.

Una respuesta a esto en defensa de la ley de Say (haciéndose eco de los debates entre Ricardo y Malthus , en los que el primero negó la posibilidad de un exceso generalizado por sus motivos) es que el consumo que se abstiene a través del acaparamiento simplemente se transfiere a un consumidor diferente: abrumadoramente a los mercados de factores (de inversión), que, a través de las instituciones financieras, funcionan a través de la tasa de interés.

La innovación de Keynes a este respecto fue doble: primero, debía convertir el mecanismo que regula el ahorro y la inversión, la tasa de interés, en un caparazón de lo que era (relegándolo al precio del dinero ) al mostrar que la oferta y la inversión no eran independientes entre sí y, por lo tanto, no podían relacionarse de manera única en términos del equilibrio de la desutilidad y la utilidad. En segundo lugar, después de que se trató la ley de Say y se demostró que era teóricamente inconsistente, había un vacío que llenar. Si la ley de Say era la lógica mediante la cual pensamos que los mercados financieros llegaban a una posición única a largo plazo, y si la ley de Say fuera descartada, ¿cuáles eran las verdaderas "reglas del juego" de los mercados financieros? ¿Cómo funcionaron y se mantuvieron estables?

A esto, Keynes respondió con su famosa noción de "espíritus animales": los mercados están regidos por el comportamiento especulativo, influenciado no sólo por la ecuación personal de uno, sino también por las percepciones que uno tiene del comportamiento especulativo de los demás. A su vez, el comportamiento de los demás está motivado por sus percepciones del comportamiento de los demás, etc. Sin la ley de Say que los mantenga en equilibrio, los mercados financieros son inherentemente inestables. A través de esta identificación, Keynes dedujo las consecuencias para la macroeconomía de que el equilibrio de largo plazo se alcance no solo en una posición única que representaba un "Pareto Optima" (un caso especial), sino a través de un rango posible de muchos equilibrios que podrían comprender significativamente. emplear recursos humanos y naturales (el caso general).

Para la crítica marxista , que es más fundamental, uno debe comenzar con la distinción inicial de Marx entre valor de uso y valor de cambio: el valor de uso es el uso que alguien tiene de una mercancía y el valor de cambio es aquello por lo que se intercambia un artículo en un mercado. En la teoría de Marx, existe una brecha entre la creación de plusvalía en la producción y la realización de esa plusvalía a través de una venta. Para realizar una venta, una mercancía debe tener un valor de uso para alguien, de modo que compren la mercancía y completen el ciclo M – C – M '. El capitalismo, que está interesado en el valor (el dinero como riqueza), debe crear valor de uso. El capitalista no tiene control sobre si el valor contenido en el producto se realiza o no a través del mecanismo del mercado. Esta brecha entre la producción y la realización crea la posibilidad de una crisis capitalista, pero solo si el valor de cualquier artículo se realiza a través de la diferencia entre su costo y el precio final. Como la realización del capital solo es posible a través de un mercado, Marx criticó a otros economistas, como David Ricardo , quien argumentó que el capital se realiza a través de la producción. Por lo tanto, en la teoría de Marx, puede haber crisis generales sobreproducentes dentro del capitalismo. [40]

Dados estos conceptos y sus implicaciones, la ley de Say no se sostiene en el marco marxista. Además, el núcleo teórico del marco marxista contrasta con el de las tradiciones neoclásica y austriaca.

Conceptualmente, la distinción entre Keynes y Marx es que para Keynes la teoría no es más que un caso especial de su teoría general, mientras que para Marx nunca existió en absoluto.

Interpretaciones modernas 

Una forma moderna de expresar la ley de Say es que nunca puede haber un exceso generalizado . En lugar de haber un exceso de oferta (exceso o exceso) de bienes en general, puede haber un exceso de oferta de uno o más bienes, pero solo cuando se equilibra con un exceso de demanda (escasez) de otros bienes. Por lo tanto, puede haber un exceso de trabajo ( desempleo "cíclico" ), pero esto se equilibra con un exceso de demanda de bienes producidos. Los defensores modernos de la ley de Say ven que las fuerzas del mercado funcionan rápidamente, a través de ajustes de precios, para abolir tanto el exceso como la escasez. La excepción es cuando los gobiernos u otras fuerzas ajenas al mercado impiden los ajustes de precios.

Según Keynes, la implicación de la ley de Say es que una economía de libre mercado está siempre en lo que los economistas keynesianos llaman pleno empleo (ver también la ley de Walras ). Por lo tanto, la ley de Say es parte de la visión general del mundo de la economía del laissez-faire , es decir, que los mercados libres pueden resolver los problemas de la economía automáticamente. (Estos problemas son recesiones, estancamiento, depresión y desempleo involuntario ).

Algunos defensores de la ley de Say argumentan que tal intervención es siempre contraproducente. Considere las políticas de tipo keynesiano destinadas a estimular la economía. El aumento de las compras gubernamentales de bienes (o la reducción de impuestos) simplemente "desplaza" la producción y compra de bienes por parte del sector privado. Contradiciendo este punto de vista, Arthur Cecil Pigou , un autoproclamado seguidor de la ley de Say, escribió una carta en 1932 firmada por otros cinco economistas (entre ellos Keynes) pidiendo más gasto público para aliviar los altos niveles de desempleo.

Keynes versus Say

Keynes resumió la ley de Say como "la oferta crea su propia demanda ", o el supuesto "de que la totalidad de los costos de producción deben gastarse necesariamente en el agregado, directa o indirectamente, en la compra del producto" (del capítulo 2 de su Teoría general ). Consulte el artículo sobre la teoría general del empleo, el interés y el dinero para obtener un resumen de la opinión de Keynes.

Aunque el acaparamiento de dinero no era una causa directa del desempleo en la teoría de Keynes, su concepto de ahorro no estaba claro y algunos lectores han llenado el vacío asignando al acaparamiento el papel que Keynes le dio al ahorro. Un ejemplo temprano fue Jacob Viner , quien en su revisión de 1936 de la Teoría General dijo del atesoramiento que Keynes 'le da gran importancia como una barrera para el "pleno" empleo' (p152) mientras niega (pp158f) que sea capaz de tener ese efecto. [41]

La teoría de que el acaparamiento es una causa de desempleo ha sido objeto de discusión. Algunos economistas clásicos ¿quién? ] sugirió que el atesoramiento (aumentos en las tenencias equivalentes de dinero) siempre se equilibraría con el des-atesoramiento. Esto requiere igualdad de ahorro (abstención de compra de bienes) e inversión (compra de bienes de capital). Sin embargo, Keynes y otros argumentaron que las decisiones de acaparamiento las toman diferentes personas y por diferentes razones que las decisiones de desechar, por lo que es poco probable que el acaparamiento y el descarte sean iguales en todo momento, y de hecho no lo son. La disminución de la demanda (consumo) no necesariamente estimula el gasto de capital (inversión).

Algunos ¿quién? ] han argumentado que los mercados financieros, y especialmente las tasas de interés , podrían ajustarse para mantener igual el acaparamiento y el desalojo, de modo que se pudiera mantener la ley de Say, o que los precios simplemente cayeran, para evitar una disminución en la producción. Pero Keynes argumentó que para desempeñar este papel, las tasas de interés tendrían que caer rápidamente, y que existen límites sobre qué tan rápido y qué tan bajo pueden caer (como en la trampa de liquidez, donde las tasas de interés se acercan a cero y no pueden caer más). Para Keynes, a corto plazo, las tasas de interés están determinadas más por la oferta y la demanda de dinero que por el ahorro y la inversión. Antes de que las tasas de interés puedan ajustarse lo suficiente, el acaparamiento excesivo provoca el círculo vicioso de la caída de la producción agregada (recesión). La recesión en sí reduce los ingresos de modo que el acaparamiento (y el ahorro) y el despido (y la inversión real) pueden alcanzar un estado de equilibrio por debajo del pleno empleo.

Peor aún, una recesión dañaría la inversión real privada, al dañar la rentabilidad y la confianza empresarial, a través del llamado efecto acelerador . Esto significa que el equilibrio entre el acaparamiento y el despido se empujaría aún más por debajo del nivel de producción de pleno empleo.

Keynes trata una caída en la eficiencia marginal del capital y un aumento en el grado de preferencia de liquidez (demanda de dinero) como chispas que conducen a una insuficiencia de la demanda efectiva. Una disminución en MEC provoca una reducción en la inversión, lo que reduce los gastos e ingresos agregados. Un descenso de la tasa de interés compensaría la caída de la inversión y estimularía la propensión al consumo. [42]

V

Referencias 

Notas

  1. ^ Diga 1834, págs. 138-139 "Vale la pena señalar que tan pronto como se crea un producto, a partir de ese instante, ofrece un mercado para otros productos en toda la extensión de su propio valor".
  2. ^ Decir 1834 , p. 138
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  38. ^ Nash, Robert T .; Gramm, William P. (1969). "Una declaración temprana desatendida la paradoja del ahorro" . Historia de la Economía Política . 1 (2): 395–400. doi : 10.1215 / 00182702-1-2-395 .
  39. "Información sobre Jean-Baptiste Say" . Cepa.newschool.edu Consultado el 26 de mayo de 2012 .
  40. ^ Karl Marx, Grundrisse , http://www.marxists.org/archive/marx/works/1857/grundrisse/ch08.htm#p402
  41. ^ Jacob Viner, "Sr. Keynes sobre las causas del desempleo", Quarterly Journal of Economics . se necesita cita completa ]
  42. ^ {Ahiakpor, James CW Keynes y los clásicos reconsiderados. Kluwer, 1998.}

Bibliografía

Lectura adicional 

  • Ackley, Gardner (1961). "Ley de Say y la teoría cuantitativa del dinero". Teoría macroeconómica . Nueva York: Macmillan. págs.  105-123 .
  • Axel Leijonhufvud , 1968. Sobre la economía keynesiana y la economía de Keynes: un estudio en teoría monetaria . Prensa de la Universidad de Oxford. ISBN 0-19-500948-7 . 
  • Kates, Steven (1998). La ley de Say y la revolución keynesiana: cómo la teoría macroeconómica perdió el rumbo . Edward Elgard Publishing Limited. ISBN 1-85898-748-2.
  • Baumol, WJ (1977). "Diga (al menos) ocho leyes, o lo que dice y James Mill realmente puede haber significado". Economica . Publicación de Blackwell. 44 (174): 145-161. doi : 10.2307 / 2553717 . JSTOR  2553717 .
  • Thomas Sowell , 1972. Ley de Say: Un análisis histórico . Prensa de la Universidad de Princeton. ISBN 0-691-04166-0 .