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lunes, 6 de marzo de 2023

Psicología de los Constructos Personales

 



Psicología de los Constructos Personales

 

Una breve introducción
 

En 1955 George A. Kelly presentó en su voluminosa obra The Psychology of Personal Constructs (1.214 págs) un proyecto de psicología alternativa de corte fenomenológico asentada sobre bases epistemológicas constructivistas. Su teoría de los procesos humanos integra en un mismo lenguaje áreas tradicionalmente separadas como percepción, memoria, aprendizaje, pensamiento, lenguaje, motivación, emoción y personalidad. Además propuso una metodología de evaluación y un enfoque terapéutico muy innovadores. Sin embargo, esta teoría no ha tenido una recepción apreciable hasta finales de los años setenta. Desde entonces se va consolidando un movimiento internacional de científicos y profesionales de diversas áreas que van desarrollando este enfoque en sus múltiples aplicaciones. Existen diversos factores que han favorecido esta consolidación. Entre ellos cabe destacar la coincidencia de la postura kelliana con un movimiento, el constructivista, de carácter netamente interdisciplinar configurado por la Física cuántica, la Cibernética y la Biología, entre otras disciplinas, que ha tenido un cierto impacto en la Psicología de la Personalidad, Social y Cognitiva; y que tiene un paralelismo importante en la obra constructivista de Piaget (ver Feixas y Villegas, 2000).

Kelly denominó su posición epistemológica básica Alternativismo Constructivo. Considera la realidad como algo que no se nos manifiesta directamente sino a través de nuestros Constructos Personales, lo cual prevé el hecho de que una misma situación pueda ser vivida de formas bien distintas, idiosincráticas, por distintas personas. Implica también, y esto tiene importantes repercusiones terapéuticas, que una persona no es una víctima de la realidad, sino de su construcción de esa realidad. El sufrimiento humano sobreviene a menudo a causa de que los constructos del individuo no son adecuados para anticipar la realidad y es necesario sustituirlos por otros más útiles (nótese que no decimos "más verdaderos" o "más reales"). La Teoría de los Constructos Personales se estructura en once corolarios que desarrollan un postulado fundamental según el cual los procesos de una persona se canalizan psicológicamente por la forma en que anticipa los acontecimientos. Mediante el Constructo Personal, es decir, la captación simultánea de similitud y diferencia entre acontecimientos, la persona comprende la realidad y anticipa el futuro. Esta doble dimensión del Constructo Personal, la integrativa y la predictiva, lo constituyen en predecesor de los esquemas o "scripts" de la Psicología Cognitiva. Desde esta perspectiva el ser humano es como un científico que pone a prueba sus hipótesis (constructos), que se ven validados o invalidados en aquello que Kelly considera un experimento personal continuado: la conducta. Este proceso de cognición no es meramente cognitivo (ni consciente), sino que gobierna y afecta de forma holística todas las facetas de la actividad humana orientada, según Kelly, a la anticipación de acontecimientos y a la mejora de la capacidad predictiva del sistema de construcción del individuo.

El Constructo Personal
Como se puede ver la noción de constructo personal es clave. Consiste en la captación de una diferencia (dato primario de la experiencia y unidad mínima de conocimientos), lo que implica a su vez la captación simultánea de una similitud. Juan conoce a Ana y la construye como "amable", como opuesto a "desagradable". Ello implica captar la similitud de Ana con otras personas conocidas anteriormente por Juan que habían sido construidas como desagradables. Esta captación no es necesariamente consciente o verbalizable, sino que es personal e implica a todos los sistemas del organismo, y no necesariamente se ubica en lo cognitivo. Los constructos son dimensiones bipolares de significado que constituyen el conjunto estructurado del conocimiento que tiene el individuo para entender y anticipar su mundo de experiencia. Así el constructo tiene la doble función de procesar la información que llega a los sentidos y de anticipar los acontecimientos futuros.

Los constructos se organizan en un sistema jerárquico en el cual hay constructos supraordenados que juegan un papel central en la construcción del self y en la organización de todo sistema. Estos constructos nucleares definen la identidad del individuo, y dan sentido a sus acciones y sentimientos. La prospectiva de cambio en estos constructos genera sentimientos de amenaza y posibles resistencias. Todo cambio tiene que ser mínimamente coherente con este sentido de identidad, a no ser que se modifique la estructura nuclear.

La evaluación de los Constructos Personales puede realizarse mediante entrevista (p.ej., rejilla, técnica de escalamiento) o mediante textos (p.ej., autocaracterización, diarios). G. Neimeyer (1995) ofrece una visión muy practica y exhaustiva, a la vez, de los métodos constructivistas de evaluación, que por fomentar el autoconocimiento pueden considerarse también, en su mayor parte, de intervención.

Terapia de Constructos Personales
Tremendamente coherente con la teoría y la evaluación es la concepción kelliana de la terapia. La relación terapéutica está gobernada por la "actitud crédula", la cual supone tomar el sistema de constructos personales del cliente tal como se manifiesta. Se toma lo que se dice como punto de partida y reconocimiento de que sus palabras y conducta (manifiesta y simbólica) poseen un valor y dignidad a respetar. La "resistencia" y otras defensas son concebidas aquí como un gesto auténtico de preservación del propio sistema ante el señalamiento de un punto vulnerable a elaborar; el sistema no soporta el tipo de reflexión que le sugiere el terapeuta y conviene por tanto preservar sus estructuras nucleares.

El clima que pretende crear el terapeuta es el empiricismo colaborativo según el cual cliente y terapeuta diseñan conjuntamente "experimentos" para poner a prueba las hipótesis (constructos) del cliente. El psicoterapeuta ayuda al cliente a evitar que sus iniciativas se vean truncadas. Kelly, en su artículo titulado "Behavior is an experiment" (1966b/1970; Feixas, 2001), considera la conducta (acción, actividad) como un experimento en el cual se están poniendo a prueba algunas hipótesis (constructos). Esto tiene algunas implicaciones para el proceso terapéutico. Kelly diseñó algunos "experimentos" con sus clientes para poner a prueba algunos de sus constructos como forma de promover el cambio, como en la técnica del rol fijo. La conducta es, así, la variable independiente y el proceso de construcción es el objetivo del cambio. Pensamos que este mismo mecanismo está implicado en algunas de las prescripciones de los terapeutas sistémicos y conductuales, aunque teóricamente no lo justifiquen de esta manera.

El cliente ve al terapeuta con sus constructos que inevitablemente son fruto de su experiencia pasada. El terapeuta actúa como agente validador, proporcionando un delicado equilibrio entre validación (más preponderante en los momentos inidicales) e invalidación (para aquellos constructos que resultan problemáticos). El terapeuta acompaña al cliente tras la invalidación y el consiguiente proceso de reconstrucción que conlleva.

Las técnicas de intervención se interconectan con la conceptualización del problema. Si el cliente requiere rigidificar su pensamiento se le anima a registrar sus pensamientos y reacciones emocionales, a revisar su lógica, a poner a prueba determinadas hipótesis, etc... En cambio si el cliente precisa de una laxación de su pensamiento se le puede hablar en un lenguaje metafórico, animarle a asociar ideas libremente, otorgar importancia a sus sueños, etc... Como puede verse, el terapeuta actúa de forma similar a un modificador de conducta en un caso, y a un psicoanalista en el otro. Y es que las técnicas no es lo que más preocupa al psicólogo de los Constructos Personales, quien es técnicamente ecléctico pero teóricamente consistente. En efecto, la coherencia teórica es el ingrediente terapéutico fundamental, el que permite decidir qué técnica emplear en cada momento sin caer en un eclecticismo silvestre, y poder así adaptarse a la necesidades cambiantes de los clientes.


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