CONOCIMIENTO, ECONOMÍA, DESARROLLO Y SOCIEDAD: TRAZOS DESDE LA COMPLEJIDAD
Ricardo Guzmán Díaz*
Aurora Adriano Anaya**
Resumen
Ante el surgimiento en las últimas décadas de las llamadas economías basadas en el conocimiento, han aparecido diversas propuestas explicativas o marcos teóricos para la comprensión de las mismas. En este trabajo tenemos el propósito de reflexionar, con una visión humanística como eje conductor, en torno a diversos conceptos introducidos por pensadores como Dominique Foray, desde la teoría económica, Javier Echeverría, desde la filosofía de la ciencia, Manuel Castells, desde la sociología y Edgar Morin, desde la perspectiva del pensamiento complejo. Poniendo al ser humano en el centro de la ecuación, hemos querido acercarnos al problema del conocimiento y sus significados.
* Profesor Titular del Instituto de Estudios Superiores Tecnológico de Monterrey, México,
Con esa finalidad, el presente ensayo se inicia con una reflexión sobre diversas concepciones del conocimiento y el papel que ha adquirido en la nueva sociedad, continúa con un análisis de las relaciones entre la nueva economía y la idea integral de desarrollo humano, y termina bosquejando la aplicación de los principios del pensamiento complejo de Morin, como una propuesta que permita articular diversas perspectivas en torno al conocimiento y la sociedad global a la que pertenecemos.
Palabras clave: conocimiento, pensamiento complejo, economías basadas en el conocimiento, ciencia, tecnología.
Abstract With the appearance, in recent decades, of so-called knowledge-based economies, there have been various explanatory proposals or theoretical frameworks for understanding them. In this paper we aim to ponder, within a humanistic outlook, various concepts introduced by thinkers like Dominique Foray, from economic theory, Javier Echeverría, from philosophy of science, Manuel Castells, from sociology, and Edgar Morin, from the perspective of complex thinking. Situating human at the center of the equation, we want to approach the problem of knowledge and their meanings. To that end, this essay begins with a consideration on different conceptions of knowledge and the role that it has taken in the new society, continues with an analysis of the relations between the new economy and the idea of integral human development, and ends by outlining the application of the principles of Morin’s complex thought as a proposal to articulate different perspectives on knowledge and the global society to which we belong.
Key words: knowledge, complex thinking, knowledge based economies, science, technology.
Introducción
El desarrollo científico y tecnológico de las últimas décadas se ha caracterizado por una superespecialización que compartimenta y fragmenta el conocimiento, a la vez que es germen de revolución de toda la vida humana. Pareciera que todo lo que hacemos, desde comer, transportarnos, educarnos, e incluso nacer o morir, está permeado por productos tecnocientíficos. Al mismo tiempo, somos testigos de un incremento en la complejidad de la realidad social y de una profundización del grado de incertidumbre de los fenómenos humanos por la velocidad del cambio y por el aumento de las interrelaciones entre las dimensiones económicas, políticas y sociales. Para comprender mejor estos procesos, pero no solamente desde esa especialización desproporcionada de las disciplinas, se requiere de la creación de marcos teóricos y conceptuales que permitan conocer las partes y el todo, así como sus mutuas interconexiones.
Nuestra preocupación central en este ensayo versa sobre las relaciones entre conocimiento, economía, desarrollo y sociedad y tiene la esperanza de encontrar algunos rayos de luz en el esfuerzo interdisciplinar que, basándose en la idea de complejidad, busca conexiones, puntos de encuentro, resonancias que permitan vislumbrar algunas formas de comprensión. Poniendo al ser humano en el centro de la ecuación, queremos acercarnos al problema del conocimiento y sus significados, cuestionar el papel que juega en una economía y en una sociedad que ha perdido referentes, y en donde son necesarios nuevos abordajes teóricos y conceptuales.
El propósito más puntual de este ensayo consiste en establecer un diálogo entre diferentes pensadores para quienes el conocimiento humano es tema central, entre los que destacan: Dominique Foray, por sus desarrollos teóricos que se orientan a la explicación de los procesos de producción de conocimiento al interior de las empresas y las organizaciones; Manuel Castells por su visión en torno a la nueva Sociedad de la Información; Javier Echeverría, quien subraya que ha habido una transformación radical en la investigación, gestión, aplicación, evaluación, desarrollo y difusión de la ciencia, y que propone que la actividad científica debe de ser analizada desde la pluralidad de valores que la conforman; y Edgar Morin, pensador y filósofo cuya propuesta, fundamentada en el pensamiento complejo, busca una comprensión de la nueva realidad social a partir de la aplicación de un conjunto de principios que pretenden revelar cuestiones que están más allá de la claridad diáfana que la ciencia moderna pretende desvelar en los fenómenos —la realidad es también misterio, incertidumbre y puede escapar a la racionalidad en su sentido tradicional.
Con esa finalidad, el presente ensayo se inicia con una reflexión sobre diversas concepciones del conocimiento y el papel que el mismo ha adquirido en la nueva sociedad, continúa con un análisis de las relaciones entre la nueva economía y la idea integral de desarrollo humano, y termina bosquejando la aplicación de los principios del pensamiento complejo de Morin, como una propuesta que permita articular diversas perspectivas en torno al conocimiento y la sociedad global a la que pertenecemos.
El conocimiento: representaciones y significados
Robert Merton, para muchos el fundador de la “sociología de la ciencia”, nos ofrece lo que a su parecer constituía el ethos de la ciencia moderna o el espíritu que la guiaba, en el sentido del conjunto de valores y normas que obligan a una comunidad científica, las cuales se conformarían por: universalismo, comunalismo, desinterés y escepticismo organizado.1 De esta manera, la ciencia sería no sólo un acervo de conocimientos acumulados y un conjunto de métodos, sino que incluiría prácticas sociales o comunitarias sujetas a normas, valores, prescripciones y proscripciones, que a veces se cumplirían y a veces no. Buena parte del trabajo de Merton y sus colaboradores consistiría en investigar cómo el sistema social de la ciencia trabaja en concordancia con, y con frecuencia también en contradicción con, el ethos de la ciencia.2
Pero más allá de lo ya señalado por Merton, resulta claro que en las últimas décadas, la pluralidad de formas del conocimiento ha rebasado sus significados comunes, lo que nos lleva a reformular su sentido en el marco de las así llamadas Sociedades de la información o Sociedades del conocimiento. Manuel Castells las caracteriza como un “nuevo sistema tecnológico, económico y social […] una economía en la que el incremento de la productividad no depende del incremento cuantitativo de los factores de producción (capital, trabajo, recursos naturales), sino de la aplicación de conocimientos e información a la gestión, producción y distribución, tanto en los procesos como en los productos”.3 Es decir, en la actualidad las economías avanzadas se han vuelto cada vez más tributarias del conocimiento, la información y la formación de recursos humanos de alto nivel en formas muy diversas.
En el Manual de Oslo, publicado por la OCDE como parte de su preocupación por los significados de la innovación tecnológica y su impacto en las organizaciones, y por la promoción de una cultura tecnológica en continuo desarrollo, se nos explica la forma en que puede evolucionar una empresa para mejorar su productividad y su capacidad para comercializar sus productos, y que puede ser en sus métodos de trabajo, o bien en el uso de los factores de la producción, o incluso en la diversificación de los productos mismos.
1 Robert Merton, La sociología de la ciencia: investigaciones teóricas y empíricas. Madrid, Alianza, 1985.
2 Gerald Holton, “Robert K. Merton”, en Proceedings of the American Philosophical Society, vol. 148, núm. 4. Filadelfia, 2004. 3 Manuel Castells, La era de la información: economía, sociedad y cultura. México, Siglo XXI, 2001.
Adicionalmente nos define cuatro tipos de innovación, todas ellas teniendo como elemento central alguna forma de conocimiento:
[…] innovaciones de producto, innovaciones de proceso, innovaciones organizativas e innovaciones de mercadotecnia […] Las innovaciones de producto implican cambios significativos de las características de los bienes o servicios. Incluyen ambos los bienes y servicios enteramente nuevos y las mejoras significativas de los productos existentes […] Las innovaciones de proceso son cambios significativos en los métodos de producción y de distribución […]. Las innovaciones organizativas se refieren a la puesta en práctica de nuevos métodos de organización. Éstos pueden ser cambios en las prácticas de la empresa, en la organización del lugar de trabajo o en las relaciones exteriores de la empresa […] Las innovaciones de mercadotecnia implican la puesta en práctica de nuevos métodos de comercialización. Estos pueden incluir cambios en el diseño y el envasado de los productos, en la promoción y la colocación de los productos y en los métodos de tarificación de los bienes y servicios.4
En la concepción del conocimiento referida en los últimos párrafos, nos encontramos con una mutación crucial: el conocimiento convertido en un bien económico que interviene en el diseño de productos, procesos y organizaciones. En la nueva economía vemos transformadas las prácticas y objetivos del conocimiento científico. Dicha economía posee una extraordinaria “capacidad de generación de riqueza, pero es una economía centrada, en estos momentos, en el desarrollo de redes entre individuos y empresas extremadamente competitivas sin ninguna referencia al interés público, al bien común, a lo que sean valores que no puedan ser capitalizados en el mercado”.5
La ocde misma hace referencia a los cuatro tipos de conocimiento, asociados con este interés económico y cuyo domino le permite a las organizaciones alcanzar el éxito: saber qué (know what), se refiere al conocimiento acerca de los “hechos” y se acerca a lo que normalmente se denomina la información; saber por qué (know why) alude al conocimiento científico de los principios y leyes de la naturaleza, se realiza a menudo en organizaciones especializadas, como los laboratorios de investigación y universidades; saber hacer (know how) comprende las habilidades o la capacidad para realizar algo, es un tipo de conocimiento desarrollado y mantenido dentro de las empresas; y saberquién (know who) incluye información sobre quién sabe qué y quién sabe cómo hacer qué. El dominio de esos cuatro tipos de conocimiento se ejecuta a través de diferentes conductos, si bien, el know what y know why se pueden obtener mediante la asimilación de los libros, en tanto que los otros dos se basan esencialmente en la experiencia práctica.
Estas tendencias de asociación del conocimiento con el quehacer productivo plantean nuevos problemas teóricos y prácticos a la concepción del conocimiento que han sido objeto de estudio de diversos investigadores desde diversas disciplinas. En el campo de la economía nos parece relevante Dominique Foray, quien propone la creación de una subdisciplina de la teoría económica, cuyo análisis se dirija al estudio de las propiedades del conocimiento como un bien que posee propiedades particulares que lo diferencian del resto de los bienes y servicios.6 En ese sentido, afirma que el conocimiento es una capacidad cognitiva que empodera a su poseedor con la capacidad de acción física e intelectual, en contraposición con la información, que toma la forma de datos estructurados y formateados que permanecen ociosos, hasta que son usados por aquellos que han adquirido el conocimiento para interpretarlos y procesarlos. De manera similar a la clasificación dada por la ocde, este investigador trata sobre dos formas deliberadas de producción y adquisición de conocimiento. El primero, saber por qué (know-why), es el que se produce en los laboratorios de investigación y desarrollo y provee una base para el descubrimiento y la innovación, y la creación de nuevos productos y procesos. El segundo, es el expertise que se adquiere con la práctica en la producción regular de bienes y servicios y constituye el aprendizaje on-line que se aprende haciendo (learning-by-doing) e interactuando en la línea de producción (learning-by-interacting). Al decir de Foray, el manejo del conocimiento y la información, por lo general, aumentan la eficacia de la economía, la innovación, la calidad de los bienes y servicios, y la equidad entre los individuos que conllevan a la generación de riqueza.
Estas formas de análisis que parten de la consideración del conocimiento como un bien económico, ofrecen un amplio examen de los procesos de producción y reproducción del mismo en las organizaciones, así como de las condiciones históricas e institucionales que determinan su tratamiento y procesamiento. No obstante, esa aportación es limitada porque se centra más en las características de la oferta del conocimiento que en la demanda, con lo que deja fuera el uso y explotación de otros tipos que pudieran surgir, por ejemplo, de los consumidores (learning-by-using).7
4 OCDE y EUROSTAT, Manual de Oslo: guía para la recogida e interpretación de datos sobre innovación. 3ª ed. 2005, pp. 23-24.
5 Manuel Castells, “La ciudad de la nueva economía”, en Papeles de Población, núm. 27. Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, 2001, p. 213. En-Claves14-book.indb 127
6 Dominique Foray, The Economics of Knwoledge, Massachusetts, The MIT Press, 2004.
7 Antonio Hidalgo y JoséAlbors, “New Innovation Management Paradigms in the Knowledge-Driven Economy”, en M. Hashem Sherif y T. Khalil, Management of Technology Innovation and Value Creation. Selected Papers from the 16th International Conference on Management of Technology
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