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miércoles, 11 de agosto de 2021

PRINCIPIOS DE ECONOMÍA HUMANISTA Trabajo presentado en el V Encuentro Internacional de Economía. “La Responsabilidad Social de los Intelectuales”, organizado por la lFundación CIEC . Buenos Aires, 10-12 de agosto de 2005

 Eduardo Valencia Vásquez Economista Director del Instituto de Investigaciones Económicas Pontificia Universidad Católica del Ecuador evalencia@puceuio.puce.edu.ec 

 Trabajo presentado en el V Encuentro Internacional de Economía. “La Responsabilidad Social de los Intelectuales”, organizado por la lFundación CIEC . Buenos Aires, 10-12 de agosto de 2005. 

Resumen

En resumen: la nueva axiología económica debe expresarse no solo como un pensamiento renovado de los valores humanos esenciales sino, sobre todo, como una renovada propuesta de conducta personal dentro de la sociedad, es decir, pasar de una ética individual a la ética de “lo público”. Desde esta perspectiva, todos somos responsables de la suerte de los demás. El concepto de alteridad implica que todos podamos rendir cuentas ante nuestros semejantes en todos los actos que desempeñamos en nuestra respectiva jurisdicción. Así, por ejemplo, los banqueros que tienen a su cargo los depósitos de los ahorristas, están llamados a practicar una ética “de lo público”, es decir, responder en forma escrupulosa y transparente por los recursos “públicos” a ellos confiados.

Desde esta perspectiva, son responsables de lo público, no solo los burócratas que ocupan una función pública sino todos los que tienen que responder por personas y recursos a ellos encomendadas. Y aquí la cadena es infinita: los maestros, los empresarios, los médicos, los jueces, etc., todos tienen que responder ante la sociedad por el manejo de lo que son derechos de terceros. Es hora ya de que los ciudadanos que se lavan las manos culpando a “los otros” por las quiebras éticas que han ahondado la corrupción y la violencia en las sociedades modernas afronten con entereza su propia responsabilidad, pues del estado del mundo somos “todos” responsables. Nos toca responder a todos frente al drama que enfrenta la sociedad contemporánea.

I. El Debate Sobre la Crisis de la Humanidad 

1. El Consenso de Washington: 

La Guerra de las Galaxias de las Grandes Corporaciones 

Ninguna propuesta sobre el futuro de la civilización humana puede desestimar que lo que verdaderamente está en entredicho es el problema del hombre. Cuando cayó el muro de Berlín, la humanidad fue invitada a cantar loas a la Buena Nueva, al advenimiento del modelo Neoliberal llamado, según sus propulsores, a reinar por siempre, pues, supuestamente, ya no habría en el futuro la posibilidad de introducir una propuesta mejor en la historia de las ideas humanas. Empezó el apogeo del pensamiento “único”, del pensamiento “uniforme”; un modelo aparentemente sustentado en el pensamiento clásico de Adam Smith pero reformado por el Consenso de Washington en 1989, una iniciativa promovida por el Capitolio y sus brazos armados de la economía mundial, el FMI y el Banco Mundial, cuya dirección le correspondió a un economista cultor de la recientemente recuperada ideología libertaria, John Williamson. 



El Decálogo del nuevo evangelio se sustentaba en diez tesis fundamentales: 1. Disciplina Fiscal; 2. Reorientación del gasto público; 3. Reforma fiscal; 4. Liberalización financiera; 5. Tipos de cambio unificados y competitivos; 6. Liberalización comercial; 7. Apertura a la Inversión extranjera directa; 8. Privatización; 9.Desregulación legal; 10. Seguridad de Derechos de Propiedad. 

Detrás de estas tesis, se hizo evidente el propósito de desmantelar los estados nacionales, a los cuales se atribuyó ser la causa de la caída de las economías socialistas. Menos evidente fue que la iniciativa había sido concebida por las grandes corporaciones internacionales privadas desde hace mucho tiempo antes, según hoy se conoce, cuando empiezan a develarse los informes de las reuniones de representantes de los bancos y corporaciones empresariales en Billderberg y Iron Mountain, generalmente expresadas a través de estudios efectuados por “think tanks” afines como la Comisión Trilateral. A partir de dicho año, empezaron a proliferar en el planeta las así denominadas políticas aperturistas, poniendo como ejemplo el caso de los países del sudeste asiático que, supuestamente habían seguido las políticas del laissez-faire, es decir, sin intervención del Estado. En los demás continentes, los organismos financieros internacionales fueron los encargados de imponer tales políticas, a través de la invitación a seguir el ejemplo de los países ricos que, también supuestamente, lo habían conseguido por la vía de la apertura indiscriminada de los mercados y no de la protección estatal. 

Se invitaba, pues, a formar parte, del gran proceso de globalización, a que todos los pueblos aumentaran su riqueza en corto tiempo a través de su inserción en el gran mercado mundial. Para ello, solo se requería seguir los consejos de los especialistas en las tesis del Consenso de Washington. A partir de entonces, fueron desterrados del planeta los economistas humanistas. Se les dio preeminencia a los financistas privados devenidos en economistas, que pretendieron enterrar la economía de la demanda keynesiana y revivir la llamada economía de la oferta de corte friedmaniano.

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