El estudio de las redes personales: contribuciones, métodos y perspectivas
JOSÉ LUIS MOLINA GONZÁLEZ
Universidad Autónoma de Barcelona
joseluis.molina@uab.es
1. INTRODUCCIÓN
¿Qué sentido tiene estudiar las redes personales más allá de mejorar las posibilidades de mercantilización de las relaciones sociales'? La respuesta que proponemos es la siguiente: a partir del estudio de las redes personales podemos avanzar en la comprensión de fenómenos sociales de rango «intermedio» o «meso» (Ferrand, 2002; de Federico, 2002), es decir, fenómenos en los que se presentan simultáneamente interacciones individuales, instituciones y estructuras sociales observables empíricamente. Efectivamente, en las redes personales podemos observar interacciones institucionalizadas (intercambios culturalmente dependientes de regalos entre familiares, de apoyo entre hijos adultos y sus padres, relaciones expresivas entre amigos ... pero también relaciones clienteproveedor, jefe-subordinado, político-elector) en el marco de estructuras sociales preexistentes (estratificadas por clase social y/o estatus, grupo ocupacional o residencial) que las influyen, condicionan o permiten. Al mismo tiempo, estas interacciones, ordenadas, unen simultáneamente redes de personas y redes de organizaciones (de todo tipo) en las que estas personas trabajan o participan, por lo que problemas tales como la acción colectiva, la movilización de recursos o la agenda política se hallan presentes en esta formulación (C/. Requena Santos, 2003; Rodríguez, 1995; Scott, 1991; Wasserman et. al. 1994).
Esta conceptualización de la vida social inmediata no presupone ninguna teoría determinada de la acción social o económica en concreto (neoclásica o neoinstitucional) aunque evidentemente recoge la propuesta de Coleman (1990) y Bourdieu (1977) entre otros de las relaciones micro-macro o habitus-carojpo para poder dar cuenta de los fenómenos sociales. Bajo nuestro punto de vista, su ventaja reside en su empirismo y dualidad (Breiger, 1974), ya que podemos estudiar simultáneamente fenómenos micro (las interacciones) y fenómenos meso (las estructuras locales en las que éstas se hallan inmersas, incluidas las instituciones).
1 Esta cuestión es tratada con detalle en Petrizzo & Maya, 2004.
Diferentes fenómenos meso pueden ser estudiados desde esta perspectiva: las «comunidades», el «clientelismo» y los «nuevos movimientos sociales», por ejemplo. Naturalmente, nuestra perspectiva se añade a otras muchas posibles. La diferencia reside en tomar las interacciones sociales como punto de partida para identificar empíricamente estructuras en las que éstas se hayan insertas (Lozares, 2003). Estudiar las redes personales es pues, desde el punto de vista de la
teoría social, relevante. Además, las redes personales son especialmente importantes en el siglo XXL
En un momento en el que el capitalismo flexible (Castells, 1996) sigue avanzando en su mercantilización de todas las esferas de la vida social, incluidas por supuesto las relaciones personales, florecen las «comunidades» por doquier, las «étnicas», las «transnacionales», las «cibernéticas», las «académicas», las «instantáneas» ... Por supuesto, la individualización de la vida social y la aparición de comunidades especializadas y parciales, son fenómenos relacionados.
Barry Wellman (2001) ha llamado a esta forma de sociedad, después de décadas de estudio de la volución de las relaciones personales, «Networked Individualism», o «Personalized Networking», algo así como «individualismo conectado».
Es decir, el individuo y no el lugar, la familia o el grupo, ha pasado a ser el centro de las comunicaciones y de la vida social. Este individuo participa en una variedad de «comunidades» con las que tiene un compromiso variable y parcial, en modo alguno completo o absorbente como supuestamente ocurría en la «Comunidad» a la que hacía referencia Tonnies (1887) cuando la oponía a la «Asociación» urbana, o Robert Redfield (1960) con la «Pequeña Comunidad» campesina opuesta a la sociedad dominante, también urbana. Estas comunicaciones, ya sean cara a cara o mediadas por diferentes dispositivos (ordenadores, teléfonos -móviles o no) y programas (correo electrónico, chats, fórums, mensajería instantánea, blogs, SMS, etc.), se apoyan mutuamente, contribuyendo al mantenimiento y desarrollo de una red personal compuesta de relaciones soportadas por una variedad de medios (Wellman y Gulia, 1999).
Por último, el estudio de las redes personales nos puede permitir avanzar definitivamente en la comprensión de fenómenos tan relevantes hoy día como la identidad y los discursos étnicos (Molina y Aguilar, 2004; de Federico, 2004), las redes de apoyo de los inmigrantes (Maya Jariego et. al, 1999) y, por supuesto, todos los temas relacionados con la salud, el capital social y el desarrollo comunitario, entre otros.
En este trabajo nos proponemos realizar un compendio, forzosamente limitado y provisional, de la investigación realizada en este campo. Para ello estudiaremos en primer lugar las diferentes tradiciones existentes dentro de la perspectiva egocéntrica (ver infra). Estas tradiciones empiezan en la Escuela de Manchester y llegan hasta una parte de los estudios centrados en el capital social,
especialmente la impulsada por Nan Lin (2001). El segundo lugar intentaremos
sistematizar los principales hallazgos en el campo de las redes personales atendiendo a seis dimensiones: tamaño, composición, tipos de relaciones, contenido
de las relaciones, estructura y dinámica. En tercer lugar, recogeremos las principales conclusiones de la rica tradición de estudios centrados en analizar la fiabilidad y exactitud de las relaciones sociales recordadas, es decir, los sesgos sistemáticos que se producen cuando los informantes nos explican sus relaciones
sociales. Dado que los informes de los egos sobre sus propias relaciones y sobre
las relaciones de las personas de su red son la principal fuente de información
utilizada, entendemos que esta información es de enorme interés. En cuarto lugar, presentaremos la propuesta de Chris McCarty (2002) para recoger y analizar
la estructura de la redes personales con la ayuda del programa Egonet^. Entendemos que esta propuesta nos permite avanzar en el estudio de las redes personales de una forma nueva y penetrante, al tiempo que hace viable la recolección
de datos de otra forma muy difíciles de obtener. Por último, reservamos el quinto apartado para reflexionar sobre las alternativas disponibles para la integración
de los niveles micro y meso en el análisis de la realidad social.
2. LAS TRADICIONES SOCIOCÉNTRICA Y EGOCÉNTRICA
De la literatura de análisis de redes sociales (ARS, Cf. Ilustración 1) pueden
derivarse dos aproximaciones distintas: la sociocéntrica y la egocéntrica (McCarty 2002a). Estas perspectivas pueden remontarse hasta Simmel (1922) y
Moreno (1934) para la primera y posiblemente Bott (1955) y Epstein (1961) para
la segunda \ La aproximación sociocéntrica es bien conocida: explica las propiedades de un grupo de conexiones existentes entre un grupo de nodos definidos
previamente tanto por un criterio realista (por la existencia de una entidad social
preexistente, un equipo de fútbol, una clase, una organización) como por un criterio nominalista (introducido por el investigador, Laumann, 1983). La aproximación egocéntrica, en cambio, parte de las conexiones que se pueden trazar a
partir de un ego dado. En el caso de Bott, el punto de anclaje (el «ego», en este
caso) eran las unidades domésticas de parejas inglesas; en el caso de Epstein era
un individuo, un informante africano varón saludando personas pertenecientes a
diferentes grupos étnicos en una ciudad de la antigua Rodhesia. Con algunas excepciones (Molina et. al, 2001) este último sentido es el normalmente utilizado
en las «redes egocéntricas», expresión actualmente intercambiable con la de «redes personales» (Lonkila 1998).
^ http://survey.bebr.ufl.edu/EgoNet/index.shtinl
' Radcliffe Brown (1940) y Bames (1954) quienes inventaron el término «red social» , estaban
más interesados en la estructura global de la sociedad o una colectividad que en las características
de las redes personales.
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