Italia debate la reapertura del país mientras crecen los temores por los efectos económicos del coronavirus: “La crisis va a durar muchos años"
Según los críticos, el Gobierno se está quedando atrás con respecto a las estrategias para levantar el aislamiento nacional y reactivar la economía. Las cifras de pobreza y desempleo se están disparando y el malestar social crece
5 de abril de 2020
En su hora más oscura desde la Segunda Guerra Mundial, Italia se interroga sobre su futuro. En momentos en que los últimos datos oficiales sugieren que el país más golpeado del mundo por el coronavirus está cerca del pico de contagios, comenzó el debate sobre la “Fase 2”, la reapertura parcial del las actividades tras el cierre total dispuesto para contener el brote el pasado 9 de marzo.
Las consecuencias económicas de esa decisión son aterradoras: según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el país perderá al 2% del PBI por cada mes de cierre, una caída que la patronal italiana estimó en el 0,75% del PBI por semana. El desplome será del 10% en los primeros 6 meses, según los mismos datos.
Los críticos advierten que el gobierno se está quedando atrás con respecto a las estrategias para levantar el aislamiento nacional y reactivar la economía. Las cifras de pobreza y desempleo se están disparando y el malestar social crece.
Según una encuesta de la consultora SWG, la preocupación de perder el trabajo ya es mayor a la de contagiarse de COVID-19. El 60% de los italianos cree que deberá utilizar sus ahorros para hacer frente a los gastos, el 40% podría tener dificultad para pagar hipotecas, alquileres e impuestos y el 30% dijo que podría necesitar un préstamo. En el país que reaccionó al encierro con cantos desde los balcones, ya nadie tiene ganas de cantar.
Las incógnitas de la "Fase 2”
El viernes, el primer ministro Giuseppe Conte anunció al país la prórroga de las restricciones hasta el 13 de abril, aunque no descartó futuras prórrogas . Una vez que los contagios empiecen a disminuir, dijo Conte, iniciará la “Fase 2”, de la “convivencia con el virus”, que permitirá aflojar las medidas de forma gradual, para luego llegar a la última “Fase 3”, la “recuperación de la vida laboral y social” en Italia.
No obstante, no detalló cómo será esta apertura, ni cómo se está planificando.
Para los críticos, el gobierno está limitándose a ganar tiempo a la espera de una vacuna o un antiviral eficaz. La “fase 2”, advierten, podría tomarlo tan desprevenido como lo hizo el virus hace más de un mes.
“Los ojos de todos están puestos en alto, hacia el pico de contagio, y nosotros parecemos incapaces de levantarnos sobre las puntas de los pies para mirar más allá”, escribió Paolo Giordano, un reconocido escritor y científico italiano, en un ensayo en el Corriere della Sera. “Mientras nos quedamos quietos y recluidos alguien debería aclararnos las reglas de la fase siguiente”.
Plan creíble
El gobierno necesita “un plan creíble que revoque el cierre muy pronto, a la vez que garantice la seguridad de los trabajadores, incluso si el virus aún está presente”, dijo Paul Romer, el economista ganador del Premio Nobel de Economía en 2018, en una entrevista con el periódico Il Fatto Quotidiano. Romer instó a llevar adelante “una política de aislamiento inteligente, lo que significa que las personas sean testeadas varias veces, una vez cada dos semanas”.
“La crisis va a durar muchos años. Es absolutamente imposible, además de profundamente equivocado, pensar en la emergencia de salud de los próximos 2 meses, sin pensar en la emergencia económica posterior de los próximos 3 años”, dijo por su parte Giovanni Cagnoli, presidente de Carisma SpA y fundador y ex CEO de la consultora Bain & Company Italia. “El precio de los errores y los retrasos no son solo las muertes por coronavirus, sino también los ahorros, las jubilaciones, los ingresos y el futuro de todo un país. Un precio terrible a pagar, enormemente más alto que las ya dramáticas muertes sufridas por nuestra comunidad”, escribió en Linkiesta este hombre de negocios, uno de los primeros en alertar sobre las consecuencias económicas de las medidas de aislamiento.
Son varios los expertos que advirtieron sobre los peligros de no definir una estrategia clara. 150 científicos pidieron en una carta abierta que las medidas de la “Fase 2” se centren en el uso de la tecnología para trazar los casos positivos con una derogación de las reglas de privacidad, el aislamiento de los positivos en hoteles, la obligación del uso de barbijos en los lugares públicos y testeos masivos para determinar quiénes tienen anticuerpos y pueden retomar sus actividades.
“No está permitido equivocarse”, escribieron. “Las decisiones que las instituciones tomen ahora van a tener repercusiones durante muchos años”.
Entre las hipótesis que están examinando los técnicos del Comité Científico Técnico que asesora al gobierno está la posible reapertura de aquellas empresas o actividades de producción que puedan garantizar el respeto del distanciamiento social. También se evalúa la posibilidad de una apertura basada en la edad. Es el llamado “modelo israelí”, que prevé el fin de la cuarentena para los sujetos más fuertes, como los jóvenes, ya que los datos muestran un riesgo bajo —una mortalidad menor al 1%— para las personas de hasta 50 años de edad.
Un problema: datos poco confiables
Otro de los problemas que entorpece la capacidad de decisión del gobierno es la poca fiabilidad de los datos oficiales. Lejos de ser un caso de censura similar al que ocurrió en China, los datos que la Protección Civil brinda en su boletín diario se ven distorsionados por el bajo número de pruebas realizadas, debido a que el test se hace sólo a personas con síntomas visibles y según criterios diferentes en cada región.
Varios expertos y estudios concuerdan en que los casos positivos son muchos más que los 124 mil reportados hasta el sábado. Un estudio estadístico realizado por un grupo de investigadores italianos, publicado en el archivo de Cold Spring Harbor Laboratory (CSHL), el editor BMJ y la Universidad de Yale, calificó de “particularmente poco fiable” el número de contagios diarios informado por la Protección Civil. Según estos especialistas, el 25 de marzo había entre 670 mil y 3,3 millones de contagiados con COVID-19 en el país.
Otro estudio, del Imperial College de Londres, estimó que al 28 de marzo los contagiados podían ser 5,9 millones, un 9,8 por ciento de la población de 60 millones de habitantes.
Hasta el número de muertes —más de 15 mil hasta el sábado— parece estar subestimado, según se desprende de la comparación entre los datos de las muertes registrados por el ente estadístico oficial (ISTAT) con el mismo mes del año anterior. En algunas zonas especialmente golpeadas, como las provincias de Bérgamo y Brescia, el número de muertes llegó a ser cuatro veces mayor al del año anterior, por encima de los datos oficiales de fallecidos por coronavirus.
La importancia de tener datos más confiables hizo que Italia comenzara una serie de análisis de sangre para identificar rápidamente quién tiene el virus y quién ya tiene los anticuerpos. No obstante, estos testeos aún se encuentran en una fase de prueba.
“Este estudio y la reapertura no están conectados. Siempre le hemos dicho al Gobierno que la evolución de la curva epidémica debe evaluarse cada 15 días. Y por lo tanto, la reapertura está condicionada por la curva, que actualmente se dirige hacia un aplanamiento", dijo Walter Ricciardi, el representante italiano de la Organización Mundial de Sanidad y consultor del ministerio de Salud.
El virus no desaparecerá
Así, Italia vive una situación paradójica: si por un lado se vislumbran algunas buenas noticias, como la tendencia de ligero descenso en la curva de contagios, el menor número de muertes en 9 días y la disminución de los pacientes en cuidados intensivos, los técnicos que asesoran el gobierno temen que hablar demasiado pronto de una “Fase 2” pueda aumentar los riesgos de una recaída.
El jefe de la Protección Civil italiana consideró que el cierre del país debe durar al menos hasta el 2 mayo y que su apertura deberá ser gradual, a partir del día 16 de ese mes, mientras Giovanni Rezza, el jefe de enfermedades infecciosas del Instituto Superior de Salud, advirtió de la necesidad de insistir en las medidas de restricción social, como el confinamiento, sin las cuales las víctimas se habrían seguramente multiplicado.
“Sin medidas, en seis meses habríamos tenido la inmunidad colectiva, pero con un gran número de muertes y de afectados”, sostuvo. Y agregó: “No nos engañemos, el virus no desaparecerá”.
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