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lunes, 27 de julio de 2015

El utilitarismo de Bentham y de Stuart Mill

 La ética utilitarista es una de las filosofías morales más importantes del siglo XIX. Antes de explicarla, observamos que pasamos de la Edad Moderna (de los siglos XV al XVIII) a la Edad Contemporánea.
Al igual que las dos éticas anteriores se puede incluir el utilitarismo en las "éticas de la conciencia". El utilitarismo es heredero directo de la ética de Hume y de los filósofos empiristas. Ya vimos cómo Hume ya usó el término "utilidad". Los utilitaristas, como su propio nombre indica, hablan de la "utilidad" de aquello que da "placer". Todos los seres humanos buscan "placer" en sus actividades de un modo u otro. Los utilitaristas consideran que una acción será tanto más benigna moralmente cuanto más placer genere a la mayor cantidad posible de gente. Hay que tener en cuenta el contexto histórico en el que se da el utilitarismo y la pertinencia social del mismo. Europa está cambiando del antiguo régimen de poderes absolutos y sociedades jerarquizadas a regímenes más o menos democráticos en los que se defiende el liberalismo político y económico. El utilitarismo es una corriente ética muy unida a este liberalismo. Las sociedades quieren más libertad, desean romper las barreras sociales del antiguo régimen, contemplan mayor movilidad social y bienestar para toda la población. Un tema interesante, que rebasa nuestra intención aquí, es el de ver cómo este liberalismo creará nuevas barreras sociales ligadas a una economía ultracapitalista y precisará de la reacción de movimientos reivindicativos de los trabajadores, como es el caso del socialismo.

 En todo caso, el utilitarismo en su raíz está inspirado por un ideal de bienestar social: a través de condiciones de vida dignas para todos los ciudadanos y del fomento de las libertades. Lo vamos a ver en sus dos representantes más señeros: Jeremy Bentham y John Stuart Mill.
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 Jeremy Bentham (1748-1832) fue un afamado filósofo, jurista y político inglés. En su consideración de la utilidad del placer subrayó la importancia de la imparcialidad para considerar a todo ser humano como ser a tener en cuenta en su búsqueda de placer. Esto es algo que rompía con el tradicionalismo clasista de las sociedades antiguas. Significaba que una sociedad no ha de valorar como superior el placer de una persona por ser aristócrata, o por ser más adinerado que otra persona no aristócrata o con poco dinero. Entre sus obras destacamos "Introducción a los principios de la moral y de la legislación".

 Entonces, lo bueno moralmente sería buscar aquello que diera mayor placer a la mayor cantidad de gente sin importar su extracción social. Para ello Bentham ideó una serie de reglas de cálculo de placeres. Esto a simple vista es fácil de entender y es muy conciliable con la mentalidad democrática actual. No obstante, surgieron problemas con este cálculo: primero, cómo calcular el grado de placer de cada individuo de modo cabal, siendo como es la vivencia del placer algo tan personal, tan subjetivo, y cómo "sumar" experiencias que, al ser tan personales, son dificilmente equiparables. Otro problema importante era el relacionado con la posible calidad de los tipos de placeres; aunque Bentham no se pronunció sobre ello parecía claro que aún considerando valioso por igual el placer de todas las personas, sin distingos de clases, los seres humanos culturalmente dan más valor social y/o moral a unos placeres que a otros, por tanto tal vez debería hacerse una clasificación lo más objetiva posible de calidades morales de los distintos tipos de placeres.

 En la solución de este problema de las calidades de los placeres destacó el utilitarista John Stuart Mill (1806-1873), filósofo, político y economista inglés. Stuart Mill recogió la teoría de Bentham, la estudió y la complementó con aportaciones originales. Una de sus obras más importantes se titula precisamente "Utilitarismo". Hay una frase de Stuart Mill que se ha hecho famosa: "Prefiero ser un Sócrates insatisfecho antes que un cerdo satisfecho", lo que, de modo muy expresivo, viene a querer decir que no todo placer es deseable ni personal ni colectivamente. En el cálculo de placeres además de tener en cuenta a la sociedad en su totalidad hay que tener en cuenta la pertinencia moral de la calidad del placer. Claro, que para ello, como dijo Stuart Mill, los miembros de la sociedad han de estar bien informados, bien instruidos y educados, y sin imposiciones, desde la libertad como valor importante, han de poder descubrir y elegir aquellos placeres de más valor, que les realizarán más como personas tanto a nivel individual, buscándolos individualmente, como a nivel colectivo, fomentándolos solidariamente.

En el siglo actual el utilitarismo está muy presente, a través de corrientes éticas y filosóficas estrechamente relacionadas, como son el neoutilitarismo, o el pragmatismo (cuyo origen filosófico está en el siglo XIX, particularmente en Estados Unidos).

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