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martes, 14 de marzo de 2023

 

Estado del Bienestar. Presupuestos éticos y políticos, El

  • Autores: María Esther Gómez de Pedro
  • Directores de la Tesis: José María Alsina Roca (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universitat de Barcelona ( España ) en 2003
  • Idioma: español
    • Tesis en acceso abierto en: TDX
  • Resumen
    • Para comprender el Estado del Bienestar nos remontamos a sus precedentes en los siglos XVII y XVIII. Esta regresión se completa con el estudio de la configuración y el avance de la noción de bienestar, indisolublemente ligada a la de felicidad.

      En el primer capítulo ("Bienestar y felicidad") se confrontan las corrientes filosóficas aristotélica y utilitarista. Para Aristóteles la felicidad superior radica en la actividad contemplativa del hombre, posible dentro de una vida buena, en la que el placer es mero acompañante, y los recursos materiales son medios y no fines. Para Bentham, consiste en el goce del placer y la huida del dolor. Mientras que en la ética aristotélica el bienestar es un medio, en la utilitarista casi llega a identificarse con el placer y la felicidad.

      En el segundo capítulo ("El Estado protector moderno, seguridad y bienestar para el individuo") estudiamos las raíces políticas del Estado del Bienestar. El Estado moderno se caracteriza por asegurar la paz, la vida de sus ciudadanos y su propiedad y por orientarse a su bienestar. La sociedad es vista como un pacto comercial entre productores y consumidores. Esto convierte la caridad en un contrato subordinado al derecho. Este Estado aparece como el juez y la autoridad moral última, y su criterio de actuación es la utilidad y un dominio total. Todo esto culmina en una propuesta de ampliación de las funciones del Estado.

      Los principales hitos en la aparición de los Estados del Bienestar los recorremos en el capítulo tercero. La publicación del Manifiesto de Eisenach influye en la legislación bismarckiana del XIX, con las tres primeras leyes sociales de protección de los trabajadores. En entreguerras Herman Heller defiende el Estado social de Derecho. Keynes propone una acción estatal intervencionista que propicie un crecimiento económico y la creación de empleos. Gran Bretaña ve los Informes Beveridge como la justificación definitiva de un compromiso estatal por la seguridad ciudadana con la pretensión de acabar con la pobreza. Roosevelt promueve el New Deal norteamericano y las primeras leyes sociales en los Estados Unidos. De nuevo se propone abiertamente acabar con la necesidad.

      Esta prehistoria desemboca, gracias a un crecimiento económico sostenido y una fuerte estabilidad política, en la Instauración de los Estados del Bienestar, apoyada por un discurso político y filosófico que habla de la igualdad social y del derecho al bienestar.

      Los presupuestos del Estado del Bienestar serían los siguientes: dominio de la visión hedonista, que confunde felicidad y placer y de la Filosofía utilitarista; su antropología nace y se orienta al individualismo; pérdida del bien común y su sustitución por el bienestar; estatismo radical frente al individuo dependiente y con menos responsabilidad social; es la institución moral por excelencia; se propone acabar con la necesidad humana pretendiendo sustituir la incertidumbre religiosa por la providencia estatal; y se asienta en una sociedad concebida como un mercado.

      A la luz de estos presupuestos, se ilumina la crisis del Estado del Bienestar, que surge de ellos. Se han ofrecido tres explicaciones de la crisis: una económica por la crisis fiscal generada por el incremento continuo del gasto social-, otra estructural y sistémica por el exceso de funciones asumidas por el sistema político que lo convierten en una realidad irreversible- y una política y social sobrecarga de funciones, fallos del sector público, pérdida del tejido social y acentuación del individualismo. Del análisis de la crisis junto al movimiento de resituación a que dio lugar se ocupa el quinto capítulo, que acaba considerando las propuestas de futuro y algunas reflexiones en torno a la dignidad de la persona humana y a la finalidad de la actividad política.

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