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viernes, 26 de agosto de 2022

Ingreso y desigualdad: la Hipótesis de Kuznets en el caso Boliviano

Vol. 38 (Nº 31) Año 2017. Pág. 23

REVISTA ESPACIOS

Vol. 38 (Nº 31) Año 2017. Pág. 23

 Ingreso y desigualdad: la Hipótesis de Kuznets en el caso Boliviano 

Income and inequality: the hypothesis of Kuznets in the Bolivian case 

Jorge Zoilo MEDINA GUTIÉRREZ 1; 

Víctor Dante AYAVIRI NINA 2 

Recibido: 27/01/2017 

• Aprobado: 03/03/2017 

Contenido 

1. Introducción 

2. Aspectos teóricos 

3. Metodología 

4. Resultados 

5. Conclusiones 

Referencias bibliográficas 

Anexos 

RESUMEN: 

El presente trabajo de investigación tiene como propósito estimar los índices de desigualdad de Gini y Theil que permiten caracterizar las diferencias de la distribución del ingreso en las regiones del área urbano y rural en Bolivia; asimismo, se contrasta aunque exploratoriamente el cumplimiento de la Hipótesis de Kuznets. En tal sentido, las estimaciones realizadas en el estudio se efectúan con información de la base de datos de la encuesta de hogares 2014 del Instituto Nacional de Estadística y la aplicación de técnicas estadísticas. Los resultados evidencian ciertas contradicciones en el cumplimiento de la Hipótesis de Kuznets para el caso Boliviano. 

Palabras clave Distribución del ingreso, Desigualdad, Índice de Gini, Índice de Theil, hipótesis de Kuznets. 

ABSTRACT: 

The aim of this paper is to estimate Gini and Theil inequality indices; thus, show income distribution differences in the urban and rural areas of Bolivia; likewise, Kuznets hypothesis fulfillment is compared for information needs. In this sense, estimates made in this study consider households survey data collected by the National Statistics Institute in 2014. Results show some contradictions in the fulfillment of Kuznets Hypothesis in the Bolivian case. 

Key words Income distribution, inequality, Gini index, Theil index, Kuznets hypothesis. 

1. Introducción 

El estudio respecto de la relación entre el crecimiento económico y la inequidad en la distribución de la renta tiene su inicio en el campo de la investigación económica en la década de los cincuenta (Ahluwalia, 1976; Alesina y Rodrik, 1994; Barro, 2000; Galindo, 2002; Álvarez, 2007; Núñez, 2016). Al respecto, Araujo y Cabral (2015:131) señalan que “en 1955, Simon Kuznets elaboró un referencial teórico con base en el análisis del proceso de cambio de las economías agrícolas para las economías industriales en Inglaterra, Alemania y en los países del Reino Unido. Esta teoría asegura que el proceso de desarrollo económico debía resultar en un periodo inicial de concentración de la renta en el instante en que la migración de personas y recursos pasase de la agricultura a las áreas urbanas e industrializadas. Sin embargo, esa tendencia se revertiría en la medida que el proceso de migración fuese atenuado”. Así, el crecimiento económico dista sin embargo de ser la única y más precisa medida de bienestar. En su obra clásica, Kuznets (1955) observa que durante los períodos en que aumenta el ingreso de los hogares, tiende a reducirse la desigualdad en su distribución. Las principales causas enunciadas por el autor para explicar este fenómeno son la industrialización y la urbanización. Kuznets afirma además que esta relación de naturaleza esencialmente dinámica, se puede observar en un instante del tiempo entre países con distintos niveles de desarrollo económico. Asociada a la curva con forma de U invertida, se habla en la literatura de una convergencia que resultaría de una redistribución estimulada por el crecimiento. Esta noción de convergencia, que en adelante se notará microeconómica, se diferencia de la macroeconómica, en la medida en que va más allá de las diferencias en el nivel agregado de ingreso y tiene en cuenta su distribución al interior de un país o de una región. Podría decirse que se trata de una convergencia en desarrollo, citado en Bonilla (2008:3). 


Transcurrieron más de sesenta años desde la publicación del trabajo de investigación de Kuznets y en este período hasta la actualidad se han desarrollado diversas investigaciones en diversos ámbitos (Bigarani et al., 2016; Morel et al., 2016; Díaz-Vázquez y Cancelo, 2010); pero más orientados al estudio de la relación entre el crecimiento económico y la desigualdad en la distribución del ingreso; no obstante, los resultados son controversiales e invitan al debate (Ahluwalia, 1976; Currie, 1993; North, 1998; Deininger, 1997; Sánchez-Robles y Bengoa, 2001; Bandrés, 2003; Ramos, 2009; Roesler, 2010; Coatsworth, 2012; Frasqueri, 2014; Salama, 2015; Sánchez, 2016; Ayala, 2016; Núñez, 2016). Autores como Sepúlveda et al., (2010:5) señalan que la literatura que explica la relación entre crecimiento económico y distribución del ingreso es diversa y contradictoria, es decir, no existe consenso sobre los efectos entre crecimiento y distribución, quienes están a favor de alcanzar altos niveles de crecimiento económico y mejoras en los procesos productivos, se benefician con una mayor inequidad en la distribución, en tanto quienes la abordan desde el componente político y social, estimulan una mayor distribución para generar un mayor consumo y por tanto, mayor crecimiento económico. En el mismo sentido, Sánchez (2006), Fields (1995), Casino (1999) señalan que existe una amplia gama de líneas de investigación a partir de la propuesta seminal de Kuznets, la cual no se puede considerar una ley, sino una hipótesis que ha de verificarse en cada país en particular y en periodos específicos. No obstante, a partir de los modelos iniciales de inspiración neoclásica de los años cincuenta, se derivaron estrategias prácticas establecidas en los planes de desarrollo económico orientadas a fortalecer el proceso de industrialización y urbanización, con lo cual se incrementaría la productividad marginal de los factores, en el supuesto de la movilidad de la mano de obra del campo a las ciudades y su inserción al mercado laboral; a su vez, el reforzamiento de nodos urbanos dinámicos modernos, industrializados y con aplicación de innovaciones tecnológicas propiciaría la difusión del crecimiento hacia sus áreas de influencia, la mayoría tradicionales, atrasadas, rurales y pobres. 

En el contexto regional, en América Latina también las investigaciones realizadas coinciden, que América Latina es una de las regiones con mayor desigualdad en los ingresos en el mundo (Sánchez-Robles, 2001; Gangas, 2003; Carrera y Antón, 2006; Prats i Catalá, 2006; Coatsworth, 2012; Frasqueri y Ruiz, 2014; Del Campo y Álvaro, 2014; Salama, 2015; Núñez, 2016). Al respecto Accinelli y Salas (2010:22) afirman que, quizás sea la desigualdad en la distribución de la riqueza el problema más comúnmente observable en los países de la región. En los últimos años, (desde el 2002 a la fecha), esta no ha empeorado pero tampoco ha mejorado lo suficiente. De tal manera que la desigualdad continua siendo muy alta y manteniéndose como un desafío para los diseñadores de políticas económicas y para la consolidación de los logros alcanzados. Por otro lado, las dificultades de generar empleo persisten y en algunos países la tasa de desempleo aumenta. Además se debe destacar que gran parte de la población ocupada percibe un salario mínimo que en muchos países está por debajo de la línea de pobreza, por otra parte, el empleo disponible no es en su mayor parte de buena calidad. 

Análogamente, Medina y Galván (2008:7) afirman que la elevada inequidad distributiva constituye un rasgo particular de la realidad de América Latina, y se ha vuelto habitual afirmar que en esta región del mundo se observan los niveles más agudos en la concentración del ingreso (Persson y Tabellini, 1994; Perotti, 1996). Por su parte, Alejo (2012) señala que un hecho estilizado en los países de América Latina es que los indicadores de desigualdad han cambiado su tendencia en la última década. Varios documentos publicados por distintos organismos de investigación registran este cambio distributivo en la mayoría de los países de la región (CEPAL 2006, Gasparini et al. 2010). Morley (2000:15) expresa que desde el punto de vista empírico, los críticos parecen tener razón. Desde 1980, la distribución del ingreso ha empeorado en América Latina. No cabe duda que parte de ello se debe a las recesiones de los años ochenta. Sin embargo, según estudios recientes por ejemplo, Londoño y Székely, (1997), la desigualdad mejoró muy poco en los años noventa, década en que las economías latinoamericanas se recuperaron de sus recesiones previas. Existe consenso en que la distribución se ha mantenido más o menos igual o incluso ha empeorado ligeramente desde 1990 (Prats i Catalá, 2006; Carlino, 2004; Del Campo y Álvaro, 2014; Ross et al., 1995; Carrera y Antón, 2006; Gangas, 2003; Roesler, 2010; Salama, 2015). 

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2014:99), en el período 2008 – 2013 la tendencia a la disminución de la desigualdad en la distribución de los ingresos es significativa sobre todo en el Estado Plurinacional de Bolivia, el Uruguay, la Argentina, el Brasil, México y Colombia; a pesar de ello, no deja de ser un tema de constante inquietud para la política económica en Bolivia. En cuanto a la literatura económica de Bolivia es limitado los trabajos de investigación que exploran la contrastación de la hipótesis de Kuznets; sin embargo, en el último tiempo se incrementó los estudios relacionados con la desigualdad de los ingresos; en sentido, las investigaciones sobre la desigualdad en Bolivia han cobrado creciente interés, “en parte por la mayor disponibilidad de datos en encuestas de hogares y la influencia de trabajos sobre la desigualdad en América Latina, particularmente los elaborados por Londoño y Székely (1996), Birdsall (1997), BID (1999). 

En Bolivia también se desarrollaron varios documentos sobre la desigualdad, destacamos los de Fields, et. al. (1996), Mejía y Vos (1997) y más recientemente Anderssen (2001), sin embargo, pocos pusieron énfasis en la desigualdad de ingresos en áreas rurales, las excepciones son los estudios de INE, Bureau of the Census y USAID (1992), y World Bank (1996), que incorporaron ingresos rurales para el análisis de las condiciones de vida” (Jiménez y Lizárraga, 2003:28). En Bolivia se realizaron diversos estudios que estiman diferentes índices para analizar la distribución de los ingresos a través del índice Gini, (Jiménez y Lizárraga, 2003; Vilema, 2008; Macías, 2010), pero que todavía existen algunos vacíos en su estimación. Es en este contexto, el objetivo de la presente investigación es estimar y caracterizar la desigualdad de los ingresos de los hogares empleando la razón de deciles, las curvas de Lorenz, el coeficiente de Gini y el índice de Theil para los nueve departamentos de Bolivia en el área urbana y rural; también se estima el coeficiente de Gini para 77 provincias; también es contrastar de manera exploratoria el cumplimiento de la hipótesis de Kuznets en la economía Boliviana. 

La estructura del trabajo enmarca antecedentes relacionados con evidencia empírica de la distribución de ingreso en América Latina y Bolivia; así como también acerca de la hipótesis de Kuznets; luego se presenta algunos elementos teóricos conceptuales relacionados con índices que permiten medir la desigualdad de los ingresos de los hogares; después se estima el coeficiente de Gini y el índice de Theil total, urbano y rural para Bolivia y los nueve departamentos, también se grafican las curvas de Lorenz correspondiente para cada Gini estimado. Por otra parte, se presentan diagramas de dispersión ajustadas a una línea de tendencia polinómica de segundo orden para evidenciar el cumplimiento de la hipótesis de Kuznets. 

2. Aspectos teóricos 

En el contexto de la literatura internacional el aporte teórico y empírico de Simon Kuznets se constituye como uno de los trabajo de investigación pionero, Ochoa (Citado en Fernández y Katerine, 2012:7) indica que dicho autor sostiene que la distribución del ingreso en la mayor parte de los países que experimentan un crecimiento económico rápido, tiene como característica el seguimiento de una fluctuación secular. Es decir, la desigualdad tiende a aumentar durante las primeras etapas del desarrollo y a disminuir en etapas posteriores, siguiendo una curva en forma de U invertida. Para el caso de los países que hoy se encuentran en proceso de desarrollo, Kuznets estableció que la forma de la curva podría ser más aguda que para aquellos que se desarrollaron primero. 

Al respecto, Amarante y Melo (2004:4) señalan que Kuznets ahondó en la incidencia del crecimiento sobre la distribución del ingreso. Basándose en los trabajos de Lewis (1954), el autor argumentó que en el proceso de desarrollo de una economía el factor productivo trabajo se mueve desde los sectores de menor productividad hacia los de mayor productividad. Los sectores de menor productividad (agrícola) tienen menor ingreso per cápita y menor desigualdad, mientras que los sectores de mayor productividad (industrial) tienen mayores niveles de ingreso per cápita y mayor nivel de desigualdad. La desigualdad agregada es la combinación de la desigualdad de estos dos sectores. Kuznets utiliza como indicador de desigualdad la participación en el ingreso de los distintos percentiles de la población. Si la desigualdad entre estos dos sectores es mayor que la desigualdad al interior de cada sector, durante el proceso de crecimiento económico (que implica el pasaje de población del sector agrícola al sector industrial) la desigualdad agregada inicialmente crece a medida que las personas se mueven desde el sector de baja productividad al de alta productividad y se incrementa su ingreso per cápita. En las siguientes etapas del proceso de desarrollo, el tamaño del sector de baja productividad disminuye, lo que conduce al incremento de sus salarios relativos, y por otro lado, más trabajadores tienen acceso a los mayores niveles de ingreso per cápita del sector de alta productividad. Esto conduce a que en esta etapa, la relación entre el producto per cápita y la desigualdad sea negativa. Kuznets no formalizó una teoría sobre esta relación sino que estableció un argumento que más tarde fue formalizado por otros autores. 

Otros autores en cambio, como Alejo (2012:7), menciona que la conjetura de Kuznets propone que existe una relación de U invertida entre el nivel de desigualdad y el desarrollo económico, es decir plantea que en la proceso económico de un país o región existe una primera etapa de subdesarrollo en la cual la desigualdad de ingresos es baja, luego una etapa posterior de crecimiento en donde surge una mayor tensión distributiva para finalmente pasar al desarrollo económico con mejoras en la equidad. Simon Kuznets (1955) ejemplificó esta regularidad empírica con datos para el Reino Unido, los Estados Unidos, Puerto Rico, India y Ceylan; también Gonzales (1998) afirma que Kaldor (1956) análogamente que Kuznets expone que la desigualdad probablemente estuviese asociada con un mayor crecimiento económico debido a que un nivel alto de ahorro es necesario para incrementar la inversión, la concentración del ingreso en el grupo superior de la población cuya propensión marginal a ahorrar es más alta que el resto, es benéfica para el crecimiento. 

En la década de los setenta también se escribió acerca de la relación entre desigualdad y el ingreso, Ahluwalia (1976) en su investigación desigualdad, pobreza y desarrollo concluye que “existe un fuerte apoyo a la proposición de que la desigualdad relativa aumenta sustancialmente en las primeras etapas de desarrollo, con una inversión de esta tendencia en las etapas posteriores. Esta proposición se mantiene independientemente de restringimos el muestrear a los países en desarrollo o ampliar para incluir a los países desarrollados. Además, parece que el proceso es más prolongado para la Grupo más pobre. De acuerdo a Fuii (1993:230) concluye que uno de los factores de primera importancia que determina el perfil de la distribución del ingreso son las diferencias inter e intrasectoriales de productividad. Tanto antecedentes empíricos como el análisis de los procesos de desarrollo económico señalan que el crecimiento moderno es un proceso desequilibrado en el cual, en ciertas fases, determinados sectores y actividades se adelantan respecto a otros, apareciendo diferencias de productividades y, por lo tanto, en los ingresos de la población localizada en cada uno de ellos. En los países hoy desarrollados fue la industria la que se adelantó con respecto a la agricultura. En los periféricos, los sectores ligados a la exportación alcanzan niveles relativamente elevados de productividad. Por lo tanto, en unos cuanto en otros puede esperarse que se dé la fase concentradora en la distribución del ingreso planteada por Kuznets. 

Asimismo, Alesina y Rodrik (1994) en su estudio acerca de la política distributiva y crecimiento económico señalan que las democracias con una distribución desigual de la riqueza deberían mostrar un menor crecimiento que las democracias con recursos equitativamente mejor distribuidos. Esto se debe a que mayoritariamente la clase obrera con poco capital votaría por altos impuestos sobre el capital (…). Por otro lado, los gobiernos "populistas" no democráticos deben experimentar baja en el crecimiento e implementar programas redistributivos de "capitalistas" a "trabajadores". Asimismo los autores afirman que las democracias con menos desigualdad crecen más rápido. Más específicamente, indican que una redistribución del ingreso del quintil más rico de población en favor de la clase media sería favorable para aumentar el crecimiento. 

Así también, Alesina y Perotti (1996) realizan un estudio con una muestra de 71 países, los resultados tienen implicaciones positivas y normativas, indican que “desde el punto de vista positivo sugieren un argumento que podría ayudar a explicar las diferentes inversiones y crecimiento en diferentes partes del mundo; afirman que, varios países del Sur de Asia oriental han tenido tasas de crecimiento muy altas en el período posterior a la segunda guerra mundial; después de la guerra, estos países tuvieron reformas agrarias que redujeron los ingresos y desigualdad de riqueza; además, y tal vez como resultado de esta reforma, estos países han sido relativamente estables políticamente, en comparación con otros países de América Latina; estos últimos, a su vez, han tenido una distribución de la renta mucho más desigual, más inestabilidad sociopolítica y menos crecimiento. Un ejemplo particularmente bueno de países asiáticos exitosos son los "cuatro dragones" (Hong Kong, Singapur, Corea y Taiwán), estos países han tenido mucha más estabilidad y mucho menos desigualdad que los países latinoamericanos, que tenían un PIB per cápita comparable en 1960. Asimismo, desde un punto de vista normativo los autores exponen resultados que tienen implicaciones en las políticas redistributivas, mediante el aumento de la carga tributaria en capitalistas e inversores, reduce la propensión a invertir. Sin embargo, las mismas políticas reducen las tensiones sociales y en consecuencia crea un clima sociopolítico más propicio para las actividades productivas y la acumulación de capital. Por tanto, la redistribución fiscal es un mecanismo que podría estimular el crecimiento económico; en tal sentido, el efecto neto de las políticas de redistribución en el crecimiento tiene que sopesar los costos de distorsión impositiva frente a los beneficios de la reducción de las tensiones sociales. 

3. Metodología 

Los aspectos metodológicos de la presente investigación contemplan los puntos descritos a continuación, los mismos permiten comprender y analizar el fenómeno de forma más precisa.

a) Índices de desigualdad de ingresos. Razón de deciles

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