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sábado, 16 de julio de 2022

El "individualismo metodológico" de Max Weber y las modernas teorías de la elección racional

 

El "individualismo metodológico" de Max Weber y las modernas teorías de la elección racional

 Luis Armando González

Presentación

 

La designación Teoría Política compone el conjunto de conocimientos que derivan de la preocupación por comprender al fenómeno político, entendido como aquella actividad humana que concierne a la vida en común –es decir, aquello que podemos entender como lo público-. A su vez -y en la medida en que efectivamente humana- esa vida en común no puede ser sino evaluada, se trata de un tipo de conocimiento sometido explícita o implícitamente a la siguiente premisa: el fenómeno político expresa y pone en movimiento una tensión inherente, que puede ser explicitada como la que acontece entre lo que es y lo que debe ser.  Dicho de otro modo, ¿acaso existe un teórico político que no se refiera de un modo u otro al tópico de la “ciudad perfecta”?

En tales términos entonces, la teoría política viene a ser una suerte de “enjuiciamiento crítico de la vida en común”. En vista de ello pretende responder a interrogantes tales como los siguientes: ¿debe prevalecer la fuerza, la razón, o el consentimiento en la vida en común? ¿Cuál de esas energías se orienta mejor hacia el tipo de vida que juzgamos más idóneo o mejor?

Como es de esperarse, estando la Teoría Política en encargo de tan compleja y multifacética situación, la evaluación de las ideas toma no sólo la forma de contactos o experiencias empíricas sino también la de un diálogo entre los reconocidos autores que conforman largos linajes de ideas; es decir, tradiciones de discurso. En este sentido, la teoría política es simultáneamente un modo de enfrentar –definir, conceptualizar, comprender-  fenómenos y también un modo de dialogar con la comunidad de quienes comparten esa empresa. Por supuesto, esto debe ser hecho con la precaución debida –y urgida por los “contextualistas” contemporáneos: los autores así reunidos pueden no tener las mismas referencias empíricas y es un hecho que nunca, o casi nunca, tienen el mismo horizonte de experiencia. Esto debe considerarse menos como un límite que como una precaución: así como enfrentan problemas prácticos y de coyuntura, los mismos autores creen que sus respuestas los trascienden.

Se entiende entonces que “hacer” Teoría Política sea una actividad frecuentemente referida en la historia intelectual; y, más precisamente, en la historia de las ideas políticas. Entonces, las variedades de la Teoría Política pueden discernirse según los diversos criterios de lectura que se practiquen, según los participantes invitados a la comunidad  lo que plantea el agudo problema del canon de lecturas. Piénsese en los debates que van desde la consideración de un autor como pensador político –por ejemplo, cabe preguntar ¿lo era Tucídides?- o bien como pensador –¿los autores fascistas son en verdad  “pensadores”?-, hasta los problemas de inclusión que se suscitan cuando se plantea que algunas obras de un autor no son pertinentes –como cuando se aduce que algunas obras de Marx no son suficientemente “marxistas”-.

La propuesta de esta asignatura es seguir esa madeja de ideas, ese diálogo, a partir de un encuadre de preguntas fundamentales y menos a partir de los cánones cronológicos usuales. A su vez, estas preguntas han sido seleccionadas  con especial consideración a los problemas de la “modernidad” política.

Por otra parte, esto último implica el tener en cuenta especialmente los conceptos e ideas cruciales que plantean o se hacen eco los autores; por ejemplo, el concepto “justicia”, o el concepto “libertad”. Es un hecho que la teoría política se compone de conceptos, entre los que conviene hacer una distinción básica. Por un lado, existen conceptos cuyo valor es “epistémico”; es decir, términos que se pretenden instrumentales para una investigación empírica, y que usualmente se evalúan de acuerdo a su provecho en esa empresa –es decir, su aptitud operacional y su capacidad para distinguir los fenómenos. Por otro lado, existen conceptos cargados de valor “normativo”; como por ejemplo, el concepto “justicia”.

Se trata de una distinción que aunque básica no deja de ser controversial. Se suele discutir la posibilidad de conceptos que, refiriéndose a la acción humana, puedan ser no-normativos. Leo Strauss supo afirmar que es imposible describir un campo de concentración sin conceptos normativos –tales como libertad y sumisión, etc-; y que si se lo hiciera nadie sabría que se trata de un campo de concentración.

Esa objeción de Strauss tiene dos vías de tratamiento: a nivel epistemológico –que aquí es de menor interés- y a nivel pragmático. Es esta, en cierto modo, la línea sugerida por Weber: aunque  los conceptos estén cargados de valor y aunque dependan de intereses ideológicos o filosóficos del científico, no deja de ser cierto que pueden ser evaluados en su idoneidad para la investigación social y empírica. De acuerdo a esto, la asignatura inicia discutiendo el conjunto de conceptos que enuncian la modernidad política.

El programa de la asignatura se estructura entonces de la siguiente forma:

·        En primer término, algunos apuntes introductorios sobre la idea de una teoría política, así como la cuestión del vocabulario político de la modernidad. En esta sección se pretende una elaboración sucinta orientada a ilustrar y hacer consciente el entrelazamiento conceptual de algunos conceptos cruciales para la investigación empírica. Estos son los siguientes: la noción de política así como las nociones de estado y burocracia, democracia y representación, ciudadanía y nación.

·        En segundo lugar, la cuestión de la misma “modernidad” y la idea de emancipación, así como el concepto inmediato del auto-gobierno (democracia) deben ser examinados en términos de sus promesas, de sus éxitos y fracasos como orientación general del pensamiento. Si la búsqueda moderna puede ser definida como la indagación sobre una nueva identidad para lo humano, los interrogantes, que entonces han de ser solventados, son del  orden de los siguientes: ¿es esa indagación síntoma de una pérdida; o es al contrario, la imagen de una esperanza? Por otra parte, la modernidad debe ser pluralizada: existen modernidades. A continuación, entonces, se trabaja un contrapunto referido a la emergencia del vocabulario moderno de la política, comparando las nociones que despegan desde la formulación europea ilustrada contra a barroca, más propiamente latinoamericana.

·        En tercer término, hay que analizar la importante cuestión de la vida buena y de su paralelo político: la virtud de la justicia. Este temática se aborda desagregando tres diferentes temas. Primero, las controversias suscitadas por la obra de Rawls: el debate libertario y aquel referido a la economía política. Posteriormente, se estudian los planteos que tratan algunos temas “específicos” que desafían el planteo rawlsiano –lo atinente a la política del reconocimiento y lo referido a la situación de la mujer-. Por último, se estudia la reciente propuesta de Amartya Sen quien procura girar la discusión hacia los problemas de la práctica de hacer justicia.

·        En cuarto término se examina la cuestión del poder. Es este el terreno del realismo político. Se aborda esta problemática a partir de tres cuestiones. Primero, la naturaleza “moral” del poder. Segundo, la cuestión de los límites al poder. Tercero, se estudia la naturaleza del poder más allá del derecho; en especial, los fenómenos variadamente enmarcados en las nociones de “populismo”, “bonapartismo”, “cesarismo”.

 

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