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lunes, 7 de marzo de 2022

¿Cuál es el economista que planteó y fundamentó la ingeniería económica?

¿Cuál es el economista que planteó y fundamentó la ingeniería económica?

La respuesta a la pregunta del título es aparentemente fácil: bastaría con señalar el nombre del (o los) economista(s); sin embargo, esto, así de sencillo llevaría, sin duda alguna, únicamente a confundir a legos y no-legos (en economía)[1]. En todo caso, se prestaría a especulación de los que no conocen a fondo los teoremas de los economistas que vamos a mencionar y, aunque esto ayudaría al debate entre investigadores y estudiosos, preferimos llevar de la mano a nuestros lectores de modo que signifique responsabilidad académica[2] más que impacto para quienes tienen curiosidad y deseo de  saberlo. Por lo tanto, creemos que es necesario una introducción previa que nos permita fácilmente entender: una apretada introducción taxonómica talvez sea necesaria:

La mayoría no sabe que existen dos vertientes (grupos) de economistas-teóricos cuyos enfoques parecen antagónicos; sin embargo, aunque a simple vista son opuestas (por su principio operativo), sus postulados y teoremas conviven desde mediados  del siglo pasado como las dos caras de la misma moneda: (1° grupo) La economía ortodoxa (y heterodoxa)[3], asociada con la economía neoclásica[4])  que contemplan la economía desde fuera y, además, keynesiana que custodia[5] y plantea los lineamientos políticos (dejando la participación activa a los gobernantes) para corregir las fallas y los errores del orden natural del mercado moral; y (el 2° grupo), la teoría económica activa que promueve la ruptura del estatu quo económico, participando proactivamente[6] en el «cambio», que considera que el problema central de la economía no es el equilibrio sino el cambio estructural para el desarrollo económico y social (Llamada economía de la innovación y del cambio tecnológico[7]).

Sin embargo, estas dos vertientes (grupos de teorías) no son sustitutivas sino complementarias –a favor del crecimiento y el progreso económico y social.

 

Los economistas defensores del segundo grupo se involucran y comprometen: al procurar el cambio del statu quo económico; mientras que, los economistas defensores del primer grupo, solo se involucran; sin embargo, deben ser versalistas (como Keynes)[8], por ello, la mayoría son keynesianos[9]. 

Después de esta introducción, creemos que nuestros lectores ya pueden estar adivinando a cuál de los dos grupos pertenece el «ingeniero economista».

A pesar de esto, creemos que no es posible aún explicase fácilmente el origen de ésta nueva ingeniería. Con este propósito, lo que sigue a continuación ayudará a entender mejor; al mismo tiempo que nos aproximaría al economista (o economistas) que contribuyeron a la conceptualización de éste nuevo profesional.

Primeramente, diremos que lo  que establece la diferencia entre economistas e ingenieros (economistas) es el principio operativo (de funcionamiento profesional); por lo que, dilucidar sobre el método que usan los economistas (neoclásicos), comparado con el método de los economistas (ingenieros), explicará  claramente el concepto de ingeniería para descubrir qué economista lo planteó; cuál es la base fundamental de esta nueva ingeniería, y qué economista lo teorizó.

Veamos:

Para empezar,  diremos que ambos aplican el cambio de A a B como estrategia metodológica. A sí, al comparar los métodos, del paso de A a B (que busca la eficiencia económica ), que se aplican en la «ingeniería económica», tanto como en la «economía»[10] (dentro de la «teoría del bienestar»[11]), estaríamos diferenciando: cómo solucionan el problema económico los economistas (neoclásicos) y como lo hacen los economistas (ingenieros).

 

En la economía neoclásica, se compara dos asignaciones que las llaman A y B, para determinar si una de esas asignaciones es mejor que la otra[12]. Parte de que A es una asignación existente y que B es una alternativa, y lo que se busca es «cambiar» de A a B que sea la mejor deseable. En general, pasar de una asignación a otra implicará que algunos individuos se sientan en mejor posición (ganen) y otros se sientan en peor posición (pierdan). Pero, con el criterio de compensación, un cambio de A a B es una mejora si los que ganan pueden compensar a los que pierden y aun así sentirse en mejor posición. De ahí la necesidad del criterio de compensación (potencial más que real, de los economistas neoclásicos) que está estrechamente relacionada con el concepto de eficiencia asignada.

La ingeniería, comparativamente, cambia el estado las condiciones de un bien inicial “A” a otro estado “B” mejorado (mediante el proceso de transformación, propio de la ingeniería). Por ejemplo, cambia pulpa de madera a papel.

Pero, este cambio de A a B, que hace el ingeniero, es igual a su método para resolver los problemas[13] e idéntico al teorema de Jean Baptiste  SAY cuando explica la actitud del «entrepreneur»[14].

Él, en 1802, dijo:

“el entrepreneur[15] «cambia» recursos económicos de zonas de baja productividad y eficacia a zonas de alta productividad y eficacia”

 

A sí es como, Jean Baptiste Say[16],  determinó también el método ingenieril: del nuevo ingeniero (economista)[17]

Pero, este “Cambio”, que para el ingeniero tradicional significa mejora de condiciones; para el nuevo ingeniero (economista) no significa innovación; tal como lo teorizó posteriormente Schumpeter. Cualquier nuevo producto, por más mejorado que aparezca, no nos asegura que tenga éxito comercial (será sólo una nueva invención, como lo fue el caso de la aparición de la computadora electrónica), para evitar este riesgo surge el nuevo ingeniero quien es el arquitecto que configura el nuevo bien (con su investigación del mercado y del consumidor, teniendo en cuenta la “La Ley del Mercado de Say) estableciendo las bases del resultado del cambio, de ahí la necesidad de trabajar en equipo (de modo que esta nueva ingeniería tenga la característica de ingeniería concurrente).

Es así como aparece este economista Schumpeter teorizando, que hacía falta para completar la definición de «ingeniería económica».

Así es como vemos surgir la contribución (a la ingeniería económica) de Joseph Schumpeter[18], quien en 1934, decía: Los emprendedores son innovadores que buscan destruir el estatus-quo de los productos y servicios existentes para crear nuevos productos y servicios. Schumpeter fue, entonces, el primer economista importante en reemprender la línea de Say. En su clásico Die Theorie der Wirtschanftslichen Enrwicklung (La teoría del desarrollo económico), publicada en 1911. Recordemos que,   Schumpeter rompió con la Economía clásica, de una manera más radical de como John Maynard Keynes lo haría veinte años después; Schumpeter postuló que el equilibrio dinámico causado por el empresario innovador, más que el equilibrio y la optimización es la «norma» de una economía sana y la realidad central de la cual debe partir la teoría y las prácticas económicas.

 

Pero, es importante señalar que, no son suficientes los teoremas económicos de los economistas-teóricos (Say y Schumpeter) para lograr su formación profesional, a pesar que sus planteamientos son tan necesarios y fundamentales (a propósito de esta nueva profesión) --hace falta formar la mentalidad del ingeniero para comportarse como tal. Es, por lo tanto, necesario el aprendizaje de otras materias ingenieriles y, sobre todo, realizar  las prácticas pre-profesionales, juntos con los demás estudiantes de las demás facultades de ingeniería, para completar su formación integrada. Al menos, fue así como se formaron  los primeros ingenieros economistas que los separó definitivamente del tradicional economista[19], por su mentalidad ingenieril. Para tal propósito tubo que convivir académicamente con estudiantes de las otras facultades de ingeniería, compartiendo aulas, profesores, prácticas profesionales, como fue desde 1964 en la “Escuela de economía aplicada” en la UNI. En conclusión, diremos que: no son las ciencias ni las matemáticas, sino su formación actitudinal del  ingeniero en ciernes, preparándolo para usar eficazmente su «ingenio» que necesitará para la resolución de problemas[20].

Precisamente, esto es lo que separa al ingeniero del economista[21]. Lo dicho por Say determina la función de éste tipo de economista (de acción directa) que se encarga de cambiar recursos económicos; ejemplo: reestructurando un negocio, innovando un producto o servicio, sobre todo, a diferencia del economista tradicional, no parte de las necesidades existentes, sino que crea nuevas necesidades obsoletando el estado de los bienes anteriores (con la destrucción creativa de Schumpeter). Compitiendo, así,  no con precios bajos (dentro del orden natural del mercado) sino compitiendo con valores (funcionales) mejorados, es decir Innovando.

--por ejemplo un teléfono móvil (actual), para agregar las nuevas funciones, necesitamos  pasar del estado (funcional actual), a otro con más funciones (o más sofisticado) y asequible al mercado, es menester transformarlo, para lo cual requerimos del «ingenio» (propio de la ingeniería) que convierta en obsoleto el actual para que dé lugar (en el mercado) al otro mejorado, para lo cual es necesario  obsoletarlo (sacándolo del mercado) al teléfono actual. Así, el ingeniero economista  aplicará su «ingenio» para  pasar del primer estado A al segundo estado B para lo cual transformará los primeros recursos económicos y convertirlos  en otros mejorados (con mayor funciones). Innovar es contribuir al progreso. Esto es:

Cambiar recursos económicos de zonas de baja productividad y eficacia a zonas de alta productividad y eficacia (es decir, romper el orden natural del mercado)

Pero que este cambio tenga el propósito de alterar el statu quo económico (que, sólo es posible gracias al uso del ingenio, más que con la ayuda de las disciplinas económicas).



[1] Un lego o un no-profesional (en inglés layperson o layman) es una persona que no es un experto en un determinado campo de conocimiento (en general, que no tiene formación en ningún área muy especializada o calificada). Originalmente, el término era sinónimo de laico, o sea un no-clérigo, aunque con el paso del tiempo el concepto fue evolucionando. ("Layman, n.1", OED Online, Septiembre 2011, Oxford University Press) El concepto que describe algo en términos legos ha tenido amplia difusión en el mundo anglófono. Poner algo en términos legos, es describir o explicar un tema complejo y técnico, usando palabras y expresiones que el individuo promedio (una persona sin formación profesional en la materia) pueda entender con cierta facilidad, logrando al menos algún grado de comprensión sobre el asunto en cuestión. En forma breve y por su parte, podemos decir que 'laico' (originalmente y aún hoy) significa "gente común", término que viene del griego 'laikos' que significa "del pueblo", "común", "impío", "usual", "profano", o similar.

[2] “Numerosas son las cátedras, pero escasos los profesores sabios y nobles. Numerosos y grandes son las aulas pero pocos los jóvenes que realmente tienen sed de verdad y justicia”  “¡Que cada cual juzgue ateniéndose a su opinión personal, basada en sus  propias lecturas, pero que no se base en lo que dicen otros!” Einstein, de “La libertad de enseñanza”, a propósito del caso Gumbel.

[3] La economía ortodoxa y la economía heterodoxa: La economía ortodoxa o convencional (en inglés Mainstream economics) es la forma más ampliamente aceptada de enseñar economía en las universidades, en contraste a la economía heterodoxa. Ha sido asociada con la economía neoclásica (ver: David C. Colander, 2000). y con la síntesis neoclásica, la cual combina métodos y aproximaciones keynesianas a la macroeconomía. (ver: Olivier J. Blanchard, 2008, "neoclassical synthesis," The New Palgrave Dictionary of Economics, 2nd Edition.). Mientras que la economía heterodoxa puede ser definida en términos de instituciones-historia-estructura social, la economía ortodoxa se define en términos de racionalidad-individualismo-equilibrio. La heterodoxia considera a la economía como una ciencia social, donde el comportamiento de los actores se caracteriza por su imprevisibilidad y donde las interpretaciones son subjetivas, mientras que la ortodoxia tiende a identificar a la economía como una ciencia exacta, racionalizando el comportamiento de las personas y el curso de acción a emprender con resultados

[4] Si bien algunos economistas neoclásicos, al llegar a conclusiones similares a las de Solow (Denison, E., 1962. “Source of economic Growth in the United States and The Alternatives Before Us.” Committee for Development Vol. pp.), al considerar al progreso técnico como origen diferenciador del crecimiento de la productividad y describir como una difusión irregular del mismo entre distintas industrias lleva a un crecimiento diferencial de la productividad (Salter, W, (1960). “Productivity and technical ghange.” Cambridge University Press, Vol. pp.), no logran explicar con claridad, e incluir en sus modelos la relación de éste progreso técnico con el resto de las variables económicas, progreso técnico que resultó ser algo inesperado y raro para estos economistas. Esta condición llevó a considerarlo como un elemento exógeno al sistema económico, sobre el cuál los agentes económicos carecían de control, exogeneidad que se ve reflejada en los modelos de crecimiento, al presentar al progreso técnico, como un elemento residual que no es claramente observable ni tampoco explicable.

[5] John Maynard Keynes alguna vez llamó a los economistas "custodios, no de la civilización, sino de la posibilidad de civilización".

[6] Los proactivistas no buscan los cambios del sistema integral o del entorno sino el interior del sistema mismo. Ackoff señala que no se debe buscar ir contra la corriente ni contra ella, sino viajar delante. Plantean que de este modo pueden aprovechar oportunidades antes de que otros accedan a ellas. Se orientan hacia la obtención de un control sobre el futuro. Los proactivistas diseñan el futuro que desean y crean los mecanismos y herramientas para lograrlo. No se conforman con la supervivencia o el crecimiento; buscan el autocontrol, el autodesarrollo y la autorrealización. Se proponen incrementar su habilidad para influir o controlar el cambio o sus efectos con el fin de responder con rapidez y eficacia a los cambios que no pueden controlar. El proactivismo se preocupa por eliminar amenazas y aprovechar oportunidades. Los proactivos intentan ser mejores en el futuro en contrario con su situación presente; se proponen alcanzar niveles ideales, procuran que la organización se desarrolle. Los proactivistas creen que el futuro es mejor que el presente y el pasado, y que el grado de mejoría depende de lo adecuado de su preparación; la predicción y la preparación son las dos etapas de ese tipo de planeación. Estos planificadores desean incrementar su habilidad para pronosticar los cambios que ocurrirán. Se ocupan de aprovechar las oportunidades y de “optimizar” los recurso con el propósito de lograr que la organización crezca. Russell Acroff et al., Guía para controlar el futuro de la empresa, México, Limusa. 1986, y Russell Acroff, Rediseñando el futuro, Mexico, Limusa, 1984.

[7] Cada vez resulta más evidente que el cambio tecnológico no es un procedimiento mecánico que consiste simplemente en encontrar mejores productos y procesos, sino que para introducir rápidamente innovaciones  es necesario fomentar la iniciativa empresarial.  Y para esto se requiere de gente preparada, con visión del futuro, que perciba lo que es mejor de lo que hoy se tiene…

[8] El economista perfecto: "Un economista debe ser en cierta medida un matemático, un historiador, un estadista, un filósofo... tan distante e incorruptible como un artista y, sin embargo, a veces con los pies tan en el suelo como un político" Así describía John Maynard Keynes, uno de los economistas más importantes del siglo pasado y de toda la historia, las características que debía reunir un buen compañero de profesión. Un buen economista debe poseer varias habilidades, en apariencia no difíciles de manejar, pero sí raras de reunir. No se  pueden cubrir la gran cantidad de variables que convergen en la economía sin varias aptitudes y puntos de vista: Debe conocer la historia para no repetir errores, debes hacer cálculos matemáticos, debes estudiar el presente pensando en el futuro y el futuro pensando en el presente, debe actuar ante la realidad con la sangre fría de un ser ajeno a este mundo y a la vez introducirte en él de lleno.

[9] El paradigma keynesiano de los ajustes macroeconómicos que dominó el mundo académico y económico en las décadas subsiguientes a la  posguerra, consideró, al cambio tecnológico, solo como progreso técnico, al interior de sus funciones de producción, es decir simplemente como una tendencia en el tiempo, sin lograr de ésta manera plantear en su real dimensión la relación entre productividad y cambio tecnológico. La teoría neoclásica del crecimiento, al introducir formalmente el progreso tecnológico en su análisis, incorpora implícitamente el supuesto de que el progreso técnico pude expresarse en términos de una taza global, en la forma de un facto exógeno que aparece reflejado en términos residuales. (Abramovitz, 1956; Solow, 1957; Solow, 1956.). Si bien algunos economistas neoclásicos, al llegar a conclusiones similares a las de Solow (Denison, E., 1962. “Source of economic Growth in the United States and The Alternatives Before Us.” Committee for Development Vol. pp.), al considerar al progreso técnico como origen diferenciador del crecimiento de la productividad y describir como una difusión irregular del mismo entre distintas industrias lleva a un crecimiento diferencial de la productividad (Salter, W, 1960. “Productivity and technical ghange.” Cambridge University Press, Vol. pp.), no logran explicar con claridad, e incluir en sus modelos la relación de éste progreso técnico con el resto de las variables económicas, progreso técnico que resultó ser algo inesperado y raro para estos economistas. Esta condición llevó a considerarlo como un elemento exógeno al sistema económico, sobre el cuál los agentes económicos carecían de control, exogeneidad que se ve reflejada en los modelos de crecimiento, al presentar al progreso técnico, como un elemento residual que no es claramente observable ni tampoco explicable. Sin embargo, no es hasta la crisis económica de la década de los años setenta, donde el crecimiento de las industrias basadas en los avances de la microelectrónica, específicamente los ordenadores y los sistemas de procesamiento de la información, los cuales presentan tasas de crecimiento que serán la capacidad explicativa desde los planteamientos neoclásicos de capital y trabajo. Se plantea así, en el análisis económico, como centro explicativo de este crecimiento económico, las variables relacionadas con el progreso tecnológico (Romer, 1990 ). Educación, Investigación y Desarrollo Experimental e Innovación, serán entonces los elementos centrales en la explicación de dicho crecimiento, relegando el papel de las inversiones en capital a un segundo plano (OCD, 1998: Romer, 1986).

[10] La escuela neo clásica se caracteriza por tres aspectos:

-El criterio económico fundamental el subjetivo: satisfacción y beneficio.

-El objeto de estudio es micro-económico: el equilibrio del consumidor y de la empresa. Se busca maximizar y optimizar los recursos,

- En lugar del análisis histórico de los clásicos,  los neoclásicos consideran factores (tierra, capital y trabajo).

Los neoclásicos conciben que el libre juego de la oferta y la demanda en el mercado establezcan los precios que permiten asignar más eficientemente los recursos. Trabajo más capital producen mercancía, en cantidades limitadas,  sus características le permiten ser combinados de acuerdo al producto. Productores y consumidores viven todos en un mundo donde: todos cuentan con plena información sobre los precios, los costos, la disponibilidad de factores y necesidades planeada por la demanda; hay plena movilidad de factores los empresarios pueden trasladar su  inversión; los factores se suponen divisibles y sustituibles; el mercado opera libremente sin intervención del estado, y está abierto al ingreso y salida.

[11] “Economía del bienestar es una aproximación metodológica para juzgar la asignación de recursos y establecer criterios para la intervención gubernamental”. La economía del bienestar es una rama de las ciencias económicas y políticas que trata de cuestiones relativas a la eficiencia económica y al bienestar social. Analiza el bienestar general -cualquiera que sea su medida- en términos de las actividades económicas de los individuos que conforman una sociedad. “La economía del bienestar provee las bases para juzgar los logros del mercado y de los encargados de decisiones políticas en la distribución o asignación de los recursos”.

[12] "En la literatura contemporánea, el tema de la racionalidad económica se presenta bajo la for­ma de dos preguntas: 1º) ¿En qué forma deben comportarse los agen­tes económicos en un sis­tema económico dado para alcan­zar los objetivos que se propo­nen?  2º) ¿Cuál es la racionalidad del sistema económico en sí y cómo comparar­la a la de otros sistemas?”

[13] En cualquier problema existe un estado original de condiciones al que nos referiremos como estado A; o como el insumo, o datos de entrada. Igualmente, existe un estado de condiciones (objetivo o resultado) respecto al cual la persona encargada de la solución del problema trata de hallar el medio de alcanzarlo, y al cual lo llamamos estado B, resultado, producto, o salida. Un problema existe si hay un deseo de lograr una transformación de un estado de situaciones a otro, siempre y cuando haya más de una manera posible de lograr dicha transformación, que las diferentes soluciones posibles no tengan el mismo grado de aceptación y que no sea palpable el grado de aceptación relativa de las diferentes soluciones posibles. Por eliminación, podemos concluir que un problema involucra algo más que hallar una solución cualquiera; requiere encontrar el mejor método para lograr la transformación deseada. A las bases que permiten seleccionar la mejor solución posible se les conoce como el criterio, bases éstas que pueden variar dentro de límites muy amplios.

[14] En sentido económico, Richard Cantillon, en 1755, definió el término por primera vez como «el proceso de enfrentar la incertidumbre». Así se fue utilizando para identificar a quien comenzaba una empresa y fue ligado a empresarios innovadores.

[15] El término emprendedor, del francés entrepreneur, es usado para referirse a un individuo que organiza y opera una o varias empresas, asumiendo cierto riesgo financiero en el emprendimiento. Fue definido por primera vez por el economista anglo-francés Richard Cantillon como «la persona que paga un cierto precio para revender un producto a un precio incierto, por ende tomando decisiones acerca de obtención y uso de recursos, y admitiendo consecuentemente el riesgo en el emprendimiento».  Aparece a principios del siglo XVI haciendo referencia a los aventureros que viajaban al Nuevo Mundo en busca de oportunidades de vida sin saber con certeza qué esperar o también a los hombres relacionados con las expediciones militares. A principios del siglo XVIII, los franceses extendieron el significado del término a los constructores de puentes, de caminos y a los arquitectos.

[16] Say fue fundador, junto a Adam Smith, Thomas Robert Malthus y David Ricardo, de la Escuela Clásica de pensamiento económico. No todo fue tan fácil para Say. En su vida tuvo difíciles contratiempos. Famosa fue, por ejemplo, la polémica con Napoleón cuando éste le negó la licencia para publicar la segunda edición de su Tratado de economía política, a menos que cambiase cierto capítulo. Say, que se caracterizaba por su independencia y Liberalismo, se negó y la edición quedó anulada. Say tuvo que abandonar París por un período de varios años y empezar una nueva carrera como fabricante. Tras su regreso a París, se publicó por fin una segunda edición de la obra en 1814 que fue seguida, aún en vida del autor, por otras tres ediciones, así como también por sendas traducciones al inglés, italiano y español. Jean-Baptiste Say murió en 1832, pero las huellas de su influencia son perceptibles en todas las subsiguientes escuelas de la economía política. La sola discusión (con Keynes) de si se cumplía la Ley de Say se sostuvo, a lo menos, un siglo en el campo de la economía. El economista francés Jean-Baptiste Say nació en Lyon en el seno de una familia hugonote de mercaderes textiles. 

[17] Podemos deducir entonces que el primer economista teórico que formuló la aplicación de la economía y formuló (al mismo tiempo) el método ingenieril, fue  Jean Baptiste  SAY. ¿Por qué? Porque él planteó la proactividad y la vocación para provocar el cambio (como propio del «entrepreneur»); pero no lo hace como ejemplo de conducta a seguir (actitudinal), o como son los líderes, sino como un ejemplo de  ruptura del status quo económico –cambiando el equilibrio (las estructuras económicas) del mercado.

[18] En 1934 Joseph Alois Schumpeter dio la siguiente definición de emprendedor: Un emprendedor es un innovador que busca destruir el estatus-quo de los productos y servicios existentes para crear nuevos productos y servicios. Schumpeter fue uno de los principales gurúes de la economía del siglo XX. Es célebre por su innovadora teoría del empresario como factor del desarrollo económico. Nacido en 1883 en el Imperio Austro-Húngaro (en una ciudad de la actual República Checa), Joseph Alois Schumpeter alternó la cátedra universitaria en Czernowitz, Graz, Bonn y Harvard con puestos públicos y privados.

[19] El economista se centra en conseguir los máximos resultados de los recursos existentes y persigue establecer el equilibrio. No sabe tratar al empresario y lo condena al reino oscuro de las «las fuerzas externas», junto al clima y el tiempo meteorológico, el gobierno y sus políticas, las pestes y las guerras y, también, la tecnología. El economista tradicional, a pesar de las diferentes escuelas o «ismos», no niega, evidentemente, que dichas fuerzas externas existen y que son relevantes. Pero no son parte de su mundo, no cuenta para su modelo, sus ecuaciones, o sus predicciones.

[20] A diferencia de los problemas que normalmente deben resolver los estudiantes de ingeniería, los problemas reales a menudo no están estructurados y son de carácter abierto. En ocasiones, no se conocen o están disponibles todos los datos requeridos. En otros casos, es necesario buscar entre una gran cantidad de información e identificar qué partes de ésta se necesitan para resolver el problema en cuestión. Algunas veces los ingenieros novatos se sorprenden al descubrir que un problema puede no tener una única solución definitiva. Con frecuencia, el objetivo consiste en seleccionar una cierta solución entre otras alternativas. Tal vez se requiera sopesar varias consecuencias conflictivas de una acción ingenieril y entonces seleccionar la solución que mejor satisfaga las necesidades y deseos de un empresario, cliente o del público en general.

[21] El economista se centra en conseguir los máximos resultados de los recursos existentes y persigue establecer el equilibrio. No sabe tratar al empresario y lo condena al reino oscuro de las «las fuerzas externas», junto al clima y el tiempo meteorológico, el gobierno y sus políticas, las pestes y las guerras y, también, la tecnología. El economista tradicional, a pesar de las diferentes escuelas o «ismos», no niega, evidentemente, que dichas fuerzas externas existen y que son relevantes. Pero no son parte de su mundo, no cuenta para su modelo, sus ecuaciones, o sus predicciones.

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