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domingo, 9 de enero de 2022

LA ÉTICA Y LA CORRUPCIÓN EN LA POLÍTICA Y LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

 PRESENTA OSCAR DIEGO BAUTISTA 

ABRIL DE 2005.

INTRODUCCIÓN 

Este trabajo tiene como objeto el estudio de la ética en el ámbito de gobierno o ética pública. El estudio pretender responder a las preguntas ¿Qué es la ética pública? ¿Cuál es su importancia? ¿Por qué es necesaria? así como el identificar las acciones existentes para su fomento. Para una mayor comprensión sobre la importancia y necesidad de la ética en el ámbito público, esta investigación hará referencia al tema de la corrupción inmerso en los gobiernos y administraciones públicas. 

Con fundamento en la disciplina ética esta investigación concibe a la corrupción como un mal ya que se compone de una serie de actos indebidos por parte de ciertas personas quienes obtienen un beneficio adicional que es ilegal e ilegitimo con el añadido de que este hecho afecta a la imagen institucional en donde se practique. 

Históricamente, la corrupción política ha sido objeto de reproche moral en todas las sociedades, los testimonios de las diferentes culturas así lo prueban. Desde mediados del siglo XX y hasta la fecha, ésta se ha vuelto más evidente lo mismo en países desarrollados como Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Alemania, como en países en vías de desarrollo tales como Argentina, Chile, Nigeria o República Dominicana, entre otros. Incluso existen hoy en día diversos organismos para su seguimiento, estudio y combate, entre los que se encuentran: La Oficina contra el Soborno de la OCDE, la Oficina de Lucha contra el Fraude de la Unión Europea (OLAF por sus siglas en francés) o Transparencia Internacional, (TI) por citar algunos. Aunque también es a partir de los últimos años que han cobrado importancia las herramientas por combatirla, una de ellas la Ética Pública. Si bien algunos gobiernos han comenzado a realizar acciones para fomentar la ética pública, muchos políticos y funcionarios públicos aún se encuentran lejos de vivir con ética. 

Una deliberación exhaustiva respecto a la manera de impedir la corrupción y evitar que los individuos que ocupan cargos públicos practiquen actitudes indebidas conduce a la afirmación de que la causa inevitable de la corrupción es la conducta deshonesta del actor público, y esto sucede porque el individuo decide realizar la acción corrupta. Si el individuo ya ha decidido cometer un acto corrupto, planeará la manera de evadir las normas y los mecanismos de control. En todo caso está en él la decisión de actuar o frenarse. Y esto último puede lograse gracias a la sensibilización, al desarrollo de la conciencia, a la madurez de juicio, resultado del establecimiento de unos principios internos y un dominio del carácter. Son los principios y el carácter los que 8 impiden o hacen actuar a una persona, y la ética es la disciplina que los muestra. Así llegamos al terreno de la ética la cual, al ser aplicada al ámbito público, pasa a denominarse “ética pública” o “ética para la administración pública”. 

La ética, al referirse al ámbito público, implica necesariamente relacionarse con la política, no se limita a los funcionarios públicos. Un buen gobierno no sólo requiere funcionarios responsables sino también políticos responsables, puesto que son éstos últimos principalmente quienes gozan del máximo margen de autonomía en las decisiones y de estas decisiones depende a su vez la actuación de los principios. 

La ética pública es un elemento importante para hacer contrapeso no sólo a la corrupción sino a las distintas actitudes antiéticas al inyectar un conjunto de principios y valores y así revitalizar por un lado a las instituciones públicas y por otro a los servidores públicos, entendiendo como tales a aquellas personas que ocupan un cargo público y sirven al Estado: políticos y funcionarios. 

La ética no pretende ser la panacea a los problemas que enfrenta la administración pública, ni la varita mágica para acabar con la corrupción, sino un instrumento más de la “caja de herramientas” para combatirla. Es el ingrediente adicional para hacer más sólido el dique que contenga el mar de corrupción. El tema de la ética en los asuntos públicos no constituye una propuesta unilateral sino que está inmerso, por un lado, en el debate de las corrientes del pensamiento político contemporáneo entre liberales y comunitaristas y, por otro, en el desarrollo de las líneas de investigación de la política y la administración pública. También es posible señalar que la ética aplicada, por sí misma, se va abriendo paso. 

En los últimos años hay un creciente interés y fomento de ésta en distintas disciplinas (biología, medicina, negocios, tecnología, etc.), donde existen Comités de Ética, por lo que las áreas sociales no deben quedarse al margen. El fomento de la ética en los servidores públicos es un elemento que auxilia para lograr concienciar en sólidos principios de conducta ética y así generar una mayor excelencia en la calidad y gestión de los intereses colectivos. El comportamiento correcto de los gobernantes es una condición sine qua non para que exista una eficiente administración. En los últimos años han salido a la luz pública escándalos de corrupción que han desacreditado la imagen de los servidores como de las instituciones públicas generando que la ciudadanía pierda la confianza en sus gobernantes. 

¿Por qué los gobernados dejan de confiar en los gobernantes? Sencillamente porque éstos últimos son los responsables de solucionar las demandas ciudadanas, de dar satisfacción a la pluralidad de intereses. Los gobernantes junto con su equipo de técnicos y administradores, tienen la responsabilidad de dirigir los asuntos públicos y resolverlos. Para eso se propusieron cuando fueron candidatos. Por eso son gobierno. Para eso sirven los gobiernos. Por su parte, los funcionarios y equipo técnico, al trabajar para los políticos y ser los operadores de las instituciones públicas, se convierten en corresponsables en la función de gobierno. Pero, ¿por qué están tan mal las cosas? ¿Porqué si cada vez existen mejores técnicas, instrumentos científicos, metodologías, personal cualificado para hacer más operativa la administración los problemas aumentan? Una primera respuesta, sobretodo para países con economías débiles señala que por un lado existe una carencia de recursos, ya sea de índole financiera, material (equipo, muebles), de infraestructura, de informática o incluso del recurso humano. Por otro lado, también se produce una carencia de recursos éticos, a saber, la ausencia de principios, valores y actitudes en los miembros que integran los gobiernos y administraciones públicas, lo que da pie a situaciones que permiten el surgimiento de actitudes antiéticas como la corrupción así como el abuso de autoridad, la negligencia, la prevaricación, el nepotismo, etc. Sin embargo, es la corrupción la que se convierte en el referente empírico por excelencia al ser causante de la pérdida y desviación de recursos públicos y en consecuencia del incumplimiento de las metas. Quién se corrompe obtiene un beneficio en perjuicio de la sociedad. 

La corrupción en el interior de las administraciones públicas genera un derroche de recursos, ineficacia en el cumplimiento de las metas, así como ineficiencia en la prestación de servicios. Quienes han conocido la corrupción son tocados por la ambición la que les impulsa a engañar, estafar de manera impropia, sin ningún tipo de escrúpulo. 

En general, en la opinión pública, existe la idea de que en la política y en el gobierno existe corrupción y que quienes participan en este ámbito son corruptos1 . Esta opinión demuestra que o bien se han olvidado o bien se ignoran los fines de la política y la importancia de la ética dentro de la función pública. Esta situación invita a los estudiosos de los asuntos públicos a replantearse la necesidad de llevar a cabo estudios destinados a fortalecer la ética en políticos y funcionarios públicos. 

 1 El barómetro Global de la Corrupción 2004, encuesta aplicada a 50 mil personas de 62 países señala que las instituciones más corruptas para los españoles son los partidos políticos.

 

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