Las clases sociales como forma de interacción social
Una estrategia de aproximación
por:
Enrico Mora Malo
Departament de Sociologia
Facultat de Ciències Polítiques i de Sociologia
Universitat Autònoma de Barcelona
Mayo 2002
La forma que proponemos analizar esos procesos parte de la premisa de entender que se constituyen a través de nuestras interacciones. Unas interacciones sociales específicas que podemos conceptualizar como clases sociales. Esto quiere decir, que entendemos las clases sociales no sólo cómo una forma de relación social, sino más específicamente de interacción social, tomando las interacciones entre los sujetos, individuales y colectivos, como eje fundamental para analizar e interpretar dichos procesos.
La cuestión fundamental que rige el camino que vamos a recorrer es pues la de preguntarnos cómo las interacciones sociales de los sujetos constituyen, sostienen y transforman las clases sociales. Para nosotros la noción clave que nos permitirá desplegar este enunciado es la de interacción social. Las clases son, ante todo, formas de interacción social referidas a nuestra participación en las relaciones de producción. Eso no quita que los procesos de interacción den por resultado organizaciones colectivas, grupos informales... incluso agregados estadísticos, pero en esas formas no se agotan las clases sociales. Para nosotros, su análisis se inicia interrogándonos sobre su generación cotidiana e histórica. Queremos fijarnos en el devenir de unas determinadas relaciones sociales, las que tienen que ver con la producción de nuestra vida, y a través de ese devenir interrogarnos sobre qué quiere decir interacción social, sujeto, clase social. Vamos a desarrollar un conjunto de argumentos mediante el cual defender una concepción de las clases sociales y de su despliegue analítico que introduce en su propia raíz la noción de interacción social y de sujeto. Si atendemos a la tarea argumentativa, nos interrogamos sobre qué aportan a la conceptualización de las clases sociales nociones tales como interacción social, sujeto y sus múltiples ramificaciones teóricas, empíricas y también políticas.
Vamos pues a problematizar algunas nociones de clase social que dependen de perspectivas que no sólo proponen visiones distintas, sino que muchas veces entran en confrontación en cuanto a sus premisas sobre lo social. Queremos analizar las clases sociales, la relación entre las clases, como una forma de interpretar la producción de nuestra vida, por ello para nosotros los conceptos al uso de clase social presentan una serie de dificultades que comentamos a continuación.
El sesgo patriarcal
Si tuviéramos que decir cual es la dificultad más extendida que encierran las diversas nociones al uso de clase social para analizar las sociedades occidentales contemporáneas, sería su marcado sesgo patriarcal. Nos referimos a que se considera que las clases sociales hay que analizarlas a partir de las relaciones capitalistas de producción (fijándonos, por ejemplo, en la propiedad privada de los medios de producción) o a partir de sus efectos (fijándonos, por ejemplo, en los ingresos). Ese sesgo fundamental se construye ignorando una determinadas relaciones de producción en la formación de las clases sociales: las patriarcales. No se tiene en cuenta que la producción de nuestra existencia no sólo pasa por su dimensión capitalista. Conceptos como patriarcado, género, sexismo, adultocracia... nos permitirán afrontar esta problemática.
La introducción, en el análisis de las clases sociales, de esa dimensión lo ha desarrollado a fondo la tradición feminista (como por ejemplo Delphy, 1985 [1977], 1985 [1975], 1985 [1970]; Walby, 2000 [1998], 1986; Hartmann 1980 [1979], 1980 [1976]; Izquierdo, 2001, 2000, 1998a, 1998b). Pero ésta queda silenciada en los análisis convencionales de las clases sociales. Basta ojear los manuales que encontramos en las librerías (como por ejemplo Bretones, 2001; Kerbo, 1999 [1996]; Miguélez, García, Rebollo, et altri, 1997; Feito, 1995a, 1995b; Crompton, 1994 [1993]; Giddens,1991), de los más recientes a los más antiguos. Es cierto, se habla del problema de la mujer (cómo si fuera sectorial), a veces como temática de capítulos cajón de sastre rubricados como otros elementos a tener en cuenta. A veces como el problema de la unidad de análisis en las discusiones sobre si hay que tomar al individuo, a la familia, a una combinación de ambos. A veces como posiciones contradictorias de clase. A veces como análisis de la participación de las mujeres en el mercado de trabajo. A veces... Sólo en la literatura feminista encontramos una discusión a fondo sobre el asunto, con sus evidentes debates y confrontaciones. Quizás es una forma de mostrar una gran fractura, antagónica y llena de sufrimiento, en el corazón mismo de aquello que creíamos la unión de partes complementarias.
El problema de la acción y de la subjetividad
Sin embargo las dificultades no se acaban aquí. Decíamos que proponemos entender las clases sociales como forma de interacción. Por tanto no vamos a hablar en términos de grupos, agregados, estratos, posiciones. Más bien nos acogemos a una tradición que liga la noción de clase al problema de la formación y lucha de clases, a la discursividad, a la acción social como elección y constricción, a la intencionalidad, a las consecuencias no previstas, a la conciencia y a la inconsciencia, a la agencia, a la subjetividad fragmentada, al conflicto, al antagonismo... una larga lista de aspectos que iremos desplegando a lo largo de esta investigación y que nosotros traemos de la mano de la noción de interacción social. Los criterios para definir las clases sociales no los vamos a elaborar desde un punto de vista que se interroga sobre las clases sociales como si fueran productos, sino como procesos. Por tanto, el enfoque que adoptamos es el de preguntarnos sobre los procesos de generación y de transformación de los fenómenos sociales, más que sobre sus productos. Procesos, eso sí, protagonizados por los sujetos en sus interacciones sociales. Nuestra propuesta implica diferenciar el análisis del proceso de constitución de las clases del resultado de ese proceso, lo que convencionalmente se denominan clases sociales.
Para una buena parte de la tradición analítica de las clases sociales, éstas no han dejado de ser consideradas como un cierto tipo de producto o proceso acabado. Las clases sociales se entienden como una cierta forma estable y sólida, y la tarea del análisis de las clases consiste en descomponerlas en partes, en unos mosaicos de partes inventariables. Por el contrario, el análisis de los procesos se refiere al análisis de las relaciones sociales, que constituyen las clases sociales, en su devenir histórico. Se trata de introducir la noción de cambio en la misma raíz del concepto de clase, y no como un complemento que se suma posteriormente. Creemos que el estudio de los procesos sociales se debe enfocar desde la perspectiva de su generación, de cómo devienen y no de entenderlos como procesos acabados, y por lo tanto como productos. Para comprender y explicar los productos, para superar las concepciones reificadoras de èstos, es fundamental hacerlo desde el proceso que nos conduce a ellos. Proponemos, así pues, acercarnos a las clases sociales como procesos, lo cual quiere decir que hay que estudiarlas como devenir y no en el devenir (no se introduciría en el núcleo de la definición la dinámica social sino que se vería como un conjunto de productos para una secuencia dada de puntos en el tiempo). Un devenir de eventos que se sustituyen recíprocamente o se sobreponen. Las clases sociales como forma de interacción social.
Y hablamos de unos procesos que estudiaremos desde el punto de vista de la interacción social, como un devenir en el que participan los sujetos a través de sus interacciones. Pero, ¿de qué sujetos hablamos? Las dificultades en este concepto son también notables, presididas por la misma dificultad anterior: los sujetos los entendemos cómo productos o cómo procesos. Y más específicamente, para nuestros propósitos, como productos de clase o como participantes de los procesos de clase. Nuestra propuesta se apoya en el supuesto de entender los sujetos como haceres precarios y fragmentados en constante producción mediante sus interacciones, en su doble vertiente, como sujeto sujetado y como sujeto sujetante. Es decir, como seres sociales cuya producción tiene lugar bajo condiciones no elegidas, que constriñen y habilitan, y como seres sociales que intervienen en los eventos que dan forma a sus vidas, elaborando proyectos de transformación y de sostenimiento de los mismos.
En resumen: lo que problematizamos del análisis de clases
Las consideraciones hechas hasta el momento nos llevan pues a problematizar cómo definimos las clases sociales. ¿En que tipo de relaciones sociales nos debemos fijar? ¿De qué modo hacerlo? ¿Hablamos de productos? ¿De procesos? ¿Qué tipo de procesos? ¿De interacción? ¿Y los sujetos? ¿Intervienen de algún modo en las clases sociales? Así pues, hemos dibujado, con trazo ancho y rápido las cuestiones fundamentales que discutimos a lo largo de esta investigación:
Desarrollamos una concepción de las clases sociales que las entiende como forma de interacción social, partiendo de la premisa de que las interacciones sociales de los sujetos constituyen, sostienen y trasforman lo social, de forma precaria y contingente en unas circunstancias no elegidas. Para elaborar un modelo de análisis de las clases sociales discutimos que relación hay entre interacción, sujeto y clase social. Para ello nos situamos en esa cuerda floja que zigzaguea entre nociones, como las que tomamos, que habitualmente se sitúan en las polaridades de algunos dualismos como, por ejemplo, estructura versus acción, sujeto versus objeto... En este sentido discutimos al filo de controversias incómodas y no siempre bien resueltas, mostrando, como es lógico, nuestra particular interpretación pero con la vista puesta sobre la elaboración de la noción de clase social, no sobre el dualismo en sí mismo.
Abrimos el concepto de clase social a una noción de relaciones de producción que no esté enajenada de las relaciones patriarcales. Para ello reformulamos el concepto de relaciones de producción apoyándonos en una concepción de la división social del trabajo no sólo capitalista sino también patriarcal.
Aplicamos empíricamente la elaboración teórica, mediante un estudio de caso. Elaboramos un procedimiento de análisis de clases y presentamos los resultados obtenidos en una prueba de nuestros procedimentos. En concreto nos fijamos en las interacciones sociales que han construido, sostenido y transformado sus protagonistas, individuales y colectivos, en el ámbito de una empresa del sector de la automoción de la comarca del Vallés Occidental (Barcelona) y en el ámbito de sus familias así como el modo en que dichos protagonistas se refieren a sus interacciones. Y de esas interacciones analizamos específicamente las huelgas.
Mediante la discusión de estas cuestiones pretendemos ofrecer un modelo de análisis de las clases sociales que permita identificar los principales procesos que contribuyen al sostenimiento y transformación de formas de producción de la existencia desiguales, injustas y llenas de sufrimiento evitable. En este intento vamos a argumentar que:
El análisis de las clases sociales empieza en el análisis de las relaciones de producción.
La relaciones de producción se refieren a la forma en como nos relacionamos en la producción de nuestra existencia. En el contexto del capitalismo patriarcal, las relaciones de producción son capitalista patriarcales.
Las relaciones de producción en el capitalismo patriarcal son: las relaciones de propiedad privada de los medios de producción, las relaciones patrimoniales, las relaciones de explotación capitalista patriarcales, la compraventa de la fuerza de trabajo familiar y complementario y la producción de fuerza de trabajo y de la fuerza de explotación.
Las relaciones de producción las entendemos como interacciones sociales en las que nos objetivamos y subjetivamos cuando producimos nuestra vida.
Las relaciones de producción son procesos instituidos e instituyentes en la interacción. En este sentido los sujetos son devenires producidos por las relaciones de producción que al mismo tiempo producen las relaciones de producción en sus interacciones de forma involuntaria y voluntaria.
Las relaciones de producción son procesos discursivos, de poder y dominación, antagónicos y conflictivos, generadores de subjetividades fragmentarias contrapuestas, individuales y colectivas, cuyos efectos no son buscados, y al mismo tiempo son regidos por la intencionalidad, la normatividad, la dramaturgia y la argumentación (que no necesariamente es emancipadora), y los afectos.
Las clases sociales son el compendio de todos esos procesos. De ahí que su definición deba fundarse en el análisis histórico de las relaciones de producción como interacción. Nosotros hablamos de la formación histórica de las clases capitalistas patriarcales. A través de la noción de clase social nos referimos a las formas históricas de participación, individual y colectiva en la producción de la existencia, participación entendida como la interacción social que generamos, sostenemos y transformamos en las relaciones de producción.
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