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sábado, 21 de noviembre de 2020

Friedrich Hayek y Karl Popper: Contra la arrogancia científica

 Friedrich Hayek y Karl Popper: Contra la arrogancia científica

EN EN SOCIOLOGÍA 

Con Friedrich Hayek y Karl Popper podemos tener variados disensos. Del primero podemos debatir su afirmación de la ideonidad del sistema de precios para la asignación de recursos o su adherencia sobre la tutela de la libertad individual por parte de la noción originaria de la Ley. Del segundo, las confusas nebulosas que se desprenden de su teorización sobre la existencia de un “Tercer mundo”. De ambos quizás y en conformidad a la postura política en la que nos situemos, el ser pensadores orbitantes del liberalismo. Pero si en algo coincide la comunidad intelectual sobre los aportes de la pareja, ha sido la coherente argumentación que han realizado para desnudar a la actividad manufacturadora del conocimiento de uno de sus ropajes más anticientíficos: el dogmatismo.

La lógica fundacional de la Ciencia operó en un contexto de reacción metodológica y argumentativa al monopolio operado por la Religión. Contraponiéndose a la noción del Dios omnipresente y portador de una sabiduría sólo descifrable por lo divino, el hombre en labor prometeica se propone conocer la racionalidad natural del mundo físico. Las llamadas “ciencias naturales”, y posteriormente las “ciencias duras”, encuentran en el método científico una sistematización de pasos para encontrar modelos que se acerquen a la realidad. El hombre, observa la naturaleza y adquiere una serie de datos, una información que se le ofrece de forma inmediata y directa. Otros datos los obtiene con la ayuda de instrumentos que simplifican el alcance de sus sentidos. Puede, además, experimentar, provocar situaciones nuevas en relación con los procesos naturales, y al observar las respuestas, consigue otras informaciones más allá de las logradas por la mera observación. Con las nociones así obtenidas se construyen teorías que deberán ser contrastadas, sometiéndolas al control de la experimentación. “Las teorías no son un reflejo directo de la realidad; son más bien un entramado abstracto, una red de modelos; son una construcción inventada. La verdad científica es, por tanto, la correspondencia entre las realidades naturales y las teorías científicas que explican cómo son.”[1]


Pero la Ciencia es una labor humana, y como éste, perfectible y mejorable. Las verdades parciales y momentáneas pasaron a convertirse en nociones irrefutables, incluso para quienes trataban con ella de conseguir respuestas sobre los hechos sociales. La Ciencia terminó convertida en el sucedáneo del totem religioso, con prácticas y espíritu de secta sublimado de su contrario, la Iglesia.

La Segunda Guerra Mundial no sólo significó el reacomodo del mundo bajo la lógica bipolar de la Guerra Fría. También inauguró la construcción teórica del desencanto: la posmodernidad. Aquella fe en que los avances científicos y la industrialización eran el camino seguro al progreso y el bienestar se erosionó con el fruto de varios de sus hijos legítimos: el campo de exterminio –Auschwitz, los gulags stalinistas- y la bomba atómica. La actividad científica debía cuestionarse a sí misma. Y esta labor, es realizada por dos científicos de nombre Karl Popper y Friedrich Hayek.

Popper: La búsqueda sin término

“Quizá este yo equivocado y tú tengas razón, quizá con un esfuerzo a la verdad nos acerquemos”. La frase resume el pensamiento de quien hace de un racionalismo de tipo crítico una actitud. Según el mismo, esta forma de razonar “es una manera de pensar e incluso una manera de vivir: una disposición para escuchar argumentos críticos, para buscar los errores propios y para aprender de ellos”[2].

Tal perspectiva le ha valido a Popper la denominación de “positivista que quiere ir más allá del positivismo”[3]. Los postulados popperianos que esgrime para llegar a ese punto son los siguientes:

– El racionalismo crítico. Popper al respecto se refiere a Albert Einstein en los siguientes términos: “Me impresionó la clara afirmación del propio Einstein, que consideraría a su teoría como insostenible si no resistía a ciertas pruebas… Einstein buscaba experiencias cruciales, cuyo acuerdo con sus predicciones en modo alguno establecerían su teoría, mientras que un desacuerdo, como él mismo fue el primero en señalar, mostraría que su teoría era insostenible”.[4] Para Popper la verdadera actitud científica era la actitud crítica, la cual no busca justificaciones autocomplacientes sino refutar la teoría contrastada.

– La falsabilidad. La Ciencia avanza por ensayo y error. Las teorías sólo se refutan negativamente y no es posible alcanzar verdades definitivas. Nuestras teorías son como redes, con ellas creamos un mundo virtual: el de nuestras propias redes, y con ellas, intentamos comprender la realidad.

– La distinción de la Ciencia de otras formas de conocimiento. “Llamamos “verdadero racionalismo” al de Sócrates, esto es, a la conciencia de las propias limitaciones; a la modestia intelectual de aquellos que saben con cuanta frecuencia yerran y hasta qué punto dependen de los demás aun para la posesión de este conocimiento; a la comprensión de que no debemos esperar demasiado de la razón, de que todo argumento raramente deja aclarado un problema, si bien es el único medio para aprender, no para ver claramente, pero sí para ver con mayor claridad que antes”.[5]

Esta postura es contrastada por el autor con lo que considera “seudoracionalismo”, ejemplificado a su juicio por Platón y sinónimo de inmodestia, superioridad e intelectualismo autoritarista.

– La búsqueda sin término. Para Popper la verdad es inalcanzable. Todo enunciado científico es de carácter provisional, por lo que cualquier pretensión de alcanzar una verdad definitiva sería dogmática. Una discusión que evite los ataques personales y se centre en los argumentos hace más clarificadora esta búsqueda.

Para Karl sus principios son tanto epistemológicos como éticos, “implican entre otras cosas, la tolerancia: si yo espero aprender de ti, y si tú deseas aprender en interés de la verdad, yo tengo no sólo que tolerarte sino reconocerte como alguien potencialmente igual; la unidad e igualdad potencial de todos constituye en cierto modo un requisito previo de nuestra disposición a discutir racionalmente las cosas”[6]

Hayek: el conocimiento descentralizado

Si Popper introduce a la tolerancia como valor en la búsqueda del conocimiento, Hayek complementa esta noción dispersando los datos en un número indefinido de actores. Los datos que necesitamos sobre una realidad específica no existen concentrados en una sola cabeza, sino que se encuentran descentralizados en muchas. Hayek desmitifica de esta manera al cientificismo como único conocimiento válido: “Sólo es preciso recordar cuánto tenemos que aprender en cualquier ocupación después de que hemos completado nuestro entrenamiento teórico; qué gran proporción de nuestra vida activa la pasamos aprendiendo trabajos específicos, y cuán valioso es en todos los órdenes de la vida el conocimiento de las personas, de las condiciones locales, y de circunstancias especiales”[7]. Después de décadas de menosprecio intelectual, el sentido común se revaloriza. “El conocimiento científico no es la suma de todo el conocimiento”, la frase suena lapidaria para las petulancias de los cientificistas. El reconocimiento de las visiones complementarias de los actores, de sus distintas situaciones y de sus lógicas individuales colinda incluso con la pretensión objetivista del científico, el cual debe ubicarse a si mismo incluso como un actor más.

“Nuestros argumentos tratan de mostrar meramente que –la razón- no es todopoderosa y que la creencia de que es posible dominarla y controlar su desarrollo puede incluso destruirla”[8].  A la tolerancia como valor ético de la Ciencia, Hayek agrega el de la cooperación: “La primera condición para el uso inteligente de la razón en la ordenación de los negocios humanos es que aprendamos a comprender el papel que de hecho desempeña y puede desempeñar en el funcionamiento de cualquier sociedad basada en la cooperación de muchas opiniones aisladas”.

Bibliografía

ARTIGAS Mariano. “Lógica y ética en Karl Popper”.

http://www.unav.es/gep/Logetic.html

HAYEK Friedrich. “Los fundamentos de la libertad”. Union Editorial, Madrid 1998.

HAYEK Friedrich.“El orden de la libertad”. Editorial Sofarma, Guatemala 1992.

LOPEZ Moralla. Conocimiento científico: Fiabilidad de la Ciencia. http://www.servicato.com/doctrina/conocimi.htm

POPPER Karl “La sociedad abierta y sus enemigos”. Editorial Paidos, Barcelona. 1981.

Ensayo entregado al profesor carlos blank en la materia optativa “La evolución de la Razón: Popper y Hayek”, Escuela de Sociología UCV ¿año? ¿2001?


[1] N. López Moratalla. “Conocimiento científico: Fiabilidad de la Ciencia”. http://www.servicato.com/doctrina/conocimi.htm


[2] Citado por Mariano Artigas en “Lógica y ética en Karl Popper”. http://www.unav.es/gep/Logetic.html

[3] N. López Moratalla. Ob. Cit.

[4] Citado por N. López Moratalla. Ob. Cit.

[5] Karl A. Popper. “La sociedad abierta y sus enemigos. Editorial Paidos, Barcelona. 1981.

[6] Citado por Mariano Artigas. Ob. Cit.

[7] Friedrich Hayek “El orden de la libertad”. Editorial Sofarma, Guatemala 1992.

[8] Friedrich Hayek. “Los fundamentos de la libertad”. Union Editorial, Madrid 1998.

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