Esther Duflo, para resolver la pobreza hay que ajustar el foco
¿Qué pasa con todo el dinero que invierten los gobiernos y los ciudadanos en causas humanitarias para aliviar el hambre, la mortalidad infantil, la desnutrición, para invertir en una educación que revierta en sus propias comunidades, para crear empresas que estimulen el empleo, para reforestar y cultivar, para construir infraestructuras, centros médicos y viviendas dignas, para erradicar enfermedades endémicas, para instalar energías renovables, acercar el agua potable…? ¿Dónde van a parar los miles de millones de euros que se donan para conseguir que las sociedades menos avanzadas consigan avanzar? ¿Realmente todo el dinero va donde tiene que ir? ¿Dónde exactamente? ¿Cómo?
Esta forma de verlo tan abstracta, a la que estamos acostumbrados, es la que nos desanima a la hora de implicarnos como ciudadanos solidarios. El problema es tan grande y el resultado tan poco visible que nos aleja, no nos sentimos implicados. Eso no va con nosotros (nos intentamos autoconvencer), va con los Estados y las instituciones internacionales con sus grandes planes de ayuda al Desarrollo. De hecho, las ONGs se piensan mucho cada campaña que lanzan para recaudar fondos, no es casual que aparezca en el cartel una niña triste o sonriente, un grupo de niños o solo uno con su nombre, un niño o un mayor,…. cada mensaje intenta tocarnos la fibra sensible y, cada vez, lo tienen más difícil.
Es una reacción normal de la condición humana, tanta necesidad de ayuda frena nuestro interés y nuestra generosidad. Para ponerle solución a este problema Esther Duflo, economista francesa y catedrática de Reducción de la Pobreza y Economía del Desarrollo en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), se las ha ingeniado para plantear y abordar la lucha contra la pobreza global de una forma más específica, desde una aproximación científica en la que entra en juego una combinación de factores: la observación objetiva sobre el terreno, sin ideas preconcebidas, el acopio de datos y la conclusión que se desprende de una observación rigurosa de la realidad, el antes y el después de la ayuda. Cada foco de pobreza tiene sus circunstancias y eso es sobre lo que hay que trabajar, incidir y posteriormente evaluar su eficacia. Es una forma de romper con la nebulosa abstracta de la pobreza como un todo para analizar los problemas específicos de cada caso, en cada región, comprender por qué se produce ahí ese foco de pobreza, para que la ayuda cale efectivamente y no se eche a peder por ignorancia, inercia, burocracia o cambios de gobierno.
Su planteamiento de trabajo es abordar la pobreza desde la microeconomía, atendiendo los asuntos locales: qué barreras impiden la escolarización y una educación efectiva, por qué no llegan a vacunarse a los niños, a qué alimentos pueden acceder, por qué no se desarrolla el pequeño comercio, qué se está haciendo para evitar la malaria, cómo está comunicada… cada región específica.
Nuestra economista establece campos aleatorios de evaluación, extrapolando el proceso de investigación científica al estudio sociológico, divide el campo de acción entre zonas donde se practican las iniciativas y otras donde no, para hacer comparativas, igual que en los laboratorios científicos. Y lo hace desde la organización Abdul Latif Jameel Poverty Action Lab (J-PAL), que recibió en 2008 el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento de Cooperación al Desarrollo. Es un laboratorio experimental en el que trabaja una red de 170 profesores investigadores y colaboradores locales de todo el mundo unidos en el uso de las evaluaciones aleatorias con respaldo científico para responder a las preguntas fundamentales que determinan el foco de pobreza en cada zona. J-PAL colabora con gobiernos, ONGs y organizaciones internacionales para el desarrollo de programas ampliados de probada eficacia. En la web publican las evaluaciones de proyectos que están desarrollando por el mundo. Desde que se fundó el laboratorio en 2003, han realizado ya 919 estudios, en 80 países, sobre educación, empoderamiento de la mujer, agricultura, salud, emprendimiento…. todos los factores que de alguna manera tengan que ver con su propia pobreza.
Si se consigue vender al resto del mundo (nosotros) la necesidad de invertir dinero y esfuerzo en la resolución de problemas puntuales, seguramente la sociedad lo comprenda mejor y se implique más (con cada euro que dones conseguirás que tantos niños se vacunen en este pueblo, garantizarás que las niñas de este otro pueblo vayan al colegio hasta los 16 años). Donar dinero dejaría de ser una ilusión para convertirse en una acción pragmática. Y esa certeza de saber dónde se invierte seguramente animaría nuestra generosidad.
Pero el pragmatismo no es solo para captar fondos, es fundamental para saber que la ayuda está llegando a donde tiene que llegar, es decir, que es efectiva. Un ejemplo que plantea Esther Duflo: la Fundación Bill&Melinda Gates y la organización internacional GAVI distribuyen cada año gratuitamente por todo el mundo las vacunas infantiles necesarias para que los niños sigan con vida, pero… aún así cada año 20 millones de niños no son vacunados. ¿Por qué? por circunstancias locales: falta de información sobre los beneficios preventivos, por falta de infraestructuras para llegar al punto de vacunación, por complicaciones cotidianas… barreras que llevan a posponer indefinidamente que el niño se vacune. Pero si se proponen iniciativas para incentivar a las madres a presentarse cuando hay que presentarse, la cosa cambia. Se vacunan a los niños y, además, se ahorran gastos, un factor, comenta Esther Duflo, que los gobiernos y ONGs no suelen tener en cuenta.
Otro factor que tampoco suelen tener en cuenta son las necesidades vitales, espirituales y sociales comunes a todas las personas. El ser humano es un ser complejo, también los más pobres. El objetivo último no es solo comer para sobrevivir, sino relacionarse en su entorno y optar también a algún momento de confort, de placer, de divertimento. No es solo cuestión de alimentos y salud, es atender al desarrollo de los individuos dentro de una comunidad para que ésta se pueda desarrollar. Por ejemplo, en la ciudad india de Udaipur (con solo un 1% de niños vacunados) los habitantes que viven con menos de un dólar por día, el 60% lo gastan en alimentos y del 40% restante una parte importante se va en el móvil, como le pasaría a cualquier mileurista millennial en un país europeo. Como nos pasaría a todos.
Otro caso con el que se han encontrado concierne a la educación. El nivel de escolarización primaria y también secundaria de niños y niñas ha crecido mucho en las dos últimas décadas. Se ha invertido mucho en ello. Pero, sin embargo, los niños aprenden muy poco. ¿Por qué? porque muchas de las escuelas las integran niños de edades dispares con niveles muy diferentes. Grandes grupos demasiados heterogéneos, que no permiten que progresen ni los más listos ni los menos listos. No es una cuestión de recursos sino de pedagogía. Analizado el problema, se plantean soluciones: educación por niveles, escuelas maternales, cursos de apoyo…
Por sorprendente que parezca, el 50% de la gente pobre (que vive con menos de dólar al día) en zonas urbanas tienen un pequeño comercio y en las zonas rurales el 20% tiene un pequeño comercio no agrícola. Pero no es que corra por ellos sangre empresarial, simplemente es la única opción a la falta de empleo (ellos sueñan con ser funcionarios). Normalmente quedan condenados a ese pequeño comercio que no les saca de su pobreza. Lo microcréditos ayudan a crear el pequeño negocio, pero su capacidad no cubre su crecimiento y expansión. Y por eso no se multiplican los negocios medios en los países en desarrollo capaces de generar empleo y riqueza.
En 2011 Esther publicó Repensar la pobreza (Poor Economics. A Radical Rethinking of the Way to Fight Global Poverty) junto a su pareja el economista, Abhijit Vinayak Banerjee, también profesor internacional de economía de la Fundación Ford en el MIT. «Este libro no dice si las ayudas son positivas o negativas, pero sí que ilustra sobre cómo han funcionado ayudas puntuales que se han realizado por el mundo», comenta su autora. En 2013 Barack Obama la designó miembro del Consejo de Desarrollo Global del Presidente. La revista Time la incluyó en su lista de las 100 personas más influyentes de 2011. Ha sido galardonada con el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2015 por su contribución decisiva a la economía del desarrollo y al estudio de las políticas contra la pobreza. Duflo ha sido premiada y reconocida por su trabajo desde jovencísima y sigue divulgando su labor porque cree que sí que podemos hacer algo frente a los grandes problemas, entre ellos la pobreza. «Lleva su tiempo. Hay que ser muy paciente, humilde, ser capaz de aprender de los errores y recular, pero podemos conseguir resultados importantísimos a largo plazo».
En el discurso de la entrega del Premio Princesa de Asturias comentó: «Creemos que no hay ninguna solución milagrosa para el problema de la pobreza: ni la ayuda exterior, ni una apertura total de fronteras, ni el comercio internacional, ni la expansión de la democracia o de la economía de mercado serán suficientes para resolver el problema. Tampoco hay un culpable o un grupo de responsables de esta situación: ni las Naciones Unidas, ni los gobiernos locales, ni las élites pueden, por sí solos, mantener a la población en la pobreza o sacarla de ella. La pobreza adopta múltiples formas y su persistencia se debe a múltiples causas; ser pobre es tener menos información, menos posibilidades de elegir su propia trayectoria y también menos protección contra los propios errores. Todas estas barreras pueden convertirse en trampas en las que los pobres quedan encerrados. Entenderlas nos permite abrirlas, mediante intervenciones bien elegidas«.
He querido incluir a Esther Duflo en nuestra colección de mujeres que nos inspiran porque me parece importantísimo su empeño en conseguir que los esfuerzos económicos y la acción para erradicar la pobreza no quede en agua de borrajas. Duflo en una centinela que está cambiando la forma de incentivar el desarrollo. No solo en los países más pobres, sino también en Europa, con la asimilación de los refugiados o el sistema sanitario en los EE.UU., por ejemplo.
Aunque el problema de la pobreza se nos presente como un asunto abrumador, es verdad que en los últimos años han surgido en el mundo de los medios, revistas y plataformas cuya intención es justo poner el foco en las cosas constructivas que se están haciendo para aliviar las regiones más pobres en cualquier parte del mundo. Ayuda mucho ver el mundo en positivo. Entre ellas, PLANETA FUTURO de El País, Anoche tuve un sueño, la norteamericana Yes! o la francesa We Demain.
Intervención en la Fundación Rafael del Pino, 2018
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