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miércoles, 14 de agosto de 2019

EL MACROECONOMISTA COMO CIENTIFICO Y COMO INGENIERO* N.GREGORY MANKIW

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A los economistas les gusta asumir la pose de un científico. Lo sé, pues suelo hacerlo yo mismo. Cuando doy clases a mis estudiantes de grado, conscientemente describo el campo de la economía como una ciencia de modo que ningún estudiante piense, al empezar el curso, que se está embarcando en una empresa académica carente de sólidos fundamentos. A nuestros colegas del departamento de física en el otro lado del campus puede resultarles divertido que los veamos como primos cercanos, pero somos rápidos en recordar a cualquiera que quiera escuchar que los economistas formulan teorías con precisión matemática, recolectan inmensas series de datos sobre comportamientos individuales y agregados, y utilizan las más sofisticadas técnicas estadísticas con el fin de obtener juicios empíricos libres de sesgo e ideología (o al menos eso nos gusta pensar). 

Habiendo trabajado dos años en Washington recientemente como asesor económico, en momentos en los que la economía estadounidense estaba luchando por salir de una recesión, soy consciente de que el campo de la macroeconomía nació no como una ciencia sino mas bien como un tipo de ingeniería. Dios puso a los macroeconomistas en la tierra no para proponer y testear elegantes teorías sino para resolver problemas prácticos. Los problemas que Él puso en nuestras manos no eran, además, de dimensiones modestas. Aquello que dio nacimiento a nuestra disciplina -la Gran Depresión de los años treinta- fue una caída en la actividad económica de una escala sin precedentes, incluyendo ingresos tan deprimidos y un desempleo tan expandido que no es exagerado decir que la viabilidad del sistema capitalista estaba en cuestión. Este ensayo ofrece una breve historia de la macroeconomía, junto con una evaluación de lo que hemos aprendido. Mi premisa es que la disciplina ha evolucionado gracias a los esfuerzos de dos tipos diferentes de macroeconomistas: aquellos que la conciben como una especie de ingeniería y aquellos que quisieran que fuese más bien una ciencia. Los ingenieros son, ante todo, personas que se ocupan de solucionar problemas. Por el contrario, el objetivo de los científicos es entender cómo funciona el mundo. El énfasis de las investigaciones de los macroeconomistas ha variado a lo largo del tiempo entre estos dos motivos. Mientras que los primeros macroeconomistas eran ingenieros que trataban de resolver problemas prácticos, los macroeconomistas de las ultimas décadas han estado más interesados en desarrollar herramientas analíticas y establecer principios teóricos. Estas herramientas y principios, sin embargo, han tardado en encontrar el modo de ser utilizados. A medida que el campo de la macroeconomía fue evolucionando, un tema recurrente ha sido la interacción -a veces productiva y a veces no tanto- entre los científicos y los ingenieros. La desconexión sustancial entre ciencia e ingeniería de la macroeconomía constituye un hecho lamentable para todos quienes trabajamos en la disciplina. Para evitar cualquier tipo de confusión, debo decir desde un principio que la historia que habré de contar no es una de buenos y malos muchachos. Ni los científicos ni los ingenieros pueden reclamar para si una virtud mayor. Tampoco es esta una historia acerca de pensadores profundos y plomeros ingenuos. Los profesores científicos no son típicamente mucho mejores en resolver problemas ingenieriles que lo que son los profesores ingenieros en resolver problemas científicos. En ambos campos hay siempre problemas nuevos, que son, al mismo tiempo, duros e intelectualmente desafiantes. De la misma manera que el mundo necesita tanto científicos como ingenieros, necesita macroeconomistas de ambas orientaciones. Pienso, sin embargo, que la disciplina podría avanzar de manera más fluida y fructífera si los macroeconomistas recordasen que su campo tiene un rol dual. La revoluci6n keynesiana La palabra "macroeconomía" aparece por primera vez en la literatura académica en los años cuarenta. Cierto es que los tópicos de la macroeconomía -inflación, desempleo, crecimiento económico, el ciclo de negocios, políticas monetarias y fiscales- han preocupado siempre a los economistas. En el siglo XVIII, por ejemplo, David Hume (1752) escribió acerca de los efectos de corto y largo plazo de las expansiones monetarias; en muchos aspectos, su análisis resulta muy similar al que uno podría esperar hoy en día de un moderno economista monetario o de un banquero central. En 1927, Arthur Pigou público un libro titulado Industrial Fluctuaciones que buscaba explicar el ciclo económico. No obstante, el campo de la macroeconomía como un área distinta y activa de investigación surgía a la sombra de la Gran Depresión: no hay nada mejor que una crisis para lograr que la mente se concentre. La Gran Depresión tuvo un impacto profundo en quienes la vivieron. En 1933 el desempleo en los Estados Unidos llegó al 25 por ciento, y el PIB real era un 31 por ciento menor al de 1929. Todas las fluctuaciones subsiguientes en la economía norteamericana han sido olas pequeñas en un mar calmo comparadas con aquel tsunami. Ensayos autobiográficos de prominentes economistas de esta era como Lawrence Klein, Franco Modigliani, Paul Samuelson, Robert Solow y James Tobin, confirman que la Depresión fue un evento clave en sus carreras (Breit and Hirsch, 2004). La Teoría General de John Maynard Keynes fue el punto focal de las discusiones profesionales acerca de cómo entender estos fenómenos.

* Publicado en Journal of Economic Perspectives, Fall 2006. Desarrollo Economico agradece a American Economic Association la autorizacion para la presente versibn en espanol. 
** N. Gregory Mankiw es Robert M.Beren Profesor de Economia, Harvard University, Cambridge.M.A. Estados Unidos. 3 This content downloaded from 187.141.66.38 on Tue, 2 Apr 2013 17:41:30 PM All use subject to JSTOR Terms and Conditions N. GREGORY MANKIW

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1 comentario:

  1. El creer que la ingeniería económica se limita a solucionar problemas a través de la macroeconomía es un ensayo muy reduccionista. Los ingenieros usan su ingenio y, sobretodo, son creativos. Precisamente, el ingeniero economista es el propulsor del cambio (método propio del ingeniero que fue propuesto por Say) mediante la innovación (de Schumpeter). La ingeniería económica es una rama de la ingeniería, mas no de la economía. El ingeniero economista es el que provoca el cambio como creativo para que sus pares, los demás ingenieros, lo desarrollen.

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