¿Cuál es la
definición de «ingeniería económica» y cuáles
son las ideas aceptadas de “ingeniería” y “economía” al ser subsumidas por
ésta?
A
manera de introducción.
Antes de dar respuesta a la primera pregunta –acerca de la definición
de «
ingeniería económica»–, creemos necesario advertir a nuestros lectores que: –no existe información estructurada (mejor dicho, que soporte un análisis epistemológico) o libro alguno que se acerque a la definición precisa de lo que hoy es la nueva rama de la ingeniería económica. Lo que podrá encontrar en la web –si usted lo busca– es una vieja reliquia de análisis de costos proyectados con ese título (de ingeniería económica), del autor DeGarmo, que no es precisamente un manual para formar ingenieros economistas, y por lo tanto lo llevaría a usted a un error seguro o a creer –como mucha gente– que la ingeniería económica es simplemente una herramienta para proyectos ingenieriles. Ante tal situación, nos vemos obligados a mostrar –previa a nuestra definición– dicha anomalía, a la par que explicar la falla gramatical, en el título de esos textos académicos. Para tal fin, discurriremos a través de la historia ingenieril –desde los primeros indicios u origen del libro texto o manual (si se quiere) de ingeniería económica– que nos permitirá iluminar el hecho histórico causante y poner al descubierto el error de los libros textos con ese título de "ingeniería económica" y otros más con el título de "Ingeniería de costos" o "Ingeniería del valor", que, inconscientemente han sido aceptados –en medios académicos–. Así mismo, intentaremos también develar el error de sintaxis gramatical, en la titulación de los libros del mismo nombre, que se viene arrastrando desde comienzos del siglo
anterior pero que se siguen usando en las
Facultades de Ingeniería tradicional.
Para tal propósito, intentaremos alumbrar el sendero histórico –para ver claramente el error–, amenizándolo con una curiosa analogía, y hacerlo al mismo tiempo más digerible para no aburrir a nuestros lectores.
Imaginemos a un médico, que entra
a una librería y pregunta si tienen un libro titulado medicina económica. El vendedor le responde con una sonrisa –disculpe, pero creo que usted está
bromeando, ¿verdad?.
–Sigo sin entender –comenta el médico– el por qué no existe siquiera uno si mi hermano ingeniero tiene varios libros sobre ingeniería económica con los que realiza excelentes proyectos en su trabajo y yo quisiera hacer lo mismo, para favorecer a mis pacientes.
Nuestros lectores ya habrán descubierto el error ¿verdad?
Sin embargo, los ingenieros afectados quizá por el síndrome de la rana hervida[1] no se han percatado del error, aún. La historia comienza en el año 1887, cuando Arthur M Wellington publicó la obra: “The Economic Theory of Location Railways” (Teoría Económica del Trazado de Vías Férreas). Willington fue un ingeniero civil, que utilizó análisis de costos para seleccionar las longitudes ideales en las vías férreas. Fue así como estableció específicamente el papel del análisis económico en los proyectos de ingeniería, por eso Wellington es considerado ingenuamente como el padre de la ingeniería económica.
Desde entonces se viene utilizando el análisis de costos proyectados (como si fuera ingeniería económica) en textos al uso en las Facultades de Ingeniería tradicional. Actualmente (y desde 1942, la ingeniería económica de DeGarmo[2] y de otros autores y, algunos con título de ingeniería del valor. Dichos texto, como si fuera ingeniería, simplemente fueron de apoyo a la ingeniería tradicional mantiene aletargados a los ingenieros que desconocen el verdadero significado de esta nueva rama de la ingeniería. Dicho en otras palabras: en los actuales medios académicos ya se conoce y se diferencia claramente la nueva “Ingeniería Económica” pero solo se enseña en las Facultades del mismo nombre; mientras que la vieja reliquia de otra época, reliquia que estaba personificada por DeGarmo, se continua usando por docentes irresponsables[3] para enseñar el aspecto económico (métodos de riesgo, sensibilidad, análisis de intangibles) en las diferentes Facultades de Ingeniería tradicional como si fuera una disciplina vigente.
–No. No veo por qué le parece una broma el preguntar por un libro sobre medicina –le contesta el doctor.
–Es que no podría existir un libro con ese título; pero, sí podría ser una buena idea para sugerir a algunos clientes economistas y, quizás otro de utilidad para abogados sobre abogacía
económica. –Sigo sin entender –comenta el médico– el por qué no existe siquiera uno si mi hermano ingeniero tiene varios libros sobre ingeniería económica con los que realiza excelentes proyectos en su trabajo y yo quisiera hacer lo mismo, para favorecer a mis pacientes.
Nuestros lectores ya habrán descubierto el error ¿verdad?
Sin embargo, los ingenieros afectados quizá por el síndrome de la rana hervida[1] no se han percatado del error, aún. La historia comienza en el año 1887, cuando Arthur M Wellington publicó la obra: “The Economic Theory of Location Railways” (Teoría Económica del Trazado de Vías Férreas). Willington fue un ingeniero civil, que utilizó análisis de costos para seleccionar las longitudes ideales en las vías férreas. Fue así como estableció específicamente el papel del análisis económico en los proyectos de ingeniería, por eso Wellington es considerado ingenuamente como el padre de la ingeniería económica.
Desde entonces se viene utilizando el análisis de costos proyectados (como si fuera ingeniería económica) en textos al uso en las Facultades de Ingeniería tradicional. Actualmente (y desde 1942, la ingeniería económica de DeGarmo[2] y de otros autores y, algunos con título de ingeniería del valor. Dichos texto, como si fuera ingeniería, simplemente fueron de apoyo a la ingeniería tradicional mantiene aletargados a los ingenieros que desconocen el verdadero significado de esta nueva rama de la ingeniería. Dicho en otras palabras: en los actuales medios académicos ya se conoce y se diferencia claramente la nueva “Ingeniería Económica” pero solo se enseña en las Facultades del mismo nombre; mientras que la vieja reliquia de otra época, reliquia que estaba personificada por DeGarmo, se continua usando por docentes irresponsables[3] para enseñar el aspecto económico (métodos de riesgo, sensibilidad, análisis de intangibles) en las diferentes Facultades de Ingeniería tradicional como si fuera una disciplina vigente.
¿Cuál sería el error gramatical?
Desde la sintaxis[4] ‘ingeniería
económica´, forma un sintagma nominal[5], donde
la palabra ingeniería actúa como el sustantivo y ‘económica’ es el determinante[6], posesivo[7] que acompaña para la
acción del sustantivo[8]. Por lo tanto, la ingeniería económica es una nueva profesión y nueva rama de la ingeniería, mas nó un libro texto de apoyo a las demás ingenierías.
¿Cuál sería, por lo tanto, la definición de «ingeniería económica» que se enseña en las Facultades de Ingeniería Económica?
La «ingeniería
económica» ha devenido en ser el complemento[9] de
acción económica proactiva[10] (del
cambio[11]
innovador[12][13]) de la
economía ortodoxa[14], para
la solución de los problemas económicos desde dentro de la ingeniería misma[15] (que aplica el ingenio, las herramientas, el método heurístico[16] y
prácticas de toda ingeniería); en apoyo a las demás ingenierías y al empresariado innovador, alejándose del enfoque que considera que los gobiernos[17][18] son lo suficientemente
capaces para solucionar los problemas económicos sociales –como la crisis, la pobreza[19], la
escasez, el crecimiento[20], la redistribución de la renta (...)– que, bastaría solo con aplicar las políticas económicas planteadas, formuladas y basadas en la ortodoxia económica)[21].
[1]
El síndrome de la rana hervida hace referencia al desgaste emocional que se genera cuando nos encontramos
encerrados en situaciones de las que creemos que es imposible escapar y, por
ello, aguantamos y aguantamos hasta salir quemados. Digamos que, poco a poco,
vamos metiéndonos dentro de una suerte de círculo vicioso que nos deteriora
mental y emocionalmente hasta el punto de dejarnos sin fuerzas. Fue Olivier
Clerc, escritor y
filósofo francés, quien planteó, en un lenguaje sencillo, acertado e
ilustrativo la fábula de “la rana hervida”. Veamos más detenidamente en qué
consiste y cómo podemos aplicar sus enseñanzas. La fábula se basa en una
ley física real que viene a decir que “si la velocidad de
calentamiento de la temperatura del agua es menor a 0,02 ºC/minuto, la
rana se queda quieta y se muere al final de la cocción. A mayor velocidad,
la rana salta y escapa”. Así, tal y como lo explicaba Olivier Clerc, si
ponemos una rana en un recipiente de agua y comenzamos a calentar esta poco a
poco, la rana irá ajustado en paralelo su temperatura corporal de
manera gradual. Cuando el agua está llegando a su punto de ebullición, la rana
ya no puede ajustar más su temperatura y, por lo tanto, intenta saltar. Sin
embargo, tristemente, la rana ya no es capaz de hacerlo, pues ha malgastado su
fuerza en ajustar su temperatura y ya no goza del ímpetu que le hace falta para
escapar.
Como consecuencia
obvia, la rana muere hervida sin hacer nada por saltar y salvarse. Ahora
debemos plantearnos qué es lo que mató a la rana: ¿fue el agua hirviendo o fue
su incapacidad para decidir adecuadamente en qué momento debía saltar? Seguro que si se hubiese
sumergido en una cazuela a 50 ºC, ella misma habría dado un gran salto con el
objetivo de ponerse a salvo. Sin embargo, mientras toleraba la subida de
la temperatura, no se planteó que podía y debía salir de ahí.
https://www.youtube.com/watch?v=wCuWAYuR9Jo
[2]
La
ingeniería económica tradicional
se encargaba de los aspectos monetarios de las decisiones tomadas por los
empleados de las organizaciones desde los años 20 cuando J. C.
L. FISH Y O. B. Coldman empezaron a utilizarla mediante el análisis de las
inversiones efectuadas desde la perspectiva de las matemáticas, formulando un
modelo donde representaba la inversión y la relación con el mercado. Los
métodos que se utilizaban antes, aún siguen siendo utilizados para reflejar los
recursos y fondos públicos. Posteriormente, el profesor Eugene L. Grant formula
los Principios de Ingeniería Económica en 1930 en
su texto Principles of Engineering Economy. Él examinó la
importancia de los factores de juicio y de la evaluación de inversiones. Desde
entonces los desarrollos modernos estuvieron empujando fronteras de la
“Ingeniería Económica” hasta hacerlas abarcar nuevos métodos de riesgo,
sensibilidad, análisis de intangibles. Los métodos tradicionales siguen siendo
refinados para reflejar la preocupación actual por la conservación de los recursos
y la utilización eficaz de los fondos públicos. DeGarmo, contemporáneo de
Woods, era uno de los pocos pares, que aceptaron los principios de la
ingeniería económica de Eugene Grant (escrito en 1930). Ésta aceptación quizá
tenía razón de ser, y en rigor la explicaba el éxito económico de la ingeniería
de aquel entonces. Resultaba muy claro que DeGarmo era partidario de la
aplicación de los principios de Grant, mientras ella dirigía los buenos
criterios económicos; pero ya era muy extraño que después de unos años
aceptáramos que esto es ingeniería económica, ni siquiera es la
aplicación de la teoría económica, hasta ahora llamada ciencia.
[3] En 1942, Woods y DeGarmo escribieron la primera edición
del libro texto de Eugene Grant “Principles of Engineering Economy” (New
York: The Ronald Press Company, 1930).
[5] Sintagma: Palabra o grupo de palabras que constituyen una unidad
sintáctica y que cumplen una función determinada con respecto a otras palabras
de la definición.
[7] Los Determinantes
Posesivos son un tipo de determinantes que
acompañan al sustantivo para
indicar relaciones de pertenencia.
[8] Es decir, ´ingeniería
económica´, está compuesta por dos palabras que forman un
conjunto de palabras estructuradas, relacionadas en torno a un núcleo. El núcleo de un sintagma es el miembro del sintagma que
determina las propiedades básicas del conjunto.
[9] Porque
los economistas más destacados se encuentran
desorientados, todos los intentos por
resolver la crisis económica utilizando las herramientas tradicionales han
fracasado porque los paradigmas existentes, ya no coinciden con la realidad
global e integral. Cualquier teoría bien aplicada o complementada una con otra,
será siempre la estrategia perfecta para sacar adelante un país.
[10] Pero la proactividad no significa estar a favor de la
actividad únicamente, sino a tener cierta visión de futuro, o la capacidad de
ello. No se trata de ser ningún tipo de
mago, chamán o adivino, para nada. Tener visión de futuro no es más que la
inteligencia (o acaso ¿el don?) de analizar concienzudamente cualquier
situación y actuar coherentemente con lo que deducimos de nuestros análisis.
Por lo tanto la persona observadora, analítica y metódica tiene muchas
papeletas de ser proactiva. Un ejemplo lo encontramos en Steven Paul Jobs (El hombre que cambió el mundo -
Hipertextual),
el
co-fundador de Apple. Cuando él conoce la caligrafía
(gracias a una de las clases a las que asistió por curiosidad), un elemento,
una característica que años después se traduciría en un pilar estético y en una
marca distintiva de Apple. Lo importante de ése momento fue la
creación y el lanzamiento de Apple I, la primera verdadera computadora hogareña. Jobs comenzó a mostrarse
como líder desde aquel entonces: empujo
el desarrollo de los equipos Mac y entendió hacia donde debía ir el futuro. Es
decir, ya desde esta temprana etapa de la compañía, Steve Jobs se
mostró como un gran líder y visionario, algo que, inesperadamente, tendría un
impacto. Steve convenció a John Sculley para que
abandone Pepsi-Cola y se una a Apple. Sobre esto, es inevitable recordar la
siguiente frase que se le atribuye a Jobs: “¿Quieres
vender agua azucarada por el resto de tu vida o quieres venir conmigo y cambiar
el mundo?”. Steve Jobs, también, marcó un momento en la historia del cine: en 1995 se lanzó Toy Story, aclamada por el público y
la crítica, y en los próximos 15 años se lanzaron otros famosos títulos como A
Bug’s Life en 1998, Monsters, Inc. en 2001, Finding Nemo en 2003, WALL-E en
2008, y Up en 2009 (entre muchas otras más). Además, cabe destacar que muchas de
éstas recibieron Premios de la Academia en la categoría de animación. Entonces,
para resumir: Steve no sólo revolucionó el mundo de la informática y de los
ordenadores sino que además marcó un antes y un después en el universo del
cine y de la animación.
[11] No existe en
la realidad nada que sea siempre igual, porque lo único real es el cambio. Heráclito
es el que cambia totalmente de orientación del pensamiento al observar que todo
en la realidad está en perpetuo cambio y que es imposible definir algo porque de inmediato esa cosa se modifica y ya
deja de ser lo que era para ser otra. Nunca tenemos la misma experiencia ni
vemos dos veces lo mismo porque las cosas cambian en un constante devenir.
[12] Innovar en proceso,
es desarrollar y aplicar con éxito nuevos métodos de fabricación que puedan
aumentar la calidad, estandarizar los componentes, minimizar el tiempo de
montaje, reducir el coste, el consumo energético de producirlo, los residuos
generados, la verificación de la calidad. Logística y / o que puedan reducir
el volumen de almacenamiento, el tiempo en que lo entregamos al cliente.
Organización que puedan cambiar la forma de dirigir o trabajar con las
personas, procesos, la introducción de sistemas de la información, la forma de
pago o financiación...
[13] Se considera que no existe innovación hasta que no se ha
introducido el producto en el mercado y hasta que no se ha implantado de forma
efectiva la nueva idea o manera de hacer.
[14] La economía ortodoxa y la economía heterodoxa: La economía
ortodoxa o convencional (en
inglés Mainstream economics)
es la forma más ampliamente aceptada de enseñar economía en las universidades,
en contraste a la economía heterodoxa. Ha sido asociada con la economía neoclásica (ver: David
C. Colander, 2000). y con la síntesis neoclásica, la cual combina métodos y aproximaciones keynesianas a la macroeconomía. (ver: Olivier
J. Blanchard, 2008, "neoclassical
synthesis," The New Palgrave Dictionary
of Economics, 2nd Edition.). Mientras
que la economía heterodoxa puede ser definida en términos de instituciones-historia-estructura
social, la economía ortodoxa
se define en términos de racionalidad-individualismo-equilibrio.
La heterodoxia considera a la economía como una ciencia social,
donde el comportamiento de los actores se caracteriza por su imprevisibilidad y
donde las interpretaciones son subjetivas,
mientras que la ortodoxia tiende a identificar a la economía como una ciencia exacta,
racionalizando el comportamiento de las personas y el curso de acción a
emprender con resultados
[15] El planteamiento correcto de un problema es el paso más
importante hacia su solución. Una definición incorrecta del problema puede
ocasionar que el ingeniero pierda el tiempo y llegue a una solución
inapropiada. Sin embargo, un problema
definido correctamente es un problema parcialmente resuelto. Las soluciones ingenieriles siempre están
sometidas a constricciones físicas, económicas, sociales y políticas. Los
problemas en ingeniería, generalmente no tienen solución única. Con frecuencia,
el objetivo es seleccionar la mejor solución de entre diversas alternativas.
Por lo tanto, es importante el uso de heurismos de ingeniería como método ingenieril [Koen,
Billy Vughn, El método de ingeniería, U. del Valle – ACOFI, Bogotá, 2000.] Se define como una estrategia para producir el mejor cambio, con los
recursos disponibles. “Un heurismo es cualquier noción que proporcione una
ayuda o dirección plausible en la solución del problema, pero que en el
análisis final es injustificada, sin posibilidad de justificación, y falible.
Es una guía para descubrir y revelar.” Se indica que no es difícil hallar
ejemplos de heurismos, que varían desde la decisión de oído, o a ojo, hasta las
nociones más complejas sobre cómo debe resolverse un problema. Koen ha dado
varios ejemplos de heurismos ingenieriles que son particularmente relevantes y
se pueden usar inclusive para enseñar el método ingenieril: Haga pequeños
cambios en el estado del arte. Fortalezca el eslabón más débil). En estos casos, es necesario sopesar las
distintas consecuencias conflictivas de una acción de ingeniería, y después
seleccionar aquella solución que mejor se ajuste a los deseos y necesidades de
los jefes, de los clientes, o de la sociedad.
[16] El método heurístico e cual se define
como la capacidad que tiene el hombre de crear o inventar algo, con la finalidad de proporcionar
estrategias que ayuden a la resolución de un problema. Los seres humanos a
través de su creatividad, pensamiento
divergente y
en algunos casos de experiencias propias, son capaces de encontrar la solución
más viable para resolver algún conflicto.
[17] Ninguna comisión gubernamental tiene que decidir si debe producirse
o no una mercancía: se producirá si pasa la prueba del mercado. Si lo que los
consumidores están dispuestos a pagar por ella es superior a sus costes de
producción; tampoco necesita comprobar si una determinada empresa está
produciendo de manera eficiente ya que la competencia se encarga de expulsar a
los productores ineficientes.
[18] ¿Los políticos persiguen el interés general? Una de las
primeras premisas que este análisis cuestiona es el supuesto de que el objetivo
de un político es el interés general, a diferencia de cualquiera de nosotros en
el mercado donde perseguimos el interés personal (lo cual no descarta que
incluya ocuparnos e interesarnos por otros). Una teoría tiene que servirnos
para comprender mejor la realidad, y ese supuesto, que persiguen el interés
general, no nos permite comprender situaciones reales. ¿Podemos entender esto asumiendo la búsqueda
del interés general? La economía asumió ese supuesto bajo el nombre de
“dictador benevolente”. El siguiente análisis de las fallas de la política se
basa en el espíritu de aquella famosa frase de Winston Churchill (1874-1965): “Muchas
formas de gobierno han sido ensayadas, y lo serán en este mundo de vicios e
infortunios. Nadie pretende que la democracia sea perfecta u omnisciente. En
verdad, se ha dicho que es la peor forma de gobierno excepto por todas las
otras que han sido ensayadas de tiempo en tiempo”. Churchill nos dice
que no hemos ensayado un sistema mejor, por el momento, pero que éste no
puede ser considerado perfecto. Por ello, cuando se ponen demasiadas
expectativas en él, pueden frustrarse, ya que la democracia no garantiza ningún
resultado en particular (mejor salud, educación o nivel de vida), aunque
ciertas democracias lo hacen bastante mejor que las monarquías, o las
dictaduras.
[19] Amartya Sen demuestra
empíricamente que el hambre no se produce por una insuficiente producción de
alimentos. Las hambrunas pueden ser los resultados de una insuficiente
producción, pero esta es consecuencia de unos pobres o injustos mecanismos de
distribución. Así Sen señala que los problemas de distribución son en mayor
medida la causa del hambre, contradiciendo los principios de la teoría
económica tradicional. “Capital Humano y Capacidad Humana”
El primer concepto se encuentra en el carácter
de agentes (agency) de los seres humanos, que por medio de sus habilidades,
conocimientos y esfuerzos, aumentan las posibilidades de producción y el
segundo se centra en su habilidad para llevar el tipo de vida que consideran
valiosa e incrementar sus posibilidades reales de elección. Ambas perspectivas
están relacionadas porque se ocupan del papel de los seres humanos y en particular
de las habilidades efectivas que éstos logran y adquieren..
[20] La carrera
presidencial de 2012 en Estados Unidos, fue, en parte, un enfrentamiento entre
dos modelos diferentes de crecimiento económico. El presidente
Barack Obama en su gobierno demócrata no defendió la teoría de que el gobierno
debe actuar como "tutor" de la economía y utilizar los fondos
públicos para estimularla. El nominado
republicano, presumiblemente Mitt Romney, avanzó el argumento del libre mercado
de que la fuente principal de nuevo crecimiento es la energía innovadora de los
empresarios estadounidenses y que el gobierno necesita salir del camino. Sin
embargo, él no sabía que una parte esencial del argumento del libre mercado es
la "destrucción creativa", una teoría propuesta por el gran
economista austríaco y profesor de la Universidad de Harvard Joseph Schumpeter. Lástima
que no entendía la visión de Schumpeter --expresada más
poderosamente en su libro clásico de 1942, Capitalismo,
Socialismo y Democracia--, por lo que tuvo dificultades para comprender por
qué los mercados libres funcionan tan bien para generar prosperidad. –la
destrucción creativa es un concepto complicado, mal entendido por el público en
general y no siempre fácil de defender. Schumpeter en la casa blanca. Así, Schumpeter superó a Keynes
en las elecciones de 2012.
[21] Aunque los fallos del mercado impulsaron a los países
occidentales a adoptar los grandes programas públicos de los años treinta a los
sesenta, en los setenta y en los ochenta las deficiencias de estos programas
indujeron a los economistas y a los politólogos a investigar los fallos del
Estado. ¿En qué condiciones no funciona bien el Estado? ¿Fueron meros
accidentes los fracasos de los programas públicos o un resultado predecible de
las características inherentes de las actividades del Estado? ¿Pueden extraerse
consecuencias para la elaboración de los programas futuros? Son cuatro las
causas de la incapacidad sistemática del Estado para cumplir los objetivos
formulados: su reducida información, su reducido conocimiento de las respuestas
privadas a sus intervenciones, su reducido control de la burocracia y las
limitaciones que imponen los procesos políticos. 1. Información limitada, 2.
Control limitado de las empresas privadas. 3. Control limitado de la
burocracia. 4. Limitaciones impuestas por los procesos políticos. Los
detractores de la intervención del Estado en la economía, como Milton Friedman,
creen que estas cuatro causas de los fallos del Estado son suficientemente
importantes para que éste se abstenga de intentar resolver las deficiencias
supuestas o demostrables de los mercados.