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viernes, 13 de mayo de 2016

JOSEPH ALOIS SCHUMPETER: INNOVACIÓN, ENTREPRENEURSHIP Y DESTRUCCIÓN CREATIVA


JOSEPH ALOIS SCHUMPETER: INNOVACIÓN, ENTREPRENEURSHIP Y DESTRUCCIÓN CREATIVA

(NOTA: Algunos extractos han sido recopilados y sintetizados de diversas fuentes, por este autor).
schumpeterJoseph Alois Schumpeter vino al mundo en Triesch (Moravia, en la actualidad perteneciente a la República Checa) en 1883 en una familia acomodada ya que era hijo de un  fabricante de tejidos aunque posteriormente tras la prematura muerte de su padre cuando contaba con cuatro años, su madre se casó de nuevo con un teniente general del ejército austro-húngaro, siete años después. Este matrimonio marcó la vida del intelectual, ya que le permitió trasladarse a Viena, donde vivió en medio de la aristocracia austriaca estudiando en la Universidad de Viena. Precisamente en Triesch Kafka pasaba varios veranos en 1.902 en la casa de su tío Siegfried Lowy que era médico rural, (en quien más tarde se inspiraría para escribir “Un médico rural”).
Scumpter fue pupilo de Friedrich von Wieser, uno de los principales exponentes de la Escuela Austriaca lo que le dotó de una amplitud de miras diferente a la marginalista imperante, como era la escuela marshalliana, llamada así por su precursor Alfred Marshall.
Empezó a ejercer como abogado en Viena en 1907  y tras ganar prestigio como economista, enseñó economía durante varios años en las universidades de Viena, Czernowitz (actual Chernovtsi, Ucrania), Graz y Bonn a partir de 1909. Tras visitar Estados Unidos en un intercambio de profesores con la Universidad de Columbia (en 1913) y la Universidad de Harvard (en 1927 y 1931), obtuvo una plaza fija en este último centro en 1932 obteniendo posteriormente la cátedra de Economía Aplicada.
Fue además Ministro de Economía de Austria tras la Primera Guerra Mundial y director del Banco Biederman, paradójicamente sin gran fortuna ya que fue cesado de ambos cargos, dedicándose casi por entero a la docencia (fue profesor del propio Samuelson) y a escribir varias obras consideradas actualmente como clásicos, entre las que destacan, “Teoría del Desenvolvimiento Económico” (1912), “Los Ciclos Económicos” (1939), “Capitalismo, Socialismo y Democracia” (1942) y “Historia del Análisis Económico” (póstuma, 1954).
En ellas,  se destacó por sus investigaciones sobre el ciclo económico y por sus teorías sobre la importancia vital del empresario en los negocios, subrayando su papel para estimular la inversión y la innovación que determinan el aumento y la disminución de la prosperidad. Popularizó el concepto de destrucción creativa como forma de describir el proceso de transformación que acompaña a las innovaciones. Predijo la desintegración sociopolítica del capitalismo, que, según él, se destruiría debido a su propio éxito.
Son famosas sus polémicas con Keynes, fue coetáneo de otro gran economista matemático, Wassily Leontieff (con el que tuvo una estrecha relación) premio Nobel en 1973 y profesor de Paul Samuelson, en Harvard, posteriormente catedrático de la citada universidad y premio Nobel en 1970.
Un economista influyente y brillante (escribió el equivalente a 50 libros) que, sin embargo, no recibió el Premio Nobel, ya que se trata de  un galardón que se otorga solamente a personas vivas y cuando el Banco Central de Suecia decidió crear el citado premio en 1969, él ya había fallecido en 1950 en Taconic (Connecticut).

IDEAS PRINCIPALES.
La aportación más significativa de Schumpeter es la que hace referencia a los ciclos económicos. En su libro “Teoría del crecimiento económico” de 1911 desarrolla su concepto más importante: el “espíritu emprendedor” (entrepreneurship) de los empresarios, que se divide a su vez en dos principales: el concepto y la importancia de la actividad innovadora (Innovación) como forma de asumir riesgos y de obtener beneficios extraordinarios y el proceso de Destrucción Creadora como un proceso a través del cual las innovaciones empresariales van rompiendo sucesivamente equilibrios en un sistema económico, llevando a la aparición de  nuevos equilibrios, cono lo que el sistema económico subyacente crece y se desarrolla en forma de ciclos.
La base de una economía es el capitalismo establecido en un sistema de tres patas: Propiedad e iniciativa privada, producción para el mercado y subdivisión del trabajo y el papel preponderante de la creación de créditos por parte de las entidades bancarias. Sin embargo, se trata de un sistema que, aunque podría perdurar indefinidamente, es irregular y pasa por sucesivas etapas; en definitiva, “un método de transformación económica caracterizado por su carácter evolutivo y no estacionario”, en palabras del insigne economista.
1. – Según estas tesis el sistema capitalista sería estable por sí mismo, perdurando indefinidamente, como base de una mentalidad determinada de la sociedad y de su modo de vida. Este proceso se vería alterado como consecuencia de la actitud moderna ante la vida familiar, herencias, impuestos, etc. Para Schumpeter, el capitalismo es una “racionalización” de las mentes, a partir de la Edad Media y sus instituciones: la Iglesia, el castillo del señor feudal, la comunidad de la aldea y los procesos comunitarios de producción, que repetían las secuencias de producción año tras año. La sociedad vivía en un ambiente estable de producción, perteneciendo su trabajo a la Iglesia o al señor feudal de turno. Más tarde, la independencia y la necesidad de competitividad se asentaron, a lo que se le unen etapas álgidas y depresiones en la forma de un ciclo económico, que destruye todo estado de equilibrio anterior que pudiera haber establecido por sí mismo. Este ciclo económico no podría ser achacado a medios exógenos, como períodos de hambruna o guerras, aunque son necesarios para la evolución del propio ciclo. Así, de la misma forma que cada “boom” destruye el equilibrio, cada depresión tiende a establecer uno nuevo. No obstante, para Schumpeter la estabilidad económica no implica ni las garantías del sistema político ni la estabilidad social, por lo que una situación económicamente estable puede darse en un marco políticamente inestable. Diferenció claramente entre progreso económico, estabilidad política y progreso social. Auguró la decadencia del capitalismo víctima de su anquilosamiento interno y de la creciente injerencia del Estado en la planificación económica. Son, pues, razones muy diferentes a las de Marx, (la revolución social o de los trabajadores frente a los medios de producción). No era partidario de la intervención estatal en los mercados, sino de la libre concurrencia. Consideraba al capitalismo el mejor sistema para el progreso económico, pero no encontró ni propuso la manera de evitar su colapso, inevitable en la opinión de Schumpeter. Para Schumpeter, la economía requiere renovación continua, nuevas maquinarias, equipos, formas de trabajar y productos, todo lo nuevo hace obsoleto a lo anterior; la utilidad, es un coste genuino para permanecer funcionando, indispensable en la inversión permanente; a mayor progreso, mayor inversión.
De la misma edad, Schumpeter y John Maynard Keynes, fueron feroces opositores, el primero consideró que las teorías del segundo estaban equivocadas. Keynes sostenía que el Estado a través de la inversión pública, era la principal fuerza de creación de riqueza, mientras que Schumpeter consideraba que el emprendedor, usando la innovación, era capaz de usar los recursos eficientemente para satisfacer las demandas del consumidor. Mientras Keynes creía en que la economía es estática y funciona en base a equilibrios, como afirmaba David Ricardo, para Schumpeter la economía es un estado perpetuo de desequilibrio donde existe un incesante proceso de mutación empresarial. De hecho, el Índice de Destrucción Creativa que analiza a los países más innovadores, fue creado en su memoria.
2. – El empresario es el principal motor del desarrollo económico capitalista. Para Schumpeter el beneficio del empresario queda justificado por ser un innovador con capacidad para crear riqueza. Si el sistema económico se encuentra en equilibrio, todos los factores de producción son retribuidos en función de su productividad marginal y el beneficio extraordinario es igual a cero; de modo que el beneficio del empresario queda reducido al beneficio ordinario o salario de dirección. Pero si surge un desequilibrio se debe a un empresario innovador que altera el equilibrio del sistema económico. Por tanto, este empresario innovador va a disfrutar temporalmente de una situación de monopolio; es decir, solo él fabrica el producto de la innovación. Esta situación de monopolio temporal permite la obtención del beneficio extraordinario que queda justificado según Schumpeter en función de esa capacidad innovadora del empresario. Pronto va a aparecer una legión de  imitadores, con la siguiente competencia, que hacen bajar los precios, restableciéndose de nuevo el equilibrio, y en esa nueva situación de equilibrio el beneficio del empresario vuelve a ser nulo.
En suma, para Schumpeter el beneficio extraordinario es el premio o recompensa  a la  innovación, y en la innovación se halla la esencia de la función empresarial. Todo el proceso descrito Schumpeter lo analiza a partir de tres fases distintas:
–          La invención. Hace referencia al desarrollo de nuevos productos o de tecnologías productivas. Considera que la invención no es propia del empresario.
–          La innovación. Es la aplicación de la invención a usos comerciales o industriales. Para Schumpeter es llevada a cabo por los empresarios innovadores que, a su juicio, son los auténticos empresarios.
–          La imitación. Cuando combinando aspectos no sustanciales de la innovación, por ejemplo el diseño de un producto, dicha innovación es explotada por un gran numero de empresarios. Esta función de imitación es llevada a cabo por los empresarios menos creativos o menos imaginativos, pero se considera importante porque esos empresarios imitadores van a promover la competencia de forma que el beneficio extraordinario del empresario va a desaparecer, se va a anular.
3. – El término “DESTRUCCIÓN CREADORA”, implica evolución como resultado de, entre otras cosas, la apertura de nuevos mercados y el desarrollo de la organización de la producción. Esto genera una revolución de la estructura económica destruyendo lo antiguo y creando elementos nuevos. Es un proceso de destrucción por la introducción de innovaciones ya que las empresas que no se adaptan a las nuevas condiciones no van a sobrevivir; y es un proceso creador porque va a difundir sus beneficios a toda la economía. El proceso de Destrucción Creadora, es un hecho esencial para el capitalismo. En eso consiste el capitalismo y en eso debe también vivir cada creación capitalista, destacando la actividad innovadora, aquella que tiende a constituir posiciones de “cuasi-monopolio” en favor de los empresarios innovadores, y éste también es un importante estímulo a la innovación. Con el transcurrir del desarrollo capitalista, se hacía más evidente que las posiciones de monopolio permanecían, se reforzaban y asumían un papel cada vez más relevante en las economías capitalistas Schumpeter menciona que la existencia de posiciones monopolistas no excluye de hecho la competencia. La lucha competitiva que resulta relevante es la que se explica mediante la introducción de innovaciones. Es una competencia creada por las nuevas mercancías, por las nuevas técnicas, por las nuevas fuentes de aprovechamiento, por el nuevo sistema organizativo, entre otras cosas. Este tipo de competencia es mucho más eficiente que el otro (que se explica mediante reducciones de precios), debido a que opera no únicamente cuanto tiene lugar de modo efectivo, sino también cuando es una permanente amenaza. En muchos casos a la larga resultará un comportamiento similar al cuadro de la competencia perfecta. A su vez, este tipo de competencia tiende a eliminar los eventuales poderes de monopolio gozados por empresas menos eficientes. La existencia de posiciones de monopolio cumple algunas funciones positivas. Por una parte, los beneficios obtenidos por las empresas, mediante prácticas monopolísticas, pueden ser condiciones necesarias para incentivar la innovación y la posibilidad de introducir la innovación. Los monopolios no representan un obstáculo al progreso técnico, sino más bien un estímulo. Por otra parte, la rigidez en los precios, obtenida con prácticas monopolistas, puede tener efectos positivos en los períodos de depresión. Una mayor flexibilidad en los precios puede agravar las situaciones depresivas, aumentando la incertidumbre, sin favorecer una reorganización de la actividad productiva sobre bases más apropiadas a las exigencias a largo plazo, por ello no favorece una recuperación del proceso de desarrollo económico.
Schumpeter reconoce que la competencia perfecta es imposible en las condiciones industriales modernas, pero rechaza la afirmación de que por este motivo, la empresa en gran escala tiene que ser aceptada como un mal económico e inseparable del progreso económico. Aunque también reconoce, que la gran empresa ha llegado a ser el motor más potente de este progreso y de la expansión a largo plazo de la producción total. Además, la competencia perfecta no puede ser presentada como modelo de eficiencia ideal. Por ello dice que, “Es, por tanto, un error basar la teoría de la regulación estatal de las industrias sobre el principio de que se debería forzar a las grandes empresas a funcionar como funcionaría la industria respectiva en una situación de competencia perfecta”.

FRASES DE SCHUMPETER
Hay personas que entre sus principios tienen el no permitir que su ocupación se convierta en trabajo.
La burocracia no es un obstáculo a la democracia, sino un complemento inevitable de la misma.

ANÉCDOTAS.
A pesar de haber fracasado como ministro de Hacienda y como presidente de banco, su “Historia del Análisis Económico “, publicada póstumamente en 1954, está entre los mejores textos de economía del siglo XX.
Cuando era joven Schumpeter afirmaba que deseaba ser recordado “por haber amado a las mujeres más bellas de Europa, haber montado los mejores caballos y por ser uno de los mejores economistas de la historia, en este orden”. No obstante, cincuenta años más tarde comentaba que realmente le gustaría ser simplemente recordado, “por haber formado a dos o tres economistas capaces de transformar la vida a la gente”.
Georgescu-Roegen, uno de los más brillantes economistas rumanos, comentaba que cuando iba de despacho en despacho en Harvard como becario investigador, no sabía que contestar exactamente a la pregunta que solían hacerle afablemente los profesores que encontraba, del tipo What can I do for you? (¿Qué puedo hacer por usted?), hasta que llegó al despacho de Schumpeter que le preguntó  What can you do? (¿Qué es lo que usted puede hacer?).

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