Schumpeter fue uno de los principales gurúes de la economía del siglo XX. Es célebre por su innovadora teoría del empresario como factor del desarrollo económico
Por Ricardo Crespo (IAE)
Nacido en 1883 en el Imperio Austro-Húngaro (en una ciudad de la actual República Checa), Joseph Alois Schumpeter alternó la cátedra universitaria en Czernowitz, Graz, Bonn y Harvard con puestos públicos y privados.
Su obra cumbre, "Historia del Análisis Económico" es de tal erudición y profundidad que, a más de 50 años de su publicación póstuma, sigue siendo el mejor tratado sobre la materia.
En la "Teoría del Desarrollo Económico" (1934), Schumpeter investigó los ciclos económicos y realizó una innovadora caracterización del empresario capitalista.
Nacido en 1883 en el Imperio Austro-Húngaro (en una ciudad de la actual República Checa), Joseph Alois Schumpeter alternó la cátedra universitaria en Czernowitz, Graz, Bonn y Harvard con puestos públicos y privados.
Su obra cumbre, "Historia del Análisis Económico" es de tal erudición y profundidad que, a más de 50 años de su publicación póstuma, sigue siendo el mejor tratado sobre la materia.
En la "Teoría del Desarrollo Económico" (1934), Schumpeter investigó los ciclos económicos y realizó una innovadora caracterización del empresario capitalista.
Para este eminente economista austríaco, el empresario desempeña un papel clave como motor del desarrollo económico. Él es quien aporta los componentes de innovación y cambio tecnológico que hacen avanzar los negocios.
En este punto, su análisis contrasta con el poco realista empresario neoclásico, que toma los precios como dados y se limita a adaptar su producción. Con Schumpeter, por el contrario, renace el empresario real, el empresario ubicado en el centro del proceso productivo con su importante papel de creador de nuevos productos, nuevas formas de organización y nuevos mercados.
Sin embargo, no fue sólo un eximio economista. Hombre de fenomenal erudición, en su "Capitalismo, Socialismo y Democracia" (1942) plasmó sus profundos conocimientos de historia, filosofía política, economía y sociología en un análisis global de la sociedad, coronado por una inquietante predicción: el capitalismo se acerca a su derrumbe.
Marx ya lo había sentenciado en el siglo XIX. Pero sus predicciones no se cumplieron. Schumpeter, en el siglo XX, también auguraba días nefastos para el capital.
Por un lado, el carácter intrínsecamente "antipático" del capitalismo ha creado una atmósfera en su contra. Por el otro, una serie de causas internas también conducirían ineluctablemente a la debacle. Particularmente, Schumpeter menciona el fenómeno de la difuminación de la propiedad.
En la corporación moderna, los dirigentes suelen no ser los dueños. Entonces, se produciría un cambio de actitud de los empresarios. En lugar de activos agentes en busca de oportunidades de negocios, se convertirían en burócratas sólo preocupados por sus intereses personales. En este marco, sin el motor que lo hace funcionar, el capitalismo no puede subsistir.
De este modo, advierte Schumpeter, el sistema caería en una especie de "destrucción creativa", un proceso que lo destruiría a manos de un Estado de bienestar con fuerte presencia estatal y control sobre las empresas.
En definitiva, un hombre culto, de intereses amplios y de pensamiento profundo, Schumpeter fue realmente un economista atípico.
Ricardo Crespo
Profesor de Economía
IAE, Escuela de Negocios de la Universidad Austral
En este punto, su análisis contrasta con el poco realista empresario neoclásico, que toma los precios como dados y se limita a adaptar su producción. Con Schumpeter, por el contrario, renace el empresario real, el empresario ubicado en el centro del proceso productivo con su importante papel de creador de nuevos productos, nuevas formas de organización y nuevos mercados.
Sin embargo, no fue sólo un eximio economista. Hombre de fenomenal erudición, en su "Capitalismo, Socialismo y Democracia" (1942) plasmó sus profundos conocimientos de historia, filosofía política, economía y sociología en un análisis global de la sociedad, coronado por una inquietante predicción: el capitalismo se acerca a su derrumbe.
Marx ya lo había sentenciado en el siglo XIX. Pero sus predicciones no se cumplieron. Schumpeter, en el siglo XX, también auguraba días nefastos para el capital.
Por un lado, el carácter intrínsecamente "antipático" del capitalismo ha creado una atmósfera en su contra. Por el otro, una serie de causas internas también conducirían ineluctablemente a la debacle. Particularmente, Schumpeter menciona el fenómeno de la difuminación de la propiedad.
En la corporación moderna, los dirigentes suelen no ser los dueños. Entonces, se produciría un cambio de actitud de los empresarios. En lugar de activos agentes en busca de oportunidades de negocios, se convertirían en burócratas sólo preocupados por sus intereses personales. En este marco, sin el motor que lo hace funcionar, el capitalismo no puede subsistir.
De este modo, advierte Schumpeter, el sistema caería en una especie de "destrucción creativa", un proceso que lo destruiría a manos de un Estado de bienestar con fuerte presencia estatal y control sobre las empresas.
En definitiva, un hombre culto, de intereses amplios y de pensamiento profundo, Schumpeter fue realmente un economista atípico.
Ricardo Crespo
Profesor de Economía
IAE, Escuela de Negocios de la Universidad Austral
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