LA TEORÍA DEL VALOR DE ADAM SMITH: LA CUESTIÓN DE LOS PRECIOS NATURALES Y SUS INTERPRETACIONES
Jimena Hurtado Prieto
Profesor asistente (Attachée temporaire d'enseignement et de recherche) en la Facultad de Economía de la Universidad de París X Nanterre y estudiante en último año de Doctorado en Economía en la misma universidad, asociada al laboratorio de investigación PHARE (Pôle d'histoire de l'analyse et des représentations économiques) de las Universidades de París I Panthéon-Sorbonne y París X Nanterre y del CNRS (Centre National de la Recherche Scientifique). Una primera versión de este texto fue presentada en el IX Coloquio de la Asociación Charles Gide para el Estudio del Pensamiento Económico: "Agréger, répartir, échanger: la valeur d'Aristote à Sraffa, Shapley et Debreu", Estrasburgo, 27-29 de septiembre de 2001. Agradezco los comentarios y preguntas de los participantes a este coloquio y, en particular, a Annie L. Cot, mi comentadora. Igualmente, agradezco la lectura y las sugerencias de Andrés Álvarez, Carlo Benetti, Sara Garbagnoli y Guy Vantyghem. Mi análisis sigue de cerca los desarrollos de Arnaud Berthoud, cuyos comentarios contribuyeron de manera sustancial a la realización de este texto. Cualquier error u omisión son de mi entera responsabilidad. Para comentarios y reproducción de este material comunicarse con la autora al correo: Jimena.Hurtado@wanadoo.fr. Artículo recibido el 4 de septiembre de 2002 y aprobado por Consejo Editorial el 31 de marzo de 2003.
Resumen
Este artículo presenta un análisis crítico de las interpretaciones de la teoría de los precios naturales de Adam Smith. Las nuevas lecturas de la obra de Smith ofrecen un análisis renovado del autor pero no logran resolver una de las grandes preguntas en su teoría económica: la cuestión de los precios naturales. La interpretación y la determinación de estos precios ha sido materia de debate desde la publicación de la Riqueza de las Naciones en 1776. Smith no parece dar una respuesta definitiva al problema. Esto ha llevado a diferentes interpretaciones de su teoría del valor que, aunque contribuyen a una visión más sistemática y completa de la obra del autor, no avanzan en resolver el problema de los precios naturales. El problema de la determinación de estos precios persiste.
Palabras clave: Adam Smith, precios naturales, teoría del valor. JEL: B1, B3, B5
Abstract
This article presents a critical analysis of the existing interpretations of Adam Smith's theory of natural prices. New readings of Smith's work provide a fresh analysis of the author, but fail in solving one of the great questions regarding his economic theory: the question of natural prices. Interpreting and determining these prices has been subject to debate since An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations was published in 1776. Smith does not seem to give a definitive answer to the problem. This has led to different interpretations of his theory of value which, whilst leading to a more systematic and complete view of Smith's work, hardly contribute in solving the problem of natural prices. The problem regarding the determination of natural prices thus prevails.
Key words: Adam Smith, natural prices, theory of value. JEL: B1, B3, B5
Résumé
Cet article vise à montrer que les nouvelles lectures de l'œuvre d'Adam Smith, bien qu'elles offrent une approche renouvelée des analyses de l'auteur, ne permettent pas pour autant de résoudre l'une des grandes interrogations de sa théorie économique : la question des prix naturels. L'interprétation et la détermination de ces prix ont suscité des débats depuis la publication de La Richesse des nations. Smith ne semble pas donner de réponse définitive à ce problème. Cela a donné lieu à l'élaboration de diverses interprétations de sa théorie de la valeur qui, si elles ont effectivement permis une vision plus systématique et plus complète de l'œuvre de Smith, ne semblent pas fournir un apport décisif quant au problème des prix naturels. La question de la détermination de ceux-ci n'est donc toujours pas résolue.
Mots-clefs: Adam Smith, prix naturels, théorie de la valeur. JEL: B1, B3, B5
1. INTRODUCCIÓN
El precio natural ocupa un lugar central en la comprensión de la teoría del valor de Adam Smith. Esta teoría es un elemento fundamental para el análisis de la sociedad comercial que lleva a cabo este autor. Una sociedad basada sobre los intercambios de excedentes de producción requiere la existencia de un lenguaje común y de una equivalencia entre los objetos a intercambiar.
Todos los miembros de esta sociedad viven del intercambio y, en esta medida, todos son considerados comerciantes. Cada uno de ellos vive la experiencia del intercambio, la experiencia del valor. Esta experiencia pasa por los precios nominales expresados en términos monetarios. Sin embargo, estos precios, por su carácter contingente, no pueden ser el objeto de un estudio dinámico tendiente a fundar una teoría del crecimiento económico. En consecuencia, Smith utiliza los precios reales, precios en términos de tiempo de trabajo. Este precio hace referencia a una unidad universal de medida que permite aprehender la magnitud del valor. Expresa un trabajo comandado o las "penas y fatigas ahorradas a aquel que compra la mercancía".
En consecuencia, Smith analiza los precios de mercado y los precios naturales en términos reales. El precio de mercado es un precio momentáneo, resultado de la confrontación entre la oferta y la demanda efectivas, mientras el precio natural es un precio que permite la reproducción del sistema económico. Y es precisamente en la relación que existe entre estos dos precios, es decir, en la teoría de la gravitación, donde el precio natural adquiere toda su relevancia:
El precio de mercado de cada mercancía particular está determinado por la proporción entre la cantidad presente de esta mercancía en el mercado y las demandas de aquellos que están dispuestos a pagar el precio natural o el valor completo de las rentas, beneficios y salarios que se deben pagar para traerla al mercado [ Smith 1981 (1776), i.vii.8] .
Claramente, los demandantes poseen una información antes de llegar al mercado: el precio natural. Existe una información anterior a los intercambios, representada por el precio natural, sin la cual la medida del valor de cambio y el sistema de mercado serían indeterminados. En efecto, sin este precio de referencia los procesos de ajuste de mercado, de competencia entre demandantes en el caso de un exceso de demanda o de entrada de nuevos demandantes en el caso de un exceso de oferta, no pueden ocurrir.
Este artículo presenta un análisis crítico de las interpretaciones existentes de la teoría del valor de Adam Smith con el fin de explorar este problema cognitivo — el conocimiento previo del precio natural —, y buscar respuestas a la pregunta de cómo los individuos adquieren la información necesaria para la realización de los intercambios. Las diferentes interpretaciones han sido clasificadas en dos grandes grupos: el primero contiene las interpretaciones centradas en los elementos puramente económicos de la teoría de Smith; el segundo, las lecturas recientes de la obra de este autor que incluyen elementos no económicos.
El análisis tradicional, al cual pertenecen las interpretaciones del primer grupo, se restringía a La riqueza de las naciones.1 En esta línea se siguieron dos vías: por una parte, la evaluación de la teoría en los términos de la economía contemporánea, es decir, como una elaboración más o menos satisfactoria de un modelo de equilibrio general; por otra, la comprensión de la teoría en sus propios términos.
La primera parte de este artículo está dedicada al estudio de estas interpretaciones con el fin de mostrar las críticas de que ha sido objeto la teoría del valor de Smith. Estas críticas parecen estar asociadas a la imposibilidad de determinar el origen del precio natural, precio de referencia sin el cual la teoría de la gravitación pierde todo sentido. La revisión de estas interpretaciones permitirá destacar la existencia de un problema cognitivo en la base de los intercambios mercantiles.
La renovación del interés en torno a la obra de Adam Smith incluye una nueva visión de su teoría del valor. La introducción de elementos del análisis del autor, diferentes de los puramente económicos, en la explicación del mecanismo de mercado ha aportado nuevas luces y abierto nuevas vías para la comprensión de la teoría de Smith. En efecto, la utilización sistemática y conjunta de las principales obras de Smith, la búsqueda de una solución al nuevo "problema de Adam Smith",2 pasa por la comprensión del origen y la naturaleza del precio natural.
Así, la introducción de la simpatía o de un proceso semejante al de formación de los juicios morales en el mercado y/o en la formación de los valores de cambio parece ser una nueva vía de exploración de la teoría del valor de Adam Smith. La segunda parte de este artículo busca dar cuenta de esta bibliografía reciente, de sus aportes y sus límites. No pretendemos dar una respuesta definitiva al problema cognitivo del precio natural: nuestro propósito se limita a hacer una presentación crítica de las interpretaciones existentes.
Este análisis crítico permitirá, en primer lugar, mostrar la posibilidad de la independencia entre economía y moral en tanto ciencias o esferas de la actividad humana —en general— y como dimensiones dentro de las cuales pensar y aprehender la totalidad del ser humano —en particular—. En segundo lugar, sugerir que el método científico utilizado por Smith demuestra que la autonomía de la economía no implica ni la incoherencia de su sistema teórico (el problema de Adam Smith) ni el carácter inmoral de la acción económica de los comerciantes. Finalmente, proponemos una posible vía que permitirá profundizar la comprensión de la teoría del valor de Smith, yendo más allá de la RN, pero sin suponer la acción de la simpatía en la formación de los valores de cambio.
2. LOS SUPUESTOS ERRORES E INCOHERENCIAS DE LA TEORÍA DEL VALOR Y LOS PRECIOS DE SMITH
La propensión a intercambiar les permite a los individuos descubrir su interés propio y transformar la sociedad en una sociedad mercantil. En el capítulo II del primer libro de la RN, por medio del ejemplo de un individuo que produce arcos y flechas Smith ilustra cómo en los tiempos rudos y primitivos los seres humanos adquieren información sobre los demás. Cada individuo observa a su alrededor y así conoce las condiciones de producción de los otros. De esta manera, todos se dan cuenta de que es mejor especializarse en la producción de un solo bien y luego intercambiar su excedente de producción por el excedente de los demás con el fin de obtener todo lo que necesitan [ I.ii.3] . Los individuos aprenden a calcular el valor trabajo de cada bien a través de la observación del tiempo de trabajo. Aprenden, por lo tanto, a calcular los precios, dado que en la sociedad ruda y primitiva el trabajo comandado equivale al trabajo incorporado.
Es así como surge una sociedad comercial [ I.iv.1] . Esta sociedad está basada en los intercambios entre individuos, lo cual implica que éstos deben respetar ciertas reglas en sus transacciones [ I.iv.12] . Smith dedicará los capítulos restantes del primer libro a explicar las reglas que determinan el valor relativo o valor de cambio de las mercancías [ ibid.] .
Smith se propone elucidar y hacer explícito el lenguaje de quienes intercambian: aquel que les permite establecer una equivalencia entre sus productos y, en consecuencia, transar. Lo que los individuos intercambian son valores; y es, precisamente, porque los excedentes de producción tienen un valor para aquel que desea adquirirlos por lo que pueden ser intercambiados. Por lo tanto, el valor implica que una cosa es sustituible por otra en un proceso de intercambio [ Foucault 1966, 203] . El uso que hace un individuo de cantidades físicas producidas por otro implica la experiencia del intercambio, del valor y de los precios. Pero todo esto aparece de manera confusa y desordenada en la realidad.
A través de su teoría del valor y de los precios, Smith tratará de diferenciar cada fenómeno con el fin de establecer sus relaciones y su naturaleza. Comenzará estableciendo la que considera verdadera medida del valor de cambio, a la cual llamará precio real; luego, las diferentes partes de este precio y, finalmente, las diferencias entre el precio de mercado y el precio natural [ RN, I.iv.15-17] .
Esta teoría será el objeto de múltiples interpretaciones y, sobre todo, de gran cantidad de críticas. La revisión de estas críticas nos permitirá entender no sólo la teoría de Smith sino también los desarrollos recientes en la búsqueda de una solución al nuevo problema de Adam Smith.
2. El rol de la utilidad y la paradoja del valor
Se debe observar que la palabra "valor" tiene dos significados diferentes: algunas veces significa la utilidad de un objeto particular, y otras significa la facultad que otorga la posesión de este objeto de comprar otras mercancías. Al primero se le puede llamar valor de uso, y al segundo, valor de cambio [ RN, I.iv.13] .
Smith continúa este párrafo con el ejemplo del agua y el diamante para ilustrar que un objeto con un gran valor de uso puede tener un muy pequeño valor de cambio y, por lo tanto, que no hay una relación entre la utilidad y el valor de cambio. Esto constituye la paradoja del valor y ha sido considerado por algunos comentadores como la prueba de que Smith no propone una teoría del valor utilidad, o bien, de que cambió de opinión entre las Lecturas sobre jurisprudencia3 y la RN.
Douglas [ 1928] , por ejemplo, estima que Smith, luego de haber considerado la posibilidad de la utilidad, la deja de lado, precisamente en razón de la paradoja del valor. La explicación sería que Smith comparaba la utilidad total producida por diversos objetos, en lugar de considerar la utilidad marginal [ ibid., 78] . Además, Smith no continuó su análisis sobre la utilidad, debido a su "sentido moral" [ 80] , que no le permitía reconocer que un bien cualquiera, incluso si no fuera "bueno" para el individuo, podría tener valor únicamente por ser deseado [ 80-81] . Smith no habría hecho la diferencia entre valor ético y valor económico [ 81] .
Consideremos la primera parte de la argumentación: el ejemplo del agua y el diamante muestra que Smith establece una diferencia estricta entre valor de uso y valor de cambio. Así, no hay relación entre el uno y el otro. La manera en que Smith formula su frase puede dar pie a confusión y parecería sugerir que la utilidad, en el sentido de la "deseabilidad", no es una condición para que un bien tenga valor [ Collison Black 1987, 778] . Sin embargo, esto no implica que un objeto con valor de cambio no sea deseable [ Hollander 1987, 62] . Por valor de cambio Smith entiende la utilidad objetiva de un bien, el que un bien, por sus cualidades físicas, pueda satisfacer una necesidad [ Cartelier 1976, 126] .
No se debe confundir este argumento con una posición moralista, la cual pretendería determinar cuáles son los "buenos" y los "malos" objetos de consumo. El argumento de Smith tiene como base el que los individuos, al proteger su integridad y su supervivencia, tienen un orden de preferencias que puede ser determinado por el teórico. Esto es lo que Smith trata de demostrar cuando afirma que los individuos, en primer lugar, buscan las cosas estrictamente necesarias; en seguida, intentan hacerlas agradables y, finalmente, tratan de diversificarlas y refinarlas por el placer estético [ LJ(A), 334-335] .
En sus cursos de jurisprudencia, Smith aún no había introducido la noción de precio real. Cuando habla de la regla de intercambio, Smith se interesa únicamente por las circunstancias que regulan el precio de las mercancías [ LJ(A), 353; LJ(B), 494] . Por lo tanto, estudia sólo los precios naturales y de mercado de los bienes y no se preocupa por la medida del valor. En cuanto al precio de mercado, Smith afirma que los tres factores que lo determinan son: su demanda, la abundancia relativa y la riqueza de los demandantes [ LJ(A), 358] . La demanda puede ser real o imaginaria [ ibid.] —lo cual demuestra que la consideración explícita de la utilidad en tanto "deseabilidad" está presente en el análisis— y esta demanda será inexistente por un objeto que no sea muy útil o que "no sea un objeto real de deseo" [ LJ(B), 496] .
En consecuencia, para que un objeto tenga un precio, primero que todo debe ser deseado. Sin embargo, esto es insuficiente; también debe tenerse en cuenta la escasez del objeto, el segundo elemento considerado por Smith. Por esto el agua en el desierto adquiere un precio que no tendría en otras circunstancias y por esto los diamantes tienen un precio tan alto [ LJ(A), 358] . El tercer elemento restringe la demanda libre (esto es, demanda nocional) y define lo que Smith llamará, en la RN, demanda efectiva [ I.vii.8] .
Con la RN, Smith parece romper con las teorías del valor utilidad-escasez [ Lapidus 1986, 60; Robertson 1957, 79] . Su análisis incluye ahora una etapa anterior a la consideración de los precios de mercado y naturales. Esta nueva etapa empieza con la búsqueda de la medida del valor de cambio, es decir, con la explicación del precio real [ RN, I.iv.15] . Esta nueva diferenciación entre precio real y precio nominal, además de refrendar la distinción presente en las LJ entre precio natural y precio de mercado, busca mostrar una dimensión aún más esencial del lenguaje de equivalencias de los comerciantes. El precio nominal es conocido por los agentes, pero la moneda es sólo un medio para facilitar las transacciones. La moneda no expresa la verdadera relación de cambio entre los objetos, pues su valor varía y, en consecuencia, debe ser descartada como unidad de medida del valor. Así, la moneda oculta las verdaderas relaciones económicas.
Desde las LJ, Smith consideraba que existe una relación estrecha entre precio de mercado y precio natural, y precisamente este concepto de precio real le permitirá aclarar esta relación. En efecto, tanto el precio de mercado como el precio natural deben referirse a un precio real, es decir, a un precio en términos de tiempo de trabajo. Este precio hace referencia a una unidad universal de medida que permite captar la medida del valor y que no depende ni de las circunstancias generales de la sociedad —como el precio natural— ni de la relación entre la demanda efectiva y la cantidad ofrecida —como el precio de mercado—.
La RN no representa un rechazo del papel de las preferencias individuales o de la escasez relativa en la determinación del precio de un objeto [ Hollander 1987, 62] . La RN constituye una profundización de la teoría del valor y los precios que responde a la necesidad de buscar una medida invariable. En efecto, limitar el análisis de Smith a la utilidad y la escasez implica la pérdida del precio real y, en consecuencia, el abandono de la búsqueda de la medida invariable del valor y la conversión del precio natural en un precio de mercado de largo plazo. Continuar por la vía de la medida invariable del valor ha llevado a una interpretación de la teoría de Smith como una teoría del valor trabajo. Seguir con la interpretación del precio natural como un precio de mercado de largo plazo lleva a la interpretación de esta misma teoría como una teoría de costos de producción. Cada una de estas posibilidades será explorada en seguida.
2.2 La confusión de las interpretaciones entre trabajo comandado y trabajo incorporado
La medida invariable será el trabajo [ RN, I.v.1, 17] . Smith afirma que en la sociedad comercial la mayor parte de las necesidades individuales se satisface gracias al trabajo de otro [ I.v.1] . En consecuencia, un individuo será rico o pobre en la medida en que pueda disponer del trabajo de los demás [ ibid.] . El precio real de una cosa, para quien desea intercambiarla, serán, entonces, las penas y las fatigas que ésta le ahorrará y le permitirá imponerle a alguien más [ I.v.2] .
Por lo tanto, tras toda transacción mercantil hay un intercambio de trabajo. Trabajo entendido como tiempo de vida, penas y fatigas. Existe una realidad más profunda del intercambio, que se expresa en el precio real. Una realidad que va más allá de lo evidente y que el filósofo, en este caso Smith, debe explicar. Así,
si hay un orden en las riquezas, si esto puede comprar aquello [ …] no es porque los hombres tengan deseos comparables [ …] ; es porque todos están sometidos al tiempo, a la pena, a la fatiga y, en el límite, a la muerte misma. Los hombres intercambian porque sienten necesidades y deseos; pero pueden intercambiar y ordenar estos intercambios porque están sometidos al tiempo y a la gran fatalidad exterior [ Foucault 1966, 237] .
La idea del trabajo como precio real de las mercancías ha dado lugar a la interpretación de la teoría de Smith como una teoría del valor trabajo [ Meek 1956; Henry 2000, 11] . En particular, el capítulo v del primer libro de la RN ha sido presentado como el punto de apoyo de esta teoría del valor trabajo. La teoría del valor sería, en este caso, una teoría de las relaciones sociales. El intercambio de mercancías es visto como un intercambio de actividades sociales y, por lo tanto, el valor es considerado una relación social [ Meek 1956, 62] . Considerar el trabajo como la causa del valor equivale a ver una mercancía como el producto del trabajo social [ ibid., 63] . En consecuencia, la medida del valor no podría ser aprehendida en las condiciones de producción sino en el intercambio [ ibid.] . Es por esta razón que Smith hace referencia al trabajo comandado.4
El problema reside en la determinación de los trabajos intercambiados. En otras palabras, únicamente en una pequeña sociedad de productores independientes la cantidad de trabajo comandado y la cantidad de trabajo incorporado en una mercancía son equivalentes [ Meek 1956, 64; Das Gupta 1960, 144] . En efecto, habría que "suponer que la cantidad de trabajo indispensable para producir una cosa fuera igual a la cantidad de trabajo que esta cosa, en cambio, podía comprar en el proceso de intercambio" [ Foucault 1966, 265] , lo cual equivale a asimilar el trabajo como actividad productiva y el trabajo como mercancía que se puede comprar y vender [ ibid.] .
Siguiendo la crítica de Cartelier [ 1976, 131-134] a la interpretación hecha por Marx de la teoría del valor de Smith, es posible ver que este último no confunde los dos conceptos. En efecto, Smith no hace preguntas sobre la naturaleza de la mercancía, sobre su carácter como resultado del trabajo social. Sólo busca un equivalente, una medida del valor que permita el intercambio. Por consiguiente, cuando afirma que los intercambios comerciales son intercambios de trabajo, está considerando el trabajo como una mercancía. La cantidad de valor de una mercancía es una cantidad de trabajo comandado y continúa siendo "definida por una relación de intercambio al trabajo" [ ibid., 128] .
Smith no cuestiona ni la realidad ni el carácter natural del intercambio. El intercambio mercantil, según este autor, no corresponde a un momento histórico particular, caracterizado por unas relaciones específicas de producción. El intercambio es, por el contrario, el resultado de tendencias presentes en la naturaleza humana y, por lo tanto, es el lenguaje natural de los comerciantes. Además, todos los individuos son inevitablemente llevados a convertirse en comerciantes, razón por la cual es tan importante descubrir el código que sostiene las transacciones.
Duboeuf [ 2001] muestra que los conceptos de trabajo comandado y trabajo incorporado responden a preguntas diferentes y, por lo tanto, no pueden ser asimilados. Así, la noción de trabajo comandado es la solución al problema de la distinción entre medida y causa del valor. Este problema no parecería estar presente en la obra de Ricardo. Sin embargo, su imposibilidad de ver la diferencia entre su pregunta y la de Smith funda la crítica que hace al autor de la RN y que ha sido retomada posteriormente.
Además, la interpretación de Meek de la teoría de Smith como una teoría del valor trabajo se enfrenta al obstáculo del paso entre el tiempo rudo y primitivo y el estado avanzado de la sociedad. Nuevos elementos aparecen en la explicación de Smith: el beneficio y la renta. Por consiguiente, no se aplicaría la misma teoría del valor en la sociedad moderna. De una teoría del valor trabajo Smith pasaría a una teoría de costos de producción en la cual el objetivo sería establecer la manera en que se determinan los niveles de equilibrio del salario, el beneficio y la renta. Así, la teoría del valor trabajo no sería más que un caso particular de la determinación de los costos de producción de largo plazo [ Hollander 1987, 60] .
Smith en ninguna parte hace la equivalencia entre trabajo comandado y trabajo incorporado. El valor de una mercancía está dado por el trabajo que ella puede comandar y no por el trabajo que materializa. El valor es, en consecuencia, un poder sobre el trabajo, y son los intérpretes de la teoría de Smith quienes han creado la confusión entre trabajo comandado y trabajo incorporado.
2.3 Las interpretaciones como una teoría de costos de producción
Smith afirma que el precio de toda mercancía está compuesto por los salarios, el beneficio y la renta y, entonces, que "los salarios, el beneficio y la renta son las tres fuentes originales de todo ingreso como de todo valor de cambio" [ RN, I.vi.17] . Esta frase parece conducir a una interpretación de la teoría de Smith como una teoría de costos de producción. Los salarios, el beneficio y la renta serían la remuneración (el costo) de los tres factores de producción: trabajo, capital y tierra. Schumpeter [ 1954, 308] , quien, como es bien sabido, no tenía una muy alta opinión de la teoría del valor de Smith, la considera un embrión de la teoría neoclásica y, en particular, de la teoría marshalliana.
Schumpeter sostiene que, en esta teoría de costos de producción, el precio natural es un precio de equilibrio de largo plazo, determinado e igual a los costos, y el precio de mercado, un fenómeno de corto plazo [ ibid., 309] . Esta teoría de costos de producción podría interpretarse como una teoría de equilibrio de largo plazo con una curva de oferta con pendiente positiva en función de la utilización de stocks y una curva de demanda con pendiente negativa cuya inclinación depende del ingreso de los consumidores [ Hollander 1987, 67, 68] .5
Smith presentaría un caso con un solo factor de producción y rendimientos constantes a escala; por consiguiente, con costos marginales constantes en todos los sectores [ ibid., 71] . La presentación del beneficio y de la renta como deducciones de la retribución del trabajo sería, en esta perspectiva, una crítica más o menos explícita de la sociedad capitalista [ 75-77] .
Las limitaciones de la teoría de Smith, en esta óptica, serían las siguientes [ ibid., 70] : en primer lugar, no existe una discusión formal sobre la variabilidad de las proporciones entre factores y, en segunda instancia, las retribuciones de dichos factores están dadas, aunque deberían ser variables endógenas del modelo. Habría, entonces, una dicotomía entre la formación de precios de mercado y la formación de precios de factores. En otras palabras, Smith explicaría los precios por medio de los precios, lo cual equivale a decir que, en realidad, no posee una teoría del valor [ Rashid 1992, 136] .
El primer problema de esta interpretación es que parece poco adecuado suponer la existencia de rendimientos constantes a escala en el análisis de Smith. Basta con recordar el conocido pasaje del primer libro de la RN sobre la división del trabajo. Smith presenta con gran claridad la existencia de un incremento creciente de la productividad asociado a la profundización de la división del trabajo. Esto demuestra que el precio de equilibrio no puede, en ningún caso, ser determinado de manera exclusiva por las condiciones de producción.
La segunda reserva, formulada por Benetti [ 1981, 13] , es que el precio natural no puede interpretarse como la evaluación de un costo de producción, porque esta evaluación dependería de los niveles de retribución, "que no son realizados sino al término del proceso de gravitación" [ ibid.] . En consecuencia, "si el precio natural expresara el costo de producción de la cantidad llevada al mercado, no podría diferir del precio de demanda, puesto que la remuneración efectiva de los recursos a su tasa natural equivale a la igualdad entre el precio de mercado y el precio natural" [ ibid.] .
En tercer lugar, la teoría del valor y de los precios de Smith no se limita al capítulo vii del primer libro de la RN. Esta lectura lleva a concluir que el trabajo comandado es un índice de bienestar, irrelevante para el análisis de la determinación de los precios. Por lo tanto, la discusión sobre la medida del valor en términos de trabajo comandado no tendría incidencia alguna sobre la teoría concerniente a su determinación [ Hollander 1987, 64] . Siguiendo esta línea, el verdadero análisis de los precios aparecería en el capítulo VII, donde el precio natural sería un precio de producción al cual los factores son pagados a las tasas corrientes [ ibid., 66] . Esto equivale a eliminar la evolución teórica introducida en la RN y subrayada anteriormente.
El capítulo VI del primer libro de la RN sobre los componentes del precio puede entenderse como una teoría de la distribución y no de los precios de producción [ Henry 2000, 7] . Si el beneficio y la renta fueran costos adicionales, siguiendo la teoría de costos de producción el precio debería aumentar con respecto al salario en el estado avanzado de la sociedad, por cuenta de la utilización del capital y de la tierra. Pero esto no parece ser lo que dice Smith, pues el paso del estado rudo y primitivo a los tiempos avanzados implica un crecimiento de la cantidad de los bienes producidos (gracias al aumento de la especialización) y una reducción de los precios. En efecto, Smith considera que abundancia y bajos precios son sinónimos o que la primera es la causa de los segundos [ LJ(A), 333] .
Además, en ninguna parte Smith permite suponer que la producción en el estado rudo y primitivo no incluyera la utilización de capital y tierra; sólo dice que hay un cambio importante en la propiedad de los factores. Así, Smith no habla de un cambio de precios por cuenta de la introducción de la propiedad privada del capital o de la tierra. El precio real de toda mercancía sigue siendo el mismo: el trabajo que los componentes del precio natural están en capacidad de comandar [ RN, I.vi.9] . La aparición de la propiedad privada implica, entonces, un cambio social de la producción sin acarrear un cambio tecnológico. En primer lugar, porque trabajo, capital y tierra no pueden considerarse factores de producción: son las remuneraciones de las clases que participan en la producción de bienes. Y, en seguida, porque el cambio tecnológico responde a la profundización de la división del trabajo y no a la apropiación de los medios de producción. En realidad, Smith no tiene una teoría de la producción.
2.4 Interpretación como teoría de los componentes
Es posible, entonces, considerar la teoría de Smith como una teoría de componentes donde "el precio se concibe como la suma de diversas partes, todas correspondientes a remuneraciones" [ Cartelier 1976, 126] . En este caso, la teoría de la repartición sería la clave para entender la determinación de los precios [ ibid., 134-135] . La tasa natural de salario no parece poner problema si se acepta que está determinada por un mínimo que permite la reproducción de los trabajadores según las condiciones en las cuales se encuentra la sociedad [ RN, I.viii.15] y que existe una estructura constante de salarios que permite la homogeneización de los diferentes trabajos, la cual no depende de las fuerzas del mercado [ RN, I.x] .
Con respecto a la tasa natural de beneficio, Smith no parece dar una respuesta, pues el capítulo IX del primer libro está dedicado a un análisis histórico del nivel de la tasa de interés. En consecuencia, no es claro cómo se determina la tasa de beneficio, pues la competencia entre comerciantes ricos descrita por Smith [ RN, I.ix.2] requiere una tasa de referencia semejante al salario mínimo, que no se encuentra en el análisis.6
En consecuencia, en tanto teoría de componentes, la teoría de Smith sería inadecuada en la medida en que las tasas naturales quedan sin explicación [ Benetti 1981, 20, 26] , lo cual es el caso, en particular, para la tasa natural de beneficio [ Cartelier 1976, 142-143] . Es decir, el razonamiento sería circular: la imposibilidad de encontrar una explicación para la determinación de las tasas naturales por fuera del mercado implica, por lo menos, que "el precio natural no puede calcularse sin partir de la cantidad presente en el mercado" [ ibid.] . La consecuencia inmediata es que no es posible determinar la demanda efectiva en términos de poder adquisitivo efectivo [ Cartelier 1982, 149] .
En efecto, en su explicación sobre el funcionamiento del mercado y, por lo tanto, de la determinación del precio de mercado, Smith considera únicamente la demanda efectiva compuesta por aquellos que están dispuestos a pagar el precio natural [ RN, I.vii.8] . Es claro, entonces, que este precio aparece como una información anterior a los intercambios mercantiles o, al menos, que las tasas naturales deben existir antes que el mercado [ Cartelier 1976, 130; 1982, 146] .
Existe, por lo tanto, un problema de indeterminación en la teoría de los precios propuesta por Smith. En efecto, el precio de mercado depende del precio natural por medio de la demanda efectiva, y el precio natural, a su vez, depende de las tasas naturales de remuneración. Estas tasas son determinadas simultáneamente con el precio natural. El sistema de ecuaciones que esto supone no tiene solución mientras no se fije de manera exógena una de las variables de la distribución.
Además, la ausencia de, por lo menos, una hipótesis sobre la existencia de rendimientos constantes a escala implicaría la presencia de varios precios naturales durante el proceso de mercado. Así, suponiendo unas tasas naturales fijas, y sin una hipótesis explícita sobre los rendimientos a escala, la convergencia de los precios de mercado hacia los precios naturales no está asegurada [ Arena 1979, 139-140, 142] .
Esta convergencia tiene como condición el desplazamiento de trabajo y de capital entre sectores de producción [ RN, I.vii.12-14] . Sin embargo, este desplazamiento depende, en primer lugar, de la percepción de los propietarios de capital; por consiguiente, el proceso de convergencia dependerá de la pertinencia de esta percepción. El problema es que nada asegura, en el texto de Smith, que estos agentes descubrirán la verdadera tasa natural de beneficio [ Cartelier 1982, 151-152] .
Aunque la interpretación de la teoría de Smith como una teoría de los componentes parece la más próxima a sus escritos, queda por resolver el problema de la indeterminación. Parece claro que Smith considera los precios naturales como determinados por fuera del mercado y, aún más, como una información anterior a los intercambios. Sin embargo, su análisis económico no permite encontrar una solución a esta indeterminación. La pregunta sobre la naturaleza y el origen de esta información queda sin respuesta. Es evidente que sin esta información el proceso de mercado no puede funcionar. Así, Smith habría fracasado en su intento de explicar el lenguaje de los comerciantes.
La última década, en particular, ha estado marcada por una renovación del interés alrededor de la obra de Smith en tanto sistema teórico sobre el funcionamiento de la sociedad. Esto implica una lectura de su obra como un cuerpo teórico completo y unificado. En consecuencia, la lectura de Smith no se limita a los elementos económicos de su análisis. Los comentadores han emprendido una exploración sistemática de las relaciones entre la TSM y la RN, utilizando las LJ. Esto implica, para la teoría del valor y de los precios, la posibilidad de buscar la determinación de los precios naturales más allá de la economía. El camino a seguir permitiría no solamente dar cuenta de la información anterior a los intercambios sino también entender la evaluación consensual entre comerciantes que funda la sociedad mercantil [ TSM, II.ii.3.2] .
3. SOCIALIZACIÓN Y MERCADO
Las lecturas recientes de la obra de Smith enfatizan el carácter socializado del individuo del cual él se ocupa. La información necesaria para determinar el precio natural podría encontrarse en la consideración de esta característica. Así, los demandantes llegan al mercado con una idea del precio natural de la mercancía que quieren conseguir, y es precisamente esta información la que explica la gravitación del precio de mercado en torno al precio natural [ Berthoud 2002] .
En efecto, la competencia entre demandantes, en el caso de un exceso de demanda, o la entrada de nuevos demandantes, en el de un exceso de oferta, gira en torno al precio natural que conocen. La noción misma de demanda efectiva utilizada por Smith implica la restricción de la demanda absoluta por medio del poder adquisitivo de los compradores: la determinación del precio de mercado empieza con aquellos que pueden pagar el precio natural. En otros términos, sólo van al mercado quienes tienen el poder adquisitivo necesario: aquellos que, a partir del precio natural, han calculado la cantidad de recursos que les hace falta para adquirir la cantidad deseada de una cierta mercancía.
El interés de las nuevas lecturas de Smith surge precisamente de haber notado que, para este autor, la comprensión de la sociedad comercial pasa por la explicación del individuo socializado, guiado por ciertas tendencias específicas que lo ponen en relación con sus semejantes. El mercado es, entonces, considerado un lugar social.
Dado que las bases de este análisis se encuentran en la TSM, la lectura de la RN no puede hacerse de manera independiente y parece, a veces, ser subsidiaria de la primera obra. Así, la TSM mostraría el proceso sociosicológico de la socialización del individuo y la RN presentaría las consecuencias socioeconómicas de las acciones de estos individuos socializados [ Heilbroner 1982, 434] .
Además, como la TSM contiene la explicación de la formación de los juicios morales, el acercamiento realizado entre las dos obras no se limita a la inclusión del carácter socializado de los comerciantes sino que abarca igualmente la moral. El mercado necesitaría individuos virtuosos para funcionar, y, de manera más específica, la determinación de la medida del valor de cambio debería considerar el proceso de formación de los juicios morales o, incluso, ser analizada de manera análoga a la formación de estos últimos.
En otras palabras, el operador que se encuentra en la base de la socialización del individuo y, posteriormente, de su educación moral debe ser considerado, de igual manera, en la explicación de la teoría del valor y de los precios. En consecuencia, la simpatía parecería ser un elemento importante que ha sido relegado a un segundo plano hasta ahora. La inclusión de este elemento podría hacerse antes o después del intercambio.
Esta segunda parte está dedicada a la profundización de esta visión de la obra de Smith con el fin de establecer sus aportes a la comprensión de la teoría del valor.7 Ésta ya no se considera incompleta o incoherente, como era el caso anteriormente. La consideración de otros elementos presentes en la obra de Smith ha permitido darle a su teoría del valor un nuevo alcance. Estos elementos resultan significativos para la solución del problema cognitivo creado por el precio natural. Sin embargo, es posible que la preponderancia dada a la justicia o a la simpatía haya producido nuevas confusiones.
4. LA SIMPATÍA ANTES DEL INTERCAMBIO
4.1 El respeto de las reglas de justicia
Una posibilidad de incluir la simpatía en el proceso de determinación de la medida del valor de cambio es tomar en cuenta el papel de las reglas de justicia en el funcionamiento del mercado; en particular, considerar la relación entre precios y justicia. El precio natural, en esta óptica, sería equivalente a un precio justo [ Young 1986; 1997] .
Esta visión parte de la explicación de Smith sobre el origen del derecho de propiedad como derecho natural [ LJ(A) 13] . En las LJ, Smith sostiene que existen cinco formas de acceder a la propiedad, de las cuales la primera es la ocupación [ ibid.; LJ(B), 459] .8 El derecho de propiedad, en este caso, dice Smith, "parece estar bien fundado cuando el espectador está de acuerdo con mi posesión del objeto, y aprueba mi acción cuando defiendo mi posesión por la fuerza" [ LJ(B), 459] . Por consiguiente, el derecho de propiedad está directamente asociado a la simpatía de un espectador imparcial. Éste podrá simpatizar con el poseedor del objeto porque puede compartir con él su "expectativa razonable de uso" del objeto en cuestión [ LJ(A) 17] . "La expectativa razonable, en consecuencia, que el primer poseedor provee es el fundamento sobre el cual el derecho de propiedad se adquiere por ocupación" [ ibid.] .
En la base, entonces, del derecho de propiedad existe un mecanismo social que le confiere su legitimidad y que autoriza su defensa activa. No es la conciencia individual la que provee esta legitimidad: es la mirada de los demás miembros de la sociedad. El espectador imparcial al cual hace referencia Smith en este caso es un tercero. Por consiguiente, no es necesario ser un individuo virtuoso, respetuoso de los dictados de la propia conciencia para ser propietario. Tampoco es necesario que la sociedad esté compuesta por individuos virtuosos9 para garantizar el derecho de propiedad. Los individuos sólo deben simpatizar con una expectativa razonable de uso, lo cual no implica un juicio sobre las motivaciones de la adquisición del derecho de propiedad.
En la base de esta interpretación suponemos una diferencia entre el proceso de socialización y la educación moral en la teoría de Smith. En el primero, el elemento determinante son las miradas de los demás, mientras que en la segunda lo que cuenta es la mirada del espectador imparcial, de la conciencia individual. Así, la educación moral, según Smith, y, por lo tanto, la formación de individuos virtuosos están un paso más allá de la simple socialización.
Siguiendo con el análisis sobre la propiedad, Smith considera que, en el caso en que el primer poseedor sea privado del objeto, el espectador podrá simpatizar con la defensa por la fuerza de este objeto, pues esta privación constituye un verdadero perjuicio [ ibid.] . En consecuencia, la defensa de la propiedad privada es uno de los principales objetivos de la justicia.
Smith afirma que el verdadero fundamento de la sociedad es la justicia. Sin ella, ninguna relación social sería posible [ TSM, II.ii.3.3] . El respeto de la justicia no puede dejarse a la libre voluntad de los individuos y puede exigirse por la fuerza, pues la injusticia equivale a un verdadero perjuicio [ TSM, II.ii.1.4] . La justicia es una virtud negativa: expresa la exigencia de no hacer daño a los demás, de respetar su vida y su propiedad, y no requiere acción positiva alguna por parte del agente [ TSM, II.ii.9] .
El respeto de las reglas de justicia es, sin duda, una condición necesaria para el funcionamiento de la actividad económica y, en particular, del intercambio. Esto no significa, sin embargo, que el mismo proceso que explica el origen de estas reglas pueda explicar el intercambio. La formación de valores de cambio no es análoga a la formación de valores morales como generalización de experiencias repetidas,10 "que resultan en un sistema de valores válido para todos" [ Duboeuf 1985, 94-95] .
Los agentes no conocerán el precio natural a través del intercambio de lugares o de la abstracción a partir de experiencias repetidas. En efecto, "mientras se suponga que los agentes se pliegan a las reglas de justicia, no hay necesidad alguna de un intercambio imaginario de personalidad en la relación de cambio" [ Fontaine 1997, 269] .
En resumen, la idea según la cual el funcionamiento del mercado requiere la acción del espectador imparcial para garantizar que los agentes sean virtuosos y estén informados de modo que controlen su interés propio [ Stabile 1997, 300] no parece encontrar apoyo en la definición de justicia propuesta por Smith. Lo que parece claro es que una organización social con formas complejas de propiedad y de producción requiere reglas mucho más explícitas y, al mismo tiempo, más generales para regular las acciones de sus miembros. Así, los individuos tienen derecho a hacer todo lo que quieran dentro del marco establecido por la ley. La justicia y el respeto al otro, a su propiedad y a los contratos son el fundamento de la sociedad comercial [ Young 1986, 373] .
Es claro que ningún sistema de intercambio puede mantenerse en una sociedad de bandoleros. Pero esto no significa, por oposición, que la virtud sea el fundamento de la sociedad mercantil. El intercambio es una relación de cantidades físicas mientras que el espectador imparcial es un regulador de pasiones: "No se deben confundir la educación interna de las pasiones y la limitación externa de los intereses los unos por los otros" [ Berthoud 2000, 62] . La posición simétrica [ Fontaine 1996, 145-147] en la cual se encuentran los agentes en el intercambio no deja lugar a la simpatía en el proceso de conocimiento y acuerdo de sus intereses.
El precio de mercado es, entonces, un precio justo en la medida en que es el resultado de intercambios voluntarios, respetuosos de la vida y la propiedad de los participantes en la transacción. Este precio puede ser diferente del precio natural sin que por ello se transgredan las reglas de justicia [ Salter 1998, 680] . En consecuencia, la noción de precio justo entendida como justo medio implica una visión de justicia positiva que no es considerada por Smith en la medida en que requiere una acción particular de parte de los agentes involucrados en relaciones de simpatía. Por consiguiente, ni el precio de mercado ni el precio natural pueden ser asimilados a un precio justo.
4.2 Trabajo comandado y simpatía con las penas y fatigas
Otra posibilidad de inclusión de los mecanismos de la simpatía antes del intercambio es ver su relación con el trabajo. Ésta sería otra manera de explicar el precio natural como un precio de referencia sobre el cual se realizan los intercambios.
El trabajo siempre requiere el mismo sacrificio de bienestar, de libertad y de felicidad para el trabajador [ RN, I.v.7] . El trabajo implica penas y fatigas, al igual que un sacrificio de vida [ Das Gupta 1960, 144] . Como todos los individuos están sometidos al tiempo y como todos son considerados trabajadores y comerciantes, no tendrían mayor dificultad en simpatizar con las penas y las fatigas asociadas con la producción de una mercancía [ Young 1986, 375; 1995, 761] . Así, el trabajo comandado encarnaría la naturaleza social del valor [ Duboeuf 1991, 93] .
Los casos del carnicero y del panadero podrían ilustrar esta explicación: la ausencia de distancia social entre ellos garantiza que están bien informados, gracias a la simpatía, sobre el costo en tiempo de trabajo [ Salter 1998, 301] . Según tal interpretación, este ejemplo puede generalizarse, pues todos los intercambios podrían ser considerados transacciones bilaterales. Los individuos están en capacidad de cambiar de lugar con sus contrapartes y, de esta manera, logran tener una idea de las penas y las fatigas asociadas al trabajo representado por la mercancía a intercambiar. En este sentido, el precio de mercado podría ser interpretado como el resultado de la negociación entre individuos [ Defalvard 1991, 550; Salter 1998, 305; Rosier 2002] .
Este caso haría prácticamente simultáneo el proceso de formación del precio de referencia y el intercambio sobre el mercado. La distancia y la diferencia entre precio natural y precio de mercado quedan reducidas al mínimo, si no es que desaparecen por completo. En este caso, nada garantiza la existencia de un precio de mercado o de un precio natural único para cada mercancía. Es más: limitar el análisis del intercambio al caso de la negociación bilateral parece quitarle todo el sentido a la diferencia entre precio de mercado y precio natural y, en consecuencia, a la teoría de la gravitación. Una buena parte del análisis de Smith perdería toda relevancia.
Esto sin olvidar que, no porque en el trueque el agente económico y el sujeto moral parezcan tan cercanos, se les puede confundir. "El motivo del trueque sigue estando definido por los dos principios fundamentales11 —el deseo de mejorar la propia condición, la disposición al intercambio— que no contienen, ni el uno ni el otro, una espera mutua de aprobación en vista de una justa medida en el amor que cada uno se tiene a sí mismo" [ Berthoud 2000, 65] .
5. LA SIMPATÍA DURANTE EL INTERCAMBIO
Esta última alternativa —la de la negociación bilateral— nos lleva a considerar la posible influencia de la simpatía en el momento del intercambio. La consideración de factores exteriores al mercado en la explicación de la formación de precios enfatiza dos elementos: en primer lugar, el que la formación del valor de cambio refleja relaciones sociales y, en segundo término, la formación del valor de cambio como un proceso intersubjetivo con un resultado objetivo: el precio natural. En efecto, este precio expresaría una realidad más allá de la intersubjetividad. Este precio respondería a leyes naturales que garantizan la reproducción del orden social de manera independiente a la voluntad de los individuos [ Duboeuf 1991, 99] .
Sin embargo, Smith no parece hacer una verdadera analogía y menos aún, crear una confusión entre juicio moral y valor de cambio. El primero hace referencia a lo que Smith llama la conveniencia y el mérito de una acción mientras que el valor de cambio es sólo una equivalencia. Un juicio moral pronuncia un veredicto sobre una acción en términos de "buena" o "mala"; el valor de cambio establece una relación de equivalencia entre bienes. No es la búsqueda de la justicia o de la aprobación lo que explica el intercambio. Esta acción responde a tendencias naturales, inherentes al ser humano y que están más allá de la organización social.
5.1 Las tendencias naturales
Aunque el individuo esté movido por su interés propio, su sociabilidad natural, expresada por medio de la simpatía, hace que siempre se interese por la suerte de sus semejantes [ TSM, I.i.1.1] . En la TSM, el interés propio es la motivación de la acción y la simpatía es el sentimiento que permite juzgar esta motivación.
El individuo descubre su interés propio mediante la interacción con sus semejantes, y este mismo interés lo hace dependiente de los demás [ Levine 1998, 40] . En su actividad económica, en particular, el individuo es guiado por dos tendencias que le permiten descubrir su interés propio [ Defalvard 1991, 539] : el deseo de mejorar su condición y la tendencia a intercambiar. El primero es un deseo que lo acompaña desde el nacimiento hasta la muerte, un deseo calmado y sin pasión [ RN, II.iii.28] . El segundo es el resultado de una tendencia natural a convencer a los demás [ LJ(A) 352] . Los dos expresan las principales preocupaciones de los seres humanos: el interés propio y el interés por los demás.
En efecto, Smith afirma que la naturaleza, habiendo formado al individuo para vivir en sociedad, le ha dado el deseo original de agradarles y la aversión original a disgustarles a sus semejantes [ TSM, III.2.6] . En consecuencia, el deseo de persuadir al otro responde al malestar que a uno le produce la divergencia de opiniones [ LJ(A) 352] . Sucede lo mismo con el deseo de mejorar la propia condición, pues su ventaja principal es ser observado y considerado con simpatía y aprobación [ TSM, I.iii.2.1].12
Ahora bien: estas dos tendencias no tienen como origen la simpatía ni son el resultado de un juicio moral. Por una parte, ellas dan al individuo la inteligencia técnica necesaria para guiarlo hacia la especialización y la profundización de la división del trabajo y, por otra, le enseñan a ahorrar, lo cual favorece la acumulación. Estas tendencias "no entran en la categoría de pasiones, las cuales, en diversos grados, suaves o violentas, benéficas o peligrosas, se educan, se moderan y, en el largo plazo, toman la forma de sentimientos virtuosos bajo el efecto del espectáculo social" [ Berthoud 2000, 61] .
Aunque el mercado sea un lugar social, no es el lugar en el cual el individuo encontrará la aprobación del espectador imparcial o la de sus semejantes. El intercambio es una actividad social en la medida en que implica una relación entre los miembros de una sociedad. Pero la diferencia con las demás actividades sociales es que el individuo no encuentra en sí la aprobación o la armonía de sentimientos asociados con la simpatía. El sujeto moral no aparece en el análisis del mercado, ni siquiera en una situación de trueque. Se trata de un agente económico guiado por su propio interés.13
Esto no implica la división del ser humano o la separación práctica entre economía y moral: "Podemos no necesitar la benevolencia del carnicero cuando nos dirigimos a su interés propio en la venta de carne, pero esto no equivale a no tener simpatía imaginativa alguna o ninguna capacidad para entender y formular un juicio sobre su comportamiento, bien sea de aprobación o de rechazo" [ Winch 1996, 105] . No obstante, no se debe confundir entre interés y pasiones o entre agente económico y sujeto moral. Este agente es una noción utilizada por Smith con el fin de explicarles a los seres humanos su actividad económica.
5.2 El intercambio y el lenguaje
A pesar de todos los inconvenientes encontrados hasta el momento para incluir la simpatía en la determinación de la medida del valor de cambio, queda aún una posibilidad. En las LJ, Smith sostiene que la tendencia a intercambiar proviene de la inclinación natural a persuadir [ LJ(A) 352] . Por lo tanto, el lenguaje, una de las más importantes características antropológicas, le da al individuo la capacidad de convencer a sus semejantes de que colaboren con el fin de satisfacer sus necesidades [ Winch 1996, 70] . La inclinación natural a persuadir está asociada con el deseo de lograr la aprobación del otro. Esto significaría que, si el intercambio está guiado por el deseo de persuadir, es porque, en el fondo, quienes transan buscan la aprobación de su contraparte.
Sin embargo, el texto de las LJ no plantea la equivalencia entre persuasión y aprobación.14 Aprobar o condenar una acción concierne a los juicios morales y, por consiguiente, al espectador imparcial. Este último juzga, de una parte, la conveniencia de las pasiones que provocan una acción y, de otra, el mérito de la acción con respecto a las motivaciones del agente. Es únicamente por cuenta de la irregularidad de nuestros sentimientos morales que la fortuna y el azar y, en consecuencia, el resultado de la acción tienen influencia sobre nuestros juicios morales [ TSM, II.iii.intro.5-6].15 La aprobación no implica una influencia sobre las motivaciones o sobre la acción en sí. La persuasión, por el contrario, implica un ejercicio de poder [ LJ(A) 352] : se trata de convencer a alguien de actuar o de pensar de cierta manera, y esto es precisamente lo que dice Smith: "Deme lo que necesito y usted obtendrá de mí lo que usted mismo necesita" [ RN, I.ii.2] .
No hay espectador en el intercambio: sólo hay agentes. Lo que está en juego no son las motivaciones sino los actos. Los individuos no emiten juicios: establecen equivalencias. Todo esto, ciertamente, gracias al lenguaje.
Cabe notar el papel desempeñado por el lenguaje. No existe posibilidad alguna de contrato y, en consecuencia, de intercambio sin lenguaje.16 El ser humano es la única criatura que posee un lenguaje articulado, según Smith; por lo tanto, es el único que puede establecer contratos y así satisfacer sus necesidades por medio del intercambio. Es más: dado que el lenguaje es una característica natural de los seres humanos [ Smith 1983, 203-204] , el intercambio también lo es. En otras palabras, el intercambio no es el resultado de una organización social particular sino de la naturaleza humana. La acción de intercambiar responde a causas que no provienen de la sociedad, pero, evidentemente, no se puede desarrollar más que en el interior de esta sociedad. El ser humano es un ser social; para Smith nunca ha existido un individuo anterior a la sociedad o sin sociedad, al igual que nunca ha existido un individuo sin lenguaje y, por consiguiente, nunca han existido individuos que no intercambien.
5.3 La división del trabajo y la extensión del mercado
El lugar de la simpatía en la explicación de la esfera económica parece aún más difícil de mantener al considerar lo que dice Smith con respecto a la creciente especialización y al anonimato introducido por la moneda. Esta última no es relevante en el análisis del intercambio, pues éste es un fenómeno natural mientras que la moneda es una creación humana. No siendo más que un medio para facilitar los intercambios, ella permite a los individuos transar sin preocuparse por las preferencias de sus contrapartes. La moneda implica la superación del trueque: ya no es necesario conocer a la contraparte para realizar un intercambio, el cual ya no requiere la doble coincidencia de necesidades [ RN, I.v.6] . La moneda lleva a término la generalización de un fenómeno natural pero no cambia su carácter o su funcionamiento.
La consolidación de la sociedad de mercado y la profundización de la división del trabajo están asociadas con el incremento de la distancia social entre individuos. El poder de la simpatía se ve disminuido por esta razón. La sociedad de mercado es una sociedad de desconocidos que se encuentran en posición simétrica sobre el mercado. La identificación emocional no resulta únicamente inútil sino también imposible en la esfera de los intercambios mercantiles.
6. EN BUSCA DE UNA REFERENCIA COMÚN
Las lecturas hechas durante los últimos quince años de la obra de Smith han permitido darle una nueva dimensión. Resulta de una importancia crucial el considerar la existencia de un individuo socializado en la base de toda la teoría de Smith para comprenderla como un sistema teórico coherente. Sin embargo, las respuestas al problema cognitivo de los precios naturales son poco satisfactorias.
¿Cuál es el origen de la referencia a partir de la cual los individuos transan? ¿Cuál es la medida que permite a los agentes comparar sus mercancías? Smith habla de trabajo comandado. Se ubica en la óptica del comerciante y no del consumidor: "Así, el valor de un bien cualquiera para quien lo posee y que no pretende usarlo o consumirlo, sino que tiene la intención de intercambiarlo por otra cosa, es igual a la cantidad de trabajo que este bien le permite comprar o comandar" [ RN, I.v.2] .
El precio real de toda mercancía es el trabajo [ RN, I.v.1,2,7] . En el momento del intercambio, un poder adquisitivo se pone en marcha, un poder sobre el trabajo del otro. Por lo tanto, el valor de cambio implica que quien transa puede imponer a otro las penas y las fatigas de la producción de cierta mercancía. Este poder adquisitivo es una magnitud medida por el trabajo y, de manera más específica, por un tiempo de trabajo.
La posibilidad de medir implica, lógicamente, un patrón de medida. Incluso si en la realidad parece difícil establecer una medida exacta para comparar diferentes trabajos, analíticamente Smith es capaz de encontrar una. En efecto, en la realidad y en el caso del trueque, la equivalencia se establece por medio de la negociación entre agentes. Con la aparición de la moneda, esta negociación desaparece y la equivalencia se hace en términos monetarios.
No obstante, Smith, en tanto teórico, está en capacidad de ir más allá de la contingencia, y dirá que:
[ ...] cantidades iguales de trabajo deben ser, en todo tiempo y en todo lugar, de un valor igual para el trabajador. En su estado habitual de salud, de fuerza y de actividad, y según el grado ordinario de habilidad y de destreza que pueda tener, es necesario que sacrifique siempre la misma proporción de su descanso, de su libertad, de su felicidad. Cualquiera que sea la cantidad de bienes que reciba en recompensa de su trabajo, el precio que paga siempre es el mismo [ RN, I.v.7] .
Considerar seriamente esta idea equivale a notar que la medida invariable del valor pasa por una condición antropológica. El trabajo y el intercambio hacen parte de la esencia de la naturaleza humana. El patrón de las magnitudes económicas se encuentra en el carácter invariable de las penas asociadas al trabajo humano en todo tiempo y en todo lugar [ Berthoud 2000, 34] .
El universal necesario para la medida del valor se encuentra en el interior de cada ser humano. Precisamente porque cada miembro de la sociedad mercantil es, antes que cualquier otra cosa, un ser humano, los intercambios son posibles sobre la base de una evaluación consensual de las mercancías. Cada individuo lleva en sí el patrón que le permite entender y comunicarse con los demás. De esta manera se garantiza la superación de la intersubjetividad, puesto que no puede haber error en la evaluación del precio natural, expresado en términos de precio real, dado que cada individuo posee la llave que le permite decodificar el lenguaje de los mercaderes.
7. CONCLUSIÓN
La imposibilidad de encontrar la simpatía como fundamento del intercambio mercantil no equivale, de ninguna manera, a considerar una separación definitiva entre moral y economía en la obra de Adam Smith. La visión compartida durante largo tiempo, y debida a la influencia del positivismo sobre la economía, la cual consideraba a Smith como el origen de una ciencia económica sin relación alguna con la moral, ha quedado atrás. Smith estudia, como él mismo lo dice, los hechos [ TSM, II.i.5.10] , pero esto no significa que las consideraciones normativas no hagan parte de su obra.17
Tampoco significa que Smith confunda economía y moral. Este autor no pretende mostrar la independencia sino la posibilidad analítica de concebir estas dos esferas de la actividad y del pensamiento humano como resultado de principios diferentes. No es en el mundo real donde podremos constatar esta separación. Ella sólo es relevante en la búsqueda de las cadenas invisibles que explican los fenómenos y que le permiten a nuestra mente pasar del uno al otro sin mayor dificultad [ Smith 1982b, II.4] . En otras palabras, Smith, en su función de filósofo, busca explicar la sociedad como un todo coherente y ordenado [ ibid., II.12; RN, V.i.f.25] .
En la realidad, todo aparece mezclado. La simpatía está presente en el mercado real: prueba de esta afirmación18 son las negociaciones salariales, la creación de asociaciones, la importancia de la reputación y la confianza. Pero Smith es capaz de hacer una abstracción que le permite establecer la diferencia entre filosofía y sociología económica.
La pregunta sobre la conmensurabilidad de cantidades heterogéneas de bienes y servicios obtiene una respuesta teórica que no está fundada en la observación empírica [ Berthoud 2002] . Smith, filósofo, nos provee de los instrumentos necesarios para que podamos concebir el funcionamiento de la sociedad. Lo hace aplicando un método que va de lo general a lo particular, de lo abstracto a lo concreto. Utiliza diferentes niveles de análisis que le permiten establecer una diferencia analítica entre esferas de actividad humana: se trata de una "pura invención de la imaginación" [ Smith 1982b, IV.76] .
El individuo que actúa es siempre el mismo, un miembro de la sociedad humana, pero las tendencias que lo guían en cada una de estas esferas pueden diferir. Este individuo no está en capacidad de pensarse como una totalidad. La totalidad está más allá de su capacidad de comprensión. Requiere nociones tales como sujeto moral y agente económico, que constituyen dimensiones en las cuales un individuo singular se piensa a sí mismo. Sujeto moral y agente económico son los predicados de un sólo individuo vivo que no se piensa a sí mismo como un todo.
NOTAS AL PIE
1 Smith, A. [ 1981 (1776)] , de ahora en adelante: RN. Acá seguimos la forma de citación de la edición de Glasgow.
2 El llamado "problema de Adam Smith" hace referencia a la supuesta incoherencia entre las dos principales obras del autor: la RN y la Teoría de los Sentimientos Morales (TSM de ahora en adelante). A partir de la edición de Glasgow de las obras completas de Adam Smith [ 1976] , este problema se da por resuelto y se habla de una nueva versión que hace alusión a la búsqueda de los vínculos entre la teoría social y moral y la teoría económica del autor. Existe una vasta bibliografía secundaria sobre este problema. Para una revisión de la misma, ver Teichgraeber [ 1981] , Dickey [ 1986] , Brown [ 1987] y Défalvard [ 1991] .
3 De ahora en adelante, LJ(A) corresponde a las lecturas comprendidas entre 1762 y 1763, y LB(J), a las de 1766. En realidad, la paradoja del valor había sido resuelta por Galliani en 1751, aduciendo que es la utilidad marginal y no la utilidad total del bien la que determina el precio.
4 Esta visión del valor como resultado de una relación social será retomada en las nuevas lecturas de la obra de Smith, las cuales incluyen elementos extraeconómicos y que permiten profundizar en el problema cognitivo presente en su teoría. Ellas serán el objeto de la segunda parte de este artículo.
5 Existe otra interpretación posible en esta misma perspectiva, en la cual la curva de oferta es lineal tanto en el corto como en el largo plazo, pues no se considera la utilización de stocks [ Rosenbluth 1969, 234-235] .
6 Este problema invalida cualquier desarrollo ulterior de la teoría, y nosotros, por consiguiente, dejaremos de lado la determinación de la tasa natural de renta, la cual parece, además, ser igualmente problemática.
7 Para un desarrollo sintético de los argumentos de esta visión, ver Dellemotte [ 2001] .
8 Estas cinco maneras son: la ocupación, a través de la cual se adquiere la propiedad de un objeto que pertenecía anteriormente a otra persona; la accesión, que implica la posesión de una parte o de un producto proveniente de alguna cosa de la cual ya se es propietario; la tradición o la transferencia voluntaria de la propiedad; la prescripción, por la cual el propietario pierde su derecho de propiedad y ésta pasa a uno nuevo, y la sucesión o la transmisión de la propiedad por legado o herencia [ LJ(A) 14-15; LJ(B), 459] . Sólo las dos primeras son métodos "originales" de adquisición de la propiedad [ LJ(A) 27] .
9 Es decir, individuos prudentes, justos, benévolos y dotados de autocontrol.
10 En esta perspectiva, los precios naturales serían la expresión de valores morales y comunitarios [ Stabile 1997. 302] .
11 Estos dos principios se tratarán en detalle en la siguiente sección.
12 Sin embargo, esto no significa que la búsqueda de simpatía sea egoísta. Por el contrario, Smith rechaza la confusión entre simpatía y egoísmo o la posibilidad de fundar todas las acciones humanas en la búsqueda de la ventaja personal. El placer y la armonía de sentimientos son suficientemente atractivos en sí mismos, y los individuos no los buscan porque permitan poner a los demás a su servicio o porque aseguren su supervivencia [ TSM, I.i.2.1] .
13 Este agente económico es una construcción conceptual realizada por un individuo real que necesita ciertas nociones para poder pensarse como totalidad. Esta idea se desarrollará en la conclusión.
14 Smith establece la equivalencia entre aprobación y adopción de opiniones. En la TSM sostiene que adoptar las opiniones de otra persona equivale a aprobarlas [ TSM, I.i.3.2] , pero el objetivo en la búsqueda de aprobación no es la modificación de la acción sino la armonía de sentimientos, el placer de la simpatía compartida [ TSM, I.i.2.1] .
15 De manera más precisa: Adam Smith no presenta una moral consecuencialista [ TSM, II.iii.intro.2] .
16 Agradezco a D. Levy y a S. Peart haberme hecho notar la importancia de este punto.
17 Resulta, cuando menos, anacrónico atribuirle a Smith categorías de pensamiento de este tipo.
18 Ejemplos dados por Smith en la RN. Para un análisis del último punto, ver Tullock [ 1985, 1073] y Fontaine [ 1996, 150] .
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