El Premio Nobel de Economía 2022 ha recaído en tres expertos en el estudio de la banca en las crisis financieras, los estadounidenses Ben S. Bernanke (ahora miembro de la Brookings Institution), Douglas W. Diamond (Universidad de Chicago) y Philip H. Dybvig (Universidad de Washington). Y a uno de ellos, Bernanke, le tocó pilotar en 2008 la mayor crisis desde la de 1929, precisamente la que él ha estudiado y por la que le han concedido el galardón. Bernanke estaba al frente de la Reserva Federal de Estados Unidos en la depresión que generó la crisis de las hipotecas subprime que puso en jaque el sistema financiero mundial.
La tesis de los investigadores es que los bancos juegan un papel trascendental en las crisis y pueden agudizarla o contribuir a resolverla en función de cómo se gestione su labor desde las instituciones públicas. En palabras de la Academia sueca, por ejemplo, Bernanke “mostró cómo los episodios de pánico bancario fueron un factor decisivo para que la crisis [de 1929] se hiciera tan profunda y prolongada”.
El punto de partida de los tres investigadores es que los bancos –las instituciones financieras– no son intermediarios neutrales entre los prestatarios –particulares y empresas– y los prestamistas –los que tienen el dinero para invertir–, porque ofrecen una información vital para el correcto funcionamiento de la economía. En particular, recopilan información sobre los prestatarios y deciden a quién conceder créditos, y a la vez canalizan el ahorro de la sociedad. Cómo ha escrito The Economist, “de esta percepción surge una conclusión importante: debido a que los bancos son cruciales para la economía, también son peligrosos”.
Lecciones de la Gran Depresión
En un famoso paper de 1983, Bernanke “demostró con análisis estadístico y fuentes históricas, que el pánico bancario conducía a la quiebra de los bancos y que este fue el mecanismo que convirtió una recesión relativamente ordinaria en la depresión de los años 30, la crisis más dramática y severa del mundo que hemos visto en la historia moderna”, según John Hassler, miembro del comité del Premio Nobel de Economía. Para Bernanke, el pánico bancario fue la principal causa de la Gran Depresión de 1929. El temor de los ahorradores a perder su dinero depositado en las entidades provocó la retirada masiva de fondos, un racionamiento del crédito y una subida de tipos de interés que frenó la actividad empresarial. Con el colapso del crédito, la economía terminó en una profunda recesión.
Como hemos comentado, a Ben Bernanke, experto en el estudio de las crisis financieras, le tocó estar al frente de la Reserva Federal de Estados Unidos en la segunda mayor crisis bancaria del siglo XX, la que nació en Estados Unidos con el estallido de las denominadas hipotecas subprime o hipotecas basura –que tenían activos fallidos que los bancos no iban a poder cobrar–, que se materializó en septiembre de 2008 con la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers.
En cuanto comenzó a frenarse la concesión de créditos, lo que ponía en peligro a todo el sistema financiero estadounidense, Bernanke activó un sistema de estímulos monetarios que consistió en inyectar liquidez economía para evitar su colapso. Así, compró bonos del Estado y activos hipotecarios con el fin de colocar ese dinero en el sistema productivo y que las empresas pudieran tener acceso al crédito barato para continuar invirtiendo y los particulares tuvieran dinero para seguir consumiendo. Es lo que se denominó el “helicóptero” de Bernanke, en una imagen que reflejaba el reparto millones y millones de dólares tirando billetes desde el cielo. A la vez, dejó los tipos de interés a cero, también para estimular el crédito.
Fue una política económica expansiva y heterodoxa –nunca se había aplicado con esta contundencia en época de paz–, pero estuvo bien considerada por los economistas en su momento. Conviene recordar aquel “haremos lo que haga falta” de Mario Draghi el 26 de julio de 2012, con el que puso fin a las especulaciones sobre el futuro del euro por los efectos de la crisis financiera en la Unión Europea. Para salvar a los bancos, Bernanke se saltó la “ortodoxia” liberal, pero consiguió enderezar la economía en un tiempo aceptable. Aunque para ello necesitó destinar billones de dólares a estimular la economía.
Evitar el pánico
Los profesores Diamond y Dybvig han acompañado a Bernanke en el Nobel de este año también por sus estudios sobre el papel de los bancos en las crisis. “Han desarrollado modelos teóricos que explican por qué existen los bancos, cómo su papel en la sociedad los hace vulnerables a los rumores sobre su inminente colapso y cómo la sociedad puede disminuir esta vulnerabilidad”, explican desde el comité. En primer lugar, los miembros del jurado destacan sus aportaciones sobre la importancia de la creación de un fondo de garantía de depósitos avalado por el Estado ante las crisis. Es decir, cuando corre el rumor de que un banco pasa por dificultades, los depositantes corren a retirar sus ahorros, lo que acelera el deterioro de la institución. En cambio, si los ciudadanos saben que sus ahorros están seguros porque están avalados por el Estado, es más difícil que cunda el pánico.
El Nobel de este año muestra que rescatar a los bancos con recursos públicos en momentos de crisis es salvaguardar a los ahorradores, a las empresas y a la economía de un país
Diamond también ha estudiado que los bancos desempeñan una función socialmente responsable porque parte de su trabajo es la examinar las solicitudes de crédito y “están mejor preparados para evaluar la solvencia de los prestatarios y garantizar que los préstamos se utilicen para buenas inversiones”, explican desde el comité del Nobel. Los bancos son fundamentales, pues, para que el dinero llegue a la economía productiva, la que genera riqueza y empleo.
La aportación de los ganadores del Nobel es que asegurar el buen funcionamiento de los bancos es fundamental para salir de las crisis financieras. Incluso aunque estas instituciones hayan contribuido al desencadenamiento de una crisis, son imprescindibles para volver a la senda del crecimiento y de la creación de empleo. El saneamiento de los bancos fue el primer paso para empezar a construir lo que la crisis había destruido. Al margen de que, como ocurrió en España con algunas cajas de ahorros, conductas presuntamente delictivas de sus gestores desembocaran en procesos penales, condenas incluidas. O que esos “rescates” se hicieran con mejor o menor éxito.
Hay quien ha culpado a Bernanke del fuerte incremento de los precios de los últimos años porque su política de estímulos monetarios fue demasiado agresiva, pero de lo que casi nadie duda es de que su actuación, llevando a la práctica lo que había estudiado de la depresión de 1929, fue clave para que la crisis de 2008 no fuera más profunda de lo que fue.
En definitiva, el Nobel de Economía de este año recuerda que salvar a las instituciones financieras con recursos públicos en momentos de crisis no es salvar a los grandes capitalistas con dinero del pueblo, sino que supone salvaguardar a los ahorradores, a las empresas y a la economía de un país.
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