Podría decirse que la figura de Sismondi1, de una importancia y singularidad excepcionales en la historia del pensamiento económico, es, más que desconocida, conocida de forma muy fragmentaria y, en parte por ello, muy sesgada. Se le tiene por el primer (gran) teórico del subconsumo y/o de la sobreproducción, o uno de los primeros (al lado, detrás o delante de personajes tan desigualmente valorados en el terreno teórico y tan dispares en la esfera política como Robert Owen y Thomas Malthus), aunque debe admitirse que nunca ha estado del todo claro el significado exacto de esta teoría (o teorías) de la crisis económica capitalista. Pero se lo considera unánimemente (casi solo) como un economista «moral», «humanista», «social», «romántico»… y otros adjetivos por el estilo, lo cual, junto al hecho de ser un intelectual de amplias miras, no especializado en la economía –escribió menos en este campo que sobre temas históricos y literarios–, más bien ha minado que realzado su prestigio como teórico. Además, precisamente su amplio reconocimiento como historiador ha facilitado que se le imputara un «método» analítico distinto del atribuido a la escuela clásica anglosajona (si bien mucho más a Ricardo que a Smith), y se tiende a ver en él, erróneamente, a un «historicista », empirista o inductivista, más que a un auténtico dominador de la teoría abstracta de los clásicos.
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