Dialéctica
(Del griego: “dialogo” –sostener conversación, polémica). Algunos filósofos de la Antigüedad entendían por dialéctica el arte de descubrir la verdad poniendo de manifiesto las contradicciones en la argumentación del adversario y superando estas contradicciones. Posteriormente, la dialéctica se convirtió en la teoría de las conexiones y del desarrollo universales. La dialéctica considera que todos los fenómenos están sujetos a perpetuo movimiento y cambio, y que el desarrollo de la Naturaleza es el resultado del desarrollo y de la lucha de sus contradicciones. Los filósofos de la antigua Grecia, según la expresión de Engels, eran dialécticos innatos. El célebre filósofo materialista de la antigüedad, Heráclito, enseñaba que todo es y no es, pues todo fluye, todo se halla sujeto a un proceso de transformación, de incesante nacimiento y caducidad. Otro de los más notables filósofos de la antigua Grecia, Aristóteles, había llegado ya a penetrar en la forma más sustancial del pensar dialéctico. Pero en la filosofía griega, la dialéctica aparece todavía en su simplicidad primitiva. La dialéctica de los antiguos griegos era una dialéctica candorosa. La conexión universal de los fenómenos no la demostraban en sus pormenores. Concibiendo la Naturaleza como un todo íntegro, no llegaron hasta el análisis de sus objetos y fenómenos, sin el cual tampoco el cuadro general del mundo puede adquirir un sentido claro. Más adelante, en el curso de varios siglos, la concepción metafísica del mundo, concepción opuesta a la dialéctica, alcanzó el predominio. Elementos de dialéctica hay también en la filosofía de Descartes y de Spinoza, pero en general, sus concepciones son metafísicas. Sólo desde la segunda mitad del siglo XVIII, la concepción metafísica del mundo comienza a resquebrajarse, siendo el filósofo alemán Kant el primero en abrirle una brecha al formular su teoría de la formación histórica del sistema solar. La moderna filosofía alemana halló su culminación en Hegel. “El mérito principal de esta filosofía fue, la restauración de la dialéctica como suprema forma del pensamiento” (Engels). La dialéctica hegeliana presentó por vez primera todo el mundo histórico y espiritual en forma de un proceso, o sea, en movimiento, mutación, desarrollo y transformación continuos. Las contradicciones internas de este proceso actuaron, además, en calidad de manantial del automovimiento y del autodesarrollo. Pero Hegel era un idealista; veía la base y la esencia de todo lo existente en el autodesarrollo de la “idea absoluta”. Según Hegel, el pensamiento era el creador de la realidad. “De aquí surge toda la construcción forzada hasta erizar a menudo los cabellos: el mundo, quiéralo o no, debe adaptarse a un sistema de ideas” (Engels). La dialéctica se transformó en una ciencia sólo cuando Marx y Engels la desembarazaron de su corteza idealista hegeliana, siguieron desenvolviendo lo teoría del desarrollo y crearon la dialéctica materialista. Marx y Engels sólo tomaron de la dialéctica de Hegel su “médula racional”, reelaborando sobre base materialista el método de Hegel, tomando por fundamento del desarrollo, no la idea, sino la realidad material. El método dialéctico marxista es básica y diametralmente opuesto a la dialéctica de Hegel. La dialéctica marxista es la doctrina sobre el desarrollo, pero en su forma más completa, profunda y libre de unilateralidad. La dialéctica creada por Marx y Engels y desarrollada más plenamente por Lenin y Stalin, es la ciencia de las leyes generales del desarrollo de la Naturaleza, de la sociedad humana y del pensamiento. (Ver: Método Dialéctico Marxista).
Diccionario filosófico marxista · 1946:74-75
Dialéctica
(Del griego “dialego”, que significa sostener una conversación, una polémica). En la antigüedad, algunos filósofos entendían por dialéctica el arte de lograr la verdad descubriendo las contradicciones contenidas en los razonamientos del adversario, y superando esas contradicciones. Posteriormente, la dialéctica se convirtió en una doctrina del desarrollo y de la relación universal. La dialéctica considera todos los fenómenos como en eterno movimiento y mutación; y el desarrollo de la naturaleza, como un resultado de la lucha de las contradicciones que en ella existen.
Los antiguos filósofos griegos fueron dialécticos innatos. El célebre filósofo materialista, de la antigüedad, Heráclito, enseñaba que todo existe y al mismo tiempo no existe, por cuanto todo fluye y perpetuamente cambia, aparece y desaparece. Otro filósofo, el más notable de la Grecia antigua, Aristóteles, investigó las formas esenciales del pensamiento dialéctico. Empero, en la filosofía griega, la dialéctica aparece todavía bajo una primitiva simplicidad. La dialéctica de los antiguos griegos fue ingenua. La relación universal de los fenómenos no la demostraba en sus detalles; considerando la naturaleza como un todo, no llegaron al análisis separado de los fenómenos y objetos de la naturaleza, sin lo cual no puede ser nítido ni general el panorama del mundoMucho después, durante el transcurso de una serie de siglos, dominó la concepción metafísica del mundo, contraria a la dialéctica. Sólo desde la segunda mitad del siglo XVIII la concepción metafísica del mundo comienza a resquebrajarse. La primera brecha en esta concepción fue abierta por el filósofo alemán Kant, que formuló la teoría de la formación histórica del sistema solar. La novísima filosofía alemana halló su culminación con Hegel. “Su gran mérito fue el retorno a la dialéctica como forma superior del pensamiento”. (Engels).
La dialéctica hegeliana fue la primera en presentar todo el mundo natural, histórico y espiritual, bajo la forma de un proceso, es decir, continuo movimiento, cambio, desarrollo y transformación. Las contradicciones internas de ese proceso actuaban, entre tanto, en calidad de fuente del movimiento espontáneo y del desarrollo espontáneo. Pero Hegel fue idealista. El fundamento y la esencia de todo lo existente, Hegel lo veía en el desarrollo espontáneo de la “idea absoluta”. Según Hegel, resultaba que el pensamiento viene a ser el creador de la realidad. “De aquí emana su atormentada y a menudo terrible construcción: el mundo --quiéralo o no--debe conformarse con el sistema lógico”. (Engels).
La dialéctica sólo se hizo una ciencia cuando Marx y Engels la liberaron de la corteza idealista hegeliana y llevaron adelante la doctrina del desarrollo, creando la dialéctica materialista. Marx y Engels aprovecharon de la dialéctica de Hegel, su “grano racional” y reelaboraron, de forma materialista, el método de Hegel, tomando por fundamento del desarrollo, no la idea, sino la realidad material. En vista de ello, el método dialéctico marxista, en su base, está directamente contrapuesto a la dialéctica de Hegel. La dialéctica marxista es una doctrina del desarrollo en su aspecto más completo, profundo y libre de toda unilateralidad. La dialéctica, creada por Marx y Engels y desenvuelta por Lenin y Stalin, es la ciencia de las leyes universales del desarrollo de la naturaleza, de la sociedad humana y del pensamiento. (Ver Método dialéctico marxista).
Diccionario de filosofía y sociología marxista · 1959:25-26
Dialéctica
En la antigüedad se entendía por dialéctica, el arte de descubrir la verdad gracias a la discusión, poniendo de relieve y eliminando las contradicciones del adversario. Los filósofos de la Grecia antigua eran, según la expresión de Engels, dialécticos de nacimiento. Heráclito (ver), célebre materialista griego, afirmaba que las cosas existen y no existen a la vez, puesto que todo fluye y cambia constantemente, todo nace y desaparece, y el mundo está constituido por contradicciones que luchan entre sí. La causa del desarrollo reside en la lucha de contrarios. Otro filósofo ilustre de la Grecia antigua, Aristóteles (ver), analizó las principales formas del pensamiento dialéctico. Pero en la filosofía de la Grecia antigua, el carácter distintivo de la dialéctica era su ingenuidad y simplicidad primitivas. Al considerar la naturaleza como un todo, esos filósofos no llegan a separar, a analizar los fenómenos y los objetos, sin lo cual es imposible hacerse una imagen clara y completa del mundo. Se fijaban “...más en el movimiento, en las transiciones, en la concatenación que en lo que se mueve, cambia y se concatena”. (Engels, Anti-Dühring, p. 34, Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, 1948). Durante siglos después, hasta fines del siglo XVIII, reinó una concepción metafísica: se creía en la inmutabilidad de todo lo que existe. (ver Metafísica).
La filosofía moderna contiene también elementos de dialéctica: Descartes (ver), Spinoza (ver), Diderot (ver). Descartes contribuyó a la penetración de la dialéctica en las matemáticas. Al definir la naturaleza como la causa en sí, Spinoza negó toda fuerza exterior como fuente de la naturaleza. Como los demás materialistas franceses, Diderot consideraba el movimiento como una propiedad inherente a la materia, profesaba teorías evolucionistas que aplicaba a la naturaleza viva, &c. Pero en su conjunto, su concepción seguía siendo metafísica.
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, los progresos de las ciencias naturales demolieron la concepción metafísica del mundo. Rudo golpe a las ideas metafísicas en las ciencias fue asestado por Kant (ver), autor de la teoría natural del cielo, por Lomonósov (ver), quien descubrió la ley de la conservación de la materia y del movimiento, formuló la idea de la evolución de la tierra, &c. Los descubrimientos científicos y la actividad práctica del hombre demostraron que nada permanece fijo, que nada está dado de una vez por todas en la naturaleza.
A fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, Hegel (ver) hizo conocer su teoría del desarrollo dialéctico. Su doctrina sobre la evolución y el cambio, desempeñó un papel considerable en el progreso de la dialéctica. Según la dialéctica hegeliana, el mundo histórico y espiritual por entero, es un solo proceso en movimiento, cambio, desarrollo y transformación continuos. Las contradicciones internas constituyen la fuente de este automovimiento. Hegel aplicó la dialéctica al estudio de los conceptos y de los juicios, a la lógica. Pero Hegel es idealista, y su sistema dogmático reaccionario, condicionado por su estrechez de clase, está en contradicción con su método dialéctico. Para Hegel, la esencia del ser está en el autodesarrollo de una “idea absoluta”, mística. La conciencia es, según él, el demiurgo de la realidad, de la naturaleza. No es, pues, la conciencia la que debe concordar con el desarrollo real, sino la propia realidad la que tiene que someterse a las construcciones especulativas de la filosofía hegeliana. La dialéctica de Hegel no tenía todavía formas científicas. Sus formas escolásticas y místicas desfiguran la realidad y ponen todo cabeza abajo. La dialéctica está totalmente vuelta al pasado y no hacia el presente y el porvenir. En el sistema hegeliano, el desarrollo, después de haber alcanzado un grado determinado, se detiene completamente. Abandonando aun sus principios dialécticos. Hegel afirma que la naturaleza no sufre ningún cambio.
La filosofía revolucionaria rusa de mediados del siglo XIX, señala una etapa importante en el desarrollo de la concepción dialéctica del mundo. Belinski (ver), Herzen (ver), Chernishevski (ver), y otros pensadores rusos, al criticar el carácter idealista e inconsistente de la dialéctica hegeliana, se esfuerzan en moldear de nuevo el método dialéctico, en convertirlo en materialista. En sus manos, la dialéctica es un instrumento de lucha para la transformación revolucionaria del orden social. Sin embargo, no logran librarse enteramente de la antigua concepción metafísica. La dialéctica no se convirtió en ciencia sino a través de los ideólogos del proletariado, Marx y Engels.
Los grandes fundadores del socialismo proletario, crearon el método dialéctico marxista, forma nueva de dialéctica y la única científica. Su dialéctica tiene por fundamento inconmovible a las ciencias de la naturaleza, especialmente, los tres grandes descubrimientos del siglo XIX: la célula, la ley de la conservación y de la transformación de la energía, y el darwinismo. La dialéctica resulta de una síntesis genial de toda la experiencia humana, en particular, de la experiencia de la lucha entre el proletariado y la burguesía. Habiendo rechazado el sistema idealista reaccionario de la filosofía hegeliana, Marx y Engels extraen de la dialéctica de Hegel su núcleo racional, la doctrina del desarrollo. El método dialéctico marxista es diametralmente opuesto a la dialéctica de Hegel: Marx y Engels toman por base no la idea, sino la realidad material. La dialéctica marxista representa la teoría del desarrollo más completa y más profunda. En oposición a Hegel, Marx y Engels consideran la naturaleza desde el punto de vista del cambio y del desarrollo. En el Anti-Dühring (ver), la Dialéctica de la naturaleza (ver) y otras obras, Engels examina bajo sus múltiples aspectos, los problemas de la dialéctica en las ciencias de la naturaleza. Al aplicar la dialéctica materialista y el materialismo filosófico a la ciencia de la sociedad, Marx y Engels trastornaron las ideas admitidas sobre la sociedad y crearon la teoría del materialismo histórico (ver). La dialéctica materialista no se vuelve sólo hacia el pasado, sino que lo hace hacia el presente y el porvenir. Y pone al servicio del partido proletario el conocimiento de las leyes objetivas del desarrollo.
El método dialéctico marxista se creó y desarrolló en la lucha contra las teorías metafísicas de los ideólogos burgueses y pequeño-burgueses, contra las diversas teorías evolucionistas oportunistas que consideran el devenir como un cambio puramente cuantitativo sin supresión de lo viejo ni nacimiento de lo nuevo. El Capital (ver), obra maestra de Marx, así como los trabajos de Engels: Anti-Dühring, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana (ver) y otros, desempeñaron un papel inmenso en la elaboración de la dialéctica materialista. Lenin indica que en El Capital, la dialéctica, la lógica y la teoría del conocimiento están aplicadas al análisis del modo de producción capitalista.
La dialéctica materialista es una ciencia que se desarrolla de un modo creador. Ella se enriquece gracias a la experiencia nueva de la lucha del Partido Comunista de la Unión Soviética y de todo el proletariado mundial, generalizada por Lenin, por su discípulo y continuador Stalin, y por otros discípulos de Lenin. Lenin y Stalin profundizaron la dialéctica en la lucha contra el dogmatismo y el eclecticismo de los mencheviques, de los oportunistas de la II Internacional, contra los trotskistas, los bujarinistas y los demás enemigos del marxismo. Y mostraron que la dialéctica, doctrina del desarrollo histórico multiforme y lleno de contradicciones, es el fundamento filosófico de uno de los rasgos principales del marxismo: su vinculación orgánica con la práctica. En la lucha contra el reformismo y el oportunismo que encubrían su esencia metafísica con un reconocimiento verbal del desarrollo, pusieron de manifiesto la correlación de las formas evolutiva y revolucionaria del devenir y mostraron la función de los saltos revolucionarios en la historia de la sociedad. En particular, los trabajos de Lenin, proyectan una viva luz sobre el problema de las contradicciones, de la lucha de los contrarios como “núcleo de la dialéctica”, de la lógica dialéctica.
El carácter creador de la dialéctica científica, se manifiesta en la necesidad de concretar tal o cual ley dialéctica con motivo de las nuevas realizaciones de la ciencia y de las nuevas condiciones históricas. Marx y Engels pusieron al desnudo principalmente, la dialéctica de la sociedad burguesa, que no es sino un caso particular de la dialéctica tomada en general. Las decisiones y los documentos del Partido Comunista de la Unión Soviética, que hacen el balance de la prodigiosa experiencia de la lucha del Partido por el socialismo, constituyen una vasta síntesis de la dialéctica del pasaje del capitalismo al socialismo, de la dialéctica del desarrollo de la sociedad socialista.
La dialéctica materialista es la ciencia de las leyes generales del desarrollo de la naturaleza, de la sociedad humana y del pensamiento. (ver Método dialéctico marxista).
Diccionario filosófico abreviado · 1959:126-128
Dialéctica
Ciencia que trata de las leyes más generales del desarrollo de la naturaleza, de la sociedad y del pensamiento humano. Una larga historia ha precedido a la concepción científica: de la dialéctica, y el concepto mismo de dialéctica ha surgido durante la reelaboración y hasta la superación del sentido inicial del término. Ya la filosofía grecorromana subrayó con gran fuerza el carácter variable de todo lo existente, concibió la vida del mundo como un proceso, elucidó el papel que en este proceso desempeña la transformación de toda propiedad en su contraria (Heráclito, en parte los materialistas de Mileto, los pitagóricos). A tales investigaciones no se aplicaba todavía el término “dialéctica”. Al principio, con este término (διαλεκτική τέχνη –“arte de la dialéctica”) se designaba el arte del diálogo y de la discusión: 1) la capacidad de sostener una discusión por medio de preguntas y respuestas; 2) el arte de clasificar los conceptos, de dividir las cosas en géneros y especies. Aristóteles, que no comprendió la dialéctica de Heráclito, consideraba que el inventor de la dialéctica fue Zenón de Elea, quien sometió a análisis las contradicciones que surgen cuando se intenta comprender el concepto de movimiento y de multiplicidad. El propio Aristóteles distingue la “dialéctica” como ciencia de los argumentos probables, de la “analítica”, ciencia de la demostración. Platón, siguiendo a los eleatas (Escuela eleática) define el ser verdadero como idéntico e invariable, mas en los diálogos “El Sofista” y “Parménides” fundamenta las conclusiones dialécticas en el sentido de que los géneros superiores de lo que es sólo pueden concebirse de modo que cada uno de ellos sea y no sea, resulte igual a sí mismo y no igual, sea idéntico a sí y se transforme en su “otro”. Por esto el ser incluye en sí contradicciones: es uno y múltiple, eterno y transitorio, invariable y variable, reposa y se mueve. La contradicción es la condición necesaria para incitar el alma a la cogitación. El arte de hacerlo es, según Platón, el arte de la dialéctica. Siguieron desarrollando la dialéctica los neoplatónicos (Plotino, Proclo). En la escolástica, la filosofía de la sociedad feudal, se empezó a dar el nombre de dialéctica a la lógica formal que fue contrapuesta a la retórica. En los estadios iniciales del desarrollo de la sociedad capitalista, formulan ideas dialécticas acerca de la “coincidencia de contrarios”, Nicolás de Cusa y Bruno. En la Época Moderna, a pesar del predominio de la metafísica, Descartes y Spinoza ofrecen ejemplos de pensamiento dialéctico; el primero, en su cosmogonía; el segundo, en la teoría sobre la substancia como causa de sí misma. En el siglo XVIII, descuellan en Francia, por la riqueza de sus ideas dialécticas, Rousseau y Diderot. El primero investiga las contradicciones como condición del desarrollo histórico; el segundo, además, estudia las contradicciones en la conciencia social de su tiempo (“El sobrino de Rameau”). Constituye una etapa importantísima en el desarrollo de la dialéctica antes de Marx, el idealismo clásico alemán, el cual, a diferencia del materialismo metafísico, veía en la realidad no sólo el objeto del conocimiento, sino que además la consideraba como objeto de actividad. Por otra parte, el desconocimiento de la base verdadera, material, de la cognición y de la actividad del sujeto, llevó a los idealistas a tener una concepción limitada y de la dialéctica. El primero en una brecha en la metafísica fue Kant, quien señaló el valor de las fuerzas contrarias en los procesos físicos y cosmogónica, introdujo –por primera vez después de Descartes– la idea desarrollo en el conocimiento de la naturaleza. En epistemología, Kant desarrolla las ideas dialécticas en la teoría de las “antinomias”. No obstante, la diléctica de la razón, según Kant, es ilusoria y se elimina tan pronto como el pensamiento vuelve a sus límites circunscriptos al conocimiento de los fenórnenos y nada más. Más tarde, en epistemología (en “Teoría de la ciencia”), Fichte expuso el método “antitético” para la investigación de las categorías, método que contiene importantes ideas dialécticas. Siguiendo a Kant, Schelling amplía la concepción dialéctica de los procesos de la naturaleza. En la cima de la dialéctica anterior a Marx, se encuentra la de Hegel. Independientemente de su falsa concepción, en Hegel “por vez primera se concibe todo el mundo de la naturaleza, de la historia y del espíritu como un proceso, es decir, en constante movimiento, cambio, transforación y desarrollo, intentando además poner de relieve la conexión interná de este movimiento y desarrollo”. (F. Engels, Anti-Dühring, pág. 23 - Ibíd., E.P.U., 1961, págs. 33-34). A diferencia e las determinaciones abstractas del entendimiento, la dialéctica, según Hegel es el paso de una determinación a otra en el cual se pone de manifiesto que tales determinaciones son unilaterales y limitadas, es decir, contienen la negación de sí mismas. Por este motivo la dialéctica, según Hegel, es “el alma motriz de todo despliegue científico del pensar y constituye el único principio que introduce en el contenido de la ciencia una conexión inmanente y la necesidad”. El resultado de la dialéctica de Hegel rebasó en mucho el significado que él mismo le había asignado. En la doctrina hegeliana sobre la necesidad con que todo se transforma en su negación, se hallaba contenido el principio que revoluciona la vida y el pensamiento, por lo que los pensadores avanzados veían en la dialéctica de Hegel “el álgebra de la revolución” (Herzen). La concepción verdaderamente científica de la dialéctica fue creada sólo por Marx y Engels. Después de desechar el contenido idealista de la filosofía de Hegel, Marx y Engels estructuraron la dialéctica sobre la base de la concepción materialista del proceso histórico y del desarrollo del conocimiento, generalizando los procesos reales que ocurren en la naturaleza, en la sociedad y en el pensar. En la dialéctica científica, se combinan orgánicamente las leyes del desarrollo tanto, del ser como del conocer, dado que tales leyes, por su contenido, son idénticas, y sólo se diferencian por la forma. De ahí que la dialéctica materialista sea no sóló una doctrina “ontológica”, sino, además, gnoseológica, una lógica que examina el pensamiento y la cognición tanto en su devenir como en su desarrollo, pues las cosas y fenómenos son lo que devienen en el proceso de su desarrollo, y en ellos está contenido, como tendencia, su futuro, es, decir, aquello que devendrán. En este sentido, la dialéctica materialista ve también la teoría del conocimiento como generalización de la historia del conocimiento, y, cada concepto, cada categoría, a pesar de su carácter de máxima géneralidad, llevan la impronta de la historicidad. La categoría principal de la dialéctica materialista es la contradicción. En la teoría de las contradicciones, la diáléctica materialista descubre la fuerza motriz y la fuente de todo desarrollo; en ésta categoría se encuentra la clave de todos los demás principios y categorías del desarrollo dialéctico: el desarrollo por medio de la transformación de los cambios cuantitativos en cualitativos, la interrupcion de la gradualidad, los saltos, la negación del momento inicial del desarrollo y la negación de esta misma negación; la repetición, sobre una base superior, de ciertas facetas y rasgos del estado inicial. Precisamente, es esta manera de concebir el desarrollo lo que distingue la dialéctica de todo género de concepciones evolucionistas vulgares, tan características de las teorías contemporáneas burguesas y reformistas. La dialéctica materialista constituye un método filosófico para investigar la naturaleza y la sociedad. Sólo con un criterio dialéctico es posible comprender el camino complejo y lleno de contradicciones por el que se va formando la verdad objetiva, la conexión de los elementos de lo absoluto y de lo relativo en cada escalón del avance de la ciencia, los pasos de unas formas de generalización a otras formas, más profundas. La esencia revolucionaria de la dialéctica materialista, inconciliable con todo estancamiento e inmovilidad, hace de la propia dialéctica un instrumento de la transformación práctica de la sociedad, una ayuda para tomar objetivamente en consideración las necesidades históricas del desenvolvimiento social, la falta de conformidad de las viejas formas respecto al nuevo contenido, la necesidad de pasar a formas superiores que faciliten el progreso de la humanidad. La estrategia y táctica de la lucha por el comunismo se elaboran en plena correspondencia con la concepción materialista dialéctica del mundo (Lógica dialéctica).
Diccionario filosófico · 1965:118-120
Dialéctica
(del griego dialegomai, dialogo, razono). Ciencia acerca de las leyes más generales del desarrollo de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento; teoría y método del conocimiento de los fenómenos de la realidad en su desarrollo, en su automovimiento, con base en sus contradicciones internas; “doctrina acerca de las contradicciones en su total y multifacético desarrollo histórico” (Lenin). Tal es la acepción con que se emplea el término “dialéctica” en la filosofía marxista. En un principio dialéctica significaba discusión, choque entre opiniones contrapuestas de cuyo resultado nace la verdad. La concepción dialéctico-científica acerca de la realidad no surgió de golpe, sino que ha sido resultado de la larga evolución del conocimiento humano. Inicialmente la dialéctica se manifestó en forma de una representación ingenua, basada en la observación externa de que en el mundo todo se halla sujeto a cambio y renovación incesantes, de que las substancias en la naturaleza se transforman y las cosas nacen, desaparecen y se convierten en su contrario. El pensador de la Grecia antigua Heráclito fue quien expresó del modo más brillante esta dialéctica espontánea. Consideraba que el mundo “fue, es y será fuego eternamente vivo, que se encenderá y apagará con regularidad”. Los antiguos veían únicamente la imagen general del cambio infinito de los fenómenos, no pudieron descubrir la regularidad de este cambio ni comprender cómo se manifiesta esta regularidad en los distintos fenómenos. En el período en que imperaba el método metafísico --opuesto a la dialéctica-- (siglos xv-xvii) se encuentran algunos elementos de dialéctica en las concepciones de varios notabilísimos filósofos: Descartes (idea respecto al origen de los mundos arrancando de elementos primarios), Spinoza (enfoque dialéctico al abordar el problema de la libertad y la necesidad), Diderot (conjeturas en cuanto a la evolución de las substancias vivas). La etapa siguiente en el desarrollo de la dialéctica está vinculada a los nombres de los filósofos idealistas alemanes de los siglos XVIII y XIX, y ante todo a los de Kant y Hegel, que hicieron una importante contribución a la comprensión de la complejidad y contradictoriedad del proceso del pensar. En esto jugó gran papel la doctrina de Kant acerca de las antinomias de la razón. Hegel fue el primero en representarse el mundo como un proceso de movimiento progresivo universal, de desarrollo desde los escalones inferiores hasta los superiores, cuya fuerza motriz y fuente son las contradicciones inherentes a todos los fenómenos y las cuales constituyen la fuerza vital de todo lo existente. Hegel formuló las leyes fundamentales de este desarrollo, elaboró el sistema de categorías de la dialéctica, lo cual ejerció una influencia substancial en el pensamiento filosófico posterior. Sin embargo, desarrolló la dialéctica sobre una base falsa, sobre una base idealista. A su juicio, el movimiento, el desarrollo, existen únicamente porque todo se halla dirigido por cierta conciencia sobrenatural, por la razón universal, la cual piensa, crea los conceptos, se autorreconoce a través de su movimiento y engendra la naturaleza y la sociedad en este proceso de movimiento. Todo desarrollo cesará en cuanto la razón universal alcance, a través del sistema hegeliano, toda su riqueza interna. El idealismo determinó el conocido conservaturismo de la dialéctica de Hegel, su artificiosidad en el intento de colocar los procesos reales bajo el esquema del desarrollo de los conceptos. Los pensadores rusos de vanguardia de los años 40-60 del siglo XIX (Hertzen, Belinski, Chernishevski) utilizaron la dialéctica para explicar el desarrollo de la naturaleza y la sociedad, para fundamentar la lucha revolucionaria contra la autocracia y el régimen de servidumbre. Sin embargo, no pudieron realizar la reelaboración materialista de la dialéctica, es decir, no superaron el idealismo al explicarse los fenómenos sociales. Marx y Engels crearon una dialéctica materialista auténticamente científica utilizando lo más valioso de la dialéctica hegeliana y apoyándose en los avances de la ciencia de su tiempo. La dialéctica materialista se caracteriza por abordar con objetividad el examen de los fenómenos, por comprender a éstos tal cual son por sí mismos. Toda la experiencia del conocimiento y de la práctica humana demuestra que en el mundo existe una vinculación estrecha e indisoluble entre todos los fenómenos, entre los aspectos de cada fenómeno, “nexo que da un proceso de movimiento único y universal sujeto a leyes” (Lenin). La esencia de la comprensión dialéctica del movimiento y del desarrollo de los fenómenos, su diferencia con la metafísica, es reflejado por las leyes de la dialéctica. Las leyes dialécticas fundamentales son: 1) la ley de la unidad y lucha de los contrarios, la cual pone de manifiesto los impulsos internos, la causa del desarrollo, y constituye la esencia, el núcleo de la dialéctica; 2) la ley tránsito de los cambios cuantitativos a cualitativos y viceversa, que caracteriza el desarrollo no como el cambio puramente externo de los objetos, sino como un cambio radical que afecta a sus propiedades internas; 3) la ley de la negación de la negación, según la cual el desarrollo tiene carácter progresivo, va de lo simple a lo complejo, de lo inferior a lo superior. Las leyes fundamentales encuentran complemento y concreción en las regularidades reflejadas en las categorías de la dialéctica, reveladoras del nexo existente entre esencia y fenómeno, necesidad y casualidad, posibilidad y realidad, causa y efecto, &c. Las leyes de la dialéctica son las del desarrollo no sólo del mundo material sino también del conocimiento humano. Para que el hombre esté en condiciones de conocer los fenómenos del mundo material con todos sus nexos, relaciones, transiciones mutuas y contradicciones, su conciencia, los conceptos que surgen en su cabeza, deben ser igualmente flexibles, móviles, contradictorios. De ahí que la dialéctica sea al mismo tiempo teoría del conocimiento y lógica dialéctica. La dialéctica no es sólo la base del conocimiento sino también de la actividad práctica fructuosa de los hombres; revela el carácter históricamente transitorio de todas las formas de la vida social, exige no atenuar las contradicciones sociales radicales, sino su solución por vía revolucionaria. La dialéctica es esencialmente crítica y revolucionaria. “Ante esta filosofía no existe nada definitivo, absoluto, consagrado; en todo pone de relieve lo que tiene de perecedero, y no deja en pie más que el proceso ininterrumpido del devenir y del perecer, un ascenso sin fin de lo inferior a lo superior” (Engels). La dialéctica produce pánico en la burguesía y sus apologistas, pues fundamenta la inevitable desaparición de la propiedad privada y la explotación capitalista. Esta es la razón de que los ideólogos burgueses realicen intentos por refutarla. Pero son vanos los propósitos de los enemigos del marxismo: el desarrollo de la ciencia y la sociedad no sólo confirman la veracidad de la dialéctica, sino que enriquecen su contenido con nuevos aspectos.
Diccionario marxista de filosofía · 1971:75-77
Dialéctica
(gr. dialegomai: sostengo charla, razono): ciencia sobre las leyes más generales del desarrollo de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. Una larga historia precedió a la comprensión científica de la dialéctica, y ese concepto mismo surgió en el curso de la modificación y hasta superación del sentido inicial del término. Al comienzo, este término (dialektike techne: “arte de la dialéctica”) designaba: 1) la capacidad de sostener una disputa mediante preguntas y respuestas; 2) el arte de clasificar los conceptos y dividir las cosas en géneros y especies. La filosofía de la Antigüedad subrayó ya con gran fuerza la mutabilidad de todo lo existente, comprendió la realidad como proceso y elucidó el papel que desempeña en este proceso la transformación de toda propiedad en su contrario (Heráclito, en parte los materialistas de Mileto y los pitagóricos). A semejantes investigaciones no se aplicaba todavía el término “dialéctica”. Aristóteles atribuye la invención de la dialéctica a Zenón de Elea, que sometió a análisis las contradicciones que surgen al intentar concebir las nociones de movimiento y de conjunto. El propio Aristóteles establece diferencia entre la “dialéctica” y la “analítica”, como entre la ciencia sobre las opiniones probables y la ciencia sobre la demostración. Platón define el ser auténtico como idéntico e inmutable y, no obstante, fundamenta las conclusiones dialécticas de que los géneros superiores de lo existente sólo pueden concebirse de modo que cada uno de ellos existe y no existe, es igual a sí mismo y no es igual, es idéntico a sí mismo y se transforma en su “otro”. Por eso, el ser encierra contradicciones: es único y múltiple, eterno y pasajero, inmutable y mutable, reposa y se mueve. La contradicción es condición necesaria para estimular el alma a la reflexión. Según Platón, este arte es precisamente el arte de la dialéctica. En la filosofía de la sociedad feudal –la escolástica– empezó a llamarse dialéctica a la lógica formal que se oponía a la retórica. En la época del Renacimiento, las ideas dialécticas sobre la “coincidencia de los contrarios” las adelantan Nicolás de Cusa y Bruno. En los tiempos nuevos, a pesar de la dominación de la metafísica, dan ejemplos de pensamiento dialéctico Descartes y Spinoza. En el siglo 18, en Francia se destacan por la riqueza de ideas dialécticas Rousseau y Diderot. Rousseau investiga las contradicciones como condición del desarrollo histórico, y Diderot, además, las contradicciones en la conciencia social contemporánea a él. Antes de Marx, la etapa más importante del desarrollo de la dialéctica fue el idealismo clásico alemán, que, a diferencia del materialismo metafísico, no enfocaba la realidad sólo como objeto del conocimiento, sino, también, como objeto de la actividad. Al mismo tiempo, el desconocimiento de la verdadera base material del conocimiento y la actividad del sujeto condujo a la estrechez y a los errores en las ideas dialécticas de los idealistas alemanes. Kant fue el primero en abrir la brecha en la metafísica. Señaló la importancia de las fuerzas contrarias en los procesos físico y cosmogónico y –por primera vez después de Descartes– introdujo en el conocimiento de la naturaleza la idea del desarrollo. En la teoría del conocimiento, Kant desarrolla las ideas dialécticas en su doctrina de las “antinomias”. Pero la dialéctica de la razón, según Kant, es una ilusión y se suprime al volver el pensamiento a encuadrarse en su marco, limitado por el conocimiento tan sólo de los fenómenos. Después de Kant, Schelling desarrolla la concepción dialéctica de los procesos de la naturaleza. La cumbre del desarrollo de la dialéctica premarxista fue la dialéctica idealista de Hegel, en la que “...por vez primera... se concibe todo el mundo de la naturaleza, de la historia y del espíritu como un proceso, es decir, en constante movimiento, cambio, transformación y desarrollo, intentando además poner de relieve la conexión, interna de este movimiento y desarrollo” (C. Marx, F. Engels, t. 20, p. 23). El resultado de la dialéctica de Hegel rebasó en mucho la significación que él mismo le atribuyó. En la doctrina hegeliana de la necesidad, con la que todo llega a su negación, se encerraba un principio que revolucionaba la vida y el pensamiento, en virtud de lo cual los pensadores de vanguardia calificaban la dialéctica hegeliana de “álgebra de la revolución” (Herzen). Marx y Engels crearon la concepción auténticamente científica de la dialéctica. Al rechazar el contenido idealista de la filosofía de Hegel, construyeron la dialéctica sobre la base de la comprensión materialista del proceso histórico y del desarrollo del conocimiento y la sintetización de los procesos reales que transcurren en la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. En la dialéctica científica se conjugan las leyes del desarrollo tanto del ser como del conocimiento, pues son idénticas por su contenido y se diferencian sólo por su forma. Por eso, la dialéctica materialista es una doctrina no sólo “ontológica”, sino también gnoseológica, que estudia de igual manera el pensamiento y el conocimiento en su devenir y desarrollo, por cuanto las cosas y los fenómenos son lo que son en el proceso del desarrollo y llevan implícito, como tendencia, su futuro, o sea, lo que pasarán a ser. En este sentido, la dialéctica materialista enfoca la teoría del conocimiento también como historia sintetizada del conocimiento, y todo concepto o categoría, a pesar de su carácter extremadamente general, llevan la impronta de la historicidad. La categoría principal de la dialéctica materialista es la contradicción. En la doctrina de las contradicciones, la dialéctica pone al descubierto la fuerza motriz y la fuente de todo desarrollo; en ella está la clave para las demás categorías y principios del desarrollo dialéctico: desarrollo mediante la transformación de los cambios cuantitativos en cualitativos, interrupción en el proceso gradual del desarrollo, saltos, negación del punto de partida del desarrollo y negación de esa negación misma, repetición, sobre una base superior, de algunos aspectos y rasgos del estado inicial. Tal comprensión, precisamente, distingue la dialéctica de las opiniones evolucionistas vulgares de todo género, típicas de las teorías burguesas y reformistas modernas. La dialéctica materialista constituye el método filosófico de investigación de la naturaleza y la sociedad. Sólo con la óptica de la dialéctica es posible comprender el camino complejo y contradictorio del establecimiento de la verdad objetiva; la conexión, en cada etapa de desarrollo de la ciencia, de los elementos absoluto y relativo, estable y mutable; las transiciones de unas formas de generalización a otras, más profundas. La naturaleza revolucionaria de la dialéctica materialista, que no tolera ningún estancamiento e inmovilidad, la convierte en instrumento de transformación práctica de la sociedad, que ayuda a considerar objetivamente las necesidades históricas del desarrollo social, la falta de correspondencia de las formas viejas al nuevo contenido y la necesidad de pasar a formas superiores, que contribuyan al progreso de la humanidad. La estrategia y la táctica de lucha por el comunismo se trazan en plena conformidad con el modo de pensar dialéctico-materialista (Lógica dialéctica).
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