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sábado, 10 de septiembre de 2022

Historia de la filosofía premarxista, Progreso, Moscú 1978

 

El objeto de la historia marxista de la filosofía como ciencia es la historia del nacimiento y solución de los problemas filosóficos y, ante todo, la historia de la formación y desarrollo de las corrientes filosóficas fundamentales —el materialismo y el idealismo—, de la lucha entre ellas, la investigación del proceso de institución de unas formas y modalidades de materialismo por otras, así como la gestación, el surgimiento y el desarrollo de la dialéctica y su lucha con la metafísica. Por cuanto la filosofía es una forma determinada, específica de conocimiento de la realidad, forma expresada en categorías lógicas, en conceptos e ideas filosóficos, la historia de la filosofía estudia también la gestación, el nacimiento y el desarrollo de las categorías del conocimiento más importantes. 

La historia marxista de la filosofía dedica atención particular a la investigación y estudio del surgimiento y desarrollo del materialismo dialéctico, que es el sistema filosófico científico, el método de conocimiento y transformación revolucionaria del mundo, la base filosófica de la cosmovisión científica de la clase obrera y de otras fuerzas que combaten por el socialismo. 

1 La problemática filosófica y su cambio en el transcurso de la historia. 

En el proceso de desarrollo histórico de la filosofía fue cambiando el haz de cuestiones que ésta trataba, a consecuencia de lo cual cambiaba el objeto de la filosofía y el modo de entenderlo. Así, en la sociedad esclavista no existían aún ciencias particulares, separadas, para la naturaleza y la sociedad, para las diversas formas del movimiento de la materia, y la filosofía era el saber en general y, al principio, casi su forma única. Más adelante, al aparecer las ciencias particulares se asiste a su segregación de la filosofía. El progreso del saber hizo que la filosofía dejara de actuar poco a poco en el papel universal de "ciencia de las ciencias" y quedaran como materia de su estudio las cuestiones más generales del ser y el conocimiento. La filosofía científica de nuestros días —el materialismo dialéctico— estudia las leyes más generales del desarrollo de la realidad que se manifiestan en la práctica socio-histórica del homdre y se reflejan en el pensamiento del mismo. 

Por más que cambiaran las cuestiones filosóficas y, en consecuencia, el propio objeto de la filosofía, en todas las fases de la historia del pensamiento hubo —y hoy perduran— los problemas del ser, del conocimiento, de la vida humana comunes a todas las doctrinas filosóficas y que, en grado mayor o menor, constituyen el objeto de todas las teorías filosóficas. 

De un modo u otro, los filósofos siempre respondieron al interrogante de si existen por sí mismos la naturaleza, el mundo, es decir, si son materiales o dependen "del más allá" y son un "destello" de éste; de si el mundo existe desde toda la eternidad o fue creado por un espíritu, por una divinidad; de si el mundo, la naturaleza se encuentran en movimiento, en mutación y evolucionan en razón de sus leyes objetivas, independientes de la conciencia, del espíritu, o si no existen tales leyes objetivas y el movimiento, la mutación en el mundo dependen de una injerencia externa, del espíritu, la divinidad o la conciencia del hombre, de su mente, su voluntad, etc. Todos estos interrogantes y otros muchos, que en las doctrinas premarxistas se denominaban ontológicos, siempre han figurado, y siguen figurando, entre las cuestiones de la filosofía. 

Foco de la atención de la filosofía, como cuestión de máxima entidad de la misma, ha sido y sigue siendo la atinente a la relación entre el hombre y el mundo. Hállase esta cuestión inseparablemente entroncada con el problema cardinal de la filosofía y se resuelve en el proceso de la actividad práctica y teórica del hombre, que tiene de ordinario carácter social y está condicionada en última instancia por el modo de producción material que predomine en la sociedad. 

El progreso de la ciencia y de la propia filosofía tenía que acrecentar necesariamente la significación de la problemática gnoseológica, es decir, de las cuestiones relativas al proceso del conocimiento, tales como la correlación entre el pensar y el ser, entre nuestras representaciones del mundo y el mundo real, los problemas del sujeto y el objeto, de las vías y medios, estadios, formas y métodos del conocimiento de la realidad, las cuestiones concernietes a la verdad y el criterio de la misma, etc.

El pensamiento filosófico es un pensamiento lógico, presupone determinadas formas, categorías y nociones lógicas en las que se realiza, leyes por las que se desarrolla; las cuestiones de la lógica del pensamiento han sido y siguen siendo parte inseparable, integrante, del objeto de la filosofía. 

Los filósofos siempre han empleado unos y otros métodos de conocimiento, siempre han abordado la aclaración de los fenómenos del mundo desde el punto de vista de la dialéctica o de la metafísica. Por lo tanto, las cuestiones tocantes a los modos de explicar la realidad, a los métodos del conocimiento, es decir, las cuestiones metodológicas también han sido y son objeto de la filosofía. 

En épocas pretéritas de la historia de la ciencia y la filosofía, cuando era aún escaso el desarrollo de las ciencias naturales e incompletos y fragmentarios los datos sobre la naturaleza que éstas proporcionaban, algunos filósofos intentaban resolver fuera de una generalización científica de tales datos el problema de las leyes internas de la naturaleza, intentaban establecer "nexos" entre unos u otros fenómenos de la misma, etc. Estos problemas "natural-filosóficos" figuraron hasta promediar el siglo XIX en la suma de las cuestiones de la filosofía. Con el progreso de las ciencias naturales, en particular después de sus grandes descubrimientos del siglo XIX, las aclaraciones "natural-filosóficas" fueron reemplazadas por la generalización filosófica de los adelantos de las mencionadas ciencias, que revelaron las leyes de la naturaleza, la trabazón efectiva entre los fenómenos. En la esfera cognoscitiva de la naturaleza se tornó objeto de la filosofía el esclarecer las leyes más generales del paso de unas a otras formas del movimiento de la materia, sus interconexiones reales, la indagación de la dialéctica objetiva de la naturaleza, del carácter dialéctico de las leyes de las ciencias naturales, el estudio de la lógica del pensamiento científico en la esfera de estas ciencias. Estos problemas filosóficos generales también forman parte hoy del objeto de la filosofía. 

Exponente de la cosmovisión de unas clases y otras, de unos grupos sociales u otros, la filosofía siempre ha debatido las cuestiones relativas al lugar del hombre en la sociedad y su designación, al "sentido" de la historia, a cuáles son sus fuerzas motrices, hacia dónde va la sociedad, cuál es su futuro, etc. Estas y otras importantísimas cuestiones, que en los sistemas filosóficos premarxistas eran temas de la llamada filosofía de la historia, también son objeto de la filosofía. 

En el pasado —y hoy, en buena medida— eran materia de la filosofía los problemas teóricos generales de la sociología (esencia, leyes y estructura de la vida social, correlación entre sus elementos materiales y espirituales, relaciones e interconexiones entre los hombres, entre el individuo y la sociedad, etc.), de la ética (principios fundamentales y leyes de la moral) y de la estética (qué es la belleza, relación entre arte y realidad, etc.). 

De esta suerte, si las ciencias naturales concretas (física, química, biología, etc.) indagan las diversas formas del movimiento de la materia y las leyes del desarrollo de las mismas y las ciencias sociales concretas (economía política, derecho, estudio de las artes) tratan de los diversos aspectos de la vida social y de las leyes de su desarrollo, la misión de la filosofía es investigar las cuestiones más generales del ser y el conocimiento. El desarrollo histórico de las concepciones del hombre sobre estas materias constituye el objeto de la historia de la filosofía. 

2. Los principios marxistas en su aplicación a la historia de la filosofía 

El principio del espíritu de partido 

El marxismo-leninismo parte de que la historia de la filosofía ha sido siempre y es hoy terreno de la contienda entre los dos partidos en filosofía, de la lucha entre el materialismo y el idealismo; esta pugna es una expresión de los intereses sociales y la ideología de las distintas clases y grupos sociales. "La novísima filosofía —dice Lenin— está tan penetrada del espíritu de partido como la filosofía de hace dos mil años." 

2 V. I. Lenin. Materialismo y empiriocriticismo. Obras Completas, 5" ed. en ruso, t. 18, pág. 380.  

  El materialismo lleva ínsito el espíritu de partido, pues entiende que, al enjuiciar cualquier hecho, la filosofía adopta el punto de vista de un grupo social determinado. Ahora bien, muchos filósofos que fueron exponentes de la cosmovisión y los intereses de las clases dominantes en la sociedad explotadora presentaron sus escritos como doctrinas "por encima de las clases y los partidos" y pretendieron hacerlas pasar por verdad "universal", "eterna" y "absoluta". Bajo el ropaje de un supuesto "apartidismo", los idealistas intentan, no obstante, desterrar al materialismo de la historia de la filosofía presentando al idealismo como la corriente única de un pensamiento genuinamente filosófico. Incluso un filósofo dialéctico tan encumbrado como Hegel, en rigor excluyó al materialismo de la historia de la filosofía. Hegel sostuvo que "la filosofía se halla con la religión en el mismo terreno, tiene el mismo objeto: la razón universal, esencia en sí y para sí" ^. Para él, la única diferencia consiste en la forma de expresar este contenido común, cosa que distingue la historia de la filosofía de la historia de la religión. Contra toda razón juzgaba el materialismo "forma inferior del filosofar". 

Frente a la filosofía idealista, muchas de cuyas corrientes, aunque no lo admitan, están vinculadas a la ideología y a los intereses de las clases dominantes de la sociedad explotadora, la filosofía marxista proclama que es parte integrante de la cosmovisión del proletariado revolucionario, la base filosófica del comunismo científico, que fundamenta la transformación revolucionaria de la sociedad burguesa en una sociedad comunista. El espíritu de partido de la filosofía marxista estriba, asimismo, en que combate resueltamente la filosofía burguesa reaccionaria, los intentos de "conciliar" el materialismo y el idealismo, de situarse "por encima" de la lucha de los partidos en filosofía, y critica toda dejación del materialismo en favor del idealismo y la religión. 

3 G. HegeK Obras, ed. en ruso, t. IX, pág. 62.

En tanto que los intereses clasistas del proletariado revolucionario y de otras fuerzas que batallan por el socialismo coinciden en última instancia con el proceso histórico objetivo, el espíritu de partido de la filosofía marxista guarda indisoluble conexión con su objetividad científica y ofrece la posibilidad de conocer detallada y verídicamente la realidad y las leyes de su desarrollo. 

El principio marxista del historicismo 

Al estudiar y enjuiciar los sistemas filosóficos del pasado, el marxismo los sitúa en su marco histórico concreto. Lenin decía que no se debe juzgar a los pensadores por lo que no dieron al nivel de las demandas de su tiempo, sino por lo que aportaron de nuevo en comparación con sus precursores. "Todo el espíritu del marxismo, todo su sistema —escribió— exige que cada tesis sea examinada sólo (a) históricamente; (b) sólo en relación con otras; (Y) sólo en relación con la experiencia concreta de la historia." 4

En cumplimiento del principio marxista del historicismo, la historia científica de la filosofía no echa por la borda el idealismo, sino que indaga las raíces y la esencia de las doctrinas idealistas, examina las contradicciones que envuelven, rescata los elementos valiosos que contienen algunos sistemas idealistas (la dialéctica en la filosofía de Hegel, por ejemplo), muestra que, si bien ciertas concepciones idealistas son una flor estéril, no dejan por ello de haber nacido en el árbol frondoso del saber, emanan del propio proceso del conocimiento, tienen raíces gnoseológicas relacionadas con tales o cuales desvíos del acertado camino del conocimiento, con la unilateralidad, el subjetivismo, etc. Estas distorsiones de la verdad fueron abultadas, entronizadas en bien de las clases dominantes y convertidas en sistemas idealistas entroncados con la religión y a menudo hostiles a la ciencia. 

Engels señaló que el idealismo es una forma falsa de la filosofía, pero inevitable para su tiempo y para la misma trayectoria del conocimiento 5 Lenin enseñó que "desde el punto de vista del materialismo dialéctico, el idealismo filosófico es el desarrollo unilateral, desmedido... (la hinchazón, el abultamiento) de uno de los rasgos, de los aspectos, de las facetas del conocimiento hasta elevarlo en un absoluto desconectado de la materia, de la naturaleza, divinizado. El idealismo es el oscurantismo clerical. Cierto. Pero el idealismo filosófico es ("mejor dicho" y "además") el cawino hacia el oscurantismo clerical a través de uno de los matices del conocimiento infinitamente complicado (dialéctico) del hombre." 6 

En su enfoque historicista de las doctrinas filosóficas, la historia marxista de la filosofía tiene en cuenta los elementos valiosos contenidos en las concepciones que elaboraron acerca de la historia de la filosofía los pensadores del pasado: Aristóteles, Bacon, Feuerbach, Herzen, Chernishevski, etc. El marxismo valora debidamente el "núcleo racional" que envuelve la doctrina de Hegel sobre la historia de la filosofía: aunque asentándose en un basamento idealista, falso, Hegel revela el nexo lógico de las distintas doctrinas filosóficas y la sucesión en su desarrollo, merced a lo cual la historia de la filosofía deja de ser un enjambre caótico de concepciones y representaciones y aparece como proceso histórico de progreso del conocimiento. Mérito de Hegel fue también el haber rastreado el desarrollo de la dialéctica en la historia de la filosofía. 

Refiriéndose a los logros de los científicos bvirgueses que, quiéranlo o no, actúan en las sociedades explotadoras como "comisionados" de las clases dominantes, Lenin entendía que la tarea de los marxistas "es la de saber asimilar y reelaborar las adquisiciones de esos "recaderos"... y saber rechazar su tendencia reaccionaria, saber seguir una línea propia y luchar contra toda la línea de las fuerzas y las clases que nos son enemigas.7

4 V. I. Lenin. Carta a Inés Armand. O.C, t. 49, pág. 329. 

5 Véase C. Marx y F. Engeis. Obras, ed. en ruso, t. 20, pág. 513.

6 V. I, Lenin. En tomo a la cuestión de la dialéctica. O.C., t. 29, pág. 322, 

7 V. I. Lenin. Moterinlismo y empiriocriticismo. O.C., t. 18, pág. 364. 

La historia de la filosofía en la deformada óptica 

de la filosofía burguesa contemporánea 

Los principios de la historia de la filosofía como ciencia, su objeto y su método son hoy materia de ásperas controversias ideológicas entre el marxismo y algunas concepciones idealistas de nuestros días. 

Muchos exponentes del neopositivismo (Philipp Frank, Ludwig Wittgenstein, etc.), difundida corriente de la filosofía idealista moderna, en esencia niegan que la filosofía tenga un objeto específico propio distinto del objeto de las ciencias concretas; para ellos, la única misión de la filosofía es estudiar los procedimientos y medios del pensamiento lógico, la estructura del "lenguaje de la ciencia". Partiendo de tal interpretación del objeto de la filosofía niegan a la historia de ésta toda substancia positiva, niegan su inmenso y autónomo papel en el conocimiento del mundo. 

Un enfoque algo distinto, aunque también erróneo desde el punto de vista del marxismo, preconizan los adeptos del existencialismo, otra corriente de la filosofía burguesa moderna. Por ejemplo, Karl Jaspers no niega la necesidad de estudiar la historia de la filosofía, pero da por imposible examinarla de modo objetivo como proceso histórico único. Para él cada filosofo es el creador de su mundo subjetivo individual, independiente de la historia, y la filosofía en conjunto es "una lucha del espíritu no encerrado en el tiempo". El subjetivismo de Jaspers y otros ex i stenci alistas les lleva a tratar de modo arbitrario los hechos de la historia de la filosofía; por algo este autor, con desdén por la verdadera historia del pensamiento filosófico, reúne a los filósofos de diversas épocas y corrientes en "grupos" (por ejemplo. Platón y Kant, Hobbes y Fichte, Tomás de Aquino y Hegel, Cicerón y Voltaire, etc.). En virtud de estas arbitrariedades se establece un divorcio entre la historia real de la filosofía y la historia auténtica del desarrollo de la ciencia y de la batalla de las ideas. 

Otras corrientes de la filosofía idealista contemporánea (los neotomistas, los espiritualistas y otros seguidores del idealismo objetivo, por ejemplo) sustentan respecto a la filosofía un modo de ver próximo a la religión al afirmar que el objeto de Historia de la aquélla siempre ha sido y sigue siendo cierto espíritu absoluto eterno, la razón universal (Dios, dicho con otras palabras). 

Así pues, los modernos historiadores burgueses de la filosofía —tanto los que subordinan la filosofía a la religión y hacen de la historia de la filosofía un apéndice de la historia de la religión, como los que juzgan la historia de la filosofía como una consecuencia de la creación subjetiva de tales o cuales pensadores— imponen en rigor una separación entre la historia de la filosofía y el proceso real de la historia de la sociedad y la ciencia. Los filósofos idealistas reaccionarios —entre ellos los que se ocupan de la historia de la filosofía— combaten el materialismo, tratan de minimizar y demoler sus logros y tradiciones, proclaman las doctrinas filosóficas idealistas teorías que se hallan al margen de las clases y los partidos y echan por la borda el acervo materialista y dialéctico del pensamiento filosófico. 

La filosofía marxista-leninista critica las concepciones histórico-filosóficas reaccionarias de los autores burgueses modernos que falsean el panorama del desarrollo del pensamiento filosófico y arremeten contra sus mejores tradiciones. 

3. El método marxista de conocimiento de la historia de la filosofía y de las leyes de su desarrollo 

La esencia del método marxista en la historia de la filosofía 

El materialismo dialéctico e histórico distingue dos aspectos en la filosofía: el cognoscitivo, por cuanto la filosofía cumple en medida considerable las funciones de conocimiento del mundo y, en determinadas circunstancias, las de la ciencia, y el ideológico, por cuanto es parte integrante de la superestructura ideológica. La historia marxista de la filosofía hace ver la conexión que existe entre las doctrinas filosóficas y otras formas de la vida social y de la conciencia del hombre (el desarrollo de la ciencia, particularmente), hace ver que la filosofía dejjende de las relaciones sociales de una época  determinada (y, finalmente, del modo de producción material), de la lucha de clases. A causa de ello, la historia de la filosofía explica los motivos que guiaron a los filósofos en la construcción de sus doctrinas, las razones últimas por las cuales las ideas filosóficas exponentes de la cosmovisión de un grupo social u otro adoptaron un sesgo determinado. 

La historia de la filosofía es un proceso regido por leyes internas, en el cual las diversas doctrinas filosóficas guardan interconexión, se condicionan unas a otras, evolucionan en el transcurso de la lucha que riñen las corrientes y tendencias filosóficas opuestas (el materialismo y el idealismo, la dialéctica y la metafísica, etc.). Esta colisión da lugar a cambios cualitativos dentro de la filosofía: cambian las formas del materialismo y la dialéctica, y a mediados del siglo XIX se asiste a una revolución en la filosofía: aparece el materialismo dialéctico e histórico. 

La historia marxista de la filosofía no se limita a describir, a exponer las doctrinas filosóficas, sino que ofrece un panorama general del desarrollo ascensión al de los conocimientos filosóficos, de lo inferior a lo superior, en el proceso de la lucha del materialismo con el idealismo, de la dialéctica con la metafísica, y revela las leyes de este desarrollo. El método marxista de la historia de la filosofía considera con historicidad todas las doctrinas filosóficas como peldaños en el progreso del conocimiento del mundo, sin admitir la modernización de tales doctrinas ni adjudicar a los pensadores del pasado ideas que sus mentes no cobijaron ni podían cobijar. A la hora de estudiar una doctrina filosófica, el marxismo exige aclarar sus raíces sociales y gnoseológicas, investigar todas sus facetas y emitir desde posiciones científicas, marxistas, un parecer sobre el sistema de concepciones filosóficas articuladas en dicha doctrina. 

Algunas leyes generales y particulares del desarrollo de la filosofía 

El marxismo-leninismo diferencia las leyes dialécticas generales ínsitas en todas las formas de desarrollo del ser y el conocimiento, las leyes particulares características de todas las formas de la conciencia social, incluida la filosofía, y las leyes específicas concernientes a la filosofía, como forma particular de la conciencia social y de su historia. Las leyes generales del desarrollo de todo conocimiento, como también del ser, son las leyes de la dialéctica: la transición de los cambios cuantitativos a los cualitativos, la negación de la negación, la unidad y la lucha de los contrarios como fuente de todo desarrollo, etc. Una ley particular y, al propio tiempo, sociológica general determinante del desarrollo de todas las formas de la conciencia social es, en última instancia, el papel decisivo, que cumple el modo de producción material en el surgimiento y desarrollo de todas las ideas sociales. El marxismo expresa esta ley con la fórmula: "El ser social determina la conciencia social." La filosofía, como las demás formas de la conciencia social (ideología política, derecho, moral, religión, arte), pertenece a la superestructura, que descansa en la base económica de la sociedad. 

Por cuanto la filosofía, en particular su corriente materialista, evoluciona en interconexión con las ciencias naturales, el carácter y el nivel de su desarrollo dependen, en buena medida, del progreso de la industria, del progreso científico y técnico, al que las ciencias naturales están enlazadas indisolublemente. "„. Los filósofos —escribió Engels— no avanzaban impulsados solamente, como ellos creían, por la fuerza del pensamiento puro. Al contrario. Lo que en la realidad les impulsaba eran, principalmente, los progresos formidables y cada vez más raudos de las Ciencias Naturales y de la industria.»" 

La ley sociológica general del desarrollo de la conciencia social se cumple en las sociedades clasistas bajo la forma de la dependencia de la conciencia social con respecto a la lucha de clases. Esta lucha se expresa no sólo en el terreno político, sino también en el ideológico. En las sociedades clasistas, las doctrinas filosóficas representan la cosmovisión de clases o grupos sociales determinados, tienen carácter clasista. Como una ley opera en la historia de la ideología, incluida la filosofía, la interconexión entre las condiciones nacionales y las internacionales del desarrollo de la conciencia social.

8 C.Marx y F.Engels. Obras, t. 21, pág. 285.

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