¿Cuál es el economista que planteó y fundamentó la ingeniería económica?
La
respuesta a la pregunta del título es aparentemente fácil: bastaría con señalar
el nombre del (o los) economista(s); sin embargo, esto, así de sencillo
llevaría, sin duda alguna, únicamente a confundir a legos y no-legos (en
economía)[1].
En todo caso, se prestaría a especulación de los que no conocen a fondo los teoremas
de los economistas que vamos a mencionar y, aunque esto ayudaría al debate
entre investigadores y estudiosos, preferimos llevar de la mano a nuestros
lectores de modo que signifique responsabilidad académica[2]
más que impacto para quienes tienen curiosidad y deseo de saberlo. Por lo tanto, creemos que es
necesario una introducción previa que nos permita fácilmente entender: una
apretada introducción taxonómica talvez sea necesaria:
La
mayoría no sabe que existen dos vertientes (grupos) de economistas-teóricos cuyos
enfoques parecen antagónicos; sin embargo, aunque a simple vista son opuestas
(por su principio operativo), sus postulados y teoremas conviven desde mediados
del siglo pasado como las dos caras de
la misma moneda: (1°
grupo) La economía ortodoxa (y heterodoxa)[3], asociada con la economía neoclásica[4]) que contemplan la
economía desde fuera y, además, keynesiana que custodia[5]
y plantea los lineamientos políticos (dejando la participación activa a los
gobernantes) para corregir las fallas y los errores del orden natural del
mercado moral; y (el 2° grupo), la teoría económica activa que
promueve la ruptura del estatu quo
económico, participando proactivamente[6]
en el «cambio», que considera que el problema central
de la economía no es el equilibrio sino el cambio estructural para el desarrollo económico y social (Llamada economía de la innovación y del cambio tecnológico[7]).
Sin
embargo, estas dos vertientes (grupos de teorías) no son sustitutivas sino
complementarias –a favor del crecimiento y el progreso económico y social.
Los
economistas defensores del segundo grupo se involucran y comprometen: al procurar
el cambio del statu
quo económico; mientras que, los economistas defensores del primer grupo,
solo se
involucran; sin embargo, deben ser versalistas (como Keynes)[8],
por ello, la mayoría son keynesianos[9].
Después
de esta introducción, creemos que nuestros lectores ya pueden estar adivinando
a cuál de los dos grupos pertenece el «ingeniero economista».
A
pesar de esto, creemos que no es posible aún explicase fácilmente el origen de
ésta nueva ingeniería. Con este propósito, lo que sigue a continuación ayudará
a entender mejor; al mismo tiempo que nos aproximaría al economista (o
economistas) que contribuyeron a la conceptualización de éste nuevo profesional.
Primeramente,
diremos que lo que establece la
diferencia entre economistas e ingenieros (economistas) es el principio operativo (de
funcionamiento profesional); por lo que, dilucidar sobre el método que usan los
economistas (neoclásicos), comparado con el método de los economistas
(ingenieros), explicará claramente el
concepto de ingeniería para descubrir qué economista lo planteó; cuál es la
base fundamental de esta nueva ingeniería, y qué economista lo teorizó.
Veamos:
Para empezar, diremos que ambos aplican el cambio
de A a B como estrategia metodológica. A sí, al comparar los métodos, del paso de A a B (que busca la eficiencia económica ), que se aplican en la «ingeniería económica», tanto como en
la «economía»[10]
(dentro de la «teoría del bienestar»[11]),
estaríamos diferenciando: cómo solucionan el problema económico
los economistas (neoclásicos) y como lo hacen los economistas (ingenieros).
En la
economía neoclásica, se compara
dos asignaciones que las llaman A
y B,
para determinar si una de esas asignaciones es mejor que la otra[12].
Parte de que A es una asignación existente y que B es una alternativa, y
lo que se busca es «cambiar» de A a B
que sea la mejor deseable. En general, pasar de una asignación a otra implicará
que algunos individuos se sientan en mejor posición (ganen) y otros se sientan
en peor posición (pierdan). Pero, con el criterio de compensación, un
cambio de A a B es una mejora si los que ganan pueden compensar a los que
pierden y aun así sentirse en mejor posición. De ahí la necesidad del criterio
de compensación (potencial más que real, de los economistas neoclásicos) que está
estrechamente relacionada con el concepto de eficiencia asignada.
La ingeniería, comparativamente, cambia
el estado las condiciones de un bien inicial “A” a otro estado “B” mejorado (mediante el proceso de transformación, propio de la ingeniería).
Por ejemplo, cambia pulpa de madera a papel.
Pero,
este cambio de A a B, que hace el ingeniero, es igual a su método para resolver los problemas[13]
e idéntico al teorema de Jean Baptiste
SAY cuando explica la actitud del «entrepreneur»[14].
Él,
en 1802, dijo:
“el entrepreneur[15]
«cambia» recursos económicos de zonas de baja
productividad y eficacia a zonas de alta productividad y eficacia”
A sí
es como, Jean Baptiste Say[16], determinó también el método
ingenieril: del nuevo ingeniero
(economista)[17]
Pero,
este “Cambio”, que para el ingeniero tradicional significa mejora de
condiciones; para el nuevo ingeniero (economista) no significa innovación;
tal como lo teorizó posteriormente Schumpeter. Cualquier nuevo producto, por
más mejorado que aparezca, no nos asegura que tenga éxito comercial (será sólo
una nueva invención, como lo fue el caso de la aparición de la computadora
electrónica), para evitar este riesgo surge el nuevo ingeniero quien es el arquitecto
que configura el nuevo bien (con su investigación del mercado y del consumidor,
teniendo en cuenta la “La Ley del Mercado de Say) estableciendo las bases del resultado
del cambio, de ahí la necesidad de trabajar en equipo (de modo que esta nueva
ingeniería tenga la característica de ingeniería concurrente).
Es
así como aparece este economista Schumpeter teorizando, que hacía falta para
completar la definición de «ingeniería económica».
Así
es como vemos surgir la contribución (a la ingeniería económica) de Joseph Schumpeter[18], quien en 1934, decía: Los emprendedores son innovadores que buscan
destruir el estatus-quo de los productos y servicios existentes para crear
nuevos productos y servicios. Schumpeter fue, entonces, el primer economista importante
en reemprender la línea de Say. En su clásico Die Theorie der Wirtschanftslichen Enrwicklung (La teoría del desarrollo económico), publicada en 1911.
Recordemos que, Schumpeter rompió con
la Economía clásica, de una manera más radical de como John Maynard Keynes lo
haría veinte años después; Schumpeter postuló que el equilibrio
dinámico causado por el empresario innovador, más que el equilibrio y la
optimización es la «norma» de una economía sana y la realidad central de la
cual debe partir la teoría y las prácticas
económicas.
Pero, es importante señalar que, no son suficientes los teoremas
económicos de los economistas-teóricos (Say y Schumpeter) para lograr su
formación profesional, a pesar que sus planteamientos son tan necesarios y fundamentales
(a propósito de esta nueva profesión) --hace falta formar la mentalidad del
ingeniero para comportarse como tal. Es, por lo tanto, necesario el aprendizaje
de otras materias ingenieriles y, sobre todo, realizar las prácticas pre-profesionales, juntos con
los demás estudiantes de las demás facultades de ingeniería, para
completar su formación integrada. Al menos, fue así como se formaron los primeros ingenieros economistas que los
separó definitivamente del tradicional economista[19],
por su mentalidad ingenieril. Para tal propósito tubo que convivir
académicamente con estudiantes de las otras facultades de ingeniería,
compartiendo aulas, profesores, prácticas profesionales, como fue desde 1964 en
la “Escuela
de economía aplicada” en la UNI. En conclusión, diremos que: no son las ciencias ni las matemáticas, sino
su formación actitudinal del ingeniero
en ciernes, preparándolo para usar eficazmente su «ingenio» que necesitará para
la resolución de problemas[20].
Precisamente,
esto es lo que separa al ingeniero del economista[21].
Lo dicho por Say determina la función de éste tipo de economista (de acción
directa) que se encarga de cambiar recursos económicos; ejemplo: reestructurando
un negocio, innovando un producto o servicio, sobre todo, a diferencia del
economista tradicional, no parte de las necesidades existentes, sino que crea
nuevas necesidades obsoletando el estado de los bienes anteriores (con la
destrucción creativa de Schumpeter). Compitiendo, así, no con precios bajos (dentro del orden natural
del mercado) sino compitiendo con valores (funcionales) mejorados, es decir Innovando.
--por ejemplo un teléfono móvil (actual),
para agregar las nuevas funciones, necesitamos pasar del estado (funcional actual),
a otro con más funciones (o más sofisticado) y asequible al mercado, es
menester transformarlo, para lo cual requerimos del «ingenio» (propio de la ingeniería) que convierta en obsoleto el
actual para que dé lugar (en el mercado) al otro mejorado, para lo cual es
necesario obsoletarlo (sacándolo del mercado) al
teléfono actual. Así, el ingeniero
economista aplicará su «ingenio»
para pasar del primer estado
A
al segundo estado B para lo cual transformará los primeros recursos
económicos y convertirlos en otros
mejorados (con mayor funciones). Innovar
es contribuir al progreso. Esto es:
Cambiar recursos
económicos de zonas de baja productividad y eficacia a zonas de alta
productividad y eficacia (es decir, romper el orden natural del mercado)
Pero que este cambio
tenga el propósito de alterar el statu quo económico (que, sólo
es posible gracias al uso del ingenio, más que con la ayuda de las
disciplinas económicas).
[1] Un lego o un no-profesional (en inglés layperson o layman)
es una persona que no es un experto en un determinado campo de conocimiento (en
general, que no tiene formación en ningún área muy especializada o calificada).
Originalmente, el término era sinónimo de laico, o sea un no-clérigo, aunque
con el paso del tiempo el concepto fue evolucionando. ("Layman, n.1", OED Online,
Septiembre 2011, Oxford University Press) El concepto que describe algo en términos legos ha tenido amplia difusión en
el mundo anglófono. Poner algo en términos legos, es describir o explicar un
tema complejo y técnico, usando palabras y expresiones que el individuo
promedio (una persona sin formación profesional en la materia) pueda entender
con cierta facilidad, logrando al menos algún grado de comprensión sobre el
asunto en cuestión. En forma breve y por su parte, podemos decir que 'laico'
(originalmente y aún hoy) significa "gente común", término que viene
del griego 'laikos' que significa "del pueblo", "común",
"impío", "usual", "profano", o similar.
[2] “Numerosas son las cátedras, pero escasos los profesores sabios
y nobles. Numerosos y grandes son las aulas pero pocos los jóvenes que
realmente tienen sed de verdad y justicia” “¡Que cada cual juzgue ateniéndose a su
opinión personal, basada en sus propias
lecturas, pero que no se base en lo que dicen otros!” Einstein, de “La libertad
de enseñanza”, a propósito del caso Gumbel.
[3] La economía ortodoxa y la economía heterodoxa: La economía
ortodoxa o convencional (en
inglés Mainstream economics)
es la forma más ampliamente aceptada de enseñar economía en las universidades,
en contraste a la economía heterodoxa. Ha sido asociada con la economía neoclásica (ver: David C.
Colander, 2000). y con la síntesis neoclásica, la cual combina métodos y aproximaciones
keynesianas a la macroeconomía. (ver: Olivier J. Blanchard, 2008, "neoclassical
synthesis," The New Palgrave
Dictionary of Economics, 2nd Edition.). Mientras que la economía heterodoxa puede
ser definida en términos de instituciones-historia-estructura
social, la economía ortodoxa
se define en términos de racionalidad-individualismo-equilibrio.
La heterodoxia considera a la economía como una ciencia social, donde el comportamiento de los actores se caracteriza por su
imprevisibilidad y donde las interpretaciones son subjetivas, mientras que la ortodoxia tiende a identificar a la economía
como una ciencia exacta, racionalizando el comportamiento de las personas y el curso de
acción a emprender con resultados
[4] Si bien algunos economistas neoclásicos, al llegar a
conclusiones similares a las de Solow (Denison, E., 1962. “Source of economic Growth in the United States and
The Alternatives Before Us.” Committee for Development
Vol. pp.), al considerar al progreso técnico como origen diferenciador del
crecimiento de la productividad y describir como una difusión irregular del
mismo entre distintas industrias lleva a un crecimiento diferencial de la productividad
(Salter, W, (1960). “Productivity and technical ghange.” Cambridge University
Press, Vol. pp.), no logran explicar con claridad, e incluir en sus modelos la
relación de éste progreso técnico con el resto de las variables económicas,
progreso técnico que resultó ser algo inesperado y raro para estos
economistas. Esta condición llevó a considerarlo como un elemento exógeno al
sistema económico, sobre el cuál los agentes económicos carecían de control,
exogeneidad que se ve reflejada en los modelos de crecimiento, al presentar al
progreso técnico, como un elemento residual que no es claramente observable ni
tampoco explicable.
[5] John Maynard Keynes alguna vez llamó a los economistas "custodios, no de la civilización, sino
de la posibilidad de civilización".
[6] Los proactivistas no buscan los cambios del sistema integral o
del entorno sino el interior del sistema mismo. Ackoff señala que no se
debe buscar ir contra la corriente ni contra ella, sino viajar delante.
Plantean que de este modo pueden aprovechar oportunidades antes de que otros
accedan a ellas. Se orientan hacia la obtención de un control sobre el futuro.
Los proactivistas diseñan el futuro que desean y crean los mecanismos y
herramientas para lograrlo. No se conforman con la supervivencia o el
crecimiento; buscan el autocontrol, el autodesarrollo y la autorrealización. Se
proponen incrementar su habilidad para influir o controlar el cambio o sus
efectos con el fin de responder con rapidez y eficacia a los cambios que no
pueden controlar. El proactivismo se preocupa por eliminar amenazas y
aprovechar oportunidades. Los proactivos intentan ser mejores en el futuro en
contrario con su situación presente; se proponen alcanzar niveles ideales,
procuran que la organización se desarrolle. Los proactivistas creen que el
futuro es mejor que el presente y el pasado, y que el grado de mejoría depende
de lo adecuado de su preparación; la predicción y la preparación son las dos
etapas de ese tipo de planeación. Estos planificadores desean incrementar su
habilidad para pronosticar los cambios que ocurrirán. Se ocupan de aprovechar
las oportunidades y de “optimizar” los recurso con el propósito de lograr que
la organización crezca. Russell Acroff et al., Guía para controlar el futuro de
la empresa, México, Limusa. 1986, y Russell Acroff, Rediseñando el futuro,
Mexico, Limusa, 1984.
[7] Cada vez resulta más evidente
que el cambio tecnológico no es un procedimiento mecánico que consiste
simplemente en encontrar mejores productos y procesos, sino que para introducir
rápidamente innovaciones es necesario fomentar
la iniciativa empresarial. Y para esto se requiere
de gente preparada, con visión del futuro, que perciba lo que es mejor de lo
que hoy se tiene…
[8] El economista perfecto: "Un economista debe ser en cierta
medida un matemático, un historiador, un estadista, un filósofo... tan distante
e incorruptible como un artista y, sin embargo, a veces con los pies tan en el
suelo como un político" Así describía John Maynard Keynes, uno de los
economistas más importantes del siglo pasado y de toda la historia, las
características que debía reunir un buen compañero de profesión. Un buen
economista debe poseer varias habilidades, en apariencia no difíciles de
manejar, pero sí raras de reunir. No se pueden cubrir la gran cantidad de
variables que convergen en la economía sin varias aptitudes y puntos de vista:
Debe conocer la historia para no repetir errores, debes hacer cálculos
matemáticos, debes estudiar el presente pensando en el futuro y el futuro
pensando en el presente, debe actuar ante la realidad con la sangre fría de un ser
ajeno a este mundo y a la vez introducirte en él de lleno.
[9] El paradigma keynesiano de
los ajustes macroeconómicos que dominó el mundo académico y económico en las
décadas subsiguientes a la posguerra,
consideró, al cambio tecnológico, solo como progreso técnico, al
interior de sus funciones de producción, es decir simplemente como una
tendencia en el tiempo, sin lograr de ésta manera plantear en su real dimensión
la relación entre productividad y cambio tecnológico. La teoría neoclásica del
crecimiento, al introducir formalmente el progreso tecnológico en su análisis,
incorpora implícitamente el supuesto de que el progreso técnico pude expresarse
en términos de una taza global, en la forma de un facto exógeno que aparece
reflejado en términos residuales. (Abramovitz, 1956; Solow, 1957; Solow,
1956.). Si bien algunos economistas neoclásicos, al llegar a conclusiones
similares a las de Solow (Denison, E., 1962. “Source
of economic Growth in the United States and The Alternatives Before Us.” Committee for Development Vol. pp.), al considerar al progreso
técnico como origen diferenciador del crecimiento de la productividad y
describir como una difusión irregular del mismo entre distintas industrias
lleva a un crecimiento diferencial de la productividad (Salter, W, 1960.
“Productivity and technical ghange.” Cambridge University Press, Vol. pp.), no
logran explicar con claridad, e incluir en sus modelos la relación de éste
progreso técnico con el resto de las variables económicas, progreso técnico que
resultó ser algo inesperado y raro para estos economistas. Esta
condición llevó a considerarlo como un elemento exógeno al sistema económico,
sobre el cuál los agentes económicos carecían de control, exogeneidad que se ve
reflejada en los modelos de crecimiento, al presentar al progreso técnico, como
un elemento residual que no es claramente observable ni tampoco explicable. Sin
embargo, no es hasta la crisis económica de la década de los años setenta,
donde el crecimiento de las industrias basadas en los avances de la
microelectrónica, específicamente los ordenadores y los sistemas de
procesamiento de la información, los cuales presentan tasas de crecimiento que
serán la capacidad explicativa desde los planteamientos neoclásicos de capital
y trabajo. Se plantea así, en el análisis económico, como centro explicativo de
este crecimiento económico, las variables relacionadas con el progreso
tecnológico (Romer, 1990 ). Educación, Investigación y Desarrollo Experimental
e Innovación, serán entonces los elementos centrales en la explicación de dicho
crecimiento, relegando el papel de las inversiones en capital a un segundo
plano (OCD, 1998: Romer, 1986).
[10] La escuela neo clásica se caracteriza por tres aspectos:
-El criterio económico fundamental el
subjetivo: satisfacción y beneficio.
-El objeto de estudio
es micro-económico: el equilibrio del consumidor y de la empresa. Se busca
maximizar y optimizar los recursos,
- En lugar del análisis histórico
de los clásicos, los neoclásicos consideran factores (tierra, capital y
trabajo).
Los
neoclásicos conciben que el libre juego de la oferta y la demanda en el mercado
establezcan los precios que permiten asignar más eficientemente los recursos. Trabajo
más capital producen mercancía, en cantidades limitadas, sus
características le permiten ser combinados de acuerdo al producto. Productores
y consumidores viven todos en un mundo donde: todos cuentan con plena
información sobre los precios, los costos, la disponibilidad de factores y
necesidades planeada por la demanda; hay plena movilidad de factores los
empresarios pueden trasladar su inversión; los factores se suponen
divisibles y sustituibles; el mercado opera libremente sin intervención del
estado, y está abierto al ingreso y salida.
[11] “Economía del bienestar es una aproximación metodológica para juzgar la asignación de
recursos y establecer criterios para la intervención gubernamental”. La economía del bienestar es una rama de las ciencias económicas y políticas que
trata de cuestiones relativas a la eficiencia económica y al bienestar social. Analiza el bienestar general -cualquiera que sea su medida- en
términos de las actividades económicas de los individuos que
conforman una sociedad. “La economía del bienestar provee las bases para juzgar los
logros del mercado y de los encargados de decisiones políticas en la
distribución o asignación de los recursos”.
[12] "En la literatura contemporánea, el tema de la racionalidad
económica se presenta bajo la forma de dos preguntas: 1º) ¿En qué forma deben
comportarse los agentes económicos en un sistema económico dado para alcanzar
los objetivos que se proponen? 2º)
¿Cuál es la racionalidad del sistema económico en sí y cómo compararla a la de
otros sistemas?”
[13] En cualquier problema existe un estado original de condiciones
al que nos referiremos como estado A; o como el insumo, o datos de entrada.
Igualmente, existe un estado de condiciones (objetivo o resultado) respecto al
cual la persona encargada de la solución del problema trata de hallar el medio
de alcanzarlo, y al cual lo llamamos estado B, resultado, producto, o salida. Un
problema existe si hay un deseo de lograr una transformación de un estado de
situaciones a otro, siempre y cuando haya más de una manera posible de lograr
dicha transformación, que las diferentes soluciones posibles no tengan el mismo
grado de aceptación y que no sea palpable el grado de aceptación relativa de
las diferentes soluciones posibles. Por
eliminación, podemos concluir que un problema involucra algo más que hallar una
solución cualquiera; requiere encontrar
el mejor método para lograr la transformación deseada. A las bases que permiten seleccionar la
mejor solución posible se les conoce como el criterio, bases éstas que pueden
variar dentro de límites muy amplios.
[14] En
sentido económico, Richard Cantillon, en 1755, definió el término por primera
vez como «el proceso de enfrentar la incertidumbre». Así se fue utilizando para identificar a quien
comenzaba una empresa y fue ligado a empresarios innovadores.
[15] El
término emprendedor, del
francés entrepreneur, es
usado para referirse a un individuo que organiza y opera una o varias empresas,
asumiendo cierto riesgo financiero en el emprendimiento. Fue definido por
primera vez por el economista anglo-francés Richard
Cantillon como «la persona que paga un cierto precio para
revender un producto a un precio incierto, por ende tomando decisiones acerca
de obtención y uso de recursos, y admitiendo consecuentemente el riesgo en el
emprendimiento». Aparece a principios del siglo XVI haciendo referencia a los
aventureros que viajaban al Nuevo Mundo en busca de oportunidades de vida sin
saber con certeza qué esperar o también a los hombres relacionados con las
expediciones militares. A principios del siglo XVIII, los franceses extendieron
el significado del término a los constructores de puentes, de caminos y a los
arquitectos.
[16] Say fue fundador, junto a Adam
Smith, Thomas Robert Malthus y David
Ricardo, de la Escuela
Clásica de pensamiento económico. No todo fue tan fácil
para Say. En su vida tuvo difíciles contratiempos. Famosa fue, por ejemplo, la
polémica con Napoleón cuando éste le negó la licencia para publicar la segunda
edición de su Tratado de economía
política, a menos que cambiase cierto capítulo. Say, que se caracterizaba
por su independencia y Liberalismo, se negó y la edición
quedó anulada. Say tuvo que abandonar París por un período de varios años y
empezar una nueva carrera como fabricante. Tras su regreso a París, se publicó
por fin una segunda edición de la obra en 1814 que fue seguida, aún en vida del
autor, por otras tres ediciones, así como también por sendas traducciones al
inglés, italiano y español. Jean-Baptiste Say murió en 1832, pero las huellas
de su influencia son perceptibles en todas las subsiguientes escuelas de la
economía política. La sola discusión (con Keynes) de si se cumplía la Ley de
Say se sostuvo, a lo menos, un siglo en el campo de la economía. El economista francés Jean-Baptiste Say nació en Lyon en el seno
de una familia hugonote de mercaderes textiles.
[17] Podemos deducir entonces que el primer economista teórico que
formuló la aplicación de la economía y formuló (al mismo tiempo) el método
ingenieril, fue Jean Baptiste SAY. ¿Por qué? Porque él planteó la
proactividad y la vocación para provocar el cambio (como propio del «entrepreneur»);
pero no lo hace como ejemplo de conducta a seguir (actitudinal), o como
son los líderes, sino como un ejemplo de
ruptura del status quo económico –cambiando el
equilibrio (las estructuras económicas) del mercado.
[18] En 1934 Joseph Alois Schumpeter dio la siguiente definición de
emprendedor: Un emprendedor es un innovador que busca destruir el estatus-quo
de los productos y servicios existentes para crear nuevos productos y
servicios. Schumpeter fue uno de los principales gurúes de
la economía del siglo XX. Es célebre por su innovadora teoría del empresario
como factor del desarrollo económico. Nacido en 1883 en el Imperio
Austro-Húngaro (en una ciudad de la actual República Checa), Joseph Alois
Schumpeter alternó la cátedra universitaria en Czernowitz, Graz, Bonn y Harvard
con puestos públicos y privados.
[19] El economista se centra en conseguir los máximos resultados de
los recursos existentes y persigue establecer el equilibrio. No sabe tratar al
empresario y lo condena al reino oscuro de las «las fuerzas externas», junto al
clima y el tiempo meteorológico, el gobierno y sus políticas, las pestes y las
guerras y, también, la tecnología. El economista tradicional, a pesar de las
diferentes escuelas o «ismos», no niega, evidentemente, que dichas fuerzas
externas existen y que son relevantes. Pero no son parte de su mundo, no cuenta
para su modelo, sus ecuaciones, o sus predicciones.
[20] A diferencia de los problemas que normalmente deben resolver los
estudiantes de ingeniería, los problemas reales a menudo no están estructurados
y son de carácter abierto. En ocasiones, no se conocen o están disponibles
todos los datos requeridos. En otros casos, es necesario buscar entre una gran
cantidad de información e identificar qué partes de ésta se necesitan para resolver
el problema en cuestión. Algunas veces los ingenieros novatos se sorprenden al
descubrir que un problema puede no tener una única solución definitiva. Con
frecuencia, el objetivo consiste en seleccionar una cierta solución entre otras
alternativas. Tal vez se requiera sopesar varias consecuencias conflictivas de
una acción ingenieril y entonces seleccionar la solución que mejor satisfaga
las necesidades y deseos de un empresario, cliente o del público en general.
[21] El economista se centra en conseguir los máximos resultados de
los recursos existentes y persigue establecer el equilibrio. No sabe tratar al
empresario y lo condena al reino oscuro de las «las fuerzas externas», junto al
clima y el tiempo meteorológico, el gobierno y sus políticas, las pestes y las
guerras y, también, la tecnología. El economista tradicional, a pesar de las
diferentes escuelas o «ismos», no niega, evidentemente, que dichas fuerzas
externas existen y que son relevantes. Pero no son parte de su mundo, no cuenta
para su modelo, sus ecuaciones, o sus predicciones.
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