BERNARD MANDEVILLE: LA ÉTICA DEL MERCADO Y LA DESIGUALDAD SOCIAL COMO BASE DEL PROGRESO MODERNO
MARÍA CRISTINA RÍOS ESPINOSA
Resumen
El ensayo rastrea el origen de la ética del mercado de Bernard Mandeville, filósofo liberal precursor del liberalismo económico de Adam Smith. El objetivo central del ensayo es criticar una teoría social que pretende legitimar la exclusión, al defender un orden de mercado que busca preservarse a sí mismo con base en la utilidad de la pobreza y la explotación del trabajo disfrazado de moralidad. El ensayo comienza haciendo una valoración positiva del “principio de honorabilidad” postulado por Mandeville, como una forma menos exigente de hacer sociables a los insociables en la sociedad de mercado, en donde sus miembros ya no necesitan ser buenos para moderar sus pasiones más violentas, ahora sus pasiones no necesitan ser eliminadas sino sólo darles una forma más aceptable en la cultura mediante una compensación imaginaria llamada adulación. El poder socializador descansa en la pasión del orgullo y no en la razón, quien se impone sobre las pasiones más violentas moderándolas. Sin embargo, una mirada crítica nos revelará una doble moral en el mercado, los de la clase dominante cuyos vicios son útiles al comercio y los de la clase trabajadora, cuya pobreza e ignorancia es útil en la sociedad porque fomenta los “beneficios públicos” o el “interés común”, que no son otros más que los de las clases dominantes.
Abstract
This essay studies the origin of Bernard Mandeville´s ethics of the market, he is a philosopher of liberalism, an ancestor of Adam Smith´s economic liberalism. The main purpose of this essay is to criticize a social theory which attempts to legitimate exclusion by the defense of a market order based in the utility of poverty and work exploitation disguised as morality. The essay begins with a positive valoration of what Mandeville calls the “principle of honor” as a less exigent manner to make sociable the insociability in men within the market realm. For or this new kind of morality it is not necessary for men to be good in order to tame their more violent passions, their total elimination is not required, they only need to become adjusted within culture thanks to an imaginary compensation called flattery. Pride has the power to socialize humanity instead of reason, it imposes itself over the more violent passions of men. Nevertheless, from a critical perspective the market reveals a double morality: The ethics of the dominant class whose vices are of utility to commerce, and the ethics of the working class whose poverty and ignorance becomes useful for market societies as it allows “public benefits” or “common interest” which are none other than the values defended by ruling classes.
Key words: ethics of the market, utility of poverty, ignorance, exclusion, pride, flattery.
El presente ensayo pretende rastrear la génesis de la ética del mercado de uno de los filósofos liberales más controversiales en la historia de las ideas de la Europa continental, como lo fue el doctor Bernard Mandeville (1670-1733), holandés de nacimiento, emigra a Inglaterra por cuestiones políticas. Es uno de los primeros ideólogos defensores del comercio y del libre mercado, emparentado con el utilitarismo político al estilo del realismo político de Maquiavelo, gran escéptico de la filosofía racionalista de Descartes y uno de los primeros teóricos acerca de las éticas del “amor propio”, Adam Smith dedica un capítulo entero a refutarlo en su libro acerca de La teoría de los sentimientos morales. Su obra principal fue La fábula de las abejas o Los vicios privados hacen las virtudes públicas, editado por vez primera en 1705 como un poema satírico y reeditado en 1714 con observaciones al poema y otros ensayos acerca del origen de la virtud moral y la naturaleza de las sociedades, entre otros. En 1724 se le añade a dicha obra una segunda parte, en donde explica los fundamentos de la sociabilidad humana, en un debate directo en contra de lord Shaftesbury, quien defiende la naturaleza social innata del hombre a lo que Mandeville se opone argumentando la insociabilidad humana.
La presente investigación es mostrar el surgimiento de una nueva forma de moralidad, como discurso legitimador de una nueva forma de propiedad basada en el comercio y, por lo tanto, de una nueva clase social llamada burguesía liberal. No se trata de un objetivo meramente histórico, sino de un interés filosófico por rastrear en la génesis del discurso liberal los principios de la civilización occidental moderna y poner en cuestión su pretendida legitimidad. Comenzaré indicando la importancia del pensamiento de Mandeville y la denuncia que hace a la moralidad de su época, para después analizar el surgimiento de esta nueva ética del mercado, que lo emparenta con el liberalismo económico moderno y que aún tiene vigencia en la teoría del neoliberalismo, como lo es la defensa de la división del trabajo, la productividad del trabajo, el automatismo del mercado, el utilitarismo político y el Estado mínimo. Por último, haré una crítica a dicha ética del mercado por legitimar la desigualdad social a través de la pobreza, la ignorancia y el excedente de oferta de trabajo para la explotación como base para el progreso material. En el utilitarismo y realismo político del filósofo se defiende la desigualdad social de manera explícita, lo cual lo hace aparecer como un cínico en ocasiones, la única diferencia con la defensa que hace del mercado la teoría neoliberal vigente es que la base de la ganancia del mercado y la supuesta eficiencia del mismo, enmascara esta desigualdad, aunque en el fondo la lleve implícita.
Importancia teórica de Mandeville
Cuando se emprende la tarea de investigar acerca de la filosofía del siglo XVIII se piensa en los grandes pensadores de la época, la lista apenas incluye a Bernard Mandeville, autor poco conocido y muy incomprendido, pues ninguno de los ensayos de este filósofo posee el renombre del que gozaron Hume o Adam Smith, por citar algunos. Sin embargo, un examen más de cerca revela que fue una de las mentes más importantes de las primeras tres décadas del XVIII, la lectura de La fábula de las abejas1 contiene ideas que formaron parte del debate político y religioso de su tiempo, así como teorías sociales que serán asociadas posteriormente en la historia con Voltaire, Hume y Adam Smith. Es desconocido por la mayoría salvo por algunos cuantos especialistas, pero aun así ejerció una marcada influencia en el pensamiento de su época. Hizo su debut como satirista político en su tierra natal, Holanda, pero luego se dedicó a traducir las fábulas de La Fontaine, con el objetivo aparente de mejorar su inglés. Emigró de Holanda a Inglaterra debido a sus afiliaciones políticas. Cercano a su muerte en 1732 había escrito dieciséis trabajos separados, colaboró en la revista The Female Tatler, y escribió en diversos estilos que incluyen versos satíricos, fábulas, ensayos y diálogos. Su importancia radica entre otras cosas, en haber descubierto, en mi opinión, una ética de la honorabilidad que funda las relaciones cívicas y el surgimiento de la esfera pública,2 pero además en plantear la tesis acerca de un orden espontáneo en las sociedades, que sirve de antecedente al postulado acerca de la “espontaneidad de las instituciones” de Smith en su Riqueza de las naciones, de la “mano invisible” del mercado y también en la teoría evolucionista de las sociedades de Friedrick Hayek, se podría decir que este teórico contemporáneo del liberalismo económico es un mandevilliano moderno.
Mandeville postula una ética en donde lo relevante ya no es ser bueno sino aparentar serlo.3 Lo sustantivo en las sociedades comerciales es la praxis pública más que la privada,4 deja de ser relevante qué sea el hombre en la esfera privada. La educación y la “cultura de la honorabilidad” no son más que canales de expresión que posibilitan la realización de la existencia de formas menos amenazantes, y más seguras para satisfacer los apetitos y deseos.
Me parece importante la recuperación del pensamiento de un autor que ha sido considerado secundario por la historia de las ideas, cuando en realidad posee una actualidad inusitada, pues al interpretar filosóficamente los principa les argumentos de la “ética política” mandevilliana descubrimos los principios ideológicos de un discurso que busca la legitimación del capitalismo como un sistema de “libre mercado”, con la apariencia de un orden político democrático cuando en realidad la libertad de la “sociedad de mercado” es sólo la de aquellos que detentan el poder económico. Se trata de una postura teórica que ya ha sido desmentida por la práctica histórica del capital, pues como bien sabemos el modelo del “hombre activo” de la civilización bajo la figura del individualista posesivo-racional, que en la búsqueda de su interés propio fomenta de manera automática y espontánea el bienestar público, no es más que la búsqueda retórica de legitimación de un orden indefendible desde el plano ético. Un discurso que pretende ser ético cuando la realidad histórica del capitalismo demuestra lo contrario, pues los resultados concretos del capitalismo que pretende un “libre mercado” muestran en realidad estructuras monopólicas y oligárquicas, el “libre mercado” es sólo aparente pues es la época del férreo control económico que tiene como su lubricante al poder político, es a lo que Ulrich Beck ha llamado acertadamente “subpolítica”.5
La importancia de Mandeville consiste en haber marcado el surgimiento definitivo en el pensamiento moderno de las ideas de la evolución, la formación espontánea de un orden, concepciones que no eran nuevas en la filosofía; sin embargo, fue nuestro pensador quien les da su pronunciamiento específico, en un momento crucial de la historia del pensamiento filosófico, en donde el racionalismo del siglo XVII había ocultado el avance logrado previamente en esta dirección, como lo llega a afirmar Friedrick Hayek en su estudio sobre Mandeville.6 Nuestro pensador, fue el primero en defender sistemáticamente la teoría del laissez-faire, 7 la evolución espontánea de las sociedades y del mercado; se caracteriza por ser uno de los promotores del desarrollo del utilitarismo moderno y del comercio a larga distancia entre naciones; establece por primera vez la teoría de la división del trabajo,8 es defensor del lujo y su necesidad, lo que lo hace enfrentarse a la moralidad ascética de su época.9 Además, su pensamiento podría asociarse con lo que actualmente se conoce como “teoría de juegos de suma cero”,10 que defiende un concepto de racionalidad basado en la “eficiencia instrumental”, la cual se cumple cuando en un sistema formado por dos jugadores la ganancia de uno implica la pérdida del otro. Dicha teoría tiene implicaciones políticas y sociales al justificar como necesario la existencia de perdedores. En el plano epistemológico, Mandeville es un empirista que no cree en la existencia de ideas innatas, considera al entendimiento como una especie de tabla rasa,11 lo cual lo hace emparentarse con las ideas de Locke y Hume, es un crítico de los filósofos racionalistas como Descartes, no cree en la posibilidad de juicio a priori, sino sólo aquellos producidos por la experiencia y cuyo hábito permite que se implanten como imágenes en la conciencia.
Asimismo descubre cómo a lo largo de la evolución de las sociedades se logra la incorporación de la obligatoriedad social en los individuos, gracias a la mo una absoluta negación del yo. La virtud es cualquier acto por el cual el hombre va en contra de sus impulsos naturales o logra dominar sus propias pasiones. La adopción de dicho concepto es un mero recurso satírico, es decir, lo emplea para demostrarle a sus críticos que aquellos actos humanos considerados virtuosos no cumplen con el concepto rigorista de virtud y pueden ser considerados formas del “amor propio” o del egoísmo. Este filósofo no cree que sea posible la abnegación o el ir en contra de las pasiones a través de la razón o mediante la fuerza de la religión, pues tendría que dejar de ser hombre para lograrlo. Es curioso ver como el rigorismo del concepto de virtud adoptado por este autor, lleva a sus críticos rigoristas a ablandar su postura y aceptar criterios un poco más utilitaristas como móviles de la acción humana. De hecho, el mismo Adam Smith reconoce verdaderas las afirmaciones del autor de La fábula de las abejas en torno a las intenciones utilitaristas de los sujetos en el mundo burgués. La prueba de que Mandeville toca verdades en el desenmascaramiento de las intenciones de las acciones humanas, fue la molestia que causó a sus contemporáneos rigoristas defensores de la reforma de las costumbres en Inglaterra durante el siglo XVIII.
http://www.scielo.org.mx/pdf/enclav/v1n1/v1n1a2.pdf
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