Alfonso Quiroz: el hombre que estudió la corrupción del Perú | VIDEO
Un incansable investigador de la peor cara de nuestro país. Su libro "Historia de la corrupción en el Perú" es hoy una obra fundamental para entender un pasado y un presente de infamia
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Alfonso Quiroz pensaba debajo del agua. Y luego de su rutina diaria de brazadas –200 metros estilo mariposa, porque le gustaban las pruebas más duras–, el historiador salía de la piscina con las ideas como un torrente. El resto de la jornada se lo podía pasar encerrado en su oficina en Nueva York, la ciudad donde vivía, o perdiéndose por horas en el silencio casi subacuático de algún archivo o biblioteca.
"Esa intensidad para trabajar solo la pudo tener alguien como Alfonso. Unos pulmones a prueba de bala", señala el sociólogo Felipe Portocarrero, amigo de toda la vida del autor del libro "Historia de la corrupción en el Perú". Una obra seminal que redondea un proyecto no poco desquiciado: escarbar en una de las peores lacras de nuestro país a lo largo de un período que abarca 250 años, desde la Colonia hasta la caída del fujimorismo.
Entonces cabe preguntarse: ¿quién era ese personaje citado por el juez Concepción Carhuancho y el fiscal José Domingo Pérez en las sintonizadas audiencias de Justicia TV? ¿Qué motivaba a este hombre que murió antes de ver el inesperado suceso editorial en que se ha convertido hoy su libro? ¿Qué lo empujó a nadar a contracorriente?
Al historiador Quiroz los números lo apasionaban y él siempre los dominó con soltura. Su interés por la historia económica ha quedado patente en libros como "Banqueros en conflicto: estructura financiera y economía peruana, 1884-1930" (1990) y "Domestic and Foreign Finance in Modern Peru, 1850-1950" (1993). Otro de los temas que le interesaron fue la historia de Cuba, a la cual le dedicó varios artículos académicos y unos proyectos de libros que quedaron truncos.
Sus allegados, sin embargo, también recuerdan al Quiroz más relajado, el que siempre encontraba tiempo para sacudirse la rigurosidad académica. "Podía meterse unas borracheras impresionantes y al día siguiente salir a correr y entrar a la biblioteca. He visto a pocas personas con tal resistencia física", recuerda Portocarrero. Mónica Ricketts, por su parte, lo describe como un "neoyorquino total", pero que nunca dejaba de lado el Perú. Andaba por las calles con su perro Loki, que se convirtió en un compañero paciente y leal, y entonando canciones de Felipe Pinglo. "También era muy fiestero, lo que aquí se llama un 'party animal' –asegura ella, quien ahora radica en Filadelfia–. Siempre acudía a las reuniones con otros peruanos, que se organizaban cada dos sábados".
Hay otra curiosidad en la vida de Quiroz que vale la pena destacar. Cuando en 1980 llegó a estudiar a Nueva York, al poco tiempo la ciudad fue sacudida con el inesperado asesinato de John Lennon. Más tarde, al trasladarse a Berlín en 1989 para una estadía financiada por la Fundación Von Humboldt, fue testigo de la caída del muro. Y en el 2001, tras unas vacaciones de medio año en Lima en las que conoció a su futura esposa Mónica, volvió a Nueva York para toparse con la sobrecogedora imagen de las Torres Gemelas desplomándose junto a toda una era. Alfonso Quiroz era un perseguidor de la historia, pero algunos azares hicieron que la historia también lo persiguiera a él.
Ese método de Quiroz de abordar la degradación corrupta –que parece entender al país más como problema que como posibilidad–, sin embargo, contrasta con el hilo conductor que encontró para redactar su libro. Porque a pesar de que cada uno de los sietes capítulos de "Historia de la corrupción..." se centra en un ciclo de prácticas ilícitas y sistémicas (el fracaso de las reformas coloniales, el desastre previo y posterior a la guerra con Chile, las dictaduras de mediados del siglo XX, entre otras), quienes protagonizan cada etapa son figuras que lucharon fervorosamente contra la corrupción. Personajes que, a pesar de la adversidad y el a veces inminente fracaso, se empeñaron en denunciar y combatir las tropelías normalizadas en la nación.
No por nada, algunas de las perspectivas que la metodología de Quiroz tuvo que superar postulaban, por ejemplo, que la corrupción no podía ser estudiada debido a que las fuentes no suelen ser confiables, ya sea porque los denunciantes tuvieran motivaciones políticas o por su origen ilícito. Otras posturas, incluso, señalaban que la corrupción podía tener efectos positivos, "a modo de 'aceite' que lubrica obstáculos burocráticos en sociedades en vías del desarrollo", según se lee en el libro. Una especie de mal necesario, que en su variante actual y aterradoramente popular se traduce como "roba pero hace obra".
"Historia de la corrupción en el Perú" es un libro atípico y extraordinario. No solo por su caudaloso contenido, sino por su narrativa pulida y contundente. Según datos del IEP, desde su salida al mercado ha tenido dos ediciones y ocho reimpresiones y ha vendido más de 45 mil ejemplares. Suele aparecer entre los más pedidos en las ferias del libro (en la del 2014 compartió honores con 'best sellers' de Blue Jeans, Gisela Valcárcel y el doctor José Luis Pérez Albela; nada mal para un texto académico) y es, de lejos, la más exitosa de las publicaciones del IEP.
La coyuntura actual ratifica, lamentablemente, toda la tesis de Quiroz: una democracia endeble, crisis de partidos, sistemas judiciales que se hunden en la podredumbre, esquemas mafiosos privados de alcance internacional como el de Odebrecht, y mejor paramos de contar. ¿Qué hubiese pensado el historiador frente a este presente atronador? "No creo que lo hubiera sorprendido –señala Ricketts, su viuda–. Pero le habrían fascinado las fuentes que tenemos ahora y la aparición de personajes entregados a la lucha contra la corrupción, como los nuevos fiscales".
En medio de todo, seguramente, se habrían impuesto sus ganas incontrolables de sumergirse en el silencio de una piscina a pensar en un nuevo capítulo. Y en el fondo desear que, de una vez por todas, ese capítulo sea el último.
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