¿Por que la Ingeniería económica no acepta el "Homo economicus" como principio económico?
Principio 3: Las personas racionales piensan en términos marginales(Gregory Mankiw, N. Principios de Economía).
Según Gregory Mankiw: Puede tomar algún tiempo acostumbrarse a la lógica del razonamiento marginal, pero el estudio de la economía provee múltiples oportunidades para poner este razonamiento en práctica.
Tales como que una persona racional, dadas las oportunidades, sistemática y deliberadamente hace todo lo posible por lograr sus objetivos. Los economistas utilizan el término cambio marginal para describir los pequeños ajustes que realizamos a un plan que ya existía. Es importante resaltar que aquí margen significa “borde”, y por eso los cambios marginales son aquellos que realizamos en el borde de lo que hacemos. Las personas racionales a menudo toman decisiones comparando los beneficios marginales y los costos marginales. Los economistas generalmente suponen que los individuos son racionales. Un tomador de decisiones racional emprende una acción si y sólo si el beneficio marginal de esta acción es mayor al costo marginal. Este principio explica por qué las líneas aéreas están dispuestas a vender un boleto a un precio inferior el costo promedio y por qué las personas lo están a pagar más por los diamantes que por el agua.
Por varias razones:
Según Gregory Mankiw: Puede tomar algún tiempo acostumbrarse a la lógica del razonamiento marginal, pero el estudio de la economía provee múltiples oportunidades para poner este razonamiento en práctica.
Tales como que una persona racional, dadas las oportunidades, sistemática y deliberadamente hace todo lo posible por lograr sus objetivos. Los economistas utilizan el término cambio marginal para describir los pequeños ajustes que realizamos a un plan que ya existía. Es importante resaltar que aquí margen significa “borde”, y por eso los cambios marginales son aquellos que realizamos en el borde de lo que hacemos. Las personas racionales a menudo toman decisiones comparando los beneficios marginales y los costos marginales. Los economistas generalmente suponen que los individuos son racionales. Un tomador de decisiones racional emprende una acción si y sólo si el beneficio marginal de esta acción es mayor al costo marginal. Este principio explica por qué las líneas aéreas están dispuestas a vender un boleto a un precio inferior el costo promedio y por qué las personas lo están a pagar más por los diamantes que por el agua.
Por varias razones:
Primeramente: —no es un principio. Porque, por definición (de 'principio'), el TÉRMINO 'Homo economicus' no lo es. Para que sea principio de la ciencia económica es necesario que sea aplicable a todos los seres humanos en general. Comúnmente se utiliza el ejemplo de su similitud con la gravedad en este aspecto, dado que uno no puede decidir "no aplicar" o "no creer" en la gravedad en su vida. Dado que no se aplica a todos los seres humanos sin excepción, desde el 100% del tiempo y no es algo que una persona pueda elegir si aplica o no. Además, porque el hombre no es por naturaleza racionalista y menos que tenga como principal interés lo económico.
A propósito de principios de la ciencia económica, dice Roberto Posso Ordóñez:
Resulta bastante complicado el encontrar una definición única de la ciencia económica y en consecuencia su objeto de estudio puede aparecer impreciso. Lo afirmado obedece a que tanto los padres de la economía como los economistas de las recientes escuelas de pensamiento no se han puesto de acuerdo sobre la temática debido a los diferentes enfoques teóricos que caracterizan a cada una de las escuelas de pensamiento.
Por ejemplo, Gary Becker, Premio Nobel de Economía 1992, en su obra “El enfoque económico de la conducta humana” plantea que “La definición de Economía en términos de bienes materiales es la más limitada y menos satisfactoria. No descubre adecuadamente el mercado ni lo que los economistas ‘hacen’ (…). La definición de economía en términos de medios escasos y usos alternativos del mercado es la más general de todas. Define la economía basándose en la naturaleza del problema que se trata de resolver, y abarca mucho más que el sector del mercado o ‘lo que hacen los economistas’ (…) Esta definición de economía es tan amplia que a menudo es una fuente de descontento más que de orgullo para muchos economistas y frecuentemente se considera de forma inmediata que excluye la mayor parte del comportamiento ajeno al mercado.
Todas estas definiciones de economía simplemente defienden su ámbito, pero ninguna nos da la menor información acerca de lo que es el enfoque ‘económico’. (…) Separémonos, por tanto, de las definiciones, porque creo que lo mejor que distingue a la economía como disciplina de otras disciplinas en las ciencias sociales no es su objetivo, sino su enfoque. (BECKER, Gary (1998). El enfoque económico de la conducta humana, Anuario de Filosofía Jurídica y Social, No. 16, Universidad Diego Portales, Valparaíso, pp. 507-527)
Segundo, creemos y pensamos como Herbert Simon: —los seres humanos son incapaces de comportarse como los seres racionales que describen los modelos convencionales de la elección racional. Simon centra su atención en los procesos de pensamiento que emplean los agentes al tomar decisiones. Esta situación lo lleva a ofrecer una alternativa de índole epistemológica a la corriente dominante de la economía (mainstream), en un esfuerzo que articula también con la observación de la experiencia de la toma de decisiones económica y la racionalidad limitada, esta racionalidad limitada, será la propuesta central que reemplazará en el discurso de Simon a la racionalidad maximizadora dominante. La racionalidad limitada se caracteriza por dos conceptos: búsqueda y satisfacción. Si el tomador de decisiones no conoce las alternativas de inicio, entonces él debe de buscarlas mediante un proceso de aproximaciones sucesivas hasta encontrar la alternativa más satisfactoria. También es conocido como modelo de racionalidad procesal porque es resultado de una deliberación apropiada, de un proceso de razonamiento. La definición de homo economicus es terriblemente vaga para ser de utilidad si quiere ser tomada como una definición integral del ser humano —no se trata más que de un supuesto simplificado intencional que se usa en cálculos de utilidad y rendimiento.
Tercero, porque, simplemente, no es posible —mejor dicho, responsable— hacer un análisis epistemológico (testimonial) de algo que dicen1 que dijo... —La literatura que nos llega (sobre el 'Homo economicus') es, o, ha sido siempre producto intelectual de los críticos y/o difusores, más no un concepto o principio (de la ciencia económica) formulado por algún economista teórico (o representante de los clásicos, como los catalogó Marx).
Dizque se dice que: El Homo economicus basa sus decisiones considerando su propia función de utilidad personal, haciendo continuamente cálculos de coste de oportunidad. La frase homo economicus expresa una forma de ver el comportamiento del ser humano —una persona racional2, capaz de decidir y actuar, con conocimiento que persigue lograr beneficios personales siguiendo principios de menor esfuerzo y mayor logro. Es uno de los supuestos de uso en las ciencias, muy especialmente la Economía.
Ejemplo: El término hombre económico fue utilizado por primera vez —dizque dice— en el siglo XIX por los críticos de la obra de John Stuart Mill sobre economía política3 Debajo hay un pasaje del trabajo de Mill al que se referían esos críticos decimonónicos:
La economía política no trata la totalidad de la naturaleza del hombre, modificada por el estado social, ni de toda la conducta del hombre en sociedad. Se refiere a él sólo como un ser que desea poseer riqueza, y que es capaz de comparar la eficacia de los medios para la obtención de ese fin.4Más adelante, en el mismo trabajo, Mill escribe que lo que él propone es «una definición arbitraria del hombre como un ser que, inevitablemente, hace aquello con lo cual puede obtener la mayor cantidad de cosas necesarias, comodidades y lujos, con la menor cantidad de trabajo y abnegación física con las que éstas se pueden obtener.»
A pesar de esto:
La implementación de políticas económicas en los países significa la manera más visible como los gobiernos intervienen sobre el funcionamiento del mercado libre para orientar sus perturbaciones a los menores niveles posibles y de esa forma asegurar que la participación de los individuos y empresas sean lo más inclusivas posibles. Sin embargo, la formulación de políticas sugiere que los individuos cambien ciertos patrones de comportamiento para que se logren los resultados esperados y en la mayoría de los casos esos resultados no se logran alcanzar, en parte porque los agentes no se ajustan a las particularidades de los rigurosos modelos de predicción.
Sin embargo:
La economía mainstream (desde Samuelson) se ha entrampado (al asumir la racionalidad desde Oskar Lange) como su "principio económico" fundamental que lo encamina a no entender que debe seguir desarrollándose y llegar a ser una ciencia que le permita entender los problemas económicos como la pobreza se resuelve con el crecimiento o a generalizar y aplicar métodos matemáticos (como la de Samuelson–basa en los métodos de la termodinámica clásica del científico norteamericano Willard Gibbs) desarrollados para el estudio de la termodinámica aplicada a la economía).
La formulación de políticas sugiere que los individuos cambien ciertos patrones de comportamiento para que se logren los resultados esperados y en la mayoría de los casos esos resultados no se logran alcanzar, en parte porque los agentes no se ajustan a las particularidades de los rigurosos modelos de predicción. A pesar que: La mayoría de dichos modelos sugiere una conducta perfecta e ideal que escapa a las actitudes de las personas en su vida diaria.
Por otro lado:
Mankiw (2009), establece cuáles son los principios que rigen en el marco de la economía clásica para que los agentes cumplan el proceso mental de jerarquización anteriormente mencionado: 1. La gente se enfrenta a disyuntivas. 2 . El costo de una cosa es aquello a lo que se renuncia para obtenerla. 3. Los individuos racionales piensan en términos marginales, 4 Los individuos responden a los incentivos.
Estos principios vinculan aspectos claves que se toman en cuenta al momento de elegir, así: 1. La disyuntiva es sinónimo de escasez, 2. El costo es la valoración de alternativas (todas atractivas) para tener un criterio formal de decisión. 3. La racionalidad implica que los seres humanos aprenden de sus errores pasados (Muth, 1961) y son capaces de formular inferencias sobre el comportamiento futuro de manera que cuando forman expectativas de los resultados posibles de sus decisiones, tienen en cuenta los resultados pasados y el nivel de posibilidad de que estos vuelvan a ocurrir. 4. Los incentivos son aspectos del ambiente (ofertas, eventos de la naturaleza, piezas publicitarias, comentarios de amigos, etc.) que les ayudan o influencian sobre la decisión final.
Pero, ¿cómo saben los agentes que sus expectativas están correctamente formadas?. Mankiw et al. (2009) propone el siguiente esquema: a. Ser transitivas. Por ejemplo si preferimos bebidas gaseosas en lugar de bebidas alcohólicas y a su vez preferimos jugos en lugar de bebidas gaseosas, entonces los jugos serán preferidos siempre por ese consumidor. b. Ser convexas, esto implica que el consumidor tiene un limitante para elegir y es su presupuesto. De manera que para tener más de todo debe de organizar de forma correcta sus deseos. c. Continuidad, esto supone que para cualquier nivel de gastos siempre existe una dotación de productos y servicios que pueden ser adquiridas.
La pregunta a este nivel es, ¿realmente los individuos eligen por racionalidad, es decir, aprendiendo de “errores pasados” o su decisión es un proceso netamente aleatorio, es decir, se dejan llevar por “corazonadas” o impulsos?.
La pregunta a este nivel es, ¿realmente los individuos eligen por racionalidad, es decir, aprendiendo de “errores pasados” o su decisión es un proceso netamente aleatorio, es decir, se dejan llevar por “corazonadas” o impulsos?.
Desde sus inicios, y más claramente desde mediados del siglo XIX, la Economía se ha basado en el supuesto de que los agentes económicos5 toman decisiones racionales, maximizando su utilidad o bienestar de acuerdo a sus propias preferencias e intereses. El orden económico resultante de esa pluralidad de decisiones es considerado óptimo o eficiente. Diversos autores han cuestionado la validez de estos supuestos y ello ha motivado una gradual transformación de esos mismos supuestos.La evolución del Homo economicus: problemas del marco de decisión racional en Economía, por Héctor Aletta6.
El Premio Nóbel 1978 Herbert Simon7 (1916-2001) fue el primero que impresionó a los economistas cuando dijo que los seres humanos eran incapaces de comportarse como los seres racionales que describen los modelos convencionales de la elección racional. A él le fascinaba la forma en que las personas toman decisiones, y sus ideas prosperaron hacia el estudio del funcionamiento de la mente humana, hasta el punto de desarrollar una teoría que trataba de explicar como las personas e instituciones toman las decisiones, tesis a la que llamó Teoría de la Racionalidad Limitada.8
El Premio Nóbel 1978 Herbert Simon7 (1916-2001) fue el primero que impresionó a los economistas cuando dijo que los seres humanos eran incapaces de comportarse como los seres racionales que describen los modelos convencionales de la elección racional. A él le fascinaba la forma en que las personas toman decisiones, y sus ideas prosperaron hacia el estudio del funcionamiento de la mente humana, hasta el punto de desarrollar una teoría que trataba de explicar como las personas e instituciones toman las decisiones, tesis a la que llamó Teoría de la Racionalidad Limitada.8
El homo œconomicus, tal como lo concibe la ortodoxia económica, es una especie de monstruo antropológico: este hombre práctico de mentalidad teórica es la personificación extrema de la falacia escolástica, un error intelectualista muy común en ciencias sociales, por el cual el estudioso pone en la cabeza de los agentes que estudia –amas de casa u hogares, empresas o empresarios, etc.– las consideraciones y construcciones teóricas que él tuvo que elaborar para explicar sus prácticas. Pierre Bourdieu1, 2005b, 209
En la Antropología del liberalismo hay un concepto fundamental que se ha acabado convirtiendo en una especie de fetiche a la hora de hablar sobre economía y política: «HOMO ECONOMICUS». Mediante esa expresión se designa una abstracción conceptual o, mejor, un modelo y una previsión que hace la ciencia económica sobre el modelo de comportamiento humano perfectamente racional, que es definido por tres características básicas: el «homo economicus» se presenta como “maximizador” de sus opciones, racional en sus decisiones y egoísta en su comportamiento. La racionalidad de la teoría económica descansa sobre la existencia y las “virtudes” calculadoras de ese individuo, que actúa en forma hiper-racional a la hora de escoger entre las diversas posibilidades.
¿Sómos los seres humanos animales racionales?
¿Puede nuestro comportamiento ser medido y entendido en su totalidad?
Si bien han pasado ya varios siglos desde la afirmación aristotélica de los hombres como animales racionales –siglos con muchos sucesos que parecerían sugerir lo contrario9– Sin embargo, la idea de hombre como animal racional ha sido durante mucho tiempo tomada como punto base de la Economía10.
¿Es el hombre egoísta por naturaleza, como pensaban Bentham o Hobbes, o nada de lo que es humano nos es ajeno, como sostenía Terencio?
Las facultades de Economía y las escuelas de negocio han promovido durante años la idea de un ser egoísta por naturaleza, el Homo economicus, genéticamente determinado para adoptar decisiones racionales en su propio interés. Lo curioso es que la suma de estas decisiones racionales y egoístas llevaban a una suerte de armonía social gracias a la existencia de “fuerzas reguladoras” como la famosa mano invisible del mercado de Adam Smith.
En la Antropología del liberalismo hay un concepto fundamental que se ha acabado convirtiendo en una especie de fetiche a la hora de hablar sobre economía y política: «HOMO ECONOMICUS». Mediante esa expresión se designa una abstracción conceptual o, mejor, un modelo y una previsión que hace la ciencia económica sobre el modelo de comportamiento humano perfectamente racional, que es definido por tres características básicas: el «homo economicus» se presenta como “maximizador” de sus opciones, racional en sus decisiones y egoísta en su comportamiento. La racionalidad de la teoría económica descansa sobre la existencia y las “virtudes” calculadoras de ese individuo, que actúa en forma hiper-racional a la hora de escoger entre las diversas posibilidades.
¿Sómos los seres humanos animales racionales?
¿Puede nuestro comportamiento ser medido y entendido en su totalidad?
Si bien han pasado ya varios siglos desde la afirmación aristotélica de los hombres como animales racionales –siglos con muchos sucesos que parecerían sugerir lo contrario9– Sin embargo, la idea de hombre como animal racional ha sido durante mucho tiempo tomada como punto base de la Economía10.
¿Es el hombre egoísta por naturaleza, como pensaban Bentham o Hobbes, o nada de lo que es humano nos es ajeno, como sostenía Terencio?
Las facultades de Economía y las escuelas de negocio han promovido durante años la idea de un ser egoísta por naturaleza, el Homo economicus, genéticamente determinado para adoptar decisiones racionales en su propio interés. Lo curioso es que la suma de estas decisiones racionales y egoístas llevaban a una suerte de armonía social gracias a la existencia de “fuerzas reguladoras” como la famosa mano invisible del mercado de Adam Smith.
Para entender al "homo económicus", es necesario remontarse a la época de Adam Smith. y del empirismo11.
El racionalismo, en aquel entonces, es la absolutización de la razón, y se da con mucha fuerza en la época moderna, aunque no surgió en este período, porque desde mucho antes, se habían dado intentos en torno a la razón frente a los hechos de la experiencia. Esta corriente se caracteriza por lo real, por los conceptos o sistemas mentales y a la explicación de la ciencia en términos lógicos. Al hombre se le presenta como animal pensante, con dignidad y atributos de persona. El racionalismo no es una manera aislada de concebir la realidad, sino que es ante todo la suma de lo sensible con los conceptos, o mejor, a un concepto equivale una realidad. El hombre es presentado como animal dotado de logos, razón; un animal capacitado para conocer.
El racionalismo, en aquel entonces, es la absolutización de la razón, y se da con mucha fuerza en la época moderna, aunque no surgió en este período, porque desde mucho antes, se habían dado intentos en torno a la razón frente a los hechos de la experiencia. Esta corriente se caracteriza por lo real, por los conceptos o sistemas mentales y a la explicación de la ciencia en términos lógicos. Al hombre se le presenta como animal pensante, con dignidad y atributos de persona. El racionalismo no es una manera aislada de concebir la realidad, sino que es ante todo la suma de lo sensible con los conceptos, o mejor, a un concepto equivale una realidad. El hombre es presentado como animal dotado de logos, razón; un animal capacitado para conocer.
El enfoque científico de Descartes12 para percibir el mundo, sin lugar a dudas, representó un gran avance, y esto es doblemente cierto para los economistas. Hemos visto que la noción de la mano invisible del mercado existió mucho antes que Smith. Homo economicus ha ganado su lado (a) moral desde Epicuro, pero adquirió su parte matemática y mecánica de René Descartes. Las ideas de Descartes, por supuesto, se convirtieron en absolutamente clave, si no determinantes, para la metodología de la ciencia económica. La economía comenzó a desarrollarse en el momento en que su legado recibió un amplio reconocimiento. Los primeros economistas discutieron ampliamente las teorías del conocimiento, y todos han demostrado ser los sucesores de Descartes. Sus ideas fueron traídas a Inglaterra por John Locke y David Hume. A través de ellos, las enseñanzas de Descartes también penetraron en la economía, y hasta el día de hoy han permanecido firmemente arraigadas en ella. En ninguna otra ciencia social se aceptaron las ideas cartesianas con tanto entusiasmo como en economía.
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